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edicion a cargo de pedro scaron traduccion, advertencia y notas de pedro scaron KARL|EL CAPITAL MARX |critica . DE LA ECONOMIA POLITICA el proceso libro | de produccién primero | de capital i »* siglo xxi editores, s.a. de c.v. [SERPO OEL AGUA 248, FONERO DE TENMEROS, 0, ONCE. OF. siglo xxi editores, s.a. siglo xxi de espaia editores, s.a. MENENDEZ PlOAL 9 BIS. 24038, MAQRIO, ESPAI primera edicidn en espaol, 1975 vigésimocuarta reimpresién, 2009 © siglo xxieditores, sa. dee isbn 978.968-23-0084-4 (obra completa) isbn 978.968-23-0404-0 (volumen 2) ‘en coedicion con siglo xi de espa editors, sa tiulo original: das eapital, kit der poitischen Skonomie derechos reservados conforme a Ia ley impreso y hecho en méxico impreso en majiea impresor, sa. dee. ccamelia nim, 4 cal. el manto junio de 2009 SECCIGN CUARTA LA PRODUCCION DEL PLUSVALOR RELATIVO capiruLo x CONCEPTO DEL PLUSVALOR RELATIVO Hasta aqui, a la parte de la jornada laboral que no produce més que un equivalente del valor de la fuerza de trabajo pagado por el capital, Ia hemos considerado como una magnitud constante, y lo es en efecto bajo determinadas condiciones de produccién, en determinado estadio del desarrollo econémico de la sociedad. El obrero podia trabajar 2, 3, 4, 6 horas, ctc., por encima de este tiempo de trabajo necesarto. De la magnitud de esta pro- longacién dependian la tasa del plusvalor y la magnitud de 1a jornada laboral. De esta suerte, si el tiempo de trabajo necesario era constante, la jornada laboral total era, a la inversa, variable. Supongamos ahora una jornada laboral cuya magnitud y cuya divisién en trabajo necesario y plus- trabajo estén dadas. Digamos, por ejemplo, que Ja linea ac, esto es, a “bc, representa una jornada laboral de 12 horas; el segmento ab 10 horas de trabajo necesario, el segmento 6 ¢ 2 horas de plustrabajo. Ahora bien, jedmo se puede aumentar la produccién de pl valor, esto es, el plustrabajo, sin ninguna prolongacién ulterior © independientemente’ de toda prolongacin ulte- rior de ac? ‘Aunque los limites de la jornada laboral ac estén da- dos, bc parece ser prolongable; pero no extendiéndolo més alld de su punto terminal c, que es a la vez el punto terminal de la jornada laboral ‘ac, sino desplazando su Punto inicial 6 en direccién opuesta, hacia a. Supongamos 379 que 6”, en ta linea a —_ 6’ bc, sea igual 4 Ia mitad de bc, 0 sea a 1 hora de trabajo. Si'en la jor- nada laboral de 12 horas ac se hace retroceder hasta 6° cl punto b, entonces b c se convertira en b” c, el plustrabajo aumentard en una mitad, de 2 horas a 3, por mas que la jomada laboral conste, como siempre, de 12 horas. Esta ‘pansion del plustrabajo de bc a bc, de 2 a 3 horas, sin embargo, es evidentemente imposible si no se produce al mismo empo una contraccién del trabajo necesario: de ab aa’, de 10 horas a9. A la prolongacién del plus- trabajo corresponderia la reduccién del trabajo necesario, ©, en otras palabras, una parte del tiempo de trabajo que hasta ahora cl obrero cn realidad empleaba para si mismo, se convertirfa en tiempo de trabajo para cl capitalista. Se hhabria modificado, en vez de la extensién de la jornada laboral, su distribucién en trabajo necesario y plustrabajo. Por otra parte, la magnitud del plustrabajo evidente- mente esti dada silo estén la magnitud de la jornada laboral y el valor de la fuerza de trabajo. El valor de ta fuerza de trabajo, 0 sea el tiempo de trabajo requerido Para su produccién, determina el tiempo de trabajo nece- sario para la reproduccién de su valor. Si una hora de trabajo se representa en una cantidad de oro de medio chelin, 0 sea 6 peniques, y el valor diario de la fuerza de trabajo asciende a 5 chelines, el obrero tendré que trabajar famente 10 horas para teponer el valor diario de su fuerza de trabajo, que le ha abonado el capital, o sea para producir un equivalente del valor de los medios de subsis- tencia que necesita cada dia. Con el valor de estos medios de subsistencia esté dado cl valor de su fuerza de trabajo;* 1 El yalor del jornal medio se determina por lo que el obrero nevesta “para vivir Wrabajat.y procrear"= (W. Ply, Polieal Pero por el conte, cuando analiza el modo eapitalista de produccién, Ment fiea la funcion dreetiva, en la parte ot que deriva de Ta haturaleza del proceso bora coleciv, con Ia misma fune tion en In parte en que ests condivionada por sanos una manufactura de mucha variedad, tanto mejor y con mas rapidez habra de efectuarse, con menos’ pérdida de tiempo ¥ de ttabajo.” (The Advantages of the Eaxt Inala Trade, Londres, 1720, p. 71.) 7p tabajo efectuado feilmente es [...] destreza trasmiti- dda." (Th, Hodgskin, Populer Political Econom, [Londres, 1848,] Pigina 48) “También las artes... han alcanzado en Egipto el debido ‘rado de perfeccién, Ya que solo en este pals los-artesanos de ‘Ringin modo pucden mezclarse en los negocios de otra clase de Ciudadanos, sino reducirse a practicar la profesign hereditaria Ssienada por ley a su tribu, ‘os pueblos, vemos que quienes 413 Jina de Dacca jamés ha sido superada en finura, ni tos calicés y otros géneros de Coromandel en el brillo y dura- cién de los cotores. ¥ sin embargo se los produce sin capital ‘i maquinaria, sin divisién del trabajo o cualquier otro de e803 medios que ofrecen tantas ventajas al sistema fabri en Europa. El tejedor es un individuo aislado que produce la tela, por encargo de un cliente, con un telar de construc- in simplisima compuesto a veces de unos pocos palos ‘malamente ensamblados. Ni siquiera dispone de un apa- rato para enrollar la urdimbre, por lo cual es necesario que el telar permanczca extendido a su longitud maxima; se vuelve asi tan informe y ancho que no cabe en la choza, del productor, el cual debe efectuar su trabajo al aire libre, donde toda mudanza atmosférica lo interrumpe.”™ Es sélo esa destreza especial, acumulada de gencracién en generacién y trasmitida de padres a hijos, la que con- fire al hindi, como a la araha, ese virtuosismo. Y sin embargo uno de es0s tejedores indios, si se lo compara con la mayor parte de los obreros de las manufacturas, efectda un trabajo muy complejo. Un artesano que ejecuta sucesivamente los diversos Procesos parciales en la produccién de una obra, debe cambiar ora de lugar, ora de instrumento. El paso de una ‘operaciOn a otra interrumpe cl curso de su trabajo y genera pores, por asi decitlo, en su jornada laboral. Cuando el artesano cjecuta continuamente y durante todo el dia la ‘misma operaci6n, esos poros se cierran, o bien desaparcocn en la medida en que decrece el cambio de una opera- cién por otra. La productividad acrecentada obedees aqui practican tos oficios dispersan su stencién en muchos objetos.. Ya prucban ‘con la agricutura, ya se lanzan a las actividades co. merciales, ya se ocupan en dos o tres artes a la vex. En 10s esiados libres, las mas de lav veces frecuentan las asambless populares En Bgipto, por el contrario, incurre en severas pens todo artessno ue se eniremeta en Tos asuntos del estado o desempese a la vee Varios ofieios. Nada, pues, puede perturbar su dedicacion profesio nual... Ademis, asf como disponen de muchas reglas heredadis de sus untepasados, cuslan celosamente de descubrir nuevos perfec. fionamientos.” (Diodorus. Siclus, Historische Dibliothek, ib. 1, lo. 74.) “Historical and Descriptive Account of Briish India... por Hugh Murray, James Wilson, etc, Edimburg0, 1832, vol, pp. 449 4450. El telar Indio es de Tiz0s altos, ex deci, ta urdimbre’se estira verticalmente. 414 © @ um gasto ercciente de fucrza de trabajo en un espacio dado de tiempo —intensidad creciente del trabajo, pues— © a una disminucién del consumo improductivo de fuerza de trabajo. Ese excedente cn la aplicacion de fuerzas exigida Por todo trénsito del reposo al movimiento, en efecto, se compensa por la duracion mayor de la velocidad normal, una vez alcanzada. Por otra parte, la continuidad de un trabajo uniforme destruye Ja tension y el impulso de los espiritus vitales, que encuentran su esparcimiento y su estimulo en el cambio mismo de actividades. La productividad del trabajo no sélo depende del vir- tuosismo del trabajador, sino ademés de la perfeccién de sus herramientas, En procesos de trabajo diferentes se emplean herramientas de la misma clase —instrumentos cortantes, perforantes, punzantes, de percusi6n, ete—, y en el mismo proceso de trabajo un mismo instrumento sitve para diversas operaciones. Sin embargo, no bien las distintas operaciones. de un proceso de trabajo quedan reciprocamente disociadas y cada operacién parcial ad- quiere, en manos de un obrero parcial, la forma lo més adecuada y por ende lo més exclusiva posible, se vuelven necesarios cambios en las herramientas que antes servian para distintas finalidades. La orientacién de su cambio de forma resulta de la experiencia acerca de las dificultades especiales que se oponen a la forma no modificada. La diferenciacién de Jos instrumentos de trabajo, en virtud de la cual instrumentos de la misma clase adquieren formas fijas especiales para cada aplicacién til particular, y su especializacién, merced a ta cual cada uno de tales instru- rmentos especiales s6lo opera con toda eficacia en las manos de un obrero parcial especifico, son rasgos caracteristicos de la manufactura. En la ciudad de Birmingham sola se producen unas 500 variedades de mattilos, y no s6lo cada tuna de ellas sirve tinicamente para un proceso de produc ion, sino que cierto nimero de variedades a menudo no sirven més que para tal o cual operacién en el mismo proceso. El periodo manufacturero simplifica, mejora y multipliea las herramientas de trabajo, adaptindolas a las funciones especiales y exclusivas de los obreros parciales.” 11 En su obra sobre El origen de las especies, que ha hecho época, Darwin observa con Tespecto a los organos naturales. de Plantes y animales: "Mientras un mismo érgano tiene que ejecutar Uiversos’ tipos de trabajo, talvez pueda encontrarse un motivo 415 Crea con ello, a 1a vez, una de las condiciones materiales para Ja existencia de la maquinaria, que consiste en una combinacién de instrumentos simples, El obrero detallista y su instrumento constituyen los clementos simples de la manufactura. Examinemos ahora Ja figura que presenta ésta en su conjunto, 3. Las dos formas fundamentales de In manufactura: ‘manufactura heterogénea y manufactura orgénica La organizacién de la manufactura presenta dos for- ‘mas fundamentales que, pes? a su entrelazamiento oca- sional, difieren esencialmente por su tipo y desempefian también un papel enteramente distinto, sobre todo en la ulterior transformacién de la manufactura en la gran industria, fundada en la maquinaria. Este carécter dual dimana de la naturaleza misma del articulo producido. © se lo forma mediante el ensamblamiento puramente mecé- nico de productos parciales independientes, o debe su figura acabada a una secuencia de procesos y manipulaciones in- terrclacionados. Una locomotora, por ejemplo, se compone de mas de 5.000 partes independientes, No es posible, sin embargo, presentarla como ejemplo del primer tipo de la manu- factura propiamente dicha, ya que es una hechura de la gran industria. Pero si el réloj, del que también William Petty se sirve como ejemplo de Ja divisién manufacturera del trabajo. De obra individual de un artesano de Nurem- berg, el reloj passé a ser el producto social de un sinntimero de obreros parciales, tales como los que, respectivamente, fabrican piezas en bruto, cuerdas, esferas, espirales, los ‘que perforan los agujeros en que van engastadas las pic- de su mutabilidad en el hecho de que la seleccién natural conserva, © suprime toda pequeRa variacién formal, en este caso, menos ‘uidadosamente que cuando aquel érgand eta destinado s un solo Propésito especial. Del" mismo. movlo, los cuchillos “que estén Sdaptados para cortar todo tipo de cosas. pueden ser, en linea fgenerales, de una misma forma; pero un Instrumente destinado S que se lo utiice exclusivamente de una manera, es necesario {ue tenga una forma diferente para cada uso diferente 416 ras, Jos que fabrican palancas de rubi, agujas, cajas, tornillos, 10s doradores; con muchas subdivisiones, como por ejemplo fabricantes de ruedas (nueva subdivisin, segiin se trate de ruedas de latén o de acero), de pifiones, de la minuterfa, el acheveur de pignon (fija las ruedas en los pifiones, pule las facetas, et.), el que hace los pivotes, cl planteur de finissage (coioca diversas ruedas y pifiones cn la maquina), el finisseur de barillet (termina de dentar Jas ruedas, hace que los agujeros tengan el ancho adecuado, ajusta la posicién y el registro), el que hace los escapes: en los escapes de cilindro, a su vez, los que respectivamente fabrican Jos cilindros, 1a rueda catalina, el volante, la ra- queta (cl mecanismo por el cual se regula el reloj); el Planteur déchappement (que es en tigot el que hace Jos escapes); luego el répasseur de barillet (da el viltimo toque a Ia caja en que va la cuerda y la posicién), el que pule el acero, el pulimentador de ias ruedas, el que pule los tornillos, cl dibujante de nimeros, el que hace las esferas (aplica él esmalte sobre el cobre), el fabricant de pendants (se limita a hacer 1a argolla de la caja), el finisseur de charniére (fija el perno de JatSn en el centro de la caja, ctcétera), el faiseur de secret (produce los resortes que ha- cen saltar la tapa de la caja), el graveur (grabador], el ciseleur (cincelador], el polisseur de boite (pulimentador de la caja], etc, etc., y finalmente el répasseur, que arma todo el reloj y 10 entrega en funcionamiento. Ssio unas po- cas piezas del reloj pasan por distintas manos, y todos estos ‘membra disiecta (miembros dispersos]"! se reéinen por primera vez en la mano que finalmente los ensambla en un todo mecénico. Esta relacién externa entre el producto ter- minado y sus diversos elementos hace que en este caso, como en el de obras similares, la combinacién de los obre- 10s parciales en el mismo taller resulte aleatoria. Los tra- bbajos parciales bien pueden practicarse, a su vez, como oficios artesanales mutuamente independientes; tal es lo que focurre en Jos cantones de Vaud y Neuchatel, mientras {que en Ginebra, por ejemplo, existen grandes manufacturas de relojes, esto es, Ja cooperacién directa de los obreros parciales Bajo el mando de un capital. Pero también en este Ultimo caso es raro que se fabriquen en Ja manufactura misma la esfera, las cuerdas y las cajas. La empresa manu facturera combinada slo es lucrativa aqui cuando se dan jones excepcionales, ya que la competencia entre los 47 obreros que han de trabajar en sus domicilios es Ia maxima, el fraccionamiento de la produceién cn una masa de pro- esos heterogéneos deja poco lugar al empleo de medios de trabajo colectivos, y el capitalista, en el caso de la fab cacién dispersa, ahorra la inversién que demandan los edificis fabriles, etc.** Aun asi, la posicién de este obrero, detallista que trabaja en su casa pero para un solo capi- talista (fabricante, établisseur [empresario]) difiere radi mente de la del artesano independiente que trabaja para sus propios clientes."* El segundo tipo de manufactura, su forma consumada, produce obras que recorren fases de desarrollo intorrela- ionadas, una secuencia de procesos consecutivos, como sucede con el alambre en la fabricacién de agujas de coser, por ejemplo, que pasa por las manos de 72 y hasta de 92 obretos parciales especificos. Como tal manufactura combina oficios artesanales ori- ginariamente dispersos, reduce la separacidn espacial entre las fases particulares de produccién del articulo. Disminuye el tiempo de su pasaje de un estadio al otto, y otro tanto 8 En 1834 Ginebra produjo 80.000 reloies, ni siquiera un aquinto de la producsién relojera del eantén de Neuchitel, Chaux- de-Fonds, 2 a que se podria considerar como una sola. manufsc tra de relojes,suminisvaanualmente, ella sola, el doble de esos aparatos que Ginebra. De 1850.2 186] esta cltima ciudad produje 750,000 felojes. Véase “Repost from Geneva on the Watch Trade’ fen Reports by Hi. M's Secretaries of Embassy and Legation on the Manufactures, Commerce .--, 1° 6, 1863. La fala de concsion entre los procesos en que ve descompone ia produccién de obras metamente ensambladas, ya tificults, en sty para sy la (ranstor- cin de tales manufacturas en la empresa maguinizada carac- feristiea de Ia gran industria: pero en el caso de los relojes se Superponen otros dos obsacuios: Ta pequefez y delicadeza de sus elementos y- su caricter suntuario, y por tanto sv variedad, de tal'modo Que en las mejores casas Ue Londres, por. ejemplo, a lo'largo de todo un afo apenas se fabrican doce relojes cuyo Aspecto sea similar. La fabrica relojera de Vacheron & Constantin, ‘Que emplea con ito maquinaria, a lo sumo entrega 3 6 4 pos diferentes por su forma y tamato. 37 En la fabricacion de relojes, ese ejemplo clisico de la rmanufacturaheteropénea, s= puede estudiar con gran exactitud In aiferenciacion y especializacion —recién mencionaas— Je los instrumentos de trabajo, las cles Se originan en la desintearacion dela actividad aresanal = veer * Ba a 4® edicién: “720.000. 418 ‘ocurre con el trabajo mediante el cual se efectian esas transiciones. De esta suerte se gana fuerza productiva, en comparacién con la artesania, y esa ganancia deriva precisamente del cardcter cooperativo general de la manu- factura, Por otra parte, su peculiar principio de la division del trabajo implica un aislamiento de las diversas fases de produccién, las cuales, en cuanto otros tantos trabajos parciales de indole artesanal, mantienen su independencia reciproca. Para cstablecer y conservar el nexo entre las funciones aisladas, se vuelve imprescindible transportar con- tinuamente el articulo de unas manos a otras y de un proceso a otro, Desde el punto de vista de la gran industria, se presenta esto como una limitacidn caracteristica, costosa € inmanente al principio de la manufactura.* Si tomamos en consideracién determinada cantidad de materia prima, por ejemplo de trapos en la manufactura del papel o de’alambre cn la de agujas, vemos que recorre tuna serie temporal de fases de produccién, en las manos de los diversos obreros parcialcs, hasta adquirir su figura final. Si, por el contrario, consideramos el taller como un solo mecanismo colectivo, la materia prima se encuentra simulténeamente y de und vez en todas sus fases de pro- duccién. El obrero colectivo, constituide por la combina cin de’ los obreros detallistas, tira del alambre con una parte de sus numerosas manos, armadas de instrumentos, mientras con otras manos ¢ instrumentos lo tensa y con otras lo corta, lo aguza, etc. De una sucesién temporal, los diversos procesos escalonados pasan a convertirse en una yuxtaposicién espacial. De ahi que en el mismo espacio de tiempo se suministre una mayor cantidad de mercancfas terminadas.** Esa simultaneidad, por cierto, deriva de la rsonas estén tan estrechamente agrupadas, mente tiene que reducirse.” (The Advant. %« "Cuando tas cl transporte. neces ages p. 106), 8 VeP islamiento entre las diferentes fases de la manufacture, ebido al empleo de trabajo manual, acrecienta inmenssmente el costo de producci6n: en lo fundamental, la pérdida obedece 2 los Simples desplazamientos de un proceso 8 otto." (The Indusery of Nations, Londres, 1855, parte 1, p. 200.) Se La divisién del trabajo "genera, pues, una economia de tiempo al. Separar el trabajo en tus diferentes ramos, todos los cuales pueden ser ejecutados en ef mismo momento ... Ai efecluarse Simultdneamente todos los diferentes procesos que’ un individuo tendria que haber ejecutado por separado, surge la posibilidad 419 forma cooperativa general del proceso global, pero la manufactura no s6lo encuentra, precxistentes, ias condi ciones de la cooperacién, sino que las crea en parte por vex primera al descomponer 1a actividad artesanal. Por otra parte, logra esa organizacién social del proceso de trabajo, pero s6lo porque engrilla cl mismo obrero al mismo dctale Como el ‘producto parcial de cada obrero parcial, a la vez, no es mas que una fase particular aleanzada en su desartollo por ef mismo producto, un obrero suministra @ otro, 0 un grupo de obreros a otro grupo, su materia Prima'El reultado del trabajo de uno constaye el punto de arranque para el trabajo del otro. Aqui, pues, un obrero ocupa directamente al otto, Se determina por la experiencia el tiempo de trabajo necesario en cada proceso parcial para obtener el efecto til deseado, y cl mecanismo total de la manufactura se funda en el Supuesto de que en un tiempo de trabajo dado se alcanzara un resultado dado. Solo en este supuesto pueden seguir su curso —inin- terrumpida y simulténeamente y yuxtapuestos en cl espa- io— los diversos procesos de trabajo que se complementan entre si. Es evidente que esta interdependencia directa de los trabajos, y por tanto de los obreros, obliga a cada individuo a no emplear para su funcién mis que el tiempo necesario, con Jo cual se genera una continuidad, unifor- midad, regularidad, orden y sobre todo una intensidad en el trabajo, radicalmente distintas de las que imperan en la artesania independiente e incluso en la cooperacién simple, En la produecién de mercancias cn general cl hecho de que en una mercancia no se emplee mas tiempo de tra- bajo que el socialmente necesario para su fabricacion, se presenta como norma exterior impuesta por la competencia ¥y se presenta asi porque, expreséndolo de un modo super- ficial, todo productor individual se ve obligado a vender a mereancfa a su precio de mercado. En la manufactura, de producir una multitud de alfileres, completamente terminados, ‘en el mismo tiempo en que podia cortarse, 0 bien aguzatse, un solo alfiler”, (Dugald Stewart, Works, p. 319) “ Cuanto mayor sea la variedad de artesanos en una manu factura tanto mayores serdn el orden ¥ la regularidad de todos los trabajos: éstos tendran que hacetse necesariamente en menos tempo yhabré de reducive el trabajos” (The Advantages péigina 68.) 420 por el contrario, el suministro de una cantidad dada de productos en un espacio dado de tiempo, sc convierte en ley téenica del proceso de produccién mismo.» Operaciones diferentes requieren lapsos desiguales para su ejecucién y en los mismos espacios de tiempo, por ende, suministran cantidades desiguales de productos parciales, Por eso si el mismo obrero debe efectuar siempre, dia tras, ia, s6lo la misma operacién, tendrin entonces que em- plearse diversas cantidades proporcionales de obreros para las distintas operaciones: por ejemplo, 4 fundidores y 2 desmoldcadores por cada pulimentador en una manufactura de tipos de imprimir en la cual el fundidor funde 2.000, tipos por hora, el desmoldeador desmoldea 4.000 y cl pulimentador pule 8.000. Reaparece aqui el principio de la cooperacién en su forma mds simple —ocupacién simul- tinea de muchos obreros que hacen algo similar—, pero ahora como expresién de un nexo organico. La division ‘manufacturera del trabajo, pues, no solo simplifica y multi- plica los érganos cualitativamente diferentes del obrero Colectivo social, sino que ademés genera una proporcién mateméticamente fija para el volumen cuantitativo de esos Srganos, vale decir, para el mimero relativo de obreros 0 Ja magnitud relativa de los grupos de obreros en cada funcién especial. Desarrolla, a la par de la subdivisién cualitativa, a regla y proporcionalidad cuantitativas cel proceso social de trabajo. Si ha sido fijada, fundéndose en la experiencia, la can- tidad proporcionalmente mas adecuada de los. distintos, grupos de obreros parciales, en correspondencia con la escala determinada a la que ha accedido la produccién, s6lo podré ampliarse dicha escala empleando un miltipio de cada uno de esos grupos obreros particulares.*” Agré- * Con todo, en muchos ramos la empresa manufacturera sélo alcanza imperfectamente ese resultado, porque no sabe contolat dde manera segura las condiciones quimicas ¥ fisicas generales del proceso de produccién "Cuando la experiencia, seguin fa naturaleza especial de los productos de cada manufactura, ha dado a conocer eudl es Ia mane Fa mis ventajosa de divdie la fabricacign en operaciones parc: Jes, asi como el mimero de obreros necesarios para las mismas, todos los establecimientos, que no empleen un’ millplo.exacio ide ese guarismo. provucitin a. cottos mas altos.» Es éste una de las causas de la colosal expansién experimentada pot los estable imientos industrates" (Ch. Babbage, On the Economy of Machin- ery atid. Manufactures, Londres, 1832, cap. xx, pp. 172, 173) 421 ucse el hecho de que el mismo individuo ejecuta tan bien Giertos trabajos en pequefia como en gran escala; por ejemplo el trabajo de supervision, el transporte de los Productos parciales de una fase de la produccion a la otra, eteétera, La autonomizacién de estas funciones, 0 sit asig- nacion a trabajadores especiales, no se volver! ventajosa nientras no aumente el nimero de los obretos utilizados, pero este aumento habré de abarcar de inmediato y pro- Porcionalmente todos los grupes. El grupo individual —cierto nimero de obreros que cumplen la misma fanciOn parcial— se compone de ele mentos homogéneos y constituye un Grgano especial del mecanismo colectivo. En diversas manufacturas, empero, el grupo mismo es un cuerpo articulado de trabajo, mien tras que el mecanismo colectivo se forma por la reitera- cin 0 multiplicacién de estos organismos productivos clementales, Examinemos, por ejemplo, Ia. manufactura de botellas. La misma se’desglosa en tres fases esencial- rmentes diferentes. En primer lugar la fase preparatoria: preparar la composicién del vidrio, mezclar la arena, ca, ct- cétera, fundir ese compuesto hasta convertirlo en una masa fluida’de vidrio.** En esta primera fase se acupan diversos obreros parcales, y otro tanto ocurre en la fase final, o sea el retirar las botellas de los hornos de secado, clasificarlas, embalarlas, etc. Entre ambas fases, en el medio, se encuen” tra la fabricacion del vidrio propiamente dicha, 0 sea la claboracién de la masa fluida de vidrio, En la misma boca del horno de vidrieria trabaja un grupo al que en Ingla- terra se denomina “hole” (agujero), y que se compane de un bottle maker o finisher [el que hace las botellas 0 Jas termina], un blower [soplador], un gatherer {rocolector]. un putter up o whetter off [estibador 0 amolador] y un taker in {acomodador|. Estos cinco obreros parciales constituyen otros tantos érganos especiales de un cuerpo laboral tnico que sélo puede operar como unidad, o sca sélo en virtud de la cooperacién directa de los cinco. Si falta un micmbro del cuerpo quinquemembre, éte se paraliza, Pero el mismo hhorno de vidricria tiene distitas aberturas, de 4 a 6 en Inglaterra, por ejemplo, cada una de las cuales encicrra un 4 Bn Inglaterra el horno de fundicién esté separado de aquel fen que se elabora el vidrio, mientras que en Bélgics, por ejemplo, 1 mismo horno sirve para ambos proceso. 422 trisol de cerémica con vidrio fundido y da ocupacién a tun grupo propio de trabajadores, constituido también por cinco miembros. La subdivisiin de cada grupo por separado se funda aqui ‘dircctamente en la division del trabajo, mientras que el vinculo entre los diversos grupos andlogos es la cooperacién simple; ésta, mediante el uso en comin de uno de los medios de produccién —el horno, en el pre- sente easo—, hace que se los consuma mis econdmic mente. Cada’ uno de tales hornos, con sus 4 y hasta 6 grupos, constituye un taller de vidrierfa, y una manufac ura de vidrio se compone de cierta cantidad de estos talleres, junto con las instalaciones y obreros destinados 4 las fases inicial y final de la produccién La manufactura, por iltimo, asi como en parte surge de la combinacién de diversos oficios artesanales, pucde transformarse en combinacién de diversas manufacturas Las mayores vidrierias inglesas, por ejemplo,. fabrican ellas mismas sus crisoles de cerémica, porque de la calidad de éstos depende en lo esencial el éxito 0 fracaso del producto. La manufactura de un medio de produccién queda aqui ligada a la manufactura del producto, Puede ocurrir, a la inversa, que la manufactura del producto se asocie con manufacturas en las cuales aquél sirve a su vez de materia prima, 0 con cuyos productos posteriormente se lo ensambla, De esta suerte, por ejemplo, encontramos que la manufactura de cristal se combina con el esmerilado del vidrio y la fundicién de latén, esta dltima para el mon- taje metilico de miltiples articulos de vidrio, Las diversas ‘manufacturas combinadas constituyen entonces departa- ‘mentos de una manufactura global, més 0 menos separados en el espacio, y a la vez procesos de produccién reciproca- ‘mente independientes, cada uno con su propia division del trabajo. A pesar de las diversas ventajas que presenta la ‘manufactura combinada la misma no adquiere, sobre su pro- pio fundamento, una verdadera unidad técnica. Dicha tunidad slo surge cuando la manufactura se transforma en la industria maquinizada. EI periodo manufacturero, que no tarda en proclamar como principio consciente la reduccién del tiempo de trabajo necesario para la produccién de mercancias," Puede verse esto, entre otros, en William Petty, John Belles, Andrew Yarranton, The Advantages of the Eastdndia Trade. Jacob “Vanderlint 423 esporddicamente desarrolla también cl uso de mdquinas, en particular para ciertos procesos primarios simples qué hay que ejecutar masivamente y con gran desgaste de ener- Bias. Asi, por cjemplo, en Ia manufactura papelera pronto Se utiliza el molino de papel para desmenuzar los trapos, yen la metalurgia el llamado molino quebrantador para triturar el mineral. Con el motino hidrdulico, el Imperio Romano nos habia legado Ia forma clemental de toda maquinaria.** El perfodo artesanal nos deja los grandes, inventos de la brijula, de Ia pélvora, de la imprenta y el reloj automitico, En lineas gencrales, sin embargo, Ia ma- 4uinaria desempefia esc papel secundario que Adam Smith Je asigna junto a la division del trabajo." De gran trascen- dencia fue el esporddico empleo que de las maquinas hizo el siglo xvut, pues ofrecié a los matematicas eminentes de esa €poca puntos de apoyo y alicientes précticos para la ereacién de 1a mecénica moderna. La maquinaria especitica del periodo manufacturero sigue siendo el obrero colectivo mismo, formado por la combinacién de muchos obreros parciales. Las diversas, operaciones que el productor de una mereancia ejecuta alternativamente, y que se entrelazan en la totalided de su proceso de trabajo, le plantean exigencias diferentes. En una de aquéllas debe emplear més fuerza, en la otra més des- ‘weza, en la tercera mis atenci6n intelectual, ete, y el mismo 4 Aun a fines del siglo xvt se empleaban en Francia morteros ¥ zarandas para teiturar y layar €l mineral ‘© La historia de los molinos cerealeros permite recapitular la historia entera del desarrollo de la maquinaria. En inglés a fabrica se sigue denominande mill (molino} En obras tecnologicas alemanas de os primeros decenios del siglo xix todavia se encuentra el ter ino Mahle (moline}, aplicado no s6lo.a toda. la. maquinaria impulsada por fuerzas naturales, sino incluso a todas las manufac {uras que emplean aparatos de naturalera: mecinica, "Como veremos mis en detalle en el libro cuatto de esta obra, Adam Smith no formula ni siquiera una sola tess nueva con fespecto ala division det trabajo. Pero lo que 10 distingue come el economista en que se compendia el periodo manufacturcro es ¢] Enfasis que pone en dicha division. El papel subordinado que asigna ‘Smith'a Ja maquinaria dio pie a la polémica de Lauderdale en os Inicios ‘de la gran industria, y' de Ure en_época mis svanzads Adam Smith confunde ademés la diferenciacién de lor instrumentos ~eu'la cual los obreros parclales de la manufactura intervinieron muy activamente— con la tnveneidn de la maquinarta; n0 son 0s ‘Obreros manufactureros, sino sabios,cientificos incluso campesi- hnos (Brindley), etc, qulenes desempefian aqui un pape! 424 individuo no posee estas cualidades en grado igual. Tras la separacién, autonomizacién y aislamiento de las diversas operaciones, se distribuye, clasifica y agrupa a los trabaja- ores segin sus cualidades predominantes. Y si bien sus peculiaridades naturales constituyen la base en la que se injerta la divisién del trabajo, 1a manufactura, una vez implantads, desarrolla fuerzas de trabajo que por natura- leza s6lo sirven para desempefiar una funcién especial y unilateral. El obrero colectivo posee ahora, en un grado igualmente elevado de virtuosismo, todas las cualidades roductivas y las ejercita a la vez y de la manera més econémica puesto que emplea todos sus érganos, individu lizados en obreros 0 grupos de obreros particulares, exclu- sivamente para su funcién especifica.** La unilateralidad e incluso la imperfeccién del obrero parcial se convierten en su perfeccién en cuanto miembro del obrero colectivo.** EI hébito de desempefiar una funcién unilateral lo trans- forma en 6rgano actuante naturalmente seguro de la misma, mientras que la interconexién del mecanismo total lo obliga a funcionar con la regularidad inherente a la pieza de una méquina. ‘Como las diversas funciones del obrero colectivo son més simples 0 més complejas, més clementales més elevadas, sus érganos —las fucrzas de trabajo individua- Jes— requieren un grado de adiestramiento muy diferente y poseen por ende valores muy dispares. La manufactura, ues, desarrolla una jerarquia de las fuerzas de trabajo, © "Como el trabajo se divide en varias operaciones diferentes, cada una de las cuales requiere grados diversos de destreza y fuerza, fh patron manufacturero. puede procurarse Ta cantidad exacts. de fuerza y destreza que es necesaria para cada operacion. Si, por el contrario, un obrero {uviera que ejecutar todo cl trabajo, ef mismo Individuo tendria que poseer la destreza suficiente para las opera- ciones mas delicadas J Ia fuerza bastante para las que requieren Ids esfuerzo-" (Ch. Babbage, op. cil, cap. Xx) “+ Desitrollo muscular unilateral, deformaciones éseas, etc, por ejemplo. "Tene toda la razén el seiior William Marshall, general ‘manager (director general] de una manufactura de vidrio, cuando fesponde a la pregunta que le formulara un comisionado de inves: tigacion acerca de como se mantiene la laboriosidad entre los jvenes obreros: “Les resulta imposible descuidar el trabajo. Una ‘vez que han empecado a trabajar tienen que proseguir, es exacta- Imente lo mismo que si fueran piezas de una maquina’. (Child: en's... Fourth Report, 1865, p. 247) 425 Ja que corresponde una eseala de salarios. Si, de una Parte, el obrero individual es asignado y anexado vitalicia- ‘mente @ una funcién unilateral, las diversas operaciones laborales se adaptan, asimismo, a esa jerarquia de capac dades naturales y adquiridas." Aun asi, todo proceso de Produccién conlleva ciertas manipulaciones simples que cualquier hombre comin y cosriente es capa de cjecutar. Las mismas quedan separadas ahora de su conexion fluida con los momentos mas importantes de la actividad y se osifiean como funciones exclusivas En todos los oficios de los que se apodera, como vemos, la manufactura genera una clase de trabajadores que la industria artesanal excluia por entero, los Hamados obreros no calificados. Ast como aquélla, a costa de la capacidad onjunta de trabajo, desenvuelve hasta el virtuosismo la especializacion totalmente unilateralizada, comienza tam- bign a hacer de la carencia de todo desenvolvimiento una especializacion, Junto a la gradacién jerérquica entra en escena la simple separacién de los obreros en calificados y no calificados. En el caso de los tltimos los eostos de aprendizaje desaparecen totalmente; en el de los primeros se reducen, si se los compara con el artesano, porque se ha simplificado la funcién. Y en ambos casos’ disminuye el valor de la fuerza de trabajo." La excepcién se registra cuando el desdoblamiento del proceso de trabajo genera nuevas funciones comprehensivas, que en la industria arte- sanal no existian en absoluto ono habian adquitido un volumen similar. La desvalorizacién relativa de la fuerza En su apoteosis de ta gran indus, el doctor Ure pone de relieve Tas caracteristicas de ta manfactura con mis perspicacis {que los economisias prevedentes —-que carecian del interés polemico de Ure por el tema e incliso que sus contemporaneos, por ejem pplo Babbage, quien aungue sin duda lo supers como matematica ¥ mecnico, en el fonda slo concibe Ta gran industrin desde el Punto de vista de ls manufactura. Ure observa este respect "La asignacidn del obrero a cada operacién especial constituye [a csencia de 1a division del tubajo"? De otra parte, calfica ext division de “adapraciin de los trabajos u las diversas capacidades Jhumanas” y, por tltimo, caracteriza todo el sistema manufacturero como “sistema de gradaciones segin el rango de Ia habilidad”: de “division del trabajo conforme a los diversos grados de destreza" efeétera. Ure, Philosophy. pp. 19-23 9 passim.) “Todo artesino al qué. se lo. pong en condiciones de perfeccionarse por la préctica ‘eh una operaciGn patcal, se. con Flere... en un obrero’mas barato.” biden, p. 19) 426 de trabajo causa de la supresién 0 mengua de los costos ule aprendizaje, implica directamente una mayor valoriza- ci6n del capital, pues todo lo que reduce el tiempo necesario Para la reproduccién de la fuerza de trabajo expande los dominios del plustrabajo. 