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En el AT vemos una doble postura sobre los bienes econmicos: por una parte se aprecia la disponibilidad de bienes (no

de lujos) necesarios para la vida ordinaria aun en abundancia como bendicin de Dios; por otra parte se condena, no su posesin, sino su mal uso. En los profetas se ve ms claro esta denuncia del uso opresivo de los bienes.1 Dios est especialmente atento a aquel que reconoce su pobreza en cualquier situacin que viva. El nuevo David defender al los pobre e instaurar la justicia (cf. Ez 34, 22-32; Jr 31, 3134). La pobreza aceptada o buscada con espritu religioso ayuda a vivir la creaturalidad. De aqu que la figura del rico es el que no confa tanto en Dios como en sus bienes y fuerzas propias. La pobreza se presenta como valor moral cuando se vivie como humilde disposicin y apertura a Dios, confianza en l. Esto ltimo pone a los bienes materiales en su lugar.2 Jess sigue esta tradicin del AT pero le otorga claridad definitiva y plenitud (cf. Mt 6,24; Lc 6,20-24; Rm 14, 6-8). Con la novedad del Reino de Dios hace posible vivir en la justicia, fraternidad, solidaridad y compartir. Libera del egosmo consecuencia del pecado. Reincorporado, el hombre puede seguir la obra de justicia y caridad de Jess haciendo presente el Reino.3 La vida econmica ha de ser una respuesta de agradecimiento a la vocacin que Dios llama a cada hombre, segn nos ilumina la revelacin. El hombre ha de perfeccionar la creacin, no destruirla (cf. Gn 1, 26-30; 2,15-17; Sb 9,2-3) haciendo con ello justicia para s mismo y para los dems, poniendo al servicio los propios talentos (Mt 25, 14-31; Lc 19, 12-27). La economa y el progreso deben estar al servicio del hombre y de la sociedad para que sean lugares de salvacin y santificacin. Jess recalca que lo importante es enriquecerse ante Dios (Lc. 12,21) y para este fin la economa es un excelente medio.4 En el contexto de un humanismo integral y solidario, el desarrollo social se puede comprender correctamente a la luz de la fe en Jesucristo. Cristo es principio y fin de todo lo creado y en l est puesta plenitud (Col 1, 15-20; Ef 1, 22-23). Este Jess se inserta en la historia comunicando a la humanidad en lucha esa plenitud venciendo el pecado que compromete nuestra realizacin plena. 5

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