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Tratado de Economia Nacional por el P. Heinrich Pesch, S. J. PRIMERA PARTE FUNDAMENTOS Traducida del original aleman pore! P. José M. Liovera, C. C. rélogo del Excmo, Sr, D, Ra- fael Rodriguez de Cepeda, Se- nador del Reino y Catedratico de la Universidad de Valencia. TOMO TL A LA VENERABLE MEMORIA DEL KAVERENDISING si:8oR DR. PABLO LEOPOLDO HAFFNER SIFUNTO OBISPO DE MaGuNCIA PROLOGO DE LA EDICION ESPANOLA Nunca han desenidado los catdlicos ol estudio de ninguna humana disciplina, mucho menos si ésta se contaba entre las ciencias sociales, pues 4 ello los obligaba, no sdlo la ley del progreso intelectual que Dios ha impnesto al hombre, sino también la ley del amor, traducida en el orden préetico en todo cuanto se refiere al bienestar y perfeccionamiento de los hombres on la sociedad, objeto 4 que tionden las ciencias sociales. La gravedad que la cuestién social ha adquirido en los tiempos modernos ha obligado atin mas 4 los catdlicos & dedicarse al estudio de la Economia po- Kitiea, que tan intimamente enlazada se halla con esta cuestién, ya que los errores de estos estudios econémicos en el orden tedrico contribuyen pode- rosamente 4 producir en el orden prictico los males sociales que tan de cerca y tan terriblemente nos amenazan. De ahi, no sdlo la investigacién y exe- men profundo de las cuestiones econdmicas en sé lidas obras publicadas por los catélicos de todas las naciones, sino también la multitud de revi publicaciones periddicas dedicadas 4 estos asuntos, TRATADO DE ECONOMIA NACIONAL y la institucién de cursos especiales de ensetianza consagrados a estas ouestiones, como los conocidos con el nombre de Semanas sociales, que en breves afios se han difundido por las principales naciones de Europa. Pero entre los escritores catdlicos que se han entregado al estudio de las cuestiones econdmicas y sociales sobresale un grupo formado por ilus- tres religiosos de la Compaiiia de Jestis on Ale- mania. Expulsados estos religiosos del Imperio alemén hace ya muchos afios 4 consecuencia de las leyes del Kulturkampf, consagréronse al eultivo de las ciencias filosdficas y sociales y 4 la publicacién de excelantes obras cientificas, principalmente teold- gicas, filoséficas y de Derecho natural, en quo & los inmutables principios de la filosofia eristiana han agregado todos los legitimos adelantos de las ciencias sociales en nuestros dias, infiltrdndoles la savia cristiana é incorpordndolos 4 la sana ciencia. No se contentaron tampoco con los trabajos que ve- nian publicando en su edlebre revista Stimmen aus Maria Laach y en los follatos anejos & ella, sino que iniciaron la publicacién de una biblioteca que con el titulo Die soziale Frage (La cwestién social) se proponia estudiar y propagar los’ principios sovia- les catdlicos aplicados & la solucién de las enestio- ues sociales, Entre las obras publicadas en esta biblioteca, to- das ellas oportunas y Henas de sélida y excelente doctrina, como debidas & autores tan sabios como los Rvdos. PP. Meyer, Lehmkuhl, Cathrein y otros, PROLOGO DY LA EDIGLON EsPAROLA a sobresalia la titulada Liberalismus, Socialismus und christliche Gesellschaftsordnung, que revelaba en su autor, el Rvdo. P. Enrique Pesch, un estudio pro- fundo de Jas cuestiones sociales y econdmicas, y una crudicién vastisima en ol campo de estas cieu- cias y de todo su movimiento contempordneo. Esta obra, ya de por si tan excelente, era precur- sora de otra de mayor importancia que habia de venir & enriquecer la bibliografia de la ciencia ca- téliea, y que habia de prestar grandes servicios & ésta al incorporarle los excelentes trabajos y pro- gresos de la ciencia econdmica alemana y de sus grandas eseritores y e¢lebres profesores, como los Nasse y los Wagner, que si enriquecian por una parte 4 la ciencia catdlica, por otra recibian de ella mayor realee por los principios solidisimos que ve nian @ informartos. El libro & que nos referimos es el que se enca- beza con este prdlogo, y que con el titulo de Lehr- buch der Nationaldkonomie (1) empezd & publicar en el afio 1905 el P. Pesch, y del que han visto ya Ja lz el tomo primero, el citado wito de 1905, y el segundo, en el 1909 La empresa de cristianizar la ciencia econdmica, en que escritores tan doctos como Perin, Liera- tore, Hervé-Bazin, Devas, Costa-Rossetti, Toniolo, Antoine y otros muchos tanto han trabajado, ha re- ibido con la obra del P. Pesch un avance conside- rable. Cadl ha sido el concepto fundamental de ésta, Y; por tanto, cudles son sus ideas madres, lo ex- () B. Herder, editor en Br burg in Bresgua. 12 TRATADO DE ECONOMIA NACIONAL Pone con sobria elocuencia su autor en el prélogo, ¥ 80 deduce de la simple lectura del indice del pri- mer tomo, consagrado & lo que lama fundamento de la ciencia econdmica. Objeto serdn siompre de ésta los bienes materia- + y Ios catélicos no podran nunca variar este ob- jeto sin suprimir esa, clencia, Pero esos bieves ma- teriales, esa riqueza, esa prosporidad y abundan. a mica, son estudiados por los catdlicos de muy distinta manera que por los racionalistas, Estos ul. timos se dejan dominar por la idea de la mayor pro- duecién posible de bienes materia les, y 4 ello lo subordinan todo, incluso al mismo hombre, & quien demasiado 4 menudo consideran tan sdlo como un medio 6 instrumento de produecién, como una ma. quina de Ja fuerza de medio caballo poco més 6 menos, & la que basbaria alimentar con pan y carne en vez do hulla, segtin dijo un ilustre prelado fran- oés censurando este concepto racionalista del hom. bre como factor econéimico. Los catélicos, por el contrario, no pueden nunea olvidar las ensofianzas de la Revolacion y de la sana filosofia. Nos dice la ven ert ue el hombre fad creado & imagen y so- Mejanza de Dios, quien le constituyd rey de la Creaciéu y le ordend que dominase & todas las cria- tras ¥ sojuzgase & los elementos; lominio y con- quista que despnés del pecado original ha de rea- hiaar & costa de grandes trabajos y esfuerzos, La sen filosofia, al darnos 4 conocer la naturaleza de | . firmarnos las ensefianzas de la Revelacién, pues nos le muestra bien claramente cémo los seres ereados se hallan subordinados unos 4 otros, estando en la etispide de esta serie ol hombre como rey de la Creacién. Por eso el P. Pesch dice con gran elocuencia: «Tod nen precio; el hombre tiene dig- nidad. El es centro y dominador del mundo mate- rial, y por medio de su naturaleza sensible y racional tiene la facultad de ensanchar este sefiorio en pro- gresivo y laborioso desarrollo, y de perfeccionarlo y confirmarlo. Pertenece al orden econémico como sefior; no al orden de los bienes econdmicos. Nunca es objeto 6 instrumento; siempre, y sobre todo, su- jeto y fin de la Economia. ¥ esto se aplica al mas humilde trabajador, gue participa de la humana na- turaleza, y debe por ello también participar en el ejercicio y los frutos del sefiorio del hombre sobre el mundo externo material, sefiorfo basadn en la hu- mana natural en su destino.» ¥ si el hombre es el snjoto y el fin de la Eeono- mia, y si los bienes materiales han de subordinarse al hombre, y no éste 4 aquéllos, y si por razén de su dignidad y de su fin el hombre tiene derechos que le son esenciales y yue no pueden ser desconocidos, signese de aqui la importancia que la nocidn de la justicia tiene en el desarrollo de la ciencia eeondmi- ca, la cual debe inspirarse, no sélo eu la justicia individual, sine también en la social; esto es, en la que se refiere 4 cada organismo social, sea éste cual fuere: clase, regidn, Estado. Esta idea de la dignidad dol hombre, y la de la ijusticia, que con ella est intimamente relacionada, s las cosas tie z2. PRATADO Da BOONOMIA NACIONAL es la que informa la Keonomia oristiana y la que obliga 4 combatir ios sistemas individualista 8 cae pitalista y sovialista, y é defender como iuieo siste- ma aceptable el solidavismo, al que también llama el autor sistema social del trabajo, en el onal, sin caer ou los erroves del individnalisme ni del soviae lismo, se concilian los derechos del individno can los do la sociedad, y sin olvidar ta importancia del capital ui de los factores uatursles, se da toda la ave Ciena al trabajo humano, por el cual el hombre realiza ol seitorio que Dios le dié sobre la Naturale. va. Sistema, ademis, que tiene en cuenta los debe- Fes que unen entre sid los hombres y 4 éstos con 10s grnpos sociales, y que, ligando 4 los hombres en Sus relaciones econdmicas con los vinenlos de la Justicia, acaba esbrechandolas mas intimamente con los de Ia caridad. Sistema, por fin, qne on el orden de la distribuein de Ja rigneza eg el qne mejor se ajusta d los principios de In justicia, sin cuya obser- vancia ol hombre no puede ser feli2, puesto que, come dice Carlyle, citado por Pesch: «El seuti. iniento de la injustioia es lo mas insoportable & todo hombre. £1 negro mas inculio no sufre ser tratado injustaments. Ningitn hombre lo soporta, ni debe soportarto, Bn una ley ids profanda quizis que aingima, en una ley eserita inmediatamento por la mano de Dios en lo mas profundo de nuestro ser, se halla une eterna oposicién & la injusticia, ‘Talos sou las ideas capitales que iuspiran la obra del P. Pesch, y que, aplieadas 4 todos los progresos do la moderna ciencia econdmica, hacen de la Eco- vomia wna ciencia cristiana que trabaja seriamente PROLOGO DE LA wDICION ESPAROLA 15 en pro de la felicidad temporal do los pueblos segtin la idea cristiana de la civilizacién; esto es, aspirando 4 que llegue al mayor nitmero de hombres posible el mayor niimero de bienes también posi- ble, siempre bajo Ja guarda de Ja ley divina, tini- ca que puede conducir al hombre 4 su fin dltimo, Y; por tanto, de ese decélogo eterno ouya obser- vancia, segin Le Play, es el primer elemento de la constitucién esencial de la Humanidad. A la Biblioteca Ciencia y Accién, que se propo- ne dar A conocer las principales obras de ciencias sociales y econdmicas publicadas on ol extranjero, y Au director téenico, ol Sr. Aznar, hay que agra- decer que pongan al aleance de los espafioles la obra valiosisima del P. Pesch; y al P, Llovera, meriti simo socidlogo catdlico, que haya lMevado 4 cabo con especial competencia empresa tan dificil como la traduccién de un libro tan importante y escrito en lengua tan distinta de la nuestra, lo cual, aumen- tando las difieultades del trabajo, lo hace mucho mas meritorio. Premio ha de ser para 6) la satisfac- cidn del gran servicio que con ello hace a la ciencia ‘a patria. catélica en nues Raraei Ropriauez py Czrupa. PROLOGO DEL AUTOR Ala grata memoria del Dr. Pablo Leopoldo Haff- ner, vardn esclarecido, de gran inteligencia y acen- drada caridad, va dedicado el presente libto. Re- potidas veces este insigne sucesor del obispo Gui- Hermo Manuel de Ketteler en la Sede de Maguncia me animé y estimnlé con alentadoras palabras 4 emplear todas mis fuerzas, dentro de las condicio- nes, medios y posibilidades de mi vocaciéu, en la obra de la réforma social. Lia piedad y la gratitud me obligan, de consiguiente; & depositar sobre su tumba el fruto de mis trabajos. Sirva al propio tiempo la dedicatoria para testificar al venerable clero de la expresada didcesis, con quien tantos la~ zos de entratiable amistad me unen, mi constante adhesién y mi cordial afecto. | Rapasando en la memoria los nombres de aque- llos & quienes debo mi instruceién en la Filosofia, a Jurispradencia y la Econom{a nacional, siéntome dbligado 4 mencionar en primer término al fildso- fo jurista Teodoro Meyer, como quien mayor in- fluencia ha ejercido sobre el presente Trarano. Hay que agregarle, como economistas nacionales, Erwin Nasce, y de los profesores de ciencias sociales de la Universidad de Berlin en especial Adolfo Wag- er, el mas eminente, sin disputa, entre los tedri- ‘os 'contempordneos de la Economia nacional en Tomo L 2 Is ‘TRATADO DU KCONOMIA NAL Alemania. Sus explicaciones, lo propio que sus es critos, sordn acaso poco satisfactorios para la enrio- sidad, pero lo son en alto grado para la inteligen- cia; sus obras son producciones cientificas de pri- mer orden, Hamadas 4 conservar por largo tiempo un puesto de honor en la historia de la ciencia eeo- némico-nacional. Siento tambiéa en mi corazon una verdadera necesidad de dar piblicamente las gra- cias al vensrado maestro por la ingenua benevolen- cia con que siempre traté 4 los eclesidsticos cateli- cos qe tvicron la dicha de contarse on el mimero de sus alumnos. Por lo que concierne a Ja presente obra en si mi: ma, he dirigido mis esfuerzos 4 constrnir un siste- ma armonico de doctrina econdmico-nacioual cuya especialidad consiste en el consecnente desarrollo de la concopeién telealégica vy antropocéutrica (el hombre snjeto y finde la Economia), en la combina- cidu del estudio cansal y eb teleoldgico, en la acen- taacién del fin del Estado y de su importancia para el conocimiento de los fines de la economia nacio- nal, en el realee de! cardcter practico de nuestra ciencia, en el empleo combinado de la induceién y la deduceisn, de la andl y Ja sintesis. Et sistema entero hallase dominado por la idea de la justicia social, de la jusvicia uo sélo para tos iudividnos, sino también para el todo, para cada ma de Jas clases y estados sociales, El principio de Ia solida- ridad, en el sentido de postulado social de justicia, aparece agui como el primero y supremo principio de organizacidn de Ja economia nacional; el solida- rismo se presenta como un sistema intermedio en- tre el individualiymo y el socialismo. Los partiou- lares problemas de la reforma social que agitan 4 nuestra época son estudiados extansamente en su lugar oportuno. Mis doctrinas cvinciden en nn todo con las expuestas en el excelente Stwatslewikon der Gorres- Gesellschaft, como también con la autoriza- da politica del Centro aleman. Doy por de pronto 4 Ja publicidad, como primer tomo de mi Tearano, los principios fundamontales, on la esperanza de poder publicar, con la ayada de Dios, la Economia geno- ral antes de prineipios del ato proximo (1906), y la Economia especial durante el decurso del siguien- te (1907) (1), Aun los que profesen ereencias dis- tintas de las mias no han de encontrar en toda esta obra ni nua sola palabra que pueda ofenderlos, y si mucho que tal vez les sea de utilidad. Bien que nunea ui en ninguna parte disimulo mis convie. ciones religiosas, con todo, amoldindome a Ja ma- teria tratada, no apoyo mi razonaimienta sobre los puntos diferenciales ‘de la doctrina eatélica. sino que me mantengo siempre en Ja esfera de las con- sideravionos filosdteas, historicas, Juridicas y eco- némicas «En el telar del tiempo debemos eutretejer ama trama ¢n arimonia com nnesiras convicviones.» Con estas palabras sefialaba tan clara como acertada. mente el consejero Wuermeling en un diseurso pro- aunciado en el noveno Congreso de Caridad de Breslau (1904) of deber del catélico en las criticas cireunstancias actuales. La fe que profesames nos suministra el motivo. Misereor super iurbam, decia el divino Salvador. Movidos por esto mismo son- timiento omprendamos el trabajo; coadyuvemos en ja medida dé auestras fuerzay al bien de nuestro pueblo. Indelebiemente grabada en mi inemoria guardo ana hermosa frase del caro amigo de juven- tad y compatiero de estudios Leopoldo Wilhelm, presidente del Instituto imperial de Bstadistica, prematuramente difanto: «Nunea—decia—las dis. tinciones y los aonbramientos me han causado ver~ dadera satisfaceién y gozo més de un solo dia: lo que da paz 4 mi corazén os Ia concioncia de haber (2) Debido & unw grave enfermedad, no pado el P. Pesch coneluir {an pronto como esperaba su Prarano, aegiin ver’ el lector eat el pro. Jogo 'de la cogunda parse —( val 1) TRATADO DE KUONOMEA NACIONAL hecho algo en favor de los pobres y de los humil- des.» El trabajo social Hovado 4 cabo con espiritu de caridad cristiana: esto eg lo que nos comunica la paz y la bendicién del Cielo para el tiempo y para la eternidad. Heusaiou Pason, 8. J. Luxomburg-Stadt (Rellevu). § de Diciombue de 104, CAPITULO PRIMERO La Naturaleza y el hombre. 4. La Filosofia se ha definido como el conoci- miento cierto y natural de las cosas por sus causas Yiltimas, Con las debidas restricciones, esta defini- cidn es aplicable & toda ciencia, y, por lo tanto, también & la Economia nacional Las causas relativamente tiltimas que dentro de nuestra ciencia forman el objeto inmediato de in- vestigacidn son el hombre y. la Naturaleza exterior. Varias son las ciencias que se refieren al hom- bre y 4 la Natiiraleza, cada nna desde su punto de vista particular. Pronto se declarara cual es el pro- pio y caracteristico de nuestro estudio Por ahora contentémonos con observar anticipa- damente gue no todas las verdades y conceptos de que se vale la ciencia econdmica son invencién suya. Muchas ideas son corvientes y usuales en la vida cotidiaua antes que de elias s6 apodere la re- flexién vientifiea y las perfeccione mediante una concepeién mas clara y una més precisa determi- nacién. También no pocas verdades que el econo- mista nacional debe tener presentes como prinei- pios directivos de su estudio tienen su propia pa- tria dentro del campo de otras ciencias, 4 las enales incumbe la misién de formularlas, examinarlas y probarlas, Al mimero de estas verdades que la cien- a PAATALO DE HEONO UIA NAGINNAL cia scondmiea presupona, y en parte desarrolla mas ampliaments aplicdndolas al terrena acondinico, pectoneven viertas doctrinas coucernientes: «Ala posicién del huimbre con respecto a la Naturaleza exterior. 4) A la velasién de las bienas axteric hombre ¢) A la vida sovial Do allas tonemos que : 3 con el rabar ante tod Hl hombre, dueho del Universo por vointad dé Dios 1. . Heono y SexDaMNTO DE ESTE HoMInto. ——Ht Recho dei dominio del hombre sobre el mando es ine cuestionrbla: ex #1 enrsy de la Historia vada uuevo progreso realizado en el terreno de la enitura ma. terial le sirve de nueva coutirmacisn, En cuanbo a su fundamento, cousisie en la volun tad de Dios, que Mamé al progenitor del hamano linaje al sefiorfo de la ‘Tierra y did al hombre una naturaleza racional, y con ella wa elevavion esen. cial sobre la pura inateria. Si nose presupone esta iy Munuounaela Thood. Mewors Die Avbeitanrrage wav oie chreead athtachan Sostaiprencipien, 4. Aud doo), Wh ¢ denier eet Wanderanyen durch die Sooaitechafispoldik Ran Og aie cio hoe ns Siutarscreachifel. tutersucingen, 2 MUA aRe ae ee hgh Austen dew Volkowérescha/t, 1. Grundlagen der Natisualoeonarry, J And. 18945 3B. Aud [90 vravisada woe Pablinany Rene tee We noe Lai waif Heindiich der poletiochon Gokavomies Us Buniieyuay polit, Oskononie, S. Walbband, 2, Auf se) 1Sy siguionten Secu te Dus pesolischuftirche Suatene dor menachtichin Wistsce/e | ABB figMumios, —Seboiolloe: rundriss der allgemeruon Volkswire wens lelire, 1,41. Aufl. (Gut), 22 y signiauter, Conrad: Grundriss sum Ste dnmider velit, Ookononia, yd Mua. (OIG) zy slg Wientoe eee eee dar Nationsidkononie, T: Grundlegung W80) ay dgntentee eee Grundberirfe und Griuidsiice der Volkswertschapt aS) 1 yarn tes, Philinpovieb: Grundriga der polit. Oskouomie, 1.4, Ant Cami Sy sieniomtos “Neumann: Grundlagen der Volkswirtgchoftadstre 1 iso, My siguiontes.C. 8. Dovas: Groundworth of, Beowonlen toby de gulontes, U0 y sigticntes.~Maarive Block: Lea irogras de ta Mines Beonomaigus dispuss A. Smati TMK), S1 Y eipaiveuoe elevacidn, careve de explicacién satisfactoria y de significado practic el sefiorfo del hombre sobre el mundo exterior, lo mismo en sus comienzos que en sus ulteriores desarrollos. Resulian de aqui dos importantes corolarios: a) Los fundamentos del dominio que nos ocupa son inmutables; su forma particular y soncreta es variable. La naturaloza racional no es obra de Ja Historia, sino del Creador, Eu sus internos elementos esen- ciales, ya fisicos, ya metafisicos, se sustrae & toda vicisitud histérica, Siempre y en todas partes es el hombre un compuesto de cuerpo y aliua; siempre y eu todas partes os un ser sensitivo-racional. Cou todo, Ins propiedades y energias encerradas dentro de sw esencia son & manera de gérmenes suscepti- blas y necesitados de desarrollo. En su proceso de evolicidn y perfeccionamiento vienen snjetos 4 ja influencia de condiciones variables y del medio am- biento exterior, En particular, la actuacidn efec- tiva, la cousolidacién y el ensanchamiento, la forma especial y la configuracisn concreta del sefiorio del hombre sobre el mundo de la materia se realize en la Historia mediante un proceso lento y gradual- mente progresiva: desde el individual «. Segiin esto, subjetivamente considerada, la nece- sidad es el sentimiento y la couciencia de la falta de alguna cosa, juntamente con el ansia por adgui- wir aquello de que se carece, por alejar de si la in digencia que se experimenta. En sentido objetivo, la palabra «necesidad> sig- inifica también ja cosa misma cuya falta se expe- hrimenia. El conjnnto de cosas necesarias, en geueral 6 en un de- |terminado sentido, recibe el nombre de necesidades 6 menes- lteres. Asi se dice: necesidades 6 menesteres de la vida, Westido, alimentacidn, ete 26 PRATADO DE RCONOMIA WAL! Si, por una parte, las necesidades son sefial, y también causa, de una cierta depeudencia, por otra parte, su natnraleza y extensién esuin intimamente relacionadas cou el grado de perfeceidn especitice y de capacidad svolutiva del ser que las experimenta Cnanto mas elevada os la espavie d qua un sar vi- vieute pertenece, mds complicado es el desarrollo de su proceso vital, y, de cousigniente, mas varia~ das so sas necesidades. Bl hombre sieute nds ne- cesidades que el brato, y éste mas que la plane Una de las pruebas an favor de Ja elovacién esencial del hombre cou respecto al bruto cousiste en que con el prograso de la cultara aquél ensanchassus necesidades, las refinia,y se proporciona medios may apropiados para su satisfaceién. De esta suerte las necesidades vienen & sey un testimonio de la debili- dad y a la vez de Ja graudeza del ser humanv (1). No puede, por tanto, rechazarse sin mas ni mas el desurrollo y ensanchamiento de las necesidades, eomo cosa udciva ¢ reprobable. Por el contrario, en este hecho se revela un legitimo y aun necesario Progreso, que esponténeamente resulta del mismo adelanto eu la dominacion de la Naturaleza exterior y de la posibilidad de una més amplia satisfaceiou de las necesidades que con este adelanto llega 4 0b- ienerse. Por tratarse aqui de un desarrollo enlazado con la condicién de ser racional comin & todos los hom- bres, resulta por Iégica consecuencia que también todos ellos estan autorizados y llamados 4 partici- par de los progresos de 1a cultura material ea la forma debida, mediante una satisfaccién mas am- plia y mas porfecta de sus nevesidades at J.B, Says Cours complet d'Beonamia prutiyus, Uraduooidn whom na de'bf, Sinner, Taio), 8. —Vaane M_ HL Baudtesdlarl: Meet Be namie molitique, teveers edioign 48?2).23.—Kavl Manto: Untersechungen ber tic Organisation der Arbed? oder System der Weltskonomie,2. aad 188i), LL, O01, 457; ILI, Uy sigiontus.— Lohr Hockel: Griudbeyna/fe der Natidaciotonomce, 2 AGA. fal}, Sty siguivmtes: Hs HOMBRE at LA NATURALEZA ¥ 5. QCuasrercacion DE LAS NucEsiDADES.— En ar- monia con la natiraieza sousitivo-racional del hom- bre, yon atencién al elemento constitutive de su ser i que inmediatamente se atribuyen las necesi- dades, se dividen éstas en: a) | Materiuies & inmateriales, corpéreas y espiri- tuales, intelectuales y morales. Del mismo modo que el espiritu y ef citerpo pertenecen 4 dos grados de sex esencialmeute discintos, asi también las ne- cesidades materiales y las inmateriales forman dos esferas eseucialmento distintas de uecesidad, Y si el cuerpo no sdlo debe estar sabordinado al espiri- tu, sino que debe estarlo precisamente porque asi lo exige la futima condivion de sa naturaleza, otro tanto hay qne decir de la satisfaccién de Jas nece- sidados corporales con respexto 4 las de orden esp ritual, La subordinacién de Jo mataris! a lo inmaterial, que Ie Naturaleza y la razéu veclaman de coustno, daja incdlume et verdadero valor de Ja materia y de las necesidades mate yinlas. La experiencia nos enseha & diario que el ordeu en jas cosas matariales representa cx muchos seatidos ei pro- supuesto indispensable para el bienestar y desarrollo del espirita Dividense ademds las necesidades, por rai su origen y fandamento, en: db) fnnatas 6 ingénitas y adquiridas. Se fandan las primeras en Ja Naturaleza; las segundas, eu Je educacién, 6 eu un habito individual, 6 también en las exigencias del estado de enltura de la sociedad. El eulto earopeo tiene mds nevosidades que el sal- vaje africano, A tenor del tujo y swntuosidad con que so vive on la casa patorna, aumentan 6 dismi- nityen las necesidades de los nifios. El que so ha acostumbrado, por ejemplo, al uso del tabaco, con dificultad puede absienerse de él. nde Con esta division que acabamos de cxponer esti any rela- cionada la distincién entre necesidaies que existen siiaple- mente 4 causa de particulares cireunstancias y de vondicio~ 28 TRATADD De BCONOMIA NACIONAL, no NACIONS ree pugtéticas efectivas y concretns (eomo los usos y cos tumbres, la moda, la conveniencia del estado social det persona, y otras semejantes), y necesidades comauos 6 gene- rales en abstracto, enya satiafaccién es imprescindible para. Ja subsistencin, como el alimento, Ia habitacion. «] vestide, sin los cuales, por regla general! no se uuede pasar. En el Jenguaje nsual, ¥ también en el eientifico, tos ohjetos que sic, ven para satisfacer tas necesidades de esta itltima clase sue- Jen donominarse primeras necesidades, necesidudee mee pensables, 6 también necesidaies de la vida A poner de relieve el grado de urgencia de las necesidades va encaminada la distincién que de ellas se hace en ©) Necesidades de existencia y necesidades de cultura, 6 en nocesidades do decencia natural y novesidadles de Iujo. El solo nombre excusa de tod, declaraciéu acerca del significado y aleance de estos conceptos. De lo dicho antes sobre la legitimidad del on- Sancho de las necesidades se deduce que of propre. 80 histérieo antoriza y obliga 4 no dejar 2 nedio reducido de nna manéra permanente 6 incondicicn nal la satisfaccisn do las simples necesidades do existencia. De aqui que no earece de importancia Ja consideracién del respective momento ‘histéries para determinar acertadamente los conceptos de «sustentacidn> y «minimum de subsistencian, Por «minimum de subsistencia» (Eeistensmini- mum) se entiende la suma de bienes materiales qne Se Teputan necesarios en absoluto para la conser sa, cidn de la vida. Tratase, por tanto, puramente do las necesidades de existencin 3 uatnrales, cuyn satisfaccién queda asegurada por aquel minimus, No debe confundirse, sin embargo, con el eming mum de miserin 6 de necesidad> (Darbemini. i... UA NATURALHZA Y EL HOMBRE, 2 existencia en armonta con las cireunstancias y con la dignidad humana, variando sein el mayor 6 menor grado de cultura, puesto que las necesida- des naturales de alimento, vestido, habitacién y demds oxigen ser satisfechas de diferente mane- ra—aun para las posiciones mas humildes—en un estado de gran desarrollo cultural que en los principios de la civilizaciéu 6 en un grado inferior de ella. Por «sustentacién» (Lebenshaliung (1), standard of life, 6 Lebensmassstab, segiin la llama Adolfo Wagner) se entiende la satisfaccién de las necesi- dades en el grado y extensidn que determinan los usos y costumbres; el conjunto de cosas que, segin lo usual, se requieren para, satisfacer, no sdlo las necesidades puramente narurales, sino también las de lujo. Segtin Julio Lehr (2), la «sustentaciéns incluye todo aquello de que el hombre necesita para conservar el grado de edusacién, civilizacion y cul- tura que ha alcanzado. El concepto «sustentacidn> no es, segtin esto, un concepto puramente fisioldgi- co, sino an concepto cultmral y social. Envuelve una relacién’a bienes intelectaales y morales que es preciso tener en cuenta al determinar Ja canti- dad de bienes materiales indispensables para que quedo asegurado el tenor de vida, el standard of life. Y esta cantidad no puede cotizarse segtin un tipo fijo 6 invariable, sino qne varia segtin los tibmpos y Ingares, y aun, dentro de la misma socie- dad, segtin la clase 6 estado social («necesidades de cle, 'y segiin la diferente posicidn dentro de una isma clase. . Lebenthalting propinmente soxin stipa,é tower de vidas digiones de vida d oxiatencins. Nag hu pargcidn proterihle teadueirln Pop ssnstentaridne, entendionie exta patahca ou un sentido aniloze Alfgite tos juvistoe dan al terming salimentoss, Parceonns qe oualia anfjor com esta versisin lo que Inogo iiee ol aulor, @ saher: qus.el eon eahie Lebonehulting no exten gonvanta paramedite fisiologicas nian BE alenna de ing oteas sczsiones, no hpgroce tan clara la oyorty- nifiad do seaciante advecteneia.—{N- BY erundtiegriffe. 2 Atle 52 30 PRATADO Dit BEONOWA NAUIONAL Segtin qne el snjeto de la necesidad sea un indi- viduo 6 persona fisiea, 6 bien una eolectividad, so dividen las necesidades en a) Individuales § personales ¥ colectivas 6 co- mmnes. Asi como los individuos se distinguen eutre si y tienen distintas condiciones y aptitndes, asi también son muy distintas las necesidades indivi: duales. De aqui que aun cuando entre varios indivi. duos se distribuyesen una porcién de medios enan- titative y cualitativamente iguales, no por eso se conseguiria igual satisfaccién é ignal contentamien. to para todos ellos, y aun tal vez para algmno ni siquieva qaedaria real v efectivamente atendida la necesidad Gas nevasidades colectivas 6 eomanes son aque- llas euyo sujeto os una comunidad 6 colectividad (Hermann). Por la demas, no es del todo determinwio el uso de est palabras, Wagner .1), por ejemplo, Hama aecosidades ine Viduales & las «que vesultan dela natuvaleza paico-fisiea del individug en cuanto tals, y necesidades comanes 6 coleet: vas, S las aque sovreviowen al mdividue por pertanece wlguua colectividad humana, Segin esto, lus uecesidades eo. mines son Waa conseeuencia de la sociabilidad natural del hombre, Resaltan dol estaio de couvivencia humaoa bajo formas distintas, 4 tenor do los fines que persiguen lay eolec. tividades & que el individuo esti incarporado. Pp parte, aun cuando hacemos distincién entre ecesidados puraments individuales y las necesidades seoiules del individno, sin embargo, ias velimimos jantas bajo cl gtnpo do necesidades individuales de ima persona part. cular, en coutrapesicién al grupo de necesidades comunes de una nsoviacién, comunidad 6 persona eolectiva. Si las necesidades sou tnlos que el bionestar piblico recla- ma divectamente su eatisfaccién, como evande so trata, por siermplo, do lx exrstencia, fanciones ¥ préspero desenvol miento del Estado, Peovineia é Municipio, se Haman nece. Ho «ifrumileyang, 1, 8 y siguientes ~Vénse en conver & row: Wirtschartsforien seid Wirtschastaprinsipien (833 ol ac tienie Oe Beguortschaft, wn el Handwérterbueh der Sautewrssauschaften. $V fl. 185, LA NATURALEZA Y HL BOMBRE 81 sidades publicws. Al contrario, cuando su satisfaccién se encamina directamente slo al bien privado, se denominan nevesidades privadas. Reclama todavia consideracién especial la divi- sidn de las necesidades en e) Reales y apaventes, Corresponden Jas tltimas auna falta 6 carencia no verdadera, sino ficticia. En este caso puede exisiir subjetivamente el mismo deseo, y puede causar el logre de lo que se apetece igual satisfaccién que si se tratase de una necesi- dad real; pero objetivamente nunca podré admitirse que esta satisfacciéu sea el destino natural del do- minio del hombre sobre la Naturaleza, en partieu- lar si se trata de un deseo nocive 6 inmoral, 6 de un modo y manera de satisfacerlo opuestos, cuantita- tiva d cualitativamente, 4 la recia razén y dJa mo- ralidad. Todo el que apetece cosas inmorales 6 an- tirrecionales grava con una falta su conciencia, se perjadica a si mismo moralmente, y é menudo tam- bién intelectual y materialmente (1). 6, Liarrs MoraLes pg ta NEcEstpan.~-E]l eco- nomista nacional no puede pretender que se esta blezca como supremo principio regulador del pro- greso econdémico el aseetismo de las Ordenes reli- giosas. Pero, por otra parte, también debe oponerse resueltamente desde su punto de vista al desorden y 4 la intemperancia. «Lo que la economia reclaina y pretende—dice A. Schaffle (2)—no es el indefinido aumento y ve- riacién de las necesidades, sino su ensanche hasta el pnnto que exijan el desarrollo y la conservacién de una personalidad plenamente formada, pasando de las més importantes é las de importancia menor, Y_modificdudolas materialmente a medida que la Vida personal y moral va poco 4 poco transformén- U2 I de Laveloye: Wloments @eonomde politiques Paris, 1382; 28 1) Dag geaetischustiiche Syalem der menschlechen Wartechaft, 1, 3. AWA. (1879) 01, 82 TRATADO DB BCONOMEA NACIONAL dose y desarrolléndose. El modo mas cabal, econd- micamente hablando, de regular las necesidades consiste en habituarlas de la manera que mas fecun- da sea en frutos de verdadera civilizacidn. Nuestra “ciencia ha caido repetidas veces en la falta de aplau- dir cualquier nuevo aumonto de necesidades, cuan- do no le es licito aprobar en esta materia més que un tenor de costumbres que sea lo mas rico posible en prosperidad y cultura moral» (1). a El acrecentamiento de necesidades, comodidades y placeres no conduce por si solo & la felicidad. A pesar del gran desarrollo de Ia produccién, de la multiplicacion de las necesidades y del refinamien- to y generalizacién de la cultura, por todas partes se notan en el mundo moderno sintomas de inquie- tud y malestar. Es necesario el concurso de otro fac- tor para que el hombre sea feliz. Este otro factor es la religidn, wnica capaz de aquietar los anhelos del corazén humano, ensefidndole ademas 4 abne- garse siempre cuando la razén y la conciencia lo reclamen (2) El inqnieto prurito de placer es de por si insacia- ble, ¥, por tanto, con facilidad.se hace intemperan- te. Por otra parte, tampoco la posibilidad objetiva de dar logro 4 los deseos ofrece suficiento limite 4 la satisfaccién de la necesidad. Para que con téda se- guridad yaya ésta precedida de una justa eleccién y acompafiada de un justo modo, es indispensable recurrir 4 una norma superior, & la consideracién del fin supremo do la vida humana, 4 motivos de orden espiritual y moral. 1) Hay mas exnctitud de concepte que de palabra en eata ob servacidn de Pablo Canmés! =EL mil inovil resulta do la dicaceisn vi tora que damn= A naestens neensitades, y no do su oxtensidn, de at Variedd.» {Cured Beomumie pobitiqne, 1 (ES08), 347.1 2) Veano Alexander Baumpartnor, 8, J.: Reiebildar ane Schottland, Ani, (1508) 18 y sigision 33 Hl trabajo como medio de alcanzar el dominio sobre la Naturaleza (1), Dios ha concedido al hombre el derecho de domi nio sobre la Naturaloza. La actuacién practica de este derecho se realiza mediante el trabajo. 7. La LEY DEL trapaso es general para todos los hombres. Es una ley que se extiende tanto como la ley de la muerte. Todos los hombres tienen que tra~ bajar, y trabajar seriamente, hasta que vaelvan al jolvo del cual fueron sacados. ; Mas el trabajo no es tan sélo un deber para el hombre. Bs también su nobleza, su alegria. Por eso, aun cuando reclame duros sacrificios de esfuer zo personal, es la ds leve de cuantas cargas pne- den posar sobre él. : Faera un concepto parcial y equivocado y un desconocimiento de la naturaleza sensitivo-racional del hombre considerar tinicamente como trabajo la actividad material, los ejercieios & obras corpo- rales, También el espiritu ejecuta provechoso tra- bajo en todos los ramos de la actividad human cuando menos, 4 él inewmbe la direccién, siempre y cuando el hombre obra como hombre Coneibase, de consiguiente, el trabajo en sw mds amplio j 4 Binutocnarta.—a. M. Weiss: Sociale Frage and s allch syatitesionen tes Gesellachaftclshre, 4. Ant (190), 809 5 satan tos, By siguientes itlopp. Me seston Lekvan des Fratton Rast. von ejulediis Grandes’ fines Svuatlichn Geeellechaftsrnd Volkan sthaftsleire (19M), 66, 161, 109 y signientes, 178.—S. Weber: Evangelium thd Urvettpalagecsicne Bracdg upon aber dre winlechafttiohen Segtuongen der Lehre dey ao. Wagned: Grumdloqung, i’ Awa. t 40 y Siguier the “Setimoliee: Grinariss Lay siguientes, 40 siguientes, 1S a ghiontes.--Dietzel: Theoretische Soziataconomtk 1805), 158 y siguien tes.— Glolne! Cours @ifcononce roctele, Se sais. Wy He-d19-< Somback Rar moderne Kapitalionnoy ts Bie Genesis tes Raprtainmys (iN), 3c ghientes; Technik und Wirtschaft. Vortrag, gehalten eu Dresden im Auf. Ere aerate ug (co) “Monin @honsing Ly inaienton of! Meohe: Voltwltsehafisiahve GON, 12 y siguientes. ilocks Les agrees 8g niguiontes, Sly siguien tex le Ordnung Tomo 1. "ADO DE ECONOMIA NACIONAL sentido, en cuanto inclaye toda suerte posible de actividad personal ¥ consciente, uloral 6 fisiea, espinitual 6 corporal F aparecerd como wua ley, no silo de la Humanidad en con- Janto, sino como una ley individual que obliga 4 todos ¥ dada tno, exceptaado el caso de imposibilidad por razin de circunstancias particulares de edad, enfermedad. eve, Al consrario, si s¢ trata en particular del trabajo corporal, di- rigido al proveimiento de medios materiales para la satis faccidn de las necesidades, se tendra una ley de la Humani- dad, pero no Wau ley individual, No es preciso que todos manejen el azadén; pero tampoco debe vivirse & expensas dol trabajo ajeno, sin esforzarse on producir: slgima cosa Ati. Los «zéuganog» son producto de la historia, del extra- Yio personal 6 del movimiento evolativo de las sociedades, no de la Natavaleza ni del orden intentado por Dios. Tuas neeesidades se renuevan sin cesar. Es pre- cigo un eonsinno trabajo para arrancar 4 la Natu- raloza sus dones, para reemplazar con otros los ob- jetos gastados por el uso. Sin el trabajo persistente, tenaz y ordenado, no podria conservarse la Huma- nidad, ni sometar bajo su imperio & la Naturale- za, ni habria progreso ni desenvolvimiento posible para el individuo, para los pueblos, para la especie humana en general, ‘sto nos eondace & los conceptos de . 8. Boonomis (Wirtschaft).—Esta palabra ex- presa el conjunto de actos é instituciones humanas Que tienon por objeto proveer a una persona, 5 & tina comunidad de personas, de los medios materia- les convenientes para la satisfaccién de sus necesi- dades sogtin un orden constante, regular y estable, por lo menos durante un determinado espacio de tiempo (periodo econdmico). Mas brevemente y en términos mas generales, el cuidado metddico de la sustentacion (1), la provision. solicita de todos los piones necesarios para la conservacidn y perfeccio- namionto de uuestra existencia y de nuestras facul; tades en el orden material. 1) Véase W. Sombart: Dor moderne Kupitatismus, 1, 8. LA NATURALEZA Y BL HOMBRE 35 El cuidado do la propia sustentacidn se encuentra también entre los animales, que se guian sélo por el instinto. «Lo especifico del hombre es aqui la ra- cionalidad, como en todos los érdenes de la activi- dad humana. El hombre, como ser racional, cuida de su sustentacién, con la mira puesta en un fin y segiin un plan (preconcebido por é] mismo). La diferencia entre él y el bruto en este punto cou- siste, pues, on la concepcidn de un plan metédico. Muchisimos de nuestros alarifes no son capaces de Nevar 4 cabo construcciones tan perfectas como las do la abeja 6 del castor. Sin embargo, el mas torpe do ellos aventaja al mds habil de estos animales en que tiene de wntemano en la meute um plan, tal vez confuso, tal vezextravaganie y ridiculo, pero plan al fin, de la casa que se propone edificar» (1) 9. Segtn esto, La ACTIVIDAD ECONOMTCA es aquel ramo de la actividad humana que tiene por objeto prover al hombre de medios materiales para la sa- tisfaccién de sus necesidades. En su sentido mds restringido se Nama «actividad econdmica» en el Jenguajo moderno a Ja actividad encaminada 4 la obtencién de objetos que sirvan mediata 6 inmedia- tamente para el fin de satisfacor una necesidad. En cambio, ol empleo 6 aplicacién de estos mismos objetos’ suele referirse al concepto de economizar (en sentido de administrar: wirtschaften) (2). Asi, ceconomiza» 6 administra, por ejemplo, la mujer que en su propia casa dispone el uso 6 aplicacidn de los objetos para la inmediata satisfaccion de las ne- cosidades de la familia. Por el contravio, ejerce (2) Sombart: Tecknsk wud Wirtschaft, 6 y signientes. 1B) Pxcusndo es advertir que agi Gsta como otras vavias palabras alommnasne tienen on muasira lengua exncta correspondencia que paodeaiaptarae Coin Te vanieand de gensitante te To, hontdniea, ‘Sunes propurado 0 vstos ensos escogar la versién que & muestvo pare. Germadas acerca al original. Bueno sora gue el lector tenga en ewen- feenta ndvertencin, sobre todo cuando se trate de fijar los tiferentes {igihoados de alguna palabra, pues toda la explicacion mas bien <6 seep al tarmsingaleman que al eapafol. Y valga el aviso para todo elhure.—, del 7) enctividad econémiea» Ia que en calidad de ama de gobierno ejecuta el mismo trabajo en casa de otro & cambio de una retribucién, proporciondndose de este modo los medios necesarios para su propio sus- tento. (Betrieb) en un sentido mas Testringido, de suerte que dentro del movimiento econémico general de la unidad econdmien se refio- re ospecialinente al proceso productive 6 de obten- cidn. En este sentido se entenderia por 6 «familiar abarque & la vez la explotacidn agricola y la industrial. ‘Cnando Sombart presenta como couceptos contra- puestes los de «economia> y y subordinarse al caloulo econémico. «Sin técnica io puede haber eco- nomia; sin «econdmica» no puede haber economia préspera y provechosa» (8). 12. Bc rrweirio pe rcoxomizacion.