4, Divisién del trabajo dentro de Ia manufnctura Y division del trabajo dentro de In sociedad Analizamos primero Jos origenes de la manufactura; luego sus elementos simples —el obrero parcial y su herra- mienta—, por iiltimo su mecanismo en conjunto, Breve mente nos referiremos ahora a la relacién que media entre la division manufacturera del trabajo y esa divisién social el mismo que constituye la base general de toda produc- cin de mercancias. Si nos atenemos tinicamente al trabajo mismo, se puede denominar divisién del trabajo en general al desdoblamiento de la produccién social en sus grandes géneros, como agri- cultura, industria, etc.; divisién det trabajo en particular, al desglosamiemto de es0s.géneros de la produccién en especies y subespecies; y divisidn del trabajo en singular, ala que se opera dentro de un mismo taller.%° Al igual que la divisién del trabajo dentro de la manu- factura, la divisién del trabajo dentro de la sociedad y la consiguiente reclusin de los individuos en érbitas profe- % “La divisiGn de trabajo tiene su punto de partida en ta separacion de las profesiones mas diversas y-prosigue hasta est division en Ia cual Varios trabajadores se distibuyen en la confec- ida de un mismo producto, como en la manufactura.” (Storch, Cours a'économie politique, Pars, tp. 173) "Entre Tos pueblos que han llegado a cierto grado de civilizacion encontramos tree Uipos de division de la industria: la primera, que denominaremos ieneral leva a la diferenciscion de los productores en agricultores, Imanufactureros y comerciantes y corresponds a los tres principales amos de la industria nacional; la segunda, que se. podria Hamar ‘special, es a division de cada pénero de industria en especies; (a'tercera division de la industria, finalmente, a la que se deberia calificar de division de la faena 0 division del irabajo propiamente dicha, es Tague se establece en las artes y oficios separados la que se establece en la mayor parte de las manufacturas ytalleres (Skarbek, Théorie des richesses, pp. 84, 88.) 427 sionales particulares tienen su origen en puntos de partida contrapuestos. Dentro de una familia,?°®* y luego de un desarrotto posterior, dentro de una tribu, surge una division natural del trabajo a partir de las diferencias de sexo y edad, ‘.8ea sobre una base estrictamente fisioldgica. Con la expan- sién de la entidad comunitari, el aumento de la poblacion Y, particularmente, el conflicto entre las diversas tribus y el Sometimiento de una tribu por otra, dicha division natural del trabajo amplia sus materiales. ‘Por otra parte, como hhemos observado a,* el intercambio de productos surge en los puntos en que diversas familias, tribus, entidades comunitarias entran en contacto, puesto que en los albores de la civilizacién no son personas particulares, sino las familias, tribus, etc., las que se enfrentan de manera aut6- noma. Diversas entidades comunitarias encuentran distintos medios de produccién y diferentes medios de subsistencia en su entorno natural. Difieren, por consiguiente, su modo de produccién, modo de vida y productos. Es esta diversi- dad, de origen natural, la que en el contacto de las entida- des ‘comunitarias genera el intercambio de los productos respectivos y, por ende, la transformacién paulatina de esos productos en mercancias. El intercambio no crea la dife- rencia entre las esferas de producci6n, sino que relaciona centre si las esferas distintas y las transforma de esa suerte en famos, mis o menos interdependientes, de una produc- iGn social global. La divisién social del trabajo surge aqui Por el intercambio entre esferas de produccin en un prin- cipio diferentes pero independientes unas de otras. Alli donde la division fsioldgica del trabajo constituye el punto de partida, los Srganos particulares de un todo directamente conexo se’dislocan unos de ottos, se disocian —proceso de disociacién al que el intercambio de mercancias con entidades comunitatias extrafas da el impulso prineipal— ‘bis (F. E, Nota a la 39 edicién. — Estudios posteriores sobre la situacign dei hombre primitive, muy sistemiéticos y profundos, Hevaron al sutor a Ja conclusion de que originariamente no fue ta familia’ la que se desarroll6 hasta convertirse en trib, sino que, aa inversa, fue la tribu Ta forma natural yprimitiva de la esocia Sign humana fundada en te consanginitad deal modo que wslo més tarde, cuando comenzaron a disolverse los vineulos tribuales Y'a partir de esa disoluelon, se desarrllaron les variadisimas for- mas de la familia.) * Véase aqui, vol, p. 107. 428 y se independizan hasta un punto en que es el intereambio de los productos como mercancias lo que media la concxién entre los diversos trabajos. En un caso se vuelve dependien- te lo que antes era auténomo; en el otto, se independiza lo antaio dependiente, La bate de toda divisién del trabajo desarrollada, me- diada por el intercambio de mercancias, es a separacién entre la ciudad y el campo.** Puede decirse que toda Ia his toria econémica de 1a sociedad se resume en el movimiento de esta antitesis. No nos detendremos. aqui, sin embargo, para considerarla, ‘Asi como cierta cantidad de obreros empleados simu- ‘téneamente constituye el supuesto material para la divisién del trabajo dentro de la manufactura, ese supuesto es, cuando se trata de 1a divisién del trabajo dentro de la sociedad, la magnitud de la poblacién y su densidad, que aqui sustituyen la aglomeracién en el mismo taller."* Con todo, esta densidad es un elemento relativo. Un pais relativamente poco poblado pero cuyos medios de comu cacién han alcanzado un buen desarrollo, tiene una pobla- cién mds densa que otto, mas poblado pero con medios de comunicacién no desarrollados; en este sentido, por ejemplo, los estados septentrionales de la Uni6n nortea- mericana estén més densamente poblados que la India. 5 Sir James Steuart es quien ha dilucidado mejor este punto ‘Lo poco conocida que es hoy su obra, editada diez afios antes que la Wealth of Nations, 10 demuesira entre otras cosas el que 10s aadmitadores de Malthus ni siguiera sepan que en la primera edicién desu libro sobre la Population, si prescindimos de la parte pura mente declamatoria, éste casi no hace otra cosa que. plaglar a por aftadidura a los curas Wallace y Townsend. Bxisle cierta densidad de poblacién que es la conveniente tanto. para el traf social como. para la combinacion de fuerzas gracias a a cual se acrecienta el producto del trabajo.” Games Mill, Elements... p. 50.) “Al acrecentarse e] niémero de trabajs- ddores, a espacidad productiva de la sociedad aumenta en razon compuesta a ese incremento, multplicado por los efectos de. la Givision del trabajo." (Th. Hodgskin, Popular Political Economy, pigina 120) 5 A causa de la gran demanda de algodén que se dio a partir de 1861, en algunos distritos densamente poblados ‘de las Indias (Orientales se extendié la produccion del textl a expensas de la de 702. El resuliado fue que surgieron hambrunas localizadas, pues, por falla de medios de comunicacién, y por tanto de conexiones Fisicas, In etcarer de arror en Un divcilo no se podfa compensat con el aporte de otros distritos, 429 Siendo 1a produccidn y circulacién de mercancias ef supuesto general del modo capitalista de producci6n, la divisién manufacturera del trabajo requiere que la divisién del trabajo dentro de la sociedad haya alcanzado ya cierto grado de madurez y desarrollo. Y viceversa: la division manufacturera del trabajo reactda, desarrolléndola y mult: plicéndola, sobre esa division social del trabajo. Con la diferenciacién de los instrumentos de trabajo se diferencian cada vez més las industrias que producen dichos insttu- mentos."* Cuando el sistema manufacturcro hace pie en una industria que hesta entonces era explotada como rama principal o secundaria, junto con otras, por el mismo pro- ductor. de inmediato se opera una disociacién entre esas industrias, éstas se vuelven independicntes unas de otras. Si se adueita de una fase especial en la produccién de una ‘mercancia, las diversas fases de produccién de a misma se transforman en diversas industias independientes. He- ‘mos indicado ya que donde el producto no es més que un todo integrado de manera puramente mecénica por pro- ductos parciales, los trabajos parciales pueden recuperar su_autonomis, convirténdose nuevamente en. artesanias independientes. Para establecer una divisién del trabajo més perfecta dentro de una manufactura, el mismo ramo de la producciin se desdobla en varias manufacturas —enteramente nuevas algunas de ellas— a tono con la diversidad de sus materias primas 0 las diversas formas, que puede revestir el mismo material en bruto. Asi, por ejemplo, ya en la primera mitad del siglo xvi s6lo en Francia se tejfan més de 100 tipos distintos de sedas, y en Avifién, por ejemplo, era ley que “cada aprendiz no debia dedicarse més que a’ una clase de fabricacién, y no podia aprender a confeccionar varios tipos de tejides a la vez". La divisién territorial del trabajo, 1a asignacién de ramos particulares de la produccién a regiones particulares de un pals, recibié un nuevo impulso con el régimen manufac- turero, que explota todas las partcularidades.®* La expan- 5 Asi, por ejemplo, en Holanda Io fabricacién de lanzaderes constitufa ya durante el siglo av un ramo industrial especial. 5 "Aceso la manufactura lanera de Inglaterra no esti dvidide fen varias partes o ramos, asignados a lugates parliculares que son los ‘Gnicos 0 los. principales donde se os explote, como. pafos finos en Somersetshire, pafios bastos en Yorkshire, telas de doble 430 sion del meteado mundial y cl sistema colonial, que entran en la esfera de las condiciones generales de existencia pro- pias del perfodo manufacturero, le proporcionan a éste un copioso material para Ia divisién del trabajo dentro de la sociedad. No es éste el lugar para dilucidar més pormenori- zadamente cémo esa divisidn del trabajo hace pie, ademas de en Ja esfera econdmica, en todos los demés dominios de Ia sociedad, echando por doquier las bases para ese perfec~ cionamiento de la especializacién, de las especialidades, para esa parcelacién del hombre que ya hizo exclamar a ‘Adam Ferguson, el maestro de Adam Smith: “Constituimos naciones enteras® de ilotas, y no hay hombres libres entre nosotros No obstante, pese a las muchas analogfas y a los nexos que median entre la divisin del trabajo en el interior de la sociedad y la divisién dentro de un taller, una y otra difie- ren no sélo gradual, sino esencialmente. La analogia apa rece como més palmariamente indiscutible alli donde un vineulo interno entrelaza los diversos ramos de Ia industri. El ganadero, por ejemplo, produce cueros, el curtidor los transforma en cuero curtido, el zapatero convierte a éste en botines. Cada uno produce aqui un producto gradual 0 seria, y la figura tltima, acabada, es el producto combinado de sus trabajos especiales, Afiddanse a esto los miltiples ramos laborales que suministran medios de produccién al ganadero, al curtidor, al zapatero. Cabe imaginar, con Adam Smith, que la diferencia entre esta divisiOn social del trabajo y la manufacturera es puramente subjetiva, 1 sea, rige slo para el observador, que en el tiltimo caso abarca con una sola mirada, espacialmente, los méltiples trabajos parciales, mientras que en el otto la dispersion de éstos en grandes superficies y el nimero elevado de los que cultivan cada ramo especial oscurecen Ia intercone- xidn.*" Pero qué es lo que genera la conexién entre los fancho en Exeter, media seda en Sudbury, erespones en Norwich, {ejidos de lana con algodén o lino en Kendal, frazadas en Whitney, etcetera?” (Berkeley, The Querist, 1750, 8 530) SA. Ferguson, History of Civil ‘Society, Edimburgo, 1767, parte 1, sec6. i, p. 285. ‘En Jas ‘manufacturas propiamente dichas, dice Smith, la divisiin del trabajo parece ser mayor, porque “a menudo los que trabsjen en ceda remo laboral diferente ‘pueden estar’ reunidos “Bn Ia 4 edicién: “Constituimos una nacién” 431 trabajos independientes del ganadero, el curtidor, el zapa- tero? La existencia de sus productos respectivos como ‘mercancias. {Qué caracteriza, por el contratio, la n ‘manufacturera del trabajo? Que el obrero parcial rio pro- duce mercancia alguna.** Sélo el producto colectivo de los obreros parciales se transforma en mercancia."* La nel mismo taller, y puestos ata vez bajo Ia vista del observador Eres "aes iancrrs (pore cotati desis satisfaer fas principales necesitades Ge la mayor parte le poble Sion. eada ramo laboral drete da ocupacon © un nimero tay tlevado de obreros que es imporibe eunirlos en el mismo tater ig division det trabajo no ee ni con mucho tan obvia" (A. Smith, Wealth of Nations ibs, sap. 1) BI eéebre pasa de exe mismo lo que comienza ‘con las palabras: “Observes of sloamicls def aso o jai mis mbiexo eau pa cizada yw cient", etc, que luego se expla acer’ de como miliples Sarladas induarine cooperan para stisfacer las evestades ‘le on olrero corriente, ext copiado casi ieraimente de las emarkt iotasl de Bernard de Mandeville s su Fable ofthe Beeson Private Vices, Publik Benefits (Primera ediion sin tas Remarks 1708; on la. Remarks, Td) AAT Hay na gue podumos denominar ta remuneracisn natural del trabajo indvidoalr Cada obrero' no. produce mis que tuna parte de un todo, ¥ como cada parte carece por si misma‘ Ue ‘alr’ de uildad no Ray nada que el obrero pueda tomar Y desis Ste es mi producto, con exo me quedare”” (Labour: Defended ‘Agutnst the Claims of Capital, Londses, 1825, 25) El sutor de iste excelente trabajo es ely citado Thomas Hoskin S05 Nota a fa 2" ediign. —~ Los yanguls han podido com- probar de manera pricica esa diferencia eae division socal) division manufacturera del trabajo, Uno de los nuevos impussto ideados en Washington durante a puerta shi fu el gravamen el 6% sobre “todos los preducton industrisls”. Preguntas ue #3 tn preducto nustral? Responde el egiador: una’ coe esta Producida “cuando est4 hesha when itis ma) yes hecha Euvando esté lista para ta venta, Damos un efemploy entre muchos ‘Antes las manulactaras de Nueva York y Peli“ fas con odos_ sus accesoion.. Pero. como an paraguas, ce un Inixaum composi ‘meesladipar| de” partes” completamente heterogéneas, poco. poco estas times fueron conviiendose en artcules mulwamente inepenientescuya, produccion esata a Gargo de ramos indusralesubiadosen diferentes lugres. Los pro dluctos parciales de ews ramos confluan a independientes, en ts manufactara de paraguas, que se linteba 2 combinarlos en uno de esos arco Los yanuis baizaron assembled aticles" articuos, combinados) a los. productos de ext indole, nombre que merecian'teratmente por esa seks Suna combinacion de impuesion EI paraguas, Ue exe mode, combinaba un gravamen inca del 6 % sobre el presio de’ cas uno des element 5 un"'6 aon Sore 4 prone pe: 432 uivisién del trabajo en el interior de ta sociedad esta mediada por la compra y la venta de los productos de iversos ramos del trabajo; la interconexién de los trabajos parciales en la manufactura, a su vez, por la venta de diversas fuerzas de trabajo al mismo capitalista, que las emplea como fuerza de trabajo combinada. La division manufacturera del trabajo supone la concentracién de los medios de produccién en las manos de un capitalista; 1a divisién social del trabajo, el fraccionamiento de lcs medios de producci6n entre muchos productores de mercancias, independientes unos de otros. Mientras que en la manu- factura la ley férrea del nimero proporcional o proporciona~ lidad subsume determinadas masas de obretos bajo deter- ‘minadas funciones, la casualidad y el arbitrio evan a cabo su enmarafiado juego en la distribucién de los productores, de mercancias y de sus medios de produccién entre los diversos ramos Sociales del trabajo. Ciertamente, las diver- sas esferas de la produecién procuran mantenerse continua mente en equilibrio, puesto que si bien por una parte cada productor de mereancias tiene que producit un valor de Uso, y Por tanto que satisfacer una necesidad social espe- cial, el volumen de estas necesidades difiere cuanttativa- mente y un nexo interno enlaza las distintas masas de necesidades, las concatena en un sistema de origen natural; puesto que, por otra parte, la ley del valor de las mercar ias determina qué parte ‘de todo su tiempo de trabajo disponible puede gastar la sociedad en la produccién de cada tipo particular de mercancias. Pero esta tendencia constante de las diversas esferas de la produccién a poner- se en equilibrio, s6lo se manifiesta como reaccién contra Ta constante abolicién de dicho equilibrio, La norma que se cumplia planificadamente y a priori en el caso de la division del trabajo dentro del taller, opera, cuando se trata de la division del trabajo dentro de la sociedad, s6lo a posteriori, como necesidad natural intrinseca, muda, que sélo es per- ceptible en el cambio barométrico de los precios del merca- doy que se impone violentamente a la desordenada arbitrariedad de los productores de mercancias. La division ‘manufacturera del trabajo supone la autoridad incondicio- nal del capitalista sobre hombres reducides a meros miem- bros de un mecanismo colectivo, propiedad de aquél; la divisi6n social del trabajo contrapone a productores inde- pendientes de mercancias que no reconocen més autoridad 433, que la de la competencia, la coercién que ejerce sobre ellos la presién de sus mutuos intereses, asi como también en el eino animal la bellum omnium contra omnes {guerra de todos contra todos}! mantiene, en mayor © menor medida, las condiciones de existencia de todas las especies. La misma conciencia burguesa que celebra la division manufacturera del trabajo, la anexién vitalicia del obrero una operacién parcial y la subordinacién incondicional de los obreros parciales al capital como una organizacién del trabajo que acrecienta la fuerza productiva de los mismos, denuncia por eso con igual vigor todo control y regulacién sociales y conscientes del proceso de produecicn, control y regulacién en los que ve un cercenamiento de los, sacrosantos derechos de propiedad, de la libertad y de la “genialidad” —que se determina a’sf misma— del capita: lista individual, Es sumamente caracterfstico que los entu- siastas apologistas del sistema fabril no sepan decir nada peor, contra cualquier organizacién general del. trabajo Social, que en caso de realizarse Ia misma transformaria a la sociedad entera en una fabrica. Si la anarquia de la divisién social del trabajo y el despotismo de la divisién manufacturera del trabajo se condicionan mutuamente cn la sociedad del modo de pro- duccién capitalista, encontramos por el contrario que for- ‘mas anteriores de la sociedad, en las cuales la especializacién de las industrias se desarroila primero de manera espon- ‘dnea, cristalizando luego y por iltimo consolidindose legalmente, ofrecen de una parte la imagen de una organi- zacién planificada y autoritaria del trabajo social, mientras que de otra parte excluyen por entero la division del tra- bajo dentro del taller, o s6lo Ia desarrollan en una escala raquitica, o de un modo esporddico y casual. * Esas’antiguisimas y pequefias entidades comunitarias indias, por ejemplo, que en parte todavia perduran, se fu dan en Ia posesién comunal del suelo, en la asociacién directa entre la agricultura y el artesanado y en una divisién "Se puede ... formular como regla general que cuanto me fos regida por la autoridad est la division del trabajo dentro de sociedad, tanto més se desarrollara la division del trabajo dene tro del taller, y tanto mis estars. sometida alli la autoridad de luno solo. De manera que la autoridad en el taller la que existe en la sociedad, en To tocante a la division del trabajo, estan en vazén inversa."(K. Marx, Misare dela philosophie +, pp. 130-131) 434 fija del trabajo, que sirve de plan y de esquema predeter- tminados cuando se establecen nuevas entidades comunita- rias. Constituyen conjuntos de produccién autosuficientes, eon una superficie productiva que oscila entre cien acres y algunos miles. La masa principal de los productos se produce con destino al autoconsumo directo de la comuni- iad, no como mercancia y por tanto la produccién misma cs independiente de la division del trabajo establecida en el onjunto de la sociedad india, divisién que esté mediada por el intercambio de mercancias. Sélo cl excedente de los productos se transforma en mercancia, © incluso en el aso de una parte del mismo esa transformacién no ocurre sino cuando llega a manos del estado, al que desde tiempos inmemoriales afluyc, bajo la forma de renta en especies, determinada cantidad de tales productos, En distintas tegiones de la India existen formas distintas de la entidad comunitaria, En la forma mas simple, la comunidad cultiva la tierra colectivamente y distribuye los productos del suelo centee sus miembros, migntras que cada familia practica el hilado, el tejido, etc, como industria doméstica subsidiaria, Al lado de esta masa ocupada de manera semejante, encon- tramos al “vecino principal”, jez, policia y recaudador dde impuestos, todo a la vez; el tenedor de libros, que lleva las cuentas acerca de los cultivos y registra y asienta on el catastro todo lo relativo a los mismos; un tercer funciona- rio, que persigue a los delincuentes y protege a los forasteros acompanandolos de una aldea a la otra; el guardajronteras, que vigila los mites entre la comunidad y las comunidades Yecinas; el inspector de aguas, que distribuye, para su uso agricola, el agua de los depdsitos comunales; cl brahmn, que desempena las funciones del culto religioso; el maes- fro, que ensefia a los nifios de la comunidad a escribir y leer en la arena; el brahmén del calendario, que en su condicién de astr6logo indica los momentos propicios para Ja siembra_y la cosecha, asi como las horas favorables 0 desfavorables para todos los demés trabajos agricolas; un herrero y un carpintero, que construyen y reparan instru- mentos de labranza; el alfarero, que produce todas las vasijas de La aldca; el barbero; el lavandero, ocupado en la limpieza de la ropa; el platero, y aqui y alla el poeta, que en algunas comunidades remplaza al platero, en otras al = Unas 40 hectares. 435 maestro. Esta docena de personas se mantiene a expensas de toda la comunidad, Sila poblaciin aumenta, se asienta en tierras baldias una nueva comunidad, organizada con- forme al prototipo de la antigua. E! mecanismo comunitario ‘muestra una divisién planificada del trabajo, pero su divi- sin manufacturera es aqui imposible, puesto que se man- tiene inalterado el mercado en el que vuelcan sus productos el herrero, el carpintero, etc., y a lo sumo, segiin el tamaiio diverso de las aldeas, en vez de un hertero, un alfarcro, ctcétera, nos encontramos con dos o tres de ellos." La ley que regula la divisién del trabajo comunitario opera aqui con la autoridad ineluctable de una ley natural, mientras que cada artesano particular, como el herrero, ete., ejecuta en su taller todas las operaciones correspondientes a su oficio, la manera tradicional, pero independientemente y sin reconocer ninguna autoridad sobre él. El sencillo organismo productivo de estas entidades comunitarias autosuficientes, ue se reproducen siempre en la misma forma y que cuando son ocasionalmente destruidas se reconstruyen en el mismo lugar, con el mismo nombre,*" proporciona la clave que explica el misterio de la inmutabilidad de las sociedades asidticas, tan sorprendentemente contrastada por la cons- tante disolucién y formacién de estados asidticos y el cam- bio incesante de las dinastias. Las tempestades en la regi Politica dc las nubes dejan indemne la estructura de los clementos fundamentales econdmicos de la sociedad, Como ya hemos observado, las leyes gremiales impe- ian sisteméticamente, mediante Ta limitacién severisima © Teniente coronel Mark Wilks, Historical Sketches of the South of India, Londres, 1810-1817, vol. pp. 118-120. Un buen compendio acerca de las diversas formas de fa entidad comunitar india se encuentra en’ George Campbell, Modern India, Lon res, 1852. "Los habitantes del pais han vivido.... bajo esta sencilla forma desde tiempos inmemoriales. Rara ver se modifican tos limi= tes emire las aldeas, ¥ aunque en ocasiones la guerra, el hambre Y las epidemias las han azotado e incluso devastado, el mismo ombre, los mismos limites, los mismos intereses ¢ incluso las ‘mismas’ familias, se han mantenido a través de las edades. A. {os aldeanos no les preocupan la ruina y division de los reinos; mientras Ia aldea se conserve intacta no Tes importa a qué poder fs transferida, © devuela a qué soberano: su economia interna fe mantiene inalterada.” (Th. Stamfort Raffles, ex teniente gober— nador de Java, The History of Java, Londres, 1817, vol. 1, pi sina 285) 436 del nimero de aprendices que podia emplear un solo maes- tro gremial, la conversién de éste en capitalista, Asimismo, el maestro $6lo podia emplear oficiales en Ia artesania en que era maestro, y exclusivamente en ella. El gremio se d fendia celosamente contra toda intrusién del capital co- ‘mercial, tinica forma libre del capital que se le contraponia El comerciante podia comprar todo tipo de mercancias, a excepeién del trabajo en cuanto mercancia. Sélo se’lo toleraba como Verleger'! de los productos artesanales Si las citcunstancias externas provocaban una division progresiva del trabajo, los gremios existentes se escindian en subgéneros, © nuevos gremios se agregaban a los anti- {guos, pero sin que diversos oficios artesanales se combina- ran en el mismo taller. La organizacién gremial excluye pues la divisién manufacturera del trabajo, por més que entre las condiciones materiales de existencia del periodo manufacturero se cuenten la especializacién, aislamicnto y perfeccionamiento de las industrias propios de aquella ‘organizacién. Los obreros, en lineas generales, quedaban tan ligados a sus medios de produccién como el caracol a su concha, con Jo cual faltaba el fundamento primero de Ja manufactura, la autonomizacién de los medios de pro- duccién, en cuanto capital, frente al obrero. Mientras que la divisiGn del trabajo dentro de la so dad en su conjunto, se encuentre o no mediada esa divi por el intercambio’de mercanefas, es comin a las forma- iones econémico-sociales mas diversas, la divisién manu- Jacturera del trabajo configura una creacién plenamente specifica del modo capitalista de produccién. 5. El caricter capitalista de Ia manufactura Un nimero relativamente grande de obreros puestos bajo el mando del mismo capital; tal es el punto de partida natural, tanto de Ia cooperacién en general como de la ‘manufactura. Y viceversa, la divisién manufacturera del trabajo convierte en nectsidad técnica el aumento del rimero de obreros empleado. La divisién existente del tra- bajo prescribe al capitalista individual el minimo de obre- ros que debe utilizar. De otra parte, las ventajas de una 437 divisién ulterior estén condicionadas por el aumento ulte- rior del niimero de obreros, lo que solo se puede hacer por miltiplos. Pero con la parte variable debe aumentar también la parte constante del capital; junto al volumen de las condiciones de produccién colectivas —edificaciones, hornos, ete.—, también ha de acrecentarse, y mucho més rapidamente que la cantidad de obreros, la materia prima. La masa de materias primas consumida en un tiempo dado por una cantidad dada de trabajo, aumenta en la misma roporcién en que, @ causa de su division, se acrecienta la fuerza productiva del trabajo. El aumento progresivo del minimo de capital en manos del capitalista individual, ola transformacién progresiva de los medios de subsistencia y medios de produccién sociales en capital es, pues, una ley que surge de las caracteristicas tenicas propias de la ‘manufactura.*® AL igual que en la cooperacién simple, el cuerpo ac- tuante del trabajo es en la manufactura una forma de exis- tencia del capital. El mecanismo social de 1a produccién, compuesto por los numerosos obreros parciales, pertenece al capitalista. Por ende, la fuerza productiva’resultante de la combinacién de los trabajos se presenta como fuerza productiva del capital. La manufactura propiamente dicha ‘no s6lo somete @ los obreros, antes auténomos, al mando y a la disciptina del capital, sino que ademas crea una Bradacién jerdrquica entre los obreros mismos. Mientras gue la cooperacién simple, en términos generales, deja inalterado el modo de trabajo del individuo, 1a manufac- tura lo revoluciona desde los cimientos y hace presa en las raices mismas de la fuerza individual de trabajo. Mutila ‘2 “No basta que el capital necesario” (leberia decir: que los medios de subsstencia y de produccién necesatios) “para Ia sub- division de Tos oficios esté disponible en Ta sociedad: se requict, dems, que est acumulado, en las manos de fos empresarios, ‘masts "suficientemente grandes para per en gran escala... A medida que aumenta la divisién, Ia ocupacion ‘onstante de un’ mismo ovimero de obreros exige un capital cada vez. més considerable’ en matetias.primas, erramientas, etc." (Storch, Cours d'économle politique, Paris, pp. 250, 281.) "La con eentracién de los instrumentos de produccign y a di bajo son tan inseparables entre sf como lo son, en el dominio de la politica, 1a concentracién de. los poderes. publices, la division e Ios intereses.privados.” (K. Marx, Misare de la. philosophic, Pégina 134) 438 3 trabajador, 1o convierte en una aberraciOn al fomentar sw habilidad’ parcializada —cual si fuera una planta de invernadero— sofocando en él multitud de impulsos y apti- tudes productivos, tal como en los estados del Plata se sacrifica un animal entero para arrebatarle el cuero 0 €l sebo. No sdlo se distribuyen los diversos trabajos parciales entre distintos individuos, sino que el individuo mismo es dlividido, transformado en mecanismo automatico impulsor de un trabajo parcial," realizéndose asi la absurda fabula de Menenio Agripa,t! que presenta a un hombre como tun mero fragmento de su propio cuerpo."* Si en un prin- tipio el obrero vende su fuerza de trabajo al capital porque 1 carece de los medios materiales para la produccién de luna mercancfa, ahora es su propia fuerza de trabajo indi- vidual la que se niega a prestar servicios si no es vendida al capital. Unicamente funciona en una coneatenacién que no existe sino después de su venta, en el taller del capita- lista. Tneapacitado por su propia constitucién para hacer rnada con independencia, el obrero de la manufactura tinica- mente desarrolla actividad productiva como accesorio del taller del capitalista.** Asi como el pueblo elegido leva escrito en la frente que es propiedad de Jehovd, Ia divisién del trabajo marca con hierto candente al obrero manufac turero, dejéndole impresa la sefial que lo distingue como propiedad del capital. ‘Los conocimientos, Ia inteligencia y la voluntad que Uesarrollan el campesino o el artesano independientes, aun- ue més no sea en pequefia escala —al igual que el sal- vaje que ejerce todo el arte de la guerra bajo la forma de astucia personal—, ahora son necesarios dinicamente para el taller en su conjunto. Si las potencias intelectuales, Dugald Stewart lama a los obreros manufactureros *auté- ‘mata vivientes... empleados en los detalles del trabajo". (Works, pagina 318) 1 Bn ‘los corales cada individuo constituye, en realidad, ef estémago de todo el grupo. Pero le aporta sustancias mutitivas, fn ver de quitarsclas como el patricio romano. “EI obrero que lleva en sts brazos todo un oficio puede ie a cualquier lado a ejercer st industria y encontrar sus medios de ‘subsistencia; el otro" (el obrero manufacturero) “no” es mas que un accesorio que separado de sus compaferos ya no tiene fi capacidad ni independencia, hallandose obligado por tanto a ieeptar la ley que se_juzgue adecuado imporerle.” (Storch, Cours économie politique, San Petersburgo, 1815, t, P. 204.) 439 de la produccién amplian su escala en un lado, ello ocurre porque en otros muchos lados se desvanecen. Lo que picr- den los obreros parciales se concentra, enfrentado a ellos, cn el capital.®* Es un producto de la division manufacturera del trabajo el que as potencias intelectuales del proceso material de la produccién se les contrapéngan como pro- Piedad ajena y poder que los domina. Este proceso de escisién comienza en la cooperacién simple, en la que el capitalista, frente a los obreros individuales, representa Ja unidad'y la voluntad del cuerpo social de trabajo. Se desarrolla en la manufactura, la cual mutila al trabajador haciendo de él un obrero parcial. Se consuma en la gran industria, que separa del trabajo a la ciencia, como potencia, productiva auténoma, y la compele a servir al capital.” En Ja manufactura ct enriquecimiento del obrero colec- tivo —y por ende del capital— en fuerza productiva social, se halla condicionado por el empobrecimiento del obrero ent fuerzas productivas individuales. “La ignorancia es la ma- dre de la industria, asi como lo es de la supersticién. La reflexién y la imaginacién estan sujetas a error, pero el Ihabito de mover la mano o el pie no dependen de la una ni de la otra. Se podria decir, asi, que en lo tocante a las ‘manufacturas su perfeccién consiste en poder desembara- zarse del espiritu,* de tal manera que se puede [...] con- siderar al taller’ como una mdquina cuyas partes son hombres.” Es un hecho que a mediados del siglo xvnt, algunas manufacturas, para ejecutar ciertas operaciones que pese a su sencillez constituian secretos industriales, preferfan emplear obreros medio idiotas."* A, Ferguson, History of... p. 281: “Puede haber ganado uno Io que el otro ha perdido” 7 "Se opera una separaci6n radical entre el sabio y el trabaja- dor productivo, y la ciencla, en vez de eslar en manos del obrero ‘pata acrecentat sus propias fuerzas productivas [.-] en casi todos Fidos se Te enfrenta-.. El conocimiento deviene un. instrumento {que se puede separar del abajo y contraponerse a éte."1051 (W. Thompson, Am Inquiry tno the Principles of the Distribution of Wealth, Londres, 1824, p. 274) 8A. Ferguson, op. cit p. 280. J.'D. Tuckeli, A History of the Past and Present State of the Labouring Population, Londres, 1846, vol. p. 148. + Bn la 4® edicign esta frase de a cta de Ferguson comienza asi: "Las manufacturas, en coasecuencia, prosperan mis alli donde ‘mis se preseinde del esprit 440 “EL espiritu de Ja mayor parte de los hombres”, dice ‘Adam Smith, ‘se desenvuelve necesariamente a partir de sus ocupaciones diarias. Un hombre que pasa su vida entera cjecutando unas pocas operaciones simples... no tiene oportunidad de ejercitar su entendimiento ... En general, se vuelve tan estipido e ignorante como ¢s posible que Hlegue a serlo un ser humano.” Luego de haber descrito cl embrutecimiento del obrero parcial, continiia Smith: “La uniformidad de su vida estacionaria corrompe de un modo natural el empuje de su inteligencia ... Destruye incluso la cnergia de su cuerpo y lo incapacita para emplear su fuerza con vigor y perseverancia en cualquier otro terreno que no sea Ia actividad detallista para la que se lo ha adiestrado, De este modo, su destreza en su actividad especial parece haber sido adquirida a expensas de sus virtudes intelectua- les, sociales y marciales. Ahora bien, en toda sociedad industrial y civilizada, es ésta la condicién en la que tiene necesariamente que caer el pobre que trabaja (the labour- ing poor), o sca la gran masa del pueblo”."* Para cvitar ct descaccimiento completo de las masas populares, resultante de la divisién del trabajo, Adam Smith recomendaba la instruccién del pueblo por cuenta del estado, aungue en do- sis prudentemente homeopaticas. Germain Garnier, su tra- ductor y comentarista francés, que bajo el Primer Imperio se metamorfoses, como era natural, en senador, polemiza consecuentemente contra esa propuesta. La instruccion popular infringiria las leyes primordiales de la division del Irabajo; adoptarla equivaldria a “‘proscribir todo nuestro sistema social”. “Como todas las demés divisiones del tra bajo, la que existe entre el trabajo manual y el trabajo 10 A, Smith, Wealth of Netlons, lib. ¥, cap. 1, art. a. Como diseipulo de Adam Ferguson, quien habla expuesto'las consecuen- clas negativas de la division del (rabajo, Smith vela este punto om toda claridad. En la iroduccidn de su obra, en la que celebra fe professo la division del trabajo, se limita a anotar de pasada (que in misma es fuente de las desigualdades sociales. S6lo en el Tibro v, sobre Tos ingresos del estado, reproduce las tesis de Fer: 4guson. En Misire de a philosophie he dicho Io pertinente sobre In conenién histérica entre Ferguson, Adam Smith, Lemontey y Sey, en lo referente as critica de la division del trabajo, y pre sentado también all por primera vez, la divisién manufacturera fel trabajo como forma especifica del’ modo de produccién capi talista. (Ibidem, p. 122 y 8) 441 ae aa at ease aera trabajo que tienden a dividirse y alejarse?”