Primero, caminar la ciudad, convertirla en la galería particular que recorremos
en/con todos los sentidos. El descanso es natural y deseado, refugio del cansancio y sueño. Segundo, el amor que el destino cumple como escenario idóneo para la acción de nuestro pasado aprehendido (ese desequilibrio entre fantasía y realidad que eterniza los tiempos). Tercero, sueño y amor al lado de un cuerpo recientemente conocido. ¿A quién corresponde la fundación de los significados en esta pérdida de la conciencia? Es mi mano izquierda que actúa sola sobre ese sorprendido rostro que se sabe acariciado desde el único origen de los impulsos.