—La pala- bra economia (de ovvos y »époc) se encuentra ya usade por Jenofonte, el cual se sirve de ella para signifiear la buena administracién y gobierno do- méstizos. Es evidente que la administracién domés- tica es buena cuando los medios materiales necesa- rios para la satisfaccién de las necesidades domés- tieas se producen y conser vau eu cautidad suficien- te y se aplican del modo debido, atendiendo al oth ceimgrecs ates stemmemicns se exh lai for tags LAO ws oxmoun: sone Fuensy Ia cieneia 6 el a2 TRATADO DS ECONOMIA NACIONAL. bien de toda la familia y alde cada uno de sus miembros. Pero aun fuera de los limites de una sabia ad- ministracién doméstica, el coneepto de economiza- cidn, de , Namado también «principio del ahorro>, ha sido expresado bajo diferentes formulas; por ejemplo: aspirar al mayor resultado posible con el menor esfuerzo y sacrificio posible; 6 bien, producir con el minimo coste posible, manteniendo el grado de Dondad de) producto; 6 bien, aplicar los medios mis eficaces para la produccién buena, abundante y barata, etc. «Bn toa su actividad encaminada 4 la satisfaccién de aus necesidades— dice Adolfo Wagner (1)—el hombre se diri ge (y puede y aun 4 menudo debe hacerlo asi) por el pr Eipio de economizacién, principio del todo psicolégico, con~ sistente en la aspiraciéu de no asumir libremente mds tra- bajo que aquel en el eval, segiin la apreciacién interna de Ja persona, lo agradable de la satistaccién ha de sobrepujar Ala penalidad del estuenzo (del sacrificio), como también en ja aspitacién ulterior 4 obtener la mayor suma posible (mé- imam) de resultado F, por tanto, do medigs de satisfac: cisn con el menor grado posible (minimum) de esfuerzos 6 Sacrificios, en todo trabajo que no leve en ai mismo su fina- lidad y recompensa.» En suina: minimum de sacrificio, md~ ximum de resultado. 13. La «NaTURALEZA ECONOMICA DEL HOMBRE? .—~ Cnando se emplea esta expresién se quiere significar con ella ciertos aspectos, propiedades, aptivudes y fuerzas de la naturaleza humana que tienen espe- (1) Grundtegung, 1, 1, §0.—Vease también Maurice Biock: Lee Pro- gris deta Science sconoinigue depuss Adoss Smith, T; Paris, 160; 278 y Signientes, 4d TRATADO DE BCONOMIA NACIONAL. cial importancia para la actividad econémica. Por tanto, no se niega con ello que el hombre entero, con toda st nafuraleza, sea siempre el sujeto con. croto de tal actividad. Pero para el estudio cien- tifico puede ser ventajoso dirigir la atencién & al- guno de los elomentos especiales de la naturaleza humana, haciéndolo objeto de particular examen, La naturaleza econdmica del hombre es en sk mis- ma invariable. Pues, como observa justamente Adolfo Waguer (1), «los rasgos fundamentales de Ja naturaleza cconémica radican en la organizacién fisico-psiquiea del hombre, y cambian tan poco como la Naturaleza exterior, En este sentido la «naturaleza econémica del hombre» debe conside- Tarse en sus rasgos fundamentales como una «ca- tegoria absoluta>, con la cual hay que contar siem- pre como con un factor de intervencidn poderosa y decisiva para la vida ecoudmica de los individuos, > Pero las manifestaciones vitales ordinarias de la naturaleza econdmica pueden ser muy distintas so- giin los individuos, clases, estados, pueblos, épocas ¥ paises, y segtin el estado de cultura y las costum- bres; de suerte que el hibito profundamente arrai- gado por la repeticién continua de actos, por la fuerza de la costumbre, viene & constituir en cierta maneracomo wna segunda naturaleza. El desconoci miento de esta distineidn que la Filosofia nos ensefia entre «naturaleza» y la variabilidad y diferenciacion histé- rica & que esta sujeto el «habito», lo habitual. Entre las potencias de la naturaleza humana que revisten mayor importancia para la vida y actiyi- d econémicas, y cuya observacidn y recta aprocia- cidn es de mucho aleance para nuestra ciencia, de- ben contarse los instintos naturales, en especial el (1) Grundtegung, 1,1, $8, 192 y signientes. LA NATURALEZA ¥ EL HOMBRE 45 de conservacién, el de propagacién y el de per- feccionamiento. Estos instintos abarcan la natu- raleza humana entera, lo mismo el apetito sensi- tivo que la voluntad. Pero precisamente por in- tetvenir también en ollos la parte sensitiva hay el peligro de que el instinito natural, obrando es- pontaneamente, induzca 4 deseos inmoderados. Hs ineumbencia de la razén y de la ley moral, que diri- go toda voluntad y toda accidn on el hombre, impe- dir que la vida instintiva se extravie de su natural objeto y traspase el limite hasta donde racional y moraimente es permitida su manifestacién. El hombre debe aspirar 4 fines més elevados que el mayor grado posible de placer y el minimum de disgusto individuales. La razdn, la conciencia y el temor de la justicia eterna, 4 cuyo fallo nadio puede sustraerse, ofrecen 4 la libertad humana re- sortes poderosos, motivos morales superiores, es- timulos eficaces para obrar rectamente, mas impor- tantes, y que pueden ser de mayor eficacia que to- dos los impulsos del instinto natural Por tanto, ya desde este momento preséntase al economista la cnestidn referente al criterio que ha de adoptar: si quiere tomar como punto de partida los principios del epicureismo antiguo y mederno, desconociendo la diferencia esencial entre el hom- bre y el bruto, 6 si, al contrario, quiere permane- cer dentro del terreno de los principios eristianos, thanteniendo incdlume la dignidad humana, Por rivestra parte, adoptamos esta tiltima posicién. Compartimos esta manera de ver con Adolfo Wagner (1) ‘También 61 coloca 4 la cabeza de sus disquisiciones funda- mentales el principio de que todo conocimiento cientifico debe comenzar por el estudio del alma humana, «Bs cosa shanifiosta~-dice—que los problemas econdmico-nacionales, jor lo mismo que estin indisolublemente enlazados con el Hombre, con sue actos y oinisiones y, por tanto, con sus théviles & instintos, por lo general son ante todo problemas 1) Véase Grundlegung, 1,1, My siguientes. 46 ‘£uATADO DE ECONOsA NACIONAL. sicolégicos, y como tales debon ser concebidos y tratados, 10 mismo debe decirse de todo lo concerniente 4 cuestiones: de Derecho y de organizacion econémico-nacional. La Eco nomia nacional, como ciencia, es bajo un cierto aspecto psi coloyia aplicada.» Qué deba ser bajo otro aspecto lo indies ‘Wagner vemitigndonos & Ja época en que los problemas econdmico-nacionales se trataban «todavia mas bien como parte de la efica, de la politica y del antiguo Derecho na- taval» (1). Si se quiere restitnir 4 In ciencia sus verdaderos fnnda- mentos, ‘vate todo deben restablecerse de verdad sas natu. rales relaciones com la Psicologia metafisica y con la ley moral divina. Por lo dicho se resuelve de una manera facil y segura la cuestién de si sera permitido colocar el instinto del amor de si propio, el deseo instintivo del hombre 4 mejorar de posi- eidn, Ta ambicidn del Incro, al servicio de una aspiracion le- gitima en si misma, empleindolo, por ejempio, como exci- fante psicolégico para desarrollar el espiritu de previsién y ahorvo, ete. Sin duda, los instintos naturales pueden y deben Servis de ayuda Al hombre en la persecucién de finés Heitos; para eso se le han dado. De por si representan ener- gins que el hombro debe domar y vigiler pero que bajo asta condicién pueden ser de beneliciosa influencia, En sen- tido filossfico la pasién no implica dle por si exceso, intem- perancia, 6 desviacién del objeto y término debidos. Eu este sentido la pasién es cosa buena, y elinstinto, cosa jus- tificada, legitima, y aun necesaria, haste el punto de que um conovide escritor uscétieo (Mesehler}) ha podido compa- vay al hombre sin pasiones con nm gallo desplumado. Las pasiones son en cierta manera como los caballos engancha- dos al coche: sdlo es preciso que no se separe del pescante ni snelte las riendas el auriga; es decir, la razén y la con- ciencia. Cuando el hombre poue sus pasiones al servicio de fines reprobables, 6 persigue fines en si justos y legitimos con intemperancia, «apasionadamentes, sin considerncién ninguna al bien y 4 los derechos de los demés, entonces si que en realidad la pasién se convierte en agente funesto para Si mismo y para los que le vorean. Siendo nosotros, por destinacién divina y por la elevacién esencial de nuestra naturaleza sobre todo lo que es pura materia, sefores del mundo material, y siendo la actividad econdmica el medio por el cual sometemos 4 la Naturaleza al servicio de nuestras (Ly Véase mis adelante el capitulo V, § 1.% Bl individualism, LA NATURALRZA Y BL HOMBRE 47 necesidades terrenas, siguese por consecuencia in- declinable que: 14. Et susero y TeRMINO DE LA ECONOMIA ES SIEMPRE ¥ DONDEQUIERA EL HOMBRE.—La Natura- leza con sus productos y fuerzas; el suelo, que nos dispensa sus frutos y oculta en sus entraiias carbo- nes y metales; el agua, que pone en movimiento una tueda; el viento, cuyo soplo hace girar el aspa de un molino; la azada, el arado, el martillo, la ma- quina de vapor..., todo esto forma, ora el objeto, ora el instrumento 6 medio de la actividad econd- mica. Pero sdlo el hombre es siempre y donde- quiera el duefio de las fuerzas naturales, dél mundo material, que nunca se halla en el misino grado con él, aun cuando sea e} infimo de los obreros, y aun cuando, por lo que toca & la produccién material de fuerza, le supere en mucho la petencialidad fisica de la maquina. En breves palabras: el hombre es centro y sobe- rano del mundo corpéreo, segiin voluntad de Dios, por su naturaleza sensitivo-racional, que al propio tiempo le hace capaz de ampliar, perfeccionar y consolidar cada dia més y mas su dominio sobre la materia, El hombre no es nunca nn simple objeto 6 instrn- mento, sino siempre y dondequiera el sujeto y tér- mino dela economia y de la actividad econémica, bien que en constante subordinacién a las leyes de Aqua] que, no por derecho adquirido, sino origina- rio y completamente soberano, gobierna el Univer- 80, obra de su poder creador, Esta concepcidn teleolégica y antropocéntrica go- bierna y rige ot wltimo término nuestra posicién y actitud con respecto & todos los problemas de la ciencia econdmica y 4 todas las cuestiones practicas de la politica social. TRATAPO DB ECONOMIA NACIONAL § 3.° Utilidad de la Naturaleza (1). 15. Eu unvo, rrorrepap pz Dios.—Aungue ol hombre es por voluntad divina rey do la Creacién, el mundo permanece siempre propiedad de Dios. Nadie ni nada es capaz de deshacer esta subordina- cién esencial de la Naturaloza 4 Dios, que se funda en los titulos de creacién y conservacién. Dios mismo dejaria de ser Dios si pudiera despojarse de su supremo dominio y suberania sobre el Universo creado. Por eso numtea ni en parte alguna es el hombre duefio y sefior absoluto, nunca ui en parte alguna su dominio sobre los bienes terrenos esté exento de deberes, ni le esta permitido disponer y mandar aceroa de ellos 4 sn antojo. Como feudata- rio de Dios, debe incesantemente tener en cuenta el destino y finalidad que la Tierra con sus riquezas y sus fuetzas ha de llenar; siempre y dondequiera en la adquisicién y empleo de los objetos materia- les debe amoldarse & las leyes establecidas por Dios para el orden del Universo. Sélo bajo esta con- dicién las cosas que le rodean serén para el hombre yerdaderos ebienes> y tendran verdadero «valor». Verdad es que el mal uso de las cosas creadas priede (1) Brusrognaria.—Wiesser: Bi avtionlo Gut, on el Mandworterbuch der Stantswisvonschaften, TV 2. Avil; Ueber den Ursprung und dic Haupigesetze des uirtschaftlichen Wertes (193), £9-69.—Sax: Grundlegung der theorstischen Stantentrtechafe (1581), 100240,—Philippovieh: Gra fries, 1, 4 Aufl. 47 (6. Aafl. 1901), Los satudios concernientes 4 este punto de Hermann: Santen. Untersnchingan, 2 Ani, 108 y siguientes; Roscher: System der Vollewirtechaft, 1, % Wagnor: Grundlegung, 1, 1 BS; Sohatile, Gesellech. System, T, O0'y aigaientos; Neumaun: Grandia: gon, Oh y signionton Manger: Grvndvatse der,'Yolknuirtechaftalehre Gsihy, 182. ener: Die votkswirtachafttichs Anvehanungen Antonine con Plorens (190), 40 y siguientes. -Mnvaball: Principles of Reonomics, T, Ge baie, 1995), 1BLIGL.~ Downs Kampfor Grindadtee der Volewirtschafte Yehra (1890), 26.—Block: Pregrés, 88 y siguientes. Por lo tocante al evalors, véage ia bibliografin del $4.” UA NATORALBZA Y BL HOMBRE & veces, y aun con frecuencia, ocasionar una cierta satisfaceién 4 la sensualidad y 4 los bajos instintos; ,Pero no porque una cosa satisfaga al hombre en ‘sts apetitos inferiores debe ser considerada como um verdadero bien para el hombre entero como sor racional, moral y responsable de sus acciones ante Ja Divinidad, 16. Concerto pr «prEN».—Conocida es la sen- tencia de Aristteles al principio de su Etica: «Ve- mos que todo arte y toda institucién, toda accién y todo plan y propésito aspiran 4 algtin bien: por eso justamente se ha definido el «bien» diciendo que es aquello 4 que todas las cosas aspiran, lo que todos apeteceny (1). Con esto no se quiere significar que cada bien en particular debe ser apetecido por todos y cada uno de los hombres, sino tinieamente que tan sdlo el bien, ya real, ya, cuando menos, apareute, puede ser objeto de deseo para todos. Quién aspira 4 ésto, quién & aquel objeto particu lar; pero nadie puede desear una cosa, ni preten- derla, ni esforzarse por adquirirla, si bajo uno t otro aspecto no se le representa como un bien. Es claro, no obstante, que la simple relacién con la voluntad, Ia aptitud 6 capacidad que un objeto tiene para excitar nuestros apetitos y deseos uo ‘basta para e] concepto plenamente cientifico del cbien>. Eis preciso ademas tenor en cuenta la razén % fundamento de aquella apetibilidad, las propieda- dos que dan & una cosa el ser perfectiva; es decir, ecapaz de causar alguna satisfaccién 6 de producir alguna perfeccién en el sujeto (2). Consiste, pues, la bondad, esencialmente consi- erada, en la apetibilidad de wn objeto fundada en sus propiedades perfect (1) Tilm. Poseh: Institutiones logicates, U1, 11 (1800), 186 y siguientes, . 1.399 y siguiente. C. Frick: Ontologia (184), 100 y siguientes Schiffini: Brincipra philosophica (1859). 499 y wiguionte, PQ) S. Thomas Quacst. disp. de verit., 4. 21,8. 1.—Sohiffin eito, 460. : Ingar of- Tomo 1 4 arabo o@ BUDNOMLA NACIONAL bu Une cosa puede ser al propio tiempo buena en sf tian ex dhasiy, posoer las pevfeceiones que ie correspondey: Coe @xigidas por sn propia naturaleza, y buena. cov relneién & exiaidns poyerit, anirsa par® el de satistaccién 8 de perfor Gién; bioy entendido que ningane cose puede servt PE la ciao taar 6 el perfeccionaiiento do otra si primenamente sae turena ou si misma, si no posee en mayor 6 menoy fet Yo las perfeceiones cosrespondiontes 4 su propio ser ¥ BARE vateza ( Toda enanto es wn bien, objeto de aspiraciones y deseos para el hombre, os apetecide por él, d come medio para la adquisicion de otra, cosa, 5 ‘como fin ene! cual encuentra su gatisfaccién y descanso la on iptad, A esta tltima clase de bienes pertenece yPbien moral, que en si mismo y por si mismo en- Soblece, adorna y perfeecions al hombre. Hay | ss para la conseencisn de otro bien, denominados co- munmente por este motivo bienes titiles, 6 también deleitables, cuando la utilidad que en ellos se bus- ca eg el deleite 6 el placer (2). De estos bienes utiles y deleitables trata nuestra ciencia. En inmediata relacién con Ja bondad se halla LT. Ex vavor.—Todo bien, ¥ sélo el bien, est’ dotado de «valor». El mal no tiene valor mas que gu la aprehension de los que se 10 representan como bueno. Consnltando al lenguaje usual, nota Costa-Ro- sotti (3), se advierte desde lego Ta sinonimia en- tre las palabras «valor, en sen- tido analdgico (partim eodem, partim diverso); pero solamente en cuanto que, como causa de una utili dad ecoudmiea, reviste un valor econdmico (1). Verdad es que algunos modernos partidarios de Ia cono- tia clisien consideran todavia el trabajo como cosa pura- anente material, como una fuerza de produccién de ignat on~ togoria que cualquiera otra fuerza mecdnien (2). «Vendo uno fu trabajo—eseribe Ives Guyot (8)—como el especiero ven- de sus sales, su azticar su café; como el panadero vende su pan, y el carnicero su carne.> Y Molinari (4) formula el si- guiente juicio: «Desde el punto de vista econémico lo Bajadores deben ser consilerados como verdnderas mi ning, que suministran una determinada cavtidad de fuer productivas exigiendo 4 cambio de ellas ciertos gastos de Sostenimionto y renovaciéa para poder funcionar de una manera regulat y continua.» ChasiFicaciOx DE Les BIENES RCONOMICOS! Los bienes materiales pueden ser, en pri- mor lugar, 6 inmuebles(bieues rat- es, como edificios y fincas riis- ticas), 6 muebles, quo se pueden trasladar do un lugar 4 otro (m quinas, granos, enseres, etc.). TL. Con relacién al uso 6 empleo qne de ellos se hace, pneden dividirse los bie-~ nes (3) ein: Bienes de valor inmediato, ios. cnales F siguiontes.—Antoine: Cowre @ Feonomie sonraie, 20 Sadie, (1800), signientes.- Vermacrach: Quasstionce de juatitia, edit. 2 (190%), 845 yeiguientes—Liberasore: Principit dv Beonamia politica, tra: lagcion alemana (1801), 45 5 siguiente. (@) Antoine: loc. cit., S18'y siguiente, (8) La tyrannie socialiste, 44. (4) Coure d Economie politique, 2°. 10) Mangoldt: Grundries, 4'y siguiente. wh Vénse Devas-Kampfe: Grundsdtze der Volkswirtschartaiehre 02 inmediatamente pueden ser usa- dos 6 consumidos para satisfacer alguna necesidad; y Bienes de valor mediate. Estos & su vez pueden ser: a) Utensilios 6 instrumentos, b) Bienes de que hay que desprender- se para la produccién a obtencién de otros, y se subdividen de nue- yo en: x} Bienes que para este fin debon ser transformados 6 destruidos (materias primeras y materias auxiliares), y 2) Bienes que para el mismo fin deben ser enajsuados 6 cedidos 4 otro (biexies de cambio}. IIL Segtin la diversa influencia del uso de los bienes en la duracién de su valor se divide en: 1. Bienes fungibles (Verbrauchsgiiter), cuyo valor se destraye con el pri- mor uso (alimentos, carbdn, ete.), 2. Bienes deteriorables (Abnutzwngsgi- ten), que pueden usarse repetidas yeces, pero con un desgaste gra- dual, hasta que Hogan a destruir- se (habitacién, vestidos, muebles, instrumentos, etc.). 3. Bienes permanentes 6 utilizables (Nut- aungsgiiter}, que permiten un uso continuo sin disminucién de su valor (por ejemplo, una corriente hidraulica empleada como fuerza motriz, el suelo explotado segtin un método racional de cultivo, atcdtera). 93. Vauok zconéuico.—Formalmente y como concspto universal denota la apreciabilidad de los ba NATD AY BL OBI 39 Bienes econdmicos, fundada en su utilidad y en su necesidad en orden tila satisfaccién de lus necest- dades humanas Materialmente y en conereto el valor de un bien econdmico particular consiste en su grado de apre- ciabilidad como tal bien econdmico. Este grado de apreciabilidad se mide & sa vez por el grado de uti- lidad y de necesidad en orden 4 la satisfaccién de las necesidades. Podemos decir, por consigniente, gue'el valor de un bien econdmico consiste en su grado de importancia en orden d la satisfuccién de lax necesidades humans. Sinn género 6 especie de bienes se relaciona con Iss necosidaces hamanas en genaral, su valor se do- nomina valor abstracta 6 genérico (Gattungswert). Si, al conirario, se atiende dla uecesidad que de determinados bienes siente nu individno & causa de ciertas cireunstancias coneretas é individuales, como Ja predileceién personal, la costumbre, le es: pecial posibilidad para aprovecharse de ellos, ote., entonces el valor do estos bienes se lamard concn to 6 individual con respect al individwe 6 persona en cnestion. Mise dice que la utilidad no pertenece al concepte de va- Jor, sino que slo es fundamento y vondicion previa para que el valor exista, con esta manera de hablar puede darse iz & equivocuciones. Es evidente qne para que pueda atri- lise dumna cosa algiin valor, es requisito previo y necesa- rio que tenga cierta perfeccidn natural. También 16 es que la uvilidad constituye el fundamen to y la condivion previa del couvepto formal y abstracto de valor, puesto que formal- mente el valor consiste en la capreciubilidad», y ésta se fauda on las particulares cualidades y condiciones de la cosa, Mas si so trata, no del convepto alstvacto y formal de yalor, sino del valor de wna cosa determinada y conereta materialmente cousiderado, en este caso ya no puede mi- varse como simple condieién previa del valor la utilidad que la cosa reporta. Entonees pertenece 4 la misma sus- tancia del valor, siendo uno de los motivos determinantes do su grado, que sera mayor 6 monor segiin las cualidades dol objeto, cansa a sn voz del grado de wtilidad y, por ende, de apreciabilidad que el mismo objeto posee. 60 TRATADO Dm HCONOMIA NACIONAL 24, La Mepipa pet vator de un determinado bien 6 de una determinada clase de bienes depen- de en ultimo término: a) Dola naturaleza y urgencia de las necesida- des que con ellos pueden satisfacerse. Como las necesidades del hombre no son todas iguales, sino diferentes en urgencia é importancia, de aqui quo 4 esta especie de jorarquia de necesidades corres- ponda también una cierta jerarquia de valores on Jos bienes materiales ordenados A su satisfaccién, b) De las propiedades especificas ¢ individuales de los bienes ocondmicos. Los bienes que mejor, 6 mas facil, 6 mas perfectamente que otros pueden satisfacer nna necesidad son de mayor valor, com- parados con estos otros. ) De su escasez 6 rareza y de la proporcién entre ésta y la demonda que de los bienes se hace, juntamenta con las dificultades, penalidades, tra- bajo y gastos que ofrece 6 exige su produccién. El primer fundamento objetivo de la apreciabili- dad y, por lo tanto, del valor de un bien econémico, consiste, hablando en general, en su utilidad para la satisfaccidn de las necesidades. De aqui que lo absolutamente intitil earezca de todo valor econd mico. La relativa abundancia 6 escasez de un bier sw mayor 6 menor necesidad, las mayores 6 meno- res dificultades, trabajos y gastos que su adquisi- cidu y renovacién ocasionan, y, por otra parte, la mas 6 menos grave intensidad é importancia de las necesidades 4 cuya satisfaccién se ordena, son cir- cunstancias importantes 6 esenciales que en tm caso concreto pueden encarecer el valor de un bien hasta lo indefinido (por ejemplo, en un buque, al dismi- nuir mas y mas las provisiones), 6 rebajarlo hasta su annlacién (como en el caso de los «bienos li bres»). Por consiguiente, el valor 6 apreciabilidad de un bien econdmico particular estriba, no sim- Jemente en sus condiciones cualitativas, sino tam- bign y muy seflaladamente en las cuantitativas, en LA NATURALEZA ¥ ob HOMBRE la multitud 6 abundancia de objetos disponibles para la satisfaccién de una necesidad. #De lo dicho se colige que el valor de un bien, to- mado en sentido econdmico, no representa una mag- nitud absolutamente fija,' sino que, al contrario, omo se ha indicado ya, esta sujeto 4 muchas alte raciones, segtin los cambios que se realizan en las necesidades y en los medios do satisfacerlas. Por més que un bien en si no varie lo més minimo, pastard que se altere, por ejemplo, su cantidad, su grado de urgencia 6 necesidad, la relacidn de de- pendencia del hombre para con él en orden 4 la sa- tisfaccién de sus necesidades, para que sufra tam- bién alteracién su valor econdmico. g4e Hl hombre, sefor del mundo, viviendo en sociedad (1). 25. NAaruRALEZA SOCIAL DEL HOMBRE.—Por su misma naturaleza es el hombre susceptible de com- plemento y esta necesitado de la ayuda de sus seme- ]@) Brevigsraeia.—Por lo tocante é Ja teoria dé lu sociedad, véanse Jas.notas bibliograficas de los capitulos UL y IIT y el § 5." del ‘capita- 16-V.. Véase también especiaimenta In revista Osterreich. Monats- abiirift far christl. Sozinlreform, XV. Jalurg. (1898), 152. {Para la toorin del valor, vounse: Knios: Das Geld, 2. Aufl. (1585), 169 y siguientes: Die nationalékonomische Lehre vom Werte, en la Zeitschrift fiir gesaméen Staatswissenscharten, 1855.— Neumann: Grundlagen der Yoliswirtachaftstohre, I (1888), 122-202; Grundbegriffe, en ol Hondbuch de Scuunberg. 1,4, Aud. g04T0 “Wermenrach: Quncstiones de jvattie (1001), 415-419; edit.'2 » (1904), 421-42 —SohSfla: Gesetlechaftl, System, 1,3. Auf, 186-200; Die ethische Seite dex naséonaldkonom. Lehre vom Werte, en sus Gesammelte Aufedtze, 1 (1885), 18L.—Wagnar: Grundlegung, 1. 320-545.— Menger: Grundadtze der Voikswirtecha/telehre (1871), 78 y siguientes, 16. Wieser: Leber don Ursprung und die auptgesetze des wirtachoftl. Wertes (861), 10 5 siguientes, Der matartiche Mert (1850).—Bobm-Ba- rork: Gruniziige der theovie des wirtachaftl. Gitterwerter, en los Jahr- Bacher far Nationaldkonomée, XLVI (1888); Kapital und Kapitalzins, TL, # Auf. (1900), 135 y siguientes: el articulo Wert, on el Handwirterbuch der Stantewisenschaften, VIL2. Aufl.—Lexis: el artioul Grenznutzen, on el Handvo. der Stantew.,1, Aufl. Suplementbans 1,comparado con el ar- {eulo Greenznuteen, do Viesor, del tomo 1V (2. Auil.) do Io misma dbra.—Conrad: Grundrise, 1,8, Anti, 1018,—Philippovieh: Goundriaa, 1, b2 PRAVADO DE UONUMLA NAULONAL jantes en varios sentidos. Para Ja vonseoncién de jnachos de los fines legitimos, y ann necesarios, de nuestra vida no nos es posible prescindir del conti- nnado anxilio de los demas hombres. Ninguno pue- de gloriarse de antosuficiencia. Aislado del resto de la Humanidad, no sélo sufriria el hombre detri- mento en sus fuerzas, sino que ni siquiera podria Novar wna existencia digna de su condicién de ser racional. «Al bruto—dice Santo Tomds (1)—le he provisto la Naturaleza snficientemente de alimen- tos, vestidos y imedios de defensa, y le ha dotado de instinto; al hombre le ha dado las manos pava el trabajo, la razén para el diseurso, y la sociedad con los demas para el reciproeo auxilio.» La facultad del lengnaje (2), la incontrastable necesidad natural de vivir en compaiiia de los de- mas, el innato instinto de benevolencia, el senti- miento de necesidades comunes y de intereses re- ciprocos; todo esto demuestra que la Naturaleza no so satisface con la simple yuxtaposicién 6 coexis- tencia de muchos individwos del género humano, sino que reclama entre ellos 1a unidn, la comunica- cidu, la interdependencia 6 conexidn mutua, for mando una unidad social ‘Aun cuando nos fijamos ahora con preferencia en 4. Andi 190 y signiontes.—Covens Primnd glementé di Beonomin guetate Gaiclon! alosans We Moormelster irre (188), 19 y siguientes). Block: Brogree, “Hy 111180.—-Marshalk: Principles of Beonamees, 1, 8° 6d. Ae Toots. Kdemas, os, conrespondientes capitatos ap les obras de ‘A Smith, Ricardo, J. Se, Mille, B. Say, ete. ~Son dignos ile atenckn Ibs estudios de Bohm Bawerk, Dietzel, Seharling, emtre otros, ea Ios Janrbucher fiir Nationatobonomis, N.® NTL (1s) y siguientes, hasta Yor ltimos tomos, y tambign Ine teoriaa de lo eutitidad linite>, etoe thay We Wal Sekdbting. oy of tomo MXVET GOt4) “Do ins mainere Sas inonogeafias relativas 4 simestro.astnto, menoionavomos, ent a oteas; laser Kucfsteim Der wirtachasit Werl un Theurie und Pracis 1885) Licbknecht: Geschichte dar IVerttheorte in Bugland (1002); Zucker andi: Zu¥ Theorse dev Precses (1880). Lgner Die wolkewirtschaftlichen Antchawungen Antonius von Plorens (100). 49 y siguientes. Veause ta Reon eaten ehladow on tn gina td Sigatentensto esto «Um (De regimine principum, lib. T, cap . Bl probable autor de, ceteli- bro; 6,enando menos de oA arte ‘el men es Santo Tomas. Hay gaien lo atrivaye a algano de fos suscspalos wel santo doctor, (2) Thea. Meyer: Arbesterfrage, 30 y sigmiente LA NATURALBZA ¥ BL HOMBRE los fendmenos de cardcter econdmico que se reali- zan en el seno de la convivencia social, no por eso desconocemos que la economia no agota en manera alguna toda Ja vida y actividad sociales del hombre. La actividad intelectual y moral, la religién, la ciencia y el arte se elevan 4 gran alinra sobre todas las condiciones de existencia puramente ma- teriales. Forma, sin embargo, lo econémico una parte importante de Ja vida social, y aun puede decirse quo os como la base y el pre-requisito indis- pensable de toda actividad de orden mas elevado, y hasta de Ja misma sociedad. Entre los medios por los cuales mutnamente se ayudan y completan los individuos en el seno de la sociedad, son dignos de atencién ante todo, por lo que toca a la vida econdmica: 26. La UNION PARA EL TRABAJO Y LA DIVISION DEL. TRABASO,—Mediante la unidn de fuerzas se al- canza muchas veces lo que trabajando cada uno de por si no se hubiera podido lograr. Por otra parte, la divisién del trabajo hace posible que cada uno pueda concentrar toda su energia productiva dentro de un cireulo determinado y reducido, capacitando- se para una produccién mejor en todos conceptos. Y¥ esto debe entenderse, no sdlo de la divisién pro- fesional del trabajo dentro de la convivencia huma- na, sino también de la divisién técnica en una ofi- cina 6 taller. Todavia mas: la sociedad actual ayuda 4 la posteridad con sus esfuerzos, como 4 su vez es deudora de una parte de sus recursos y medios 4 las generaciones pasadas. Cada generacién transmite 4 la que la sucede sus conquistas, los auxiliares exter- nos que facilitan y fomentan el trabajo, y los cono- cimientos necesarios para renovar y perfeccionar los instrumentos y medios mecinicos. «De esta suerte—dice J. Lehr (1)—cada una de las genera- ()_Véase De, Julius Lehr: Grunddegriffe und Grundlagen der Volks witlachajes t Bad eh Han youd LebvOuch dor SteaterSesenschavten, TRATADO DE GONOMEA NACIONAL ciones sucesivas, aprovechdndose de los medios y ~ adelantos de la anterior, puede venir 4 ser conti- nuadora de su trabajo, y no hay necosidad de volver & ompezar cada vez de nuevo, pagando caro el aprendizaje en experimontos y' tentativas y gran copia de esfuerzo intelectual, sino que basta. prose- guir la obra ya comonzada. Los resultados de este aprovechamiento del tesoro de ideas acumulado son tanto mas grandes cuanto mas estas ideas legan & ser patrimonio comtn, pudiendo asi, no sélo apli- carse ventajosamente, sino también acrecentarse mas y més gracias 4 un nuevo trabajo intelectual. Esto nos explica el conocido fendmeno de que él desarrollo cultural se verifique por un proceso muy lento en sus primeras etapas; pero é medida que va progresando va haciéndose cada vez también mis répido el cambio de formas, y tanto mas cuanto las relaciones comerciales van siendo mas intimas y més extensas. Comparados con épocas mas re- jnotas, los tiltimos decenios nos proporeionan una relavante prueba de este aserto.» Fodorico Bastiat (1) ha mostrado muy claramonte cuanto tiene que agradecer el hombre 4 la divisién del trabajo,. modiante ol ejemplo de un simple carpiutero de aldea. «Todas las maiianas—dice—el tal carpintero se viste al levantarse. Ni una sola de las muchas prendas que emplea ara ello ha sido confeccionada por él mismo. Y cuenta que a sido precisa una gean cantidad de trabajo, industria, transportes 6 ingeniosas invenciones para ponerlas 4 su disposicién. Los americanos han debido aportar el algodén; los indlios, el indigo; los franceses, Ia Jana y el lino; Jos bra sileiios, las pieles: todas estas materias han tenido que transportarse 4 diferentes ciudades, valli ha habido que ela- borarias, hilarlas, tejerlas, colorenrias, ete. ~Luego almuer- zo. Para que el pan que come no faite ningiin dia en su mesa, hubo necesidad de que el suelo fuese primero conver- tido en tiorra laborable, Ia cual se ha tenido que cercar, seg. von Kuno Frankensteit (1899), 6 y siguientes; 2. Aufl, spe soa Max v. Heckel (0006. (i), Hurmonies économiquen, 8° édit, (1884), 25 y siguientes.—Véase también Uathenine Moraiphilozophie, 11, 4 Aufl. (1904), 458, NATURADRZA Y BL HOMBRE 65 cultivar, abonar y sembrar; hubo que preservar Ia cosecha del robo y del pillaje, siondo preciso que reinase un cierto grado de seguridad piiblica en Ia multitud humana; hubo que recoger el trigo, molerlo, amasarlo y cocerlo; hubo que fabricar instrumentos de hierro, acero, madera y piedra, ¥ debié someterse al servicio del hombre la iuerza de loa ani- males y de los saltos de agua: cosas todas éstas que cada, una de por si requiore una incaleulable suma de activida- dos ejercidas on diferentes tiempos y Ingares.—No pasard dia alguno sin que este hombre consume alguna cantidad de azitcar y de aceite y sin que se sirva do diferentes ntensi- lios. Mandar también sus hijos 4 le escuela para que reci- ban all{ alguna instruccién, Ia cual, por modesta que sea, presupone una acnmulacién de investigaciones, estudios Gonocimientos superior 4 cuanto se pueda imaginar.—Sal- dra de su casa, y encontrard la calle empodvada é ilumina- ao. Le dispntardn su propiedad, y hallaré abogados que de- fiendan su derecho, jueces quo sé lo mantengan ¥ oficiales do justicia que ejectten la sentencia. Se dirigiré & la iglesia, y vera en ella un precioso monument del arte, ¥ el libra que levard consigo seré otro monnmento del espfritu hu- mano, quizis mAs precioso todavia. Y si a nnestro artesano se le antoja viajar, encontraré que otros han construido ya ara él caminos y puentes, han preparado vehieulos y han Aomorado los caballos y ef vapor.» El total desenvolvimiento superior de la vida social y econémica descansa’ en la unién para el trabajo y on la divisidn del trabajo convenionte- tmaente desarrolladas (1). 27. Marco ¥ ViNCULO MORALES DE LA SocIEDAD uMANA.--La sociedad, 4 que el hombre esta lama- lo por la misma Nataraleza, y de consigniente por ios, autor de la Naturaloza, es algo superior 4 la dooperacién 6 coneurso de acciones, mas 6 menos grdenado, de los animales que viven en tropas 6 dolonias (animalia gregalia, como Jos llama Santo Tomds; recuérdese la admirable economia domésti- da de las abojas, por ejemplo). En primer lugar, porquo la unin entre los hombres no tan sdlo es vitil para las necosidades materiales, sino que al (1) Vénse Bruder-Bachem: artioulo Arbeit, en ol Staatelenikon der iirres-Gesvilschaft, T, 2. Auf. (1900), 43 y siguientes. Toxo 66 RATANO DE ECONOMLA NACIONAL propio tiem po sirve para la adquisicidn y conserva- ign de grandes bienes en el orden iutelectual y moral; yadomas de esto, porque en ella no es Ta fuerza brara, el poder natural 6 simplemente de hecho qaien decide, ni al puro instinto natural de sociabilidad qnien da el fuudamento, sino que es aute toto ls ley moral divina, la conciencia moral del deber, lo que prodace, regala, soufiguea y orde- na la unidn social. Wl autor de la Naturaleza, quo ha destinado al hombre 4 la vida social y ha seflalado d ésta su pro- pio fin, ha debido sambién ouidar de establecer un orden social on armonia con la naturaleza racional del mismo humbre ¥ suficiente para la consecucion del fin de la sociedad. Este orden actia donde- qiiera que la vida de ta sociedad se desarrolla den- ko del marco moral seftalado por Dios, mediante al reeonocimiento y la observaucia de la ley moral qne Dios mismo ha establecido. «La comunidad de uobleza—dice el P. Mo- yer (1),--debida & la comin deseendencia de Dios por creacién, la comanidad de destino & un tltimo Bu supraterreno, la comunidad de curso hacia ese mismo fin durante la vila mortal, con ignaldad de recursos, de peligros, de lachas, de esperanzas y de alegrias: he aqui el vinewlo natural y uuiversal de fraternidad entre todos los hombres, que en la con- ciencia hnmana forma como el marco moval mis comin y espaciuso de la sociedad humana. Solamen- te dentro de este marco pueden formarse nuevos or ganismos sociales mis reducidos, sobre la base de nna comunidad de vida mas ostrecha, pero subor- Ginada, sin renunciar por eso 4 stt homogeneidad como sociedades humanas. Cuando, por el contrario, esi» vinenlo moral dal amor fraterno, qne lo abarea todo, pierde su eficacia, adquiere necesariamente predominio decisive el puro egoismo del interés par- (0 Arbetterfrage, 81 y signiontes, LA NATURALBZA ¥ BL HOMBRE 67 ticular. El odio, la envidia y la fuerza bruta pasan 4 ser entonces los méviles determinantes de la evo- lucién social. Tal fu4 notoriamente el estado del mundo pagano conseeuencia de su culpable aleja~ miento de Dios, tinico centro social posible de todos los pueblos y de todas las edades, » Al designar aqui simplemente el amor fraterno como vineulo primero de unién social apenas es preciso recordar que este amor presupone ya, como es notorio, la observancia de todos los deberes de justicia. Es imposible amar al préjimo y conculear al propio tiempo sus derechos, La jasticia y la caridad guardan cnive si conexidn nécesaria: s6lo con la unién de ambas se obtiene el vinculo moral completo de toda vida social. 28. Ex purxerio pg soriparroav.