™* ae Ce ten ie sea, adelante esa escisién social entre los ramos del trabajo, Fee Oe ee eel see faces Serre aia te Bi FIIs clone 4 ai Altern und Geschlechtern eigentiimlich sind, 6 tomos, Ulm, 1840. En 1854 la Society of Arts!) designé una comisién investigadora SED ae a rnd test Oa eR sto gamacine te Sae aes Hod, Lic siete ae 442 La cooperacién fundada en la divisién del trabajo, esto cs, la manufactura, es en sus inicios una formacién debida 4 un proceso natural. No bien su existencia adquiere cierta consistencia y amplitud, se convierte en una forma cons- Cente, planificada y sistemética del modo capitalista de produccion. La historia de la manvfactura propiamente icha muestra cOmo la divisiOn del trabajo que le es pecu- liar, adquiere primero empiricamente las formas adecuadas, vomo si dijéramos a espaldas de las personas actuantes, mientras que luego, al igual que en el caso de las artesanias ‘gremiales, pugna por retener de manera tradicional la forma eneontrada otrora, y en algunos casos la retiene por siglo. Si esta forma se modifica, salvo que sea en aspectos acceso rios, ello obedece siempre a una tevolucién de los instru- tmentos de trabajo. O bien la manufactura moderna —y no me refiero agui a la gran industria, fundada en la maqui- raria— encuentra ya disponibles los disiecta membra poete [miembros dispersos del poeta)" en las grandes iudades donde surge, como ocurte pot ejemplo con la ‘manufactura de ropa, y en tal caso s6lo tiene que reunirlos sacéndolos de su dispersién; o bien el principio de la division es de una evidencia palmaria, y entonces, simple- mente, las diversas operaciones de la produccién artesanal (de la encuadernacién, pongamos por caso) se asignan en exclusividad a obreros especiales. En tales casos no insume nil siquiera una semana de experiencia la tarea de deter- minat el nimero proporcional de los brazos necesarios para cada funcién.”* ‘A través del anélisis de la actividad artesanal, de la conversién de los instrumentos de trabajo en especificos, de Ia formacién de los obreros parciales y de su agrup. miento y combinacién en un mecanismo colectivo, la ivisién ‘manufacturera del trabajo genera la gradacién sobre Ia divsién del trabajo: “Por hombres eultos wauellos que pueden hacer todo lo ofa del derecho." ‘en el genio inventive que, a priori, esplegaria el capt i6n dol trabajo, tnieamente se encuentra entre las profesores alemanes. Como por ejemplo el sefor Roseher, quien modo de recompensa dedica “diversos salario al eapitaista, de clya cabera jupterina surge ya pronta y acabada la divisign del trabajo. La aplicacién més amplia o mas exigua de la * Pero es s6lo la primera de esas diferencias la que determina los costos de produccién de la mercancia para el capitalista mismo y la que influye sobre él, mediante las leyes coercitivas dé ta competencia. De ahi que hoy en dia se inventen en Inglaterra 140 “Estos agentes mudos” (las méquinas) “son siempre et producto de mucho menos trabajo que el que desplazan, aun fuando tengan el mismo valor dinerario.” (Ricardo, Principles Of pe 40.) ‘beh Nota a Ta. 2° edicifn.—Por eso, en una sociedad co- munista Ia maquinaria tendria un campo de accion muy diferente del que tiene en la sociedad burguesa, 478 que slo se emplean en Norteamérica, del mismo modo que en los siglos xvi y xvi Alemania inventaba méqui- nas que s6lo Holanda ‘utilizaba, y que més de una inven- cién francesa del siglo xvi era explotada inicamente en Inglaterra. En pafses desarrollados desde antiguo, el empleo de la méquina en determinados ramos de la industria genera ‘en ottos tal superabundancia de trabajo (redundancy of labour, dice Ricardo), que en éstos la caida del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo impide el uso de la maquinaria y lo hace superfluo, a menudo imposible, desde el punto de vista del capital, cuya ganancia, por 10 demés, proviene de la reduccién no del trabajo empleado, sino del trabajo pago. En algunos ramos de la manufactura lanera inglesa el trabajo infantil, durante los siltimos aos, se ha reducido considerablemente, casi desapareciendo aqui yall, incluso. :Por qué? La ley fabril establecia dos turnos de nifios, uno de los cuales debia trabajar 6 horas y 4 el ‘tro, 0 5 cada turno. Pero los padres no querfan vender alos halj-timers (a los que trabajaban la mitad de Ta jorna- dda) mas barato que antes a los jull-timers (a los que traba- jaban toda la jornada). De ahi la sustitucién de los half- timers por maquinaria."™" Antes que se prohibiera cl trabajo de las mujeres y los nifios (de menos de 10 afios) en las rminas, el capital Heg6 a Ia conclusién de que el procedi- rmiento de utilizar en las minas de carbén y de otra indole mujeres y muchachas desnudas, a menudo mezcladas con hombres, estaba tan de acuerdo con su cédigo de moral y sobre todo con su libro mayor, que s6lo después de la prohibicién recurrié a la maquinaria. Los yanquis han inventado méquinas para picar piedras. Los ingleses no 111 “Los patrones no retendrfan, sin necesidad, dos turnos de nifos menores de 13 afos... Hoy en dia un grupo de fabricantes, Tos de hilo de lana, de hecho raras veces emplean nifios de menos de 13 afios, esto es, de los que trabajan media jornada. Han intro- ‘ducido diversos tipos de maquinaria nueva y perfeccionada, la cual hhace totalmente tonecesaria Ia utillzacién de nifos” (es decir, de menores de 13 afos); "para ilustrar esa reduccion en el nimero fe chicos, mencionaré por ejemplo un proceso en el cual, gracias S'la adicign a las ‘maquinas existentes de un aparato Tlamado ‘méquina de-afadir, un muchacho” (de més de 13 aflos) “puede tlecutar el trabajo’ de seis 0 cuatro de_los que trabajan media Jornada .<, El sistema de la media Jornada” estimulé “Ia invencion de la maquina de afadir.” (Reports... 31st October 18561, pi winas 42, 431) 419 Jas emplean, ya que el “miserable” (wretch es pata la eco- nomfa politica inglesa un término técnico con el que designa al obrero agricola) que ejecuta ese trabajo recibe como Pago una parte tan infima de su labor, que la maquinaria encareceria la produccién desde el punto de vista del capitalista."* Para sitgar, etc., en los canales, en Inglaterra todavia hoy a veces se emplean mujeres en’ vez de caba- los,"* porque el trabajo requerido para la produccién de caballos y méquinas equivale a una cantidad matematica- ‘mente dada, mientras que el necesario para mantener las mujeres integrantes de la poblacién excedente esta por de- bajo de todo célculo. De ahi que en ninguna otta parte como en Inglaterra, el pais de las méquinas, se vea un derroche tan desvergonzado de fuerza humana para ocupa- ciones miserables. 3. Efectos inmediatos que Ia industria mecénica ejerce sobre el obrero La revolucién operada en el medio de trabajo cons- tituye, como hemos visto, el punto de partida de la gran industria, y el medio de trabajo revolucionado adquiere su figura més desarroilada en el sistema de maquinas organizado, imperante en la fabrica. Mas antes de ver cémo a este organismo objetivo se incorpora material hhumano, pasemos a examinar algunas repercusiones gene- rales de esa revolucién sobre el obrero mismo. 8) Aproplacion de fuerzas de trabajo subsidiarias por el capital. ‘Trabajo femening e Infantil La maquinaria, en la medida en que hace prescindible Ja fuerza muscular, se convierte en medio para emplear a obreros de escasa’ fuerza fisica 0 de desarrollo corporal 18 “A menudo... mientras no aumenta el trabajo” (quiere decir wages [el salario}) “no es posible emplear maquinaria.” (Ri- cardo, Principles of -.., p. 479) Ue Véase Report of ‘the Social Sclence Congress at Edinburgh. October 1863. 480 incompleto, pero de miembros més giles. {Trabajo feme- rnino e infantil fue, por consiguiente, Ia primera consigna del empleo capitalista de maquinaria! Asi, este poderoso remplazante de trabajo y de obreros se convirtié sin de- mora en medio de aumentar el rtimero de los asalariados, sometiendo a todos los integrantes de la familia obrera, sin distinciGn de sexo ni edades, a la férula del capital. El tra- bajo forzoso en beneficio del capitalista no s6lo usurpé cl lugar de los juegos infantiles, sino también el del tra- bajo libre en Ia esfera doméstica, ejecutado dentro de limites decentes y para la familia misma." El valor de la fuerza de trabajo no estaba determinado por el tiempo de trabajo necesario para mantener al obrero adulto individual, sino por el necesario para mantener a la familia obrera. Al arrojar a todos los miembros de la fa- milia obreta al mercado de trabajo, la maquinaria distri- buye el valor de la fuerza de trabajo del hombre entre su familia entera. Desvaloriza, por ende, la fuerza de trabajo de aquél, Adquirir las 4 fuerzas de’ trabajo en que, por jemplo, se parcela una familia, talvez.cueste mas que anta- fio adquirir la fuerza de trabajo del jefe de familia, pero, en cambio, 4 jornadas laborales remplazan a 1, y el precio de las mismas se reduce en proporcién al excedente de! plustrabajo de los 4 obreros con respecto al plustrabajo de 1. Para que viva una familia, ahora son cuatro personas 420 Durante In erisis del algod6n,provocada por la guerra civil norteamericana, el gobiemo inglés envio al_ doctor Edward Smith a. Lancashire, Cheshire, tc. para que informara acerca de la situacién sanitaria entre Tos obreros claboradores de aquel text Smith inform, entre otras cosas, que desde el punto de vista. de In higiene fa criss, aun dejando a un lado el hecho de que alejara den atmésfera de la fdbrica a los obreros, pretentaba otras mv chas ventajas. Las obreras disponfan ahora de ratos libres para mamantar-a sus pequetios, en vez de envenenailos con Godfrey's ‘cordial Disponian de tiempo para aprender a cocinar. Este arte eulinario, por desgracia, to adquitian en momentos en que no fenian nada que comer. Pero puede verse cémo el capital, con vistas a su aulovalorizacién, ba usurpado el trabajo familiar nece- Sario para el consumo. La criss, asimismo, fue aprovechada para tensebar a coser a las bijas de los obreros, en escuelas especiales. {Para que unas muchachas obreras que hilan para cl mundo entero Aaprendiesen a cover, hubo necesidad de una revolucion en Norte america y de una crisis mundial! * En In 38 y 49 ediciones se agrega: “(un opifceo)” 481 las que tienen que suministrar al capital no s6lo trabaj sino también plustrabajo. De este modo, la maquinari desde un primer momento amplia, ademés del material humano de explotacién, o sea del campo de explotacién Propiamente dicho del ‘capital, el grado de dicha ex- plotacién. La maquinaria, asimismo, revoluciona radicalmente la ‘mediacién formal de tas relaciones capitalists, el contrato ‘entre cl obrero y el capitalista. Sobre la base del_ inte ‘cambio de mercancias, el primer supuesto era que el capi talista y el obrero se enfrentaran como personas libres, ‘como propictarios independientes de mercancias: el uno en cuanto poseedor de dinero y medios de produccién, el ‘otro como poseedor de fuerza de trabajo. Pero ahora €l capital adquiere personas que total o parcialmente se hallan en estado de minoridad. Antes, el obrero vendia su propia fuerza de trabajo, de la que disponia como persona formalmente libre. Ahora vende a su mujer ¢ hijo. Se co Vierte en tratante de esclavos.® La demanda de trabajo 221 “EI aumento numérico de los obreros ha sido considerable, debido a la creciente sustitucion del trabajo masculino por el feme: nino, y sobre todo del adulto por el infant. Tres muchachas de 13 aflos, con salarios de 6 a 8 chelines semanales, han remplazado un obrero de edad madura cuyo salario oscilaba entre 18 y 45 lines.” (Th. de Quincey, The Logic of Political Economy, Londres, 1844, nota a lap. 147) Como no es posible suprimit totalmente clertas funciones de 1a familia, como por ejemplo las de culdar a los nifos, darles de mamar, tc, las madres de familia ‘onfiscadas por el capital tienen que contratar a quien las remplace fen mayor o menor medida. Es necesario sustituir por mercanctas terminadas 1s trabajos que exige el consumo familiar, como coser, remendar, etc. El gasto menor de trabajo doméstico se ve scom- pafado por un mayor gasto de dinero. Crevea, por consiguiente, fos ‘costos de produccidn de Ta familia obrera Y contrapesan ei mayor ingreso. A esto se suma, que se vuelven imposibles la economia y el uso adecuado en el consumo y Ta preparacion Je fos medios de, subsistencia, Acerca de estos echos, encubiertos por Ia economia politica ofical, se encuentra un abundante ma Hal en los Reports de los inspectores fabriles y de la "Children’s Employment Commission” y, particularmente, también en los, Reports on Public Health TH Bn contraste con el hecho fundamental de que Ia timita- ign del trabajo femenino e infantil en las fabricas inglesas fue Une ‘conquista arrancada al capital por los obreros varones adultos, eo log informes més recientes de la “Children’s Employment. Com- mission” encontramos entre los padres obreros dedicados a cam balacheo de sus hijos rasgos realmente vergonzosos, dignos pi 482 infantil suele asemejarse, incluso en la forma, a la demanda de negros esclavos, tal como acostumbraba manifestarse en los anuncios periodisticos norteamericanos. “Me llam6 la atenci6n”, dice por ejemplo un inspector fabril inglés, “un aviso en el periédico local de una de las principales ciudades manufactureras de mi distrito, cuyo texto era el siguiente: Se necesita. De 12 a 20 muchachos no menores de lo que puede pasar por 13 afos, Salario: 4 chelines semanales. Dirigirse a, etc.” La frase “lo que puede Pasar por 13 afios” guarda relacién con el hecho de que, segin la Factory Act, los menores de 13 afios s6lo pueden trabajar 6 horas. Un médico habilitado oficialmente (cer- tifying surgeon) debe atestiguar la edad, El fabricante, pues, reclama muchachos que aparenten tener ya 13 afios. La disminucién, a veces sumamente brusca, en el nimero de los nifios menores de 13 afios empleados por los fabri- cantes —un sorprendente fendmeno que nos depara la estadistica inglesa de los titimos 20 afios—, era en gran pparte, segiin declaran los propios inspectores ‘abriles, obra de certifying surgeons que falseaban la edad de los’nifios conforme al afin explotador de los capitalistas y a las nece- sidades de cambalacheo de los padres. En el tristemente célebre distrito londinense de Bethnal Green, todos los lunes y martes se efectéa por la mafiana un mercado péi- blico en que nifios de uno u otro sexo, de 9 afios para arriba, se alquilan ellos mismos a las manufacturas sederas, de la capital. “Las condiciones normales son 1 chelin y 8 peniques por semana” (que les tocan a los padres) “y 2 peniques para mi, ademés del t6.” Los contratos rigen ‘entero de tratantes de esclavos. Pero ef fariseo capitalist, como puede apreciarse en los mismos Reports, demuncia exe bestaliomo Ereado, perpetuado y explotado por ély al que bautiza en olras focasiones con el nombre de “libertad de'trabajo™. "Se ha recnrido al trabajo de nifios. pequefos... incluso para que trabajen por Su propio pan diario. Sin fuerzas para soportat una labor tan Sesproporcionada, sin instruceién que pueda guiar su. vida en el futtro, se los ha arrojado a una situzcién fisica y moralmente corrompida. Con respecto a la destruccién de Jerusalén por Tito, el historiador judio ha observado que n0 cabe extrafarse de que fa ciudad fuera. destuida, y destrukda de. manera tan terrible, cuando una madre inhumana habla sacrificado a su propio retofo para saciar los impulsos de un hambre apremiante.” (Publie Econo- ‘my Concentrated, Carlisle, 1833, p. 66.) IA. Redgrave, en Reporis.-- 3151 October 1888, pp. 40, 41. 483, s6lo por la semana. Las escenas que se desarrollan y el enguaje usual en este mercado son verdaderamente repul- sivos.* Ocurre en Inglaterra, aun hoy, que algunas muje- res “retiran chicos del workhouse (asilo] y los alquilan cualquier comprador a 2 chelines y 6 peniques por se- mana”. A despecho de la legislacidn, todavia hoy existen en Gran Bretafia por lo menos 2.000 mus achos vendidos por sus propios padres como maquinas vivientes de des- hollinar (pese a que hay maquinas capaces de sustitui Jos)."** La revolucién operada por la maquinaria en la relacién juridica entre el comprador y el vendedor de la fuerza de trabajo, de tal modo que 1a transaccién entera hha perdido hasta la apariencia de un contrato entre per- sonas libres, ofrecid més adelante al parlamento inglés la excusa juridica para la injerencia del estado en el régimen de las fabricas. No bien la ley fabril limita a 6 horas el ‘trabajo infantil en ramos industriales hasta entonces no reglamentados, resuena una y otra vez el plafidero clamor dd Jos fabricantes: una parte de los padres retira ahora de Jas industrias reglamentadas a los chicos para venderlos aquellas en las que impera todavia la “libertad de trabajo”, © sea donde se obliga a nifios menores de 13 aitos a trabajar ‘como si fueran adultos y donde, por consiguiente, se los vende @ mejor precio. Pero como el capital es por natura~ Jeza un leveller {nivelador},"*) esto es, exige en todas las esferas de la produccién, como uno de sus derechos hu- ‘manos innatos, la igualdad en las condiciones de explota- cidn del trabajo, 1a limitaciOn legal del trabajo infantil en ‘un ramo de la industria provoca su limitacién en los demés. Hemos aludido ya al deterioro fisico tanto de los nifios y adolescentes como de las mujeres a quienes la maquinaria somete a la explotacién del capital, primero de manera directa en las fabricas que han crecido répidamente sobre Ja base de las méquinas, y Iuego, de manera indirecta, en todos los demés ramos de la industria. Por eso, aqui nos detendremos tinicamente en un punto, el referente a la enorme mortalidad de nifios de obreros en sus primeros afios de vida, Hay en Inglaterra 16 distritos del registro 4 Children's... Fifth Report, Londres, 1866, (ELE, Agregado a la # edicién: — Ls is Green actvalmente ha sido destruida casi por completo.) 3° Children's..., Third Report, Londres, 1864, p. 53, 9. 15. 126 Children's...) Fifth Report, p. XXL, 2. 137. 484 civil en Jos que el promedio anual de defunciones por cada 100.000 nifios vivos de menos de un ato es solo de 9.000* (en un distrito, s6lo 7.047); en 24 distritos més de 10.000 ero menos de 11,000; en 39 distritos mas de 11.000, pero sin legar a 12,000; en 48 distritos entre 12.000 y 13.000; en 22 distritos mas de 20.000; en 25, mas de 21.000; en 17, més de 22.000; en 11, por encima de 23.000; en Hoo, Wolverhampton, Ashton-under-Lyne y Preston, més de 24.000, en Nottingham, Stockport y Bradford més de 25,000, en Wisbeach 26.000 y en Manchester 26.125." Como ‘lo demostré una investigacion médica oficial en 1861, las alta tasas de mortalidad principalmente se deben, si se hace abstraccién de circunstancias locales, a la ocupa- cidn extradomiciliaria de las madres, con el consiguiente descuido y maltrato de los nifios, como por ejemplo ali- ‘mentacién inadecuada, carencia alimentaria, suministro de opiéceos, etc., a lo que debe agregarse el antinatural® desapego que las madres experimentan por sus hijos, lo que tiene por consecuencia casos de privacién alimentaria y envenenamiento intencionales."* En los distritos agricolas “donde sélo trabaja un minimo de mujeres, la tasa de mor- talidad es, por el contrario, 1a més baja”. La comision investigadora de 1861, sin embargo, llegé a la conclu- sin inesperada de que’en algunos distritos exclusivamente agricolas sobre las costas del Mar del Norte, la tasa de mortalidad de nifios menores de un afio casi alcanzaba la de los distritos fabriles de peor renombre. Se encomend6 por ello al doctor Julian Hunter que investigara el fendmeno ¢n el lugar de los hechos. Su informe qued6 incluido dentro Gel Sixth Report on Public Health." Hasta entonces se 28 Sixth Report on Public Health, Londres, 1864, p. 34, 4s La investigacign de 1861 "mosic6, ademés, que asi como bajo las circunstancias.descritas los pequefos perecen debido al descuido ¥ el maltrato derivados de las ocupaciones de sus madres, stas_ se vuelven atrozmente desnaturalizadas con respecto si pole: es comin que la muerte de sus vistagos las deje indife- fen igi Gus a ees... adpien medias recta para provocarla" (idem) 3 Dbidem, p. 454, 130 sbidem, pp. 454462. Reports by Dr. Henry Jullan Hunter on the Excessive Mortality of Infans in Some Rural Districts of England. © Bn Werke: “9.085” “En la 3¥y 49 ediciénes: 485 habia conjeturado que eran la malaria y otras enfermedades endémicas en zonas bajas y pantanosas 1o que diczmaba a los nifios. La investigacién arroj6 precisamente cl resul- tado contrario, o sca “que Ia misma causa que erradicé la malaria, esto es, la transformacién del suelo pantanoso durante el invierno y de aridos pastizales durante el verano en fértil tierra triguera, provocé la extraordinaria tasa de ‘mortalidad entre los lactantes”." Los 70 médicos prdcticos interrogados por el doctor Hunter en esos distritos estaban “asombrosamente de acuerdo” respecto a este punto. Con Ja revoluci6n en la agricultura se habia introducido, en efec- to, el sistema industrial. “Un hombre al que se denomina econtratista> y que alquila las cuadrillas en conjunto, pone a disposicién del arrendatario, por una suma determinada, mujeres casadas que trabajan en cuadrillas junto a mucha- chas y jévenes. Estas cuadrillas suelen apartarse muchas millas de sus aldeas, se las encuentra de mafiana y al ano- checer por los caminos; las mujeres de pollera corta y con los correspondientes abrigos y botas, y a veces de panta- Tones, muy vigorosas y sanas en apariencia, pero corrom- pidas por 1a depravacién habitual ¢ indiferentes. ante las funestas consecuencias que su predileccién por ese modo de vida activo ¢ independiente depara a los vastagos, quic- nes languidecen en las casas." Todos los fendmenos caracteristicos de los distritos fabriles se reproducen aqui, y en grado aun mayor el infanticidio encubierto y la admi- nistracién de opidceos a las criaturas.* “Mi conocimiento de los males que ocasiona”, dice el doctor Simon, funcio- nario médico del Privy Council! inglés y redactor en chef {en jefe) de los informes sobre “Public Health”, “ha de discalpar la profunda repugnancia que me inspira toda ‘ocupaciOn industrial, en gran escala, de mujeres adul- 1 IBidem, p. 35.y pp. 455, 456, 132 Tbidem, p. 456, 14 Al igual que en los disritos fabriles ingles, en los dis- tritos rurales ve extiende dla 4. dia el consumo del oplo entre Tos obreros y obreras adultos. “El principal objetivo de algunos mayo- Fisias emprendedores es». promover la venia de opiiceos. Los Farmactuticos tor considcran como el arfeulo mds” soliciado.” idem, p. 460.) Los Tactantes a Tos que se suministraban opisceos, “se conttaian, convirtiéndose en canijos Vijectos, o quedaban artugados como. monitos". (bide, . 460.) Vease cémo la India China se vengan de Inglaterra. 486 tas." “En realidad”, exclama el inspector fabril Robert Baker en un informe oficial, “en realidad sera una dicha para los distritos manufactureros de Inglaterra que se prohiba a toda mujer casada, con hijos, trabajar en cual- ‘quiet tipo de fébrica.”™* Friedrich Engels, en su Situacién de la clase obrera de Inglaterra, y ottos autores han expuesto tan exhausti ‘mente la ‘degradacién moral causada por la explotacién capitalista de las mujeres y 1os nifios, que me limitaré aqui a recordarla, Pero la devastacién intelectual, producida attificalmente al transformar a personas que no han alcan- zado la madurez en simples méquinas de fabricar plusvalor —devastacién que debe distinguirse netamente de esa ignorancia natural que deja en barbecho la mente sin echar a perder su capacidad de desarrollarse, su natural fecun- didad—, oblig6 finalmente al propio parlamento inglés a convertit la ensefianza elemental en condicién legal para el uso “productivo” de chicos menores de 14_afios, en todas las industrias sometidas a la ley fabril. El espiritu de la produccién capitalista resplandece con toda claridad en Ia desalifiada redaccién de las lamadas cldusulas edu- cacionales de las leyes fabriles; en la carencia de un aparato administrative —debido a lo cual esa ensefianza obligatoria se vuelve en gran parte ficticia—; en la resis- tencia de los fabricantes incluso contra esta ley de ense- fianza y en sus triquiftuclas y subterfugios para infringi “Al Gnico al que caben los reproches es al legislador, porque aprobé una ley engafiosa (delusive law) que, bajo Ja apariencia de velar por la educacién de los nifis .. J, ‘no contiene una sola disposicién que asegure el cumpli- miento del objetivo pretextado. No preceptia nada, salvo que Jos nifos [...], durante cierta cantidad de horas dia- rias” (tres) “deben estar encerrados entre las cuatro pare- des de un Tugar denominado escuela, y que el patron del nifio debe recibir semanakmente, a tal efecto, un certificado de una persona que firma en calidad de maestro o macs- tra de escuela." Antes que se promulgara la ley fabril revisada de 1844, no era raro que los maestros o macstras, 34 Ibidem, p. 37 8 Reports... 31st October 1862, p. 59. Este inspector tabril habia sido médica, "Leonard Horner, en Reports... 30th April 1857, p. 17 487 firmaran con una cruz los eertificados de escolaridad, ya que ni siquiera sabian escribir su nombre. “Al visitar una escuela que expedia tales certificados, me impresion6 tanto la ignorancia del maestro que le pregunté: «Disculpe, seitor, {pero usted sabe leer?» Su respuesta fue: «Y bueno, un Poco (summat*)>. A modo de justificacion agregé: «.” Durante los debates previos a la aprobacion de la ley de 1844, los inspectores fabriles denuneiaron el estado bochornoso de los lugares que se intitulaban escuclas, y cuyos certificados ellos tenfan que admitir como plenamente validos desde el punto de vista legal. Todo lo que consiguieron fue que desde 1844 “los ntimeros en el certificado escolar tuvieran ue ser llenados de pufo y letra del maestro, quien debia, ademas, firmar él mismo con nombre y apellido”."*” Sir John Kincaid, inspector fabril de Escocia, nos cuenta de experiencias oficiales similares. “La primera escuela que visitamos estaba a cargo de una sefiora Ann Killin, Al soli- citarle que deletreara su nombre, cometié de inmediato un error, ya que empez6 con la letra c, pero enseguida se corrigié y dijo que comenzaba con k. Sin embargo, al mirar su firma en los libros de asistencia escolar observé que lo eseribia de distintas maneras, mientras que su escritura no dejaba duda alguna cn cuanto a st incapacidad de en- seftar. Reconocié, incluso, que no sabia levar el registro En una segunda escuela descubri que cl sal6n de clase tenfa 15 pies de largo por 10 pies de ancho,® y en ese espacio conté 75 niftos que decian algo en una je ininteligible.”** “Sin embargo, no es s6lo en tales cova~ chas lamentables donde los chicos reciben sus certificados de escolaridad pero ninguna enseftanza, ya que en muchas escuelas donde hay un macstro competente los esfucrzos de ste, ante el revoltijo de nifios de todas las edades (de 3 afios para arriba), ftacasan casi por entero. Su ingreso, ‘mezquino en el mejor de los casos, depende totalmente de Ja cantidad de peniques que recibe por hacinar en un cuarto el mayor nimero posible de nitios. Aftédase a esto cl mi- 485 L, Horner, en Reports... 3/st October 1885, pp. 18, 19. 18 Sir John Kincaid, en Reports... 31st October 1858, pé pinas 31, 32 + Forma cockney de something (algo, un poco). » Aproximadamente 4,50_m por 3m. 488 sero mobiliario escolar, 1a falta de libros y de otros mate- Flales didacticos y el efecto deprimente que ejerce sobre los, Pobres chicos una atmésfera viciada y fétida, He visitado muchas de esas escuelas, en las que vi multitud de niios que no hacian absolutamente nada; esto es lo que queda certificado como escolaridad, y éstos son los nilfios que en las estadisticas oficiales figuran como educados (educa- ted).""* En Escocia, los fabricantes procuran excluir de sus establecimientos a los menores obligados a asistir a la escucla. “Bsto basta para demostrar el repudio de los fabricantes contra las cléusulas educacionales."® Carac- terfsticas horribles y grotescas aleanza este fendmeno en las fabricas de estampar calicé, ctc., sujetas a una ley fabril especial. Segtin las disposiciones de la ley “todo nilfio, antes de comenzar a trabajar en una de esas fabricas, tiene que haber asistido a la escuela por lo menos 30 dias, ¥ no menos de 150 horas durante los 6 meses inmediata. ‘mente precedentes al primer dia de labor. Durante el trans- curso de su trabajo en la fabrica tiene igualmente que asistir a la escuela por espacio de 30 dias, y 150 horas durante cada periodo sucesivo de 6 meses... La asistencia ala escuela ha de efectuarse entre las 8 de Ia mafana y las 6 de la tarde. Ninguna asistencia de menos de 2% horas © de més de 5 horas en el mismo dia podra contarse como parte de las 150 horas. En circunstancias ordinarias los nifios concurren a la escuela de mafana y de tarde por 30 dias, durante 5 horas diarias, y una vez transcurridos los 30 dias, cuando ha sido aleanzado el total legal de 150 horas —cuando, para decirlo con sus palabras, han dado todo el libro— vuelven a la fébrica de estampados y pasan nella otros 6 meses, hasta que se vence un nuevo plazo de asistencia a la escuela, y entonces permanecen de nuevo cn ésta hasta que se da otra vez todo el libro... Muchi- simos adolescentes que asisten a la escucla durante las 150 horas preceptuadas, cuando regresan de su estada de 6 meses en Ia fbrica estin igual que cuando empezaron Han perdido, naturalmente, todo lo que habian ganado en su anterior periodo de asistencia escolar. En oiras fé- bricas de estampar calicé Ia asistencia a la escuela se supedita enteramente a las exigencias del trabajo en la 429 Leonard Horner, en Reports... 30th April 1857, 9p. 17, 18 140 Sir John Kincaid, [en] Repos... 31st October 1836, p66 489 fabrica, Durante cada periodo de 6 meses se Nena el mi- mero de horas requeridas mediante cupos de 3 5 horas por vez, dispersos acaso a lo largo de 6 meses. Un dia, por ejemplo, se va a la escuela de 8 a 11 de la manana, otro dia de 1 a4 de la tarde, y después que el chico ha faltado durante unos cuantos’dias, vuelve de repente de 3.2 6 de la tarde; luego concurre 3 6 4 dias seguidos, o una semana, desaparece entonces por 3 semanas 0 un mes entero y retorna algunos dias perdidos, a cualquier hora, casualmente cuando ocurze que su patrén no 10 necesita; y de este modo el nifio, por asi decirlo, es empujado (ouffeted) de la escuela a la fabrica, de ia fabrica a la escuela, hasta que se completa la suma de las 150 ho- ras". Mediante la incorporacién masiva de ninos y mu- jeres al personal obrero combinado, la maquinaria quiebra, finalmente, la resistencia que en la manufactura ofrecia atin el obrero varén al despotismo del capital. ) Prolongacién de ta Jornada taboral Si bien las mAquinas son el medio més poderoso de acrecentar la productividad del trabajo, esto es, de reducir 1as_A, Redgrave, en Reports... 31st October 1887, pp. 41-43, En Jos ramos de la industria Ingleia en los que desde hace mucho tiempo rige ia ley fabril propiamente dicta (n0 la Print Works Act, aque es Ia recién menciomads en el texto), durante Tos limos aBos i sido stperados, en cier'a medida, los obsticulos opuestos 2 Tas cliusulas educacionales. En ls indUsirias no sometidas ala ley abril prevalecen aun, en medida muy considerable, Tos criterios del fabricante de vidrio J, Geddes, quien adoctrind sobre el particu lar al comisionado investigador White: "Hasta donde puedo juzgar, el mayor volumen de educacién que la clase obrera ha disfrutado ‘Gurante los dltimos afios, constituye,un mal. Es peligroso porque Jos WueWve demasiado independientes”. (Children’s. »., Fourth Re ort, Londres, 1865. p. 253.) ‘at'"EL sefor Eun fabricante (.. J, me inform que pars imanejar sus telares” mecinicos empleaba exclusivamente muje res. daa la peeferencia, decididamente, 2 las mujeres casadas, Yen especial Ins que tenian en su casa familiares que dependieran fe elias som més atentas y déciles que las solteras y estan obligadas 1 los esfuerzos més extremos para procurarse cf sustento. De este Modo las virtudes, esas virtUdes peculiares del carécter de. la ‘mujer, se desnaturalizan en detrimento de ella; asf, todo 10 que es mis moral y tierpo en sv naturaleza se convierte en medio para esclavizarla y atormentarla.” (Ten Hours Factory Bil. The Speech of Lord Ashley, March 15th, Londres, 1844, p. 20.) 490 1 tiempo de trabajo necesario para la produccién de una mercancfa, en cuanto agentes del capital en las industrias, de las que primero se apoderan, se convierten en el medio més poderoso de prolongar la jornada de trabajo més allé de todo limite natural. Generan, por una parte, nuevas condiciones que permiten al capital dar rienda sueita a esa tendencia constante que le es propia, y por otra, nuevos ‘motivos que acicatean su hambre rabiosa de trabajo ajeno. En primer témino en la maquinaria adquieren auto- omia, con respecto al obrero, el movimiento y la actividad operativa del medio de trabajo. Se vuelve éte, en si y para si, un perpetuum mobile industrial, que seguiria pro- duciendo ininterrumpidamente si no tropezara con ciertas barreras naturales en sus auxiliares humanos: debilidad fisica y voluntad propia. Como capital —y en cuanto tal el autémata posce en el capitalista conciencia y voluntad— esté animado pues por la tendencia a constrefir a la minima resistencia las barreras naturales humanas, renuentes pero elésticas." Esta resistencia, ademds, se ve reducida por la aparente facilidad del trabajo en la maquina y el hecho de que el elemento femenino ¢ infantil es mas décil y ‘manejable."** 10 “Desde Ja introduccién general de una costoss maquinaria, se ha forzado 1a naturaleza humana para que rinda mucho mis 4e To que permite su fuerza media." (Robert Owen, Observations fon the Effects of the Manufacturing System, 29 ed, Londtes, 1817, pésina 16) 714 Los ingleses, que gustan de tomar la primera manifestacion cempirica de una cosa por su causa, suelen considerar que el gran robo de nifios que en los comienzos del sistema fabril practicd el capital, a Ia manera. de Herodes, en aslor y-orfanatos —r080 ‘mediante el cual se incorpor6 un material humano carente. por entero de voluntad propia, fue Ta causa de Tas Tareas. jormadas laboraies en las fabricas. Asf, por ejemplo, dice Fielden, fabricante inglés &l mismo: "Las Targas jornadas laboraies [.- hes evidente, tienen su origen en Ta civcunstancia de que se recibi6 un numero tan grande de nifios desvalidos, procedentes de las distintas rons el pais, que los patrones no dependian ya de los obreros; en la Circunstaneia de que una vez que establecieron Ta. costumbre gra: cias al misero material humano que hablan obtenido de esa ma pera, la pudieron imponer a sus vecinos con la mayor facilidad”. Goha Fielden, The Curse of the Factory System, Londres, 1836, P11) En lo tocante al trabajo femenino, dice’ el inspector de Fibeicas Saunders en el informe fabril de 184%: "Entre las obreres hhay mujeres a las que durante muchas semanas sepuidas, excepto ‘unos poros dias, se las ocupa de 6 de la mafana hasta medianoche, 491 La productividad de 1a maquinaria se halla, como he- ‘mos visto, en razén inversa a la magnitud del componente de valor transferido por ella al producto. Cuanto mas prolongado sea el periodo en que funciona, tanto mayor seré la masa de productos entre la que se distribuira el valor aftadido por ella, y tanto menor la parte de valor que agregue a cada mercancia. No obstante, es evidente que el periodo vital activo de la maquinaria esté determinado por fa extension de la jornada laboral 0 duracién del proceso cotidiano de trabajo, multiplicada por el niimero de dias en que el mismo se repite Entre el desgaste de las méquinas y el tiempo durante el cual se las usa no existe, en modo alguno, una corres- pondencia mateméticamente exacta. E incluso si lo supu- sigramos, una méquina que preste servicios durante 16 horas diarias a lo largo de 7 Y2 aiios, abarcara un periodo de produccién igual, y no agregaré més valor al producto total, que la misma maquina en el caso de funcionar s6lo 8 horas diarias por espacio de 15 afios. Pero en el primer caso el valor de la maquina se habria reproducido con el doble de rapidez que en el segundo, y el capitalista, por medio de la misma, habria engullido tanto plustrabajo en 7% afios como en’ el otro caso en 15, El desgaste material de la méquina es de dos tipos. Uno deriva de que se la use, como ocurre con las piczas dinerarias, que se desgastan por la circulacién; el otro de que no se Ja use, tal como la espada inactiva, que se he- rrumbra en la vaina. Se trata, aqui, de su consumo por los elementos. El desgaste del primer tipo esta més 0 menos en razén directa al uso de la maquina; el otro desgaste, hasta cierto punto, se halla en razén inversa a dicho uso." Pero ademés del desgaste material, Ja maquina experi- menta un desgaste moral, por asi lamarlo. Pierde valor de cambio en la medida en que se puede reproducit maqui- nas del mismo modelo a menor precio 0 aparecen, a st ‘con menos de 2 horas para Jas comidas, de tal modo que en 5 dias de la semana solo les restan 6 horas’ de las 24 para ir a cast, Wolver de ella y permanecer en Ia cama”. Se ""Causa-.. del deterioro de las delicadas partes: méviles del_mecanismo metilico es la inactividad.” (Ure, Philosophy .. pagina 281) 492 Jado, maquinas mejores que compiten con ella.