—La palabra solidaridad, empleada con referencia & la vida so cial, suscita desde Inego la idea genérica de eon- nexién é interdependencia mutua entre los hombres. El principio de solidaridad expresa, no obstante, algo mas: expresa una relacidn con el fin natural de la sociedad establecido por Dios, que no consiste sino en el bienestar de todos sus miembros. Sudor- dinacién d un todo social con relacién al fin de este mismo todo, y también cooperacién positiva para ese fin, que mediatamente contribuye 4 la felicidad de cada uno en particular: he aqui la solidaridad como principio y como deber moral. El mutuo cambio de bienes y servicios entre los hombres, la continua y fecunda eooperacién en or- den 4 un bien comtin, presupone una cierta suma de fuerzas en los que teciprocamente deben ayudar: so. El bien de unos y de otros viene 4 ser, segtin esto, no tan sdlo la resultante de faerzas distintas y_variadas que se complementan entre si, sino tam bién & la vez la condicién previa do wna nueva cooperacidn duradera y fructifera, y mediante ella, de un nuevo bienestar superior para todos. Sin embargo, la mutua depandencia entre el ‘TRATADO DM ECONOMIA NACLONAT. bionestar de unos hombres'y el do otros no es sim- plemente un hecho en la sooiedad. En efecto; por To mismo que la reciprocidad y la comunidad de jntoreses reconocen su fundamento en la naturaleza racional del ser humano—de la cual necesariamen- to resultan—y, do consigniente, en la voluntad de Dios, la solidaridad humana representa una rela~ Gién moral entre los hombres intentada y queride por el mismo Dios al establecer el orden del Univer- fo. De aqui qite aun en el caso de quo ofreciese ven- tajhs la ruina de nnestros semejantes, no seria licito dosoarla, y mucho menos cansarla. Segiin el Dere cho diving natural, la convivencia de los hombres debe servir para su bien y provecho, no para st perdioién y ruina, Por més que 4 nda individuo Te sea icito mirar por su propio interés, debo, no obstante, atender también siempre 4 los intereses de sus semojantes, los eaales, como hombres que son, tienen derecho natural la felicidad y al bien- estar y 4 todos los beneficios que el estado social reporta. «La sociedad humana —dice el fildsofoTilmand Pesch(1) no ed un montén de existoncias individuales que se encwen- tran por azar ¥ so unon 6 ge rozan entre si de una manera castal, Bs verdad quo cada individuo se debe en primer lu- gar 4 si mismo; pero también lo es que todos y cada uno Forman parte del organismo de la comunidad. Ninguno, por consiguiente, vive como persona puramente individnal, sino Guo af propio tiempo es miembro de toda la especie humana: de equal que tiene necesidad de atender & sus semejantes, ¥ Gerecho & esporer de ellos Ia atoncién reciproca. La vida humana tions por naturaleza distintos fines, los cuales no puedon nleanzarse mas que por Ia cooperacién ordenada de fauchos individnos. Esta ley natural de comunidad y reci- Procidad transciende & todos los érdonos de la vida, & los Euperiores lo mismo que & los inferiores. Nadie, por tanto, puode dootr: Yo vivo tan ‘sélo por mi y para mf: ningin oui- jaido mo dan el bionestar 6 Ia dosdicha de los demas y de la colectividad. Semejantes sentimientos serian innaturales, (1) Chriett, Lebensphilosophia, 8. Andi. (1904), 16. DA NATURALBZA Y BL HOMBRE cy pites In condncta de oada individno en particular es por hataraleze de gran importancia para los demas y para la colectividad, Por otra parte, también & su vez In colectivi- dad, en cierto sentido, arrastra consigo al individuo, Elhonor le ignominia del individuo redundan en gloria 6 desdoro le la comunidad, y del valor de la comunidad participan todos sus miembros. Esta relacién de mutua depeniencia entre cada uno de los individaos y sus semejantes constitu- ye uno de los aupuestos naturales sobre que descansa el dristianismo. Muchas de las doctrinas, instituciones y pre- ceptos de la veligién cristiana no se conciben bien sino se atiende 4 la solidaridad natural de los hombres entre si.» El principio do solidaridad sirve de norma, cusl- quiera que sea el grado y especie de convivencia humana; pero reviste mucho mayor importancia cuando se trata de formas superiores de sociedad; y aun en este caso es tanto mayor su aleance euanto es més complicado el conjunto de los hechos sociales. Al establecer su distincién entre la técni- ca y la economia, entendiendo por ésta e) cuidado metédico de la sustentacién, Sombart sefiala como principio evolutivo de la técnica la libertad, y como principio evolutivo de la economia, Ia sujecién (1) Las aptitudes y facultades téenicas dan por resul- tado Ja emancipacidn del hombre de los limites de la Naturaleza dentro de los cuales se halla ence- rrado, Cada invencién encaminada 4 dominar las fuerzas naturales 6 4 modelar en forma mas cov- veniente la materia es en cierta manera un acto de emancipacién. Algunos progresos técnicos fueron de tal indole, que, por decirlo asi, nos han redimido de la natural sujecién al tiempo y al espacio. Ac- tualmente podemos disponer de fuerzas elementa- Jes aun cuando no se mueva un soplo de aire ni tengamos & mano cascada alguna; podemos atra- vesar el Océano sin auxilio de velas; las noticias se trasmiten con pasmosa velocidad; Jos bienes mate- riales se producen con rapidez admirable, Hemos (1) Techaieund Wirtschaft (1901),8 y siguientes. w TMATADD Da BCONOMIA NACIONAL venido & ser independientes del llamado proceso de organizacion de Ja Naturaleza, y no tenemos ya ne- cesidad de esperar para muchos usos al crecimnien- to de los animales ni la formacién de las maderas en las selvas. Las fuoraas mecdnicas gue estan & nuestra disposicién y el desarrollo de la industria metalirgica nos permiten toner medios terrestres de trasporte sin uesesidad de caballos, y constrair buques de hierro, Lia materia inorgénica ha pasado Assustitnir en machas de sus aplicaciones 4 la ma- teria organizada. Todo esto, al ignal que e) domi- nio aleanzado sobre las fuerzas mecdnicas, el va- por ¥ la oleotricidad, abrevia el proceso de produc- cid de tos biones evondmicos y aumenta la canti- dad do materiales de que podemos disponer para awtestros fines en ana propercidn qae antes ni ana so hubiera podido sospavhar. Por otra parte, el principio evolutivo de la economia es la dependen- cia, la sujevion. «Todo deseuvolvimiente de las con- Gicjones eoondmicas da por resultado que se pon- ga on relacidu un niimero siempre mayor de ind viduos, cuya cooperacidn es necesaria para obtener el resultado econdmico que so pretende. Se ha ex- presado esto mismo diciendo que todo desenvolvi- faiento consiste en una progresiva diferenciacion & integracién de las fancioues del individuo: la actnal economia de nuestra civilizacién ha ido eomplicdn- dose mas y mas cada vez en sa estructura, y es- triba en la necesaria eooperacién de innumerables actividades econdmicas particulares. El labriego que cultiva sus tierras y que produce todavia por si mismo los productos industriales de que tiene necesidad, sacando del suelo las primeras materias para ello y los alimentos, es um hombre econdmica- imonte Libre; el hombre de la civilizacién moderna. que ninguna cosa produce ya por si mismo de cuan- tas necesita, quo lo recibe todo de otros producto- res 4 trneque de un determinado género de mer- canocias 6 servicios, es, por el contrario, econémi- LA NATURALEZA Y BL NOMBRE camente en alto grado sujeto y dependioute» (1)- Entiéudase que esta dependencia, en simisma é in- modiatamenie, es de indole puramente econémica: es tna dependencia ea parte objecti, con relacién al objeto 6 instramento, en el terreno de Ja cansali- dad 6 produccién fisica y del resultado 6 éxito ma- terial de su actividad econdmica, bien que con in- negable repercasién sobre el estado material y so- cial del individuo y sobre su bienesiar terreno en general, Bs ademas una dependencia reciproca en- tre los distintos miembros de la sociedad, y no ne- cesariamente el predominio progresivo de unos so- bre otros. No se sigue, pues, de lo dicho que cien- tificamente deba considerarse como resultado final necesario de la evolucién econdmica la eliminacisn de la independencia econdmica en sentido juridico y personal; pero si la necesidad de un vineulo juri- dico mas robusto, el enal, dentro de la mayor Suje- cin econdmica en que hoy vivimos, esta Namado & conservar A todos y cada uno de los miembros del cuerpo social su libertad, su derecho y su bienes- tar, y 4 realizar el priucipio de solidaridad univer- sal en la sociedad entera. Que donde varios individuos cooperan juntos bajo la direccidn de un deierminade sujeto econdmico para el logro de un fin comin y con arreglo 4 un mismo plan haya de hecho y deba haber normas fijas que ragulen la conducta de cada ano, es cosa que se comprende sin dificultad, Pero aun fuera del caso de semejante coadunacién de muchas fuerzas individuales, aun cuando entre los particulares no hubiera més dependencia que Ja que resulta de la necesidad de reciproca ayuda entre las actividades individuales—juridicamente independientes cada una de por si—en orden 4 su ejercicio y al éxito de su ejercicio, al paso que de otro lado aparece como cun deber la consideracién mutua, sobre todo evi- @) Sombart: Ing. cit, 9 y siguientes, 2 "HATADO DB BCONOMIA NACIONAL tando toda damnificacién consciente, intencionada y directa de los demas; aun entonces, se necesita una cierta regla que sefiale limites a la libertad. Supuesto que el progreso de la cultura estriba en el apto desenvolvimiento de la libertad personal, del verdadero biencstar humano, la creciente sujo- cidn econdmica obliga 4 rechazar la absoluta liber- tad juridica en el terreno econdmico como de todo punto inconciliable con aque} progreso, verdedera- mente entendido. De esta suerte se onlaza con el concepto de soli- daridad el concepto del ordenamiento econdmico en cuanto expresa el conjunto de normas que rigen exteriormente la eonducta econdmica del individuo, bien tengan su origeu y sancidn en el sentimiento del deber y en la cosinmbre, bien en las disposicio- nes legislativas de los érganos y autoridades so- ciales, 29, La sOLIDARTDAD ¥ EL PRINCIPIO ECONOMICO. Incluye también en cierta manera el principio de solidaridad el complemento ético del principio eco- némico, imprescindible para el bienestar de las per- sonas interesadas en la vida ec@ndmica de la so- ciedad. «Es cosa muy prudente y razonable ~ dice Gustavo Cohn (1)-~que de In condicién de toda economia, donde nos encontramos siempre con una cantidad de bienes limi- tada con relacidn & nuestras necesidades, deduzcamos Ia consecnencia de que hay que disponer la relncién de estos dienes limitados con nuestra nocesidad del mejor modo posible, 6 sea quo hay que utilizarlos de tal manera que gon ellos se satisfaga In mayor sua posible de necesida des, que hay que hacer todo lo posible para tiunfar do su limitacién mediante una prudencia ealerinda que los ponga al servicio de nuestra necesidad en In maror exten- sién posible. De aqui, por consiguiente, un procedimiento de explotacién del suelo tanto més intonsa cuanto mayor vaya siondo el mimero de los que de él han de sacar las pri- moras materias; de aqui el cuidado'vigilante encaminado & (1) System der Nationatdkonomie, T (1886), 196 v siguientes, LA NATURALEZA ¥ HL HOMBRE obtenér con un mismo coste una cantidad ereciente de pro- dictos, 6 una detorminada eantidad de éstos con un coste cada vez menor; de aqui la investigacin detonida acerca de Jos productos ajenos con que podremos cambiar los nuestros, siempre con 1a mira de obtener mediante este cambio el mayor exceso posible de lo adquirido sobre lo entregado. >No puede, sin embargo, hacerse valer este principio como nornia absoluta de nuestra actividad econémiea sino mien tras comparamos al hombre con las cosas 6 seres materiales. Sélo con relacién 41a Naturaleza exterior deseansa 1a eco- nomia sobre este «principio de economizaciéns, inmutable en si mismo. Desde el momento en que se considera al hom- bre con relacién sus semejantes deja de servirnos esta regia. Depende de... 1a misma natnraleza del trabajo huma- xio el qito con respecto & é) sea inaplicable el prineipio eco- némico. Si queremos utilizar nuestro trabajo procurando el grado sumo de economia 6 de ahorro, Ilegaremos al absurdo de no hacer nada, y el mejor economista sera ol salvaje de lds trépicos, que con el trabajo de unas poeas horas semana- Jes recoge los frutos que con superabundancia le proporcio- na la Naturaleza. Todavia aparece mas notable esta inapli- cabilidad si pasamos 4 considerar Ia. mutua. relncién entre Jos diferentes sujetos de actividad ecoudmica, pues on este caso decir que el servicio del uno dehe cambiarse por el del otro de la mauera mis ventajosa posible supone una racio- nalidad muy mezquina. Solamente ésta, pera no wna ra7én superior é ilustrada que juzgue de Jas cosas objetrvamente, phede inspirnr 6 abonar esa conduéta, por la eual el fabri- cante, llevado de su interés econdmico, explota el trabajo 61 nifio hasta nquel extremo de eaconomizacidns en que la rdzén objetiva del legislador sefirla un limite & su conducta egoista, Ninguna racionalidad se descubre en ese espiritu a6 economizacién que, en goncral, no pretende sino, por una parte, el inayor salario posible con el menor trabajo posible, Zipor otra parte, el menor salario posible por el snayor tra. ajo posible; ninguna racionalidad en toda esa aspiracién ag los interesados en el comercio y el tréfico de buscar cada uho por su parte on ol eambio la mayor ventaja. Sélo la idzén es la que como principio objetivo pued> conciliar los ‘aitagonismos da esta tendencia al ahorro: del mismo espi- Fitn do ahorro no puede resultar esta. conciliactén.» {La marcada diferencia que estable Cohn entre la situacién del hombre con respecto 4 la Naturaleza, exterior y su situacién con respecto 4 los demas hbmbres no puede menos de sernos simpética, atendida su afinidad con nuestro propio punto de 14 TRATADO DH ECONOSIA NACIONAL vista fundamental, Por lo demas, es indudable que el economista de Gotinga no habia de reprender 4 quien en la educacién de sus hijos procurase hacer uso de wna economia pradente y racional, 64 quien para la adgwtisioién de sns mereancias se dirigiese adoude ha de obtenerlas con mayor baratura. El «principio econdmico», el dictamen de la razén practica que ordeus uo hacer sacrificios intitiles y administrar sabiamente los bienes poseidos en can- tidad limitada, es, & nuestro parecer, norma regu- ladora, no silo de la actividad econdmiva del hom~ bre con relacion & la Naturaleza, sino también del muiato comercio econdmico entre los mismos hom- bres, donde por Jo regular el elemeuto material no carece de importaneia al lado del pevsonal. Una cosa, siu embargo, es indisontiblemonte exacta, & saber: que el principio econdmiso, cousiderado en si mismo, no es en ningdn caso nna guia absolata, la norma suprema y por si sola decisiva de ia con- ducta del hombre con respecto & sus semejantes. Entendido con esta limitacién desde el punto de vista ético como norma subordinada 4 la justicia, la caridad y 4 la solidaridad, consorva el princi- pio econdmico su alto valor préctico para toda la vida econémica, en enanto que universalmente ex- eluye el imiitil é irracional derroche de materia y de fuerza en todo trabajo econdmico bien ordenado. 30, Campio y commRcro px camsto.—-En el esta- do primitivo procuraba el hombre obtener los bienes de que tenia necesidad bajo la forma exclusiva 6 casi exclusiva de auto obtencidn directa, apropiéndose los objetos nullius (ocupacidn), 6 bien creando nue- vos bienes con su trabajo (produccién). Con el des- arrollo progresivo de la vida econdmica fué intro- duciéudose cada vez mas la obtencién mediata de los bienes por el cambio. Sélo por el cambio se ha hecho posible el perfecto desarrollo de la division del trabajo, la dedicacién del individuo 4 un deter- miuado trabajo profesional, El zapatero constraye DA NATURALEZA ¥ bL HOMBRE 1% el calzado; pero no puede aplicarlo inmediatamento 4 su propio sustento, sino, a lo mas, dla proteccién de sus pies. Ea lo demas, tiene necesidad del cam- bio con el sastra, con el agricultor, ete., de igual manera que ésios tienen precision del cambio con el zapatero (1). Si por la palabra comercio, entendida on seurido amplio, designamos el mutno trato y relueidn de los hombres entre si mediante la comunicacién de pensamientos, afectos, designios, actividades ti ob- Jotos exteriores, deberemos entender por comercio econdmico el mutuo trato entre los hombres por la comunicacidn de bienes y servicios econdmicos, en- caminada 4 la conservacidn d fuinense dol biencstar material Sila prestacién de una utilidadse hace sin recom- pensa, como en la donacidn 6 regalo, habré, es verdad, un comercio, pero no uu comercio de cam= Bio. El concepto cbienes de comercio» es, por tan- to, de por si mas extenso que el coneepto «bienes de cambios En la ciencia econémica la palabra se emplea ings bien para expreser un concepto econdmico-comercial. Emtiéndese por «ern presa» el sistema orginico de factores econdmicos que bajo la direccion y a cnenta y riesgo de un sujeto econdmico, por lo comitn de cardcter téonico y comercial («empresario»), se dedican 4 la oferta do mereancias 6 servicios para el mercado, a true- que de una recompensa y aspirando 4 una ganancia por parte suya (1). La divisién del trabajo y el comercio de cambio ponen de manifiesto el CARAOTER SOCTAL DEL TRABA- go dentro de la sociedad. El fin inmediato & que naturalmente se ordena la actividad econdmica, el fin por el cual el trabajador se afana con la misma necesidad natural y moral con que cuida y tiene el deber de euidar de la sustentacién de sn propia vida y de la de su familia, aspirando & lograrlo con el mismo derecho con que se esfuerza por mejorar do estado, consiste en la satisfacciéu de sus necesida- des, en el afianzamiento y mejora de su propio bien- estar. Para eso produce; para eso cambia el sobran- te de sus productos, innecesario para si y los suyos; para eso on determinados casos ofrece sus servi- (@) Sohmollor: Grundrist, 1, 413 y 9 LA NATURALBZA Y BL HOMBRE cios 4 otra persona. También aqui debe realizarse -sismpro el fin natural del trabajo (1), consistente “ei que el trabajador obtenga por él el debido sus- tento para si y los sayos. Este derecho y deber al ptopio tiempo del trabajador, este fin natural 6 in- mediato del trabajo subsiste dentro del estado so- cial, y es preciso que sea reconocido, protegido y actttado. Esta interesado en ello el mismo bien do la sociedad (2) Pero cuando el trabajador realiza su trabajo en el-seno de una sociedad; cuando los productos del ‘mismo trabajo van destinados 4 la satisfaccién de lé;necesidad ajena, ora trabaje para determinados clientes, ora para el mercado, entonces su trabajo reviste ademas un cardeter social, tiene un fin so- cial, y esta, por tanto, sujeto 4 deberes sociales. No puede ni debe serle indiferente 4 la sociedad que se proves dno, y de qué manera se haga esto, @ las necesidades de sus miembros; que se cumpla 6 no, ¥ de qué manera se cumpla, el fin nativo de la con- Yivencia y de la coadunacién de esfuerzos indivi- duales en el estado social (3) «: \Hxagerariamos, no obstanté, el cardcter social del trabajo si 4 causa de sus fines y deberes socia- les pretendiéramos considerarlo simplemente como un «empleo 6 cargo» en el sentido propio y pleno dé estas palabras (4). El empleo viene conferido directamente por la sociedad, tiene un fin inmedia- tol en provecho de ella en cuanto tal sociedad 6 edlectividad, y la recompensa por su desempeiio no sd da en trueque del servicio prestado, cual sucede edn el cambio de objetos en el comercio, sino sim- plomente como emolumento. Sin embargo, en un — (y Yoage Hitze: Kapital und Arbeit (1880), 192. iB Aedbefti: Sotials Frage gad Suite Duna, 18. ast. 0 sef'y siguiente, 880 y sigaiontes, 869 y siguionte; 4 Awa, 695, U1 y vas Tidy siguiente; 11, 4 AuM, 646 ) Antoine: Cours d’ Economie sociaie, 312.816. ) Bruder: articulo Amt, on ol Staatalezivon der Gorres-Gesellachaft, 1/9. Auf, 162 y siguientes. ® WRATADO DH RCONOMIA NACIONAL: sentido amplio y analgico eabe denominar, en pleos al trabajo, como ‘también cabs que en deter- Typiadas civeunstancias histovieas Greenérdese la economia de ciudad y los gremios yaedigevales) ol derecho 6 ei deber del trabajo on un ieterminado came ae concedieva 4 se impasiora S modo de cargo § empleo. ‘Dey ley general y ordinaria, ka ganancia 4 Incro dentro dat comereio social eorresponde Aun traba jo, servicio 6 prodaceién previs ov ‘ventaja de otro particular 6 de Ja colectividad. Bl hombre debe Frabajar y, dentro de nun estado peial de divisién Gol trabajo, debe cou sv trabajo hacerse Util 4 los demas. Pero gse seguird de aqui que toda gunancia abso- Intamente granite (mithelose Gerinn), exenta do tetbestuergo y peualidad,” esté encontrar jeoidn con el deber moral y social? De ninguna manera. Quien se dedicase de wna manera constante y como por profesion ‘festa clase de gananeias, negindose 4 toda ooupsvidn seria Y Stil, quebrantaria ciortamonte 1a ley general del trabajo. Tambign seria reprobable wa ganancia adqnirida por la violacién del derecho ajeno, & gosta y on perjaicio de los demas individuos de la coleatividad. Deben asimismo combatirse como da- fiosos & la sociedad ciertos procedimientos de rear fizar ganancias empleando medios {nhonestos, awe que tal vez sin perjndicar el derecho de ninguna persona determinada; come también ciertas insti- Pioiones que fomentan el inmoderado desarrollo do pasiones peligrosas, como el espirita de vodicia y ia pasign det juego. Pero siempre que mp $0 cone oulque derecho alguno ni eufra qenoseabo 6 poli- gro el publico bienestar, sera tance menos reproha~ Ele un htero gratuino cuanto mas dificil y penoso suele ser para ciertas persouas proporcionarse por otros medios sit cotidiano sustento. 31, Eu. VALOR DB LOS BIENES EN EU COMERCIO DB La NATURALWAA Y EL HOMBRE cd campo. —No sin razéu se ha comparado el concep: to del valor @ une esfinge maligna que garda la entrada de Ia ciencia econémica. Ya en uno do los parrafos anteriores hemos dado principio dla lncha con este monstrno (1). Ha legade ei moinento de Hevarla & cabo. «La palabra «valors—dice Adén Sinith(2)—tiene dos signiticados distintos, expresando nnas veces la utilidad do una coxa, y otras veves la posibilidad que su posesién nos proporciona de comprar con ella otros biones. Puede Hamarse el primero valor de uso, y valor de cambio el seguudo. A menudo su- cede que ciertos objotos dotados de «valor de uso» en grado sumo tienen muy poco 6 ninguuo «valor de cambio»; y viceversa: Gon freenencia ciertos ob- jetos dotados'de gran «valor de cambio» tienen muy poco evalor de nso», 6 carecen por completo de él. Nada mds titil que el agna, y, sin embargo, rara vex se podré vomprar 6 adquirir algo por ella mediante el cambio, Por el eonirario, un diamante apenas tiene «valor de uso», y, sin embargo, con frecven- cia podra adquirirse & traeque de 41 ana gran can- tidad de otros bienes.» Algunos se han ereido en el deber de impugnar esta distincién, fundados eu que también el «cam- bio» viene ser «una expecie de uso» (3). Con todo, parece ser de poca importancia esta objecién, por cnanto al considerar en Economia el «valor de uso» como contrapneste al «valor de cambio», se toma el «valor de nso» en un sentido del tado especial, con relacién & un fin de produceidn 6 de. consumo, y no con relacién 4 wn proceso de cambio. La dificultad esta, por consiguiente, en otra par te, gPueden compararse estos dos valores eutre si () Véase ¢ 8.9, numeros 17 y siguiente, 28 y siguiente. (2) Untersuchungen idéer das Wesen wid dic Ussachen dee Volkswoat- seandes, doutsch, von B. Stopol T (Bis), Busi 1, Kup. dy 8. 38 y 6k guionte, ®) Véaso J.B. B. Lota: Revision der Grunddegriffe der National- wwirtachaféstohre, I (811), 0 9 siguiente. 80, ‘TRATADO D# HCONOM{A NACIONAL de suerte que aparezcan como dos especies del evalor> en general? Manteniendo fijo el principio de que el hombre es el fin de todos los bienes materiales y de que la satistaccién de sus necesidades es el objeto de toda actividad econdmica, la cuestién mas fundamental, 4 la onal se subordinan todas las demds en la teoria del valor, es ésta: «qué valor tienen los bienes para el hombre?» Comparada con esta cuestion, la otra cuestidn ulterior: «gqué valor tiene un bien compa- rado con otros bienes?», aparece, si, de gran impor- tancia practica, pero, no obstante, siempre subor- dinada la otra, primera y central desde el punto de vista general humano. Desde este punto do vista aparece el comercio de cambio, no como dotado de finalidad propia, sino simplemente como un medio para poner & los individnos en posesin de los bie~ nes que necesitan para la sustentacién y el embelle- cimiento de su existencia. Con relacién al ultimo individuo 4 cuyas manos lega un bien mediante una serie do cambios sucesivos, y quo lo emplea para satisfaccidu de sus necosidades, el aprecio y estima que de hecho aquel bien ha encontrado en el comercio es simplemente un recuerdo histdrico, agradable 6 desagradable, segtin los casos; como valor real del mismo bien no hay otra cosa digna de atencién para él quo la apreciabilidad 6 estima bilidad que el bien en si propio posee 4 causa de su utilidad 6 de su urgencia para la satisfaccién de sus necesidades, Esta subordinacién teleoldgica del , y nos parece preferible 4 la otra oxpre- LA NATURALEZA ¥ BL HOMBRE 81 sién «valor de uso»; no necesitamos en manera al- guue la distincién entre «valor de uso» y «valor de éambio» (1). Se encuentra, sin embargo, esta distincién uni- versalmente ampleada, motivo por el cual preferi- riamos qite se procitrara explicarla de modo que que- dase en pie su utilidad para la ciencia econéiniea. Se conseguiria esto, & nuestro parecer, considerando el «valor de uso» y el «valor de cambio», no como dos especies coordenadas de valor, sino como un solo Unico valor econdmico, concebible, no obstante, + por endo divisible, sogiin las dos fases 6 etapas de aplicacién de los bienes econémicos: el uso y el cambio. Segrin esto, dirfamos que el «valor de uso> representa el valor econémico con relacidn & la sa- tisfaccién de las necesidades humanas, destino final de todo bien econdmico; el «valor de cambio», por el contrario, representa el mismo valor econédmico en su aplicacién al comereio. Atendiendo, en efecto, a la aplicacién inmediata de los bienes y 4 las diferentes fases 6 etapas de esta misma aplicacién, podemos distinguir entre bienes individuales de uso y bienes sociales de co- mercio 6 de circulacién (2). «Bienes individuales de uso» son los bienes econdmicos en cuanto que tienen aptitud para proporcionar 4 una 6 varias personas alguna utilidad mediante su uso personal. Puedon ser medios 6 bienes de disfrate 6 de con- suino (Genussmittel, Genussgiiter) nando sin nece- sidad de transformacién alguna sirven para el con- suino, 6 bien medios 6 bienes de producciéu cuando estan destinados 4 servir de objeto, medio 6 instra- mento para la produccidn de otros bienes, «Bienes sociales de comercjo 6 de circulacién» son, por el cohtrario, los bienes econdmicos en cuanto que di- Liberatore: Principii ai Beonomia polities (twaduecién alemana N, 88 y siguientes) ‘Véase Gosta-Rosatti: Aligem, Grundlagen, bt y siguientes Toso I 8 recta 6 inmediatamente estén destinados a servir para e] comercio econdmico. Seguin esto, también podremos distinguir entre el valor individual de uso de un bien, el valor que un bien determinado en su especie, calidad y can- tidad tiene para el uso personal de wi individuo 6 do varios individuos determinados, y su valor s0- cial de comercio 6 de circulacién, el que se le adju- dica en y para el comercio de cambio. Objerd de nuestro estudio en la actmalidad es el valor social de comereio, pero considerado en su concepio universal y genérice, que debemos abs- traer de la observacidn de los hechos ¢o: retos de cambio. «El «valor de cambio»—dice Carlos Marx (1)—se presenta ante todo como Ja relacién cuantitativa, la proporcién en gue evalores de uso» de una determinada especie se permur BAY con ouros evalores do nso» de especie distinta. Esta pro- porcign puede expresarse en forma do ignaldad; por ejem, Blo: Leahis de trigo = a toneladas de hierro, Esta ignaldad rie dice que en las dos distintas cosas indicadas existe el pesmo valor; que, por consigniente, ambas son igualos 4 Tug toreera, & la cual cada tna de ellas, como «valor de tambiow, debe ser reducible. Que 1a sustancia del evalor de fambiow sea algo totalmente distinto éindependiente del ser fisico y material de las mereancias 6 del «valor dle uso» de fhlas, os cosa que salta 4 la vista con sélo atender & la pro- poroién en que so cambian. Esta proporeién esté caracter i: veda precisamonte por la abstraccion que en ella se hace aa Palor de usos. Considerado, en efecto, su «valor de Cambio», ta mercancia es exactamente tan buena como Gualguieva otra, con tal que exista en Ix debida proporeién. Como objetos de aso, como [eehewa, sino do 1a sociedad. La sustancia comin social que en los diversos «valores de uso» aparece diversificada es el trabajo.» in esta explicacién de Carlos Marx es exacto que bienes distiotos entre sf por sus propiedades fisicas y como «valo- Mee de uso> so eqniparan en el cambio, y que, por cons! guiente, estos bienes deben contener algo igual 6 comin & a) Das Kapital, 1,4, Anti, Sy siguiente. LA NATURALEZA ¥ BL HOMBRE 83 todos ellos, en virtud de lo cual puodan tomarse como equi- Talentos en el comercio social. Hs falso, por el contratio, due cl trabajo objetivado en ellos sea lo unico sobre que Puoda fundarse su equiparacién. En otro Ingar de esta ofes examinaremos sas detenidamente este punto al hacer le critica do la tooria marxista del valor. Al presente hactara Advertir que aun cuando puede suceder que la bondad de na Piet sea efecto del trabajo que se Je ha aplicado, con tode, formalmente no es el trabajo lo que le consiituye eu su cant dicién de bien». No es el trabajo incorporado & un objeto Sialasiera lo que hace que el hombre lo apetezca, sino jue sl mismo objeto es apetecible, es un cbions por rason doce propio, de su sustancia 6 de sus eualidades. No son las can: tidades do trabajo lo gue en el cambio de bienes se quisre ermutar, sino los mismos bienes entre si. Mas si stm los ones mismos los que se cambian, también son ellos Tes que Gh Gl cambio se equiparan unos con otros. Por eonsignieste, on Jos mismos bienes debe buscarse en ultimo termine 1a fUslidad comin que permite su equiparacion, no en el tren Pale externo, yu se entienda por ello al trabajo concreto cue ha elaborado la materia y ha producido el biemy ya le cone {2 Social de produccién>. Bl calzado tiene stv uso propis ea Jn proteccién de los pies; tiene ademas an uso oman ore Jes demas cosas: su uso 6 empleo como objeto de camber Mas, como ya noté Aristételes, también en 6l eambiovcl cars zado so omplea como ealzado. Es, de consiguiente, nescee, Tio que haya en él, en cuanto calzado, algo 4 casa de lo gual se le pueda permutar con el pan, equipardudolo con 1 en una proporcién determinada. El evalor de cambio» se presenta, de consignien- te—diremos también nosotros,—ante todo como la relacion cuantitativa, la proporcidn en que «valo, res de uso» de una determinada especie se permutan Por otros «valores de uso» de especie distinta. Reta Proporcién puede exprosarse en forma de una igual- dad; por ejemplo: | cahiz de trigo = a toneladas de hierro, Esta igualdad nos dico que en las dos dis, tintas especies y cantidades de bienes indicades existe el mismo valor. Como objetos de uso, son las mercancias cosas fisicamente distintas; el ser «va- lores» les da, por el contrario, su unided. Mas gedmo Negamos 4 esta unidad? En cuanto que fijamos la atencién on el valor comtn de uso que en ellas existe 4 pesar de todas las diferencias de Bt TRATADO Du ECONOMIA NACIONAL su ser fisico y material, 6 sea, en cuanto que fija- mos la atencién en la propiedad, comtin 4 todas ellas, de tener aptitud é importancia para la satis- faccién de las necesidades humanas. Para formar juicio acerca de la estimabilidad re- lativa de cada tino do los bienes que se equiparan para los fines del cambio es preciso tener en cuenta asi la especie é intensidad de la necesidad que mediante aquel bien puede satisfacerse, como tam- bién la relacidn entre la cantidad existente de bie- nes disponibles de aquella especie, por una parte, y la necesidad social de los mismos bienes, por otra. Porque es evidente que tanto mds creceré la impor- tancia de cada bien particular 6 concreto cuanto la cantidad de bienes disponibles de su especie sea mas limitada; como, por el contrario, la importancia de cada bien particular decreceré tanto mds cuanto Jos bienes disponibles de aquella especie existan en mayor cantidad. Do esta suerte Hegamos 4 un concepto de lo quo da «valor de uso» 4 los bienes de que hablamos, que finalmente nos pone en estado de comparar cuanti- tativamente unos bienes eon otros en orden al cam- bio, en cuanto que el «valor de uso» de un bien se concibe como representable por el «valor de uso» del otro. A esta «cantidad de «valor de uso» represen- table 6 fungible existente en todos los bienes so- cialmente reconocidos como tales» la llama Carlos Knies (1) sustancia del valor de cambio. De él se verifica lo que dice Carlos Marx: «Considerado su valor de cambio, es una mercancia exactamente tan buena como enalquiera otra, con tal que exista en la debida proporeidn.» Un cahiz de trigo puede tener el nismo valor de cambio que otro cahiz de trigo igualmente buono; mas si lo comparo con al hicrro, la lana, eto., sera preciso detorminar la proporcidn cuantitatifa do.los bienes heterogéneos (ty Dak Geta 1895), 276. [A NATURALBZA ¥ BL HOMBRE 85 ‘que se quieren cambiar, de tal manera que la «can- tidad de «valor de uso» fungible» sea ignal en am- ‘bas mercancias (1). Tomemos por ejemplo un caso sencillisimo. Dos indivi- Viduos tienen necesidad de un bien—enda uno por su parte do un bien distinto—para su propio uso. Cada tno de ellos tiene un exceso de Ia especie de que el otro no tiene lo bas- tante 6 carece en absolito: sélo par e) cambio se pondré en elestado de poder cubrir su necesidad individual. Estima uno el bien que desen adquirir segiin el «valor de uso» subjetivo que tiene paxa si, v 4 trueqne de una determinada cantidad le é} est’ dispuesto 4 desprenderse de una determinada can- tidad del otro bien de que tiene superabundancia. Por su parte, el otro individuo aprecia igualmente el bien que de- soa adquirir segun el «valor de uso» subjetive que tione para -aty y 4 tenor de él calcula el sncrificio & que esta dispnesto, Son, por consiguients, cantidades determinadas de bieres Jas que aqui se eqniparan, en atencién sn «valor de nso» subjetivo (para el que day para el que recibe). Estas can- tidades de hienes dotados de «valor de uso» aparecen on el cambio como fungibles: una de elas es representable 6 sus- titufble por la otra. Lo que aqui se verificn entre los dos individuos que reali- zan ol cambio se verifica de un modo més general en In so- ciedad con respecto a los muchos bienes que de continuo suelen ser objeto de demanda. Asi llegan 4 formarse juicios generates aceven de la representabilidad de determinadas cantidades de bienes en orden al comercio de cambio, En estos juicios generales viene A expresarse el ralor social de nercio é de circnlacién de los mismos bienes. Oigamos al propio Knies (2): «La eguiparacién de dos «valores de cambio» no puede explicarse, como opina Marx, por una abstraccién de su evalor de usos, sino sélo por una abstraccién de lo que hay de diferente en Ins formas parti- cirlares de este valor: no por la sustitueién de algo hete- regéneo, sino por In consideracién de su homogeneidad. Y dé hecho es asi, que todos los distintos bienes de uso tienen ‘como tales una eondicién comtin. Al paso que Ins diferentes especies de hienes satisfacen diferentes especies de necesi- dades, todos en conjunto satisfacen In suma entera de Ins necesidades humanas en un determinado eireulo, Provisa- iente por eso las distintns clases de bienes poseen un valor {Lia sfungibilidads se toma ayni, come se ve, en an sentido mas io. gue el que le dan los juristas vnando bablan de bienes sfun= ae 2) Dat Geld, 166 y siguientes 86 YEATADO DE BOONOMIA NACLONAT. de uso in génere. Como caida individuo, juntamente con la diferencia specifica de los bienes por 61 usados, reconoce su cardcter geusrivo, resulta que este cardoter viene 4 ser re conocido también por la sociedad como existente y veal para eada no de sus miembros. EI reconocimiento social del ea- racter genérico del «valor de uso» de las distintas especies de bienes se convierte en el comercio de cambio, que acom- pafia d la prodaceién especializada y & la divisién del tra: bajo, en reconocimiento de un «valor de uso» representable y fungible. Eu la oferta y demanda y en el cambio mutno de bienes econémicos de determinada especie son recono- cidos, tanto los unos como los otros, como dotados evondmi camente de «valor de uso», y en este sentido como homogs- neos, y representables y medibles los unos por los otros; mienivas, por el contrario, cuando un bien es considerado ‘como objeto de consumo, y no de cambio, se tiene en cuenta la condicidn particular, vl caracter propio, lo espocifico de vada determinada elase de tos evalores de uso». Ahora bien si tratdndose de los Ilamados chienes fungiblos» (res fungi- Biles) cualquiera, cantidad ignal de bienes ile la misma espe- cie representa un valor igual (de uso'y de cambio), también. una misma cantidad de «valor de uso» fungible—al cual se debe in equiparacién de los «valores de cambio» —podra ser representada por las mas diversas cantidades de diferentes especies de bienes, como lo expresa el distinto precio fijado & cada uno de ellos. Examinense las equivalencias: 1 kilogra- mo de carne = 5 kilogramos de pan; 1 cahia de trigo = 4 to- neladas de hierro, etc.» ‘Bs de notar cémo el mismo Kuies pone de relieve que en el comercio de compra y venta juntamente con (y en lugar de) ln apreciacién del «valor de uso» de wna especie y eanti- dad de bienes para la necesidad individual, Io que 30 tiene en cuenta y se aprecia os la necesidud social, «El desconoci- mieuto de’ este hecho ha dado origen 4 diversos ataques contra una suprests, oposicién entre el «valor de uso» y el «valor de cambio» de los bienes en una sociedad de orga- nizacién no socialista. Se dice: un cahiz de trigo es un cahiz de trig. Su evalor de uso» es absolutamente el mismo en todos tiempos y en todas partes; su «valor de cambio», por elcontrario, és variable y desigual. Mas esto no puede afirmarse sino ‘prescindiendo de la regulacién social del evalor de uso» do las cantidades de bienes. La sociedad tiene una suma total de necesidades con respecto al trigo, por ejemplo, quo debe sor satisfecha con la cantidad total de trigo existente. Si, por tanto, permaneciendo inalterado el totitl de necesidades, disminuye el de existencias, cvecerd el valor socia! de uso de eada cahiz de trigo en particular. Ten- r dremoa: 1 eabiz de trigo , segtin que Tome ° = 3.000.500 DA NATURALBZA ¥ BL HOMBRE 8T el total de existencias sea uno 6 dos millones de cahices. Si se objeta, por ejemplo, que el empleo del hierro es mucho mas att para el hombre que el del oro, siendo asi que una libra de oro tiene un «valor de cambio» igual 4 25.000 libras de hierro, es que no se tiene en cuenta el hecho de que para Ja necesidad total de un pueblo en orden al hierro (cuya satisfaccién puede estimarse como diez veces més importan- te que la necesidad del oro) se dispone tal vez de 2/, millo- nes de toneladas de hierro, cuando de oro no habré mas quizés que 10 toneladaso (1). El «valor de uso fungible> como —™ + ductores. El mimero de ellos y la oxtensién de la produccién crecen hasta que el negocio les tiene cuenta, saliendo resarcidos de los costes de produe- cién y con una pequeiia ganancia, por lo menos: La concurrencia y el aumento real 6 potencial de la oferta de aquellos productos hacen que decrézca su «valor de cambio»; es decir, que los consumido- res no estén ya dispuestos 4 dar por ellos més que una eantidad menor de otros bienes, precisamente porque por ella, dado el aumento (real 6 potencial) de existencias, les es posible adquirir los bienes en cuestidn, Supuesto un régimen de competencia ilimitada entre los productores, el valor de cambio decrece husta el nivel de los costes de produccién, mas un beneficio medio para determinadas circuns- tancias y para determinados ramos, y, en tltimo extremo, hasta equilibrarse por completo con los costes de produccién, gPuede ahora decirse que estos costes forman la sustancia del valor de los productos, que constituyen intrinsecamente su , y se daria cualquiera cosa por su adquisicién. Por el contrario, en los demas casos, en que es indefinido su ntimero de liz tros en proporcidn’ la necesidad, no sdlo su evalor de cam- dio, sino también su evalor de wa0» es nulo, porque cada Jitro de agua puede ser reemplazado por un namero de li- tros relativamente ilimitado... Por otra parte, tampoco las cosas cuya produccidn ha costado algunas oxpensas tienen «valor de cambio», como es notorio, sino en cuanto son tiles. La simple aplieacién de los costes de produccién & un objeto no puede darle «valor de cambio» ninguno si el mismo objoto no corresponde por su parte 4 una necesidad. Sélo el valor concreto de uso és lo que produce e] «valor de cambio» de una cosa.» Con todo, para Addn Smith la medida més fundamental del valor de cambio es el trabajo. «Lodo hombre— dice (1)— ¢s rico 6 pobre en el mismo grado en que es capaz de propor- cionarse los menesteres, comodidades y placeres de la vida Mas después que la divisién del trabajo se ha introducido en todas partes, el trabajo propio no puede poner 4 dispo- sicién del individuo sino wna pequefia parte de aquellos medios, Con respecto 4 1a mayor parte de ellos depende del trabajo de los dems, y debe, por tanto, considerarse rico 6 pobre segiin la cantidad de trabajo que pueda com- prar 6 de que pueda disponer. Segin esto, e] valor de una mereancia para agnel gue le pose v quo no intenta usarla 6 consumirla él mismo, sino cambiarla por otra, es igual & Ja cantidad de trabajo que por ella podré comprar 6 de que podré disponer. El trabajo es, de consiguiente, la verdadera medida del «valor de cambio» de todas las mercancias,.. Lo que toda cosa vale en realidad para quien la ha producido, 6 quiere disponer de ella, 4 cambiarla por otro objeto, es ol esfuerzo y molestia que por ella puede ahorrarse cargdndo- ios @ otras personas.» Al principio del capitulo VI del libro primero de su obra Rigueza de las naciones, donde se trata fle los elementos constitntives del precio ‘en el mereado, Mice (2): «En el estado primitive y rudo de la sociedad que precedié 4 la acumulacién del capital y 4 le apropiacién del terreno, la proporcién entre las cantidades de trabajo ne- Geaarias para la adguisicién de los diferentes objetos parece (1) Untersuchung, T, 41 @) Ob-cit., 65 y siguiontes OMIA NACIONAL ser la tinica circunstaucia capaz de constituir min medida para el caibio de unos con otros. Si, por ejemplo, en wa puchlo que vive de Ie caza cuesta por regla general doble trabajo cazur un castor que un corzo, naturalmente deberd tener doble valor el primero que ¢l segundo. Se comprende que de ordinario e) producto dedos dias 6 de dos horas de trabajo debe tener doble valor ye lo que solo sucle costar ol trabajo de un dia dde una hora, Cuando el trabajo de aua especie #s mas penoso que el de otra, es natural que se con- ceda una recompensa por la mayor penalidad, y entonces el producto de una hora de trabajo mis pesado puede con fre- cuencia equivaler, en orden al cambio, al producto de an trabajo mas facil de dos horas... Bn oste orden de cosas (el estado primitive y rado de la sociedad) e} producto integro del trabajo pertenece al trabajador, y la cantidad de traba- jo conninmente empleada para la produceién 6 adquisicién de una mercancia és la tuica circwnstancia que regula la cantidad de trabajo por la cual aquélla se debe de ordinario comprar y cambiar.» ‘David Ricardo uo se conforma del tolo con esto. «Addu Smith—dice (1),—quecon tanta penetraciénsefialé la priine~ ra fuente del «valor de cambios, y que precisamente en fuer- za de ello se vid obligado 4 afirmar resueltamente que todas las cosas adquieren tu «valor de eambion mayor 6 menor segin que se haya empleado mas 6 menos trabajo en su pro- duvetén, fj6, no obstante, otra medida del «valor de cam- bio», y nos habla de objetos que poseen un «valor de cam- bio» mayor 6 menor sogin que por ellos se puede obtener or eb cambio una cantidad mayor 6 menor de esta medida. nas veces habla del trigo, otras veces del trabajo, como anedida del valor; uo precisamente de la cautidad de trab: jo empleada en la produccién de un objeto, sino dela canti. dad do que por é Se paede slisponer en el mercado: como si estas dos expresiones fneran eqnivalentes, y como si por el hecho de que el trabajo de un hombre tenga en wn caso dado doble éxito que on los demis, y, consiguientemente, sea ca- paz de producir doble cantidad de bienes, debiera también necosariamente recibirse por élen el cambio ana cantidad de proilustos doble de la cantidad que recibe en los demas casos.» Por su parte, Ricardo enseia que «el valor de un bien, 6 sea la cantidad de otro bien por la cual se caimbia, se regula por la cantidad proporcional de trabajo necesaria para su produceién, y no por el mayor $ menor resultado Gute del trabajo se obtavor G). U1) David Ricwsdo: Grundsitee der Volkswirtschaftalenre und der Besteuerung, Bersctat Vou Baw, Baumstari (1597), L Tl. 1. Hauptst., SLy siguiente @) Ob cit 1. LA NATURALUZA Y BL HOMBRE 108 La refutacién de esta teoria de Smith y Ricardo se en- ouentra ya en nuestra anterior exposicién. Esta teoria des- conoce por completo la naturaloza del valor como concepto teleoldgico. La esoncia y el grado del valor se manifiestan en Altimo término por la relacién de los bienes con el fin para el cual existen, y no por las causas externas 4 que de- ben su existencia, ‘Tieno afinidad con la teoria de Smith y Ricardo el con- cepto del valor ensefiado por H. C. Carey. Conduce al co- nocimiento del valor, dice este economista, cla apreciacion de los obstaculos que'se han de superar antes de llegar 4 la posesién del objeto que se pratende» (1), En otros términos: el valor es «la medida del predominio de la Nataraleza so- bre ol hombre» (2), Diflere, no obstante, el concepto de Ca- rey de la teorie de Smithy Ricardo en que, segin el pri- mero, no es el trabajo necesario para Ia produccidn, sino el indispensable para la reproduccién, el que determina el grado del valor: «Si se pregunta... (ol lector) cuanto sea el Vator de la silla en que est sentado, de la mesa en que es- cribe, del libro que lee 6 de la plama que tiene en la mano, vera que este valor se reduce al precio de reproduceién de estos objetos, y que cuanto mayor sea el tiempo transcurvi- do dosde que’se elaboraron, tanto es sa valor mas bajo que el precio de produccién. La pluma recién construida no puedo ser roamplazada sino 4 costa de una cantidad do trabajo igual 4 la que se necesité para su produccién; su va- lor permanece inalterado. La mesa y la silla, que tal vez tengan ya diez afios, han perdido gran parte de su primitive valor, porque durante este tiempo se han inventado nuevas maquinas mediante las cuales el vapor se aplice a diversos procesos enlazades con la fabricacién de semejantes utensi- lios» (8). Esta demostracién de Carey no se opone en mane- ra alguna al aserto de que para el evalor de cambio» de todo bien nuevamente producido lo decisivo en cada caso son los costes de produccién, y permanecen siéndolo (prescindiendo del desgaste ti otra deterioracién semejante) hasta tanto que no se produzcan bienes de le misma especie con un coste de produccién menor. Tendria, de consiguiente, importancia practioa el concepto de Carey en el caso de que los progre- Sos téenicos (invento de mAquinas que ahorren trabajo, otc.) ¥, la reduccién de los costes se sucedieran con gran rapides Por lo demas, la teoria de Carey adolece también de los de- footos de toda explicacién puramente genética del valor. Al (2), Caray: Die Grundlagen der Sosialwiseenschaft, herausgeg. von Rol Adler, 1 (1958), Kap. 8, 8. 