*** En ambos ‘casos su valor, por flamante y vigorosa que sea todavia, ya no estard determinado por el tiempo de trabajo efectiva- mente objetivado en ella, sino por el necesario para si propia reproduccién 0 para la reproduccién de las méqui nas perfeccionadas. Por ende, se ha desvalorizado en mayor © menor medida, Cuanto més breve sea el perfodo en que se reproduce su valor total, tanto menor sera el riesgo de desgaste moral, y cuanto més prolongada sea Ta jornada laboral tanto mas breve ser dicho periodo. AJ introdu- cirse Ja maquinaria en un ramo cualquiera de 1a produc- cid, surgen uno tras otro métodos nuevos para reproducirla de manera mis barata’”” y perfeccionamientos que no afectan sélo partes 0 aparatos aislados, sino toda la cons- twuccién de la maquina. De ahi que sea en el primer perfodo de vida de la maquina cuando ese motivo particular de prolongacién de la jornada laboral opera de la manera ‘més intensa.2** ‘Bajo condiciones incambiadas en los demés aspectos, y dada una duracién determinada de la jormada laboral, 1a explotacién de un mimero doble de obreros requiere, asimismo, tanto la duplicacién de la parte del capital cons- tante invertida en maquinaria y edificios como la ade- ‘4 BI “Manchester Spinner” al que ya aludimos con anterio ridad* (Times, 26 de noviembre de 1862), incluye entre los costos ela maquinaria el siguiente; "Aquél” (esto es, el “descuento por cl desgaste de Ta maguinaria”) “tiene también como finalidad la ‘de cubrir Ia pérdida que surge, constantemente, del hecho de que miquinas de sonstruceién nueva y mejor desplacen a las antiguas antes que éstas se hayan deseastado™ ia'Se calla, grotso mode, que construir una sola méquina conforme sun modelo nuevo cea cinco veces mds que lt Feconsiruccién de ya misma maquina. segin el mismo modelo. (Babbage, On the Economy =.=, pp. 21, 212) Te '"Desde hace algunos aflos, se han Iniroducido tantas y tan importantes mejoras en la fabricacign de tules, que una mé ‘Quina Bien conservada cuyo costo original habia sido de £ 1.200, Se vendis pcos afios después a £60... Los perfeccionamientos Se sucedian con tal rapider que las miquinas quedaban sin termi nar en las manos de 30s constructores, porque inventos mas afort rhedos las habian ‘velto anticusdas.” De ahi que en esie periodo fevvelto, turbulemto, pronto los fabricantes de tules extendierar Ja jomada laboral de Tas 8 horas eriginaias a 24, con dos turnot ide personal. (Ibiders, p. 233) © Véase en el volumen 1, pp. 250, a. 23. 493 lantada en materia prima, materiales auxiliares, cte. Al rolongar la jornada laboral se amplia la cscala de la pro- duecién, mientras que se mantiene inalterada la parte del capital invertida en mequinaria y edificios.'** No solo, ues, se acrecienta el plusvalor, sino que disminuyen las inversiones necesarias para la obtencion del mismo. No cabe duda de que esto ocurre también, en mayor o menor ‘grado, en toda prolongacién de la jomada laboral, pero en este caso su importancia es mas decisiva, porque la parte el capital transformada en medio de trabajo tiene, en general, una importancia mayor." Bl desarrollo de la in dustria fundada en la maquinaria, en efecto, fija una parte siempre creciente del capital bajo una forma en la que, Por una parte, el mismo es constantemente valorizable, Y por otra parte pierde valor de uso y valor de cambio no bien se interrumpe su contacto con el trabajo vivo. “Cuando tun trabajador agricola”, le explica el sefior Ashworth, mag- nate inglés del algodén, al profesor Nassau William Senior, “abandona su pala, vuelve initil durante ese periodo un capital de 18 peniques, Cuando uno de nuestros hombres (esto ¢s, uno de los obreros fabriles) “deja la fébrica, vuelve initil un capital que ha costado £ 100.000." ‘Figarese usted! {Volver “indti”, aunque més no sea por un instante, un capital que ha costado £ 100.000! jEs una atrocidad, realmente, que uno de nuesiros hombres aban- done la fébrica jamés! La escala creciente de la maquinaria hhace que la prolongacién siempre creciente de la jornada 49 “Bs de todo punto evidente que con las alzas y bajss de} mercado y las expansiones y contracciones alternadas’ de la. de- ‘manda, constantemente se darin ocasiones en que el fabr podré ‘emplear capital cieculante adicional ‘sin’ que tenga, que emplear capital fijo adicional... siempre que se pueda elaborar cantidades adicionales de materia prima sin gastos adicionsles en ceificios y maquinaria." (Torrens, On Wages and Combination, Londres, 1834, p. 64) '"Onicamente para hacer més completa la exporicién aludi- ‘mos a Is circunstancia. mencionada en el texto, ya que hasta el bro tercero no analizaremos la tasa de ganartcia, esto es, 18 propor cin entre el plusvalor y el capital global adelantado, 2% When labourer”, said Mr. Ashworth, “lays down his spade, he renders useless, for that period, a capital worth 18d. When one of our people Ieaves the mil, he renders useless a capita that has cost £°100.000."1"71 (Senior, Letters on the Factory Abt.» Londres, 1837, p. 14) 494 laboral sea, como advierte Senior, adoctrinado por Ash- worth, “deseable”.*** : : La méquina produce plusvalor relative, no sélo al desvalorizar directamente la fuerza de trabajo y abaratar indirectamente la misma mediante el abaratamiento de las mercancias que entran en stt reproduccién, sino también porque en su primera introduccién esporédica transforma cl trabajo empleado por el poscedor de maquinas en tra- ‘bajo potenciado, eleva el valor social del producto de la miquina por encima de su valor individual y permite al capitalists, de esta suerte, sustituir con una parte menor de valor del producto diario el valor diario de la fuerza de twabajo. De ahi que las ganancias sean extraordinarias durante este perlodo de transicién en que la industria fundada en 1a _maquinaria sigue siendo una especie de monopolio, y el capitalista procura explotar de la manera ‘mis concienzuda ese “tiempo primero del amor juvenil” mediante la mayor prolongacién posible de la jornada laboral, La magnitud de la ganancia acicatea el hambre canina de mas ganancia. Al generalizarse Ia maquinaria en el mismo ramo de la produccién, el valor social del producto de las méquinas desciende hasta su valor individual, haciéndose valer en- tonces Ia ley segiin la cual el plusvalor no surge de las fuerzas de trabajo que el capitalista ha remplazado por ta maquina, sino, a la inversa, de las fuerzas de trabajo que ‘ocupa en ella. El plusvalor surge exclusivamente de la arte variable del capital, y vimos ya que la masa de aquél esté determinada por dos factores, 1a tasa del plusvalor y.el nimero de los obreros ocupados simultdneamente. Una vez dada la extensién de la jornada laboral, 1a tasa 181 “La gran preponderanca del capital jo, en proporcién al capital ciculame, hace dereable un, larga Jornada labora.” Con eto aereceiado de maquina," Itenaican, lov sinus ala protongat la jorada labora, ya que es ése el nico medio Be" vehverucratta una gran masa de capil {jo Uber Be fines 11-14) “En una tabrica exten ceros gastos que se. man fine consentes aunque Ia fabrica Uabsje mls tempo o menos, Como. por ejemplo e-alguler por los edificios, los impuestos fotates?y nacionalts, el seguro contra incendios. el salatio que archer! diversos tabajedorespermanenes, el dterioro dela nguieriayademds de otas vrian care cya roporcisn cot apecto a ia ganancia decrece proporcionalmente al aumento Telbrmon dela production (Reports Siat October 1862, p. 19) 495 del plusvalor se determina por la proporcién en que la jornada laboral se subdivide en trabajo necesario y'plus- trabajo. El numero de los obreros ocupados.simultanea- mente depende a su vez de la proporcién entre la parte variable del capital y la constante. Ahora bien, resulta claro que la industria fundada en la maquinaria, por mu- cho que extienda el plustrabajo a expensas del trabajo nece- sario —gracias al acrecentamiento de la fuerza productiva del trabajo—, s6lo genera ese resultado mediante la reduceién del niimero de obteros ocupados por un capital dado. A una parte antes variable del capital, es decir, una arte que se convertia en fuerza viva de trabajo, 1a trans- forma en maquinaria, por tanto en capital constante que no produce plusvalor alguno. Es imposible, por ejemplo, ex- traer de dos obreros tanto plusvalor como de 24, Si cada uno de los 24 obreros s6lo suministrara una hora de plus- trabajo en 12 horas, en conjunto suministrarian 24 horas de plustrabajo, mientras que el trabajo global de los dos obreros s6lo asciende a 24 horas. Como vemos, el empleo de la maquinaria para la produccién de plusvalor implica luna contradiccién inmanente, puesto que de los dos fac- tores del plusvalor suministrado por un capital de magni- tud dada, un factor, la tasa del plusvalor, s6lo aumenta en la medida en que el otro factor, el nimero de obreros, se reduce. Esta contradiccién inmanente se pone de mani- fiesto tan pronto como, al generalizarse Ia maquinaria en tun ramo de la industria, el valor de la mercancia producida ‘@ méquina deviene valor social regulador de todas las mer- cancias de la misma clase, y es esta contradiccién la que, su vea, impele al capital, sin que el mismo sea consciente de ello," a una prolongacién violenta de la jornada laboral para compensar, mediante el aumento no s6lo del plustra- bajo relativo sino del absolut, Ia disminucién del nimero Proporcional de los obreros que explota. Por tanto, si bien el empleo capitalista de la maquinaria genera por un lado poderosos estimulos para la prolongacién desmesurada de la jornada laboral —trastocando ademas 13 En los primeros capitulos* del libro tercero halbremos de ver por qué el capitalista individual, 3si como la economia polities ‘mbuida ‘en las concepciones del mismo, n0 tiene conciencia de esa contradiccién inmanente. * En Ia 3* y 4° ediciones: “en las primeras secciones" 496 tanto el modo de trabajo como el cardcter del cuerpo social del trabajo de tal manera que quebranta la resistencia ‘puesta a esa tendencia—, ese empleo produce, por otro lado, mediante el reclutamiento para el capital de capas de la clase obrera que antes le eran inaccesibles y dejando cn libertad a los obreros que desplaza la méquina, una poblacién obrera superflua,"** que no puede oponerse a ‘que el capital le dicte su ley. De ahi ese notable fenémeno em la historia de la industria moderna, consistente en que la méquina arroja por la borda todas las barreras morales y naturales de la jornada laboral. De ahf la paradoja econé- mica de que el medio mas poderoso para reducir el tiempo de trabajo se trastrueque en el medio més infalible de trans- formar todo el tiempo vital del obrero y de su familia tiempo de trabajo disponible para la valorizaciOn del capi tal. “Si todas las herramientas”, sofiaba Aristoteles, el mas grande pensador de la Antigiedad, “obedeciendo nuestras Srdenes o presintiéndolas, pudicran ¢jecutar la tarea que les corresponde, al igual que los artefactos de Dédalo, que se movian por si mismos, 0 los tripodes de Hefesto, que se dicigian por propia iniciativa al trabajo sagrado; si Yas lan- zaderas fejieran por si mismas |. ..],ni el maestro artesano necesitarfa ayudantes ni el sefior esclavos.” Y Antipatro, posta griego de la época de Cicerén, jsalud6 la inven in del motino hidrdulico para 1a molienda del trigo, esa forma elemental de toda la maquinaria productiva, como liberadora de las esclavas y fundadora de la edad de oro! *** 164 Uno de tos grandes méritos de Ricardo es haber compres: dido que In maquinaria no a6 sre un meio pars le prodseion de mevcantan, dno tambien para produce “redundant Popa bieign excelent (Pehia Bete, De Pllosophie des Avstocle, Brio, 1842, ina 408. Piet Doy aqui la traducciGn alemana} del poema, hecha. por svotberer porgue cafacteria,exactamene como én cts anteriores sobre a ivston del taboo, lanes ene Ta oncepeion satan a moderns “Schonet der mahlenden Hand, o Milleranen, und scat Stir es serine der"Habn cuch den Morgen umsonst Bio at de Arbeit der Madchen den Nymphientefohlen, Und iat pfen se lict er de Rader cabin Das de erechiterten Achsen mit iren Speichen ich wilzen, Und im Kreis sie Lam crehen dee walzenden Sins Last une leben das Leben de Vater, nd inst une der Gaben ‘Abeistos um ret, welche le Gian ns sceakt 497 “Los paganos, ah, los paganos!” Como ha descubierto el sagaz Bastiat, y antes que él el aun més astuto MacCulloch, 0s paganos no entendian nada de economia politica ni de cristianismo. No comprendian, entre otras cosas, que la ‘méquina es el medio més seguro para prolongar la jornada laboral. Disculpaban, acaso, la esclavitud de unos como medio para alcanzar el pleno desarrollo de otros. Pero care cian del 6rgano especificamente cristiano que les permitiera predicar Ia esclavitud de las masas para hacer de unos cuantos advenedizos toscos o semicultos “eminent spinners” (prominentes hilanderos}, “extensive sausage makers” (fa- bricantes de embutidos al por mayor} e “influential shoe black dealers” [influyentes comerciantes en betin de calzado]. ©) Totensiicaclén del trabajo Como hemos visto, la desmesurada prolongacién de la jornada laboral, provocada por la maquinaria en manos del capital, suscita ‘més adelante una reaccidn de la sociedad, amenazada en sus raices vitales, y una jornada laboral normal limitada legalmente. Sobre el fundamento de esta Ultima se desarrolla y adquiere importancia decisiva un fenémeno con el que ya nos encontramos antes, a saber, Ia intensificacién del trabajo. Al analizar el plusvalor absoluto tomabamos en consideracién, primordialmente, la magnitud del trabajo en cuanto a su extensidn, mientras que el grado de su intensidad estaba presupuesto como dado. Hemos de considerar ahora el trastrocamiento de la magnitud de ex- tensiGn en magnitud de intensidad 0 de grado. Es de todo punto evidente que con el progreso de la maquinaria y al acumularse la experiencia de una clase especial de obreros mecénicos, aumenta de manera natural __ {iDejad reposar Ia mano que muele, oh molinerss, y dormid plividamente! iQue el gallo en vano os’ anuncie la aurora! Deo fa encomendado a las ninfas el trabajo de las jovenes.y ahora brincan ligeras sobre las ruedss, para que los esiremecidos.ejes den. welts con sUs rayos y hagan rotar el peso de Ia piedra Qiraoria. Dejadnos vivir Ia vida de nuestros padres y disfrutar, Iiberados del trabajo, Ios dones que la diosa nos concede."] (Gedichte aus dem Griechitchen abersett von Christian Graf zu Stolberg, Hamburgo, 1782.) 498 la velocidad y con ella la intensidad del trabajo. Ast, por ejemplo, en Inglaterra durante medio siglo la prolongacién de la jornada laboral corre parejas con la creciente intensi- dlad del trabajo fabril. Con todo, se comprende fécilmente que en el caso de un irabajo que no se desenvuelve en me- io de paroxismos pasajeros, sino de una uniformidad regular, relterada dia tras dfa, ha de alcanzarse un punto nodal en que la extensién de ia jornada laboral y la inten- sidad del trabajo se excluyan recfprocamente, de tal modo ‘que la prolongacién de la jornada solo sea compatible ‘con un menor grado de intensidad en el trabajo y, a la in- vversa, un grado mayor de intensidad slo pueda conciliarse con la reduccién de la jornada laboral. No bien la rebeldia, gradualmente més y més enconada, de la clase obrera obligé al estado a reducir por la fuerza la jomada laboral Yy a comenzar por imponer a la fabrica propiamente dicha tuna jomada normal de trabajo; a partir, pues, de ese mo- menio en que se excluia definitivamente la posibilidad de producir mas plusvalor mediante la prolongacién de la jor- nada laboral, el capital se lanz6 con todo su poder y con cconciencia plena a producir plusvalor relativo mediante el desarrollo acclerado del sistema fundado en la maquinaria. Al propio tiempo, se operd un cambio en el carécter del plusvalor relativo. En general, el método de produccién del plusvalor relativo consiste en poner al obrero, mediante el aumento de la fuerza productiva del trabajo, en condi ciones de producir mas con el mismo gasto de trabajo y en el mismo tiempo. El mismo tiempo de trabajo agrega al producto global ei mismo valor que siempre, a pesar de que este valor de cambio inalterado se representa ahora en mas valores de uso, y por lo tanto se abate el valor de cada mercancfa singular. Otra cosa acontece, sin embargo, no nn la reduccidn coercitiva de la jornada laboral, con el impulso enorme que imprime al desarrollo de la fuerza pro- ductiva y a la economizacién de las condiciones de pro- duccién, impone a la vez un mayor gasto de trabajo en el ‘mismo tiempo, una tensiOn acrecentada de la fuerza de tra- bajo, un taponamiento més denso de los poros que se producen en el tiempo de trabajo, esto es, impone al obrero luna condensacién del trabajo en un grado que es s6lo alcanzable dentro de la jornada laboral reducida, Esta ‘comprension de una masa mayor de trabajo en un periodo dado, cuenta ahora como lo que es, como una mayor can- 499 tidad de trabajo, Junto a la medida del tiempo de trabajo como ““magnitud de extensidn”, aparece ahora a medida del grado alcanzado por su condensacidn." La hora, mas intensiva, de la jornada laboral de diez horas comtiene ahora tanto 0 mas trabajo, esto es, juerza de trabajo gastada, que Ia hora, més porosa, de la jormada laboral de 12 horas. Por consiguiente su producto tiene tanto 0 mas valor que el de 1¥% horas de esta ultima jornada, mas porosas Prescindiendo del aumento del plusvalor relativo por medio de la fuerza productiva acrecentada del trabajo, 3% horas de plustrabajo contra 6 24 horas de trabajo necesario, por ejemplo, proporcionan al capitalista la misma masa de valor que antes 4 horas de plustrabajo contra 8 horas de trabajo necesario. Ahora bien, la interrogante es, trabajo! El primer efecto de Ia jornada laboral reducida obedece a la ley, evidente por, sf misma, segén la cual la eficiencia de la fuerza de trabajo esti en razén inversa al tiempo durante el cual opera. De ahi que, dentro de ciertos limites, lo que se pierde en duracién se gana en cuanto al grado en ‘que se manifiesta la fuerza. Pero el capital cuida, por medio del método de pago, de que cl obrero efectivamente ponga en movimiento mas fuerza de“trabajo."* En manufacturas como Ia alfareria, por ejemplo, donde a la maquinaria le cabe un papel insignificante 0 no desempeita papel alguno, la implantacién de Ia ley fabril ha demostrado de manera contundente que la mera reduecion de la jornada laboral aumenta portentosamente la regularidad, uniformidad, or- denamiento, continuidad y energia dei trabajo." Este efecto, sin embargo, parecia dudoso en el caso de la fdbrica propiamente dicha, Ya que en este caso la dependencia del como se intensitica el n general se dan diferencias, como es natural, entre Ia intensidad’ de Tos trabajos correspondientes a diversos ramos de [a produoeién. Las mismmas se compensan eh parte, como ya 10 ha fexpuesio. Adam Smith, por las circunstanclsaccesoras, propias fe cada tipo de trabajo. Aqui, sin embargo, s6lo se produce una Incidencia ‘en el tiempo de trabajo como medida del valor, en tanto las magnitudes de intensidad y extension se repeesentan como texpresiones contrapuestas y ceciprocimente excluyentes de la st ‘cantidad de trabajo. "3! Principalmente mediante el trabajo a destajo, una forma que analizaremos en ia seccidn sexta HO Veanve Reports.» Sst October 1865. 500 obrero con respecto al movimiento continuo y uniforme de la maquina habia generado desde hacia tiempo la disci- plina més estricta. De ahi que cuando en 184 se discutié acerca de la reduccién de la jornada laboral a menos de 12 horas, los fabrieantes declararon, de manera casi undni- ‘me, que “sus capataces, en los diversos lugares de trabajo, vigilaban cuidadosamente para que la mano de obra no perdiera ni un instante”; que “es dificil que se pueda au- mentar el grado de vigilancia y atencién por parte de los obreros (the extent of vigilance and attention on the part of the workmen)”, y que estando presupuestas como cons tantes todas las demas circunstancias, tales como Ia marcha de la maquinaria, etc., “en las fabricas bien administradas era un absurdo, pues, esperar ningin resultado importante de que los obreros’prestaran mayor atencién, etc.”.""" Diversos experimentos refutaron esta afirmaciOn, El sefor R. Gardner dispuso que en sus dos grandes fébricas de Preston, a partir del 20 de abril de 1844, se trabajara tinica- mente I'l horas diarias en vez de 12. Transcurrido un plazo de aproximadamente un afo, el resultado fue que “se habia obtenido la misma cantidad de producto al mismo costo, y que los obreros en su conjunto habian ganado tanto salario en 11 horas como antes en 12”. Paso aqui por alto los experimentos hechos en los talleres de hilado y cardado, ya que los mismos guardaban relacién con un aumento (de 2%) en Ia velocidad de las maquinas. En el departamento de tejeduria, por el contrario, donde ademas se tejfan tipos ‘muy diversos de articulos ligeros de fantasia, adornados con figuras, no variaron en nada las condiciones objetivas de produccidn, Fl resultado fue que “desde el 6 de enero hhasta el 20 de abril de 1844, con una jornada laboral de 12 horas, el salario medio semanal de cada obrero alcanzé a 10 chelines y 14 peniques; del 20 de abril al 29 de junio de 1844, con una jornada de 11 horas, ef salario medio semanal leg a 10 chelines y 3 Y peniques”."= En IT horas se producia aqui més que antes en 12, debién- dose ello exclusivamente al mayor tesén y uniformidad en 189 Reports of the Inspectors of Factories for 1844 and the Quarter Ending 30th April 1845, pp. 20, 21 Ibidem, p- 19. Como el sdlario & dest. se mantenia in cambiado, el volumen del salario semanal dependia de la cmtidad Sel product. 112 dbidem, p. 20 sol el trabajo de los obreros ya la economia de su tiempo. Mientras que ellos percibfan el mismo salario y conquista- ban una hora mas de tiempo libre, el capitalista obtenia la misma masa de productos y ahorraba el gasto de una hora de carbén, gas, etc, Experimentos similares se llevaron a cabo en las fabricas de los sefiores Horrocks y Jacson.* No bien la reduccién de 1a jornada laboral, que crea primordialmente la condicién subjetiva para la ‘condensa- cidn del trabajo, o sea la capacidad del obrero de desplegar mas fuerza en un tiempo dado, es impuesta coercitivamente por la ley, 1a méquina deviene, en las manos del capital, en un medio objetivo y empleado de manera sistemética para arrancar més trabajo en el mismo tiempo. Ocurre esto de dos modos: mediante el aumento en la velocidad de las ‘méguinas y por medio de la ampliacién en la escala de la maquinaria que debe vigilar el mismo obrero, o del campo de trabajo de este tiltimo. La construccién perfeccionada de Ja maquinaria en parte es necesaria para ¢jercer 1a mayor presién sobre el obrero, yen parte acompafia de por si la intensificacién del trabajo, ya que la limitacin de la jor= nada laboral fuerza al capitalista a vigilar de la manera mas estricta los costos de produceién. El perfeccionamiento de Ja miquina de vapor elev6 el niimero de las pistonadas que daba por minutos, y a la vez permitié que, en virtud de un mayor ahorro de fuerza, el mismo motor impulsara un me- canismo més voluminoso, consumiendo la misma cantidad de carbén y hasta menos. Las mejoras introducidas en los mecanismos de trasmisiGn disminuyen la friccién y —lo ‘que distingue tan notoriamente Ja maquinaria moderna de 1a precedente— reducen a un minimo siempre decreciente el didmetro y el peso de los arboles motores grandes y pe- queiios. Por tltimo, los perfeccionamientos de la maquina- ria de trabajo reducen el volumen de ésta, no sin aumentar su velocidad y eficacia, como en el caso del moderno telar de vapor, 0 aumentan, ademas del tamafio del cuerpo de la maquina. el volumen y el niimero de las herramientas que "8 Tbidem, p. 21. El elemento moral desempeRé un papel considerable en el experiment mencionado arriba. "Trabajamos con mis entusiasmo”, le dijeron los obreros al inspector fabri ensamos continuamente en la recompensa de salir mis temprand por la noche. y un espiity active y alegre impregna tod la fa rica, desde el ayuidante mis joven hasta el operario. mls antigo Sademis podemos ayudarnas mucho unos a otros" (bidem,) 502 la misma pone en accién, como en el caso de la maquina de hilar, © amplian la movilidad de esas herramientas gracias 1 imperccptibles modificaciones de detalle, como lis que hace aproximadamente 10 afios* incrementaron, en la selj-acting mule {hiladora alternativa automitica}, 1a velo cidad de los husos en 4 La reducci6n de Ia jornada laboral a 12 horas data, con Inglaterra, de 1832. Ya en 1836, declaraba un fabri ante inglés: “Comparado con Jo que ocurria antes [. I, el trabajo que se ejecuta en las fabricas se ha acrecentado considerablemente [...] a causa de la atenciGn y actividad ‘mayores exigidas al obrero por la mucho mayor velocidad de las maquinarias”.’** En 1844 lord Ashley, el hoy conde de Shaftesbury, efectué en la Cémara de 10s Comunes las siguientes manifestaciones, respaldadas documentalmente: “El trabajo de quienes se ocupan en los procesos fa- briles es actualmente tres veces mayor que cuando se ciaron tales operaciones. La maquinaria, no cabe duda, ha ejecutado una tarea que remplaza los tendones y misculos de millones de personas, pero también ha aumentado pro- digiosamente (prodigiously) cl trabajo de los hombres regidos pot su terrible movimiento... El trabajo consis- tente en seguir el vaivén de un par de mules durante 12 horas, para hilar hebra n? 40, exigla en 1815 recorrer una distancia de 8 millas.* En 1832 la distancia que se debia recorrer siguiendo un par de mules durante 12 horas, para hilar el mismo nimero, ascendia a 20 millas* y a menudo mis. En 1825 el hilandero, durante las 12 horas, tenia que hacer 820 operaciones de ‘descarga en cada mule, lo que daba para las 12 horas un total de 1.640. En 1832 el hilan- dero, durante su jomada laboral de 12 horas, estaba obli gado a hacer 2.200 de esas operaciones en cada mule 0 sea un total de 4.400; en 1844 2.400 en cada mule, 4.800 en total, y en algunos casos la masa de trabajo (amount of labour) exigida es todavia mayor ... Tengo aqui, en mis manos, otro documento de 1842, en el que se demuestra que el trabajo aumenta progresivamente, y no s6lo porque debe recorterse una distancia mayor, sino porque aumenta vw J, Fielden, The Curse... pe 32. © En la 34 y 4 ediciones: “a mediados det decenio de 1880 * Casi 13 km. Unos 32m, 503 la cantidad de mercancias producidas mientras que decrece proporcionalmente el ntimero de la mano de obra, y ademas porque ahora suele hilarse algodén de peor calidad, que exige més trabajo... En el taller de cardado se verifica también un gran aumento del trabajo. Un honibre hace ahora la labor que antes estaba repartida entre dos. En la tejeduria, donde estan atareadas gran cantidad de personas, principalmente mujeres [...}, el trabajo ha au- mentado holgadamente en un 10 %, en virtud de la mayor velocidad de la maquinaria. En 1838 se hilaba semanal- mente un mimero de 18.000 hanks [madejas]; en 1843 ese guarismo ascendia a 21.000. Y mientras que en 1819 cl nimero de picks [lanzadas] en el telar de 60 por minuto, en 1842 esa cantidad ascent ue revela un gran incremento del trabajo.” ** Ala vista de esta notable intensidad alcanzada por el trabajo ya en 184, bajo el imperio de la ley de las doce horas, parccia justificarse la afirmacién de los fabricantes ingleses, segin los cuales todo progreso en esa direccién era imposible, puesto que toda nueva dismimucién del tiempo de trabajo equivaldria a reducir la produccién. La aparente justeza de ese razonamiento encuentra una inme- jorable comprobacién en las siguientes manifestaciones que efectuara por esa misma época el infatigable censor de aquéllos, e] inspector fabril Leonard Horner: “Como, en lo fundamental, la velocidad de 1a maqui- naria regula la cantidad producida, el interés de los fabri- cantes consiste necesariamente en que aquélla funcione con el més alto grado de velocidad compatible con las condiciones siguientes: preservar la maquinaria de un des- gaste excesivamente répido, mantener la calidad del ar- ticulo fabricado y que el obrero siga el movimiento sin un esfuerzo mayor que el que puede efectuar de manera continua (...). Suele ocurrir que el fabricante, en su prisa, acelere excesivamente el movimiento. Las roturas y el trabajo mal hecho contrapesan entonces, en exceso, Ia ve~ locidad, y el empresario se ve obligado a moderar la marcha’ de la maquinaria. Como un fabricante activo ¢ inteligente encuentra por fin el méximo alcanzable, con- cluyo que es imposible producir en 11 horas tanto ‘como 15 Lord Ashley, Ten How's Factory Bill, Londres, 1844, pp. 69 y- passim. 504 en 12, Supongo, ademés, que el obrero pagado a destaj Gespliega el esfuerzo maximo, en tanto puede mantener continuamente la misma intensidad del trabajo.” “ Horner, ues, pese a los experimentos de Gardner y otros, llega la conclusién de que una nueva reduccién de la jornada laboral, por debajo de las 12 horas, reduciria necesaria- mente la cantidad del producto." Bl mismo cita 10 afios mis tarde sus reparos de 1845, como prueba de lo mal que comprendfa entonces Ja elasticidad de la maquinaria y de la fuerza de trabajo humana, Wevadas ambas al grado maximo de tensién por los limites impuestos coercitiva- mente a la jornada laboral. Pasemos ahora al perfodo que se inicia en 1847, a partir de la implantacién de la ley de las diez horas en las fabricas inglesas dedicadas a claborar algod6n, lana, seda y lino. fa velocidad de los husos ha aumentado en los throstles en 500 y en las mules en 1.000 revoluciones por minuto, 0 sea que la velocidad del huso de un throstle, que en’ 1839 era de 4.500 revoluciones por minuto, as- ciende ahora” (1862) “a 5.000, y la del huso de mule, antes de 5.000, aleanza ahora a 6.000 por minuto, lo que cen el primer caso equivale a */o* y en el segundo a de velocidad adicional." * James Nasmyth, el afamado ingenicro civil de Patricroft, cerca de Manchester, expuso en 1852, en una carta a Leonard Horner, los perfecciona~ mientos introducidos en 1848 a 1852 en la méquina de vapor, Tras observar que los caballos de fuerza de las méquinas de vapor, estimados siempre en las estadisticas fabriles segiin el rendimiento de esas méquinas en 1828," 108 Reports... 30th April 1843, p. 20. 18 Tbidem, p. 22. Reports.» 3ist October 1862, p. 62. 488 Esto ha’ cambiado con el Parliamentary Return de 1862, ‘Aqui se toman en consideracion los caballos de fuerza reales de las maquinas de vapor y ruedas hidrdulicas modernas, en lugar de los nominales. ‘Tampoco se mezclan en el mismo’ rubro Tos hhusos de torcer con los de hilar propiamente dichos (como si se hnacia en los erwmns de 1839, 1850 ¥ 1856): ademas, en el caso de-tas fabricas laneras se inchiye el ntimero de las pigs [maquinas Deberia decir: "/, En Ia 4 edicion ‘se agregs: “véase nota 109 bis, p. 352. (Véase aqul, p. 473) 505 solo son nominales y no pueden servit mas que como indice de su fuerza real, dice Nasmyth, entre ottas cosas: “No cabe duda alguna'de que maquinaria de vapor del mismo peso y a menudo méquinas absolutamente iguales, a las que tan s6lo se les han adaptado los perfeccionamientos ‘modernos, ejecutan término medio un 50 % més de trabajo que antes; y en muchos casos, las mismas ¢ idénticas ma- quinas de vapor que en los tiempos de la limitada velocidad de 220 pies* por minuto desarrollaban 50 caballos de fuerza, hoy, con menor consumo de carbén, desarrollan mas de 100... La modema méquina de vapor, con la misma cantidad de caballos de fuerza nominales, funciona con mayor potencia que antes debido a los perfecciona- ‘mientos introducidos en su construccién, al menor volumen y a la mejor disposicién de las calderas, etc... Por eso aunque proporcionalmente a los caballos de fuerza nomi- rales se emplea el mismo niimero de operarias que antes, se utilizan menos brazos en proporcién a la maquinaria de trabajo”. En 1850 las fAbricas del Reino Unido em- plearon 134.217 caballos de fuerza nominales para mover 5.638.716 husos y 301.445 telares. En 1856 el niimero de los husos y el de los telare. ascendi6 respectivamente a 33,503,580 y 369.205. Si los caballos de fuerza requeridos, hhubieran sido iguales a los de 1850, en 1856 se habrian necesitado 175.000 de esos caballos de fuerza. Sélo ascen- dieron, no obstante, segiin la fuente oficial, a 161.435; més de 10.000 caballos de fuerza menos, pues, que. si caleuléramos sobre la base de 1850.'" “Los hechos verifi- cados por el iltimo informe de 1856" (estadistica oficial) “son que el sistema fabril se expande a gran velocidad; que Jen proporcidn a la maquinaria ha decrecido el niimero de operarios; que la méquina de vapor, gracias a la econo- mia de fuerza y a otros métodos, impulsa un peso mayor de maquinas y que se efecitia una cantidad mayor de labor debido a las mejoras introducidas en las méquinas de tra- bajo, los métodos de fabricacién perfeccionados, la mayor Sgidadoas, se dsingue ene las tbvcas que claboran yute 0 ‘ifamo, por una parte, y las que, por otra, trabajan con lino, y, finalmente, por primera ver figuran en el informe las fabricas ‘medias. 3 Reports... 31st October 1836, pp. 14, 20. 2 Ibidem, pp. 14, 15, “om - 506 Yelocidad de la maquinaria y otras muchas causas.”*"* “Los grandes perfeccionamientos introducidos en maquinas de todo tipo han acrecentado considerablemente su fuerza productiva. No cabe duda alguna de que la reduccidn de {a jornada laboral... constituy6 el acicate para efectuar ichas mejoras. Estas, asf como el esfuerzo mds intenso desplegado por el obrero, han surtido el efecto de que por 10 menos se produzca tanto con la jornada laboral reducida” (en dos horas, 0 sea %) “como antes durante la jornada mds extensa.” ‘Cémo se intensifica el enriquecimiento de los fabri- cantes con la explotacién més intensiva de la fuerza de trabajo, lo demuestra Ia mera circunstancia de que el ineremento medio proporcional de las fabricas algodoneras, cteétera, inglesas ascendié de 1838 a 1850 al 32% y en cambio de 1850 2 1856 al 86 %.1"! Por grande que fuera el progreso de la industria inglesa en los 8 afios que van de 1848 a 1856, esto es, bajo el régimen de la jornada laboral de 10 horas, dicho avance resulté superado ampliamente en cl perfodo sexenal si guiente, de 1856 a 1862. En la industria sedera, por ejem- lo, habfa en 1856 1.093.799 husos; en 1862, 1.388.544; 1856: 9.260 telares; 1862: 10.709, El mimero de los, dbreros, por el contrario, era de 56.137 en 1856 y de 52,429 ‘en 1862. Esto significa un aumento del 26,9 % én el nimero de husos y de 15,6 % en el de los telares, contra una disminucién simulténea del niimero de obreras en un 7%, En 1850 las fdbricas de worsted (estambre] cempleaban 875.830 husos; en 1856, 1.324.549 (aumento de 51.2%), y en 1862, 1.289.172. (disminucién del 2,7 9). Peto si se deducen los husos de totcer, que figutan en el censo de 1856 pero no en el de 1862, el nimero de los husos se mantiene précticamente estacionario desde aquella fecha. Por el contrario, desde 1850 la velocidad de los husos y telares en muchos casos se habfa duplicado. E] mémeto de los telares de vapor era en la industria del estambre, en 1850, de 32.617; en 1856, de 38.956 y en 1862, de 43.048. Se ocupaban en esta industria 79.737 personas en 1850, 87.794 en 1856 y 86.063 en 1862, pero bidem, p. 20. 8 Reports» ist October 1858, p. 10. Cir. Reports... 30th April 1860, pp. 30 y 8. 507 entre ellas los menores de 14 afts eran en 1850, 9.956; on 1856, 11.228 y en 1862, 13.178. Pese al muy considerable aumento operado en el ‘nimero de los telares entre 1856 y 1862, decreci6, pues, el niimero total de los obreros ‘ocupados y aument6 el de los niios sujetos a explotacién. El 27 de abril de 1863 cl parlamentario Ferrand declar6 en la Cémara de los Comunes: “Delegados obreros de 16 distritos de Lancashire y Cheshire, en cuyo nombre hablo, me han informado que a causa del perfeccionamiento de la maquinaria se incrementa continuamente el trabajo en las fabricas. Antes un obrero, con sus ayudantes, atendia dos telares, mientras que ahora atiende tres sin ayuda alguna, y no ¢s nada extrafio que una persona atienda cuatro, etc. Como surge de los hechos expuestos, 12 horas de trabajo ‘se comprimen ahora en menos de 10 horas. Se comprende de suyo, pues, en qué enorme medida han aumentado los esfuerzos de los obreros fabriles durante los dltimos afios”.