18%, (2) “Thiel 19, Boe 3) Ibid.) 198 404, TRATANO-DE BoONOMEA NACIO igual que la teoria de los costés de produceién, no jlega & ponetrar hasta la esencia del valor y hasta su medida ulti- ma y suprema. Seguin Foderico Bastiat (1), el valor os «la proporcidn entre dos servicios que se cambian mutuamente. El concepto de valor entré por vez primera en el mundo cuando un hombre dijo 4 su hermano: «Haz esto por mi, y yo haré estotro por tis, y Hegaron & un azuerdo Porque antonces pudo decirse por Vez primera que cada uno de los servicios cambiados valia su reciproco.» También Macleod (2) opina que el valor no se presenté en él campo econémico hasta que alguien ex- presé su desoo de algin bien y su voluntad de entrogar otro truoque de él. Esto es notoriamente inexacto, puesto que también dentro de un estado de aislamiento econdmico pue- den cer conocidas 7 calificadan In estimabilidad de un bien Acansa de sus propiedades, y la necesidad de administrar pradentemente los bienes que'no existen en cantidad ilimi- tada. Por lo que toca al estado de economia de cambio, el valor, atendido lo sustancial de él, no debe su primera existencia 4 un contrato de permutacién, Mas bien debe de- cirse que el mutuo acuerdo de las partes contratantes se re- duce 4 una coincidencia de dos juicios sobre el elemento ob- jetivo, ya existente, del valor: constituye el remate de las negociaciones estableciendo un ajuste 6 convenio acerca, del grado 6 medida del valor, acerea de la fungibilidad de los objetos permutados, atendido el valor econdmico que en ellos se presupone, También se engafin Bastiat al ereer que Jos dones 6 servicios de In Naturaloza son «gratuites». En el comercio humano se concede valor, no s6lo 4 los servicios humanos, sino también 4 los servicios de 1a Naturaleza. No 65, de consiguiente, permitido enlazar el concepto del valor con los servicios humanos exclusivamente. Brstiat conside- ra los servicios como un ahorro de trabajo para el que los recibe. Veamos cémo se expresa (3) sobre el particular: «Muy lejos de que el valor.., envuelva una relacién necesa- ria con él trabajo realizado por el qne presta un servicio, puede, por el contrario, afirmarse que depende del trabajo ahorrado al que lo recibe, y sta es ante todo la ley gene- ral del valor... El fandamento del valor estriba menos en el trabajo realizado por el que presta un servicio que en ol ahorrado al que lo recibe.» Bastiat declara oste concento con el siguiente ejemplo (4): Supongamos que un individuo 2), Hurmonesdomemiauerradnosion alemnnns Borin, 1; 19 y ) The Principles of Economical Philosophy, T, segunda eaicién (1872), ily aipaionten S55 9 sigalentos (5) “Harmonies (traduccion mlemana, 182 y 8 @ Iwan ts aientes) TANATURALEZA-Y Bn HOMBRE 105 paseando por la orilla del mar encontré casualmente un precioso diamante, el cual intenta vender. «Las negociacio- nes acoXa de nuestra piodra preciosa suponen, poco mas 6 menos, el siguiente didlogo: »—Caballero, déme usted ese diamante. —No tengo inconveniente, amigo, siempre que usted me ofrezca por 61 un afio entero de su trabajo. —Pero, caballero, usted no ha necesitado ni siquiera un minuto para, obtenerlo, —Perfectamente; vea usted la manera de encontrar otro minuto semejante. »—Mas tenga usted en cuenta que, en buena ley y derecho, debiéramos cambiar cantidades iguales de trabajo. »>—De ninguna manera; en buena ley y derecho, usted puede tasar segiin crea conveniente sus servicios, y yo los mios. Yo no le obligo 4 usted; gpor qué quiere usted obli- garme d mi? Ofvézcame usted un atio entero de su trabajo, 6 yisquese usted mismo otro diamante. »—Pero para eso fuera praciso estar buscando diez afios, y.aun tal vez seria intitil. Creo que obraré con mas pruden- cia empleando esos diez afios en otra cosa. »—Precisamente por eso creo, por mi parte, prestarle 4 usted un servicio al exigirle un afio solo. Le ahorro 4 usted aueve afios, y por esto conceptio mi servicio de gran valor. Si le parece axcesiva mi demanda, es porque no tiene usted en cuenta mas que el trabajo que A mi me ha costado, Con- sidere el que le ahorro 4 usted, y verd que son muy modera- das mis pretensiones.» El ejemplo escogido por Bastiat, lejos de probar lo que se Ppropone, demuestra hasta la evidencia lo insostenible de sn teoria acerca del valor. El trabajo del que encontré el dia- mante es nulo en el caso propuesto, y para nada se tiene en cuenta al apreciar su valor, Pero, por otra parte, el jar en diez aiios el trabajo ahorrado, necesario para buscar otro diamante, es una completa arbitrariedad. En realidad, lo decisive para el valor del diamante es sv escasez, y ésta aparece velada en la teoria de Bastiat, sin que se tenga en cnenta de un modo directo é inmediato. Para ciertos casos aislados podria tal vez ser aceptable una apreciacién del valor en él sentido de esta. teoria; pero en manera alguna puede aceptarse como ley general del valor (1). Ocioso y fastidioso seria querer mencionar aqui otra ran porcién de definiciones y teorias acerea del valor, «De ias mismas cosas debemos procurar adquirir covocimiento; no de Ins opiniones de los hombres, averiguando qué ha pen- () Véuse Conrad: Grundrise eum Studium der polit. Ockonomie. T. Tay 8. Aufl (1900), 8.17 ive TRATADO DE BOONOMIA NACION. sado cada uno de ellos» (1). Mas acerea del fondo mismo del asmito puede va formar facilmente juicio el lector, si es que s¢ ha tomado la wolestia de segtir von atencién nues- tray anteriores explicacioues. Quella, sin embargo, adn obra teoria que reclama ser ex- puesta detalladameute, por cuauto su estudio es on realidad muy 4 propésito para proporcionarnos un conovimiento mas profundo de Is verdadera doctrina econéinien acerca del valor. 36, La TeoRiA DeL evALOR Lines fué sentada prime- ramonte por Gossan (1854), gino es qua la propuso ya antes el ingeniero francés Dupuit (2) (1844). Pero la formularon y desarrollaron mas tarde, independientemente de los anterio- res, en particular Carlos Menger, Fr. de Wieser, 1. de Bohm-Bawerk, en Austria; L, Walras, en Suiza; Stanley Jevous, en Inglaterra; y Patten y Clark, en América. Es un hecho indisoutible que regularmente todo placer 6 satisfaccién disminuye tanto mas en su grado 0 intensidad cuanto mis se prolongs 6 se repite con mayor frecuencia. Segiiu esto, también In utilidad del biew que nos lo propor cious decrece a medida que aumenta la cantidad que de 6 poseomos (Law of satiable wants; Law of diminishing ttt lity; Marshall) (8). Asi llegamos finalmente 4 un limite mis alla del cual un nuevo aninento de existencias no eae ninguua utilidad; antes tal vez seria causa de molestia. La utilidad que resulta del ditimo bien particular y convreto de tau surtido dado, Is altima unidad cuantitativa que todavia sirve para 1a satisfaccién de nna necesidad, se denomina «ubilidad mite», Grenznutsen (Wieser), final utility 6 final degree of utility (Jevons), marginal ‘utility (Marshall). ‘Walras habla de una intensité du dernier besoin satisfatt. ‘Bs indiferente que las unidades cuantitativas poseidas se apliquen 4 una misma necesidad hasta su punto de saciedad completa, 6 que se apliquen 4 necesidades de distinta espe- cie y de distinto grado de urgeneia en serie decreciente. (Menger) Supongamos que un individuo dispone diariamente de seis yasijas de agua. La primera vasija la utiliza para la satis- faccién de su sed; la segunda, para la coccién de los alimen- tos; In tercera, para la limpieza del cuerpo; Ja cuarta, para, abrevar el cabailo; la quinta, para regar las flores; la sexta, para la limpieza de la casa. Las nevesidades son de diatinta 7 (), «Potius de rebus ipsis judicare debemns quam de hominibus, quid quisque sonserit, scire.* (Q), De tu mesure d'ulitite deo travaux publics, on los Annales des Pont: at Onqussdea, ISL Véase Carlos Gide: Principes d'Bconomie politi- ‘que (1888), 62. (8) Principles of Economies, I (1995), 188 y siguiente. La NATURAL! AY BL HOMBRE especie y urgencia. Segiin el grado de importancia y urgen- cia de estas distintas necesidades que con las cantidades de agua sa satisface, sera también, naburalmente, mayor 6 me- nor la intensidad del deseo que de éstas se sienta. Pongamos por caso que la sexta cantidad sea la dltima que pueda tener todavia aplicacion util por parte de su poseedor, El efecto Util de esta Ultima cantidad vepresentaria para’ el mismo poseedor la «ntilidad mites. Cada una de las seis cantida- des tiene sn valor; pero ninguna de ellas puede tenerlo mas elevado que el do la sexta cantidad, 6 que el de la vltima unidud cuantitativa de utilidad actual. Sélo la privacién de esta iltima cautidad es la que cansarfa disgusto, pues aun cuando se perdiese otra, podria sustituirse con esta ultima, de inenor efecto wtil. Las distintas unidades cnantitativas Se suponen aqui como absolutamente ignales, y la cantidad total como homogéuea. Asi se loga 4 Ja conelusién de que cualquiera cantidad particular, cualquiera unidad cnantitativa de uu total de bienes homogéneos tiene igual valor que la witima parte de ellos todavia itil y aplicable, y que, por consiguiente, el me- nov efecto til que nos ofrece Ia unidad cuautitativa de un bion—sutilidad limites—no sélo determina el valor de la ltima nuidad que Mega 4 aplisarse—evalor limites,— sino que también este valor limite es & su vez la medida del vu- lor de cualquiera wnidad cuuntitutiva discrecional de toda la existencia disponible. ‘ Si desiguamos por a la sexta poreidn, el valor total del agua serd a, + x ++ 2 + a, + a, -+ 2, (Gossen, Bokm- Bawerk); pero el valor de cata unidad por separado sera igual 4 a, «valor limites, en el supuesio de que las seis porciones ‘estén en renlidad disponibles. Si disminuye la eantidad total, crecerdn la «utilidad limites y el evalor li- miter hasta @,, x, ete, sucesivamente. Segin otros (Wie- ser, Patten), la «utilidad Hmites da la medida, no sdlo del valor de cada unidad particular separadamente considerada, sino también del valor de toda la provision 6 existencia, de suerte que este valor total representa el correspondiente miltiplo del «valor limites; en nuestro caso el valor total de las seis porciones uo seria, por tanto, «+ a + a + +, +a, + ay, sino 6x, Si Iegamos 4 tener una séptima Poreién de agua que no nos produzea utilidad ninguna en absoluto (valor limite = 0), entonces el «valor limites sera &, = 0, y, de consigniente, el valor total de la provisién seré Ta, = 0. Mas este caso no se da de hecho sitio cuando el poseedor tenga completa certeza de que el bien de que se trate estard siempre disponible en aquella cantidad su- perflua para él y para todos los demas individuos con quic- nes 6] esta on velacién, De lo contrario, pudiera suceder que un bien existente de momento en cantidad superflua para P ini no careciera de importanéia para taf mismo en lovenidero, cambiadas las circunstancias. ‘Nétese de paso qite, considerada la cosa no més que bajo el aspecto de la satisfaccién actual y simplemente subjeti- ya dela necesida3, y midiendo por esta norma el yalor de Jas unidades homogéneas de un total de bienes, debiera con- cederse & cada anidad cuantitativa particular la utilidad y él valor correspondientes 4 la satisfaccién que de hecho pro- porciona. Sein esto, no podria expresarse el valor total ‘or un multiplo simplemente del valor limite 6, 6 bien T=, U), sino que debiera representarse por 2, y+ a5 + fg“ oy + 5 (+ 2, = 0). ‘Por lo demés, no podemos entretenernos en detallar la di- yersidad de opiniones queen algunos puntos existe ontre los representantes de la teoria del «valor limiter, Bastard oir cémo la expone en lo esencial el que més claramento la ‘ha desarroliado ontro todos ellos: Bohm-Bawerk. Aun en esto nos ceiiiremos 4 hacer resaltar solamente lo que al pro- pio tiempo nos da 4 conocer el punto de vista fundamental de la teorth del valor en Ia esonela austriaca, y que, por otra parte, ayuda 4 la recta inteligencia de este importante cou- cepto econdinico. ‘Bohm-Bawerk (1) expone la teorfa del «valor limite» det modo siguiente: La solucién del problema econémico rela- tivo al principio que regula el grado de valor de los bie- nes forma el objeto capital de Ia teoria del valor, pero tam- didn la mas dificil do sus cuestiones. Esta dificultad se ex- plica por el concurso de diversas circunstancias. Por una parte, el verdadero principio se deja conocer en cierto modo por si mismo. Porque representando el valor econdmico una Telacién con las necesidades humanas, claro es que el gra- do del valor ha de determinarse por la cantidad de satisinc~ cidn y aumento de bienestar que del bien de que se trate re- stlta para el hombre. Pero, por otra parte, se observan cic: tos hechos que parecen contradecir esta explicacién. Todo el mundo sabe que en In vida préctica las piedras preciosas tienen un eleyado valor; que otros bienes, como el pan y el hierro, tienen tn valor mediano; que el aire y cl agua no tienen otdinariamente ninguno. Sin embargo, las piedras preciosas sélo sirven para las necesidades de adorno 6 de Tujo, mientras que el agua, el aire y el pan sirven para las mas importantes necesidades de Ia existencia. De aqui que, manteniendo fitme el principio de que el grado del valor se (1) Kapital und Kapitalzins, TX (1850), 146 y signiontes; 2. Aufl, (1800), Udy siguientes, —Veanse también log escritos del mismo antor on los Jahrbucher fir Nationaldkonomie, 1985, 1857, 1992. — Asimiamo los do Dietzel 18m, 1891) y 2 Theoret, Soztatdkonomik, 1, 253, 277 y ei guientes, ihide por la impdrtatcia de (08 ¥ 6 bidhestar qué on ign nos proporeioni; debiéramos esperar, al parecer: para jas piedras preciosas, un'valor infimo; para el pan y el hie- 1ro, un valor elevad®; para’ ol agua y el aire, un valor suino, Tos hechos, empero, demuestian precisamente. lo contre: rio, «Este fenémeno, en realidad chocante, fué dura pie- dra de escdndalo para la teoria del valor. Suma utilidad, y, sin embargo, valor infimo! ;Singwlar contraste! Verdad ‘es que no se concibid ni exprend con precisiéri el verdadero estado de cosas, equivocando los conceptos de «utilidad> y de «valor de uso». Atribuyendo—falsamente—clevado «va- lor de nso» al hierro y poco al diamante, habia de causar maravilla que el «valor de cambios de estos dos bienes est viese en razén inversa. ¥ es que con esta terminologia no se evitaba en realidad mas que de nombre la contradiccién, sin atennar en nada su dureza. No faltaron tentativas por salvar esta contradiceién mediante explicaciones tortrosas y enmaraiiadas. Pero fueron intitiles; y asi se comprende que desde Smith hasta nuestros dias muchos economis- tas llegaran, por iltimo, 4 desesperar por completo de en- contrat la esencia y medida del valor de un bien en su rela- cidn con el bienestar humano, y recurrieran otras razones totalmente extraiias y a menudo caprichosas: al trabajo 6 al tiempo de trabajo, & los costes de produccién, al antago nismo entre ia Naturaleza y el hombre, y 4 otros singulares motivos. Mas como era imposible desentenderse de la idea ‘ie que el valor de un bien debe estar de alguna manera re- Iacionado con su utilidad en orden al bienestar del hombre, se registrd la discordancia entre la ntilidad y el valor como una paradoja rara y misteriosn, como una contradiccin econémica (1). Béhm Bawerk mantiene, pues, el principio de-que, on efecto, Ia medida de la ntilidad que un bien pro- porciona es también en todo caso la medida de su valor. Para confirmar este aserto distingue dos cuestiones 1.* Cuil de entre varias 6 muchas necasidades depende de inn bien? 2.* Qué grado de importancia reviste esta necesidad, y, cousignientemente, su satisfaccién? Empecemos por contestar 4 la segunda. Las necesidades humanas son de muy distinta importan- cia, de suerte que puede constriirse una escala gradwada de todas olias. Vienon on primer término las nocesidades enya falta de satisfaccién acavrea la muerte. Sdlo que la expre- sidh «orden de precedencia de las necesidades» tiene cierta ambigitedad. Puede, en efecto, entenderse, 6 bien el orden de precedencia de las especies abstractas de necesidades, 6 —+ a) Boho-Bawork: ob cit, 16 y siguiente uo TRATADO DB RCONOMEA NACIONAL bien el de las necesidades conoretas, el de las particulares Sonsaciones de necesidad. «listos dos drdenes de preceden- cia difioven esencialmento uno de otro. Si se ponen en com- paracién las distintas especies de necesidades, considerada ‘cada especie como un todo en orden é su importancia para el bienestar humano, no hay dada alguna que la necesidad de alimento reclama el primer lugar. La necesidad de hali- tacién y vestido estén casi 4 la misma altura, Es de menor importancia 1a del tabaco y bebidas espirituosas. Todavia menos importante la de las diversiones musicales, y menos aim la necesidad de adornos y otras semejantes. Muy de otra manera sucode, empero, taténdose del orden de prece- dencia de las necesidades coneretas, En efecto; dentro de nna misma especie de necesidaies, no se deja sentir siempre su urgencia con igual intensidad. No toda seusacién de hambre es igualmente intensa, ni toda satisfaccion de ella tiene la misma importancia. Por ejemplo: la necesidad con- creta de alimentos de un hombre que ha pasado ocho dias sin probar boeado y que esta 4 punto de perecer de hambre es incomparablemente mas grave que la de otro hombre que, sentado & la mesa para comer, y habiendo tomado ya dos de Jos tres platos acostumbrados, esta esperando el tervero, Esto hace que el orden de precedencia de las necesidades coneretas tome una forma totalmente distinta que el de las necesidades abstractas, y que sea capaz de mucho mayor variacion. En ia escala de las necesidades especificas la ne- cesidad de alimento es, en globo, superior 4 la necesidad del tabaco, bebidas espirituosas y adornos. Aqui, por el con- wario, se ontreeruzan las necesidades: (conctotas) de ia mas diversa especie. Es verdad que también las necesidates con crotas mas importantes de las especies mas importantes ex tin on primer lugar; pero las necesidades coneretas menos importantes de especies més importantes son con frecnencia superadas por otras necesidades concretas do especies infe- riores,,. Se presenta ahora Ia euestidn: genal de estas dos escalas debe emplearse para sofialar el valor de un bien, para medir la importancia de las necesidades que de 61 depen- don? gLa escala de las necesidades concretas, 6 ta de las necesidades especificas? Liegada 4 esta bifurcacién del ca- imino—la paynera que daba’ ocasién & ervor,—la antigua teoria echo por el camino falso, Opté por la’escala de las necesidades especificas. Y como eu ella la necesidad de alimentos ocupa uno de los lugares mas distinguidos, y, por el contrario, la necesidad de adornos uno de los inferiores, resolyié en definitiva quo el pan tiene de una manera abso- Jutamente general elevado «valor de uso», y que las piedras preciosas, por el contrario, lo tienen escaso, y no pudo me- nos de maravillarse, como es natural, eu alto grado de que en la practica el valor reconocido 4 ambas especies de bie- LA NATURALEZA ¥ BL HOMBRE ul nes esté precisamente en razdn inversa» (1). Es que se habia Prescindido de que por muy alta que esté a necesidad de alimentos en la escala de necesidades especificas, con un pe- azo de pan, ete., en concreto, no se satisface mas que tal 6 cual concreta sensacién de necesidad tal como de hecho se presenta, y de que al propio tiempo para este mismo fin no hay disponible sélo un pedazo conereto de pan, sino varios, en mayor 6 menor mimero. Segiin esto, seria evidentemente un despropésito querer medir Ja importancia del servicio gue puede proporcionar un pedazo eoncreto de pan por la importancia mayor 6 menor que pueda tener toda la canti- dad que de él exista, ga guién se le ocurrird practicamente estimar cada pedazo de pan que poses como un tesoro del cual depende su vida? Sin embargo, tal debiera ser nueatro juicio si la misma importancia que ¢oncedemos a la necesi- dad especifiea de alimentos de cuya satisfaccién depends nuestra vida la atribuyésemos también é los bienes concre- tos y particulares de que nos servimos para satisfacerla De consiguiente, para la estimacién de los bienes conere- tos no tanto debe tenerse en cuenta el orden de precedencia de las necesidades especificas cuanto el de las necesidades coneretas, Es indudable que dentvo de una misma especie de necesi- dades se presontan necesidades concvetas de distinta impor- tancia. En una comida el deseo de un cuarto d quinto plato no seré tan vehemente como el del primero. Con la continua- da acumulacién de manjares se llega finalmente & un punto en que la comida viene & cansar hastio. Una cosa analoga st cede cou todos los demas placeres corporales. Se puede, por consiguiente, establecer dentro de una misma especie do necesidades una esoala de sensaciones concretas y particu- lares de distinta importancia y graduadas en serie descen- dente hasta legar & cero. Asi se explica también que ciertas necesidades coneretas de especie poco importante, por ejem- plo: la neocesidad de adornos, tabaco, ete., se dejen sentir con ands fuerza que otras necesidades concretas de alimento Pasemos ahora 4 la otra cuestién capital. gCudl de entre Warias § muchas necesidades coneretas depente de hecho de un bien? La manera ids sencilla de averiguar esto es mirar qué necesidud quedaria sin satisfacer si se careciese del bien que se trata de apreciar. Ahora bien; es evidente que seria la panes importante entre todas las uecesidades en euestiou. Porque todo el qne obra razonablemente procurara primero satistacer todas las necesidades mas importantes, atendien- do @ las que lo son menos sdlo en el caso de que la cantidad (1) Bobm-Bawerk: Kopitat und Kapitaleins, 149 y siguientes. | de bieties: disponibles'baste en importancia de las necedidades que todavia se satisface por una determinada suina de'bienes no se veria satisfecha én caso de que esta suma disminuyese. Su sntisiaccién de- pende del bien conereto que todavia se emplon para este fin. ‘ cuantitativa en si mismas. Asi, puede suceder que bajo la influencia de causa's naturales y del tiem- po se realicen deterioraciones 4 mejoras en la cali- dad de los bienes, las cuales 4 su vez ocasionarén un aumento 6 disminucidn de su valor de uso y de 2© eambio*Asi también, un nuevo conocimiento de las “{. propiedades utiles 6 nocivas de un objeto podré © producir alteracién en su valor. Pero de un modo % especial deben tenerse en cuenta en este punto las variaciones de la Hamada con respec- to 4 la produccidn, 4 la necesidad, 41a demanda de dienes de una especie dada, variaciones que des- empofien un papel importante en el proceso econd- mico de toda economia particular. | Adolfo Wagner (1) define la coyuntura como «el ebnjunto de condiciones téenicas, econdmicas, so- ciales y juridicas que en un régimen de economia, nacional basado... en la division del trabajo y en la lropiedad privada codeterminan de un modo ge- ral y necesario... ia produccién de los bienes jara el comercio, su demanda y consumo, y consi- iaientemente su valor, en particular su «valor de bio» y su precio; por regla general, 6 cuando enos las mas de las veces, independientemente de voluntad y proceder (acciones i omisiones) del shjeto econdmico 6 propietario, y, por tanto, tam- ién del coste y trabajo individual que en un caso epncreto se ha invertido en la obtencién de una de- S|ay Grunategung, I, 887. TRATADO DE ECONOMIA NACIONAL torminada calidad y cantidad del bien de que se tratas. Presupuesta esta detallada definicidn, se en- tiende facilmente la siguiente, algo mds breve: «co- yuntura» es la coincidencia de hechos 6 civeunstan- cias de la vida comercial y, por tanto, de las condi- ciones y causas que determinan 6 codeterminan el modo de ser de ella, extvinsecas 4 una economia particular, y que le son fayorables 6 desfavorables en grado notable. Bn el comercio la palabra «coyuntara» denota diracta- monte las probabilidades existentes en cada caso para una empresa comercial, para el onvso del negocio, 6 también las condiciones favorables y ile caracter efimero, Como elementos principales de la «coyuntura» ita el mismo Wagner (1) 1.° Las oscilaciones en la cosecha genoral de las principales sustancias alimenticias, en espe- cial bajo la influencia de los fondmenos atmosféri- cos. El estado de tina economia particular agricola depende no sdlo de los resultados de la propia co- secha, sino también del rendimiento de fa cosecha general, que influye en las condiciones 6 precios, detorminando de este modo la suerte de aquella economia particular. 2.° El progreso técnioo, la introdaccién de nue- vos inedios y métodos de produccidn, la sustitu- ciéu de! trabajo manual con instramentos imper- fectos por el trabajo fabril, la aplicacién de nuevas maquinas y nuevos procedimientos on lugar do los ya anticuados, y otros hechos semejantes, La posi- bilidad do una produceién mejor y mas barata con- duce 4 tna depreciacién de los ‘bienes y procedi- mientos antiguos. ° Las moditicaciones introducidas on los me- dios de comunicacién y transporte, que traen on pos de sino pocas alteraciones en el precio y valor (1) Grundiegung, T, 989 y siguientes LA NATURALBZA Y EL HOMBRE 123 ya de los bienes raices, ya también de las mercan- cias, on especial tratdndose de articulos que no compensan los gastos de transporte sino cuando se trata de una gran cantidad; por ejemplo: los pro- ductos de la agricultura y de la industria forestal y minera, La mayor facilidad de transportes acre- cienta y ensancha la posibilidad de la venta, con yentaja para los productores y desventaja para los consumidores del lugar de exportacion, donde hasta entonces podian obtenerse 4 precio menor los bie~ nes producidos alli mismo. Por otra parte, el au- mento de importacién, por ejemplo, de trigo pro- duce de por si una yentaja para los consumidores y una desventaja para los productores del lugar adonde se importa. 4.° Los cambios en el estado publico del comer- cio nacional 6 internacional, que no pueden quedar sin influencia sobre el curso de ja vida econdmica, sobre el crédito, la produccién y la venta; de un modo especial la paz y la guerra, los trastornos politicos, los cambios de legislacién, de politica econdmica interior y exterior, ete. 5.°. Las variaciones en el ntimero, densidad y distribucién geogréfica de la poblacién influyen también sobre las condiciones de la produccién y la venta y sobre el valor del suelo, que por la act- mulacién de habitantes en los centros de la vida politica, intelectual y econémica se eleva de un modo notable. También los cambios en la condicién social y econdémica de las clases particulares, el re- finamiento de las costumbres, la mayor extensién de las necesidades, las variaciones del gusto y de la moda determinan la produccién y la venta y ejercen influencia decisiva sobre la actividad de las economias particulares y su éxito Aun cuando, después de todo, hay que mantener el principio de que el hombre es «sefior del mundo», y lo es «viviendo en la sociedad», sirve, no obstante, la teoria de la coyuntura para explicar en parte TRATADO DE ECONOMEA NACIONAL cdmo es que no todas las economias particulares pueden felicitarse por su buen éxito, y que mientras unas, sin mérito personal, florecen présperamente, otras, por el contrario, sin culpa suya, caminan & su disolucién y ruina... dentro de una misma, socie- dad. La cuestién acerca de si, y eémo, por obra en especial de ciertas actividades é instituciones socia- les pueden crearse las condiciones necesarias para que el principio de la propia responsabilidad de cada uno, enorden 4 su situacién econémica, legue 4 realizarse de hecho del modo més completo posi- ble, es asunto del cual tendremos que ocuparnos todavia con frecuencia en lo sucesivo. No se puede, sin embargo, llegar 4 una solucién completa y sa~ tisfactoria de los problemas que en este punto se ofrecen, si la practiea no se rige por los prineipios de una teoria social perfectamente fundada. CAPITULO II Sociedad y ciencia de la sociedad. § 1° Concepto y¥ noticia histérice (1). 39. TA PALABRA se tome, 6 en-su sentido més amplio, 6 "on cuanto significa las agrupaciones sociales, 6, por yiiltimo, la «sociedad» como contrapuesta al Estado. [La ciencia de la sociedad, en cuanto fué objeto “eide estudio por los filésofos griegos, como los sofis- ths, Platén y de un modo especial Aristételes, se y¥eferia preferentemente 4 la sociedad en el senti- do estricto de la palabra y 4 sus diferentes formas. in primer término venia el Estado, como la forma ‘atural mas elevada de la vida social, & quien toda b'de Platén, hasta llegar aun pronunciado comu- ismo. Aristdteles considerd la familia como comu- idad primitiva (xomvix) y, ademas, como germen 1 Estado. De diferente manera opinaron algunos p los antiguos sofistas, y en particular los epicti- 0s, que consideraron como punto de partida de la ah Magny Eamrbender, en ol Staatsiesikon der Gorres-Qcsettechart, s4f2) Workerduch der Volkswirtschaft, 11, 576. 130 TRATADO DB BCONOMIA NACIONAL sociedad politica al individuo, haciendo derivar al Betado de una libre resolueion y contrato de sus miembros. Con la filosofia griega se evlazan prineipalmen- te Jas especulaciones medioevales. La jurispruden- cia romana apenas presenta ningtm punto de visua importante para la ciencia dela sociedad. « E] Dere- cho romano~—dice Brnder (1)—procede de una épo- ta de desarrollo social muy escaso, 6 cuando menos sujeto 4 muchas trabas, en que dominaba nna rigida, separacion entre el Derecho privado y el priblico.» Si las doctrinas juridico-romanas acerca de la so- piedad da Derecho privado influyeron, segtm opin E. Gothein (2), 6 no en Ja teoria contractualista de Rousseau, es cuestidn en la cual no vamos 4 ocu- parnos. En cuanto 4 la teoria contractualista de al- gunos escolasticos de los wltimos tiempos medioeva- fos, no refiere en manera alguna la fundacién dei Bstado 4 la libre convencion humana. Esta muy distante de la teoria individualista de Rousseau (3), pormaneeiendo dentro del cireulo de los principios cristianos, por los cuales fué esencialmente corre- gida y mojorada la antigua teoria pagana de la sociedad. Ventajas de la teoria cris! iana de la sociedad.— En un doble sentido se eleva la filosofia medioeval sobre las especulaciones de los griegos: ‘.® En primer lugar, el concepto cristiano de la sociedad ofrecia proteccién contra el absolutismo: a) En cuanto que sefialaba al hombre un fin su- perior y eterno eolocado mas alla de la esfera de accion del Estado. b) En cuanto que ponia la primera fuente del Derecho, no en el Estado, sino en Dios, admitiendo un Derecho superior al Derecho politico. Tp Stuaslnthon der Gorres-Goseltschaft, 2. Ant, Stacenentien ter Ce Sesatattssonschaftan IV, 2 8,8 ¥ sh sve) ‘Theod. Meyer: Institutiones juris naturalig, 11 (1900), 881 y sir guientes AD ¥ CIENCIA DW LA SOCIKDAD 131 ¢) En cuanto que reconocia la Iglesia como la forma mas perfecta y suprema de sociedad, fun- dada por Dios y por Derecho divino-positivo. El Estado no agota, por tanto, toda la vida social del hombre, Esto resultaba claro de la misma existen cia de la Iglesia, entidad juridicamente indepen- diente. Y debia ser tanto mds facil reconocer un Derecho piiblico de la «sociedad» (como contradis- tinta del Estado), cuanto que este Derecho «social» de las corporaciones profesionales, gremios y de- més asociaciones andlogas formadas dentro del Es- tado, @ pesar de toda su autonomia, se subordinaba eu lo esencial al Derecho ptiblico del mismo Estado. 2.° En segundo lugar, la teoria cristiana cons- tituia un ama poderosa contra el individualismo: a) Eneuanto que reconocia on ei Estado una forma de sociedad no arbitraria, sino necesaria y fundada en el Derecho natural. b) En cuanto que daba gran realee al fin esta- blecido por Dios, enlazando Ta finalidad del Estado con la idea de! deber moral. ec) En cuanto que daba 4 conocer claramente el cardcter orgdnico de la sociedad politica, ora ha- ciendo derivar e] Estado do la familia, ora dan- dole consistencia mediante el principio de solidari- dad, opuesto 4 toda concepeidn mecanica é indivi- dualista. Con esto se concedia su justo valor tanto 4 la depondencia cuanto 4 la autouomia del indivi- duo y de la sociedad con respecto al Bstado. «¢Qué es lo que en ultimo término puede mantener el Bs- tado y la sociedad? Su comin principio de vida es la solidaridad; es decir, la entrega del individuo on favor de la totalidad y de la totalidad en favor del individuo» (1). Sin embargo, la totalidad no devo- ra al individuo, el Essado no absorbe 4 la sociedad. TJuntamente ‘con la filosoffa cristiana, aunque desde otro punto de vista, lucharon enérgicamente () J.J. Rossbach: Geachichte der Geeellachaft, VIII (1875), 24 y con buen éxito contra el individualismo resucita- do por el filosofismo enciclopedista (setialadamente por Rousseau con su Derecho natural individualis- ta, su teoria del contrato social, ete.), en especial los defehsores de la concepcién histérica del Es- tado y del Derecho. En la teoria social anti-indivi- dualista de esta escuela se apoyé también la escue- la econémico-nacional histérica al estudiar una de las fases mas importantes de la vida social huma- na. En cambio, en lo tocante 4 los principios segin los cuales deben regularse las funciones politicas del Estado la ciencia moderna ofrece poca concor- dis, de pareceres, y 4 menudo bastante confusién: La época del absolutismo liberal y principesco y del mereantilismo dejé como herencia una concepcién exagerada del Estado, que no supo reconocer y ves- petar la importancia de los grupos auténomés in- termediarios entre éste y el individuo, de las puis- sances intermédiaires, como las llamaba Montes- quieu. También les fué hostil la Revolucién france- sa, no viendo en ellos mas que «privilegios» odiosos que debian ser extirpados de cuajo. Los juristas de aquel tiempo, aferrados 4 las ideas del Derecho romano, no conocieron mas que Derecho privado y Derecho politico, y dentro de este ultimo, no mas que el poder del Estado y los stibditos. Las cone- xiones organico-sociales fueron casi por complete pospuestas d las instituciones del Estado. R. de Mohl pleited en Alemania en favor de una separa- cidn entre la ciencia social y la ciencia politica. Todas aque- Ilas asociaciones que de alguna manerase fundan en una comunidad de intereses y ocupan un lugar intermedio entre la familia, como organizacién natural de 1a vida privada, y el Estado, como organizacién politica, deb(an formar, segin 61, el objeto de la ciencia social. H. de Treitschke, por el contrario, hizo notar el cardcter politico de todos los gru- pos sociales (no sélo del municipio y la provincia), la cons. tante accién y reaccién entre ellos y el Estado. y se pronun- cid contra la separacin. Por su parte Lorenzo de Stein se resolvié en favor de ella, fijandose, por lo demas, con prefe- rencia en la cultura y bienestar como causa del progreso i SOCIRDAD ¥ CIBNCIA DE LA SOCIEDAD 188 térico de la civilizacién. Aun las clases inferiores parti- ipan cada dia mas y mas de sus beneficios, aumentando sus Siecesidades y sus exigencias, pero al mismo tiempo también ‘isu capacidad productiva. La idea evolucionista, que en Stein =.g'88 presenta todavia apoyada en la, historia de la filosofia de jetder y Hegel, domina Inego de tn modo general en toda 1s: Sociologia moderna (1). /42, En wiérono nistorrco ¥ aL erosr1co.—La ‘eiencia de la sociedad fué tratada por la antigua filo- ilsofia cristiana bajo un aspecto predominantemente Miérico. El estado social se hacia derivar de una ‘Miaiural disposicién del hombre; se investigaba la “\maturaleza de la sociedad y de sus diferentes for- Hphhas; se concedia, sobre todo, especial relieve al fin ‘atural de la sociedad; se proponia el ideal para la Sstructura interna, la vida y las operaciones de las Iprincipales especies de sociedades, con lo cual so realizaba también, por lo menos en sustancia, un jestudio fundamental y profundo de las relaciones tre «el Estado y la sociedad». Por el contrario, q concedia menos atensidn al aspecto histérico de a vida social. Pudiera verse en este hecho cierto bxolusivismo. Sin embargo, seria injusticia conver- itlo en motivo de censura contra la ciencia anti- ua. La ciencia, como todo, tiene su evolucién, y sta evolucién no puede ser sino obra del tiempo. estudio tedrico y fundamental, que en wltimo érmino se apoyaba siempre en la realidad de la vida, elevandose Iwego en alas del espiritu, para tradiar desde las supremas cumbres de la espect- #ibeién nueva luz sobre el mundo de los hechos, de- sdbla ante todo Ilenar los fines mds importantes de ae Sins Carlet dr seraten Beverages 0 rer de epee ha Le Gestte (eho ao Moh Ache wn erat, fe Senden ig V0) Bie saslosorig Sal amonds arden oboe nae) slatidad de Ina ideas eee 134 TRATADO DE ECONOMIA NACIONAL momento y atender 4 los conocimientos mas necosa- rios (1). En todo caso, mucho mayor peligro ofrece la pareialidad quo no raras veces se observa on la moderna ciencia; el completo olvido del <éos; la falta de atencién 4 los fines naturales y estableci- dos por el mismo Autor del Universo 4 Ja vida hu- maua y social, y con ollo la emancipacion de Dios y do ja ley divina; el estudio exelusivamente causal, que no conoce mas que agentes y productos; la confusién del desenvolvimiento de la vida humana y socia! con un simple proceso de la Naturaleza, etedtera, Poro, como hombres modernos, no vacilamos en afirmar que hoy la ciencia sovial no debe limitarse ya al estudio puramente filoséfico y tedrico de los hechos de la vida social, & los fundamentos cien- tificos abstractos de las instituciones sociales. La consideracién especniativa y teleoldgica es hoy de por si sola insuficiente: también el estudio histd- rico, genético y causal, convenientemente emplea- do, tiene su justificacidn, Queremos saber algo, y aun lo mas posible, acerea cel proceso histérico de las sociedades, acerca del desarrollo y formacién de la vida colectiva y de sus mds principales for- mas; queremos saber qué hechos y qué institucio- nes sociales se han presentado en el decurso de Ja historia humana (Estatica); queremos averiguar qué causas y factores los produjeron, adguirir noti- cia del nexo causal que existe entre los hechos y es- tacos de que la historia de la sociedad nos da cuenta (Dindmica). 43. La Socronogia EN SU FORMA MODERWA.—De hecho las distintas ciencias euyo campo de estudio se relaciona de alguna manera con la vida social han empezado ya 4 ocnparse cada dia mas y mas en las cuestiones indicadas, y no sin importantes (1) Histor.-polit, Blatter, CTY, 783 y siguientes, 838 y siguientes; CLIT, aay siguientes, 161 y siguientes SOCIBDAD ¥ CIENCIA DE LA SOCI®DAD 135 resultados. La Etnologia, la Filologia compara- tiva, la Estadistica demografica y moral, la Histo- ria de la Economia y la Economia politica compa- rativas, la Historia del Derecho, la ciencia politica y la ciencia de la religién, comparativas también, con otras disciplinas semejantes, se ensefiorearon, cada una en su distrito, del material histérico. Pero la conexidn que objetivamente existe entre las diversas manifestaciones de la vida social—asi se afirmaba y se afirma atia—no podia manifes- tarse suficientemente por las investigaciones par- ticulares de estas ciencias especiales. Se hacia pre- cisa, de consiguiente, una ciencia que, poniendo a contribucién los anteriores ensayos de indole andloga, redujese todo el conjunto de hechos so- ciales 4 una concepcién armdnica, examinandolos todos desde un mismo punto de vista mas general y elevado. ‘Pres caracteres distinguen esta nueva ciencit 1.°. En primer lugar, ella se refiere 4 la sociedad en la mas amplia acepcién de la palabra, a todas las formas y especies de relaciones y conexiones sociales, reclamando para si la misma importancia universal concedida anteriormente & la «Filosofia de la Historia», pero aspirando al propio tiempo & conseguir el objeto que en sus investigaciones his- térico-filosdficas se propusieran Herder y Hegel en Alemania, Montesquieu y Condorcet en Francia, Ferguson en Inglaterra 'y Vico en Italia, en un grado muy superior y més perfecto, La nueva cion- cia sociolégica aspira & una férmula nica de ex- plicacién para todos los fendmenos sociales, y esto simplemente dentro del orden etiolégico 6 causal. 2.° Naturalmente que para esto la Sociologia debe revestir el caracter de ciencia exacta, aplican- do la investigacién de las leyes inmutables de la Naturaleza que rigen el desenvolvimiento,de la vida social humana el mismo método de que Se sir-- ven las cioncias naturales. Esto constituye preci- ee alilsdpeecnman Cee E samente la particularidad més notable dela moder- na ciencia sociolégica. 3.° Como ciencia positiva, la Sociologia recha- za desdefiosamente a priori, por motafisica», toda explivadién filoséfica y tedrica de las cuestiones so- ciales. Segrin se nos dice, todas las demés ciencias han de recibir de la Sociologia vida nueva y enér- gico impulso, en mayor 6 menor grado. Tan sélo Ia concepeidn filosdfica de los feudmenos y proble- mas sociales recibird en definitiva de ella el golpe de muerte. Las teorias y doctrinas fundadas en los principios y deducciones do la razén no encnentran gracia alguna é los ojos de la mayor parte de estos modernos socidlogos. A penas si sé concede la entra- da on su distrito 4 la Logica para que actiie de «po- lieia del pensamienta>. -, Pero veamos ya algo mds de cerea esta nueva ciencia. § 2.° La Sociologia evolucionista (1). 44. Si hemos de creer & los sociélogos mas mo- dernos, £4 mrstON DE LA SoctoLoGia es grandiosa, y sus resultados incontrastables. Bien es verdad que hasta ahora no se ha presentado el Newton 6 el Kepler de la ciencia sociolégica. El dia que se presente la Sociologia sera la gloria y el orgullo del siglo XX, del mismo modo que las ciencias polt- (1) Biargognarts.—Defourny: La Sociologia positiviste: Auguste Com- te (1902). —Gruber: A’ Comte, der Begrdinder des Positivisnius (eso) Der Positiviemus vom Tode Comtes vis auf unsere Tage (1801). Barth: Die Philosophie der Geschichte als Sostologie (1807), 11200, 20 884. —Loria Die Soziologie, Aberactat von Heiss (I¢01). —Fassbender: Sozidlogie; ar: tleulo del Staatsiecion der Girree-Gosellechayt, V, 2 Aufl Lex bieulo Soziologie, en et Worterbuch dar Volkstctrtechaft, de Blster Gothein: articulo Gesellschaft und Greellechafterteeenecho7t, Fadworterbuch der Staatewissenschaften, TV, 2 Aus. —-Knapp: Darwin und die Sozialwissenschaften, en el Jahrbuch fur Nationalobonomte wad ‘Statistik, XVITL, 263 y signientes.—Krohn: Beitrage eur Kenntnis wid Wirdigung der Sosiologie en los Jahroticker fir Nationatokonomie, N. y 137 ] as y ecoudmicas lo fueron de los siglos XVIII En efecto; esta cioncia, joven atin, pero ya ma- “:dara y completamente auténoma, se ha encargado ‘de investigar con excelente resultado (1). Valiéndose de 1-observacién puramente -histérica y empirica, f14 Sociologia penetra hasta la célula tunica de la dial derivan su origon y desenvolvimiento histéri- sls distintos hechos sociales, busca y encuentra, ‘Wgran ley de evolucion 4 gue esta sujeta Ia vida a8eeial hisidrica, la causalidad natural de todos los JMbchos fundamentales de la sociedad humana, en el Sdntido de determinismo social 44) Facilmente podremos formar juicio seguroy com- {pisto acerca del cardcter, naturaleza y contenido ‘dg.Ja nueva ciencia si estudiamos el desarrollo his- igrico de la teoria evolucionista dentro de nuestro s€amipo econdmico, fijdndonos para ello en las #}45. Bsovesas socrozéeicas més principales. Es ¥erdad que aun dentro de estos grupos no hay sijiformidad de pareceres, afirmaciones y doctri- ‘tits! Quot capita, tot sensus. Sin embargo, pueden cipalmente distinguirse tres (2): ra Be 4ot; TIT, 1 y siguientes.—Meffert: Sostologinche Phantatien, en los olit, Bitter, CXXTX (i002), 649 y ajenienten; Zum Bvolutionsmien, CXXVIT (1961), 600 ¥ siguiente.—Cathrein: Die moderne evobutis suabithe Weltanscharnung is. ihren Konsequensen, en los. Siimmen ae Mpia-Laack, LXTV (1908), 194 y siguientes — Veanse ademas: Gutber otf Apotogetik, T. 2, Aust 1908), Der Hensch, sein Ursprung wid serve Erfiorcttung, 2. Auf’ Scknoider: Naturvitker 1885). Seheutizon. Ube: Urgescnichte, on el Jahrbuch der Naturwisaenscharten, NOLL Posch: Die grossen Weltrateel, 11,2. Aufl. Cathvoin: Moral: nib Soztotogie, 6 NOMA NACLONAL 188) TRATADO D# WO! 1.* La escuela intelectual, de Augusto Comte. 34 La escuela bioldgica, de Herberto Spencer. 3. La escuola econdmica, ordimariamente IHa- mada de Carlos Marx. Alguna de Jas ideas guo pone en ness la Sociologia mo- eee enouontran ya en ins teoring de Saint-Simon (). dere spargo, no 23 coasiderado Saint-Sinon 000) el funda Sin eeita Sociologia, sino mas bien uno Jo oe precursores. BefntSimon pide ya ana concopoidn TA! wendtica de le Saint Str on su totalidad. La nueva politica, die no habia Gel nitarse & ana simple biografia de} poder, sino mas bien Soonir cuidadosamente el corso ¥ osarrollo de la civiliza- soph ytera, debia utilizar el mbtodo de Ya Fisica y demis cion as positivas. Odjoro final de las clove’ fisico-politi- cic bia ser el conocimiento de las 1eyes generales del des- cas dovite in civilizacion y de ta sociedad ‘Las mas impor tantes novedades introducidas por ‘Saint-Simon en la cien= Ey politica, han sido compendiadas por Pablo Barth (2) del siguiente modo: soon politio es una ciencia positiva; Sh decir, de ob servacion: ton positiva como paede 38116 Ya Fisiva. HYBCISR objeto no es 1a constitacidn del istado, sino el eoujunto de toda Ia vida socia} 2 oa el curso de! desarrollo del espir'tn, jumano domi- na aan tondencia fijaqne en lo eoncormients © in concepeidn na auniverso, partiondo de 18 Teologis ¥ pasando por la Me- det ice, couduce & una ciencia cada VPs 10S positive, ¥en tats practica, desde las empresas bélions fal trabajo Pa cific Ae Gada grado de esta ovolucién det espirita, cada sis- tenin Aloséfico, est enlazado con ma Sisto politico queen tems Prada, y dau vee cada sistema polveice 5 apoya en uD Bl se Edo régimnen de 1a propiedad y de ' produccion, ¥ ietor resultado ona doterminads formacion de clases. 3" Saint-Simon da por vez primera Io esbozo historia de cate tormacion de clases, cifiéndose & 18 nec! on francesa, de estiyanas miradas de soslayo & Tuglater'a, een esto pretende olevar la Historia “iesde el campo dela literature 4 lo esfera de la ciencia: ‘Siganas de las ideas de SaintSimen, especial sus ob servepiones acerea dal proceso evolutive de la sociedad por {ee tes estadios—teoldgico, metatisioo ¥ positivo,—al igual (0) Guures de Saint Simon ot @ Bufantin USES 1378). —Véase @. Weill _sueat-Simon et son cuore (1504), want Die Pnitosophie der Geschichte, X . SOCLBDAD ¥ VIENCIA DE La SOCLEDAD 139) quo la contraposicin entre Ia sociedad militar y la indus- trial, y la explicacién de los fenémenos politicos por causas ¥ factores de indole econdmica, volverdn & presentérsenos de nuevo un los sistemas sociolégicos posteriores, Como verdadero fundador de la Sociologia es ce- lebrado Augusto Comte. De él recibié su nombre la. nueva ciencia 46. La escunha INTELECTUAL 6 Ps100L0GIcA de Comte (1).—Conocido es el cardcter positivista del pensamiento comtiano, su oposicién 4 la Teologia y dla Metafisica. Comte pretende ser absolutamen- to real en sus ideas, no quiere saber nada de causas abstractas, genéticas y finales, sino simplemente de hechos concretos gue somete & la observacién para descubrir las leyes por que se rigen. Puede afirmarse esto en particular de su Physique sociale 6 Sociologia» (2). Para encontrar las leyes de la sociedad humana distingue Comte entre estatica y dindmica socia- les, La primera analiza la sociédad en su estado estacionario; la segunda, en su movimiento, Este movimiento es, segtin Comte, incesante y progresi- voi la ley del progreso es ley fundamental de la So- ciologia, De su estdtica social nos contentaremos con dar aqui el siguiente extracto. Ku su concepeién apa- rece la sociedad como fruto de determinadas pro- piedades y disposiciones psicolégicas innatas al hombre, que le conducen & la convivencia social; de la tendencia del hombre 4 relacionarse y unirse zon sus somejantes y del sentimiento de benevo- lencia. Por otra parte, hay también en el hombre inclinaciones egoistas que se oponen 4 la vida so- (1) A. Comte: Cours de Philosophie positive (1880); Systeme de la Poli hique poeitive (1S), @ "Para el conocimiento mas detallado y la crition de las doctri- ap de Comte, véacu en particulars Hermann Graber: Auguste Comte, der Bopriinder des Positiviuaus (1859); Dov" Posetivigneus von. Tods Contes bia auf unsere Tage (1691).—Véuse tambien & Gorbare vou Sobulze-Gae- Yernita: Zum socialen Prieden, UI (1880), 6 ¥ sigaioutes, wo or. /°ADODH BOONOMIA, NACIONAT cial: de aqui el antagonismo, la Icha entré los ins tintos altruistas y los egoistas. La conservacidn de’ la sociedad y su desarrollo progresivo dependen del predominio de los instintos altruistas sobre los pura’ y absolutamente egoistas. La familia y la asociacién para el trabajo 6 cooperacién industrial son las dos grandes formas de socializacién. Del individuo no se ocupa la Sociologia, por cuanto el individuo no es, ni la eélula social, ni siquiera una realidad propiamente dicha, sino una pura abstraccién. Lo unico verdaderamente real es la sociedad. También la familia—eélula social, en sentir de Comte—per- tenece, segtin él, 4 la esfera de la investigacién bioldgica: no es, por tanto, objeto de la Sociologia. La asociacién industrial para fines comunes es se- alada por el fildsofo francés como uno de los mas fecundos adelantos, y al propio tiempo como eardc- ter distintivo de la inteligencia. Nunca los locos llegan 4 asociarse. Sin embargo, la divisidn del tra- bajo que acompaiia 4 esta asociacidn tiene también su lado oscuro, Limita la libertad, convierte al hombre en maquina, en fragmento, y sofoca el es- piritu por la monotonia de las oeupaciones. De aqui ja necosidad, para remodiar esta influencia nociva, de un poder espiritual que enriquezca con ideas st- periores y mas generales 4 este hombre fragmen- tario. Mas importante que la esiética es en el sistema de Comte la teoria de la dindmica social, el estudio do las leyes que rigen la evolucidn de la sociedad. humana. Como factores secundarios de esta evolucién se- fiala Comte los tres siguientes: el disgusto, la. muerte y el répido crecimiento de la poblacién. Lo que 6] hambre para las clases proletarias es el disgusto para las acomodadas: un estimulo de su actividad, una excitacién para nuevos inventos y adelantos, etc. Quitese del mundo el disgusto, y muchas de las grandes obras y’ empresas que han S0GI8DAD Y'CIENCTA DB LA sociEDAD. 141 Jiao ul progreso de la sociedad no hubieran “8kistido. Por otra parte, silos hombres fueran in- tilotteles faltaria el vivo cambio de esfuerzos y as- *plracionos, la continua renovacién y refresco de la ae y actividad, el choque del espiritu conserva- dbtede la vejez con el afin de novedades de la ju- ies De igual manera, también la muerte es un factor de progreso. Verdad es que no debe ser exce- ee corta la duracién de la vida: su fugacidad ,@ilinera ahogaria en germen todo adelanto, toda idn. Por tiltimo, el répido crecimiento de la Joblacién, que acelera el curso de las generaciones “Hiitianas, fomenta—por el mayor refinamiento de Eligha entre las aspiraciones individuales—la vi- 2a la energia y la rapidez del progreso. También Stendencias radicales en las infimas clases del jeblo se deben en parte d las influencias que (mer- id los matrimonios tempranos) resultan de Ia r: 1a sucesién de las genoraciones (1). Sin embargo, como causa primaria de la evolu- iH social sefiala Augusto Comte el desenvolvi- Suto del espiritu. El progreso social es un pro- duéto del progreso de la inteligencia, y asi, & los s estadios de la evolucién de la inteligencia co- gtipsponden también tres estadios de la evolucion ‘sopial: 4 la fase teoldgica, la militar; 4 la metafi- sBibhy la legislativa; 4 la positiva, la industrial. No ‘pddemos entretenernos en ulteriores detalles acerca *dal'desarrollo, on parte muy arbitrario, de esta «jdpa.-Baste recordar que tratdndose de la época * serite invierte Comte el orden, y en lugar de los Aabtores intelectuales sefiala como cansa primaria “ddl’movimiento las relaciones econdmicas, conside- JFando el desarrollo de la industria como causa de- tefiminante de los productos estéticos, cientificos y sujlitares en general de todo el estado y progreso li'sociedad. Siente, sin embargo, la esperanza ut): Loria: Die Sosiclegie, 2 y siguientes. TRATADO DE RCONOALLA NACIONAL: de que on wna época future revivird la influencia omnipotente del elemento intelectual sobre todas Te ieorzes y actividades del hombre y sobre todo el progreso de la sociedad La iden de que le ciencia represeuta la medida de ln evo je hemmane aparece de nuevo en el Hssay de Physique acion Mie Quetelet, y en la History of Grvitisaller En- gland, 1 eee, al paso que la fo en Is omnipotencis de la gland, de omina en ta concepoidn materialista de la His toria de Engel y de Marx. te ope rare, De Roberty, De Greet vy Lacombe 50 ade Peete G menos a la concepeidn comtiana. Eneee ms de- pier sooidlogos que parten de un punto de vist psicolégico mass aoe ooomluente 4 Tarde (1), que se vale de) ins cits oMnitaeién para explicar Ins leyes sociales "También te dings (2) invent® edifiony la Sociologia sobro bases prin- cipalmente psicoldgicas _ssssesese_seees¥# deans teorias psicologieas no es incumbencia de a Goenomia nacioual (3). Aguellos de sus puitos Par” | eegéé__ veela seran objeto de examen en cada aso OSP% cree enricio Defourny (4) compendid su juicio | igs seen adrmacidn: «Comte es un compilador, no aa creado.» fas importante parece estotra cnestin: gate Noy | i4=_=—_—_— «Sociologia» y algunas ideas generales...; fuera de esto, at in- digesta moles de wabajos fragmentarios y lenos qiraganas. Comte habla prometido hacer de la so- oe tal ol objeto de una ciencia positiva, ¥ demos: viet gn todos los hechos y fondmenos sociales une tay Dangtivias anda precisns Lexis: mrtigato Sosltey!f, or Worter ait Da yeieieeRardye 1h bey wguioute: Tate, Les ee Timi buch der ark pique wocsale (80s); Les lois soctates (8) —De ‘Greet: (attensetion ata sociologte (1885: Ms OUiphe Principles of Sociology (1396) (Dat Drevaceven dol particular las oftadas ovis te Gruber ee entse eiotros, Mavirice Defourny: Lu sociologie posiieiste ae juste Comte (1002) ii) Obra citada, 350 y siguientes, estricta regularidad. gQuién osaria afirmar que mantuvo su promesa? Su estitica social no pasa de un breve y elemental andlisis de la fj milia, de la division del trabajo, de la autoridad, del organismo social. En cuanto éla dindmica, no presenta doc trina alguna que no deba considerarse hoy como ca- duca y abandonada. Con todo, hay que reconocer que Augusto Comte, cuando monds por la impor- tancia que concede & los factores intelectuales y psicolégicos de la evolucidn, se eleva 4 gran al- tura sobre un buen niimero de los socidlogos poste- riores. También se distingue su teorfa por una cier- ta moderacién En la clasificacién que de las ciencias hace Com- te (Matematicas, Astronomia, Fisica, Quimica, Bio- logia, Sociologia), la Biologia precede inmediata- mente d la Sociologia, Cada una de estas ciencias constituye la condicién légica previa y el auxiliar necesario para la que le sigue, y, de consiguiente, esto sucede también con las dos ultimas. El socid- logo toma del bidlogo ciertos conceptos generales, como los de evolucién, de especializacion 6 dife- renciacién de érganos, de consensus, de armonia, de solidaridad. También hay que reconocer y tener en cuenta las condiciones bioldgicas de la evolucién so- cial. Pero, con todo, por lo general Comte se guar- da de extremar la analogia existente entre el orga- nismo social y el fisico. La evolucién no es para él un proceso cuasi fisiolégico, y su ley determinante, Ja ley de los tres estadios, no es un prineipio de Bio- logia, sino de Ideologia. Sobre todos los factores puramente bioldgicos encontramos todavia en la doctrina de Comte el espiritu, la inteligencia, la fa- cultad de invencién como requisito primario de la cultura y del desenvolvimiento social. Los grandes resultados de la Biologia indujeron luego 4 wn posi- tivismo mds radical, 4 desarrollar con mayor am- plitud el aspecto biolégico de la Sociologia, colocan- dolo en primer término dentro del sistema sociolé- Lt TRATADO DE ECONOMIA NACIONAL, gico. Entre los representantes de la Sociologia bio- Fogica se cnentan en particular Herberto Spencer, Pode Lilienfeld, A. Fouillée, Renato Worms y, @ su manera, también Alberto Schiffle Distinguese, sin embargo, este tiltimo ventajosamente de los de- mas por uua mayor aceutuacion de la importancia Gel espivitn y de las fuerzas psiqnicas, de los facto- res sociales y éticos para la vida de las colectivi- dades. 47, La EScvELA BroLoaica U ORGANICA, de Her- pert Sponcer (1), coloca en primer término ol ele- mento bioldgico, rechazando la doctrina de que sea al espiritn lo que rige el desenvolvimiento de la Sociedad. La Biologia nos sutinistra el prineipio Tniversal que debe guianos eu nuvestras investiga giones acerea de la coustitucin de la sociedad. No tediante el andlisis filosdlico de las oreaciones del espirita del hombre, sino mediante el examen de su vida individual y de las leves de su organismo fisico, deben estudiarse la estatica y la dinamica sociales. ‘Advirtiendo que no se trata aqui de analogias Ta- Zonables entre ei organismo fisico y el organismo moral, sino que se presupone une casi complete conformidad. La evolucién de los cuerpos fisico~ orgdnicos y ia do los cuerpos sociales se hallan re- gidas por 1dénticos priucipios de formacién. Este conformidad se muestra no sélo en la diferenciacién progresiva de los érganos durante lus distintas faces Tal proceso evolutivo, sino también en la igualdad 4) Spencer: Social Statics ass Prinesples of Soesology (eadnesign ada SPoNE Tratvon, tatty Deserepivoe Sociology GSS, The Stuy) of $0, alma ae Wsioe dlpmana de Marguardgon, 1973) The Man varaus the Fe ee eet ectte: Bau und Leben, dea sosiclen Korpersy Seale (ed ler Eutwurf einer eaten Anatomie, Physiologie und POY, eee ie cntichen, Gessllacha[t mit beagntevor kuckalent au dit Shere a er et ly aozinien, Sofforehect, 4. le, (oid 1878), 2 AU 2 etna echt otf Mioutelds Gedanken ber gine Sociatwessenaclaft dor Bae Ue ay dar Vervetuigung der orgaonachon Methode in dey Sox Zale OED orane: Ea Soetolopie (150%, Organise et société (SO ge cereale do Barth sobre Spatcer, on el Handyorterduch dey Stags, Sterna 0 8 AOE ry acta BONE soup ‘Der ee eee te smn Toate Conies bid auf wnsere Tage 180), 10y vigaientes | 27 y siguiente, Illy siguientes, " 7 SOCIEPAD Y CIENCIA Dy L.A SoUtuDAD 5 de funciones de estos nismos érganos, on. la accién Gombinada de estas funcioues, en la total depen. dencia mutua de unas partes con vespecto & otras, ou la futima solidaridad entre los varios drganos ya diferenciados y especializados, No podemos ni queremos entretenernos on explicar mas detulladameute la comparacién yue esta escuela establore entre el tejido exodérmico del organismo individual y su correspondiente del cuerpo social, representado por las-cla, es judicial y militas; entre el tejido endodérmico y las clases industriales y agvicolas; entre el tejido mosodéemice Y,Jus clases comerdiales (1). Usunhnente tondencioso apa, rece, & primer golpe do vista, el estuerzo de la escuela spen- Geriana por encontrar rasgos de auniouia entre las sociedas des de los castores, hormigas v abejas y los grados inicle. des de la sociedad humana. Conocide es ademas cdmo de {as costunbres de viertas tribus humanas en las selves vice fones dle América, Africa y Australia ha preteniido colegiv Hi gscwela bioldgien mediante atrevidas deducciones el jet, nitive estado dé la Huumanidad, ete. También, seuiin Spea fer) el progroso camina desde ‘el estado militar al estado industrial. Coanto mas se aleja la sociedad de sa primitive forma de horda guervera, tanto was va aproximanlons & garel tipo de vida social, hoy todavia muy lejano, en que cada uno podré desarrollar libre vy segaramonte su actividad econdmica bajo le egida de la paz universal 6 inalterable De mayor importancia y trauscendencia préctice es para ol economista el modo y manera cémo, Segiin la teoria de Spencer, se realiza el progreso; el factor primario de la dindmica sovial sealade por el filosofo inglés; su postulado de La libertad eeondnica—fundado en los prineipios bio-sociolégi- Gos de la seleccién natural mediante la lucha por la existoncia (2) y de la extincién de las formas trenoy aptas—como condicién del progreso social. En sen. tir de Gothein (3). el principio de la libertad eco. némica fué para Spencer mas bien el punto de mira Ro aeaie Rirstro Uratalo elementat de Sociolopia eristiana, cap. t, srtion!n 2° "/N. det 1) (2 Véase Jontsch: Soctaluuslese (160s), Pi Attlenlo Gesellschaft, en el Handwortarbuch der Stuatewissen- achaften, TV, 20. Tom [ 10 146 ‘PRATADO DB ECONOMIA NACIONAT. prefijado de antemano qno el resultado de sus inves- tigaciones. «Spencer—dice—quiere 4 todo trance domostrar la racionalidad del individualismo usual en Inglaterra. Esta es la idea que, més 6 menos conscientemente, le guia, asi en sus deducciones como en la seleceién de los hechos. Abstracciones tan pobres como aquello del «espiritu industrial y del ospiritu militar», que se aplican 4 todos los fe- némenos imaginables de la Historia como reacti- vos do infalible eficacia..., ni siquiera merecen el nombre de metafisica.» También Gumplowiez (1) y Ammon (2) aplicaron 1a doc- trina de la seloccién natural & la explicacién y solucién de los problemas sociales. No hay necesidad de estudiar ahora mas extonsamente tales aberraciones, pesto que de ells deberemos oouparnos detenidamente al hacer Ia critica de Jos sistemas individualistas. ‘Permitasenos dnicamente una breve observacién acerca del valor & importancia de las analogias entre .el mundo corpéreo ¥ la vida social, hoy tan en boga, «Puede compa- rarse—dice muy justamente Fassbender (3)—el movimiento meednico de la materia con los eambios de ideas y manifes- taciones de la voluntad en una multited humana; la inercia de los cuerpos materisles, con el instinto de conservacién de los partidos y grupos sociales; la atraccién y repulsion de los procesos fisicos, con el amor ¥ el odio entre los hom- bres: 1a dilatacién de Ins masas gasiformes, con la expan- sidn del poder politico y econémico de los pueblos; el movi- miento ondulatorio del agua y del aire, con la propaga cidn de ideas y opiniones por tindiciéa é imitacién (Lexis) El disponer de este modo los distintos fendmenos particul: res bajo categorias genorales podré ser witil pars In investi- gacion cientificn, como la llamada chrie 6 los tépicos pre- den serlo para Ja invencién literarias pero cuesta trabajo Yer qué se habré adelantado con ello para explicar la cau- salidad de los fenémenos sociales. Si en Ia enumeracién de Jos estratos, érganos, segmentos, vasos, centros motores, nervios y ganglios sociales se ha ilegado tan allé que hasta se ha descrito el fémur social, el gran simpatico social, ol pulmén social, el sistema vascular social, extendiendo ade- nds la consideracién la anatomia patolégica y legando & (1) Grunariss der Soziotogie (18%); Soxinte Resaiys (1890) (Die Geceilechafteordning und thre natiirlichen Grundlagen (1885). (3) Seuatalexiton der Gores Geeallechaft, V, 2 Aufl. 104 y signiente SOCIEDAD ¥ CIENCIA DE LA SocIEDAD 47 AE cnbrir—como Loria-Heiss nos refiere de un profesor de SJa-Sorbona—hasta el tejido nervioso transformado en grasa “del cuerpo social (1), semejantes paralelismos son tan inuti- eles para darnos a conocer la verdadera génesis de los hechos “Sociales, como inconducentes para ayudarnos 4 formar jui- ygeio del porvenir de Ja sociedad. Por otra parte. la idea del veardcter orgénico de la sociedad en general pertenece de g jnsticia los axiomas de la ciencia social cristiana, de la S,enal se deduco asimismo el concepto de una politica social sen sentido cristiano como doctrina de las relnciones que -deben mediar entre el poder piblico y las distintas clases sociales, y de las relaciones mutuas entre éstas en orden al Nienestar comin,» [De una manera andloga juzga Lexis (2) las exageraciones poioldgicas de la analogia existente entre la sociedad y el ‘organismo fisico empleadas por Spencer, P. v. Lilienfeld, 2, Worms y también por Schiffte. Acorea del «método or” Binico», dé enya aplicacién depende, en sentir de Lilien- veldld, la existencia de la Sociologia, dice Lexis: «Este méto- db no pasa inds alld de ciortas abstracciones, en las cuales ig Bpra nada so tiene en enenta Jo especitico de fos fendmenos Hede las dos series que se comparan. Puédese muy bien ha- ‘Epler on uno y otro orden de diferenciacién de drganos y di- Vision de trabajo, de capitalizacién y gasto de energias, de Sedtado y desarrollo embrionales, y presentar varios para- Bdlos ingeniosos; nero todo esto, vi sirve para darnos nn Xk nhevo conocimiento del nexo conereto de los fendmenos so- iciales, ni nos capacita para prever ‘el curso de las cosas en ‘hh determinado terreno. El hombre no depends fisiolégica- mte de la sociedad. como una hormiga particular 6 nna Sbeja depende de su «Estado» 6 colonia (3). Menos todavia Ja sociedad humana un verdadero organismo eu el sen- “jbilo-que & Ia palabra organismo da la Zoologia: dentro de “aj sociedad los hombres no se relacionan entre si como cé- Atlas; entre otras razones, porque les falta la wnidad rigu- Fesa-que on el organismo domina todo el conjunto, on vir~ le Ia ctral todas las partes estan en nna constante il hTembign Bolow Lace, mote de siestas extomungincing de. tn s agfoneia organicn del Estados. «que se tione por dichava, ae jeder Sohuperer uo punto dado del cherpe politico 6 social eon el ombliga del Rombros. (Histor, Zettschrafe, LREKI [1608 BN y siguiente) s ) cArtiouto Soztologie, en el Wirlerbueh der Volkerctfechaft de Bs 8 se acorea del particular ol trabajo del conoside mirmecs. Wasmann, 8. J.: Vergleichende Studion aber daz Seelentsben tier Jeigen,und der huheren Tiere, 2. Aufl. (L000). Das Gesellschafteleben im ‘Narreich, 6 y siguicntes, 18, contra Birchner (Geistesleden der Tiere, 2) Ookaaetl de Martie (2 orneprimitiventia evotustone econemica |) % Lis TRATADO DE ECONOMIA NACIONAL: aonidn y coacvidn ennee si, y onda acto vitel el todo de- peude de ln vooperacion de todas Tes putes, dejando 4 su pede Cuar au infiuencia sobre todas vllas, Pero, sobre todo, vor aepe fomes que existon entre [oe vatios individues de una ies win go slistingwwen evencialmente de Iss ve mnediau octet Sparing céluias del organismo, por cuants 2) Te Titan quimicas 3 Bsioldgicas, sino excivacienye faigapieini Side ba yoluntad, sensaviones 6 ‘novesidad 6 de de eee ycion, de placer 6 dé disgusto, seatimient9’ de amor Sey otto unestio interés por Ta vide sovia) funda presisaingnte en ot hecho de tener elle. por ‘pase estos eS0r Pree seotticameute husiancs... Despsjese el Ss70h sovial «pe elemento paicologico y sonsetente, oom’ de hecho se de a eid. atos paralelismos entre él y 1s vide organica, Vin Sociologia piarde Io que previssinent® Te da snstantivi- Jad propia somo ciencia especial + foo breves palabras, coda esta Sociologia biolé- ggica no alcanza hasta el hombre come hombre, como see Moional, libre y moral. Con trasiadar le simple aplicacidn de coneaptos tomados de las ciencias rt~—C—C_._CUOCC fisioligica nargrpaftio, ete.) al hombre y a su evoluciéy his oy Bebsjoee 6 nada hemos adalantado para 1s Vor ‘pidora clencia del hombre; antes bien, mucho hemos perdido y echado & perder (1). “A-posar de todo, el abundance ynaterial etnold- gico senmulado por las diligentes investigaciones Boo NSoonala spenceriana podré dar también om el porvenir informes muy instrnetivos Beer del ca- aoeeege ios distintos pueblos y de la indole parti- wala da sus institueiones sociales. Har de ams scusca wooxourca, & la Sociologia de bare economies, segin la teoris de Mars y Engel. gin esta escuela, los procesos todos de la vida Joslal, politica y psiquica reciben su determinacién y forma de 1a economia 6 do las condiciones de pr evan. La falsedad de esta doeorina salta a la vis fa, por cuanto en el hombre las fuorzas de produe- Gio, que aqui.se estableven: eomo, snpremos facto- dpe) exooluate juicio exitino de Wagner: Oruuileaund 49. SOCIEDAD ¥ ClENUIA DE LA SOCLEDAD. res determinantes del proceso evolutivo, son resultado de otras fuerzas impulsivas ideales, y aun abarcan y presuponen todas las fuerzas de la vida psiqnica y cultural (1). La exposicién y oritica més detalladas de la Sociologia econdmica quedan para otro Ingar, donde discutiremos las teorias del moderno socialismo marxista. 49, Oszapa rerrosrrcriva.—Echando wna mi rada sobre las diversas escuelas de la Sociologia moderna (2) y sobre la labor cientifica de sus par tidarios, no podemos menos de reconocer la apli- cacidn y el celo que on ellas se manifiesta. También nos hacemos perfectamente cargo del gran esfuerz realizado para agrupar de una manera clara y me tédica, formando una disciplina especial que hiciera objeto de su estudio la totalidad de los hechos so- ciales en su conjunto sistematico, todo el abundan- tisimo material que en el ultimo siglo habian acu mulado la Avtropologia, la Etnografia, la Paleon- tologia, la Filologia comparativa, la Historia de Ja sociedad y de la Beonomia, y el Derecho, la Moral y la Mitologia comparativos En particular la ciencia social cristiana podia prometerse de una investigacidn histérica y de una Sociologia empirica verdaderamente cientifica pre- ciosas aclaraciones y iultiples auxilios. Para no citar més que un ejemplo, la moderna Etnogratfia se ha conquistado ol mérito indiscutible, dice Guiller- mo Schneider (8), de destruir dos ilusiones: el suefio ideal de una Humanidad pura é incontaminada alla en una remota isla 6 en un desierto solitario, de la escuela de Ronsseau, por una parte, y el dogma transformista de las primitivas hordas humanas s anioformes all& en las selvas tenebrosas de paises desconocidos, por otra. «Asi, el inocénte «hijo de la Be Metre SB cee nny yop 15 TRATADO DE BOONOMEA NACTONAL : Naturaleza> en quien Rousseau y sus partidarios, aburridos de la cultura, colocaron su ideal, como «quella horda simioforme» donde «por vez prithera fué abandonado el paso vacilante y semicuadriipedo de los monos superiores y se hizo de moda e] andar firme y derecho» (1) que hoy earacteriza al hombre, han sido relegados para siempre al reino de lo fa- buloso.» Pero, por desgracia, las esperanzas salieron en goneral fallidas. La falta de sélida formacién filo- s6fica del espiritu dejé sentir su funesta influencia, dando lugar, cuando menos, 4 un afectado desdén por la Filosofia. En vez de la verdadera y leal investigacién cientifica, que hace siempre cireuns pecto y modesto al hombre, se ensefiored de un gran niimero de socidlogos un extraordinario pra- Tito, siempre ereciente, de arbitrarias conjeturas y analogias, de falsas interpretaciones y equivoca- ciones, de generalizaciones y deducciones gratui tas 6 ineonsistentes. «Por ahora—dice Stein (2) en uma critica de la Sociologia le Eisler—se presen- ta la nueva ciencia llena de vida y movimiento, como potro lozano. Cocca indémito 4 derecha é izquierda, sin preocuparse lo més minimo de los aplausos 6 de las censtras... Alegrémonos de que en el vasto dominio de nuestros estudios cientificos, saturados de critica, queda todavia un oasis donde nos encontramos con espiritus pletéricos de ardor juvenil y Menos de consoladora conviecién y espe tanza, donde se nos ofrece ol espectaculo cada dia mas raro, y por lo mismo més alentador y refrige- rante, del valor y la ingenuidad.» Perfectamente, si A la superficialidad de la nueva ciencia de moda no se hubieran juntado con harta frecuencia los mas temibles y perniciosos errores. (1) David Strauss: Der alte wnd der news Glande (1572), 199, QB Bata Zatscnerte far Sorialwiseenachasten, ile Julio Wolf, VI Jahrgang (1903), Ht. 11, 78. 1 eee c ‘SOCIEDAD ¥ CIENCIA D@ LA socreDaD 11 Ei}}/Se ha hablado recientemente de la influencia quo ‘os sistemas filosdficos acerca del Universo ejercen -jtsdbre los métodos de investigacién cientifiea. Se- ‘Jcmejante influencia existe, sin duda alguna, no por xg_i le que toca & los métodos elementales para’ la com- ‘{ptobacidn de los hechos, pero si desde el momento n que se trata de fijar los fines de nuestra inves- igacidn, y la aplicacién 6. empleo, la distribucién, ombinacidn y critica del material puramente em- {rico en orden 4 estos mismos fines. De antemano J daban por definido la mayor parte de les modernos sf gocidlogos que la evolucidn histérica de la sociedad #2 est sujeta’d determinadas leyes, y que el conoci- Ae tiento de estas leyes constituye el objeto propio "de la nueva ciencia. Como es natural, al hablar de Ye Weyes y de evolucién por ellas regulada entendian “dstas palabras en sentido materialista 6 panteista. 50. Sociouoaia y EvoLvcronismo.—La asocia- didn de estas dos palabras nos indica la razén més tee de por qué la Sociologia moderna, 4 pesar le toda su diligencia y cuidado en la investigacion ide detalles, no ha llegado ni pudo Megar 4 un sis- ‘tema dofinitivo. Es que la nueva ciencia, en la gran ayoria de sus representantes, se encuentra es- lava de un principio filoséfico insostenible; de la neepcién evolucionista del Universo, tan de moda dutre los sabios y fildsofos de nuestros dias. Aun lomo economistas nos sobran motivos para fijar luestra atencidn sobre este sistema filosdfico; puesto jie no. pocas veces ha proyectado oscuras y.enga- josas sombras sobre el campo de nuestras investi- fsciones. El mundo, el hmbre, la propiedad, son Jara él producto de un proceso de evolucién todo- joderosa que sin el auxilio de un Creador personal supramundano, por su propia fuerza, y actividad imanente, ha producido como por arte magica to s las grandezas y magnificencias del Universo sible. } Representémonos sumariamente el contenido de 152, TRATADO DE ECONOMIA NACIONAL esta doctrina evolucionista y de su destructora in- fluencia individual y social, tal como la expone Cathrein cou su profundidad acostumbrada (1). Bl evolucionismo es esencialmente naturalista y enemige de toda Metafisiea y de todo lo sobrenatural. i.as euestio nes acerca de 1a naburaleza y origan del hombre son, segtin 61, problemas. que hau ue resolver Ins ciencias naturales: toda la evolucion histérica de la Humanidad debe explicar- se mediante el estudio de leyes ¥ fuerzas immanentes, Qaiea 52 atreva d pronnuciar en Ta ciencia el nombre le Dios sexi tenido como espivitu rezagado, esclavo de las ileas filosdf- vas medicevales. Como es natural. toda teleologia preesta: blecida por Dios acerea del earso histévico de Uamanidad es considerada también como una incdynita 6 como una fle- cién metafisica. ‘Le religion, y prineipalmente él eristianismo, son consi- derados por 1a3 esonelas evolucionistas como wn conjunto Ge ilusiones fantastieas La moval es tenida voino an siste- maa inyentado,por el clero, al cual falsmmente se atribuye um origen divino para darle mayor autoridad, y que alo Sumo reflaja las costnmbres dominantes de una época bisté- rica. Contra la religién como sentimiento vago y confuso Ue respeto ante la immensidad del Universo habria menos que objetar. Semejante sentimiento uo yeclama practica- mente sumision ninguma. ni de le inteligencia ni de la voluntad. ‘Destruidos de esta suerte toda idea y todo sentimiento cristiano en.el hombre, se pasa a atacar In snperioridad y preeminoncia especifica de Ta naturaleza humans, El hom bre no es pera ef evolueiouismo aino wn animal mis perfec~ tumente desarrollado ‘que los demix, que se diferencia de ellos por uni distincién sdlo de grado, no esencial No existe en 6} un alma intrinsecamente independiente de la materia en auser y onsu obrar, La fe en ia inmortalidad personal es vana ilasién. Bien es verdad que los evoluciouistas 203 hablan de la codperaciéu del hombre wl bien de toda la Hu- manidad 6 al progreso de la cn)tura como del @ltimo y su- premo fin de nuestra existencia. Pero dénde esti Is causa Suprema qite vos ha sefialajlo este tin? gSerd acaso el remo- lino de atomos del materialismo, 6 el dominantes. Pero zquien le obliga 4 ello? Desde el punto de vista del evolucionismo, la Fiumanjdad y la sociedad no pueden mas que yo sino por el ‘mayor nimero de sus puiios: en todo caso, podrén forzar- me; jamas obligarme. ‘Asi como el deber de conciencia no existe sin Dios, asi tampoco puede haber sin El autoridad ninguna, ni derecho fexigit obediencia y sumisién por parte de los demas. gDe dénde pudiera venirle 4 un hombre el derecho 4 mandarme, en el suipuesto de que Dios no exista? Se responde: El Esta” do tiene el derecho de mandar. Ciertamente que si, en el caso de que haya tn Dios que se lo haya concedido; de otra; suerte, no. Toda ley del Estado, aun la ley primera por la cual el Estado exige obedioncia a sus sitbditos, prestpone $a el deber de obedecerle. Hste deber no puede proceder del Estado como de su primera fuente: ha de tener su origen ‘en una autoridad anterior y superior al Estado, que con su ley pueda obligar 4 Ia obediencia & todos los hombres, lo mismo al débil y humilde que al grande y poderoso. Decia en cierta ocasidn el principe Bismarck: «No com- prendo cémo pueden los hombres convivir ordenadamente, de manera que cada uno cumpla con sus obligaciones y doje cumplirias 4 los demas, sin la fe en wna religién revela- da, on un Dios que quiere lo bueno, en un_ jnez supremo de. nuestras acciones y en una vida futura... Si yo no tuviera fe ‘en Dios, nada haria por los principes de la Tierra» (1). Los elogios y alabanzas 4 la hermosura y sublimidad de la vi tud no bastan, por cierto, para Jocidir al hombre & subor- dinar constantemente sus intereses privados al bien de la sociedad. Tan sélo el sentimiento del deber puede producir: esta subordinacién, y, por consigniente, tan sélo la ley di- vina...; sobre todo, la sancién de esta misma ley. jAy del Es- tado en el cual Ja mayor parte de los ciudadanos no tienen ya conciencia de su deber, viviendo segin las maximas evo, Thcionistas. sin fe en Dios, en el Juicio y en ln eternidadt ‘Aun la més sangrienta tirania sera impotente para asegit yar por mucho tiempo su conservacidn. Perdido esta sin re- modio. La moral eindependientes y atea siempre y en todas partes manifiesta 4 no tardar su insnfciencia pars 1a vide, practica con sus crudas realidades. a Finalmente, el evolucionismo entrega todas las ideas ¥, conseimientos & la corriente de la evolucién. Para 61 no} existe verdad alguna eterna é inmutable. «La moderna Filo? (1) Busch: Graf Bismarck und seine Leute sothvend des Krieges mit Frankreich, 1 (ST), 209. : SOCISDAD ¥ CIENCIA DE LA SOCIRDAD 155 istérico-genética—dice Fr. Panlsen—so ha desenten- igide toda verdad absoluta... La realidad esté en un ino! ite flujo, y el conocimiento humano cambia también de jidito en pos de ella.» Al igual que Ins formas de la vida, icatidtambién las formas del pensamiento no son formas ab- /Sehiitas, sino «oategorias histéricas». Con esto queda corta- .3dqél nervio vital de toda ciencia, por haberse destrnido ibis seguridad y firmeza del eonocimiento humano. So al- iKGethan detalles histéricos con incansable actividad; pero «fait an punto de vista superior, un principio universal que Taiique su fusién y reduzea 4 tinidad cientifica toda aque- U#abigarrada multitnd de datos. ¢De qué sirve recorrer pifs0 4 paso el campo entero de las experiencias humanas, Sila0'se encuentra, la manera de salir de este laberinto? »4Setha buscado esta salida en las leyes de la evolucion, en- tehididas en cuanto es posible en el sentido de leyes natara- “USIE pero las tentativas realizadas por encontrar estas leyes hos han dado en manera alguna un sistema y organi- ign verdaderamente utilizables del abundantisimo ima. totial. Es verdad que cfronte 4 las atrevidas ‘sutilozas & iilindadas generalizaciones ha habido también una oriti- ‘Saf juiciosa y reflexiva que con tanta sensatez y claridad 6ghuo precisidu ha procurado establecer en qué sentido puede dftitirse la existencia de ciertas leyes en este terreno (de la[Séciologia), y sefialar los limites de estas mismas ) “Yebr'(1). Mas 2qué dice de las aleyes sociolégicas» esta criti- ybaf-Dice que las tales leyes, asi las que se refieren 4 un es S44do permanente como ias que se relacionan con im proceso +49 Incién, son en todo caso de importancia muy dudosa, 29 pi lo esencial «no contienen mis que abstracciones muy “ghherales, por as cuales nada propiamente nuevo conoce- ninds de la realidad» (2). La hipdtesis de ln «unidad de ley» (8) #enbré el mundo inorginico, orginieo y social ha sido repu- didda por las mismas ciencias naturales. La tentativa de Ss'Socidlogos por seutar sus reales en el campo de estas eias naturales los ha hecho objeto de Ia general irrisién stondiendo evitar la universalidad de las ciencias especu- as, se han contentado con vulgaridades, oon Ingares co- mijniés destitwidos de todo valor cientifico, sin el mérito de UAB, precisamente de aqal dednce Aguiles Lo- Hach) wna pruebacy wm feliz indicio de sn future, grandeza: la precocidad os el distintive de lo gran- | sss con |. ss una Tinga de verdad acerea de la onal estén ya de aguel™ do lus, socidlogos, le parece & Loria we ventaja de Ja nagva cieneia (2). Refiriéudose con desdén & aquellas disciplinas en las enales domina gran con- witjia de pareceres, exclama con ingenue acento — =s=sSseSEe con viersen en sepnleros del pensa:niento, depdsitos de asquoletos dogmaticas, silenciosamente roidos por Ta lyritica castrada de unos poces glosadore 1» (B). Giertamente que en el campo 4 veneracidn de Ins almas y ospiritus, ue ve 196 TRATADO DE ECONOMIA NACIONAL TL —Cuurura MATERIAL. Economia de ocupacién y pastored ........---.-+1- Colectivista. Economia de ocupacién y pastoreo : Individualista. ' Economia natural....