*** Por tanto, aunque los inspectores fabriles elogien infa- tigablemente, y con toda raz6n, los resultados positivos de las leyes de 1844 y 1850, reconocen empero que la reduc- cién de la jornada laboral ha provocado ya una intensifi- cacién del trabajo perniciosa para 1a salud de los obreros, y por tanto para la juerza misma del trabajo. “En la mayor parte de las fabricas que claboran algodén, estambre o seda, el agotador estado de excitacién necesario para el trabajo con la maquinaria, cuyo movimiento se ha acele- rado extraordinariamente en los iltimos afios, parece ser tuna de las causas de ese exceso de mortalidad por enferme- dades pulmonares sefialado por el doctor Greenhow en su M4 Reports... 31st October 1862, pp. 100, 103, 129, 130, 2 Con el telar moderno de vapor un tejedor fabrica hoy, ‘trabajando 60 horas semanales y atendiendo 2 telares, 26 piezas de cierta clase y de determinada longitud y ancho, de las cuales s6lo podia fabricar’ 4 con el telar antiguo de vapor. Los costos de tejedura de una de esas plezas hablan decrecido, ya a cot ‘os del decenio de 1850, Je 2 chelines 9 peniques a 514 eniques. ‘Agregado a la 2 edicién. —“Treinta afios atrés" (en 1841) “no se exigia de un hilandero de algodén, con 3 ayudantes, més que Ja viglancia de un par de mules con 300 2-324 husos. Con $ ayudantes tiene ahora” (fines de 1871) “que vigilar mules cuyo niimero de husos asciende a 2.200, y produce cuando menos siete veces mas hilado que en 184i.” (Alexander Redgrave, inspector fabril,en Journal of the Society of Arts, 5 de enero de 1872) 508 reciente y admirable informe.” "* No cabe la minima duda de que la tendencia del capital —no bien la ley le veda de luna vez para siempre la prolongacién de la jornada labo- ral—, a resarcirse mediante la elevacién sistemitica del ‘grado de intensidad del trabajo y a convertir todo perfec- ionamiento de la maquinaria en medio para un mayor suc- cionamiento de la fuerza de trabajo, pronto hard que se Hegue a un punto critico en el que se volverd inevitable tuna nueva reducci6n de las horas de trabajo." Por otra parte, el avance impetuoso de la industria inglesa entre 1848 y el presente, esto es, durante cl periodo de la jornada 18 Reports... 31st October 1861, pp. 25, 26. Las leyes de proteccién contra ia maquinaria peligrosa han ejercido un fnflujo Benético, “Pero... ahora hay otras fuentes de accidentes, que 20 fos atts no existian, y especialmente una, Ia velocidad inctemen {ada de 1a maquinaria. Ruedas, cilindros, husos y lanzaderas on Jmpulsados ahora con una potencia mayor y siempre creclente; los dedos deben atrapar con més rapider y seguridad la hebra Tota, porque si se los pone con vacilacion o desculdo, se los sacifica Gran cantidad de accidemtes se deben al ahinco de los obreros por ejecutar répidamente su trabajo. Debe tecordarse que para el fabri- ante es de maxima importancia que su maguinaria est iniaterrum- ppklamente en movimiento, esto es, produciendo hilado y tejidos. Cada detencién de un minuto no’ solo significa una pérdida de fuerza motriz, sino de produccién. De ahi que los capataces, inte: resados en la cantidad de los articulos producidos, acucien’ alos ‘Obreros para que Mantengan la maquinatia en movimiento, y esto fo es menos importante pata lov obteros a quienes les paga por ‘peso 0 por pieza. Por consiguiente, aunque en la. mayor parte Ge as tdbricas esté formalmente prohibido limpiar la maquinaria ‘mientras se halla en marcha, esta practica es general. [---] S610 esa, causa ha producido durante lot titimos 6 meses la cantidad {de 906 accidentes... Aunque las operaciones de limpieza se efec- {Gan todos los dias, por lo general es el shbado cuando se limpia fa fondo la maquinaria, y en la. mayor parte de_los casos esto ‘curre con la misma en movimiento... Es'una operacion no remit. herada, por eso los obreros procuran terminarla con la mayor Fapide? posible. De ahi que los viernes, y muy particulurmente lor sibados, ef ndmero de accidentes sea mlicho mayor que en los demas dias de Ia semana, Los viernes 2¢ produce, apronimada- mente, un 12 % més de accidentes que el promedio de los 4 pri- eros’ dias de la semana, y los sibados el exceso de accidentes ppor encima del promedio’ de los 5 dias amteriores es del 25 %; Dero si se tiene en cuenta que la jormada fabril sabatina es solo de Tvs horas, yen los demés dias de la semana de 10'¥4 horas, el excedente aumenta a mis del 65%.” (Reports... 31st October 1866, pp. 9, 15, 16, 17.) “aP Bntte los obreros fabriles de Lancashire ha comenzado en estos momentos (1867) la agitacién por las echo horas. 509 laboral de 10 horas, sobrepuja al lapso que va de 1833 1847, es decir al’ periodo de la jornada de 12 horas, ‘mucho més ampliamente que este tltimo al medio siglo transcurrido desde ta introduccién del sistema fabril, o sea el periodo de ta jornada laboral ilimitada.'"* 8 Los pocos guarismos siguientes ilustran el progreso que las “factories" (fabeicas] propiamente dichas han sleanzado en’ el United Kingdom (Reino Unido] desde 1848: Gaal expoadge 0 sas y osas1162 06 geass one he on i) CEI ARSE OUR ae ee ae Get LaLa7.99 Lsa6Lz8 azG2IEAe zor8ama91 ” Find idea) 71 teense 51210612 a6.777358 Ws Gees) MESSRS BERETS Te itt adn or ae a rel ard) SR. SRR. SRE “Wild de Tara,» de ae Tada Hayaw paoe sn 26, rile Grae) "BLISS LT _ aaah Sem gatom gana aso wes ABET aN, wea eae ganar vibes Sar TBA SRR Te la ade 7708196390 265,107 Tes.008 Teh visisso Sermo tone Teas tases sass 5 sian ab eee En Lancashire el némero de fbricas aumenté entre 1839 y 1850 s6I0 en un 4 %; desde 1850 hasta 1856, en 19 %; de 1856 3 1862 en 33 %, mientras que en ambos periodos oncenales ia can tidad ‘de-personas ocupades crecio en términos absolutos, pero decrecié relativamente. Clr, Reports of the Inspectors of Factories Jor 31st October 1862, p. 63. En Lancashire predominan las fabri= * Hemos corregido algunos datos con arreglo a la 4 edicién, 1846. ui 510 4. La fiébrica ‘Al comienzo de este capitulo examinébamos el cuerpo de la fabrica, Ia articulacién del sistema fundado en las miquinas. Vimos entonces cSmo la maquinaria, al apro- piarse del trabajo de las mujeres y los mifos, aumenta el material sujeto a Ia explotacién del capital; emo confisca todo el tiempo vital del obrero mediante 1a expansién desmesurada de la jornada laboral, y cSmo su progreso, que permite suministrar un producto enormemente mayor en un tiempo cada vez menor, termina por servir como ‘medio sistemético de poner en movimiento més trabajo en cada momento, 0 de explotar cada vez més intensamente la fuerza de trabajo. Pasamos ahora a considerar el con- junto de la fébrica, y precisamente en su forma més desa- trollada. El doctor Ure, el Pindaro de la fabrica automética, 1a describe por una parte como “‘cooperacién de diversos tipos de obreros, adultos y jévenes, que vigilan con destreza y diligencia un sistema de maquinariaproductiva movido continuamente por tna fuerza central” (el primer motor); de otra parte, como “un autémata enorme, compuesto de innumerables’ Srganos mecénicos dotados’ de conciencia Propia, que actéan de comin acuerdo e ihinterrumpida- ‘mente para producir un objeto comiin, estando todos esos ‘rganos subordinados a una fuerza motriz que se mueve por sf misma”, Estas dos descripciones distan de ser idén- ticas. En. una, el obrero total combinado, 0 cuerpo social del trabajo, aparece como sujeto dominante y el autémata mecénico como objeto; en la otra, es el auidmata mismo al sujeto, y los obreros sélo se coordinan como érganos conscientes anejos a los Grganos inconscientes de aquél, quedando subordinados con éstos a la fuerza motriz central. La primera descripcidn se aplica a todo empleo posible de maquineria en gran escala; la otra caracteriza su empleo capitalista, y por tanto el moderno sistema fabril, De ahi ‘as algodoneras. Pero qué lugar ocupan proporcionalmente las 'mismas en la fabricacién de hilado y teidos, en general, Io muestra el hecho de que de todas las fabricas del mismo, po en Inglaterra, Gales, Escocia e Iflanda, 45,2 % estin en ese distit; de todos los Ihus0s, el 83,3 %; de Codos los telares de vapor, el 814%; de 8 de fuerza de, vapor, e} 72,6 %, ¥_ del nimero nas ocupadas, el $8.2 %. (Ubidem, pp. 62, 63.) sul ‘que a Ure también le agrade presentar a la méquina central, de la que parte el movimiento, no sdlo como automata, sino también como autdcrata. “En esos grandes talleres la fucrza benéfica del vapor congrega, en torno de ella, a sus miriadas de stibditos.”"" Con la herramienta de trabajo, se transfiere también del obrero a la méquina el virtwosismo en el mancjo de aquélla. La capacidad de rendimiento de la herramienta se emancipa de las trabas personales inherentes a la fuerza de trabajo humana. Queda abolido, con ello, el fundamento técnico sobre el que descansa la division del trabajo en la ‘manufactura. Pot eso, en lugar de la jerarquia de los obr 105 especializados, caracteristica de esa division del trabajo, aparece en la fabrica automatica la tendencia a la equipa- racién o nivelacién de los trabajos que deben ejecutar los auxiliares de la maquinaria;™ en lugar de las diferencias, gencradas artficialmente, entre los obreros parciales, ve- mos que predominan las distinciones naturales del ‘sexo y la edad En Ja medida en que la divisién del trabajo reaparece en la fabrica automética, se trata, ante todo, de la distri bucién de obreros entre las méquinas especializadas, asi como de masas de obreros —que sin embargo no Megan formar grupos articulados— entre los diversos depart rmentos de la fébrica, en los que trabajan en maquinas del mismo tipo, alineadas una al lado de la otra; entre ellos, pues, s6lo se da la cooperacién simple. El grupo articulado de la manufactura es desplazado por la conexién entre el obrero principal y unos pocos ayudantes. La division esen- cial es la que existe entre los obreros que estn ocupados cfectivamente en las maquinas-herramientas (a los que hay que afiadir algunos obreros des i alimentacién de la méquina motriz) y los simples peones (casi exclusivamente niios) de estos obreros mecénicos. Entre los peones se cuentan, en mayor © menor grado, todos los “feeders” (que meramente alcanzan a las maqui- nas el material de trabajo). Junto a estas clases principales figura un personal numéricamente carente de importanci cocupado en el control de toda la maquinaria y en su repa 2 Ure, Philosophy... p18. 180 Dbidemt, p. 20. Cit. Ke Marx, Misare de la philosophie, phe sinas 140, 141, 512 raci6n constante, como ingenicros, mecénicos, carpinteros, ctcétera. Se trata de una clase superior de obreros, en parte ceducada cientificamente, en parte de indole artesanal, al margen del cfrculo de los obteros fabriles y s6lo agregada a cllos."®" Esta divisién del trabajo es puramente tec- noldsica.* Todo trabajo con méquinas requiere un aprendizaje temprano del obrero, para que éste pueda adaptar su propio movimiento al movimiento uniformemente continuo de un itémata. En tanto la maquinaria global constituye un sistema de maquinas mitiples, operantes simulténeamente y combinadas, la cooperacién fundada en ella requiere también una distribucién de grupos heterogéneos de obre- 0s entre las méquinas heterogéneas. Pero la industria ma- quinizada suprime la necesidad de consolidar manufactu- Feramente esa distribucién, esto es, de asignar de manera permanente los mismos obreros a la misma funcién."* Como el movimiento global de Ia fébrica no parte del obrero, sino de la méquina, pueden verificarse continuos cambios de personal sin que se interrumpa el proceso de trabajo. La prucba més contundente, a este respecto, la roporciona el sistema de relevos, introducido durante la evuelta de los fabricantes ingleses en 1848-1850. Por ‘timo, la velocidad con que en la edad juvenil se aprende Caracteristco de las intenciones que inspiran el fraude esta- 4istico —intenciones que podriamos demostrar en detalle, tambien fn otros casos— es el hecho de que la legislacién fabril inglesa ‘excluya expresamente de su esfera de accign, como personas que no son obreros fabrles, a los que acabamos de citar en el texto, ‘mientras que por otta parte los Returns publicados por l pat ‘mento incluyan no. menos expresamente en Ta categoria. de. los obreras fabriles no sdlo 2 los ingenieror, mecénicos, ety sino tam bien a los directores de fabricas, vijantes, mensajeros, vigilantes de los depésitos, enfardadores, etc.: en una palabra, a. fodo el ‘mundo, salvo al propietario mismo de Ta fabcica. 2 Ure conviene en ello. Dice que “en caso de necesidad”, los obreros “pueden desplazarse de una méquina a otra, 8 volunted del director’, y exclama en tono triunfal: "Tal cambio esté en contradiccién flagrante con la vieja ruling que divide el trabajo ¥ signa @ un obrero la tarea de moldear la cabeza de un alfler, 8 otro la de aguzar su. punta".("s) Ure debi6.preguntarse, mas bien, por qué en Ia fabrica aulomética slo “en caxo de nevesidad”™ se abandona esa "vieja rutina” = Bn ta 38 y 4® ediciones: “técnica” 513 el trabajo con las maquinarias, suprime asimismo la nece- sidad de adiestrar exclusivamente como obreros mecénicos a una clase particular de obreros.** En la fabrica, los servicios de los simples peones son en parte sustituibles por maquinas;™ en parte, debido a su absoluta simplicidad, permiten cl cambio rapido y constante de las personas con- denadas a esa faena, Aunque ahora, desde cl punto de vista tecnol6gico,* la maquinaria arroja por la borda el viejo sistema de la divisiGn del trabajo, en un primer momento este sistema vegeta en la fabrica por la fuerza de la costumbre, como tradicién heredada de la manufactura, para después ser "82 En casos de emergencia, como por ejemplo durante Ia fauetra civil norteamericana, el burgues, de manera. excepcional, utiliza al obrero fabril para los trabajos més tossos, como. cons truccion de calles, etc, Los "aeliers nationau” (tlleres nacionales) Jngleses det aho” 1862 siguientes, instituidos para los. obret0s algodoneros desocupados, se dstinguen de sus similares tranceses 1848 en que en estos los obreron efectuaban a expensas del estado trabajos improduciivos, mientras que en aquéllor tenian que jecutar trabajos urbanos prodictivos en beneficwo del burgués Cobrando menos que los obreros_normales, contra 10s que se ios lanzaba a competi. “El aspecto fisico de los obreros. algodonero= hha mejorado, sin duda. Lo atribuyo..., en lo que respects a los hombres, al trabajo efectuado al aire libre en lay obras pibicas.” (Trétase’ aqui de os obreros fabriles de Preston, ocupados en el “Preston Moor” (pantano Je Preston}) (Reports... 3st October, 1863, p. 59) ‘st’ Un ejemplo: los diversos aparatos mecénivos introducidos en las fabrieaslaneras, desde la. promulgacion de la ley de 844, para suplir el trabajo infantil No bien los hijos de los sefores Fxbricantes mismos tivieran que cursat como peones en "la escuela dde la Fabrica, ese dominio de la mecénica, casi inexplorado, expe Fimentaria rdpidamente tn auge asombroso, "Las sefacting mules Ihiladoras aiternativas automsticas) son posiblemeate una magi ‘aria tam peligrosa como cualquier otra, La mayor parte de Tos accidentes ‘curren a nifos pequefos, y" precisamente porque se arrastran bajo las mules, para barter el suelo, mientras. aquellas estan én movimiento." Los inspectores fabriles “han acusado ante fos tribunales y muliado a diversos «minders» " (obteros que mane jan las mutes) “por esas transgresiones, pero sin benefiio. general flguno. Silos constructores de maiquinas qulsieran tan sélo inventar lina barredera automatics. cuyo uso evitara a estos nits. peque‘ios I necesidad de desizarse bajo lu maquinaria, contribirian el mente nuestras medidas protectors’ (Reports. 31st ‘October 1866, p. 63.) 38 y 4 ediciones: 514 Yeproducide y consolidado por el capital de manera siste- mdtica y bajo una forma aun més repukiva, como medio dle explotacién de ta fuerza de trabajo. La especialidad vitalicia de mancjar una hetramienta parcial se convierte en la especialidad vitalicia de servis a una méquina par- cial, Se utiliza abusivamente Ia maguinaria para trans- formar al obrero, desde su infancia, en parte de una miquina parcial.** De esta suerte no s6lo se reducen considerablemente los costos necesarios para la reprodue- «ién del obrero, sino que a la vez se consuma su desvatida dependencia respecto al conjunto fabril; respecto al capi- talista, pues. Aqui, como en todas partes, ha de distinguirse entre la mayor productividad debida ‘al desarrollo del rocsso social de produccién y la mayor productividad debida a la explotacién capitalista del mismo. En la manufacture y el artesanado el trabajador se sieve de la herramienta; en la fébrica, sirve a la maquina. Alli parte de él el movimiento del medio de trabajo; aqui, es él Quien tiene que seguir el movimiento de éste, En Ja manu- factura los obreros son miembros de un mecanismo vivo. En la fabrica existe un mecanismo inanimado independiente de ellos, al que son incorporados como apéndices viviente “Esa taciturna rutina de un tormento laboral sin fin, en el que siempre se repite el mismo proceso mecdnico, una y otra vez, semeja el trabajo de Sisifo: la carga del trabajo, como la roca, vuelve sicmpre a caer sobre el extenuado obrero.”""* El trabajo mecanico agrede de la manera mis intensa cl sistema nervioso, y a la vez reprime el juego multilateral de los misculos y confisea toda actividad libre, Prout imitese, por coniguene, Ia fabulose ocurensia de Proudhon, quien “construye" la maquinaria no como sintesis de me: dios de trabajo sino como sintesis de trabajos parciales al servicio Ge los: obreros mismos,!s HOR. Engels, Die Lage... p. 217. Incluso un cultor opti- mista y completamente ordinatio. del librecambio, el senor Mol hari, observa “Un hombre se desgasta. més rpidamente. vigilindo durante quince horas diarias el movimiento uniforme de un mec fismo que erciendo, en el mismo espicio de tiempo, su fuerza fisica. Ese trabajo. de vigilancia, que talver srviera, como. itl Bimnasia a 1a inteligencia si ao fuera demasiado prolongado, des- truye a la Targa, por su exceso. tanto el inelecto como el everpo mismo.” (G. de Molinari, Eales économiques, Paris, 1846), pe aint 491) sis fisica c intelectual, del obrero.”* Hasta el hecho de que el trabajo sca més facil se convierte en medio de tortura, puesto que la maquina no libera del trabajo al obrero. sino de contenido a su trabajo. Un rasgo comun de toda la produccién capitalista, en tanto no se trata s6lo de proceso de trabajo, sino a la vez de proceso de valorizacién del capital, es que no es el obrero quien emplea a la condicién de trabajo, sino, a la inversa, la condicién de trabajo al obrero. Pero s6lo con la maquinaria ese trastrocamiento adquiere una realidad técnicamente tangible. Mediante st. transformacién en autémata, el medio de trabajo se enfrenta al obrero, durante el proceso mismo de trabajo, como capi- tal, como trabajo inanimado que domina y’succiona la fucrza de trabajo viva. La escisién entre las. potencias intelectuales del proceso de produccién y el trabajo ma nual, asi como la transformacién de las mismas en poderes del capital sobre el trabajo, se consuma, como ya indic ramos, en la gran industria, erigida sobre el fundamento de la maquinaria, La habilidad detalista del obrero mee nico individual, privado de contenido, desaparece como cosa accesoria'c insignificante ante la ciencia, ante las descomunales fuerzas naturales y el trabajo masivo social que estan corporificados on el sistema fundaclo en las méquinas y que forman, cn éste, el poder del “patrén' (master). Por eso este patrén, en cuyo cerebro la mag) naria_y el monopolio que ejerce sobre la misma estin inextricablemente ligados, en caso de conflicto le grita despectivamente a la “mano de obra”: “Los obreros fa- briles harian muy bien en recordar que su trabajo en reali- dad es un tipo muy inferior de trabajo calificado; que no rninguno que sea més fécil de dominar ni esté, si se atiende a su calidad, mejor retribuido; que ninguno, me- diante un breve adiestramiento de los-menos expertos, puede adquirirse en menos tiempo y con tal abundan- cia [...]. La maquinaria del patrén, en realidad, desempena tun papel mucho més importante en el negocio de Ia pro- duecién que el trabajo y la destreza del obrero, trabajo ue una instrucci6n de seis meses puede ensefiar y cualquier pe6n agricola puede aprender”.** 8 F, Engels, op. cit. 216. tory operatives should Keep in wholesome rem: that thelts is really a low species of skilled La subordinacién técnica del obrero a a marcha uni- forme del medio de trabajo y la composicién peculiar del ‘cuerpo de trabajo, integrado por individuos de uno u otro Sexo y pertenecientes a diversos niveles de edad, etean una isciplina cuartelaria que sc desenvuelve hasta constituir un régimen fabril pleno y que desarrolla completamente el trabajo de supervision —ya mencionado con anterioridad— ¥y por tanto, a la vez, la divisién de los obreros entre obreros manuales y capataces, cntre soldados rasos de la industria y suboficiales industriales. “En ta fabrica automitica, la principal dificultad (...] radicaba {...] en ta discipiina necesaria para lograr que los hombres abandonaran sus habitos inconstantes de trabajo e identificarlos con la regu laridad invariable del gran qutémata. Pero inventar un cédigo disciplinario adaptado a las necesidades y a la velocidad del sistema automético y aplicarlo con éxito, era una empresa digna de Hércules, jy en cso consiste Ja noble obra de Arkwright! Incluso hoy dia, en que el sistema est organizado en toda su perfeccién {...), resulta casi imposible encontrar, entre los obreros que han pasado la época de la pubertad, auxiliarcs utiles para el sistema automético.” ** El cédigo fabril en el cual el capital for- mula, como un legislador privado y conforme a su capt cho, la autocracia que ejerce sobre sus obreros —sin que cen dicho cédigo figure esa division de poderes de la que tanto gusta la burguesia, ni el sistema representativo, aun mas apetecido por ella— no es mas que la caricatura capitalisia de Ia regulacién social del proceso laboral, que se vuelve necesaria al introducirse la cooperacion en’ gran Tabour; and that there is none which is more easily acquired ‘of of its quality: more amply remunerated, or which, by a short taining of the least. expert can be. more quickly” aswell as Abundantly acquired -.. The master's machinery really plays a far imore important part in the business of production than the labour ‘and the skill of the operative, which Six-months" education ean Teach, and a common Tabouret can learn.” (The Master. Spinners nd Manulacturers’ Defence Fund. Report of the Conmitiee, Manchester, 1884, p. 17.) Se verd mas adelante que el "master" ambia. de tonads no bien se ve amenazado de perder sus aul "te Ure, Philosophy .... p- 1S. Quien conozea la biografia de Arkwright, nuncs arrojaré fa palabra "noble" sl rostro. de ese berber. genial, De todos. Tos_ grandes inventores dieciochescos fray indiseutiblemente, el mayor TadrGn de inventos ajenos y el sijelo mas ordinario. SIT escala y el empleo de medios de trabajo coleetivos, princi palmente de la maquinaria. La librota de eastigos, en manos del capataz, remplaza al Hétigo del negrero. "Todas las penas, naturalmente, se resuelven en multas en dinero y descuentos del salario, y Ia sagacidad legistativa de los Licurgos fabriles hace que la transgresién de sus leyes les resulte mis lucrativa, sicabe, que el acatamicnto de las 1" “La esclavitud en que la burguesia mantiene sujeto al pro: jo, en ninguna parte ce presenta. més claramente Ta ly del dia que en et sistema fabril, Toda libertad queda aqui en ste penso, de derecho y de hecho. El obrero debe estar en ‘la fabrica {las 5.30 de la mafana si llega an par de minutos tarde, se. 10 asta; si se presenta 10 minutos dexpiés de ki hora, no se lo del entrar hasta ‘despues del desayuno pietde entonces a cuarta parte del jomal. Tiene que comer, beber y dormir la. vor de mando. La despética campana To’ saca de a cama y le. hace terminar su desayuno y st almuerzo. <¥ qué ocurre en la fabrieh ‘misma? Aqui el fabricante es el legislidor absoluto. Promulgi los Feglamentos fabriles que le placen; modifica'y smplia st codigo sean se le untoje, y aungue Incluya en él Ine cosas mis descabell as, los tribunales deen al obrero: Como hus concertado volunta Famente este contrato, ahora estis obligado a cumpliio -.- Estos obreroy estin condensdos, desde que cumplen 9 alos histt st muerte, a vivir bajo la férula espiritual y Tsien." (F. Engels, on. cits p. 217 y 38) Dos ejemplos ilustrarén al lector aceres de o que’ Mos tribunales dicen”. El primer caso tiene lugar. en Sheffield. fies de 1868. Un obrerd habia firmado conteato por oy afos en una fabrics’ metalivgion, A causa de’ un altercado ton el patrén. abandond lt Fabrica ¥" dijo que bajo ninguna ci funstancia trabajaria més pari él Acwsido ‘de vi ‘de con: trato. se lo condend dos meses de circel (Si el fabricante viola el contrato sélo se lo puede acusar civiliter [por lo civilly no se avriegga mis. que a. tina mulla) Transcurridos los dos” meses, mismo fabricante lo cita para que se presente & Wabajar ala ic) conforme al vijo contrat. El obrero. fespone ile 0 ya ha cumplido su condena. por violacign contractual. El fabri= Sante vuelve a denunciarlo y el tribunal a condenarlo, aunque uno de Tos jueces, Mr. Shee, denuncis piblicamente como monstrUost ad juridiea este fallo, sein el cual podria condenarse,periddica- mente. una y otra vez. a un hombre durante toda su vila por Is ism falta’ el mismo delto. No dictaron esta. sentencta. los "Great Unpaid” ("grandes impagos"). los Dosherries|""' de provin- «ia, sino uno de os tribunales superiores.con sede en Londres VPLE. Agrepado la 4 euicion, —~ Actualmente esta préctica ha si8o_ubolida. Excepto. algunos cason —por ejemplo. en lis em presas pablicas Ue" gis— hoy en dia el obrero’esté equiparado * Véase aqui. vol. 1, p. 34K, n, 157. sig Nos limitaremos agui a aludir a las condiciones mato- riales bajo las cuales s¢ ejecuta cl trabajo fabril. Todos los rganos de los sentidos son uniformemente agredidos por la clevacion artificial de la temperatura, la atmésfera car- tguda de desperdicios de In materia prima, el ruido ensor- al empleagor en caso de violacién contractual y slo se To. puede Jemundat- por lo civil) El segundo ensa ocurre en Wilshire. fines de noviembre de 1863. Unas. 30 tejedoras que mancjaban telazes de vapor en la empresa de un tal Hatrupp, fabricamte de paios en Leower's Mill, Westbury Leigh, declararon una sike fhuelgal porque este Harrupp. tenia. Ta agradable costumbre de hhacerles desctentos en Tos salarios si llegabsn tate por la mafans cconforme a la siguiente escala: 6 peniques por 2 minutos, 1 chelin por 3 minutos yl shelin y 6 penigues por’ 10 minutos. Esto equ Walia a9 chelines por hora o'4 lbras §10.chelines darios. pese que su salario medio nunca pasuba en el aio de 10 a 12 chelices Semunales, Harrupp. usimismo habia encomendado a tin joven que Indicura con tn sifbato It hora de entrar s la fabrien, lo que este veces hacia antes de Kis 6 ve la manana, ¥ si as operas no feviaban presentes apenas ferminabs de sonay la seal, se cerraban fas" puertas y Tas que quedaban fuera tenian que pagar mullas como en todo ef edifcio no habia rele} alguna, lay infortunadas fperarias estabun en poder del juvenit guardian del tiempo, tsp: ado por Hatrupp. Las obreras que se lanzaron aia "strike ‘madres de familia y muckiehss. declararon que volvertan sl ta bajo cuando se templazara al_-guardisn del tiempo por un telo} yse itrodujera und tarifa de mutlas mis racional. Harvupp de mando a 19 mujeres y muchaehas por ruptura de contrato. Fueron ondenadas cada una a 6 penigues de multa ya pagar costs por Pchelines y 6 penigues, flo. que provoed ls ruiGoss indignackon el auulitorio. Harrupp se tetiro del tribunal acompatiado Por uns ‘mullitud que to silbaba. — Una operaciin predilecta de lox fabri antes es castigar a los obreros con descuemtor de salarios por las fallas det material que se les suministra. Este procedinento. pro Voes en IM6S na strike general en los distri alfareros inglesee Los informes de la “Chiliren's Employment Commission” (1863 1866) repistran casos en que el obrero, en ver de percbir salario por su trabajo. debido al replamento de castigos se convierte por hudidura en deudor de su ilustre “master” La recentisima crisis §lgodonera suministra edificantes ejemplos ue In saeucidad con que fog amiseratis fabriles pructican Gescuentos de silat. “Yo mis mo", dice el inspector Tabril Robert Baker, “hace poco slensinle jidlicilmente a un fabricante algodonero porque dicha persona. en estos tiempos sificles y de penuria, descontaba 3 algunos de 10s ‘obreros.sjoveness " (mayores de_13 afios) “10 penigues por el cer~ tificado médica de edad, que 1 él slo le evesta 6 penigues ¥ por el ctal ty ley solo aitoriza tn descuento de 3 penigues y lt coxtm: bre ningin descuento en absoluto -- Otro fabricate, par leant el mismo objetivo sin entrar en conflicto con ls ley. cata Un Ue los pobres nif que trabaian para el le descventa um chelin, 519 decedor, ete., para no hablar del peligro mortal que se corre entre la apifiada maquinaria, la cual produce sus partes industriales de batalla con la misma regularidad con que se suceden las estaciones.* La economfa en los medios so- ciales de produccién, madurada por primera vez en el sistema fabril como en un invernéculo, en manos del capital se vuelve a la vez un robo sistemético en perjuicio de las ‘condiciones vitales del obrero durante el trabajo, robo de espacio, aire, luz y de medios personales de proteccién contra las circunstancias del proceso de produccién peli- sgrosas para la vida o insalubres, y no hablemos de aparatos destinados a aumentar la comodidad del obrero.'®* {No fen concepto de estipendio por la ensefianza del arte y oficiol*™1 de hilar, no bien el certificado médico los declata.aptor para esa ‘cupacidn. Existen, pues, corrientes sublerraneas sobre las que es preciso estar al tanto'sise quiere comprender fenémenos tan extra: ‘ordinarios como las strikes en tempos como los actuales” (se trata ‘de una sirike en la fabrica de Darven, en junio de 1863, deciarada or los tejedores mecsnicos). (Reports... 30th April 1863, pp. 50, 51) (Los informes fabriles van siempre mds. allé de su” fecha oficial) S81 En el capitulo 1” det libro tercero, aportaré informacién acerca de una campafia recentisima de los. fabricantes ingleses Contra las cliusulas de la lev fabril que protegen de la maguinaria peligrosa los miembros de la “mano de obra". Baste aqul con una ita, tomada de un informe ofielal redactado por el inspector tabril Leonard Horner: "He oido hablar a fabricantes, con inexcusable ligeteza, de algunos de los aceidentes: In pérdida’ de un dedo, por ejemplo, seria una frusleia. La vida y el futuro. de un obrero ‘dependen tal punto de sus dedos, que tal pérdida consituye para él un asunto gravisimo. Cuando igo esas charlas tan des: Aaprensivas, suelo plantear esta. pregunta: Supongamos que usted necesita un obrero adicional y que se ofrecen dos, ambos igual- mente capacitados en los. demés-aspectos, pero que uno de ellos ha perdido el pulgar y ef indice de tna mano, cpt quién optaria? Mis interlocutores nunca vacilaban un instante al decidirse por el {ue fenia todos los dedos .. Estos sefores fabricamtes tienen falsos prejuicios contra Jo que denominan legisacién seudo-jlantrépica™ (Reports... 31st October 1855, pp. 6, 7}) {Estos sefores son “gente despabilada”,I"""1'y no en vano se han entusiasmado por ‘ebelion de los esclavstas(=) * Figura aqui, en la 38 y 4* ediciones, la nota 190bis, cuyo texto es igual al de la nota 176 (véase p. 519) a pattr de la se gunda frase. “En la 38 y 4# ediciones: “primera seccion”. 920 tenia razén Fourier, acaso, cuando amaba a las fébricas “batios mitigados”? 120751 5. Lucha entre el obrero y Ia méquina La lucha entre el capitalista y el asalariado principia con la relacién capitalista misma, y sus convulsiones se prolongan durante todo el periodo manufacturero.'** Pero Ro es sino con la introduccién de la maguinaria que el ‘obrero combate contra el medio de trabajo mismo, contra el modo material de existencia del capital. Su revuelta se dirige contra esa forma determinada del medio de produc- cidn en cuanto fundamento material del modo de pro- duccién eapitalista Casi toda Europa experiment6, durante el siglo xvi, revueltas de los trabajadores contra el llamado Bandmiihle {[molino de cintas) (denominado también Schnurmiihle (mo- lino de cordones} 0 Miihlenstuhl (telar de molino}), una maquina para tejer cintas y galones."™ A fines del primer 192 En las fbricas sometidas desde hace més tiempo a la ley fabri, con su restriccién coaetiva del tiempo de trahajo_y. sus ddemés regulaciones, no poces de los Viejos abusos han desaparecido. El propio perfeccionamiento de la maquinaria exige, al llegar 2 cierto punto, una “construcctén melorada de los edificios fabriles", To que redunda en teneficio de los obreros. (Ctr. Reports +. 31st Gctober 1863, p. 109) 103’ Véanse,entte otros, John Houghton, Husbandry and Trade Improved, Londres, 1727: The Advantages of the East India Trade, Londres, 1720; John Bellers, Proposals jor Raising a Colledge of Industry, Londres, 1696. “Los patrones.y los obreros se allan, esgraciadamente, en una perpetua guerra entre si. El objetivo invariable de los’ primecos es obtener el trabajo de éstos To mis barato posible, y ata aleanzar su propésito no se abstienen de ninguna’ actimafia, mientras que los illimos estén’ igualmente ftentos para no dejar pasar ocesién alguna de imponer a sus patro- nes la ateptaci6n de demandas mas elevadss." (4m Inquiry into the Causes of the Present High Price of Provisions, 176%. pp. 6l, 62. El autores el reverendo Nathaniel Forster, completamente de parte de Tos. obreros.) “EL molino de cintas se inventé en Alemania, El clérigo italiano Lancelloti ‘narra en una obra. aparecida en. Venecia en 1636: “Anton Miller, de Danzig, Vio en esta ciudad, hace unos 50 aifos” (Lancellotti escribia en’ 1579) "una méquina muy inge- rosa que hacia de 4 2-6 tejidos de una vez: pero como el concejo 521 tercio del siglo xvit un aserradero movido por un molino de viento, instalado por un holandés en las cercantas de Londres, sucumbi6 debido a los excesos del populacho. Aun 4 principios del siglo xvm1, en Inglaterra, las ‘maquinas hidréulicas de aserrar supetaban a duras penas la resis {encia popular, respaldada por el parlamento, Cuando Everet, en 1758, construyé la primera maquina de tundir impulsada por el agua, 100.000 hombres que habian que- dado sin trabajo le prendieron fuego al invento, 50.000, trabajadores, que hasta entonees habjan vivido del cardado de lana, elevaron una peticién al parlamento contra los seribbling mills {molinos de carda} y las méquinas de cardar. La destruccién masiva de maquinas que tuvo lugar —bajo ei nombre de movimiento ludista— en los distitos ‘manufactureros ingleses durante los primeros 15 afios del siglo xix, a causa sobre todo de la utilizaciOn del telar de vapor, ofrecié al gobierno antijacobino de un Sidmouth, tun Castlereagh, ete, cl pretexto para adoptar las mis Temié que ese invento convertrfa en mendigos gran cantidad de trabajadores, a. suprimi6 ¢ hizo exrangular 0 ahogat secrela- ‘mente al inventor" I""! En Leyden se emples est misma por primera vez en 1629. Las revueltas de Tos. galonetos for2aron al ayuntamiento a prohibitla; diversas ordenanzas de os Estados Generales —en 1623, 1639, ete. procuraron limitar” su Uso, hasta que, finalmente, el mismo fue autorizado, bajo ciertas condi ciones,por Ta. ordenanza del IS de diciembre de 1661. "Eo esta iudad", dice Boxhorn (nstiuiones Polite, Leyden, 1663) refi rigndose aa introduccion del moling de cintas en Leyden, “lertas personas inventaron hace aproximadamente veinte afos un instru ‘mento pata teje, con el que un individuo podia producir més tec dos y ‘hacerlo mis fécilmente que varios hombres sin dicho insteumento en ef mismo tiempo. Esto fae causa de tumulios 'y uejas de los tejedores, hasta que el ayuntamiento prohibis el uso 4e dicho instrumento.” La misma maquina fue prohibida en. 1676 fen Colonia, mientras que su introduccion en Inglaterra, provoc6, ‘ontemporéneamente, disturbios protagonizados por los trabslado= res. Un edicto imperial proscribi, el 19 de febrero. de 1685, su Uso en toda Alemania. En Hamburgo la méquina fue quemada piblicamente por orden del ayuntamiento. Carlos VI renoxe el 9 fe febrero de" 1719 el edicto de 1685, y el electorado de’ Sajonia 19 permitié hasta 1765 su uso pablico. Esta méquina, que tanto Thoroto provocd en el mundo, fue en realidad Ta precursora de Tag méquinas de hilar y de tejer, y por tanto de a revolucién Industrial del siglo xvi. Posibilité que un muchacho carente de {oda experiencia en tejeduria, simplemente tirando de una palanca yy empujindola, pusiera en movimiento un telar completo con todas Sus lanzaderas; en su forma perfeccionada la méquins producia de 40 a 50 piezas por vez. 522 reaccionarias medidas de violencia." Se requirié tiempo Y experiencia antes que el obrero distinguiera entre la ‘maquinaria y su empleo capitalista, aprendiendo asi a trans- ferit sus ataques, antes dirigidos contra cl mismo medio ‘material de produccidn, a ta forma social de explotacién de dicho medio,"** Las luchas por cl salario, dentro de la presuponen @ ésta y en modo alguno estén di su existencia, Cuando sq, combate la formacién de manu- facturas, esa lucha est a cargo de los maestros gremiales y de las ciudades privilegiadas, no de los obreros asala- Fiados. Por eso los escritores del periodo manufacturero conciben la divisién del trabajo, por lo general, como un medio para suplir virtualmente a obreros, pero no para desplazar efectivamente a Estos. Esta distinciOn es evidente por si misma. Si se dice, por ejemplo, que en Inglaterra Se requeririan 100 millones de hombres para hilar con ruecas el algodén que ahora hilan $00,000 obreros con la maquina, no significa esto, naturalmente, que la maquina se haya apoderado del lugar de esos millones de seres, que ‘nunca han existido. Significa, Gnicamente, que se reque- rirjan muchos millones de trabajadores para remplazar la ‘maguinaria de hilar. $i se dice, por el contrario, que en Inglaterra el telar de vapor arroj6 a 800.000 tejedores a la calle, no se habla aguf de una maquinaria existente que tendria que ser remplazada por determinado nimero de obreros, sino de un némero existente de obreros que efectivamente ha sido sustituido 0 desplazado por la ma- quinaria. Durante el periodo manufacturero la base seguia, siendo la industria artesanal, aunque disgregada. Debido al nimero relativamente débil de trabajadores urbanos Tegado por la Edad Media, era imposible satisfacer los huevos mercados coloniales, y las manufacturas_propia~ mente dichas abrian nuevos campos de produccién a la poblacién rural, que al mismo tiempo era expulsada de la tierra por la’ disolucién del feudalismo. En ese enton- ces se destaca més el aspecto positivo de la division del trabajo y de la cooperacién en los talleres, gracias a las cae 1s En las manufacturas al estilo antiguo se reitera aun hoy, en ocasiones, 1a forma burda de las revuellas obreras. contra [a maquinaris. Ast ocurri6, por ejemplo, en la industria. del pulido de Timas ea Sheffield, en 1865 523 Jes los obreros ocupados se volvian més productivos."