-. Predominantemente colecti- vista. Economia natural ... Predominantemente indivi- dualista. Economia monetaria Con predominio de los intere- ses comunes en el comereio, De base individnalista (1). Economia monetaria... “ Con esto queda ya suficientemente caracterizado el evolucionismo psiquico-social en cuanto al pre senie tiene importancia para nosotros. 55, Cririca.—No vamos 4 hacer Ja critica de la teoria de Lamprecht desde el punto de vista de la ciencia histérica. No vamos, por ejemplo, a d finir si es 6 no justificado su reproche contra Gobi- neau, en Francia, Carlyle, en Inglaterra, y Ran- ke, con su escuela, on Alemania, de haber mani festado estos historiadores una concepoién de la Historia exelusivamente individualista, heroica y diplomatica. Cuestién es ésta que no nos toca re- solver. Tampoco queremes pronunciar juicio acerca do la relacién que puede tener la teoria de Lam- encuentra en cisttos pueblos salvajes, no es la religién primétion. EL Guito de Ins almas, iifuntos y eapivitus, sogin totos fos datos, es Stompse algo sobreaitadido & una religion wa existente, (Borebert.)— Tambign pencer habia del grado dol animism gn ia evolucton rab gioea, dando ulterior desarrollo a Ia teoria de Comte sobro el foth Shisnio. (Gothein) i) ston, Heltschrift, UXXXI, 288 y siguientes. «Bi lector se sonrio ate cota singular division. Su vordad, wadio hasta ahora habia pre- satfalle an detestables constraceionés en el terzono de 1a Filesofin RoI Ratoria. Como para el senoiilo hecho de que en la Baad Media ie fakiy cl podsomionto individaales se ballaban en wn estavo do eye auedechs snjecton pudo Susearse une expresion tan abstrasa?, Bivottt'dice nablando de Hegel que reste formule y generalize ba Bplimonte elertas observactones superficiales sobre el proceso de In see a in hatoricas, Suprimasae ef adverbio ,” tantos detalles nos refiere, no bay tampoco quel" conceder do plano que el individuo se encuentre e ellos completamente absorbido por la colectivided «gis acaso la invencidn de instrumentos tan senci-} 4 Mos como Ja flecha, la olla, el gancho, un hecho des menor importancia para los primitives grados dé} cultura que para los tiempos modernos la de wig: complicado aparato mecdnico? ¢¥ diriamos que va), pudo haber ya entonces ingenios creadores—autiy’ cnando su jombre se perdiera en la oscuridad Ys. j en el olvido—é quienes fueran debidos aquellost’ *, inventos, sino que, por el contrario, semejantes, elantos procedieron siempre de todo el conjunto Louerpo social?» (1). Si, por consiguiente, aun *Con respecto 4 los primitivos estados prehistdricos ‘(toda tentativa 6 ensayo de eliminacién del olemen- folindividual choca con insuperables dificultades, “Seria violentar el resultado de nuestros conocimien- o§ experimentales dentro del campo de la realidad histérica querer atribuir 4 la indiscutible depen- dehcia en que con respecto 4 la sociedad se en- ¢héntra el individuo el cardcter de una necesidad sfinBloga 4 ia que producen las causas naturales, y spsdineter casi en absoluto el individuo A esta neco- ‘wsidad. ie Con respecto al conjunto de ideas en el orden electual se manifiesta también, sin duda alguna, ta dependencia del individuo con respecto & la esdtiedad (2). Nemo dat quod non habet. La educa- z pn el cambio mutuo de ideas, no pueden exten- ast la ciencia y la cultura mas que en proporeién al |caudal de conocimientos ya existente. Los ge- s, los grandes talentos son rari nantes, asi en el eno de Ia razén especulativa como en el de la on practica, Y aun cuando no faltara la fuerza, ingividual para llevar 4 cabo grandes empresas, se HaUlaviesa & menudo en el camino la vis inertio, “gup también aqui, como dentro del orden fisico, STG Rachtant, ea los Janrbiicher fir Nationalotonomie, LIT Felge, En particular ba exagerado en grado sumo 1a influencia del lp ambiente pecquico H. Taine, sobre fodo en sn Filosofia del Arts dn alomana, segunda edicién, 188 Asi come la cemparacurn iso decisive para In apariciin de as especies vegetales, nel mbién, segiin Taine, ol medio ambiente ivtelectual y moray fle madifestacién historia de tal 6 cual genero de arte, ete sengmano particulns Gabe expiionre ante ote poy lar cht 8 dol, pequeiio cirenlo social donde ee. produce, luego, jor el lo mad extenso de Ins condiciones sociales generalce, yfnale io; por las fuerzas psiquieas dominanter on #1 momento dese fadcion, De eata enette llega Taine & los tren grades do la explt istorion causal: raza, esfera, momente. Enea gran obra sohre {es diigoncs de In Penneia moderna no apnrecen ye, sin embargo, AGEOH tres grados, v Taine so contenta con exponer él estado general Wesbltura de la'cpocn como el verdadero contenido de in Historia. GYEifee Wand: Hethodantenre, 3. Aud. T1e08), BB y ts TRATADO DI desempefia un importante papel. Sin embargo, con mucha mas facilidad en este caso que eu lo tocante & las condiciones externas del estado econdmico, podré el individuo abandonar los carviles por donde anda la gran masa de la sociedad, para seguir los de una concepeién personal y propia, asi en el arte como en la ciencia. Advierte Lamprecht que el pin- tor del Gottschalkevangeliar (1) no hubiera podido pintar sus miniaturas al estilo del siglo XIL. Sin embargo, todos sabemos muy bien que precisamen- te en el terreno de las producciones artisticas es donde la genialidad individual alcanza sus més grandes trinufos, decisivos para la evolucién pro- gresiva del arte. No es necesario perder mds tiem- po acerca de este punto &) Tainbién el asa, la costumbre, el ejemplo y las piniones domiuautes limitan de wna manera mas 6 menos Aja la libertad del individuo. Lo que nos trasmitieron nuestros antepasados constinuye una wadicién sagrada y venerable, respetada por el tiempo, wna ley para Ja totalidad y para el indivi- duo, por mas que no tenga saucién en ningtin od: digo civil ni criminal. Solamente el que camina por las vias de Ja costumbre so hace acreedor & Ja vene- racién y respeto de sus semejantes. Ya desde la ju- ventud se habittia al individuo & observar la cos- tambre, y el hombre cobra apego 4 todo lo que le es habitial. Aun cuando uo fuera mas que con el fin egoista de buscar «la linea de intima resisten- cia», se veria levado como por la mano 4 seguir la costumbre. Por consiguiente, uo se puede poner en tela de juicio la depensiencia del individuo con res- pecto dla colectividad. Mas genvuélve esta depen- dencia 1ma necesidad verdadera, una necesidad cua- si natural que convierta al individuo en una especie de ejomplar de un segundo tipo especifico? gis esto 1. GolewsiGn sanuacrita io fragmentos biblivos. Pertonese al si glo VITT de Ia era cristiana,~(¥. del 7.) Jo que nos ensefia la experiencia? No vemos, por el contrario, que el individuo puede desentendorse de las leyes de la costumbre? el aspecto subjetivo psicoldgico bajo «. cual considera la vida nacional. Merced a esta mane- ta de considerar las cosas, las rigidas condiciones de, produccién, concebidas como objetivas, que debian pobernar toda la vida historica d manera de poderes enigmaticos y siniestros, se resuelven en productos de procesos psicoldgicos colectivos en los cuales n¢ falta tampoco el elemento ético.» Los principios causales contenidos en las condiciones de produc cidn hacen algo mas que pasar a través de la cabe SOCIBUAD ¥ CIENCIA Di LA SOCLEDAD 181 za del hombre para producir sn efecto exterior, cosa que concede aun el mismo Federico Engels. En la teoria de Lamprecht el medio psiquico no aparece simplemente 4 manera de un ambiente que hay que atravesar, sino més bien como la verdade- ra fuente de energia de donde proceden las fuerzas que determinan y rigen la evolucién histériea. Me: nos todavia se debe y puede afirmar la conformidad entre Marx y Lamprecht en orden los fines co- lectivistas del socialismo marxista. Lamprecht no es «colectivista> mds que on un sentido limitado y especial, 6 sea con respecto d su manera propia y peculiar de coneebir la Historia, Con todo, !a poca consideracién que le merecen las fuerzas y elemen- tos individuales en orden la evolucién histérica no puede ser mirada con indiferencia ni aun por el economista. Aplicada a la Economia nacional, no ; Careceria de perniciosos efectos. Las consecuencias y las nocesidades de nuestra ciencia exigen més bien que dejemos 4 salvo la importancia del indivi- duo, lo propio que la de la colectividad, atendiendo asimismno 4 las particularidades que en sn evolucidn presenta carla pueblo. : g 4° ja evolucién social etiolégica y teleolégicamente E considerada (1). 56. Compinacton DE amBos PUNTOS DE VIsTA.— No seria necosario detenernos mds en el estudio eri- ‘tico de las teorias sociolégieas y evolucionistas si Tp Mitoonaria.—Ratsingar: Die Yotheuireschastetehre on saren _Bilichen Grundlagen, 3 Au, (83), ula. Stammulers Wigtechart et Fushi mech dar matertalistichen Geochtentsiu/feseuny {589 16888 iy {figuicaten, sy sigaienten, Die Lenve yon richtigon Reenter xe [Spetemaatigko’ on Htechisordmung tna Votiswirtschafe Qe Hy ok Seslenten “Berane: Lehsbuck der hnortoken Geshose eed hele ee Sir TAS rt pean nade kA ek de éi no se dedujeran algunas verdades positives de grau alcance para la cieucia econdmica, v, sobre todo, la importancia del fin y de la libertad humana en la vida y evolucidn de las sociedades, como su- paestos indispensables de toda concepeidu y apre- hiacidy racioual y ética da Jos problemas economi- cos, Porue asi como hasta al preseute nuesiras Lu- vestigaciones iban encaminadas & poner en claro la influoncia dol individuo en ia vida y desarrollo de la sociedad, asi el estudio que vainos 4 emprender ahora no sélo nos confirmard en el juicio que ya homos formado del valor do las fuerzas individuales, siuo quo, ademas, nos dara 4 conocer eudn justifi- vada se halla eu el terreno cisutifico la cuestién acerca de lo que debe ser en el orden de los hechos sociales y scondmivo-socialas. Decimos, por consi- gaiente 1° Bs cieatiticamente imposible reuunciar a la convepcién teleolégica y ai conocimiensto de los fines de la soviedad. El poio & cuyo alrededor gira en ditimo término toda psta cuestidn consiste ev admisir 6 negar la existencia de un Dios personal y distinto del Uni- verso, Admitido que ol Autor dei mundo y de la na- tnvaieza humaua es un Dios infinitamente sabio, hay que admitir también que sefialé 4 su obra uu fin digno de su sabiduria, Hay que admitir asimismo quo impuso 4 los distintos drdenes de seres creados ima ley conforms con la nacuraleza de cada, ano de ellos, ou fa cual be oriaara posea una norma de sa Anuchotisehon Sostaliemus (1902), 1-18..~Th. Mayer: Die Avbeiterfrage und we neeestiothachen Svatulpriuzipion, 4. Al, (1008), 42.67; Institutiones via natuvatisy | As), WO v aiguiontes. —Rebacble: Chrioteutum und Tenoicklungepedunke (1908). —Nowtite Rieneck: Das Problem der Kultur (SS) VERSE Semnbicn la ante bibliograficn que prenede al 3 3° dol (apitalo Vs Lua teyes de lo Zeonomia nacional, y, adewas, los estudios SaRS Tow sus ta Histor, Zeitsehrafes Die news historische Methods UXXEV: Ueber Pheorien dev wirtschaftitehen Butwicklunp der Volker (LXXXVDS Bee suatshung des morernen Kapitatisnss (NOT: et axcioulo Gaselt- Khaft de Bruder, en el Staatsterikon der Gores Gesellschaft, LT, 2, Aut, {Ul fabajo de Bisemann para cl suplomento dela Allgemtine Zeitung Udo tabavs. 69 y M8) titulado Day Telos in der Sosialwrssenscha/t. Soctniae ¥ OL OLA OR LA SUCLEDAD 188 ser y de su actividad eu armonia con sus fines ua- tarales La ley moral divina ox la gue sefiala al hombre y 4 la sociedad humana el camino para los fines que Dios ha prefijado 4 nuestra naturaleza. De cou- siguiente, tambiéu el economista debe reconocer en esta ley moral divina la norma suprema y inds im- portants, cuando menos, de aquella parte de la vida social que él toma por objeto de sus investigacio- nes, Y no se diga que para mantenerse «libre de todo prejuicio» la ciencia debe hacer abstraccién de Dios. Solo el ateisiuo puede hablar en estos térmi- nos. Pero la ciencia atea es siempre y doudequie- Ta una oiencia tendenviosa, en el peor sentido de esta palabra. Muy justamente observa 4 este pro pésito el bidlogo de Kiel, Reinke (1): «Bi ateismo es un hecho para mi incomprensible, si no es estu- diéndolo desde el punto de vista psicolégico. A mi parecer, procede de ana aversidn interua contra ol dogma de la divinidad, del esfuerzo por evadir una solucién de los misterios de la Naturaleza contraria 4 loque se desea, de wna soberbia y presuueiéu que han liegado d degenerar en estado patolégico. El ateisino rehusa 4 todo trance admitir el gobierno de la Divinidad: nego uo puede ser que semejante go- bierno se deduzea de la observavién de la Naturale za. Esta es sn logica.» Es decir, la falta de toda légica. . En segundo Ingar, hay que evitar con todo empeiio una explicacién etiolégica exclusivamente natural de los hechos soci :les y humanos Bu la Historia no existe otras faerzas impulsi- vas que aquellas cuyo sujeto es ol hombre. (Hintze.) Es verdad que éste en sts operaciones depende do la Naturaleza y de las condiciones externas. Quien carece de caballo no puede montarlo; quien carece () Die Welt ate Tat, 8. Awt 16:5), 468 y siguiente. veer jot pyar pot 184 TRATADO DE ECONOMIA NACIONAT, de alimentos no puede vivir. Ademas, el hombr std sujoto 4 la influencia de poderosos impulsos na-."! turales é inclinaciones internas. De aqui que su if: bertad sehalla limitada, asi exterior como interior- mente, Mas, & pesar de esto, subsiste en todo indi- viduo que conserva el uso de su razén. Es indiscu- tible ademas su influencia en la formacién de las relaciones sociales y en el ulterior desarrollo de la vida econémiea y social. De aqui que ni aun en el estudio de las casas 4 que se debe esta misma vide; econémica y social podemos circunseribirnos 4 la observacion exclusiva de las condiciones naturales: y de las fuerzas que obran naturalmente. La expli- zacién de los hechos humanos, de todo el sistema de los acontecimientos histéricos, por causas pura mente naturales ha encontrado hasta hoy wna ba- ; rrera infranqueable para toda critica verdadera- mente imparcial or la conciencia que el hombre tiene de sus propios designios, en la facultad do’ determinarse 4 si mismo en orden a la eleccién de medios y de fines, constantemente atestiguada por la experiencia, asi interna como externa. ; En el deourso de nuestros estudios se pondré de manifiesto por qné motivo el economista tiene pre- | cisamente razones especiales para oponerse 4 una concepeién nomofisica de las relaciones intrasocia~ les (1). Por de pronto, no se trata ahora més que dew. las leyes de la evolucién, de la hipdtesis de leyes. histdricas de evolucién. on el sentido de leyes ena- turales>, bajo cuya accién vayan apareciendo nue- 3: vas formas y nuevos grados de vida social en serie ascendente. a7 Prescindimos en este momento de otros defectos; por: ejemplo: de la pareialidad con que suele acentuarse lai portancia de algiin supnesto factor dominante, como ¢l clic: ma, la posicién geografica, las condiciones del suelo, los o {a ease maa adelante ol eapalo V: Les Tayen dele Fronomin way gy ote i! SOCTRDAD ¥ CIENCIA DE LA SOCTEDAD 185 a ae fdoteres de raza, los medios técnicos, Ins fuerza materiales ‘produceién, la divisién del trabajo, ete, (1) LAS URYES NATURALES DE EVOLVOION DE LA @S0C1RDAD HUMANA.—Awn cuando Lamprecht se li- Le onjeaba de que el principio de la evolucién regu- SSlar Negaria 4 ser el canon fundamental de la cien- iN éia histérica moderna, se equivocd por completo. *© Bl tal principio fué mdamente rechazado, y con “ irazén. *}Conocidas las relaciones mutuas entre determi- Jados cuerpos de la Naturaleza, conocida Ia dispo- S8icidn en que se encuentran, sn posicidn relativa y sgl direccion de sus movimientos;, puede fijarse con “Bxactitud matematica el curso que el proceso de la YsNaturaleza ha de seguir. Por el contrario, aun cuan- sido se conozcan perfectamente todos los supuestos, *Seondiciones y causas posibles de la realidad huma- schd-social, sticederd tal vez que la Historia venga WPor ultimo 4 seguir un curso totalmente distiuto cde lo que reclamaba la supnesta «ley>. Muy razo- ‘nablemente observa Harnack (2): «Bs preciso estar jcipgo para afirmar que por el hecho de que toda “historia es historia de una evolucién deba y pueda Fipresentarse como el proceso de un hecho puramente Jf Este juicio vale también por Jo qne toca 4 lis «leyes osta- tdipticas>. tal como Jas entiende Lamprecht. Fs indudable sie las «regularidades> observadas en los fendmenos de sa inducen a pensar en una cierta necesidad. Pero gqué uti lo necesario? ¢¥ de qué género de necesidad se trata? © Lo aqui necessrio es solamente In regularidad. no la jién particular de cada individuo, Cada uno de los in ‘Vitinos puede formar excepcidn de por si. La mayoris no lo ‘thdrd. No obstante tamporo seguiran todos el « ) Véase. por lo demas. Schmoller: Grundries, TI (1900. 656 y ei fontos (1.114) Christentum nd Gasenichte, 4. Aufl. 7.—Véaee ademas in obser- ‘ign de Below en In Histor, Zeitschrift. XXX). 238. A. bss TRATADU Dy ECONOMIA NACIONAL yueros, como divan Jos suizos, Alguuos habré que dv hecho forman excepcidn. Ahora bien; la accién de determinadas porsonalidades histéricas constituye, como hemos visto an- tes, uno de ios «factores gue al lado de los procesos colecti vos doterminan fundamentalimente Jos hechos & institucio- nes sociales» (1). 2° Por otra parte, 1a urvesidad de esta regularidad no es una necesidad fisica fandada en leyes natursles, sino ana nocesidad paramente moral debida é los usos y costumnbres; 4 inclinaciones, aspiraciones y tendencias qué no anulan la libertad 3.2 Esta necosidad es ademas una nevesidad del tode hi potétiea, por cuanto, la regularidad no se manitiesta ni se Sostione mas que yajo determinadas cond 'viones 4° Dado, por altimo, lo complejo de las condiciones his téricas, no debs concederse mis que tus importancin rela- tivamente escasz, en orien 4 la avolucidu histiricn, & In ue cosidad que de La indivada vegularidad resulta De eonsigniente, el proceso histérico carece en realidad de doterminacién y fijeza basrantos para que pueda considerarse como reveluciou de nna sley natural. A cada momento lo individual inverrum- pe con su partienlar idiosinerasia af curso acostum: drado de 12s cosas, para colnoarse no raras veees & la cabeza del movimiento, realizando nuevos pra- gresos. Cuando se afiruia quo tambiéa sobre los ea- ractares grandes y geniales obra la iutluencia del medio social, no se expresa mais qae 4 medias la ver: dad. Ciertamente que.todo hombre grande tiene ne- cesidad de amoldarse «su pueblo y 4 su épooa. Su aceisn se halla condicionada por jay cirennstancias que fe rodean. Pero también, por otra parte, so #0- brepone en tal d cual terreno @ estas mismas eir- cunstancias, obrando en oposicién con la costumbre trillada, y & menudo no sin profanda y extousa in flucneia sobre toda la soviedad. La eficag tufluencia (1) Bernheim: Lehrbuch der histor. Methode, 2. Aufl, (1894), 93 —Hsth on manitigste pugna con (a Historia la aflsmacion de Buckle do quo las Socioncs buenag ¥ wales ile Ins porsoaalidades dicortoras no xou mas Que iegularidades que imutuamonte se compensan y se conrigan Borgompiets sim quo, por tanto, tnuyas of sareo general do ts SOCLMDAD Y CLENCLA DE LA SOCIDAD 187 que ejerce no puede, pues, explicarse satisfactoria- mente por el influjo que sobre i ejerce la colecti- vidad, como tampoco pede explicarse por esta mis- ma causa la limitacién de semejante accién decisi- va 4 algnnas personalidades eminentes. ¢0émo y por qué razon hubiera la sociedad vertido y acumu- lado, por decirlo asi, sus propias fusraas. precis mente eu tal 6 cual Ingar 6 individuo determinado: No: lo que en este caso hay que decir es que esta- mos, como observa Hintze (1), eeu presencia de tna determinacidn propia y originaria de la vida indi- vidual, cansa ultima de los acontocimientos histd- ricos?. La personalidad, como tal, coustituye & me- nudo la «iiltima causa». Individwum ineffabile, Seré un misterio para nosotros; pero lo cierto ‘es que la individualidad, la singularidad, la idiosincrasia, la fuerza innata v originaria de la persona tio se dejan arrinconar por largo tiempo, como pretendeu hacer- lo las teorias de ta evolucisu regular A mas de qne gqué es la fuerza colectiva social, considerada en si misma y en sv origen? Estudidn. dola Wundt 4 través de su prisma psicolégico-in- dividualista, ha hecho notar que una suma de sen- timientos individuales se distingue de los suman dos no sélo cuantitativamente, sine también espe- cificamente (2), De una manera andioga, las fuerzas psiquico-sociales no reprasentan simplemente una suma, sino ademas una nueva faerza peculiar. Pero 4 pesar de esto, y por mds que el poder del todo so- cial y de las fuerzas psiquico-sociales sobrepnije la suma de las fuerzas partieulares aisiadas, su_pri- mera fuente no debe busearse sino en la totalidad de los individuos sovialmente nnidos, enyas ener- gias potenciales y latentes, convertidas eu energias actnales por virtud del influjo y complemento que QD) Fistor. Zoitechrist, LXXVIL, bh (2) Afrmicion difictfmonte explicable wesde sa puuto do viata cient fico. PNRERT 2eemes Pass ‘TRATADO bit BG reciben de la asociacién, se ven en la vida sociale? Iibres de las cadenas que.en el estado de aisla- miento debian aprisionar aun al mismo genio. To- |" dos los efectos de una selva dependen de la natura- Jeon de sus arboles, dice Rimelin; pero algunos de ellos no se observan en ninguno de los arboles en particular, sino solamente en st conjunto, merced Rr refaerzo que cada uno de eflos recibe de su yux- taposicidn con los demés, De andloga manera, el in- dicidno recibe de Ja totalidad un aumonto de nueva fuerza, al mismo tiempo que, pone la suya propia, viva, despierta y agrandada, & disposicién de la co- lectividad. Mas desde el momento en que ol individuo, en- tregado por completo 4 la necesidad natural del inflexible «debo ser» de la ovolucién histérica, no puede ya ser de si y por si fuente de una vida nuc- va. lozana y superior para la colectividad, ha ter- minado toda evolucién, todo progreso social. 58, Juicio DE VARIAS AUTORTDADRS CIENTIFICAS.—Ape- nag es necesario decir que 1a doctrina de Ia evolucién social ton sujecién 4 leyes paramente «naturales» no pudo merecer cl beneplacito de ninguno de los representantes de la filoso- fia oristiana. Pero es interesante el hecho de que, en gens val, dentro de la moderna ciencia no tiene ya el evolucio- Nisino radical el predominio que 4 sus teorias atribuyeron; 4 atribnyen hoy todavia, sus defensores 3 ‘Al adacit en prueba de este aserto Ja siguiente serie de jaicios y testimonios, esperamos poder al propio tiempo fn- dilitar con e'lo la mas cabal inteligencia de Ja cnestién que: A nos ocupa, proyectando nueva lua sobre 1a misma. Re, "Qué queda, pies, en definitiva—preaunta, por ejemplo, ‘Windelband (1)—de una induceién de «leyes» de la vida n cional? Un par de genoralidades triviales que no pueden dis*” culparse sino por 1a cuidadosa clasificacion de multitud de. oxcepeiones. B, Dilthey (2) por su parte observa: «Puede de; jnostrarse que los movimientos de los astros, no de nuestro sistema planetario, sino de otros astros cuya luz tarda en. Hegar & nosotros altos enteros, estén sujetos & 1a tan rencl (1) Gerchionte und Naturwissensehaft, 21 Q Bateitung in die Greeteswiseenschaften, T (188), 46. Me ley do la gravitneidn, y se ealoulan de antemano con stan anterioridad. No pueden gloriarse las cieucias sociales jde resultados tan satisfactorios para la inteligencia. Las Ydificultades que ofrece el conocimiento de una sola unidad Ppsiquica particilar se multiplican en este terreno por la g gtan diversided y siugularidad de tales unidades quo obran "ajuntas on la vide social, por lo complejo'de las condiciones Maturales bajo que se asocian, por Ia-suma de acciones ¥ Fencciones mutuas que en Ja sucesién de muchas generacio- es se va acumulando, y que no permite deducir directa- “fhente de la naturaleza humana, tal como hoy la conoce- ikmos, el estado en que se encontrd en pocas anteriores, ni HF fampoco de un tipo general de la misma naturaleza humana #gits condiciones de hoy.> Jj También ol socidloge Simmel (1) dice: «ln le actualidad wafmo queda ya duda alguna de que las leyes de In Historia son jsindesonbribles. De una parte, la Historia es ya en si misma $n hecho tan enormemente complicado, y de otra parte una Horcidu tan incierta y subjetivamente deslindada de la rea- iiidad cdsmica, que és imposible dar una formula universal “ide su evolucidn en conjunto.» 221 Gumplowicz (2) (cei Zola de los socidlogos») cree que ediante caleulos sociolégicos podré Hegarse @ predecir con certidumbre casi matematica» el curso de los futuros acontecimientos politicos. Con todo, reconoce que apenas es sede esperar la conformidad de pareceres entre los profetas spcidlogos, La profecia es individual. y los profetas de osta ‘tlase son en su mayor parte originales. F. v. Calker (8) observa muy acertadamente que la expli- cidn de los hechos desde el punto de vista exclusivo de la nsalidad no puede conducir 4 un juicio general aceren de. {sh valor. Por donde Ia Sociologia, 6 bien debe abandonar el Fbicio oritico le opinién subjetiva de cada individuo, 6 de 419 contrario, debe renunciar 4 wna critica verdaderamente *Tthl, deolarando como legitimo todo lo existente por el mero ebpcho de haber habido causas que lo han producido (4). U}ela doctrinn de que toda forma da vide os miembro de 1a serie evolutiva que se extiende inmensamente en lo pa- doy en lo porvenit—nota irdnicamente Ernesto Gros- p (5)~nos ha libertado tan perfectamente de la servidum- Ae ergata oveucin pode encontvarse: instrumontos, a77a5, SRtitreiones, costumbres, leyes, formas politics, sistent Noligiogows todas sats y obras mnshas cosas 52 han amon hado para edificnr Jn bien construida eseaia ¢ evolucion, por Ia cual Is cienein ascioude facil v velo mies i as enumn Por 1 Si onocimieute.» La Histavia y la Emogratie ofvecies ares ccuavial para este. La historia, de is evelucién 6 ron sen novela de la evolucién: verdad y flecion enlaza; gonyirtie on melnd de una teoria: «Aponas se esperaba él tetpe necesario para examinay cade descubrimiente £o parulonlar, porque, como es natural, debia serv’ Go todo prngiona perineideas dominantes. Entre la multitud de par Blo ‘g oveltcion gue con estos materiales se edifice: piste cee ioe dltimos decenios sobresale le teoria, de Morgan op su obra Ancient Society. La tama de este libro Moreen meadido de al manera—aim fuera del efrenlo de Tos Sapecialistas, dentro del eusi desperts en tadne parte, calu- eaperiedtauaaos 6 viva oposicidn,—que. por fin, hasta he Ne- nado A comjuistar al sovidlogo Americano we pucst® de ho- ado & cowiuigpnmres de la iglesias we Ia democracia social eee ee teoria de Morgan es completamente digne, de coer griunfor s° hace recomendable al prblico asi por 8% Oey Sie come por su soncillez. Morgan parte do la ootiviccion de que Jas formas de oivilizacién que Tos pueblos euites. Hitey gon en lo pasado se conservan on las formas 08 civilizacién LO eae pueblos avrasados on In actualitad, Bastard, pies, ordenar debidamente las formas de euler Tes hey Pee ora ynge tendrd ante los ojos, desde e) principio best® oN Ee. todo el camino recorrido por la Humanidad én su Oe i Mtaute progresivo. El prineipio que debe dirigimos pare vent lecur este orden, evidentemento no puede ser obre Qe qeeaea de la ovolucién. Pero la evolucién evidentemente 50 1 ARGS que el progreso desde nn estado inferior d otves ae Saag: desde la vids salvaje 4 la civilizncién, Puesto Gre ee eereniaidad evidentemente es tina, tampeco pueds ex33r te Ban progreso, en una sola Linea y en tne sola direr: Won. Morgan conoibe la cultura & manera de une escala por sion yaa aubiendo loa pueblos unos al lado de otros ¥ ° SOOIEDAD Y CIENCIA DE LA SocLEDAD lot amos después de otros. Todos los pueblos tienen los mismos peldafios delante 6 detras de si. La gran iaycria de estos peldafios pueden ser inmediatamente conucidos por la Etno- logia y la Historia. Los pocos que se perdieron en el decurso de los’ tiempos los ha suplido Morgan... Sd!o que cuanto mas extonsa y profundamente se examina le, vida de los pueblos, tanto mds inadmisible aparece, comparado con Ja inmensa multitud de formas distintas y 'variamente entrelazadas, el rectilineo esqnema de Morgan. La evolucidn viviente es in- finitamente mis rics, més varia y més amplia que la quo el socidlogo americano ha construido. La Humanidad no se mueve on manera alguna sobre una lines anica y en una sola direccién, sino que son tan varias sus vias y'sus destinos como lo son las condiciones de vida de los distintos puc- bloso (1) Como era de presumir, la hipdtesis del curso regular dela evolucion histérica con sujecién a loyes naturales ha sido re- chazaia, segtin el vestimonio de J. de Below (2), por los his toriadores propiamente dichos, «casi sin excenciéns. «Hay que agradecer—dice Ernesto Bernheim (3)—A la flosofia social del lamndo positivismo y 4 la tendencia mecanicista de las ciencias naturales que nos veamos hoy en In nece-, sidad de defender a 1x Historia contra la afirmacién de ser ella una ciencia natural... «Deseubrir las leyes de la Histo- rias: he aqui Ia frase de moda, en la cual aquelia idew ha encontrado su expresién vaga y popular. Materialistas ri- gilamoute realistas, representantes de un realismo més elicado, como Herberto Spencer, 6 idealists inconsecnen- tes convienen en esto por igual.» Muy justamente no se sa. tisfacn Bernheim con advertir que la complejidad 6 inacce- sibilidad de los datos indispensables impide practicamen- to la explicacién mecénica de los hechos histéricos (4). Es muy exactw su observaciéu al sefialar como razén decisiva ea contra de aqueila teoria que el historiador no trata con fitomos, sino con hombres, y con hombres libres. Las di- ferencius cnalitativas de los individuos, que son las que pro- piamento determinan el contenido de un hecho, oponen al método enantitativo un obstaculo insuperable (5). Tampoco concede Bernheim importancia alguna & los novisimos ata- aues contra la libertad, etc, (3). y. por lo tanto, tampoco reconoce leyes naturales an el sentido estricto de Ia palabra, Esto lo dico 41 expresamente eu sus Préncipios, “ND hay dada alguna—eseribe—gue en lo tocante 4 los he- chos mas complicados por lo general las viencias psicoldgi Gas no proden ilegar facilmente i la exsetitud de las eien~ Glas naturales. En especial, lo poco que sabemos de tiem- fos rematamente pasklos.munca nos permitira convebir eb peso do la Historia como absolutamente necosario: tendre- mos que darnos por satisfechos si potlemos abarcarlo y, hay Tlarle comprensible en su conjunto. Lo que tiene de indivi- Quulel destina de cada pneblo depende precisamente de lo complejo de lag velaciones (le eansalidad Nunca se repro Gace con absoluta exactitud o] mismo espectdoulo. 4 la ma- hora que no hay sobre fa ‘Tierra un solo arbel que saa copia cracth de otvo. lamas Hegaremos 4 predecir con toda segn- SEED ia suerte general de los pueblos, mi aun dentro del Titisa econdmico, porque jamas Hegaremos & poder abarear dean solo golpe We vista todo el conjunto de sus causas. ni 4 poder inedirlas cuantitativamente.» Us cierto; hoy por hoy,.no sabemos qué nos traeré el porvenir, «Hstamos s6lo en el principio del conccimiento metédico de las mutuas srhavidues y dependencias.,. Los procesos mas sencillos del seeeereio del cambio. de 1 poblacion, el curso general de Ta avolucidn eooudmica. loa conocemos va con bastante pre- cigidn; sabemos que ciertos procesos ‘elementales de orden econdmico y cicrtas instituciones sociales se presentan con fustante generalidad y uniformidad en determinados gra~ dog do cultura. En los pisos inferiores del edificio hemos MQeaneado una cierta capacidad de prediccidn que no e8 de osprocsar, Al propio tempo que confesamos uo poser ol Gonpeimionto de las leyes histdricas, hablamos de leyes e2c- ‘eas y estadistions, Bien es verdad que con ello no.gnes a) Histor. Zeitsenrift, XOT 1D), 482. A Biptor: Bteeiealls uur Wardegusg” der Aiseoriachen Sehuls Ger engine eS Ne Zattacnrire far Sosiatwrasanacha ft, VII (000, BASS FEDS Sigten tan 9 eo vaetiodas & Wagner: Grundie: ang, B89 sigan : su, By Tnterbush der Staatrwisvenachaften, V12.% Avs BB. SOUIEDAD Y CIENCIA DE LA SOMAEDAD avd remos siguificar en parte mis.que las series de fendmenos que se repiten de uns manera regular y tipica: las lamadas leyes empiricas, ouyas condiciones de cansalidad, 6 no han sido aindel toro deesvone tas, 4, por lo menos, no han le- gado & medirse cuantitativaments. Loyes verdaderas y efec- tivas, es decir, nexos causnles cuya constante manera de obrar no s6lo sea conocida, sino también cnautitativamen, te determinada, son pocas las que poseen ann las misinas ciencias naturales. Las inerzas psiquicas escaparan segura. mente para siempre 4 toda medicion cuantitativa, En todo caso, no deja de ser caracteristic que también en Beono, inia lameuios con preferencia leyes & aquellos nexos causa, les conocidos en que por lo menos se han hecho tentatives do medir el efecto de masa de las fuerzas psiqnivo-sociales por resultados numéricos constantes, 6 variables segtin wna prom poreién Aja. Recordaremos las expresiones ley de la pobla. cidn, ley del salario, ley del precio, ley de la renta fondi ria» (1). Todo esto esté expresndo con extremada eireunspec- cién, Schmoller admite, por consigniente, leyes puramente empiricas; es decir, ciortas regularidades que, especialmente eu los procesos econémicos y en las institaciones soviales de caricter elemental, «se repiten con bastante generalidaa ¥ wniformidad en determinados grados de cultura, Pero deja también la puerta abierta Ala posibilidad de que las condiciones de cansalidad de las leyos empiricas vayuu des. cubriéndose mas y mis cada die, hasta legar d poder medir, Se cuantitativamente, En la actualidad eno han sido adn del todo descubiertas, 8, por lo menos, no han liegado 4 met dirse chautitativamentes. Es verdad que nego ndvierte do Busvo: elas fnerzas psiquiens escapavan sogiramente para Siempro 4 toda medicién cuantitativa.» Sin erabargo, aun traténdose de tnerzas psiquico-sociales, existen yn tentati, yas de medicién numériea. Como se ve, pues, tritase aqui po sélo de una cierta seirounspeeciéu avadémica» (2) landa- ble, sino al misino tiempo del inf jo de una coucepeldn fle. Séfica que, en iltimo término por lo menos, no tiene princi. Pio ninguno que oponer a Ia concepeidn naturalists de le vida, del hombre y de la sociedad Bs indndable que por lo que toca al pasado pneden demos- frarse clortas analogias (apenas alguna que otra igualdad) gh la vida coondmica de determinados pueblos. En especial, Ajando la atencién en los procesos de economia privada y nacional mas elementales se puede hasta reconacer, eon lax necesarias (snpnestas en cada () Grundrias, 1,107 y siguientes, (2) Julius Platter: Kritisehe Beitrage sur Krkewatnis unserer a Zustdnde und Theorien (1894), 385, poegegit ane i verre TRATAHO bu BUONOMIA NACIONAL 1 caso iguales instituciones politicas, iguales circunstancias externas entre los pueblos de que se trata), cierto grado de Fegularida:l en la eyolucion no perturbada por alguna causa exitaiia. También se puede suponer y admitir con mayor 6 menor verosimilitud que ciertos hechos y fendmenos, su- puesta in igdeldad de citcunstancias, se repetirian por lo Inenos en sus lineas mas generales. Mas una completa segu- ridad como Ia que,las ciencias naturales nos proporcionan, ni se tiene. ni se pitede toner. La hipétesis de wna ley natu- ral de In evolucién social y econdmica, de una ley histérica exacta, no sGlo esta destituida de todo fundamento on la actualidad, sino que lo estara siempre. Investiguese cranto Se quiera para descnbrir somejantes leyes naturales de evolu- cidn: nada se encontrard, 6, en todo caso, so veré no tardar Gosmentido lo que tal ver se crea haber encontrado. Asi ha sido hasta ahora, y asi eucederé en el porvenir. Cuanto més se progress en el conocimiento metédico de todo el sistema de hechos y condiciones, tanto mas claramente se manifiesta ne—-aun prescindiendo de toda intervencién incalenlable Je poderes extraiios en al curso de Ia evolucién—los factores de nocién decisiva para la evolucién histérica, los hombres, individual 6 colectivamente considerados, jams se hallan Sujetos y determinados de nna manera absoluta en su accién por una ctialquiers necesidad natural intrinseca, «La es- guela histérica~dice Hasbach (1)--ha insistido siempre en que las leyes no expresan otra cosa que tendencias.> Con- tentémonos, por consigniente, con osto..., aun por lo que toca Alas «leyes de la evoluciéne ‘Werner Sombart (2) hace consistir lo esencial de la Socio- login moderna en que esta nueva ciencia «cree deber inte pretar el principio de la divisién de trabajo... aliés verbis, £1 principio de la diferenciacién, como principio de evolu- cién de la sociedad humaua en absoluto, buscando para ello su punto de apoyo en la Biologia (3). Opina, no obstante, que «es invtil esforzarse on querer presentar un principio finico y general de evolucién de la sociedad humana sin atender & los distintos ordenamientos econdmicos que se presenten en la Historia, Pnos si se quiere formular seme- Jante principio de modo que realmente sea valedero para todos los distintos grados de la vida econdémica, no pasaré denna trivialidadjsy si se quiere evitar esto ¥ proponer nna 7 hy Qattinger Gelehrie Anzeigen (104), B42 B Dir geltenttiche Arbeit wd thre Organization, on el Archiv fir 20. siale Gesetagebung, XIV (188), 13 y siguientes, A. i), Vociticase sato en especial en Durkheita (De la division dx tra: o. val sovial clasts sur Porganiantion dea aocistés supérieures, 1898), ol cual) Uepifen lavevolncion de Ia ociedad tomando por baso la creciente 2; eee tinasin yin progresiva inisiin det trabajo. « af k, ley concisa y determinada, deberd necesariamente violen- 5p Utavse In Historia. desconociendo Ins variedades que ofrece.» + s}En su obra El capitalismo moderno (1) dice el mismo autor: see /eDebemos renunciar en la ciencia social 4 una regnlaridad £4) |(matnral) en el sentido estricto de la escuela kantiana, es de- . ‘ir, con los atributes de la universalidad y necesidad, por la «Ge ra76n, trivial on grado sumo, de que no poseemes ningdn ob- “G- jeto al cnal estemos en condiciones de aplicar semejante re- jgularidad estricta, Al paso que la misién esencial de las eiencias naturales consiste en declarar Ia constancia de las Telaciones mutuas que rigen entre Jos fenémenos objeto de jsu estudio, la ciencia social, por el eontrario, debe toner en jenenta el hecho elemental dé,que & cadk momento se en- lonentra en presencia de fendmenos nuevos, a causa de que las condiciones de cada hecho varian incestntemente, mer- jeed sobre todo al cambio continuo de los factores que ex- “4 jteriormente regulan la convivencia social, Y si se preten- 3 diese expresar en forma de ley las circunstancias de que SQ! jeste mismo cambio depende, no tardariamos en ver que no "2 8e ha hecho otra cosa sino formular unas pocas verdades, # ital ver muy importantes en general para le Humanidad, J pero que, A causa de su mismo cardcter general y abstracto, 4 poca cosa nos ditian acerca do In vida social.» Verdad es Vi que Sombart no tova la razén suprema y decisiva por a cual g feben excluirse de la Historia las leyes naturales, Por des E*) gracia. 61 mismo es partidario de la légica «cientifico-natn- 3 Fal» (2), menosprecia toda concepeidn teleolégica, ¥ opina use ha Ilegado ya el tiempo de procurar que el principio do- nainte de la clencia social moderna sea In explicacion cats fal y genética de los hechos Pare concinir citaremox Ins enérgicas y terminantes paln- ras de Carlos Diehl (8): No hay—dice—leyes naturales ocinles, puesto que los hechos sociales estén sujetos & la | Foluntad del hombre. No se hable, pues, de reanlaridad so- etida d una ley natural. Si seria’ parcialidad veferir todos los acontecimientos histéricos al arbitrio de los individuos, 10 o seria menos atribuirlos A un poder absoluto, inflexi- e v determinable de antemano, inherente 4 Jos grupos so- fiales, pueblos, clases, Pstados, etc.» AL No hay necesidad de aducir ulteriores testimonios 4), XVII y siguiente (2 Véaso iNetor. Zeitachrift, XCT (1908), 188 y siguienters (3) lanrbvener fiir Nationatdonomie, LRTI. 166 Ud) Para mas informes accren de toda esin materia pueilen verse jodavin: Dilthey: Einfeitung in dée Getstesnisrenschaften (esi: Tina: er: Ideen eur Paychologie der Geeellechayt (Ieeh) Baeken: Grundbegriffe er Gegenwart. 2. Awl 1886), artionlo Gesels: Ludwig Stein: Die sovtale rage im Lichie der Philosophie (1887): Ricker: Kulturestesenechapt wnd laturecissenschaft 866): Wunat: Pilkerpeyenologte (1600) ete 198 TRATADY Di ECONOMIA NACIONAL Baste advertir de nnevo el hacho de qite aquella idea que du- rante algunos decrnioy hebia preocupado & tautas inteligen cits empenadas vu deducir de la compaacidn del desenvol- vimnieuto politicu-social de todos los pueblos y épovas una Jey de evolucié de la vida sovial y polities iti, ha perdido ya hoy muy niucito de Ta fuerza, entusiasmo y popularidad con qe autes coutaba, En especial ha coutribuido no pooo x! completo desoréiita de semejante idea 1a Sociologia com su actividad «ereadoray..., que, hablando-en plata. es més lo qua ha prodneido que lo que ha creado, La refuraciéa de ana ley nataral qae presida el desarrollo histirico de la Sociedad ineluye al pro- pio tiempo la 4. NuGaciox Ow GRADOS COMUNES DE BVOLUCGION IGUALES Y NECESARIUS PARA TODOS LOS PUEBLOS, a} Que la historia de las diferentes naciones puede ofrecer cvincidencias parciales es una verdad de todos sabida. Dada la igualdad de la naturaleza humana (asi segdn su defnicién metafisica como segiin su definicisu fisica), dado que todos los hom- bres estén dutados de razcn, es natural que, presa- puesta nua cierta igualdad en el conjunto de ei cunstaucias externas, la satisfaceidn de iguales necesidades prodiizsa nna analogia mas J menos notable en los medios & institucioues & ella enca- minados, en especial siempre que dentro del ocun- creto estado de cirennstancias ignales 6 semejan- tes los tales medios é institnciones conduzcan & satisfacer clichas uecesidades del modo mas facil, natural y oportuno, Pero la homogeneidad de las cireunstancias y de las naciones nunca Mega hasta al puuto de que la evoliicidu de éstas deba recorrar siempre grados v fases completamente homogéueos. Hasta hoy no se ha demostrado histéricamente un proceso avolutive «uormal», wn tipo de evolucién nacional regular que se reproduzca siempre y en todas partes. La idiosinerasia nacional, las parti- (1) Voase Hintze: Htascitars politésrhe Hntwlel wagetleaprie, en al Jake duch dy Sehaoilers bet. U9 43) SOCIEDAD Y CISNCIA DE LA SOCLEDAD 199 culares vicisitudes politicas, las condiciones espe- ciales del pais y del clima, lo mudable de las mutuas influencias enire unos pueblos y otros, hacen que las varias naciones se presenten mds bien como individualidades distintas que no como ejemplares y reproduceiones de un mismo tipo. 6) Esto no excluye, como es natural, que 4 con- secuencia de afinidades étnicas, de cierta comuni- dad de destino, del reeiproco encadenamiento 6 in- timo enlace, de la mutua accion y reaccién de unos pueblos sobre otros, y de otras causas andlogas, pueda haber una coincidencia mds marcada entre determinados grupos de pueblos. Es claro que la evolucion no se 'realiza en uingiin pueblo exclusi- vamente ea propria radice. ©) Verificase también esto en particular con res- pecto 4 los Mamados grados 6 periodos econdmicos. No discutimos que en los hechos més generales y elementales de la evolucién econémica pueda haber cierta regularidad relativa. También podré ser que en determiuados grupos étnicos, merced 4 la analo- gia de circunstancias externas, de instituciones ju- Tidicas y de vicisitudes, y 4 causa de la reciproce influencia entre unos y otros, sea més profunda y extensa la coincidencia 6 regularidad. Sin embar- go, al propio tiempo debe sostenerse: 2) Que esta coincidencia no es en manera algu- ua una coincidencia general, uniforme, necesaria, producida por leyes naturales y aplicable & todos los pueblos. : $) Que, como condicional, y por lo mismo limi- tada, no se verifica sino supuestas determinadas condiciones 1) Que, aun onando oxiste, no es una coinciden- cia estricta y rigurosa, puesto que en cada pueblo pueden comprobarse muchas excepciones y des- viaciones De donde resulta que una concepeidn esquemé- tica del desenvolvimiento econdmico nunca puede ag L estar plenamente de.acuerdo con la riquesd y va riedad de los hechos histéricos. Harnaék, quo, como vimos, estA muy lejos de considerar | ii ss naturals, afiade (1), sin embargo: «A lo sumo, prede demos- trarse en la historia econémica una cierta necesidad de fené- menos en los casos en que domina in Icha por la existencia material; mas aun entonces esta Incha cada momento inte- rrumpida por motivos ideales cuya intervencién deja sen- tir poderosamente su infliencia.» Sobre lo cual observa Jor- ge de Below (2): «Toda vez que he trabajado en el terreno econdmico, me creo cou el derecho de decir mi opinion acer- ca de este particular. Pudiera compendiar mis observacio- nes diciendo que cnando se profundiza en el estudio de las particnlaridades, se observa atin en Ia evolucién econémica menos sujecién de la que el mismo Harnack parece admi- tir.» En otro pasaje (8) dice el mismo autor: «A menudo, y aun la mayor parte de las veces, las supuestas excepcio- nes abarean tan gran niiinero de casos como a regia esta- dlecids.» No niega él lo provechoso de comparar grados eco- némicos de un pueblo determinado, en una época determi- nada, con otros grados econdmicos del mismo pneblo 6 con los aproximadamente correlati¥os de otros pueblos. Lo que no admite es que haya leyes de evoincién aplicables de un modo general, ¥ que los grados econdmicos estén entre si en tna . Aplicn Below & este particular las palabras de Justi: «Las formulas de la historia de la evolucién 4 lo sumo son aplicables pare la cla- sificacidn sinéptica de los hechos y como repertorio de titu- los 6 epigrafos oportunos» (4). Bl emétodo comparativo>, que por la comparacién de hechos y la abstracoién de dife. rencias pretendo clevarse de Io particular 4 lo general, apli- ado al estudio de los primitives tiempos de los preblos, apenas produciré tampoco otro resultado, & no ser que sé conceda 4 la fantasia plena libertad de fiagir. Porque aun cuando en distintos pneblos «jévenes» se manifiestan and- logas disposiciones radimentatias pare una evolueién re- gular, esto se explica en parte por las condiciones exter- nas de sn vida, que gracias & su mismo cardcter simple y elemental ofrecen mayor afinidad, por la mayor homoge- neidad do los individuos en aquellos estados primitivos 'y () Chevatentum und Geschichte, (2) Histor. Zeitechrift, CXXNL (1993), 295, A. Véaeo también en cxito: Ueber Theorien der wirtacha/tlichen Kntrcaklung der Volker. LXXXVI (1901), 1 y siguientes @) Ibid, LAXXVI- 129 sigaiontes 20) Tha. 38, a1 Perr Ipaaunemese re ae SOCIEDAD ¥ CIENCIA DB LA ‘SoctEDAD 201 J: fdr su menor fuerza de resistencia frente A las tendencias golectivas del grupo social 4 que pertenecen, y en parte por , tanto del individuo como de la colectividad, regniado con relacién & sus fines y destinos. Ninguna ley natural doinina Ia evo- lucisu; pero, en cambio, liay wua ley de otro gé- nero, una ley productora del orden sin menoscabo de la importancia de la individnalidad libre; una ley ne refrena la libertad, pero no la extingue; una ley teleoldgiea que en el bien de la totalidad busca el bien Wel individuo, Partieudo del principio ideal de que «4 cada individuo hay que considerarlo como miembro de la totalidad dotado de derechos propios, y debe aspirarse & asegurar @ Ja sociedad las con. diviones fayorables para el desenvolvimiento de la cultura», deberd exigirse el orden; pero nua forma tal de ordou que, «sin permitir al individuo que con su accidn usurpadora perturbe 6 detenga la expre- sidn vital.de sas semejautes, le conceda el mas an- cho campo posible para el libre desarrollo de sus facultades personales, y sin ontorpecer el instinto de su actividad creadora, mausenga siempre des- "pierto eu él el gentimiento de la responsabilidad de Sus propios actos» (1). Las siguientes aclaraciones servirdu para coufirmarnos eu esta conviceisn, (1) Lehe-tleekel: Gruutbegriffe, 2. Aut. 92 SoviuvAD Y CIBNUIA OB LA SocIBDAD 203 60. La causa ¥ Fry pe La EVOLUCION.—E} con- cepto de evolucién (1) no ha nacido en el terreno de las ciencias naturales. Esté ya contenido en la con, cepeidn orgénica de la vida social que se nos pre- Senta en la fllosofia griega, en San Pablo y en los filésofos cristianos. En los tiempos modernos lo ehconiramos desarrollado por Herder, por los ro. mauticos, por Hegel. Ranke Savigny y otros. Es Preciso hacer uotar esto, en especial para salir al eneventro de cualquiera tentativa de confiscar ol concepto de la evolucién en favor del transformis- mo radical y exclusivista (2) Es verdad que con la simple covolucién» estamos todavia muy distantes de haberlo explicado todo, Antes de toda evolucin por necesidad debe adani. tirse un acto oreador eu el principio de los tiempos Como accidn absolutamente soberana del Todopode- roso. Por otra parte, la esencia de las cosas, la naturaleza del hombre, la ley moral divina y gs verdades reveladas consideradas en si mismas Se elevan sobre la corriente del tiempo, exentas do la ley general de mutabilidad Sin embargo, el concepto de evoluciéu es siem~ pre un coneepto importante, sin el cual noes posi. ble llegar 4 wna concepeidn porfeota del mindo real. Fijéndonos especialinente en el terreno sovial ¥ econdmico, también aqui nos encontramos donde- quiera con la variabilidad y el cambio, con la me. tamorfosis, al propio tiempo que con la continuidad yla herencia, Niuguna cosa se produce por salto ni por una causa completamente heterogénea. Ne. gar la evolucidn, seria cerrar los ojos en presencia de hechos manifiestos. Lo que importa en alto grado es que la evolucisn se convierta en verda. (i Marlepelskes: ur Geschichte des Butwicklunysdegrisfe (Is0t),— Kanne etehceMtspastosophische Gedants n (Ie) “Nocti ge rodon hex Hoses l eH, Sisnmol: Dis Problema dar Gorcnicntaphelosophis (een Rossbuch: Uaschichte der Geselbecnast (iassiaiiet: Den iaee, itor. Zeitschrift, LEXXT. 185 9° siguientes, —Merkel Hetteche Fur Privat-und offentlichen Hecht, 110 UiBk eet eaees 204 TRATADO DE HCONOMLA NACIONAL dero progreso. A cooperar & este fin estan llamada todas las ciencias, cada una en su propio terreno.¥. con los medios de que dispone. Atendida esta mi, sid, grande, hermosa y lena de responsabilidades, es de alta importancia el conocimiento preciso y= exacto, asi de las causas como de los fines de la. evolnoidn. x a) Al completo conocimiento causal de la evolu-: cién no puede llegar, segiin lo dicho, sino aquel*’ que, ademas de las condiciones y leyes objetivasg dei orden material, ademas de las fuerzas innatag’ del hombre y de la vida colectiva humana, ademas de los principios psiquico-sociales, del influjo del. Estado, de la accién de factores histéricos univer- sales, como el cristianismo, y del cruzamiento ya enlace entre la evolucidn nacional y la universal, tenga también en cuenta debidamente ja importan-”;: cia del individuo para el curso evolutivo y el pro- greso de las naciones. «El elemento individual 2 —observa mny atinadamente Hintze (1)—ejeree;? poderosa influencia aun en los hechos de caracter colectivista, desempefiando on Ja formacién y trans- formacién del lenguaje y de las costurabres. de la == Economia y del Derecho, un papel casi tan impor” tante como en la fundacién de los Estados y en lagi luchas violentas entre los pueblos, si bien de uni manora mds velada y menos visible. Por otra partes la actividad consciente de los personajes historicogs se encuentra como esclava dentro de los estrechos” Hmites sefialados’ por la evolucidn del espiritn pt blico y de las condiciones por 6] determinadas. Lid vida histérica descansa siempre en ultimo términds sobre... las manifestaciones de la vida individual, ¥ la vida individual por su parte aparece apoyada: siempre en la vida de la solectividad, mas 6 menos, dependiente de las fuerzas colectivas dominantes. +! Segiin esto, el verdadero progreso de la evolucién (1) Hietor, Zeitachrift, UXXVI11 (1686), 64 SOCIRDAD Y CIENCIA DE LA SOCIEDAD . + no puede busearse ni oncontrarse sino donde, su- puesta la robustez necesaria de la vida coloctiva, se .gonceda también al individuo luz y aire, aliento y ‘libertad para el desarrollo y expansidn de sus fuet- Za y aptitudes personales.—Pero no hay bastante ‘con el conocimiento de las causas "4b) La evolucién teleolégicamente consider ada — «La historia social—dice Stammler (1)—es nna his- storia de fines. Debe ser asi inevitablemente, por tfatarse en ella de una historia de acciones huma- ~Sias dombinadas. Mas toda combinacidi de acciones humanas no sdélo va encaminada necesariamente 4 1 consecucién de algtin fin, sino que su cardcter gypropio y pecnliar viene determinado on cada caso T2por las normas’ que la vigen, y que tienden 4 produ- seir una cierta manera de proceder. Bl problema con- “tbiste siempre en encontrar Jos medios que han de ‘Yémplearse para ciertos fines... De aqui que la regu- laridad do la vida social es inevitablemente de olro ¥género que la de los fendmenos naturales. En el “fondo, un hecho social ex regutar cuando es medio ““apto para un fin razonable,.. Para realizar practi- .j@amente la idea de la regularidad social, es preciso -“atender 4 la forma de sociedad vigente.» Perfecta- ymiente; admirable. Pero, por desgracia, Stammler “se'queda 4 media verdad cuando dice que el Dere- ‘cho dlogitimo» no puede derivarse de Ja moral eri tiang. Sin duda, el Derecho positivo del Estado cou- tigng elementos de indole variable que dependen de Jas circunstancias histéricas, de razones de oporta- nidafl y de otras causas semejantes, Una legislacién positiiva que no tenga en cnenta tales cireunstan- ‘eias.y razones no podra, ciertamente, calificarse de + leg{tima». Con todo, la legitimidad del Derecho no Ea A) Pie Sesetemitsaighsit in Rechtsordmg und Volkewirtechaft (1992, iss afe tambiin ef An sea una onusa™ cause fnatiees coun qus pn nd6 darbe aqul por sublia. Bn Ia distinojon entre el astuve toleols ‘coiyefcuuval te contrapone ia cause final a las demas cnurn, Pola op TndaSfonve & ta cvuna ofeiente yf ati hh 208 TRATADO Du BCONOMIA NACIONAL depende exclusivamente de la conformidad entre él y la necesidad histériea. El Derecho legitimo no existe sino cuando por una parte se tienen en cuenta los principios supremos del Derecho divino inmu- table, y por otra parte es justa’la aplicacién que de ellos se hace 4 las concretas cireunstancias de cada caso. Asi debia haber hablado Stammler para expre- sar toda la verdad. En vez de esto, se nantiene en el antiguo error de que la Moral sélo va ordenada & perfeccionar las disposiciones interuas del hombre, al paso que el Derecho se ocupa en regular su con- ducta exterior. Semejante separacién entre las dis- posiciones internas y la conducta externa est en pagna con la verdad, la razén y la experiencia. La ley moral divina se extiende por igual a las dispo- siciones internas y 4 las acciones exteriores. Regula y ordena la vida individual lo propio que Ja social, y lo hace de una manera segura y estable, precisa: mente porque prescribe que las acciones se hagan del modo debido, en orden 4 fines determinados y fijos, y procediendo de legitimos sentimientos inter- nos. Por otra parte, también en el fuero interno de- ben tener su trono el Derecho y la justicia para desde alli reinar sobre Ja vida entera. La sumisién forzosa puramente externa 4 la ley no basta por largo tiempo cuando se presenta un conflicto entre lo que la misma ley reclama del hombre y aquello 4 que le inducen sus sentimientos internos. 61. En. FIN sgGUn EL CONCEPTO CRISTIANO.-— Todo el que cienvificamente esté convencido de la existencia de un Dios personal y ereador del Uni verso, por necesidad ligica deber también admitir en Dios, como hemos dicho, la existencia de un plan universal de la Creacién, Sin un plan y dosig- nio, Dios no podia crear; como tampoco podia en- tregar el mundo, una vez ya creado, 4 una comple- ta anarquia. El plan de que hablaimos no sélo es conocido por Dios; es también querido por El, como legislador supremo. En consocuencia, es una ley, la SOCIEDAD Y CIENCIA DE LA SOCIEDAD lex eterna; eterna en Dios, temporal en el mundo, como el mismo mundo produeido en el tiempo (1). En las eriaturas irracionales esta ley se manifies- ta como principio y norma de sus movimientos y actividad, como ley natural, como instinto; en él hombre racional se manifiesta, segtin conviene & su naturaleza, como la lumbre natural de la razén, por la eual conoeemos lo que hay que hacer y lo que hay que evitar; como ley moral divina que nos dirige A los fines prefijados por Dios por los medios queridos por el mismo Dios (2). «Asi como es cierto que el hombre deseubre en su razén leyes eternas é inviolables que no puede quebrantar sin que que- de del todo imposibilitado para entenderse con los demas hombres, y aun consigo mismo, asi también Jo es que hay leyes inmutables de las ‘acciones hu- manas, las Guales no puede ol hombre desatender si no quiere verse despojado de su dignidad y de sus derechos. Semejantes ideales determinados de orden moral existen. La Iglesia es su guarda y ous- todio. Ella tiene la santa misién de iuculcar & cada mueva generacién que se presenta estas leyes eter- nas y fundamentales del orden moral universal» (3). Pero esta ley—para repetirlo una vez mas—ordena y regula asi las disposiciones internas del animo como nuestra conducta exterior, nuestras relacio- nes con el mundo, con los demas hombres, con la sociedad. Es verdad que la Tierra ha sido entrégada al hombre; pero no en concepto de propiedad absolu- tamente libre. Es el torritorio de dominacién del hombre; pero al propio tiempo debe servir para glorificacién de Dios. De aqui que cuando se trata 2) S$. Thomas: Summ. Theol.,1, 2 q. 9: q. 85, a. 82,2, q. 57, m. 8 De Veritate, q.5. i. 1) ad. G Grupp: Ruthol. Soziatpolitik, en los Histor, polit. Blittern, CRXTV (1800), 408. ®) 'G. Traub: Materialien sum Verstdindis une sur Kritik des katholis- chen Soziuliemus (1003), 4. Kn ente escrito informa Tranb eon toda exactitnd acerea de 1a concepoidn catdlion oh TRATADO-DB HCONOMEA NACIONAL eid del lugar que ocupa el hombre con respecto 4 l/é Naturaleza exterior, nunca deben decidir el placer: +: y la propia satisfaccién. Siempre y dondequiera to- nemos obligacién de respetar el destino que Dios ha» sofialado & la Naturaleza. Este destino exige que la} Tierra, con sus tesoros y sus fuerzas, sea itil para { todos; que ofrezca a todos alimentos, vestido y ha- | bitacién para sustento de la propia vida hasta que Dios nos lame 4 la patria perdurable El hombre nace en el seno de una sociedad do- méstica y en el seno de una sociedad civil. De elas’ recibe la satisfaccién de todas sus necesidades na- turales, el desenvolvimiento de sus facultades fisi- cas y psiqnicas, y sdlo viviendo on sociedad es como so encamina de tna manera regular & su titimo fin, El hombre recibe de la sociedad estimables benefi- cios; pero también por su parte esta obligado 4 con- tribuir al bien de la sociedad. El alma es lo tinico que no debe sacrificar, porque ésta tiene su fin su- perior, mucho més exvelso que todas y cada unade las sociedades.—La ley moral natural, en cuanto tiene por objeto el ordenamiento de las relaciones sociales atendiondo 4 su finalidad, se denomina Dere- cho natural (1). Este Derecho viene promulgado por Dios, supremo legislador, mediante la razén natu- ral, comtin 4 todo hombre; y también es nacaral en otro sentido, en cuanto que sirve para asegurar el logro de los fines humanos sefialados por la Natu: raleza, y en cuanto que regula las relaciones socia- fles del hombre, atendiendo 4 su relacién fundamen: “tal teleoldgica con anterioridad 4 toda ley positivas;':! del Estado 6 de cualquiera otra asociacién de oriz} y* gen humano. Su norma suprema es la reciproca’ consideracién que se deben unos hombres & otros.” Sobre la ley de justicia esté el deber del amor frax SOCIEDAD Y CIENCIA DE LA SOOIRDAD 209 bras: (1), Quien no se somote 4 la autoridad legitima, viola no tan sélo un deber puramente moral, sino un de- ber especial de justicia, por cuanto no da & la auto- ridad lo que Je es debido. Por otra parte, el hom- bre juzga esponténea é involuntariamente de los actos tt omisiones de la antoridad social segin una norma superior. Si el poder publicd no cuidase, por ejemplo, de hacer cumplir los contratos legitima- fomente celebrados, si se negase & proteger Ta vida, FS el honor, la propiedad y demds bienes de sus sub. Sotdinados, se consideraria este proceder como una «S;injusticia, como la violacién de un deber de justi- “G_cip de la autoridad piblica para con los ciudadanos yy |la colectividad; deber de justicia que no reconoce *2sd origen en una disposicién libre y arbitraria del peder del Estado, que no representa simplemente uth producto easual de la evolucién histérica de lor é importancia no més que relativos, sino que ‘“rdsulta del mismo fin natural del Estado, y por _ssgeqte motivo nuestra razén lo considera. como deber +“ -p4rmanente y general de toda autoridad guberna- tiya. Por lo demas, el reconocimiento del Derecho (P Cathrein: Moratphitosophie, 1.8. Auf. 377 ¥ siguiente; 4, Aufl, 400, Towo 1. i a0 ‘TRATADO DE HLONOMIA NAUIONAL natural no se opone en manera alguna é una mo- deraila concepetin histérica del Derecho. Precisa- mente los mas conspicuos representantes de la es- cuela juridica histdriea han permanecido ajenos, como nota Otto Willmann (1), 4 un relativismo que no atiende al fondo extratemporal de todo hecho histérico, En este sentido dice Stahl (2): «La esene- Ja histérica uo suprime toda norma moral absoluta: no hace mas que combatir lo que el «Filosofismo» consideraba como contenido sustaucial suyo, te- niendo en cnenta ademas la norma relativa, 6 mds bien individual, de que aquél prescindia. Precisa- mente una de las mas profundas verdades filosdfi- cas en que tdcitamente, y aun tal vez la mayor parte de las veces incouscientemente, se apoya en iiltimo término es el reconocimiento de la conti- nua aceién providencial de Dios en la historia de ja Humanidad. Aconseja el respeto & lo existente, Ja moderacidn en introducir cambios y variaciones, Ja atenciéa 4 im poder superior de quien an este punto debe esperarse lo mejor y_més esencial.> Materialmente y en el fondo el Derocho trasmi- tido por la tradicion histérica es muchas veces el mismo Derecho qua Hamamos «Derecho natural», y que precisamente por ser Derecho de la Natura- jeza acompafia a la evolucién histérica en las con- vicciones juridicas permanentes y comunes & todos los hombres. Tan sdlo los sucesores de Savigny, Niebuhr, Dahlmann, ete., pusieron la concepcion histérica al servicio de un falso relativismo, com- batiendo no sdlo el Derecho natural individualista, sino tolo Derecho natural, y perdiendo por la esti- ma exagerada del nuevo método su conexidn con la verdad objetiva, La glorificacién de Dios como tltimo fin de to- das las cosas; la felicidad eterna como iltimo fin UL) Geschichte des Ideuliemus, TL, 708 y signiente. Wy istutente der Rechtsphilosophve, 8. Aud. (1851), 088 y siguiente, SvoLBDAD ¥ CIENCIA Di LA SouIRDAD ent del hombre; e] servicio de Dios por el trabajo y Ia fidelidad & los propios deberes como misién de nuestra vida sobre la Tierra; el destino del mundo exterior de servir 4 las necesidades del hombre, de todos los hombres sin excepcién; el complemento y fomento de las fuerzas individuales por la socie- dad; el bien comtin nacional como fin del Estado: he aqui, en su rica y hermosa organizacién, el to: sogtin la filosofia eristiana (1); he aqui el vordade- ro norte y guia aun para la ciencia social y eco- némica (2). Tomando por fandamento y punto de partida los fines, condiciones y leyes fundamen- tales de la vida social queridds y ordenados por Dios, reconociéndolos como invariables y obliga- torios de una manera universal y constante, la teo- ria social cristiana adquiere aquella wnidad y fijeza que la protege de toda concepeién arbitrariamente subjetiva, y la distingue, indiscutible 6 indiscuti damente, de la vaguedad, oscuridad y variabili- dad caprichosa de todo sistema puramente histé- rico y evolucionista. Nunca se contentaré ella con una Sociologia y una Economia que no hagan mas que desoribir el hecho y exponer el curso quo ha seguido y sigue la evolucién histérica, Fundandose en la naturaleza racional del hombre, que es inva- riable, yen la ley moral divina, invariable tam. bién, deduce principios y establece normas practi- cas acerca del curso que debe seguir la misma evo- lucién. Ninguna fémaula que se cifia simplemente 4 recopilar hechos puede satisfacer & nuestra ra. zon, y mucho menos todavia puede bastar para el logro’ de los fnes ordenados por Dios mediante los medios por Bl establecidos. Pero queda todavia otra euestién por resolver. {rgitied, Bbenhoch: Wanderunyen durch die Gesellechaftspoli- si as, 39 (2) | Walter: Katholische Soztalpoliték, on la obra Wahvheit, de Armin Kancen, VIE AG), 48 y siguientes: ibid.: Wesen unit Sedentung ae ehristtichen Taeatismus, VX (60), 2H y siguienten 62. La TELEOLOGIA EN LA HISTORIA DE LA Huma: /)y© wipap.—Los representantes de la escuela natura lista hablan muy diversamente de las causas deci- sivas del progieso de la cultura. H. Th. Bucklo (1) las coloca en las conquistas de la ciencia, en par- ticular de las ciencias fisicas y naturales; Fr. de Hellwald (2) considera la historia de la cultura des- de ol punto de vista de la lucha por la existencia; para Julio Lippert (3), el primer resorte del desen- volvimiento cultural consiste en el principio del «enidado por la vida». Anteriormente se ha ha- plado ya de las explicaciones psiquico-intelectual, econéinico-materialisia, biolégica y psiquico-social. Todas estas explicaciones prescinden por completo de un factor: la Providencia divina. Sin embargo, el gobierno providencial del Universo por parte de Dios, concomitante y superior 4 la accién de las le-: yes de la Naturaleza, 4 la ley moral universal y & la libertad humana, és el factor mas importante de Ja historia humana (4). Y lo es por un doble con- cepto. A los pueblos, como tales, el mismo curso do | la Historia les da por regla general la recompensa’. que merece su conducta: viene 4 ser en este par- ticular como la perpetua Némesis de los extravios:: humanos. Categorias y clases, pueblos y naciones: > donde en vez do la justicia y el amor impera ez. . egoismo, acaban pronto su vide; su hora no tarda,® en llegar. Asf cayé la Nobleza del pueblo griego,s.> + porque abandoné la misién que le estaba encarga-." da en bien de la totalidad; asf se hundié en el pol vo la poderosa Roma después que la gran idea del sacrificio en pro de la colectividad quedé comple: y tamente sofocada por las aspitaciones egoistas; asi ' perecié el patriciado de las ciudades, la aristocra:y W) Gerehtehte der Zivitisation in Rngland, deutsch von A. Ruge, at 8 Bde (eb ' : )" Die Kulturgeschichtn in throy nattrlichen Entwicklung (1375). {@) Kuldurgeschichte der Menschetb, 2 Bae. 1381) pea 5 @ TT Rosshach: Gesentchte der Gesel/schaft, VITE (1846), $8, 168 ae » si? SOCIEDAD ¥ CIBNUIA DE L.A SOCIRDAD 218 ‘ein feudal; asi tal vex estamos llamados 4 presen- ® ciar la ruina de la burguesia capitalista, si rehusa & satisfacer los legitimos derechos y aspiraciones del cuarto estado. «La Humanidad camina hacia ade- lante. Entre sangre y ldgrimas realiza la Historia un designio divino» (1); aun bajo otro aspecto. Hay, ciertamente, una teologia de la historia hu- mana, una ley de evolucién que rige la vida de la Humanidad; pero no una ley que suprima la liber- tad humana y elimine la individualidad de las na- ciones y de las personas privadas, sujetindolas & un esquema general de evolucidn, 4 realizandose por igual en todos los grupos y porciones de la Hu- manidad. No es una ley que produzca las condicio- nes sociales por una trama de necesidad causal, sino una ley que impera sobre las obras y aspira~ ciones del hombre como causa final superior, como un término y destino querido por Dios, como una misién que Hl ha sefialado 4 la Humanidad, prove- yéndola de las fuerzas, estimulos é inclinaciones necesarias para su desempeiio. Asi, de hecho se ob- serva en la Humanidad un movimiento de avance durante el curso de las generaciones y los siglos, ‘aun cuando tal 6 cual pueblo particular degenere tal vez cayendo de su anterior altura, y aun cuan- jae el desenvolvimiento de tal 6 cual nacién deter- Iminada pueda cesar en llegando 4 un grado mayor \6 menor de perfeecién. Al crear Dios al hombre & lsu imagen y semejanza, puede devirse que esta se- mejanza era como un capullo cerrado. En el curso lde la‘Historia debia abrirse y desarrollarse, exten- idiéndose y consolidandose en especial mas y mas “jel dominio dado por Dios al hombre sobre la Crea- idn, tan importante desde nuestro punto de vista. es un concepto cuasi genérico, 4 quien aplico la sunidad moral» como atributo especifico; en el otro caso la «piuralidad 6 mulvitud> conereta de personas es la materia de Ja sociedad, & la cual In antovidad informa y reduce unidad social. La autoridad es, per fanto, de hecho la for- ma concreta, el alma dein sociedad, de yuien ésta recibe su forma abstracta, la unidad moral. Asi como no hay hombre alguno sin alma, asi tampoco puede haber sociedad algunn, ni ann siguiera ix mente, sin autoridad. 66. La soo1epap como orGaniso.—Se entende- ré ahora facilmente por qué razén a sociedad no es un simple agregado mecénico, sino un todo or. ganico, y en qué sentido puede compararse con ol organismo corporal. éQué es un organismo? En el mundo corpéreo nos encontramos en todas partes con seres organicos. Sin embargo, el concepio corganismo» no es facil de determinar. Para el organismo so requiere, sin duda, una multitud 6 pluralidad de miembros ar- ménicamente ordenados con respecto & su coloca- cidn y & sus funciones. Mas este orden arménico, esta interna unidad no se produce ni se mantiene en el organismo por una fuerza exterior, como su- cede en los mecanismos, sino en virtud de un prin- cipio intrinseco al mismo ser orgénico. «Algunos creyeron—dice Juan Miller (1)—que la vida no es més quo ol resultado de la armonia, del engranaje, por decirlo asi, de las raedas de la maquina... Es evidente que tal engranaje existe... Pero la armo- nia de los miembros necesarios para el todo no exis- te sin el influjo de una fuerza cuya accién todo lo compenetra y no depende do las partes... Bl orga- nismo so asemeja, es verdad, 4 una obra mecanica artificial.,.; pero produce en germen él propio el mecanismo de los érganos y lo reproduce. La ac- cién de los cuerpos organicos no depende simple- mente de la armonia de los érganos; antes al con- trario, esta armonia es ya un efecto del mismo cuer- po orgénico.» Y Tilmann Pesch (2) observa: «El Organismo no sale de una fébrica, sino que se for- ma por s{ mismo segtin una ley inmanente, con dominio sobre la materia, La direccién de una mé- quina no nace de esta misma, no es cosa propia suya: la maquina necesita del fogonero y del maquinista que regulen su movimiento. En el organismo, por el contrario, la direccién constituye lo més intimo de su naturaleza y de su ser, siendo 4 la vez el ar- tifice, el plan y él conservador del ser orgéuica... Debiera, por tanto, compararse el organismo 4 una maquina que no sdlo se produjese por si propia y se desarrollase con arreglo 4 un plan inmanente y “> no exterior, sino que, ademas, tuviese la virtud de % realizar (aparte del trabajo exterior correspondien- te) un trabajo plastico interno de incesante auto- produccién de todas sus partes en la forma mode- jada de antemano por un plan interno, y de repro- (1) Handbuch der Physiologie dee Menschen, 1, 4. Auf. 21 y signionter @) Veaso T- Posoh, 8. J: Die grossen Weltrateet, TI, 2. Ang. (1892), 3 17 y siguionte, 356. SOCIBDAD Y CIBNUIA DE LA S@CIEDAD 229 ducirse indefinidamente sin debilitarse, pudiendo ademds Hevar 4 cabo en si misma Ja mayor parte de las reparaciones necesarias.» En el mundo fisico el objeto de esta direccién interna del organismo es simplemente la conservacién de la vida y el logro de la perfeccién que naturalmeute corresponde A cada, ser orgénico. Bl que las plantas y animales deban servir al hombre, es un destino que la bondad y sabiduria de Dios ha dado 4 los vivientes de orden inferior, dotandolos de todo Jo necesario para su cumplimiento; pero no wn fin al cnal deba aspirar directamente el organismo; 6 el principio que le vivifica con su propia actividad. El organismo vegetal y el animal cumplen perfectamente con esta destino con sélo atender & la conservacién y perfeccionamiento de su pro- pio ser Hay que notar todavia otro distintivo caracteris- 4 tico de la vida organica. Fijémonos en un cristal. - Sus partes, por lo que toca 4 su constitucién inter- na y & sus procesos intrinsecos, son independientes © entre si. Por el contrario, en el organismo cada una de las partes, en su constitucién y desarrollo, depende de la constitucién y desarrollo de las de- mas. La salud 6 enfermedad de una de ellas influye = necesariamente sobre las restantes, porque todas - estén enlazadas entre si dentro de la unidad del compuesto ©, . Ahora bien; todas estas condiciones que consti- tuyen el organismo en su propia especie, diferen- didndole de las demas cosas, y en particular del thecanismo, se encuentran en cierta manera en dualquiera forma de sociedad humana. Vemos, en fecto, en toda sociedad una multitud 6 pluralidad ¢ hombres, distintos por la situacién que ocupan y jor la actividad que ejercen, pero sujetos 4 un mis- 10 orden, que se extiende por todo el conjunto. No trata de una multitud de objetos amontonados al zar, sino de una pluralidad organizada de miem- ‘os, cada uno de los cuales esté encargado de wna jeterminada funcidn. Pero lo que propiamente da ese orden el cardcter de organismo, diferencidn- DO DE REONOMIA NACIONAL dole del orden que rige eu el mecanismo artificial, es, en primer lugar, la forma ideal—el conocimien- to'y voluntad de wn fin comtin—que, informando interiormente la sociedad, da el plan para la cons- truecién del cuerpo social y para el desarrollo de su actividad, y mas todavia la forma real—la auto- ridad,—principio interno ¢ inmanente de wnidad completa y de direccién de la misma sociedad, que se oxtionde hasta la construecidu y actividad del cuerpo social y tiene por fin el bienestar comtin. También se nota entre los miembros de la sociedad uma relacién de dependencia reciproca, estando la aceidu y evolucién de cada uno da ellos condiciona- das por la accidn y evolncién de los demas. Una multitud 6 pluralidad de miembros organizada; an principio viviticanta y directivo intrinseco; el bien de todd el conjunto como fin de la actividad orgéni- ga: la reviprova dependencia de los iniembros entre gi he ayii algunos puntos de comparacién que ver- daderamente dan a la sociedad cierta analogia con los euerpos organicos y vedan considerarla como un simple agregado mecduico Sin embargo, nunca podrd decirse que la socie- dad os un organismo smo en seutido simplemente analégico, es deciy, en el sentido de una semejanza parcial, juntamente con una notable diferencia bajo varios aspectos, Inporta conocer esta diferencia, porque asi como la coucepcién mecauica de la vida social ejerceria por necesidad pernicioso infinjo, asi también equiparar el cuerpo sovial con los orga- nismos vegetales y animales seria una fatal exage- racidn, fuente de coufusiones lamentables y de fu- nestos extravios. Hemos visto ya un ejemplo de esto en los socidlogus «organicistas» (1). Em pocas pa- labras puede expresarse convenientemente la opo- sicidn que hay entre la soviedad y el organismo cor- dase et mimero 47, hacia el ala SOUIRDAD Y CIENCIA DB LA SOCIBDAD 231 péreo, diciendo que la sociedad es un organismo mo- ral, La expresién es muy gréfica. Conviene, em- pero, que examinemos detalladamente su exactitud y su aleance. El cuerpo organico representa una unidad de mu- chos miembros regidos por un principio interno Asi también en la sociedad existon muchos miem- bros enlazados en una unidad. Pero esta unidad es esencialmente distinta de la unidad de una planta 6 de un organismo animal, Al paso que en estos tl- timos la materia y la forma, el cuerpo y el alma forman una unidad fisica é de naturaleza, los miem- bros de la sociedad, por al contrario, no forman una unidad fisica, sino una unidad moral,*6 sea una unidad de couocimiento y de aspiracién, una un dad de inteligencias y de voluntades, do actos 1 bres y de deberes worales. Cuando, por tanto, a- mamos 4 la autoridad «alma» de la sociedad, enten- demos hablar slo en un sentido moral; 10 como si la autoridad estuviera unida con la wultitud, 6 con los elementos de que ésta se compone, de ua ma- nera, por decirlo asi, sustancial y fisica, formando con ellus una sola sastaucia natural, sino solamente en cuanto que la multitud de los miembros es re- ducida por el principio autoritario 4 Ia unidad so- cial que en toda sociedad se requiere. Comoquiera que los elementos constitutivos de la sociedad permanecen dentro de ella seres fisica mente completos, conservando todo cuanto perte- nece & su uaturaleza humana y & su personalidad libre y racional, se presentan también como suje- tos de derechos y deberes moralmente independien- tes, los cuales, dentro de la convivencia social, des- aparecen tanto menos cuanto que tampoco desapa- rece la naturaleza fisica é individual de cada uno de ellos. El hombre esti destinado 4 un fin eterno, superior en alto grado 4 cualquiera sociedad & que libre’ 6 naturalmente SPIE 2 haem eae TRATADO' DH BCONOMIA NACIONAL nieda pertonecer (1). Con relacién 4 este fin iltimo del hom: re, toda sociedad aparece simplemente como medio. Su mi sidn es ayudar al hombre & Ia consecnoién de dicho fin, aun cuando ella no pueda tomar parte en el gove 6 posesién de ese fin. La sociedad, en efecto, deja al hombre al horde del sepulcro, y esta mas alla del septlero el punto de deseanso de todas las aspiraciones humanas: Dios y la eternidad Este hecho, que debe reconocer no sélo la £é, sino también Ja ciencia libre de prejuicios, demuestra qué el hombre no _ ser miembro, y nada mds que miembro, de la socie- lad en un sentido completamente igual que los miembros de un organismo fisieo La autonom{a del ser fisico y moral de los miem- bros de la sociedad manifiesta al propio tiempo la autonomia fisica y moral de su operacidn. Al paso que en el organismo fisico el alma se une con la materia en cada uno de los érganos, viniendo 4 ser un coprincipio de la actividad del érgano, en ol cuerpo social, por el contrario, la actividad de cada uno de Jos miembros no esté mas que sometida a la direccién externa dela autoridad. Aun en este con- cepto, el poder directivo de la autoridad no es ab- soluto y universal, sino que la unién y direccién de las fuerzas individuales vienen limitadas por la relacién que deben guardar con el fin general dela sociedad. La autoridad no existe en la sociedad mas que en atencidn al logro de este fin social. Por lo tanto, este fin es también quien regula y deter- mina las funciones y atributos de la autoridad. Cuando se trata de las condiciones previas y de la actuacién del esfuerzo social para el logro de al- gtin fin comin, entonces entra en funciones la au- toridad, produciendo la unidad de ordon necesaria, en cuanto que obra Ja verdadera y eficaz unidn de los miembros y de sus acciones, adecuada para el fin quo se persigue, y, por otra parte, procura im- pedir que éstos se opongan con su conducta & Is (2) Voase el nimero 41: Ventajas de la teoria cristina de la so- ciedaa. geass SOCIEDAD ¥ CIBNCIA DB LA SOCIBDAD 233 7 reelizacién del mismo fin, faltando 4 lo que el de- ber social.reclama de ellos. Mas dondequiera que los individuos, bien sea aisladamente, bien aso- cidndose entre si en grupos menos extensos, aspi- ran 4 fines legitimos que en nada perjudican al fin general de la sociedad, antes quizds. lo facilitan y promueven, entonces la autoridad earece en abso- Into del derecho de constituirse on coprincipio de Ia actividad de sus subordinados, y mucho mas to- davia de dificultarla 6 ahogarla. Esto resulta con incontrastable légica de la autonomia fisica y mo- ral de los miembros de la sociedad, cuya libertad no puede ser limitada més alld de lo que absoluta- mente reclama la consecucién del fin social. Si, ademas de esto, comparamos el fin de la acti- vidad orgénica en los animales y plantas con el fin de la sogiedad, hallaremos una nueva diferencia en- tre el ofganismo moral y el fisico. La actividad de los 6rganos vegetales y animales no tiene otro fin inmediato qne la conservacidn y perfeccionamiento del organismo al cual pertenecen como partes cons- titutivas. Prescindamos ahora de que los miembros de la sociedad pueden y debon aspirar dentro de un extenso cfronlo 4 la consecucién de fines propios y personales. Esto queda ya suficientemente indica- do con Jo que Ievamos dicho. Aun asi, gpodré afir- marse que la conservacién y perfeccionamiento de la sociedad, ut sic, sea el fin propio y especifico de Ja actividad social, el fin, y por afladidura el fin ultimo, en el cual encuentre ella su término y su quietud? Sin duda alguna que también la conserva- cién y el perfeccionamiento de la sociedad consti- tiyen uno de los fines mas importantes de la activi- dad social, y, ciertamente, seré deber de la autori- dad proteger y fomentar la existencia y desarrollo dé la sociedad en cuanto tal. Pero la existencia y perfeccién de Ja sociedad no constituyen propia- mente el fin social, el fin por el cual existe y obra la sdciedad. La actividad social se dirige 4 otro objeto: & la consecucién de un bien para cuyo logro la existencia y robustez de la sociedad no sou mas que simple’ condicién y presupuesto. El esfuerzo activo y positive de la sociedad debe, por consi- guiente, ir mds allé del empleo de los miedios nece- sarios para que la sociedad se conserve, no descan- sando hasta que obtenga la posesidu de aguel bien cuyo logro constituye larazén y el fin de sa oxisten- cia. Preguntamos ahora: gde qué género 9s este bien? Es indudable que existe nna mutua influencia entre al bienestar de todo el organismo fisico y ol do sus drganos particulares. Con todo, gconstituye el bienestar de los érganos el fin del bieuestar del organismo, el fin de las actividades orgdnivas? A nadie se le ocurrird afirmar semejante cosa. Es evi- dente de toda evidencia que las partes tienen aqui su fin eu el todu, y que uo son para el, organismo oira cosa que simples medios para su cunservacién y perfeccionamiento. De otra manera sucede en el organismo moral de la sociedad. Aqui la existencia, unidad y virtnd operativa de Is soviedad es el mo- dio para la consecucién dol fin propiamente social (finis cujus gratia), del fin para el cual la sociedad existe y obra. Pero este fin social sirve & su vez como niedio para el bien de cada wno de los miem- bros en su totalidad, do suerte que el finis cui, es decir, e] fin sobre quien finalmente deben recaer los frutos de la actividad social, el fin por el cual en tiltimo cérmino obra la sociedad, debe busearse en las personas fisicas para cuyo bien ésta se ha consti- tnido, y que debon participar todas, no aisladamen- te, sino como miembros del organismo social, del disfrute del fin social ya conseguido como de un bien destinado 4 todas ellas (1). Por lo que toca, flualmente, & la mutua relacién de los miembros entre si, se observa tambidn den- tro de la sociedad aquel engranaje, aquella inter- 1) Véase Schittiais Principia philosophicn, 385. NCLA DH LA SOCIEDAD 235 SociEDAD ¥ CL dependencia y mutuo complemento que caracteriza la vida del cuerpo organico. Sino que la interde- pendencia no es aqui simplemente wna interdepen- dencia de hecho, sino también al propio tiempo mo- ral, producida por derechos y deberes reciprocos que sefialan el término y medida al proceder de cada uno, & sus pretensiones y 4 sus facultades. Como es natural, no hay que esperar que eu toda forma social se manitieste ol cardcter organico de 1a sociedad tan claramente como on las formas superiores, Sucede en este punto con respecto si la sociedad lo mismo que se observa en los fondmenos de la vida fisico-orgimica. Vemos orga- nismos en los cuales la estructura orgdnica y demas cuali- dades son pereeptibles 4 primera vista. Vemos, por el con- trario, otros con un menor grado de organizacién y diferen- ciacidn de fuuciones 67. Ei. compunsvo soctat coo «PERsoNaLmaD>. Asi como la sociedad suele denomiuarse corganis- mo moral», asi también suele lamarse persona mo- ral. Es facil hacerse cargo de lo justo y razonable de semejante calificativo, como también de lo que con él se quiere significar. La sociedad, considerada como un todo, como wna unidad real, tiene una sub- sistencia propia, distinta de la subsistencia’de cada uno de sus miembros, considerados como hombres fisica y moralmente independientes, Y puesto que & estas inidades sociales 6 colectivas que existen on s{ mismas formando como un eirculo cerrado se les atribuyen acciones de orden espiritual, actos de la razén y aspiraciones racionales, de aqui que apare- cen en cierta manera como «personas>, en sentido analégico, del mismo modo que el hombre, como ser racional individualmente independiente, se lama también «persona». Mas comoquiera que los vineu- los jue producen la unidad en la sociedad son mo- rales, y la misma sociedad uo es un todo fisico, no puede ésta ser considerada como «persona» mas que en el orden moral. Lldmase ademds persona la so- ciedad porque aparece como sujeto no sélo de acti- vidades especiales, sino también de derechos y'de“ beres, con una marcada distincidn entre su esfera de atribuciones y las de sus miembros. Y puesto que ol deber y el derecho pertenecen al orden moral, de ningtin modo puede oxpresarse mejor esta sustanti- vidad de derechos y deberes que Ilamando 4 la so- ciedad «persona moral». Al calificar de personas «morales» 4 las sociedades se ex- presa ante todo que ellas no tienen una existencia mera- mente fantAstica, onal si fueran simples entes de razén (1), Son realidades.wnidades reales; pero unidades de indole mo- ral, que pertenecen al orden real moral: no nnidades fisicas come los individuos humanos. En el terreno del Derecho pitblico es de suma importancie que, on oposicién al concep. to individualista, se mantenga la realidad de las colectivi- dades (universitates) concretas, su real existencia juridica como entidades independiontes con respecto 4 cada miem- bro en particular. Las personas colectivas, las sociedades, no deben ser consideradas como simples nociones genéricas abstractas 6 concoptos universales. Contienen un elemento genérico universal, segiin hemos dicho; pero en si mismas, en su ser concrato, son individuos morales reales, «perso nas» morales, sujetos de particulares derechos y deberes y de una actividad especial. Si se quisiera atribuir 4 la socie- dad humana otra wnidad y sustantividad que la real mo- ral, no selamente con relacién 4 cada miembro en particn- lar, sino también con resnecto A la totalidad de ellos, cierta- mente no podriamos admitir semejante concepto, Asi como no existe una «sociedads al lado de la totalidad de personas fisicas socialmente unidas 6 por oncima de ellas, asi tampo- co existe ninguna persona colectiva separada 6 distinta de Ia misma totalidad, Es también inadmisible la identifica- cidn de Ia persona colectiva con Ia persona del sujeto de la autoridad social. Finalmente, hay que evitar que, inspi- randose en la teoria orpanica de Spencer y otros socidlogos, 6 en una exagerada teoria de Ia voluntad, etc., se atribuyan & la persona colectiva propiedades on ol ser, querer y obrar gue sélo pueden encontrasee en una persons individual y isica. U) Otto Gierke: Die Grunddegriffe des Stanterechtes, en 1a Twhinger Beitechrift fiir die gesamte Staaitwissenschaft, XXX (1874), 905, Das We- ‘en der mengchlichen Verbande (182), by siguientes —Richard Schmidt: ‘Mligemeine Staatstehre, T (1901), 217 y siguientes, donde se hallara ulte- Tor informacion bibliografion,—Vermecrsch: Queetionse de justitia, gunda edicion, 68) y siguientes, WEEP ere re ; of ao \ ‘Hl soctmpAD ¥ OIRNCIA DB LA SocLEDAD 237 ab {Qué os la sociedad? He aqui la primera pregun- ‘ta que reclamaba solucién por parte nuestra. Pero /ssu contestacién no satisface nuestra curiosidad. + Nos preguntamos ademas: {de dénde procede la so- ie ciedad? ¢Por qué y para qué existe? La respuesta & estas preguntas depende en cada caso del cardcter especial de las diversas formas concretas de socie- “dad. Por consiguiente, después de haber tratado en general de la natiraleza social del hombre (1) de la esencia y fin de la vida social, hemos de di- Tigir ahora nuestra atencién por de pronto 4 las dos formas naturales de sociedad: la familia y el Estado. (1) Vénse el niimoro 25, CAPITULO III Las tres columnas fundamentales del orden social. ge La familia (1), 68. Concerro y viy.