™ En algunos paises, mucho antes del periodo de la gran indus- tia, 1a cooperacién y combinacién de los medios de trabajo en manos de unos pocos produjeron, aplicadas a la agri= cultura, revoluciones intensas, sibitas’y violentas del modo de produccién y por tanto de las condiciones de vida y de Jos medios de ocupacién de la poblacién rural. Pero en un Principio, esta lucha se libra més entre los grandes y los Pequetios propietarios rurales que entre el capital y el tra- bajo asalariado; por otra parte, cuando los. trabajadores resultan desplazados por los medios de trabajo, ovejas, caballos, cte., actos directos de violencia constituyen aqui, en primera instancia, el supuesto de la revolucin industrial Primero se expulsa de la tierra a los trabajadores, y luego vienen las ovejas. El robo de tierras en gran escala, como en el caso de Inglaterra, crea a la gran industria, por vez primera, su campo de aplicacién.**+ En sus comienzos, pues, este trastocamiento de la agricultura presenta més bien ta epariencia de una revolucion politica. En cuanto méquina, el medio de trabajo se convierte de inmediato en competidor del propio obrero.:** La auto- 490 Sir James Steuart también, concibe en este sentido, por entero, el efecto de la maquinaria. "Considero las maquinas somo imedios de aumentar (virtualmente) el nimero de personas indus: ttiosas a las que no hay obligacion de alimentar -.. )En qué difiere el efecto ejercido por una miquina del que eiercen nuevos habi- lantes?™ (Principles of ..-» tead. francesay tt ib, ty cap. XX) ‘Mucho mas ingenuo es Petly, segin el clal Ia maquinaria sustituye a la “poligamia". Este punto de vista, a lo sumo, es adecuado pars Algunas partes de los Estados Unidos. Al contrario: "Raras veces puede usarse con éxito un individuo; se perderia en su constfucciéo més tiempo que el ahorrado con su apliaci6n. Sélo es realmente iil cuando ‘acti fn grandes masts, cuando una sola maquina, puede coxdyuvar al {trabajo de miles. De ahi que abunde mas en los paises mis popu: losos, donde existen mas personas sin Irabajo "No se Ta utiliza Poraue escaseen los obreros, sino por la faclidad con que st los Puede hacer trabajar en masa’. (Piercy Ravenstone, Thoughts ov the Funding System and its Effects, Londres, 1824, p. 45.) uwtbis (FE. Agregado a la 4* edieidn, — Exo también reza para Alemania, Alli donde en nuestro pals existe la agricultora fn gran escala —en el este ante todo, ples— la. misma slo se volvi6 posible a consecuencia de la “Bauernlegen” [expulsion de los campesinos), préctica que alcanz6 gran difusién partir del siglo xvi, y en especial desde 1648.) "WFLA magulnaria y el abajo esta en competencia cons tante." (Ricardo, Principles of. p. 479.) 524 valorizacién del capital por 1a méquina esti en raz6n di- recta al nimero de obreros euyas condiciones de existencia aquélla aniquila. Todo cl sistema de la produccién capita- lista se funda en que el obrero vende su fuerza de trabajo como mercancia, La divisién del trabajo unilatcraliza csa fuerza de trabajo, la convierte en esa destreza totalmente particularizada que consiste cn cl manejo de una herra- mienta parcial, No bien el manejo de la herramienta recae en la maquina, se extingue, a la par del valor de uso, cl valor de cambio de la fuerza de trabajo. El obrero’ se vuelve invendible, como cl papel moneda puesto fuera de circulaci6n. La parte de la clase trabajadora que la maquinaria transforma de esta suerte en poblacién super flua, esto es, no directamente necesaria Ya para la autova- lorizacion del capital, por un lado sucumbe en la lucha desigual de la vieja industria artesanal y manufacturera contra la industria maquinizada; por otro, inunda todos Jos ramos industriales mis fécilmente accesibles, colma el mereado de trabajo y, por tanto, abate el precio de la fuerza de trabajo a menos de su valor. Para los obreros paupe- rizados ha de constitwir un gran consuelo, en parte, que sus sufrimientos sean sélo “temporales” (a temporary inconvenience"), y en parte, que la maquinaria s0lo se apodere gradualmente de todo el campo de produccién, con lo cual menguan el volumen y la intensidad de su efecto ‘aniquilador. Un consuelo anula al otro. Donde la miq hace presa gradualmente en un campo de la produccién, produce una miseria crénica en las capas obreras que compiten con ella. Donde la transiciin es répida, surte tun efecto masivo y agudo. La historia universal no ofrece ningiin espectéculo mas aterrador que el de la extincién gradual de los tejedores manuales inglescs del algodon, lun proceso que so arrastr6 a lo largo de decenios hasta sti desenlace en 1838. Muchos de ellos muricron de hambre, ‘muchos vegetaron largos afios con sus familias a raz6n de 2% peniques por dia."™ La maquinaria algodoncra in- 3 La competencia entre ta (eeduria manual y ta mecinica se prolongs en Inglaterra, antes de la promulgacién de Ia ley de Pobres de 1834, gracias w que se complementaban con socorros Parroguiaies ios Silarios, ye muy por debajo del mimo. vital El reverendo Turner era en 1827 pirroco en Wilmslow. Cheshire, von distrito industria Las preguntas de Ia Comisign de Emigracion Yas fespuentas del sefior Turner muestcan cémo se logra. man 525 lesa, por el contrario, surtié un efecto agudo en las Indias Orientales, cuyo gobernador general verificaba en 1834- 1835: “La miseria dificilmente encuentre un paralelo en la istoria del comercio. Los huesus de los tejedores de algo- don hacen blanquear las lanuras de la India’. Seguramente que al apartarlos de este mundo temporal, la maquina no hhacia mas que ocasionarles “‘inconvenientes temporales”, Por lo demas, el efecto “temporal” de la maquina es per- ‘manente, puesto que constantemente se apodera de nuevos dominios productivos. La figura autonomizada y enajenada que el modo capitalista de produecién confiere en general a as condiciones de trabajo y al producto de trabajo, enfrentados al obrero, se desarrolla con Ia maquinaria hasta convertirse en antitesis radical.""* De ahi que al apare- cer la maquinaria estalle, por primera vez, Ia revuelta brutal del trabajador contra el medio de trabajo. El medio de trabajo asesina al trabajador. Esta amtitesis directa aparece de la manera més tangible, sin duda, dende- tener ta competencia entre el trabajo manual y ta maquinaca, ‘ Como el hirto es una de Tas materias primas més impor- tantes constenemos ager que tn 861 habia en inlatrra y Gates 128771 Tundiores de hierro, de los cules 123-430 eran varones 3 2341 mujeres De los primeros, 30.810 eran menores Ge 20 afos 52.620 masores * En le 4° edicién: “desde 1845" 540 Si la maquinaria se apodera de algunas de las ctapas previas 0 intermedias que cl objeto de trabajo tiene que Tecorrer para adoptar su forma dltima, con el material de abajo aumentard la _demanda de trabajo cn aquellas industrias, explotadas ain sobre una base artesanal o mani facturera,”en Jas que entra cl producto fabricado a mi- quina, La hilanderia mecéniea, por ejemplo, suministraba hilado @ tan bajo precio y con tal abundancia, que tos tejedores manuales, en un principio, pudicron trabajar a tiempo completo y sin mayor desembolso. Sus. ingresos aumentaron, por tanto." De ahi que se produjera un aflujo de personal a la tejeduria de algoddn, hasta que finalmente los. 800.000 tejedores algodoneros cuya apari- cién habian provocado, por ejemplo en Inglaterra, la jenny {torno de hilar), el throstle [telar continuo} y" la mule Ihiladora alternativa}, fueron aplastados por el telar de vapor. De la misma manera, con la abundancia de los gé- neros de vestir producidos @ méquina, crece el nimero de sasires, modistas, costureras, cte, hasta que aparcee la mi a de coser. ‘A medida que la industria maquinizada, con un mimero de obreros rclativamente menor, suministea una masa cre- Giente de materias primas, productos scmiclaborados, ins- trumentos de trabajo, etc, la claboracin de estas materias primas y productos” intermedios se desglosa en muchas vvariedades, y aumenta por tanto la diversidad de los ra- mos de la produccién social. La industria maquinizada impulsa la divisin social del trabajo muchfsimo mas que la ‘manufactura, puesto que acrecienta cn un grado incompara- blemente mayor la fuerza productiva de las industrias en las que ha hecho presa El resultado inmediato de 1a maquinaria consiste aumentar el plusvalor y, a la vez, a masa de productos en que el mismo se representa; actecentar, por ende, a la par de la sustancia que consumen la clase capitalista y todos sus dependientes, a esas capas sociales mismas, La riqueza creciente de éstas y 1a mengua constante, en 20 “Una familia compuesta de 4 personas adultas” (tejedores de algodén), "con 2 nitos como winders [devanadores) ganaba a fines del siglo pasado y principios del actual £4 semanales por 10 horas duarias de Tabor. Si el trabajo era muy urgente, podian ganar més... Antes de €0, siempre padecfan por el suminisro teficiente de hilado.” (Gaskell, The Manufacturing.» pp. 34.35.) S41 términos relativos, del niimero de obreros requeride para la produccién de articulos de primera necesidad, generan, junto a nuevas necesidades suntuarias, nuevos medios para satisfacerlas. Una parte mayor del producto social se trans- forma asi en plusproducto, y una parte mayor de éste se reproduce bajo formas refinadas y diversificadas. En otras palabras: aumenta la produceién de (ujo2” El refina- miento y diversificacién de los productos deriva, asimismo, de las nuevas relaciones con el mercado mundial, creadas por la gran industria. No s6lo se importa una ‘cantidad ‘mayor de articulos extranjeros de lujo, intercambiados por productos locales, sino que, ademas, una masa mayor de ‘materias primas, ingredientes, productos semielaborados, etcétera, procedentes del exterior, ingresan como medios de produccion en la industria vernécula. A la par de cstas relaciones con el mercado mundial, se intensifica la de- manda de trabajo en la industria del trasporte, la que se escinde a su vez en numerosas variedades nuevas.*** El aumento de los medios de produccién y de subsis tencia, acompafiado por una disminucién relativa del ni mero de obreros, promueve la expansién del trabajo en ramos de la industria cuyos productos —tal como los cana- les, muelies de mercancias, tneles, puentes, otc.— solo son lucrativos en un futuro distante, Se forman —ya sea directamente sobre la base de la maquinaria 0 del trastoca- miento industrial general suscitado por la misma— ramos de la produccién enteramente nuevos y por consiguiente ‘nuevos campos de trabajo, El espacio que les corresponde en la produccién global no es en modo alguno considera- ble, ni aun en los paises mas desarrollados. El numero de Jos obreros ocupados en esos ramos aumenta en razén directa a la medida en que se reproduce la necesidad de trabajo manual més tosco, Hoy en dia puede conside- arse a las fébricas de gas, el telégrafo, la fotografia, 1a navegacién de vapor y el ferrocarril como industrias prin- cipaies de esta clase, Segin el censo de 1861 (para Ingla- "Friedrich Engels, em Die Lage... pone de relieve la situacién deplorable en que’ se halla sumida, precisemente, gran parte de los obreros productores de artculos. suntuarios. Enorme Eantidad de nuevos datos documentales. respecto a esle punto, figura en los informes de la Children's Employment Commision. "En 1861 habia en Inglaterra y Gales 98.665 personas oct padas en Ia marina mereante 542 terra y Gales), en la industria del gas (fabricas de gas, produccién de los aparatos mecanicos, agentes de las com- ppasias, etc.) trabajan 15.211 personas; en el telégrafo, 2.399; en la fotografia, 2.366; en los servicios de navegacién de vapor 3.570 y en los ferrocarriles 70,599, entre los cuales se eventan unos 28.000 obretos “no cilificados”, ocupados de manera més o menos permanente en obras, de terraplén, y ademds todo el personal comercial y adm nistrativo. Por tanto, el niimero global de los individuos cupados en esas cinco nuevas industras, asciende a 94.145. Finalmente, el extraordinario aumento de fuerza pro- ductiva en las esferas de la gran industria —acompaado, como lo esté, de una explotacién intensiva y extensiva mente acrecentada de la fuerza de trabajo én todas las demas esferas de la produccién— permite emplear impro- ductivamiente a una parte cada vez mayor de la clase obrera, y ante todo reproducir de esta manera, y en escala ‘cada vex mas masiva, a los antiguos esclaves jam liares, bajo el nombre de “clases domésticas”, como cria- dios, doncellas, lacayos, etc. Segin el censo de 1861, la pobiacidn global de Inglaterra y Gales era de 20.066.224? personas, de los cuales 9.776.259 varones y 10.289.965 ‘mujeres. Descontando todos los que son demasiado viejos © demasiado j6venes para el trabajo, todas las mujeres, jévenes y nifios “improductivos”, luego las capas “ideo Togicas” —como el gobierno, el clero, los togados, los mili- ie—,ademés de todos aquellos cuya ocupacién iva es el consumo de trabajo ajeno bajo la forma de renta de Ia tierra, intereses, etc., y por iltimo los indi- gentes, vagabundos, delincuentes, etc. restan, en nmeros, Fedondos, § millones de personas de uno u otro sexo y de las mis diversas ‘edades, inclusive todos os capitalistas que de alguna manera desempefnan funciones en la pro- duccién, el comercio, las finanzas, ete. Entre esos 8 millo- nes se Cuentan: Obreros agricolas inclusive pasto- res, asi como los peones y criadas que viven en las casas de los arren- datarios) veversrreesss 1.098.261 * Dato corregido sesin Werke (en Marx: 20.066.244, total aque no coincide con los Sumandos siguientes) 543 Todas las personas ocupadas en as fabricas. claboradoras de algod6n, Jana, estambre, lino, cdfiamo, seda y yute y en la produceién mecénica de medias y la fabricacion de pun- tillas ; wee 642.607 Todas las personas ocupadas en Tas minas de carb6n y metaliferas 565.835 Todo tipo de personas ocupadas en Ja totalidad de Jas plantas metalir- Bicas (altos hornos, tallezes de la- minado) y de las manufacturas. de metales : 396,998" Clases domésticas fi 1.208.648 ‘Si sumamos el niimero de todas las personas ocupadas en Ia totalidad de las fébricas textiles al del personal de Jas minas de carbon y de metales, obtendremos como resultado 1.208.442: y’si a los primeros les sumamos el Personal de todas las plantas metalirgicas y manufacturas de metales, el total sera de 1.039.605; en ambos vas0s, Pues, un guarismo menor que el niimero de los esclavos sticos modernos. ;Qué edificante resultado de la explotada de manera capitalistal 7. Repulsién y atraccién de obreros al desarrollarse la industria maquinizada. Crisis de la industria algodonera Todos Jos expositores responsables de Ia economi politica admiten que la introducci6n inicial de la maqui- aria actéa como una peste con respecto a los obreros Entre ellos, sslo 177.596 varones de mé De ellos. 30.501 personas de sexo fem Entre ellos, 137.447 personas de. sexo masculino, De os 1.208.648 esti excluido todo el personal que no sirve en casas particulares ‘Agregado a la 2 edicién. — Desde 1861 hasta 1870 el numero de los stvientes varones casi se ha duplicado, alcanzando al wu ‘smo de 267-761. En 1887 habia 2.694 monteros (para los cota. de ‘caza aristocriticos); en 1869, en cambio. stv numero era de 4921. EI lenguaje popular denomina "litle. slaveys", ecclavitas, a Tas adolescentes que prestan servicios en lis cosas de la clase ‘media baja londinense 544 de las artesanias y manufacturas tradicionales con las que aquélla, en un. primer momento, compite, Casi todos deploran la esclavitud del obrero fabril. ¢Y cudl es el gran triunfo que casi todos ellos sacan de la manga? {Que la maquinaria, tras los horrores de su poriodo de introduccién y desarrollo, en dltima instancia aumenta, en lugar de disminuirlo, el mimero de los esclavos det trabajo! Si, 1a economia politica se regodea con el horrible tworema —horrible para todo “filéntropo” que erea en Ta eterna necesidad natural del modo capitalista de produc- cién— de que incluso la fabrica fundada ya sobre Ja indus- tria maquinizada, tras determinado periodo de desarrollo, Iuego de una “época de transicién” mas © menos prolon- gada, jsomete a un trabajo agotador a mas obreros de los que én un principio arrojé a la calle! =" Es cierto que, como lo demostraban ya algunos casos, por cjemplo los’ de las fabricas inglesas que claboran estambre y seda, cuando-la expansién extraordinaria de ramos fabriles alcanza cierto grado de desarrollo, la mis ma no s6lo puede estar acompafada de una reduccién relativa del niimero de obreros ocupados, sino de una 386 Ganilh, por 1 contrario, considera que el resultado final e la industria maquinizada consiste en la reduccion numérica abso- Tut de Tos esclavos. del trabajo, a costa de Tos cuales vive y desa- rrolla su "perfectiilté perfectible'(@) una cantidad acrecentada Se “gens honnétes” [gente de pro]. Por poco que comprenda el movimiento de la produccién, al menos vislumbra que 12 maqui- faria serfa una institucion extremadamente funesta si su iuroduc- ‘ign transformara en indigentes x obreros ocupados y su desarrollo hhiciera surgir mas esclavos del trabajo que Tos que liguid6 anterios mente. El ctetinismo de su punto de vista personal solo puede fexpresarse con sus propias palabras: “Las clases condenadas a Droducir ¥ a consumlr disminuyen, y las clases que dirigen el tra bao, que avlten, contuelan e-tlustran a toda la poblacion, se multiplian..y se apropian de todos los beneficios resultantes de la disminucign de los costos del trabajo, de Ta abundancia de Toe productos y de Ia baratura de los ariculos de consumo. Avan zando en esta direccin, la especie humana se eleva a las mis altas oncepciones del genioy penetra en las profundidades misteiosas de In religion, cstablece 1os_principios saludables de la moral” (con sistente en “uproplarse de todos Tos beneficios", ee.) “las leyes tutelares-de Ii libertad” (clibertad para “las clases condenadas a producit") *y del poll, de ln obediencia y Ia Justicia, del deber ¥' la, humanidad”, Tomamos esta jerigonza de Ch. Ganith. Des Spystémes.-., 28 ed, Paris, 1825, ti ps 224, Cle. ibidem, p. 212: 545 reduccién en términos absolutos» En 1860, al efectuarse por orden del parlamento un censo especial de todas las Fabricas del Reino Unido, la seccién de los distritos fabriles de Lancashire, Cheshire y Yorkshire, asignada al inspector Robert Baker, contaba 652 fabricas; de éstas, 570 dis Ponian de 85.622 telares de vapor, 6.819.146 husos (excluyendo los husos de torcer), 27.439 caballos de fuerza en maquinas de vapor, 1.390 en ruedas hidréulicas y 94.119 personas ocupadas. En 1865, en cambio, las ‘mismas fabricas disponian de 95.163 telares, 7.025.031 ‘husos, 28.925 caballos de fuerza en maquinas de vapor. 1.445 en rucdas hidrdulicas y 88.913 personas ocupadas. De 1860 2 1865, por consiguiente, el aumento de tclares de vapor representé en esas fabricas un 11%, et de husos un 3 %, el de fuerza de vapor en caballos un 5%, mientras que cl_namero de personas ocupadas habia decrecido on un 5,5 %.** Entre 1852 y 1862 se verificé un considerable crecimiento de la fabricacién lanera inglesa, mientras que la cantidad de obreros ocupados se mantuvo Practicamente estacionaria, “Esto demuestra en qué me- dida tan grande 1a nueva maquinaria introducida habi desplazado el trabajo de periodos precedentes."** En ci tos casos empiricos, el aumento de los obreros fabriles ‘ocupados no es a menudo mis que aparente, esto es, no s° debe a la expansidn de la fabrica ya fundada en la industria ‘mecanica, sino a la paulatina anexién de ramos accesorios. Reports... 41st October 1865, p. 58 y's. Simulténeamente, empero, en 110 fdbricas.muevas con’ 11.625" telares. de. vapor, {628.576 vos y 2.695 caballos de fuerza de vapor e hidrdulicos, se echaban también las bases materiales para Ta ocupaeién de un humero cfeciente de obreros, © Reports... 31st October 1882, p. 79. Awregado uli 2° edicion. —A fines de diciembre de_1871, of inspector Alexander Redgrave di en una conferencia celebrada fen Bradford, ena "New. Meckanies" Institution": "Lo. que. me fhe sorprendido desde hace algin tiempo es el aspecto.cambiado fe tas Tabricas laneras. Antes estaben colmadas de mujeres mifos: ahora la maguinaria parece efectoar toda Ta labor, El fabricante, mi soliciud. me dio la siguiente explicacién: «Bajo el sistema antigo yo ocupaba a 63 personas; luego de introduete 1a maqui- hari pefTeccionada, reduje mi mano de obra a 33, y resientemente, 4 consecuencia de huevos y grandes cambios, quede en condiciones de reduciria de 33 13 personas * Véase en ef presente volumen. pp. 507-508. 546 “EL aumento entre 1838 y 1858 en el nlimero de los telares meciinicos y en el de los obreros fabriles ocupados en los ‘mismos, se debié por cjemplo, en el caso de la industria algodonera (briténica), simplemente a la expansion de este ramo industrial; on las otras Fabricas, en cambio, fue originado por la aplicacién de fuerza de vapor a los telares, de alfombras, cintas, lienzo, etc., impulsados antes por la fuerza muscular humana."® De ahi que el incremento de estos obreros fabriles'sélo fucra la expresién de una mengua en el nimero global de los obreros ocupados. Por Ultimo, aqui prescindimos enteramente de que en todas partes, excepto en las fabricas metaldrgicas, los obreros, adolescentes (menores de 18 afos), las mujeres y los nifios constituyen el elemento ampliamente preponderante del personal fabril. Se comprende, no obstante, a pesar de la masa obrera desplazada de hecho y sustituida virtualmente por la indus- tria maquinizada, que con el crecimiento de ésta, expre- sado en un mayor mimero de fébricas del mismo tipo 0 en las dimensiones ampliadas de fabricas existentes, los obreros fabriles pueden ser més numerosos en ultimo tér- tino que los obreros manufactureros o artesanos desplaza- dos por clios. Supongamos que cn el viejo modo de Produccién, por ejemplo, el capital de £ 500 empleado semanalmente se compusicra de una parte constante de % y de una parte variable de 3%, esto es, que se invir- tiesen £200. en medios de producciény £300 on, fuerza de trabajo, digamos que a razén de £ 1 por obtero. Al surgir la industria maquinizada, 1a composicin del capital global se transforma, Se divide ahora, por ejemplo, en una parte constante de 45 y una parte variable de ¥5, © sea que tinicamente sc invierten £ 100 en fuerza de trabajo, Se despide, por tanto. a dos tercios de los obreras ‘ocupados anteriormente. Si esta industria fabril so expande y el capital global invertido —permancciendo inalteradas, las demas condiciones de produccién— aumenta de 500 a 1,500, ahora sc ocuparé a 300 obreros, tantos como antes de la revolucién industrial. Si et capital empleado sigue aumentando hasta 2.000, se ocupara a 400 obreros.. por tanto a ¥4 més que con el viejo modo de produccién En términos absolutos cl nimero utilizado de obreros ha Reports... 31st October 1856, p. 16 547 aumentado en 100; en términos relativos, esto es, en pro Porcién al capital global adelantado, ha descendido en 800, ya que en el viejo modo de produccién el capital de libras 2.000 habria ocupado a 1.200 obreros, en vez de a 400. La disminucién relativa del mimero de obreros ocupados 8 compatible, pues, con su aumento absoluto. Partiamos mis arriba del supuesto de que al crecer el capital global su composicién seguia siendo constante, puesto que no se ‘modificaban las condiciones de produccién. Pero sabemos ya que con cada progreso del régimen maquinista la parte Constante del capital, esto es, Ia que sc compone de maqui- naria, materia prima, etc., aumenta, mientras que disminuye la parte variable, invertida en fuerza de trabajo, y sabemos, asimismo, que en ningin otro modo de produccién el per feccionamiento es tan constante, y por tanto es tan variable la composicién del capital global. Este cambio constante, sin eusbargo, es interrumpido de manera también constante por lapsos de reposo y por una expansién meramente cuantitativa sobre la base técnica dada, Aumenta, con cllo, el mimero de los obteros ocupados. Asi, por ejemplo, el mimero de todos fos obreros en las fabricas claboradoras de algodén, lana, estambre, lino y seda del Reino Us ascendia en 1835 apenas a 354.684, mientras que on 1861 solo el némero de los tejedores con telares de vapor (de uno u otro sexo y de las mas diversas edades, a partir de los 8 atios) se elevaba a 230.654, Este erccimiento aparece como menos grande si se tiene en cuenta que en 1838 los tejedores manuales britanicos del algodén, junto con los familiares ocupados por ellos, eran 800.000," ara no hablar de los tejedores desplazados en Asia y en el continente europeo, En las pocas observaciones que hemos de formular {todavia respecto a este punto, nos referitemos en parte a 1 “Los sufrimientos de los tejedores manuales” (de algoun ¥ de sustancias mezcladas con ese textil) "fueron objeto de invest zacién por una comisidn de la corona, pero aunque se reconocid ¥-deplor6 ta miseria de dichas personas, la mejora (!) de sw sii cid se dej6 tibrada al azar y a fe miidanza de los tempos. y puede fesperarse ahora” ((20. afos despues!) "que esas. misetian cant (nearly) se hayan extinguido, a to cual, con tode. probabilidad, hi Conitibuido Is gran expansion actual de’ los telares de. vapor. Ubidem, p. 15.) 548 relaciones puramente de hecho, a las que atin no ha con- ducido nuestra exposicién te6rica misma. Mientras la explotacin maquinizada se expande cn un ramo industrial a costa del artesanado o la manufactura tradicionales, sus éxitos son tan seguros como lo serian los de un ejército que, armado con fusiles de percutor, luchara contra un ejército de arqueros. Ese perfodo inicial en que la maquina conquista por primera vez su campo de accién, es de una importancia decisiva a causa de las ganancias extraordinarias que ayuda a producir. No sélo constituyen éstas, en sf y para si, una fuente de acumulacién acelerada, sino que atracn a la esfera de produccién favorecida gran parte del capital social adicional que constantemente esti eredndose y que pugna por hallar nuevos campos de inver- sién, Las ventajas particulares del periodo inicial fermental y de turbulencia se reiteran constantemente en los ramos Ge la produccién donde la maquinaria se introduce por vez primera. Pero no bien el régimen fabril ha conquistado Cierta amplitud de existencia y determinado grado de ma- durez; no bien, ante todo, st. propio fundamento técnico, Ja maquinaria misma, es a su vez producido por méquinas; no bien se revolucionan la extraccién del carbén y el hierro asi como la metalurgia y el trasporte y, en suma, se esta- blecen tas condiciones generales de produccién corre: pondientes a la gran industria, este modo de produccién adquiere una elasticidad, una capacidad de expansién siibita y a saltos que s6lo encuentra barteras en la materia prima y en el mercado donde coloca sus propios productos. La maquinaria, por un lado, promueve un incremento directo de la materia prima; de esta suerte, pongamos por caso, la cotton gin (desmotadora de algodén} increments la produceién de algodén." Por otro lado, la baratura de los. productos hechos a maquina y Ios sistemas revolucio- tnados de trasporte y comunicacién son armas para la con- quista de mercados extranjeros. Al arruinar el producto artesanal de éstos, la industria maquinizada los convierte forzadamente en ‘campos de produccién de su materia prima. Asi, por ejemplo, las Indias Orientales han sido constrefidas a producir’ algodén, lana, céfiamo, yute, 2 En el libro tercero nos referiremos a otros procedimientos mediante los cuales la maquinaria influye en la produccién de la ‘materia prima. 549 ail, cte., para Gran Bretafia.”* La constante conversion cen “supernumerarios” de los obreros en los paises de gran industria fomenta, como en un inverndculo, la emigracién hhacia paises extranjeros y la colonizacién de los mismos, transformandolos en semilleros de materias primas para la metrépoli, como se transformé por ejemplo a Australia en un centro de produccién Janera.*® Se crea asi una nueva divisién internacional del trabajo, adecuada a las principales sedes de la industria maquinizada, una division que convierte a una parte del globo terrestre en campo de produccién agricola por excelencia para la otra parte, Convertida en campo de produccién industrial por excelen- cia, Esta revolucién va acompafiada de profundas trans- formaciones en Ia agricultura, de las cuales no habremos de ocuparnos aqui." TEportucin aandonre de fos Indias Orientales Cran Brtae tone i 26S fect 0 eto we spartan lamer de lr Indios Oriente: « (nam Botta tans 4 i a aS ae * ase EES "pertain tne del Cobo de Buena Esperonca Cram Bret ts BET ae Ha eS te 6S SSE as i lameie de. Auctralig a Gran Blain tgs zua.sutbean tito" $6 i086 te" BES 736.200 trae NBL desarrollo econémico de Estados Unidos es su Voz, producto de la gran industrin europea, y més partcularmente de fa gran industria inglesa. En su forma actual debe considerarselo todavia como pais colonial’ de Europa. (Fi. Agregado a la 42 edicion. — Desde entonces Estados Unidos 3¢ ha desarrollado hasta Convertir en el segundo pals industrial del mundo, sin que Por ello haya perdido lotalmente su cardcter colonial) spovacin algedgurg de Haake Uvidn a Gren Bret few tray) Tide “ats ‘i iS 185 Se feb a8 Cibadas - 150 Edin. og Heo aR {LY nova’ continda en’ pagina. siguiente.) Fecha corregida segin la 44 edicign. " Dato corregido segun la 4° edicion En la 4 edie "(1866)" « Un quintal ingles (hundredweigh) equivale a 50,802 ke. Dato cortegido segin Werke, 350 La enorme capacidad, inherente al sistema fabril, de cexpandirse a saltos y su dependencia respecto del mercado mundial generan necesariamente una produccin de ritmo febril y Ia consiguiente saturacion de los mercados, que al contraerse originan un periodo de paralizacién. La vida de la industria se convierte en una secuencia de peri dos de animacién mediana, prosperided, sobreproduccién, crisis y estancamiento, A raiz de estos cambios periddicos de} ciclo industrial, se vuelven normales la inseguridad ¢ inestabilidad que la industria maquinizada impone a la ecupacién del obrero y por tanto a su situacién vital. Excepto en las épocas de. prosperidad, los capitalistas se empefian en una lucha encarnizada por su participacién individual en cl mercado, Esta cuoia parte se halla en raz6n dirccta a la baratura del producto. Ademas de la riva- Tidad que esa lucha provoca en cuanto al uso de maqui- naria perfeccionada, sustitutiva de fuerza de trabajo, y a Ta aplicacién de nuevos métodos de produccién, se liega siempre a un punto en que se procura abaratar la mercancia mediante Ia reduccién violenta del salario por debajo det valor de la fuerza de trabajo. Por mocién del sefor Gladstone, la Ciara de los Comunes fordeng el 18 de Tebrero de 1867 que se efectuara una estadistea ‘de todos los granos, eresles y havina de diversostipos importados Yexportados por et Reino Unido entre 1831 y 1866. Doy a contr ‘nuaeion ta sintesis de los resultados. La hating esti redueida a ‘nurters de wigo.1%!> (Véase cuadro de pag. $63.] 5 En tin lamamiento a las “Trade Societies of England”, lanzado en julio de 1866 por los obreros que un “lock-out” de los fabricantes de calzado de Leicester habia dejado en ta calle, se dice entre otras. cosas: “Hace unos 20-aftos, la fabricacion de talzado. en Leicester” se. vio. revolucionada por’ la introduecion {del claveteado en vez del cosido, En eve entonces se pods nat buenos sularios. Pronto la nueva modalidad industrial se extendic considerablemente. Una gran competencia, se. eniabls entre. las Aiversas Firmas en torno 4 cul podia suminitar el articulo mas legante, Poco después, sin embargo, surgio Un lipo peor de com. Petencia, a bers el de vender en el mercado por debajo del precio Cundersel). ‘Las perniciosis consecuencias se manifestaron pronto fen lx reduccion de salarios, y tan rapida y precipitada fue ta baja ‘ke los precios del trabajo, que actualmente muchas firmas pagan pena Ta mitad del salario original. Y no oBstante, aunque tos Salarios ‘siguen reduciéndose mas y mis, tas ganancias.parecen fhumentar gon cada alteracion en le taifa'de los salarios”. —~ Los fabricantes aprovechan incluso los periodos desfavorables de la "Bn la 4# edici6n este pirrafo figura en el texto, 551 Como vemos, el aumento en el mimero de los obreros fabriles esté. condicionado por un aumento, proporcional- ‘mente mucho més répido, del. capital global invertido en las fabricas. Este proceso, empero, s6lo se cumple dentro de los periodos de flujo y reflujo del ciclo industrial. Es, ademés, interrumpido siempre por el progreso técnico que ora suple virtualmente a los obreros, ora los desplaza de manera efectiva. Este cambio cualitativo en la industria ‘maquinizada constantemente expulsa de la fabrica a obre~ oso cierra las puertas de la misma al nuevo aflujo de reclutas, mientras que la mera expansin cuantitativa de las fabricas absorbe, junto a los desplazados, a nuevos contin- gentes. De esta suerte, los obreros se ven continuamente Tepelidos y atraidos, arrojados dentro de la fabrica y fuera de ellay esto en medio de un cambio constante en lo que respecta al sexo, edad y destreza de los reclutados. Las vicisitudes del obrero fabril quedardn expuestas de la manera mejor, si lanzamos una répida ojeada sobre las vicisitudes de la’ industria algodonera inglesa. De 1770 a 18/5 la industria algodonera experiment6 5 afios de depresién o estancamiento, Durante ese primer eriodo de 45 afios los fabricantes ingleses disfrutaban del monopolio de la maquinaria y del mercado mundial De 18/5 a 1821, depresién; 1822 y 1823, prosperids 1824, se derogan las leyes’ de coalicién, * expansion general de las fébricas; 1825, crisis; 1826, gran miseria industria para obtener ganancias extraordinatias mediante exorbi- tantes reducciones de salarios, esto es, por medio de] robo directo 0 perjuicio de los medios “de. subsstencia mis. imprescindibles para el obrero. Ofrezcamos un ejemplo. Se trata de la crisis en la {ejeduria sedera de Coventry: “Segin informaciones que he rec bido tanto de fabricantes como de obreros, no cabe duda de que Jos salarios han sido rebajados en una medida mayor de Jo que Jmponia Ja competencia de productores exiranjeros U olras circuns {ancias. La mayor parte de Tos teledores trabaja con salarios redu- cidos ea un 30’ 40°%. Una pieza de cinta por la que cinco afos atrds se pagaba al tejedor 6 6 7 chelines, ahora. solo Je rinde 3 Chelines 4 peniques 6 3 chelines ¥6 peniques: olro trabajo, por el que antes se pagaban 4 chelines y hasta 4 chelines ¥'3 penigues, ‘ahora s6lo se remunera con 2 chelines 6 2 chelines ¥ 3 penigues, a rebaja de silarios es mayor de lo que se requiere pura estimular Ja demanda. De hecho, en el caso de muchas clases de cintat, la reduccién salarial ni siquiera estaba acompaada de_vna'rebaia fon el precio del articulo". (Informe. del comisionado F.'D. Longe en Children's... Fifth Report, 1866, p. 114, 0. 1.) 952 y revueltas de los obreros del algodén; 1827, leve mejoria: 1828, gran incremento de los tclares de vapor y de la exportacisn; 7829, la exportacién, particularmente a la In- 2 8 8 3 g 8 8 5 piae 3 SF & & . ge 8 § 2| i lg] £ 2 2 8 eae lle a8 5 $ gs} aeons gla 3 j §] 3 zs] Re 88 g| 3 Bice al ge] fe bg “|a t ig i i| 2 ely HW ridtg: | 2 lepgp Hea dieg | | [abs g dia, sobrepuja a la de todos los afios anteriores; 1830, mercados saturados, situacién calamitosa; de 183] a 1833, depresion sostenida; a la Compania de las Indias, Orientales se la priva del monopolio del comercio con el Extremo Oriente (India y China). 1834, gran incremento de fabricas y maquinaria, escasez de brazos. La nueva ley de pobres promueve el éxodo de los trabajadores ru- rales hacia los distritos fabriles. Barrido de nifios en los condados rurales. Trata de esciavos blancos. 1835, gran prosperidad. Simulténeamente, mueren de hambre los {ejedores algodoneros manuales, 1836, gran prosperidad. 1837 y 1838, estado de depresion y crisis. 1839, reanima- cién, 7840, gran depresién, insurrecciones, intervencién del ejército, 1847 y 1842, terribles padecimientos de los obre- 10 fabriles. 1842, los fabricantes echan de las fabricas a la mano de obra para imponer la derogacién de las leyes cerealeras. Muchos miles de obreros_afluyen a Yorkshire, en donde los rechaza el ejército; sus dirigentes son llevados ante los tribunales en Lancaster. 1843, gran miscria. 1844, reanimacién. 1845, gran prosperidad, 1846, primero auge sostenido, luego siniomas de reacciOn. Derogacién de las leyes cerealeras. 1847, crisis. Reduccién general de los salarios, en 10 % y més, para celebrar la “big loaf” (gran hogaza de pan).''*! 1848, depresién sostenida, Manchester ocupada militarmente, 1849, reanimacion. 1850, prospe- ridad. 1851, precios mercantiles en baja, salarios.bajos, frecuentes strikes (huclgas]. 1852, principia una mejoria. Continian las strikes, los fabricantes amenazan con impor~ tar obreros extranjeros. 1853, exportacion en alza. Strike de ocho meses y gran miseria en Preston, 1854, prospe- ridad, saturacién de los mercados. 1855, de los Estados Unidos, Canadé y los mercados asidticos orientales afluye uun torrente de noticias referentes a bancarrotas. 1856, gran prosperidad. 1857, crisis. 1858, mejoria. 1859, gran prosperidad, aumento de las fabricas, 1860, apogeo de la industria algodonera inglesa. Los mercados indios, austra- lianos y de otros paises se hallan tan saturados, que todavia en 1863 casi no han podido absorber toda la pacotilla. Tratado comercial con Francia. Enorme crecimiento de las fabricas y la maquinaria, 7861, el auge se mantiene durante algin tiempo, reaccién, guerra civil_norteame- ricana, escasez de algodén. De 1862 a 1863, colapso total. 554 La historia de 1a escasez del algodén es demasiado caracteristica como para no detenernos un instante en ella De las indicaciones acerca de Ia situacién del mercado mundial en 1860 y 1861 se desprende que la escasez de algod6n result6 para los fabricantes oportuna y hasta parcialmentc ventajosa, hecho reconocido en los informes de la Camara de Comercio de Manchester, proclamado en el parlamento por Palmerston y Derby y confirmado por los acontecimientos.* Por cierto, entre las 2.887 fiibricas algodoneras del Reino Unido habia, en 1861, mu- ‘chas pequefias. Segan el informe del inspector fabril Alexan- der Redgrave, cuyo distrito administrative comprendia 2.109 de esas’ 2.887 fabricas, 392 de las primeras, 0 sea 1 19 %, solo empleaban menios de 10 caballos de fuerza; 345, 0 ei 16 %, 10 y menos de 20; 1.372, en cambio, 20 y mais caballos de fuerza.*" La mayor parte de las fébricas Pequefias eran tejedurias fundadas a partir de 1858, du rante el periodo de prosperidad, en los mas de los casos por especuladores de los cuales tino suministraba el hilado, tro la maquinaria, un tercero el local, quedando la fabrica bajo la direccién de ex overlookers (capataces) 0 de otras personas de escasos recursos. En su mayor parte estos fa- bricantes pequefios se arruinaron, La crisis comercial evitada por la catdstrofe algodonera les habria deparado el mismo destino, Aunque constitulan ¥4 del nimero de empresarios, sus fébricas absorbian una parte incompara- blemente menor del capital invertido en la industria algodo- nera, En lo que respecta a la magnitud de la paralizacion, segtin estimaciones fidedignas el 60,3 % de los husos y el 58 % de los telares estaban parados en octubre de 1862. Esto se refiere a todo el ramo industrial y, naturalmente, se modificaba mucho en los diversos distritos. Slo muy pocas fabricas trabajaban a tiempo completo (60 horas, por semana); las demés, con interrupciones. Incluso en el, caso de los pocos obreros que trabajaban a tiempo com- pleto y con el pago a destajo habitual, su salario semanal se reducia necesariamente a causa del remplazo de algodén mejor por algodén peor, del Sea Island\*"®S) por egipcio (en las hilanderias finas), del norteamericano y egipcio por el surat (de las Indias ‘Orientales) y del algodén puro Clr, Reports... 3181 October 1862, p. 30 2 bide, pp. By 19. 555 por mezelas de desperdicios de algodén con surat. La fibro ‘mas corta del algodén surat, su estado de suciedad, 1a mayor fragilidad de las hebras, a sustitucién de la harina, en el apresto de 10s lizos, etc, por todo tipo de ingredientes mas pesados, disminufan la’ velocidad de la maquinaria © el nimero' de los telares que. podia vigilar un tcjedor, aumentaban el trabajo, a causa de las fallas de la maquina, y reducian, junto a la masa de productos, el pago a destajo Utiizando surat y trabajando a tiempo completo, la pérdida del obrero ascendia a 20%, 30% y mis. Pero ademis Ja mayor parte de los fabricantes redujo la tarifa del de: tajo en 5, 7% y 10%. Se comprende, por tanto, cul seria la ‘situaciéa de quienes s6lo estaban ocupados 3, 3 ¥4 6 4 dias por semana o sélo 6 horas por dia. En 1863, ya después que se hubiera experimentado una mejoria rela: tiva, los salarios semanales de los tejedores, hilanderos, etc, eran de 3 chelines y 4 penigues, 3 chelines y 10 peniques 4 chelines y 6 peniques, 5 chelines y 1 penique, ete" Incluso bajo estas circunstancias angustiosas, no Se ago- taba Ia inventiva del fabricante en materia de descuentos salariales. Estos en parte se imponian como multas por las fallas del articulo debidas al mal algodén proporcionado Por el fabricante, a Ia maquinaria inadecuada, te. Pero alli donde el fabricante era propietario de las. contages [casitas] de los obreros, se cobraba por si mismo el alquiler, descontindoto del salatio nominal. El inspector fabril Red- grave narra el caso de self-acting minders (los que vigilan Varias selj-acting mules) “gue al término de una quincena de trabajo completo ganaban 8 chelines y 11 peniques, suma de la cual se les descontaba el alquiler —aungue el patrén les devolvia la mitad como regalo—, de tal manera que los minders llevaban a su casa 6 chelines y 11. peni- gues. [...] El salario semanal de los tejedores era, durante Ja lima parte de 1862, de 2 chelines y 6 peniques on adelante." Aun cuando los operarios trabajaban sélo a tiempo reducido, era frecuente que de los salarios se Jes descontara el alquile."” ;Nada de extrafio, entonces, que cn algunas zonas de Lancashire estallara una especie de peste del hambre! Pero més caracteristico que todo esto 2 Reports... 31st October 1863, pp. 41-88. 51 29 Thidem, pp, 1. 2. 30 Tbidem, pe 57. 556 era emo el revolucionamiento del proceso de produccién se verificaba a costa del obrero. So trataba de genuinos experimenta in corpore vili (experimentos en um cuerpo carente de valor), como los efectuades en ranas por los anatomistas. “Aungue he consignado”, dice el inspector fabril Redgrave, “los ingresos efectivos de los obreros en muchas fabrieas, de esto no debe deducirse que cada semana perciban el mismo importe. Los obreros estin sujetos a las mayores fluctuaciones a causa del constante experimentar (experimentalising) de los fabricantes.... Los ingresos de los obreros aumentan 0 disminuyen segin la calidad de las mezclas de algod6n; a veces s6lo distan un 15 % de sus ingresos anteriores, y uma o dos. semanas despues disminuyen hasta un 50 6 60.%.”*" Dichos expe- rimentos no sélo se hacian a costa de los medios de subsis- tencia de los obreros: éstos tenian que pagarlos con todos, sus cinco sentidos. “Los obreros ocupados en abrir los fardos de algodén me informan que el hedor insoportable les provoca nauseas ... En los talleres de mezcla, scribbling {earmenado] y cardado, el polvo y la suciedad que se des- prenden irritan todos los orificios de la cabeza, producen tos y dificultan la respiracién. Como las fibras son muy cortas, se les agrega una gran cantidad de apresto, y preci- samente todo tipo de susttutos en lugar de la harina, usada antes. De ahi las néuseas y Ia dispepsia de los tejedores. Debido al polvo, la bronquitis esté goneralizada, asi como la inflamaci6n de la garganta y también una enferme- ddad de la piel ocasionada por la irritacin de ésta, a causa a su vez de la suciedad que el surat contienc.” Por otra Parte, los sustitutos de la harina, como aumentaban el peso del hilado, eran para los fabricantes un saco de For- tunato.'""! Gracias a ellos, “15 libras de materia prima, una vez hiladas, pesaban 26¢ libras”.#** En el informe de los inspectores fabriles fechado el 30 de abril de 1864 puede leerse: “La industria actualmente explota esta fuente de recursos en una medida realmente vergonzosa, De buena fuente sé que 8 libras de tejido se fabrican con 5 % Tibras de algodén y 2%libras de apresto. Otro tejido de 5 4 libras contenia 2 libras de apresto. Se trataba cn este case 24 Ibidem, pp. 50, 51. 842 Tide Pp. 62. 63, © En Werke se corrige: "20" 557 de shirtings (telas para camisas] ordinarias destinadas a Ia exportacion. En géneros de otros tipos se agrega a veces un 50 % de apresto, de manera que los fabicantes pusden jactarse, y efectivamente se jactan, de que se enriquecen vendiendo tejidos por menos dinero del que cuesta el hilado contenido nominalmente en los mismos".*** Pero los obre- ros no s6lo tuvieron que padecer bajo los experimentos de los empresarios cn las fabricas y de los municipios fuera de éstas, no solo por la reduccién de salarios y la carencia de trabajo, por la escasez y las limosnas, por los discursos ‘encomigstices de los lores y de los comunes. “Infortunadas mujeres a Tas que la crisis algodonera habia dejado sin ‘ocupacién, se convirtieron cn la escoria de la sociedad y siguen signdolo... El nlimero de las prostitutas jévenes hha aumentado mas que de 25 altos a esta parte."*"" Como habiamos visto, pues, en los primeros 45 afos de la industria algodonera’inglesa, de 1770 a 1815, s6lo se encuentran 5 aiios de crisis y estancamiento, pero éste era el perfodo en que dicha industria ejerefa un monopolio mundial. El segundo perfodo, o sea los 48 afos que van de 1815 a 1863, sdlo cuenta 20 afios de reanimacién y rosperidad contra 28 de depresién y estancamiento, En 1815-1830 principia a competencia con la Europa conti- ental y Estados Unidos. A partir de 1833 la expansion de los mereados asisticos se impone a través de la “destruc- cién de la raza humana’! Desde la derogacion de las leyes cerealeras, en 1846, hasta 1863, hubo 8 afos de animacién media y prosperidad y 9 de depresién y estanca- micnto. La nota que incluimos al pie permite juzgar acerca de cual era la situacién de los obreros varones adultos en las fébricas algodoneras, incluso durante las épocas de prosperidad.*** 2 Reports... 30th April 1864, p. 21. 1" De una carta del chief constable [jefe de policial de Bolton, Harris, en Reports... 3131 October 1865, pp. 61. 62 21 En un llamumiento de las obreros algodoneros (primavera ste 1863) para formar una sociedad de emigrucion, se dice entre ‘tras conas: "Pocos negarin que hoy en dia es absolvtamente nese Sarl una gran emigracion de los obreros fabriles [Pero que fn todos los tiempos es nevesaria una gran cosriente émigratoria ¥ que sin la misma es imposible mantener nucsira posicion en fempox normales es algo. que los hechos siguientes demuestra cn el afo 1814, el valor ofieial” (que no es més que un indice de 1a) Cuntidad) “Ge los articulos de algodén exportados. tue. de 558 8. Revolucién operada por Ja gran industria en Ia manufactura, la artesania y Ia industria domiciliar Hemos visto cémo la maquinaria suprime la coopera- cién fundada en las artesanias, asi como la manufactura ‘asada en el trabajo artesanal. Un ejemplo del primer tipo es la maquina segadora, que sustituye la cooperaciin de Tos segadores. Un ejemplo coneluyente del segundo tipo es la maquina para la fabricacién de agujas de coser. Segtin ‘Adam Smith, en su época /0 hombres, mediante la division, Gel trabajo, tcrminaban diariamente mis de 48.000 agujas de coser. Actualmente, en cambio, una sola méquina sumi- nistra 145.000 agujas en una jornada laboral de 11 horas. ‘Una mujer o una muchacha vigila término medio 4 de tales maquinas y por tanto produce diariamente, gracias a la maquinaria, 600.000 agujas de coser, y por semana més de 3.000.060. Pero cuando una sola maquina de trabajo © 17-668.378: su valor real de mercado, de £ 20.070.824, En 1858 Valor oficial de lon artculos de algodsn exportados ascendio a SE “Tn2-221.681; su valor teal de mercado solo a -£ 43.001.322, de tal suerte que ls decuplcacion dela canilad apenas trap apa: teiada algo mis de la duplicacion del equvalente. Diversaseausas Sonsomitanes produjeron este resltado tan furesto para cl pas én general y 1 obreron fabsies en particular») Una de las movin ts he conte sperandancia de wai, dpe le cm este vamo indusrial que, so pena de aniguilact, requier= th expan Conan demerced: Nossa bin algae rian verse parlizadas por el etencamlemo peiosico de comercip- exancamiesio tn inevitable, ajo lorena ach como ls propia muerte. Pero no por ello descansa el ingenio hus ‘mano. Augie 6 millones ~-quedéndonos corto han absndonado Gxte pa durante Ws tition 28 afos. hay un elevado porcent de varones adult que 9 causa [. +.) del continuo desplazamienton de obreros parm abarstar cl prodicio esta imposiittado de conse. fir ocupacion de ningin po en las labrices, ajo chalesquiera fondiiones gt cae pus de. prosperdad min porte Sod April 1863, ‘tn apitale posterior se Uru ria durant a este igodanea los sehres Larson: tes prosuraron, por todos los medion recuitiendo neh. la Jueraa tata. ape Ta emipracign de is obreox fabri Se Childrens. Third Report, 1864, p. 108, 9.447 359 ‘ocupa el puesto de la cooperacién 0 de la manufactura, Puede convertirse a su vez, nuevamente, en fundamento de una industria artesanal. Aun asi, esta reproduccién, fundada cn la maquinaria, de la industria artesanal solo constituye el trdnsito a la industria fabril, transito que por lo regular se verifica toda vez que la fuerza motriz mecé- ica —el vapor o el agua— sustituye en el movimiento de la maquina a los mésculos humanos. Esporadicamente, pero en todos los casos slo de manera transitoria, la industria practicada en pequefia escala puede asociarse a la fuerza motriz mecénica: alquilando el vapor, como ‘ocurre en algunas manufacturas de Birmingham, utilizando Pequefias méquinas caléricas,!""*! como en cicttos ramos de Ia tejeduria, etc. En las sederias de Coventry se desa- rrollé de manera natural el experimento de las “fabricas- cottages”. En el medio de filas de cottages [casitas], dis- uestas en cuadro, se levantaba una llamada engine-house {casa de maquinas], unida por drboles con los telares on las cottages. En todos los casos se alquila el vapor, por ejemplo 2.2% chelines por telar. Este alquiler del vapor era paga- dero semanalmente, funcionaran los telares o no. Cada cottage contenia de 2 a 6 telares, pertenecientes a los trabajadores o comprados a cfédito 0 alquilados. La lucha entre la fabrica-cortage y Ia fébrica propiamente dicha duré més de doce aifos, y ha finalizado con la ruina total de las 300 cottage factories.*"* Cuando la naturaleza del proceso no implicaba desde un principio la produccién en Bran escala, las industrias implantadas en los dltimos dece- ‘ios —como por ejemplo la fabricacién de sobres, la de plumas de acero, etc— por lo general pasaron primero Por el régimen artesanal y luego por el manufacturero, Como efimeras fases de transicién que desembocan final- ‘mente en el régimen fabril. Esta metamorfosis sigue presen tando las mayores dificultades alli donde ta produccidn ‘manujacturera del articulo no incluye una secuencia de Procesos evolutives, sino una multiplicidad de procesos 3 En Estados Unidos es frecuente esta reproduccién del eé- sgimen artesanal sobre la base de Ta maquinaris, Precisamente por ello Ta concentracion, cuando se verifique el inevitable pussje 4 la ‘industria fabril, avanzaré alll con botas de siete leguss, en compar racién con lo que ocurre en Europa e incluso en Inglaterr M8 Cie. Reports... 3131 October (865. p. 64. 560 dispares. Fue éste, por ejemplo, cl gran obstiiculo que eneontré la fabricacién de plumas de acero, No obstante, hhace ya unos quince aflos se invent6 un aut6mata que gjecuta simulténeamente seis procesos heterogéneos, En 1820, la industria artesanal suministr6 la primera gruvsa de plumas de acero, al precio de £7 y 4 chelines: la ‘manufactura las entregaba en 1830 a 8 chelines, y hoy el sistema fabril la vende a los mayoristas al precio de 2 a 6 peniques.*# by Repereusién det régimen fabril sobre 1a. manufactura y Ia industria dombellaria Con et desarrollo del sistema fabril y el consiguiente trastocamiento de la agricultura, no solo se amplia la escala de la produccién en todos los demds ramos de ta industria, sino que ademas se modifica su cardcter. En todas partes se vuelve determinante el principio de la industria maquinizada, esto es, analizar el proceso de pro- duccién en sus fases constitutivas y resolver, mediante Ja aplicacion de la mecénica, de la quimica, etc., en una palabra, de las ciencias naturales, los problemas asi plan- teados.'La maquinaria, por tanto, se abre paso ora en este, ora en aquel proceso parcial dentro de las manutac- turas. Se disuelve, con ello, fa cristalizacion rigida inherente a la organizacién de aquéllas, surgida de la vieja divisién del trabajo, dejando el lugar a un cambio incesante. Pres- cindiendo de ello, se trastoca de manera radical la composicién del obrero global o del personal combinado de trabajo. Por oposicién al periodo manufacturero, el plan de la division del trabajo se funda ahora, siempre que sea factible, en el empleo del trabajo femenino, de nifos de todas’ las edades, de obreras no. calificados, en suma: en el “cheap labour” 0 trabajo barato, como 9 Bl sefior Gillot instalé. en Birmingham la primera man factura en gran escala dedicada a producir plumas de acero. Ya en 1851 suministraba més de 180 millones de plumas y consumis 120 toneladas anuales de chapa de acero. Birmingham, que en el Reino Unido monopoliza esta industria, produce hoy miles de. mi: Hones de, plumas de acero por aio, Segin el censo de 1861 el numero de, personas ocupedas.ascendia a" 1-426, inclusive 1.268 obreras de S'anos de edad en adelente. 561 caracteristicamente 1o denominan los ingleses. Se aplica esto no slo a toda la produccién combinada y en gran scala, emplee 0 0 maguinaria, sino también a fa llamada industria domicitiaria, ya se la practique en las viviendas 4¢ los obreros o en talieres pequerios. Esta llamada industria domiciliaria, la de nuestros dias, no tiene nada en comin, salvo el nombre, con la industria domiciliaria al estilo antiguo, que presuponfa un artesanado urbano indepen- diente, una economia campesina autnoma y ante todo tun hogar donde residia la familia trabajadora, Actualmente, «sa industria se ha convertide en el departamento exterior de la fdbrica, de la manujactura 0 de la gran tienda, Ademés de los obreros de las fabricas y manufacturas y de Jos artesanos, a los que concentra espacialmente en grandes masas y comanda de manera directa, el capital mueve, por medio de hilos invisibles, a otro ejército: el de los obreros a domicilio, dispersos por las grandes ciudades y la campafa. Un ejemplo: la fbrica de eamisas de los Seiores Tillie, en Londonderry, Irlanda, ocupa a 1.000, obreros fabriles y a 9.000 obretos domiciliarios desperdi- gados por el campo." La explotacion de fuerzas de trabajo baratas e inma- luras Hega a ser més desvergonzada en la. manufactura moderna que en la fabrica propiamente dicha, porque 1a base téenica existente en ésta, asf como el remplazo de fuerza muscular por las miquinas y la facilidad del trabajo, en gran parte no existen on aquella, que a la vez somete el cuerpo de mujeres o nifios, de la manera més inescrupulosa, al influjo de sustancias t6xicas, ete. Esa explotacién es mis desvergonzada en la llamada industria domicilaria que en la manufactura, porque con la disgregacién de los obreros, disminuye su capacidad de resistencia; porque toda una serie de parisitos rapaces se interpone entre el verdadero patrén y cl obrero; porque el trabajo hecho a domiclio tiene que competir en todas partes y en el mismo ramo de la produccién con la industria maquinizada o por 10 menos con la manufacturcra: porque la pobreza lo priva al obrero de las condiciones de trabajo mas imprescindibles, de espacio, luz, ventilacion, cte.; porque se actecienta la Inestabilidad de la ocupacidn y, finalmente, porque en esos sltimes refugios de los obreros convertidos en “supernume- * Children’s... Second Report, 1864, p. LXVIIL, n, 41S. 562 rarios” por la gran industria y la agricultura, 1a compe- tencia entre los obreros sleariza necesariamente sv nivel iniximo. La economizacién de los medios de produecién, hhecho que la industria maquinizada desarrolla de manera sistematica por primera vez y que implica al mismo tiempo y desde un principio cl despilfarro més despiadado de Inerza de trabajo, asi como el despojo de los supuestos normales de la funcién laboral, pone ahora tanto més de relieve su_aspecto antagénico y homicida cuanto menos desarrolladas estén en un ramo industrial la fuerza produc- tiva social del trabajo y la base técnica de los. procesos combinados de trabajo. ©) La manufactura moderna ustraré ahora con algunos ejemplos las proposiciones ‘enunciadas arriba. El lector, en realidad, conace ya la am- plisima documentacién que figura en la seceién sobre la jornada laboral. Las manufacturas de metales en Birming- ham y sus alrededores emplean, en trabajos en gran parte muy pesados, 30.000 nifios y adolescents y ademas 10.000 mujeres. Se los encuentra aqui en las insalubres fundiciones de lat6n, fabricas de botoncs, talleres de vidriado, galvani- zacién y laqueado*" A causa del trabajo excesivo que eben ejecutar sus obreros, adultos y no adultos, diversas imprentas londinenses de periddicos y de libros han recibido el honroso nombre de “el matadero”'% Los mismos excesos, cuyas victimas propiciatorias, principalmente, son aqui mujeres, muchachas y nifios, ocurren en los taileres de encuadernacién. Trabajo pesado para nifios y adoles- centes en las cordelerias, trabajo nocturno en las salinas, cn las manufacturas de bujfas y otras manufacturas quimi- cas; utilizacién criminal de adolescentes, para hacer andar los telares en las tejedurfas de seda no accionadas mecini- camente.* Uno de los trabajos mas infames y mugrientos GY hasta nifos on Tox tlleres de taj limas, en Sheffield 1 ble Children's, Fifth Report, 1866, 9. 3. 0. 24: p. 6 8. 85, $6: p. 7,0. $9, 60. Biden pp. 114, 115, 0. 6-7. EI comisionado observa, con acierio, que i bien To habitual es que la méquina susttuya al hom. bre, agut es el adolescente el que verbatim {literalmente] sistituye ala miquina 563 ¥ peor pagos, en el que preferentemente se emplea a mus Cchachitas y mujeres, es el de clasificar trapos. Es sabido que Gran Bretaha, aparte de sus inmensas existencias de hharapos, es el emporio del comercio trapero de todo el mundo. Afluyen a raudales, hacia Gran Bretafia, trapos rocedentes de Japén, de los mas remotos estados Sudame- ricanos y de las islas Canarias. Pero las principales fuentes de abastecimiento son Alemania, Francia, Rusia, Italia, Egipto, Turquia, Bélgica y Holanda. Se los utiliza como abono, para la fabricacién de relleno (de acolehades), shod- dy (lana artificial) y como materia prima del papel, Las clasificadoras de trapos sirven de vehiculos difusores de Ja viruela y otras enfermedades infecciosas, de las que son las primeras victimas." Un ejemplo clasico de trabajo excesivo, de una labor abrumadora e inadecuada y del Consiguiente embrutecimiento de los obreros consumidos desde la infancia en esta actividad, es —junto a la produc- ccién minera y del carbén— la fabricacién de tejas 0 la- dritfos, en la cual en Inglaterra s6lo se emplea esporidica- mente la méquina inventada hace poco.* Entre mayo y setiembre el trabajo dura de 5 de la maftana a 8 de la roche, y cuando el secado se efectia al aire libre, el horario suele abarcar de 4 de la mafiana a9 de la noche. La jornada laboral que se extiefide de las 5 de la mafiana a las 7 de la noche se considera “reducida”, “moderada” Se emplea a nifios de uno u otro sexo desde los 6 y a veces desde los 4 afios de edad, incluso. Cumplen el mismo ho- rario que los adultos, y a menudo uno mas extenso. El trabajo es duro, y el calor estival aumenta aun mis cl agotamiento. En un tejar de Mosley, por ejemplo, una muchacha de 24 afios hacia 2,000 tejas por dia, ayudada por dos muchachitas que le llevaban el barro y apilaban las, tejas, Estas chicas transportaban diariamente 10 toneladas: extraian el barro de un pozo de 30 pies® de profundidad, subjan por las resbaladizas laderas y llevaban su carga un punto situado a 210 pies de distancia, “Es imposible +1 Véase el informe sobre el comercio de trapos y ubundante ocumentacion en Public Health, Eighth Report. Londres. 1866, apéndice, pp. 196-208. * En la 4 ediciéa: Unos 9m. © 65m, aproximadamente 1866)". 564 que un nifio pase por el purgatorio de un tejar sin experi- ‘mentar una gran degradacién moral ... El lenguaje procaz que se los acostumbra a oir desde su més tierna infancia, los habitos obscenos, indecentes, desvergonzados entre los que se erfan, ignorantes y semisalvajes, los convicrten para el resto de su vida en sujetos desaforados, corrom- pidos, disolutos... Una fuente terrible de desmoralizacién es el género de vida. Cada moulder [moldcador]” (el obrero rerdaderamente calificado, jefe de un grupo de obreros) ‘proporciona a su cuadrilla de 7 personas casa y comida ‘en su choza cottage. Hombres, muchachos y muchachas, pertenecientes o no a la familia del moldcador, duermen en la choza, que generalmente se compone de dos, sélo excepcionalmente de tres, habitaciones a ras del suelo y malamente ventiladas. Esta gente se halla tan exhausta tras el dia de duro trabajo, que no se observan ni en lo més m nnimo las reglas de la salud, de la limpieza 0 de la decencia. Muchas de estas chozas son verdaderos modelos de desor- den, suciedad y polvo... El mayor mal del sistema de emplear muchachitas en este tipo de trabajo, consiste en que por regla general las encadena desde Ia nifiez y por toda la vida a la chusma més depravada, Se convierien en mu- chachos groseros y deslenguados (rough, foul-mouthed boys) antes que la naturaleza les ensefie que son mujeres. Vestidas con unos pocos trapos sucios, con las. piernas desnudas muy por encima de la rodilla y el cabello y las cearas pringosos y embarrados, aprenden’a tratar con des- precio todo sentimiento de decencia y de pudor. A la hora de comer estén tumbadas en el suelo u observan cémo los jvenes se baitan en un canal vecino, Finalmente, una vez terminada su ruda labor, se ponen vestidos mejores y acompafian a los hombres a las tabernas.” Nada més natural que la enorme difusién del alcoholismo, ya desde Ia infancia, entre este tipo de obreros. “Lo peor vs que los ladrilleros desesperan de si mismos. ;Usted, le decéa uno de los mejores al vicario de Southalifield, lo mismo podria tratar de educar y mejorar a un ladrillero que al demonio, sefior!” ("You might as well try to raise and improve the devil as a brickie, Sir!") 234 Children's... Fifth Report, 1866, pp. XVI-XVIL. 0. 86: 97 ¥ pp. 130-133, 9. 39-71. Cle. también’ Children’s... Third Report, 1864, pp. 48, 56. 565 Acerca de cémo los capitalistas economizan las condi- ciones de trabajo en la manufactura moderna (por 1a cual entendemos agut todos los talleres en gran escala, a excep- cin de las fabricas propiamente dichas), se encuentra abundantisimo material oficial en los Public Health Reports IV (1861) y VI (1864). Las descripciones de los work- shops (talleres), particularmente los de los impresores y sastres londinenses, sobrepujan las fantasias mas repulsi- vas de nuestros novelistas. Se comprende de suyo el efecto sobre el estado de salud de los obreros. El doctor Simon, el funcionario médico de mayor rango del Privy Council "™ y editor oficial de los Public Health Reports, dice entre ‘otras cosas: “En mi cuarto informe” (1861) * “mosteé ‘eSmo para los obreros es practicamente imposible insistir en lo que es su primer derecho sanitario: el derecho, sea cual sea Ja tarea para la que los retine su patrén, a que el trabajo esté exento, en todo lo que de aquél dependa, de toda con- dicién insalubre evitable. Demostré que mientras los obreros sean précticamente incapaces de imponer ellos mismos esta justicia sanitaria, no podrén obtener ninguna ayuda efectiva de los funcionarios designados por la policia sanitaria La vida de mirfadas de obreros y obreras es ahora inttil- mente atormentada y abreviada por los interminables sufti- ‘mientos fisicos que su mera ocupacién les inflige™."* Para itustrar la influencia que cjercen los locales de trabajo sobre el estado de salud, el doctor Simon incluye en st informe la siguiente tabla de mortalidad: 958.265 Agricultura en_In- slaterray Gales 743 80S 1.145 22301 hombres ) T2377 mupnes’ | Sasires londinenses 988 1.262 2.093 13803 Impresores londi 25 Public Health. Stvth Report, Londres, 1864, pp. 29, 31 = bidem, p. 30, Observa el dactor Simon que a mortaidad Ue Jos sastres"e”impresores londinenses de" 25 4°35 alos es. en * Een el original, por error. “186”, Véase en este mismo pé srafo, mic atria 566 6) La Industria domicitaria moderna Paso ahora a la llamada industria domiciliaria. Para formarse una idea de esta esfera capitalista de explotacion crigida en cl traspatio de la gran industria, asi como de sus monstruosidades, considérese por ejemplo cl caso, al parecer tan plenamente idilico, de la produccidn de clavos que se lleva a cabo en algunas apartadas aldeas de Ingla- terra." Basten aqui unos pocos ejemplos que nos propor ciona la conjeccién de puntillas y de paja trenzada, ramos ain no maquinizados 0 que compiten con la industria maquinizada o manufacturer De las 150.000 personas ocupadas en la produccién inglesa de puntillas, se aplican aproximadamente a 10,000 las disposiciones de la ley fabril de 1861. La abrumadora mayoria de las 140.000 restantes son mujeres, adolescen- tes y nifios de uno u otro sexo, aunque el masculino s6lo esti débilmente representado, Del siguiente cuadro pre~ parado por el doctor Trueman, médico en el General Dispensary [Policlinica general] de Nottingham, se deduce cul es el estado de salud de este material “barato” de explotacién, De cada 686 pacientes puntilleras, en su ma- yor parte entre los 17 y los 24 aiios de edad, estaban tisieas: 1852, 1 de cada 45 1897, 1 de cada 13 1853, 1 de cada 28 1858, 1 de cada 15 1854, 1 de cada 17 1859, 1 de cada 9 1855, 1 de cada 18 1860, 1 de cada 8 1856, 1 de cada 15 1861, 1 de cada 8. realidad mucho mayor. pues sus. patrones de Londres obtienen en el campo un gran nimero de jgvenes de hasta 30 hos, os fue. hacen ‘trabajar como “aprendices” ¢ “improvers” (personas ue quieren perfeccionarse en st oficio), Estos figuran en el censo Come londinenses, hacen que aumente ef mero de persons sobre fh que se calcula ia tus de mortalidad ela capital, pero” sin Contribuir proporcionalmente al mero de defunciones tondinenses Gran parte de ellos welve al campo, en efecto, y muy especial mente ‘en caso de enfermedad grave. (Ibidem,) So" Se teats agui de clavos hechos a martillo. a diferencia de tos tajados ) miguina. Véase Children's. Third Report, pig nay Xb, XIX, n. 125-130; p52, 11: pp. 13-114. n. 487. p. 137 nota 674 © Children's... Second Report, p. XXM, n. 166. 567 Este incremento en la tasa de Ia tisis ha de resultar suficiente al progresista més leno de optimismo y al més embustero faucheriano 1"! de los mercachifles alemanes del librecambio. La ley fabril de 1861 regula la confeccién de puntillas propiamente dicha, siempre que ésta se efectiie por medio de maquinaria, Io’ cual en Inglaterra es lo normal. Los ramos que examinaremos aqui con brevedad, y precisa- mente s6lo aquellos en que los obreros en vez de estar concentrados en manufacturas, grandes tiendas, ete., son los llamados obreros a domicilio, se dividen en dos: 1) el finishing (altima mano dada a las puntillas fabricadus 4 méquina, una categoria que a su vez reconoce numerosas subdivisiones); 2) la confeccién de encajes de bolilos. El lace finishing {terminaci6n de las puntillas] se prac- tica como industria doméstica, ora en las llamadas “mis tresses houses” [casas de patronas], ora por mujeres que trabajan_en sus propias casas, solas 0 con sus nifos, Las mujeres que regentean “mistresses houses” son tam- bien pobres. El local de trabajo constituye una parte de su vivienda, Reciben pedidos de fabricantes, propietarios de srandes tiendas, ete., y emplean mujeres, muchachas y nifios equeios, segiin el tamaio de las habitaciones disponibles y la demanda fluctuante del negocio. El mimero de las obreras ocupadas oscila entre 20 y 40 en algunos de estos locales, y entre 10 y 20 en otros. 6 afos es la edad minima media & la que los nifios empiezan a trabajar, pero hay no ocos que no han cumplido los 5. La jornada laboral habitual dura de 8 de la maftana a 8 de la noche, con 1 14 horas para las comidas, las cuales se cfectian @ horas irce- gulares y a menudo en las mismas covachas hediondas donde se trabaja. Si los negocios marchan bien, la tarea suele durar desde las 8 (a veces desde lus 6) de la mafana hasta las 10, las 11 0 las 12 de la noche. En los cuarteles, ingleses las ordenanzas fijan en 500-600 pics ctibicos* el espacio que toca a cada soldado; en los lazaretos milita res, de 1,200.* En esas covachas donde trabajan las pun- tlleras corresponden de 67 a 100 pics cibicos* a cada Persona. Al mismo tiempo, la luz de gas consume el oxigeno De 14 a 17 m*, aproximadamente Unos 34 m De 1.3 a 2.8 m’, aproximadamente del aire. Para que no se ensucien las puntillas, a. menudo se obliga 2 los nifios a descalzarse, incluso en invierno, aunque el piso sea de baldosa o ladrille. “No cs nada inhabitual encontrar en Nottingham de 15 a 20 niios apefiuscados en un cuartito de, talvez, apenas 12 pies? de lado, ocupados durante 15 de las 24 horas en un tra- bajo agotador en si mismo por su aburrimiento y monoto- nia, y practicado ademas en las condiciones mas insalubres. Incluso los nifios més pequefios trabajan con una atencion reconcentrada y una velocidad asombrosas, no dando casi nunca descanso a los dedos ni enlenteciendo su. movi- tmiento. Si se les dirige una pregunta, por temor a perder un instante no Ievantan los ojos del’ trabajo.” La “vara” sicve a las “mistresses” como estimulo, al que se recurre 4 medida que se prolonga la jornada de trabajo. “Los chi- 0s se cansan poco a poco y se vuelven tan inquictos como Péjaros, a medida que se acerca el término de su larga Sujecién a una actividad monstona, dafina para la vista, agotadora por la posicién uniforme del cuerpo. Es un verdadero trabajo de esclavos.” ("Their work is] ike slavery.”)