—Al hablar aqui de la fa- milia no nos referimos simplemente la relacién matrimonial entre dos determinadas personas na- cida de un contrato, sino a la familia en absoluto (1) Bio.tosRaria.—Dovas: Studise of Family Lift, a Contribution to Social Science, traduccion wlemana dg Baumgarten (1987), 90 especial paginas 10d y siguientes, 128 y siguientes. Weiss: Soziale Frage ud #0 siake Ordnung, T, 8, Aud. (1808), 897-584; T, d. Aufl. (4964), 443 y aiguien- tos; I, Ly sighicntes.~-Th, Moyer: Dis Avbaiterfrage und die ehvstl atheschen Sosialprinzipéen, 4. uit, QO04), 6787 —Vogelsang: Soziale Lek- ‘rau (lopp, 1864), 178 y siguientes, 80 ¥ siguientes, Sli y siguientes.— Cathretn? ‘Moraiphitosophie, TI, 4. Aud. (Oo), 890'y siguieates. ~ Le Play: Lorganigution de la fautille, texcern edicign (I8s1).—Riehl, Die Fanulie (04; 10. Auf, 1880).~Ganme: Geschichte der Riuslichen Gesell achujt (1815). -Rossbach: Vier Bucher Geschichte dor Panilie (IS). Getty: Die nitusitssische Pantie (S01).—AdemAs, los artioulos publi endtos on los tomos LUXT y LXXTII de la Histor Zeitschrift; on tos 1V y Vode los Stimman ous Mavéa-Laweh: en el Jahrouch fur Gcselzgebung und Verwaltung, aio 18%" 61 articnlo Konsumlion, de Lexis, on ol Hand. duch de SchGnborg, I, 4. Anil. (803), los articulos sobre la familia, de Stdckl, en el Kirchenbavikon de Wetzer y Welte, IV, 2. Aud: de Pra er en'el Staatslexikon der Girres-Gesellschaft, tT, 2 Av: de Below en el Worterbuch der Votkewirtechaft, I; de Gothoin oa el Handwarter- buch der Staatswiesenschaften, ITT, 2.’And.; y los sacvitos: Phe, Unauy- Usicuveit, on los Mistoriech-politiechen Blidtern, LXXX, 688 y siguion tes; Bhe und Familie, on in Soziale Revus de Burg. i1T (1903), talhett, LAS TRUS COLUMNAS DEL ORDEN SoctaL 239 como una de las formas naturales de sociedad. Asi concebida la familia, constituye el primer lazo 6 yineulo social derivado de la misma naturaleza hu- mana, que une estrecha y fuertemente 4 todos los hombres con reciprocos derechos y deberes. Viene 4 ser como Ja condicién fundamental del ser fisico, intelectual y moral de la Humanidad, como la cé- lula primitiva de toda la vida social. Toda forma social organica de orden natural, hasta el Estado inclusive, reconoce en ella su punto de partida his- térico, y en todo tiempo ha sido y sera invariable- mente la base firme y segura de sti bienestar y pros- peridad. La precisin en que toda comunidad de personas se encuentra de coadunar su trabajo eco- némico para asegurarse de un modo regular y ésta- ble alimento, vestido y habitacién, conduce natu ralmente 4 la familia 4 establecerse 6 fijar su resi- dencia, 4 constituir un hogar, 4 amalgamarse con la tierra nativa 6 adoptada, la patria, «Verdad es que han existido pueblos—dice Max Wolf (1)—que inter viniendo en ta Historia con un poder incontras- table, ganaron importantes batallas, derrocaron y aniquilaron reinos; pero nunca pudieron llevar & cabo empresa alguna sélida y duradera sin que an- tes los bravios jinetes y cazadores de Jas selvas y dol desierto se oonstruyeran un hogar 6 hisieran suyo el que habian conquistado. Siempre y donde- quiera que un pueblo, como los némadas de otro tiempo 6 los indios de América, ha carecido de energia para amalgamarse con la gleba, para le- vantar @ la familia un hogar, ha permanecido sin historia. Con el hogar empieza la morigeracién ge- neral de costumbres; con el gusto por la vida de fa- milia, la civilizacién.» La historia de la familia, sin embargo, al igual que la de los pueblos, no se des- arrolla segim un plan regular. No en todas partes (1) Die paychisehe und sittliche Entartuny des modernen Weidss (rss), 101, la vide sedentaria y fija viene en pos de un periodo de vida errante. A’ veces forma el punto de partida de la historia de un pueblo. La familia es una sociedad compuesta. Consta: primero, de la unién 6 consoreio entre el varén y Ia mujer; segundo, entre padres é hijos; tercero, entre amos y criados, Puede definirse diciendo que es la comunidad de las personas que viven sujetas & una misma autoridad doméstica y paternal. Esta definieidn es aplicable en su generalidad lo mismo & la familia mondgama que 4 le. poligama, & la sin- gular, en que sdlo viven juntos padres é hijos, que & la patriareal, en que permanecen unidos bajo un mismo jefe de familia, formando una unidad do- méstica y econdémica, los padres con sus hijos 6 hi- jas ya casados, y los hijos de éstos, 6 por lo me- nos los hermanos, ya casados, con sus hijos, por ventura también casados ya. Avistételes (1) definid ~ Ja familia como una sociedad natural que tiene por fin la convivencia cotidiana. Ella debe producir y poner 4 disposicién del hombre todo Io indispensa- ble para hacer frente 4 las necesidades de cada dia, En atencién al fin primario del matrimonio, tam- pién puede decirse que la familia es la institucién establecida por Dios para la conveniente propaga- cién (generaciéu y educacién) del género humano. 69. NorTrcrAS HISTORICAS ACERCA DEL MATRIMO- wio ¥ DE Ta FaMrLta.—Algunos escritores de gran fantasia (Spencer, Lubbock, Morgan, etc.) nos dan .curiosas noticias acerea del estado bestial 6 semi- ‘bestial de la Humanidad primitiva, y de los incal- culables millares de afios que median entre nosotros y aquellos tiempos en que el hombre, como las ga- celas, los elefantes, los monos y otras especies 200- légicas, vagaba por la Tierra en tropas 6 manadas (1) Potit.,1,¢. 2,122 b, 12 —De manera andloga se exprosa Santo ‘Tomas: In Polit., 1, leot; &.—Vénse Cathrein: Moralphitosophie, TI, 3. ‘Aud, 980; 4. Aud, 952 y siguiente. TRES COLUMNAS DEL ORDEN SOCIAL 241. © ands 6 menos numerosas (1). En lugar del matrimo- nio reinaba entonces la mds completa licencia, la promiscuidad de uniones sexuales, el vagus concu- | bitus.—La Historia no sabe una palabra de todo esto. Ni un solo caso ha podido demostrarse de una nacidn en que la promiscuidad efectiva del comer- cio sexual haya existide como institucién social re- conocida. (Below.) «No existe on absoluto ni un solo pueblo primitivo—dice Grosse (2)—cnyo sistema § de relaciones sexuales so aproxime & un estado de 4 promiscuidad, 6 siqniera ofrezca indicios de él. La © fijeza de las relaciones familiares no es una tardia conquista de la civilizacién, sino que existe como |» regla sin eacepcién ya en los infimos grados de cul~ 4 tura.s Pneden considerarse como formas histérieamen- te demostrables de una relacién sexnal regular y es- table: la poligamia (pluralidad de mujeres), la po- liandria (pluralidad de varones) y la monogamia. A esta itltima pertenece también la institucién del le- virato del Derecho judaico, que ordenaba el matri- monio del pariente mas préximo del difunto.con la vinda de éste, caso de haber fallecido sin dejar hi- jos, con el fin de asegurarle sucesign. Que la mono- gamia sea la tinica forma en armonia con la digni- » dad de ambos sexos, la mas apta y natural para los ) fines de la educacién, y aun la tinica que los afianza = Séguramente, son cosas que aqui podemos dar por presupuestas. Aun la misma forma poligignica (po- = ligamia en sentido estricto), que durante largo tiempo ha existido y existe todavia en algunos pue- ~ blos cultos (mahometanos), es perjidicial 4 los fines 1) Véase Schmotler: Grundri¢e, 1, 281 y signiontes.—Kléinwach: U) te: Lehrbuch der Nationatdkonomie (1602), 168 y siguientes, —Bachoter £ Dis Muttorrecht (1861).—Mac Lennan: Prinstive marriage (Ib), Studi inlancient history OIG): The patriarchal theory (185). Morgan: Systems ofl consanguinity anit affnity of human family (1810; Anéient Society MH).—Sponvec: Prinetpion dor Soatotogic (1816k: ete, Q Die Formen der Famitie wid die Formen der Wirtschaft (1996), 42.— Dp ung manora anélogn opinan Ratzel. Peschel. Ricardo Hildebrand y ptros, ‘Tomo T. 6 242 ‘PRATADO Di ECONOMIA NACIONAL esonciales del matrimonio, & la conveniente gene~ racign y educacidn de la prole. La mujer 20 apa- rece en ella como compafiera del hombre, igual & 1 en derechos: los calos y el favoritismo relajan y destruyen el vinculo familiar. Sdlo donde se conce- de a Ja mujer igual derecho de posesién exclusiva con respecto al hombre que 4 éste con respecto ala mujer puede hablarse de familia en el sentido com- ploto y verdadero de la palabra. Si se nos opone la posibilidad de una renuneia por parte de la mujer & Ja igualdad de derechos y al derecho de posesin tini- ca con respecto al varén, contestaremos que Ja tal renuncia es cosa juridicamente inconcebible, por- gue aun cuando los consortes en el acto de contraer el matrimonio gozan de plena libertad para abstener- so de hacerlo, no esté, sim embargo, en su mano al- terar la naturaleza’ y la copstitucion natural de la familia. ce Bl sistema de la comunidad de mujeres (poliandria y poli- amia a la ve2), tal como Platén lo sod para su repiiblica Hleal y lo propusievon los representantes del comunismo, co- rresponde en realidad al nivel bestial de aguellas En tales casos pudieron algunos Estados tener origen ex una convencién mis 6 menos libre. Eucontramos todavia ejemplos de esto en los actuales tiempos. Asi, en 6l aio 1819 las muchedumbres dle emigrantes Nogados 4 California eli- gieron una Junta encargada de redactar 14 Constitneidn, que fué después aprobada por el pueblo, quedando asi cons” tituide el nuevo Estado (1) 74, Ivporrancra DEL FUNDAMENTO JURIDICO-NA- TURAL.—Con razén se lamenta H. Dietzel de que en el campo de la moderna ciencia politica 4 menudo falta la nocién de todo principio fundamental y general, «La idea orginica del Estado—dice (2)— queda sofocada por la idea de la ulterior evolucién orgdnica de la vida politica tomando por base y norma lo existente. Es indiscutible que no se pué- de construir a priori un sistema de politica practi- ca aplicable (inmediatamente) 4 todas las naciones; no hay para el arte politica otro método que el «his- térico» 6 «realista», que trata de acomodar con la mayor precisidn posible las medidas particulares politieas y todo el sistema politico en general 4 las circunstancias coneretas, haciéndolo derivar de ellas mismas. Pero del principio de la «relativi- dad» de los medios y procedimientos practicos se ha ido formando gradualmente el principio de que ® Ohristian Poseh: Die christtiche Staatsidee (1 (2) Karl Rodbertus: Darstellung seines Lebens und B81 y siguientes, no hay fin ni término alguno absolute. Ha Hegado tomarse por sistema no tener ningiin sistema. Se ha establecido como principio la falta de todo prin- cipio.» Mas la porniciosa influencia que por necesi- dad produce esta falta de principios no se limita al terreno de la politica practica, «Una vez que con los sofistas antiguos y modernos se llega—dice Ge- yer (1)—4 la uegacién de todo principio funda- mental de Derecho, queda destruida por completo la base de la vida juridica y politica, La ciencia positiva del Derecho y del Estado podrd, si se quiere, armar todavia sus construcciones con admi- rable talento hasta en los menores detalles: no pa- saran de ser una fabrica montada sobre arena mo- vediza.,Nos presentara, si, como efectivo un cierto. sistema juridico y politico con tan exquisita expo- sicién, que haga posible percibir la interna traba- zon y estructura de todas sus partes; pero sin siquiera intentar demostrarnos cémo y hasta qué punto este sistema deba ser en absoluto respotado y tonido como sagraido é inviolable. El dia que este sistema sea suprimido por una violenta revolucion y se establezca otro en su lugar, su exposicién no tendré ya mds que un valor puramente histérico, y la ciencia positiva del Derecho y del Estado se | ancargaré de hacer igualmente concebible el siste- ma nuevamente implantado» (aun cuando sea del todo socialista). «Inclindndose ante los hechos con- sumados, deberd presentar como razonable y justo lo que antes calificara de injusto ¢ irracional, y vi- ceversa.—Diametralmente opuesta 4 tal manera de pensar y de obrar seria la aspiracién’ nunca sa- tisfecha de los que aspirasen 4 transformar lo oxis- tente, bien sea por motivos de interés egoista, bien por otros motivos mas nobles. ZQué cosa seria ca- UL). Philos, Bint. in die Rechtewissmnschaften, en In Knzyklopddie co Holtzendorif, 4 Auf. (1882), 7 7 siguientes. Ein la quinta edicion Go- yer es austituido por Merkel AS Ria LAS TRES COLUMNAS DEL ORDEN-SOCIAL 257 “paz de impedirles la realizacién de sus propdsitos, “aun por medios violentos, desde el instante en que 4: tuvieran poder para ello? No, ciertamente, ol sim- “E ple hecho de que alguna institucién haya Ilegado “) 4 formarse histdricamente y exista en la actuali- "dad... Asi vemos que desde el punto en que el De- % recho y el Estado se desligan en absoluto de ss z; fundamentos éticos, 6 se considera como indiferen- %, te la relacién que entife aquéllos y éstos existe, las cuestiones acerca de qué cosa deba considerarse “como Derecho y hasta qué punto deba reinar el or- den en la colectividad se convierten en simples .peuestiones de fuerza, que en definitiva se resuel- Keven tinicamente por la prepotencia 6 por la astu- ¥reia. Tan slo admitiendo como principio ético la \santidad del Derecho puede presentarse éste roves- tido de una sancidn que son ineapaces de darle todo poder y' todo medio coactivo.» Sin admitir & Dios, y con El un Derecho natural y una justicia natural también, no queda més camino que reputar la po- litica préctica, todo el sistema de la actual politica “social, como una farsa, un atticulo de moda «histé- fericamente justificado», 6, como dirian los socialis- tas, un producto del peligro y del temor del rég <&men capitalista. Por el contrario, admitida la exis- ‘tencia de Dios y de un Derecho natural, la politica sotializadora se convierte en un deber ético ideal, es el bien comin & todos los cindadanos, que forma el fin social del « Estado. Cuando, por consiguiente, se dice que ol fin del Estado es el pudlico bienestar, se expresan = eon ello dos cosas: en primer lugar, a) que el bien © privado de cada uno, por lo general, no puede ser produeto inmediato de la actividad politica; en se- »gundo Ingar, }) que el bienestar temporal, en euan- to que constituye el fin de la sociedad politica, es # cbmtin 4 todos los ciudadanos; es decir, que ningu- “mo de ellos puede ser excluide de él, ni tampoco eferido 4 los demas én el uso y disfrute de los bienes comunes, 4 no ser que el mismo bien comin rgclame que sea preferida una determinada clase 6]grapo de personas. De esta manera el puiblico & ) | Vénse Cutbrein: Moralphilosophie, 11,480 y siguientes. —H. Peach: jeralisnus, Sosiatismus und christtiche Gésellacha/teordniing, 408, HA NACLUNAL bienestar, en combinacién con J actividad de los individnos particulares y de las asuciaciones infe- riores encajada dentro del todo social, viens 4 cons- tituir el gran medio por el cual lega & realizarse de hecho el bien comin de todo el pueblo ‘Las expresionos cbien piiblico», «bien del Ustado» y otras semejantes han sido entendides por el racionalismo en an sentido totalmente abstracto, con lo onal el - libertad y del Derecho privade esté en pugna con: el fin del Estado, por cuanto restringe la posibili-/4? dad de asegurarse por la propia accidn ol bienestar’ +; personal, sofocando ademés la iniciativa privada | 6 impidiendo el bien de los cindadanos en ugar de promoverlo. Mas por encima de la libertad esta el orden. El principio del orden es la justicia, asi con respecto toda la sociedad en conjunto como en lo que se refiere 4 cada uno de sus miembros, La justicia, que da y respeta 4 cada uno lo que | en derecho se le debe, puede dividirse en general y particular. a) La justicia general se refiere 4 la comunidad, 4 la asociacién 6 grupo social, ut sic. Por lo mismo que pertenece especialmente 4 la legislacién or- denar las acciones de los ciudadanos en armonia con las exigencias del bien comtin, esta clase de jus- ticia suele llamarse también justicia egal. Ella re clama del jefe y de Jos miembros de la sociedad po- litica una conducta positiva y negativa, conforme 4 las exigencias del bien comtin del pueblo como“ sociedad. Aun en el caso de que el Derecho positivo no haya establecido todavia lege lata semejantes exigencias, existe ya un deber moral de accién tt omisidn siempre que se vea claramente la necesidad de un determinado proceder en orden al bien co: min. Apenas hay necesidad de hacer notar que los’ deberes del Poder politico son en este punto harto- més extensos y Tigurosos que los del ciudadano% privado. ea b) La justicia particular, que se refiere 4 los: miembros'é grupos de que la sociedad se compone, se subdivide en justicia distributive y justicia con= mutativa, ty 2) La justicia distributiva reclama de los repre-. sentantes de la comunidad que repartan los bienes > publicos de la sociedad entre sus miembros de la. ‘manera y en la proporcién debidas, atendiendo 4 la? % oe 269 ‘importancia, mérito y necesidad de cada uno, y {pave distribuyan las cargas & que todo miembro do ‘ia sociedad en cuanto tal esté obligado (ew justitia “legali) segiin la facultad contributive de los sub- “2 ditos. ; .?) La justicia conmutativa, Mamada tal porque ;Vige con preferencia en el comercio de cambio, re- *s,:gula las relaciones entre personas privadas y so re vs fiere & todo aquello que cada uno puedo considerar sf-y reclamar como suyo en fuerza de su propio dere- Wvcho. La idea fundamental, la medula, diriamos, de Sela justicia conmutativa consiste, en general, en la jymocidn de una esfora de derechos individuales, in- * sviolables en si mismos, que todo hombre, toda fa- {inilia 6 toda otra persona moral posee dentro del Estado. Bien se considere el hombro como persona, vscbien como duefio legitimo de una poreidn mayor 6 menor de los bienes de la Naturaleza, aparece siem- Sire como sujeto de un conjunto de derechos que sus emejantes deben respetar como sagrados, y quo mnadie puede violar arbitrariamente sin ponerse en @pugna con Jo que reclama'el orden moral. Esta es- ‘sfera individual de Derecho de cada ciudadano, fa- yimilia y asociacién debe ser reconocida dentro de la ‘Sociedad, concediéndose y respetdndose 4 cada uno ‘lo que en fuerza de su derecho natural 6 adquirido _le pertenece. Esto vale también tratindose del Bs- Stadb. De otra suerte, no podria hablarse de bien @omtin. «Ni el individuo, nila familia, nila agru- “Padion mas 6 menos reducida de familias en el Mu- niclpio é Comin (ni otra asociacién cualquiera) -estdn 4 disposicién del Estado como simples mate. ialles para que mediante ellos y¥ @ costa de estos ‘lerpentos orgdnicos pneda désarrollar indefinida- te su grandeza y poderio, como si no tuviera fin que su propio engrandecimiento. El Estado tienle como misin natural corroborar las fuerzas de Jos miembros de que se compone mediante el orden pitblico, y proteger y fomentar sus intimos y & 210 PRATADO De BCONOMIA NACIONAL mas vitales intereses; pero'ni debe ni puede absor- Derlos en si mismo et manera alguna» (1) Bu los autores modernos se encuentra con fre- cnencia la frase justicia social (2). Esta expresidn, 6 bien designa én general el conjunto de todas las virtudes que se ejereen en el seuo de la sociedad, 6 bien designa especialmente la justicia legal, que da & la comunidad, al bien comin, lo que le es debido. Donde y ewandoquiera que el derecho privado esté en pugna con el derecho de le comunidad, segiin el principio de la colisidn de derechos, debe ceder el primero al seguudo, como superior; pero no mds Que hasta el punto necesario para que le colisién desaparezca, Asi, por ejemplo, el bien piblieo pue- de exigir la supresin de la propiedad privada.so- bre una poreidn de terreno, ete., haciendo legitima en aquel caso la expropiacin: por el contrario, no esta en pugna con el bien publicd que el valor del terreno en evestion permanezca en poder det actual propietario, y por esta razdn debe indemnizdrsele enteramente. 17. Bx sociatismo pe Esravo,—Eu el terreno de los prineipios el fin del Estado y la misién del poder politico son idénticos para todos los tiempos y para todos los grados de desarrollo de la vida eco- hémica. Mas en sn manifestacién histérica, en su forma concreta, los fines y fuuciones det Estado de: beran ser wnos bajo un régimen econdmico en que predomine la antoproduceién, satisfaciendo cada familia sus necesidades con el producto directo de su propio trabajo, y otros bajo un régimen en que e} comercio de cambio alcance de dia en dia mayo- tes proporeiones, extendiéndose cada vox més fuera Gol eireulo de la economia familiar 6 doméstica, y aun de la aldea 6 de la ciudad, para venir finalmon- a Sitthichkeit und des Rech ten 12 @) Wermeersch: Questionce de justitia, 6. LAS TRES COLUMNAS DEL ORDEN SOCIAL 971 to @ agrupar con multiples vinculos la nacién en- tera en wna sola unidad econdmiea. La extension y complicacién histéricamente creciente de las funcio- nes del Estado puede encerrar el peligro de wna ex- tralimitaeion; pero, considerada en si misma, no esti on manera alguna en pugna con el fin & que por Derecho natural se ordeua el Estado; antes viene & ser la realizacién histérica de este mismo fin, en ar- monia con las condicionés histéricamente varias de lu publica prosperidad, y con las necesidades, va- vias también y cada dia mayores, que reclaman la tatela y asistencia del Estado. Sélo entonces se in. eurriria en nn reprobable socialismo de Estado, cuando éste se negara d reconocer la esfera del De. recho privado y de la Economia privada, como un distrito defendido, aun con respecto al Estado mis. mo, por derechos naturales, por derechos anterio- ves A toda atribucién dei Estado y & todo derecho positivo piiblico, que el Estado tiene obligacidn de reconocer, y no puede violar en manera alguna, En breves palabras: la esencia del socialismo do Estado consiste en 1a negacién teérica y el menos. Precio practico del legitimo orden econémico priva- do, y, ultimamente, en la negacién tedrica,y ol des- Precio préetico del Derecho natural, de la justicia natural y, por tanto, de todo limite & que por na- turaleza deba circunscribirse la accién del Estado, asi en el orden politico como en el econéinico. No seré, por consiguiente, socialismo de Estado que éste restrinja la libertad de los ciudadanos siempre que verdaderamente exija esta restriccién la tutela del derecho de las personas privadas y de Ja colectividad; por ejemplo, mediante disposicio- nes legislativas que regulen la explotacién econd mica privada, protegiendo los derechos del obrero. Tempoco lo sord que el Estado se ocnpe en conci. liar mutuamente los intereses antagdnicos de los distintos grupos 6 clases d tenor de las exigencias del bien comin, ni que imponga cargas positives 2 preparers Fara. ‘TRATADO DB -ECONOMEA NACIONAL 4 los cindadanos en benoficio do la colectividad, con arreglo 4 las leyes de Ja justicia distributiva. Ta poco que—supuesta la completa indemnizacién des todo derecho legitimamente adquirido—se apodere 4% de biones y medios de produccién que antes eran objeto de propiedad y explotacién privadas, siem- 2 pre quo los intereses econémico-nacionales hagan verdaderamente necesaria la estatizacidn 6 confisea- cidn; es decir, siempre que una necesidad legue 4. ser tan general, que mediante un régimen de explo- tacién privada, en absoluto no pueda satisfacerso, ; 8, por'lo menos, no sin dafio 6 peligro para el pt- blico, Tampoco que asuma por cuenta propia la ex- 2% eplotacién de un determinado niimero de minas para” | surtir de carbén 4 los ferrocarriles pitblicos, 6 bien | para impédir el encarecimiento excesivo, artificial- mente: procurado por ol monopolio, de un producto de tan alta importancia. Tampoco seria socialismo de Estado 6 de Municipio que estos organisms pti-’ blicoe adquiriesen grandes oxtensiones de terreno dentro 6 en los alrededores de las ciudades para precaver el daiio comin que pudiera resultar de la especulacién privada sobre el suelo. Tampoco, por fin, podré acusarse de tendencias socialistas & un Municipio rural que posoa bosques, prados, etc, 7 para ayuda y recurso de la produccién econdmica +f privada de sus miembros, y procure sumentar les 3 posesiones de este género. a Pero debe considerarse socialismo de Estado que se doje completamente al arbitrio del Poder politico}, regular los limites entre la actividad ptiblica y pri-t vada, entre ol Derecho privado y el Derecho publi- 00; que, so color de una pretendida «ley» de pro-* gresiva actividad del Estado, la libertad privada y y= Ja economia privada se consideren como materiales. entregados 4 la libre disposicién del mismo, sin con- "3° sideracién ninguna de los derechos naturales y legi-\, timamente adquiridos; que se limite la. libertad y la.™ actividad econdémica privada en tales términos, ques oy “Bib limitacin no pueda justificarse, ni por les facul- Ee thdes de quo por Derecho natural el Estado esta in- J ¥estido, ni por las ineludibles exigencias de la jus- tieia y del bien comtin, En especial so cae on el so- Weialismo de Estado ctiando la estatizacién 6 confis- jg cacion se funda, no ya on Ia naturaleza y cardeter peculiar de un ramo'dado de la explotacién econd- mica 6 on circunstancias especiales que hacen apa- [-Tecer como imprescindible la necesidad de que so organice ptiblicamente la tal explotacién para que pueda satisfacorse la necesidad econdmico-nacio. genet sino que mas bien se propono como medio para Ela solucién directa del problema dela distribucion. i Siempre qua algdn ramo do la actividad econdmica fedesde ol punto de vista econdmico-técnico pueda FE convenientemente explotarse por drganos adminis. {trativos del Estado, hay ya, segt el socialism do jy Estado. vazin suficiente ‘para la confiscacién 6 es- {tatizacién; asi como tampoco admite limite algu- {no, en el terreno de los principios juridicos, con pxespecto al monopolio por parte del Estado por mo- (etivos de interés financiero, «Bl socialismo de Estado 1 88 apoya—dice Cathrein (1)~-en la premisa tacita & : se que no hay un Derecho natural independiente Edel Estado; de que el derecho de propiedad privada End es mas que un deracho positivo otorgado por el EPoder piblico y, por tanto, revocable on determi. ghddos casos; de quo son objeto de la justicia distri- itiva no solamente los bienes publicos, sino todos esi excepcidn los que en el Estado existen, sean ‘Privados, sean ptiblicos, teniendo, por consignien- nfe{ el Estado el deber de procurar gue todos y cada plo de los cindadanos posean wna riqueza (renta) rpporcionada & sus méritos.» Pero al paso que la |Meinocracia social en su forma extrema pretende fpotializar In produccidn entera de un solo golpe ee ela revolucionaria), en cambio, el socialismo eb AMoraiphitonophie, TT, 458; 4. And. (1904), 510 y siguiente. ‘Tomo 1 18 RATADO DU BCONOMIA NACIONAL de Estado practicamonte no exige mas que la con- fiscacién 6 esfatizacién gradual y paso 4 paso, con- forme vaya presenténdose las ocasiones. No pre- tende saprimir de wna sola vez la propiedad privada sobre los medios de produceién, sino tan sélo hacer que vayan siendo cada vez mas objeto de explota- cidn directa por parte del Estado, en la proporeién que el progresivo desarrollo de la gran industria aconseje, pata nivelar 6 compensar las desigualda des y antagonisunos sociales. El autor clasico del moderno socialismo de Estado en Ale~ mania 63 Carlos de Rodbertus-Jagetzow, uacido el 12 de Agosto de 1805 en Greifswald, donde su padre era profesor Qe Derecho romano. Despaés de haber estudiado Jurisprn- dencia on Gottinga yen Berlin permanecié una breve tempo- rade empleado en los Tribunales de justicia, pasando lo res- taute de su vida en la finca «Jagetzows, situada en el dis- tito do Demnin (Poniersnia\. Tomé parte muy activa en la politica, On ISL3 formé parte dé)“Gabinete Auerewald- Hansemanu darante unos quinee dias, desempefiando la car- tera de Cultos. Murid ei 6 de Diciembre de 1-74. De sus escritos mencionaremos en espeviat los siguientes: Obserca- civnes acerca de nuestro estado politicd-econdmico A882); Cartas sociales al Sr. Kirchmann (1880. las cartas segunda: ¥ tercera se publicaron juntas en 1875 bajo el titulo ciara jones acerce. de La cuestion social; la carta cuarta (pdstama) iné pablicada por A. Wagner y T. Kozak (II, 1851) bajo el titulo El capital, Escribié ademas: Las crisis comercia'es _ deuda hipotecaria. de la propiedad territorial (18o Lito de la propiedad territorial, y su remedio, ‘los tomos ({8u3-869), y algunos trabajos en los Anuarion de Beonomia Nacional jy de Bstadistica de Hildebrand. Ex 18-2 Pedflo Kozak publied un compendio de las doctrinas de Rodbertus bajo el titulo Ideas econdmicy-socinles de Rod- dertus-Jagetzow. También las Caritas de Redberius (ios ‘tomos\, publicadas por Rodulfo Meyer, dan bastante !nz acerca de st personalidail cientifiea (1). : ‘Rodbertus distingue ana doble acepeién de la palabra «Ei taido®. En sentido lato, el «Fstado> designa, segin él). an Ud) Bo aqui los correspomdientes titwlos alemanes de Ins obras oi tndas: Jur Brkeminis unserer stantewirigchaftlichen Zustdnde; Soziale Brlepe ane v. Krvehnuwnns Zur Beleucheung der sozialen Frage; Das Kapt- fol: Die Handalsevisen wd die Hypothekennot der Gruncbesitzer; Zur ridassuig wed aAbhilfe der heutégon Kredituot des Grundbesitees; Rodber- fuatagetsors sozralokonomiscuen angienten; Briefe von RorTbor tus LAS TRES COLUMNAS DEL ORDEN SOCIAL Solamente una parte de este mismo cuerpo sosiel politica politicos eamizado, 6 sea los éxganos mas contrales (Polos Pouticg), en contraposicion & las demas partes que Coeee eng Wesociednd>, Ahora dion; , varia. sogvin el distinte grado de desarrollo ile la vida social, eecnoae ce peaeenige y en inteasidad... De aqui que es empelo rari Presender Separar ol campo del «listidos, en cyte soatite vorsnlaones de, sociedad medianto limites absoluea y unc Wefealmente valederos. A cada suevo grado de svelecuy Tebasa lw Historia estos limitos. Asi, el‘campo tel Estado, i i ‘i de un orden de Estados ¢ taes varia también. Por ejemplo: dentro del antivy vraey Ro fué el misino on el periodo de la polis que en ef + gimen decastas, y dentro del Rstado gorinenice wo ha cine igual prove tiode burocritico que en su periodo de los Bethan provinciates, No se vuede, por consiguiente, deslindar ef {Batalo» de la esoviedad> ou ahsolatar sing flo ene tivamente, con respecto A una misma especie de Estado; por giemplo, con reapecto al actmal Estado veprescun ce: Uh. A fuer de eprevileacie Socials (2), el Estado, en sentido os. frloto, tiene el deter de intervanie siempre aoe wate peli- gro el desenvolvimiento de Ia cultura; por consiguiente Ginbién hoy 4 eausa de la Namada cnestign social Lara! idas que én este particular propone Rodbereay aug any i nna emplia y extensa implantasion del Estado divectors ei Jo tocante a la dist ‘iba, ducto nacional. Oigamos las razoues an que cap ae propiedad (asi sobre el suelo como sotra ce SBiAD dice Proadhon—es un robo; la ovclavitnd: we we. Micidio, Si la propiedad sobre «l suelo y sobre of capital es » He gobo porque arrebata a] productor oa parte deh yee sus productos, si la ayclavitnd es um homily porque { rustea on el hombre la facultad de deseuvolvere lvboeee By habremos de decir que también en las instionoienen ge, J cohaeces due juntamonte con la propiedad sobre of eats J dgbre el capital mantienen la lsbertad de contrato cose. Bete al abajo y al salario, dominan, no sélo el nohe eeey Sdomas el homicidio. pues on tanto que ef teak jador ests Jos mide incluso en Ia parte gne le toca viel pretctoete los fratos de una crociente produstivided: ne weege vegarse isigatencag s ReMertes-Jogetzowe sostatdkonomische ansienten, 101 y iene Cotes ee Abhitye der Breditnoe, HE, 30 ae queda frustrada su fnonltad de desenvolverse libres thente. Su situacién material queda deteuida violentames te (por la fuorza de las cosas) al nivel del sustento indi: peneable, y su desarrollo moral 6 intelectual, al nivel de su igh, posicién material. En un régimen de libre concurrencia Bara ol contrato de trabajo persiste todavia en el fondo la: Frolavitud por la propiedad sobre el suelo y el capitals (1). En otros términos: el actual régimen de propiedad sobre el suelo y ol capital es, on opinisn de Rodbertus, un robo, una: esclavitud, un homicidio, principalmente porque el actuals régimen de propiedad deja el contrato de trabajo 4 merced e de la libra concurrencia. Ahora bien; «admitida la libertad <2 de contrato en orden 4 la distribucion del producto nacio+ ‘nal, 4 causa de ciertas circunstancias resultantes de la mis~ i ma evolucion de la sociedad, sucederé quo mientras por una 34h, parte aumentaré la productividad del trabajo nacional, por, Stra parte of salarid de las clases trabajadoras representar A i una parte cada ver menor del _— (2). Mediante 1a ake" aplicacién de nuevos inventos y de los progresos de le téeni-!' 5, ca é la industria fabril el trabajo se hace cada ver mas Pro ap Auctivo; es decir, que una misma cantidad de trabajo inde, mayor cantidad de producto que antes. Parecia que, en co. rrespondencia con esto, el salario de las clases trabajadoras'#, Gobir represontar ma parte alicuota proporcionalmente yuayor del producto nacional. Pero los obreros uo recibe en absoluto parte alicuota ninguna del tal producto, por. Guanto su salario no reviste hoy el cardcter de participacion’ on los productos. Su posicién econémica, su propia hambre , J la miseria y sufrimiontos de su familia los obligan 4 re- Runciar 4 qué ea trabajo sea retribuido en proporcin 4 su % productividad y al aumento de ella. En un régimen de libre’ Poncurrencia se ven forzados A contentarse por fin con und:):% simple cantidad-producto que «durante el tiempo que puede Vivir wn trabajador en un determinado pais, y tomando el" promedio de las diferentes épocas del afio, permanece dase) Pinte fijo> (2), y equivale 4 lo necesario para el sustento doit Ja vida dol trabajador y de su familia. Por eso Rodbertus considera como verdadera medula de ia ouestién social cat dente el ver cdmo se asegurard al vrabajador una particip Gion en la suma del producto nacional que esté en correnssy’ pondoncia con el aumento de la productividad del trabajo ¥) Srezon proporcionalmonte a ella, Pero si In distribucién dale". producto nacional sa deja en manos de la libre concurrencia, Timea Ilegaré & obtenerse este resultado, qnedando siemprs # a (1) Rodbortus: Das Kapital, 20 y siguionten (@) Idem: Sosinle Frags, (3) Idem: thin. 48, LAS TRES COLTMNAS DEL ORDEN'SocIAt jabierta la fuente del pauperismo y de las orisis industriales: Por consiguiente, el Estado debe determinar de una ma: en sentido estricto. La propiedad pri -ysvada sobre 6! suelo y sobre-el capital no debe todavin por “sel presente ser suprimida. La sociedad no puede atin indir de la cinfluencia edugudoras que la propiedad del sue- *Noloi y del capital ejerce. «La energia moral del pueblo» no Gost todavia «suficientemente desarrollada para mantenerse J {libre y espontineamenté dentro de las vias del trabajo na. “Beional, 6 sea del progreso nacional, sin que la sujecién de gla|propiedad sobre ol suelo y el enpital Ia retenga en ellas, ¥ <#,aun la estimule nuevos adelantos con el azote de la mise. rig» (2). La confiscacién 6 estatizacién de nn ramo de la igiinllustria econémica no debe, por consiguiente, llevarse hoy 8 gabo sino cuando se trata de evitar un grave dafio deter- ijjininado 4 de conseguir graudes ventajas para toda la uacion “¢'en| general, como sucede sobre todo con Jos Bancos de emi- syubign y los ferrocarviles, puesto que los Bancos particulares iEnolatienden suficientemente la produceién agraria, y las Cdmpaiiias privadas de trasportes dificiltan al publico el ietenvio de sus mercaucias. Pero aun hoy mismo Rodbertus opsidera ya a los propietarios dal suelo 6 capital como fun- Siqnarios del Estado, de Ia nacién, cnyo dominio alto 6 di- +Sgedto presupone él tacitamente. «La propiedad sobre el suelo se) Rodbertus: Der Normalarbeitstag, Separatabdruck aus der «Ber fPdinde Reouer, 1871; Cathrein: Sosiatiamus, T. Auhi, Oty sigulenton: BOK Monger: Recht auf den vollen arhertserteag S01), 8, Rodbortus: Zur Beleuchtung der rocinten Frage, 1-8; Kouak: Rod- skcherfue, 198, a

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