° Cuando las mujeres trabajan con sus propios hijos en sw casa —en el sentido moderno, esto es, en un cuarto alquilado—, por lo comin en una buhardilla, as condiciones son aun peores, si cabe. Este tipo de trabajo se reparte en un circulo de’ 80 millas® de radio con cen- tro en Nottingham. Cuando el chico empleado en una gran tienda deja el trabajo a las 9 6 10 de la noche, es frecuente que se le entregue un paquete con puntillas para que las termine en casa. El fariseo capitalisa, representado por uno de sus sietvos asalariados, naturalmente que lo hace con la untuosa frase: “Esto ¢s para mama”, pero sabe ‘muy bien que el pobre nfo tendré que sentarse y ayudar." La industria de los encajes de bolillos esta establecida principalmente en dos distritos agricolas ingleses; el distro untillero de Honiton, que ocupa de 20 a 30 millas® a lo 28 Ibidem, pp. XIX, XX. XXL 48° Tbidem, pp. XX, XXU. Nuesira version coincide con el original inglés, segin T1467: "a small room of, perhaps, not more than 12 feet square” * Unos 128 km. De 32 2 48km, aproximadamemte 569 largo de la costa meridional de Devonshire e ineluye unos pocos lugares de North Devon, y otro distrito que abarca {ran parte de los condados de Buckingham, Bedford, North- amptony las comarcas colindantes de Oxfordshire y Huntingdonshire. Las cottages de los jornaleros agricolas son, por regla general, los locales de trabajo. No pocos dueitos de manufacturas emplean mis de 3.000 de esos obreros a domicilio, de sexo femenino sin excepcién, prin- cipalmente nifas y adolescentes. Se repiten aqui las con- iciones descritas en el caso del face finishing. Slo que las mistresses houses” ceden el Iugar a las llamadas “lace schools” (escuelas puntilleras), regenteadas por mujeres pobres en sus chozas. Desde los’ aitos de edad —y a veces, desde antes— hasta los 12 6 15 trabajan las nis en esas escuclas; durante cl primer afi, las més jovenes trabajan de 4 a8 horas, y mas adelante de las 6 de la mafiana a las 8 y las 10 de Ta noche. “Los locales, en general, son Jas salas ordinarias de chozas pequefias; Ia chimenea esté tapada para evitar las corrientes de aire, y quienes ocupan aquéllos no cuentan con mas calefaccién que su. propio calor animal, a menudo también en cl invierno. En otros casos estas ‘presuntas aulas escolares no son més que locales semejantes a cobertizos pequefios, desprovistos de hogar... El hacinamiento en estas covachas y cl consi- uiente enviciamicnto del aire son_a menudo extremos. A esto se agrega el efecto nocivo de las canaletas, letrinas, sustancias en descomposicién y otras inmundicias usuales en las inmediaciones de las cottages pequefias.” Y en lo que respecta al espacio: “En una escuela de puntillas, 18 muchachas y la maestra, 33 pies eibicos* por persona; cen otra, insoportablemente hedionda, 18 personas, 24 Ys pies cibicos® por cabeza. En esta industria trabajan nifias do 2 afios y 244 aos”. Donde termina cl eneaje de bolillos en los condados rurales de Buckingham y Bedford, comicnza cl irenzado de paja. Se extiende por gran parte de Hertfordshire y las comarcas occidentales y septentrionales de Essex. En 1861 28 Ihidem, pp. XXIX, XXX. 093 m’. aproximadamente. En lu 2° ediciin, “35 pies cb: 0s" (039m), "0.69 m", aproximadamente 570 estaban ocupadas en Ja industria de trenzar paja y hacer Sombreros de ese material 48.043 personas, 3.815 de las cuales eran de sexo masculino, de todas las edades; de las restantes, de sexo femenino, 14.913 eran menores de 20 afios, entre ellas 7.000 nifias. En lugar de las escuclas puntilleras aparecen aqui las “straw plait schools” (escuelas Ue trenzar paja), Los nifios suclen comenzar su instruccién en el arte de trenzar paja a los 4 anos de edad, pero a veces entre los 3 y Jos 4. Educacién, naturalmente, no reciben. ninguna. Los propios nifos denominan a las. escuelas elementales “natural schools” (escuelas naturales), por oposicién a estas instituciones succionadoras de sangre, ca las que se los obliga a trabajar hasta que terminen ja can- tidad de producto exigida por sus madres medio hambricn- tas, por lo general 30 yardas cada dia, Estas madres suelea hacerlos trabajar luego cn sus casas, hasta las 10, las 11 y las 12 de la noche. La paja les corta los dedos y la boca, én la que la humedecen constantemente. Segiin cl dictamen conjunto de los funcionarios médicos de Londres, resumido por el doctor Ballard, el espacio minimo requerido para cada persona, en un dormitorio © cuarto de trabajo, es de 300 pies cibicos® Pero en las escuclas de tejer paja cl espacio se distribuye més ahorrativamente que en las escue- las puntilleras: 1234, 17, 1844 y menos de 22 pies cibicos4 por persona. “Los guarismos més pequefios de éstos”, dice el comisionado White, “representan menos es- ppacio que la mitad del que ocuparia un nifio empaquetado €0 una caja que midiera 3 pies® en todos los sentidos.” Asi disfrutan de la vida estos chicos hasta los 12 0 los 14 anos. Los padres, miscrables y degradados, sélo piensan en extraer lo mds posible de sus hijos. A éstos, una vez creci dos, se les importa un comino de sus progenitores, como es logico, y los abandonan, “Nada de extrano tiene que la ignorancia y cl vieio cundan en una poblacién educada de sta manera... Su moralidad esti en el nivel mas bajo . . Gran parte de las mujeres tienen hijos ilegitimos, y no pocas a edades tan tempranas que aun las personas versadas en En el original, "40.083". Dato corregido seguin Werke * 27,462m. 8.49 ms * 0,36, 0.48, 0.52 y menos de 0462 m 091'm. 571 estadistica criminal se asombran de ello.”** ;Y la patria de estas familias ejemplares, si hemos de creer al conde de Montalembert, seguramente un especialista en materia de cristianismo, es el modelo de los paises cristianos de Europa! El salario, ya miserable de por si en Jos ramos de la industria que ‘acabamos de examinar (el ingreso méximo {que excepcionalmente petciben los nis en las escuclas de tejer paja es de 3 chelines), se ve mucho més reducido aun, con respecto a su importe nominal, a causa del truck system {pago con bonos}, dominante de manera general en los dis- tritos puntilleros.** ©) Transiclon de In manufactara y la industria omicliaria modernas a la gran industria, Esta revolucidn se acelera al aplicarse las leyes fabriles a esos modos de explotacion El abaratamiento de 1a fuerza de trabajo por el mero empleo abusivo de fuerzas de trabajo femeninas e inmadu- ras, por el mero despojo de todas las condiciones normales de ‘trabajo y de vida y la simple brutalidad del trabajo excesivo y del trabajo nocturno, termina por tropezar con ciertas barreras naturales que ya no es posible franquear, y lo mismo le ocurse al abaratamiento de las mercancias y a Ja explotacién capitalista fundados sobre esas bases. No bien se ha alcanzado definitivamente ese punto —lo que tarda en ocurrir— suena la hora para la introduccién de la ‘maquinaria y la transformacién, ahora répida, de Ia indus- ‘ria domiciliaria dispersa (0 incluso de la manufactura) en industria fabril. La produccién de “wearing apparel” (indumentaria) 1nos proporciona el ejemplo més colosal de ese movimiento Seguin la clasificacion de la “Children’s Employment Com- mission”, esta industria comprende a los productores de sombrerds de paja y de sombreros de setoras, de gorros, a los sastres, milliners y dressmakers,* camiseros y Cos” 48 Ibidem, pp. XL, XLI. 68 Children's. First Report, 1863, p. 188 24 ‘Aungue en rigor la millinery slo tiene que ver con el ador- no de ta cabeza, comprende también la confeccién de manios manila, mientras que las dressmakers son idénticas a nuestras modistas, 372 tureras, corseteros, guanteros, zapateras, ademas de muchos ramos menores, como la fabricacion de corbatas, cuellos. etcétera. El personal femenino ocupado en Inglaterra y Ga- les en esas industrias ascendia en 1861 a 586.298, de las cuales por lo menos 115.242 eran menores de 20 aiios y 16.560 no habian cumplido 15. El mimero de estas obreras era en el Reino Unido de 750.334 (1861). La cantidad de obreras de sexo masculino ocupados por esa misma fecha, en Inglaterra y Gales, en la fabricacién de sombreros, vapatos, guantes y en’ la. sastreria, ascendia a 437.969: 14.964 eran menores de 15 aos, 89.285 tenian entre 15 y 20 afios, 333.117 mas de 20 afios. En esta serie de datos ‘no figuran muchos ramos menores que corresponderia incluir en ella, Pero si tomamos estos guarismos tal cual estén, resulta s6lo para Inglaterra y Gales, segin el censo de 1861, una suma de 1.024.267 personas, 0 sea aproxima- damente tantas como las que absorben la agricultura y la ganaderia. Comienza a comprenderse por qué la maquinacia ayuda a producir, como por arte de encantamiento, tan ingentes masas de productos y a “liberar” tan enormes masas de obreros. La produccién del “wearing apparel” se efectia en manufacturas que, en su interior, se limitan a reproducit esa divisin del trabajo cuyos membra disiecta {miembros dispersos]'*) aquéllas encuentran listos, preexistentes; corre a cargo de pequerios maestros artesanos, pero que Ya no trabajan como antafio para consumidores individuales, sino para manufacturas y grandes tiendas, de tal manera que a menudo ciudades y comarcas enteras ejercen tales ramos, por ejemplo la zapateria, ct., como una especialidad; por Ultimo, y en gran medida, corre a cargo de los llamados obreros a domicilio, que constituyen el departamento exte- rior de las manufacturas, de las grandes tiendas y hasta de los pequefios maestros artesanos.** La gran industria suministra las masas de materiales de trabajo, materia pri ma, productos semiclaborados, etc.; 1a masa de material hhumano barato (taillable & merci et miséricorde (explotable a capricho]) se compone de personas “liberadas” por la 99 En Inglaterra, la millinery y ta dressmaking se ejercen en mayor parte de los casos en locales de lov patrones: en parte estin a cargo. de obreras contrstadas que viven alli mismo, ¥en parle a cargo de jornaleras que viven fuera 573 agvan industria y agricultura. Las manufacturas de esta esfera deben su origen, principalmente, a la necesidad de tenet a su disposicién’ un ejércite siempre preparado para en- frentar todo movimiento de la demanda.*" Estas manu- facturas, no obstante, dejan que a su lado subsista, como base amplia. 1a dispersa industria artesanal y domiciliria, La elevada produccién de plusvalor en estos ramos de tra bajo, asi como el abaratamionto progresivo de sus articulos, se debia y se debe principalmente a que cl salario es el ‘inimo necesario para vegetar de manera miserable, y el tiempo de trabajo el maximo humanamente posible Ha sido, precisamente, Ia baratura del sudor y la’ sangre hhumanos, transformados en la mercancia, lo que expandié constantcmente y expande dia a dfa el mercado donde se colocan los productos, y para Inglaterra, ante todo, tam- bién cl mercado colonial, en el que ademés predomiman los habitos y gustos ingleses. Advino, finalmente, un punto nodal. La base del método antigud —mera explotacidn brutal del material de trabajo, acompasiada en mayor 0 menor grado de una division del trabajo desarrollada sisteméticamente— ya_no era suficiente para habérselas con un mercado en expansién y con la competencia entre los capitalistas, que se ampliaba con rapide. aun mayor. Habia sonado la hora de 1a introduecion de la maquinaria. La mdguina decisivamente revotucionaria, la que se apodera indistintamente de todos los innumerables ramos de esta csfera de la produccién —modisteria, sastreria, zepateria, costura, sombrereria, ete —, es la mduina de coser. Su efecto inmediato sobre los obteros cs, aproximada- monte, el Ue toda maquinaria que conquista nuevos ramos de actividad en el petfodo de la gran industria. Se. pres cinde de los nifios pequefios. El salario de los obreros mecénicos asciende comparativamente al de los obreros a domicili, muchos de los cuales se cuentan entre “los més Pobres de los pobres” (the poorest of the poor). Desciende el salario de los artesanos mejor remunerados, con quienes compite la miiquina, Los nuevos obreros mecanicos son ex- 69 El comisionado White visité una manufactura de indumen- {aria militar que ocupaba entse 1.000 y. 1/200 personas, casi lodas de sexo femenino; una manufactira de calzado en la que Irabajac ban 1-300 personas, casi la mitad de las cuales eran nifos y adoles. centey, etc (Children's. Second Report, p. XLVIL M319) 74 clusivamente muchachas y mujeres jévenes. Con la ayuda dc la fuerza mecénica aniquilan el monopolio masculino en cl trabajo pesado y expulsan de los trabajos livianos a mul- titud de mujeres de edad y ninios pequefios. La competenci todopoderosa, aplasta a los obreros manuales més débiles. Durante cl ultimo decenio, el incremento terrible en el ni- nero de muertes por hambre (death fron starvation) en Londres, transcurre paralelamente a la expansi6n de la cos- ura a maquina" Las nuevas obreras que trabajan con miquinas de coser —movidas por ellas con la mano y el pie 0 s6lo con la mano, sentadas 0 de pic, segiin cl peso, Tamaio y especialidad de la méquina— desplicgan una fuerza dé trabajo muy considerable. Su ocupacion se vuclve insalubre por la duracién del proceso, aunque por regla general ésta es menor que en el sistema anterior. En todas partes donde la maquina de coser —como en la confeccién Ue calzado, corsés, sombreros, ete. invade talleres ya estrechos y' abarrotados, acrecienta los influjos insalubres. “El efecto”, dice el comisionado Lord, “que sv experimenta al entrar en estos talleres de techo bajo, en los cuales trabajan juntos de 30 a 40 obreros meciinicos, es insopor- table... Y es horrible el calor, debido en parte a los hor- nillos de gas en que sc calicntan las planchas ... Incluso cuando en tales locales prevalecen jornadas laborales teni- das por moderadas, esto vs, de 8 de la manana a 6 de la tarde, por regla general se desmayan cada dia 3.6 4 personas.” 2 El trastocamiento del modo social de explotacién, ese producto necesario de la metamorfosis operada en el medi de produccién, se verifica a través de una abigarrada marafia de formas de transicién. Las mismas varian segin Ja escala en que la maquina de coser se haya apoderado de uno u otto ramo industrial y segun el periodo durante el cual se haya aduenado del mismo; segin la situacién de los obreros, I preponderancia de la’ manufactura, de} artesa- 7 Demos un ejemplo, El 26 de febrero de 1864 figuran 5 casos de muerte por hambre en el informe seminal de marta dad editado. por el. Reglutrar-General [director del Registra Civil EI mismo dis el Times informa de un nuevo caso de muerte por 3, ¢Sais vietimas fatales del hambre en wa seman Ciildren’s... Second Report, 1864, p. LXVII, n, 406-408, p. 84m. 124 p. LXXUL ne 44s ps OR. m. 6p. 84. ms 126: p78. A. 8S; p. 76, m. 69; p. LXXIL, 438 575 nado o de la industria domiciliaria, el alquiler de los locales de trabajo, ete. En la modisteria, por ejemplo, donde el trabajo en la mayor parte de los casos ya estaba organizado —sobre la base, principalmente, de la cooperacion ple—, la maquina de coser constituye en un principio tan s6lo un nuevo factor de Ia industria manufacturera. En la sastrerfa,, camiseria, zapateria, etc., se entrecruzan todas Jas formas. Aqui impera la explotacion fabril propiamente dicha. Alli los intermediatios reciben del capitalista en chef {en jefe) la materia prima y agrupan en “cuartuchos” 0 “buhardillas”, alrededor de las maquinas de coser, de 10 a $0 y aun més asalariados. Finalmente, como en’el caso de toda maquinaria que no constituya un sistema articulado ¥ que sea utilizable en un tamafo diminuto, artesanos u obreros a domicilio emplean también, con la’ ayuda de su Propia familia o el agregado de unos pocos obreros extra~ fos, méquinas de coser que les pertenecen a ellos mismos.**° EI sistema preponderante hoy en Inglaterra, consiste en que el capitalista concentre en sus locales gran cantidad de méquinas y que luego distribuya el producto de éstas, para su elaboraciGn ulterior, entre el ejéreito de los obreros a domicilio.” El abigarramiento de las formas de transi- cién no logra ocultar, sin embargo, la tendencia hacia la conversién de las mismas en sistema fabril propiamente dicho, Esta tendencia es fomentada por el cardcter de la propia maquina de coser, que gracias a la multiplicidad de sus aplicaciones induce a la unificacién en el mismo local y bajo el mando del mismo capital, de ramos de la actividad antes separados; por la circunstancia de que las labores de costura preparatorias y algunas otras opeta- ciones se ejecutan de la manera mas adecuada en el lugar donde funciona la maquina; finalmente, por la inevitable expropiacién de los artesanos y obreros a domicilio que “EI alqiler de fs locales de trabajo parece se, en itima insane, el favor ecsivo, 9 de ahi que sn en la mettpl donde se haya conservado mas ef viejo siema de dar trabajo peauetos timpretarion 9a nus familias, donde Se ha vuelto me Promo aR Gbidem,p. Bb: we 123) La srmacton fia! we referee Sloamente 1 proction Go Galea 70 No osurre exo en la produccén de guantes, ete, donde ta situacion eon obreros apenas se citngut ede is aa sent #5 Ohildren's..., Second Report, 1864, p. 83, m. 122. 576 producen con sus propias méquinas, En parte, este destino actualmente ya se ha concretado. La masa, siempre cre- ciente, de capital invertido en méquinas de coser*** acicatea la produecion y provoca paralizaciones del mercado, ha- ciendo sonar asf la sefial para que los obreros a domicilio vendan sus méquinas. Incluso la sobreproduceién de tales miquinas obliga a sus productores, vidos de encontrar salida a las mismas, a alquilarlas por un pago semanal, creéndose con ello una competencia mortifera para los equefios propietarios de méquinas."* Los cambios que siguen operandose en la construccién de las maquinas y su abaratamiento, deprecian, de manera igualmente constante, los viejos modelos y hacen que s6lo sean lucrativos cuando, comprados a precios irrisorios, los emplean en masa gran des capitalistas. Aqui, por dltimo, como en todos los procesos similares de trastocamiento, lo que inclina deci- sivamente la balanza cs la sustitucién del hombre por la ‘mdquina de vapor. El empleo ée la fuerza del vapor tropieza al principio con obstéculos puramente técnicos, como Ta vibracién de las méquinas, las dificultades en controlar su velocidad, el detetioro acelerado de las méquinas mas livianas, etc., obstéculos, en su totalidad, que la experiencia pronto ensefta a superar.** Si la concentracién de muchas méquinas de trabajo en grandes manufacturas, por una parte, promueve el empleo de la fuerza del vapor, por otra la competencia del vapor con la musculatura’ humana, acelera la concentracién de obreros y méquinas de trabajo en fabricas grandes. Asi, por ejemplo, Inglaterra experi- ‘menta actualmente, tanto en la colosal esfera de produccién de la “wearing apparel” como en la mayor parte de las, demés industrias, la trasmutacion de 1a manufactura, de la artesania y de la industria domiciliaria en explotacién Jabril, después que todas esas formas, enteramente modifi- cadas, corroidas y desfiguradas bajo la influencia de la gran industria, hubieran reproducido desde hacfa mucho, 27 Sélo en las fabricas de botas y zapatos de Leicester fun cionabar, en 1864, 800 miquinas de coser. "Children’s... Second Report, 1864, p. 84, n. 124 214 Asi ocurze, por ejemplo, en el almacén de indumentaria militar de Pimlico, Londres, en la fabrica de camisas de Tlic y Henderson en Londonderry, en la tibrica de vestidos de Is fitma ‘Tait, en Limerick, que utiliza 1.200 “brazos". 377 ¢ incluso ampliado, todas las monstruosidades del sistema abril pero no los aspectos positivos de su desarrollo.” Esta revolucin industrial, que se verifica como pro- dueto de un proceso natural, es acclerada artificilmente por la extensi6n de las leyes fabriles a todos los ramos de la industria en los que trabajan mujeres, adolescentes y niftos. La regulacién coactiva de la jornada laboral —en cuanto a su duracién, pausas, horas de comienzo y termina- ién—, el sistema de relevos para los nifios, la exclusion de todo nifio que no haya alcanzado a cierta edad, etc., exigen por una parte el aumento de la maquinaria®**'y que el vapor supla a los misculos como fuerza motriz.**" Por otra parte, para ganar en cl espacio lo que se pierde en el tiempo, se amplian los medios de produccién utilizados en comin, los hornos, edificios, ete.; en suma: mayor con- centracién de los medios de produccién y, consiguiente- mente, mayor aglomeracién de obreros.’ La objecién principal, repetida apasionadamente por toda manufactura amenazada por la ley fabril, es, en efecto, la necesidad de luna mayor inversién de capital para que el negocio se man- tenga en su escala anterior. Pero en lo que se refiere a las formas intermedias entre la manufactura y la industria #5 “Tendencla hacia el sistema fabri” idem, p. LXVIL) “Toda Ia indusbia se encventa en este momento en una fase de transicin' experimenta las mismas modifiacione que hat expe fimentado la industria punters a tfedrny eee dem n-40) “Gia revelucgn completa" (bidem, p. XLVI, 318) En's epoca del Childrens Employment Commision de 1840, la confection de medias ers todavia tn trabajo manual. A patir de 1846 se into dijo maauinaria de distntostipoxactuatmente movida por ela por, El ntimero global de las personas de uno u otro sex0 y todas {as edades, desde fs 3 afos en adslane, ocupadas en la confecion dle medias ea en Inglaterra, en 1862, de aproximadamente 120.000 De @sas,segin el Partlamentary Return del 11 de febrero de 1862, sblo 2 8063 se aplcaban Tas Giponcones de In ley far 0° Asi, por. ejemplo, en lo tocante a la alfaeriy la firma Cochran, de fa "Britannia Powtery, Glasgow" informa: “Para se fuir produciendo la misma cartidad, ahora hacemos so extensivo ae muuinas mane|adas por obreros no ealficodos,y cada di qe pasa nos convencemos mas de que podemos progucir un cantilad Mayor que aplicando el mélodo antigua” (Report... ist Ocrober Tees, p13.) EI efecto de a ley fabril ex comtibuir una iro. duccishadicional ‘de maquinaria." (idem, pp. 13, 14). =" Asi tuego de fa implantacion doe 1y fabril en las a rerias, se-verifca um gram aumento €e los power lggers Tlornos Imectnicos), que susttuyen a los handmoved gers lornos mov dows mano} 578 domiciliaria, ¢ incluso a esta tiltima, la base en que se fun- dan se desmorona al limitarse la jornada laboral y el tra- bajo infantil. La explotacién ilimitada de fuerzas de trabajo baratas constituye el nico fundamento de su capacidad de competi Condicién esencial del régimen fabril, ante todo cuan- do est sometido a la regulaciin de Ia jornada laboral, es (que exista una seguridad normal en el resultado, esto es, en Ia produccién de determinada cantidad de mercanefa, 0 del efecto util perseguido, en un espacio de tiempo dado. Las pausas que, en si regulacién de Ia jornada laboral, fija ta ley, presuponen ademas que el trabajo se detenga suibita y periédicamente sin que ello perjudique al articulo que se encuentra en proceso de produccién, Esta seguridad del resultado y esa capacidad de interrumpir el trabajo son as faciles de alcanzar on las industrias puramente mecé: nicas, naturalmente, que alli donde desempefian un papel procesos quimicos y fisicos, como por ejemplo en la alfa- teria, el Blanqueado, la tintoreria, la panificacién y la mayor parte de las manufacturas metalirgicas. Cuando se sigue el camino trillado de la jornada laboral sin limi- tes, del trabajo nocturno y de la devastaci6n libre de la vida humana, pronto todo obstéculo resultante de un proceso natural es mirado como “‘barrera natural” eterna opuesta ala produccién, Ningtin veneno extermina las alimaas més seguramente que la ley fabril a tales “barreras naturales”. Nadie vociferd con més vigor sobre “imposibilidades” que los sefiores de la alfareria. En 1864 se les impuso la ley fabril y apenas 16 meses después habian desaparecido todas las imposibilidades. “EI método perfeccionado con- sistente en preparar la pasta por presin en vez de por evaporacién, la nueva construccién de los hornos para el secado de las piezas no cocidas, ete.”, estas mejoras susci- tadas por la ley fabri, pues, “constituyen acontecimicntos, de gran importancia en el arte de la alfareria y son indice, cn la misma, de un progreso con el que el siglo prece- dente no puede rivalizar ... Se ha reducido considerable- mente [a temperatura de los hornos, con un importante ahorro de combustible y un cfecto més rapido sobre la mercancia”.** A pesar de todas las profecias, no aument6 cl precio de costo de los articulos de ceramica; aument6, Reports... 31st October 1865, pp. 96 y 127 579 si, la masa de productos, a tal punto que la exportacién de los doce meses que van de diciembre de 1864 al mismo mes de 1865, mostro un excedente de valor de £ 138,628 sobre el promedio de los tres aos precedentes. En la fabri cacion de {dsforos se consideraba ley natural que los adoles- centes, al mismo tiempo que engullian su almuerzo, mojaran los paiillos en una composicién caliente de fsfor0, cuyos vapores venenosos les subian hasta el rostro, Con la neve- idad de economizar tiempo, Ia ley fabril obligé a usar una ‘dipping machine” (maquina de remojar),. gracias a | cual aquellos vapores no podian aleanzar a los obreros.” Asi, por ejemplo, en los ramos de la manufactura de pun- Aillas iin no sometidos a la ley fabri, se afirma actualmente 4que las horas de las comidas no podrian ser regulares, ya que los lapsos que requicren para secarse los diversos materiales de las puntillas son diferentes, oscilan entre 3 minutos y una hora y més. Sobre el particular, responden Jos comisionados de la “Children’s Employment Commis- sion”: “Las circunstancias [..] son las mismas que en la impresi6n de papeles de empapelar [.... Algunos de los principales fabricantes en este ramo insistfan Vehemen- temente en que la naturaleza de los materiales empleados y la diversidad de los procesos a que eran sometidos, no era sibita- ermitirfan, sin graves pérdidas, que se detw mente el trabajo a las horas de comer .. . Por el a de la seccién VI de la Factory Acts Extension Act” (Ley de ampliaciGn de las leyes fabriles} (1864) “se les concedid tun plazo de 18 meses partir de la fecha de promulga- cién de la ley, vencido el cual tendrian que ajustarse a las hhoras de comidas especificadas legalmente”.*** El parla mento apenas habia sancionado la ley, cuando los sefiores fabricantes descubrieron, a su vez, que “no so han presen- tado los inconvenientes [...] que esperabamos resultarian de la aplicacién de la ley fabril. A nuestro juicio Ia produe- i6n no ha cxperimentado ningin tipo de interferencias. En realidad, producimos més en el mismo tiempo”! #9 La introduccign de estas y otras maquinas en una {ébric: 4e f6sforos hizo que en un departamento de la misma 32 muchs- thos y chicas del4 a.17 alos pudieran remplazar 230 adoles- fentes. En 1865, la aplicacion de la fuerza Gel vapor evo. més felante ese ahorro de obreros. B80 Children's. .. Second Report, 1864, p. IX, 0. 50. om Reports... Sist October 1868, p. 22 380 Como se ve, el parlamento inglés, a quien nadie tacharé de genial, ha llegado empiricamente a la conclusién de que una ley coactiva puede suprimir de un plumazo todos los Presuntos obstdculos naturales de la produecién que se oponen a la limitacién y regulacién de la jornada laboral. De ahi que al implantarse Ia ley fabril en un ramo de la ; un plazo de 6 a 18 meses dentro del cual incumbe al fabricante suprimir los obsticulos técnicos. El dicho de Mirabeau: “Impossible? Ne me dites jamais cet imbécile* de mot!” [gImposible? ;Nunca me vengan con esa palabra imbécill], es particularmente aplicable ala tecnologia moderna. Pero si la ley fabril hace que, de este modo, los elementos materiales necesarios para la trans- formacién de la industria manufacturera en industria fabril maduren como en tin invernadero, al mismo tiempo acclera, por la necesidad de una mayor inversién de capital, la ruina de los patrones pequeiios y la concentracién del capital. Prescindiendo de los obstéculos puramente técnicos y de los técnicamente suprimibles, la regulacién de la jor- nada laboral tropieza con habitos irregulares de los obreros mismos, en especial allf donde predomina el pago a destajo y donde la pérdida de tiempo en una parte del dia o de la semana puede subsanarse trabajando después de manera excesiva 0 por la noche, método que embrutece al obrero adulto y atruina a sus comparieros j6venes y compafieras.”” 2 “[,..] En muchas antiguas manufacturas... no pueden introducirse las mejoras necesarias sin una inversion de capital que fo esté al aleance de gran ndmero de sis propielarios actuales Una desorganizacion transitoria acompatia necesariamente la intro dduceién de las Teyes fabriles. El volumen de esa desorganizacion fsté on razén directa a la magnitud de los abusos que se PrOcuri Femediat." (Ibidem, pp. 96, 97>) "En los allos hornos, por ejemplo, “hacia el fin de la semana se prolongs muy. considerablemente’ la duracion del trabajo, onsecuencia del hébito de los abreros de descansar los lunes y’ ef ‘Seasiones también durante todo el martes o parte de él”. (Child: ren's.--, Third Report, p. VL) “Los. pequefios.patrones| general mente éumplen horarios muy irregulares. Pierden’ dos oes das, y después trabajan toda la noche para resarcirse ..- Cuando los tienen, emplean siempre a sus propios hijos." (Ibidem, p. VIL) “La {alta de resularidad para comenzat a trabajat, estimulada por Ia posibiidad 'y la prdctica de compensarla trabsjando luego en e “En la 48 edicién: “ve béte” 581 ‘Aunque esta irregularidad en el gasto de fuerza de trabajo es una reacei6n tosca y espontinea contra el hastio inhe- rente @ un trabajo matador y monétono, surge también, en grado incomparablemente mayor, de la anarquia de la produccién, que a su vez presupone una explotacién des- enfrenada de la fuerza de trabajo por el capital. Ademas de los altibajos periédicos generales del ciclo industrial y de las. oscilaciones particulares del mercado en cada amo de la produccién, tenemos también lo que se Hama la temporada, ya se base en la petiodicidad de las estaciones del aio propicias a la navegacién o en la moda, y cl cardc- ter sibito con que se formulan grandes pedidos a ejecutar en plazo brevisimo. El habito de estos pedidos se extiende a la par de los ferrocarriles y el telégrafo, “La extensién del sistema ferroviario por todo el pais”, dice por ejemplo un fabricante londinense, “ha fomentado considerablemente la costumbre de colocar érdenes que deben cumplirse en plazos reducidos. Los compradores vienen ahora de Glas- gow, Manchester y Edimburgo una vez por quincena 0 compran al por mayor en los grandes almacenes de la City a los que nosotros abastecemos de mercancias. En ver de ‘comprar de Io que hay en depésito, como era antes la cos- tumbre, colocan pedidos que requieren ejecucién inmediata. Hace unos aiios teniamos siempre la postbilidad de trabajar por anticipado, durante la estacién muerta, para hacer frente a la demanda de la temporada siguiente, pero ahora nadie puede predecir cual sera entonces el objeto de la demanda.””* En las fabricas y manufacturas ain no sometidas a Jey fabri, durante 1a Hamada temporada impera de manera periédica, intermitente, el exceso de trabajo més terrible. En cl departamento exterior de la fabrica, de la manufac- tura o de la gran tienda, en la esfera de Ia industria domi- ciliaria, de por si absolutamente irregular y por entero eso." (Ibidem, p. XVIIL) "En Birmingham [.-} se pierde una enorme cantidad de tiempo... holgando parte del tiempo y teaba- Jando el resto como esclavos* Ibkdem, p. XL) 2 Children’s... Fourth Report, p. XXXU. “La extensién el sistema Terroviario, segin se afirma, ha fomentado en gran Imedids esa costumbre' de formular pedidos sbitos, cuyas conse {uencias para fos obreros son el apresiramiento, que se descuiden las horas de las comidas y que se tabuje hasta horas avancadas bidem, p. XXX1.) 582 dependiente, en euanto a la materia prima y a Tas Srdenes, dl humor del capitalista —a quien no contiene aqui ningin miramiento con respecto a la valorizacién de edificios, maquinas, cte.. y que no arriesga nada més que el pellejo 4. Tos propios obrctos—, en esa esfera, pucs, se era siste- maticamente un ejéreito industrial de reserva, siempre disponible, diczmado durante una parte del aio bajo una coyunda laboral inhumana y degradado durante la otra por la caroncia de trabajo. “En las épocas en que es nece- sario efectuar trabajo extra, dice la “Children's Com. mission”, “los patrones sc valen de la ieregularidad habitual del trabajo a domicilio para imponer que se lo efectie hasta las 11, las 12 de la noche 0 las 2 de la mafiana, o, como reza la frase consagrada, a toda hora”, y esto en loca- les “donde el hedor es suficiente para volteaflo a uno (the stench is enough to knock you down). Quizés ustedes Teguen hasta la pucrta y la abran, pero retrocederin asus- tados en vez de seguir adelante”.* “Tipos raros, nuestros patrones”, dice uno de los testigos, un zapatero: “ereen que a un muchacho no le hace daiio alguno matarse tra- bajando durante medio afo si durante 1a otra mitad se lo obliga 0 poco menos vagabundear. ‘Como en el caso de los obsticulos téenicos, los capita listas interesados presentaban y presentan estos Hamados, ‘habitos del negocio” (“usages which have grown with the growth of trade") como “barreras naturales” opuestas, a la produccién, un clamor favorito de los lords algodone- ros en la época en que la ley fabril los amenazaba por primera vez. Aunque su indusiria, més que cualquier otra, se funda en el mercado mundial ¥ por tanto en la navega- cién, la experiencia les dio un mentis. Desde entonces los inspectores fabriles ingleses han tachado de simple pamplina fa todo presunto “obstaculo del negocio”. Las profundas y 285 Ihidem, p. XXXV, n, 238 y 237, 2 Ibldem, po 127, a! $6 = “En lo que conciere a la perdida de negocios por no cum- plir a tiempo. con los pedidos de embarque, recuerdo que este era fl argumento predilecto de los patrones fabriles en 1832 y 1833 ‘Nada de fo que se pudiera hoy slegar tendria Ta fuerza que tenia entonces, antes que el vapor redujera a la mitad todas las distancias Yestableciera nuevas aormas para el tansti. Sometido a verfica ign en ese Uempo de prueds, el argumento Tallé por su base Y Tallaria seguramente tna vez, mis si volvera’ a someterelo Pwuebi”™ (Reports. 31st October 1862. pp. 84, 55.) 583 concienzudas investigaciones de la “Children’s Employment Commission” demuestran, en efecto, que en algunas indus- la regulacién de la jornada laboral no hizo més que Aistribuir durante todo el affo, de manera uniforme, la masa de trabajo ya empleada;* que dicha regulacion consti- tuye el primer freno racional aplicado a los desmesurados caprichos de la moda, homicidas, carentes de sentido e in- compatibles de por sfcon cl sistema de la gran industria; que el desarrollo de Ia navegacién océanica y de los medios de comunicacién en general ha eliminado él tnico funda- ‘mento técnico del trabajo de temporada; que todas las emis circunstancias presuntaments incontrolables se su- primen construyendo nucvos edificios, agregando maqui- naria, aumentando el niimero de los obreres ocupados simulténeamente™” y gracias a la repercusién que se opera de suyo sobre el sistema del comercio al por mayor Children’s... Third Report, p. XVII, n. 118 i Ya en 1699 observaba John Bellers: “La inseguridad de las modas aumenta el numero de los indigentes. Ocasiona dos ‘grandes males! 1°) los oficales pasan misoria en el invierno por Earencia de trabajo, ya que los merceros y los maestros tejedores, ientas no gue fa primavera y sepan cul sed entones Ia moda, 10 se artiesgan a invertir sus capitaes para mantener & los ofciales fen actividad; 28) en la primavera fos oficiales no son suficientes, Jos macsios tejedores se ven obligados a tomar numerosos apres dices para poder dar abgsto al mercado del reino en un iimestre ‘oun semesir, lo que priva de manos al arado, despoin de jornale ros al campo, en gran parte colma de pordioseros a lu ciudad, Yen invierno’ mata de hambsre a algunor que se avergienzan de ‘mendigar”. (ohn Beller] Essays about... p. 9) 29 Children’s... Fifth Report, ps ivi, n. 34, 2 Asi se afirma, por ejemplo, en las declaraciones testumo- iles de exportadores de Bradford "Bajo estas clrcunstanclan, ‘obviamente, no es necesario que en los grandes almacenes se hag trabajar a los muchachos mas que de Ride la mafana 47-6 7.30, de la noche, Es, simplemente, un problema de brazos adicionaies y de més inversiones. Los muchachos no tendrian que. wabaiat hasta tan tarde por las noches si sue patrones no tuvieran tal avider de ganancias; aa’ maquina adiclonal no cuesta mas que £16 6 £18... Todas las difcultades derivan de la insuficiensia de insialaciones y de la falta de espacio”. (bidem, p. ITI, n. 35, 36 38) 298 Ibidem|, p. 81, n. 32}. Un fabricante londinense, que por Jo dems considera la’ regulacién coactiva de a Jornada laboral como medio que protege de lor fabricantes a los obreros, y-uel ‘comerclo al por mayor a tos fabricantes mismos, declara: “EN ruestro. negocio, [a presion es ejercida por Tos exportadores que. por ejemplo, quieren enviar mercancias en un velero. para ue 584 El capital, no obstante, tal como lo ha declarado reiterada- ‘mente por boca de sus representantes, s6lo consiente en tal trastocamiento “bajo la presién de una resolucién parla- ‘mentaria de validez general”.* que regule por 1a fuerza de la ley Ia jornada labora. 9. Legislacién fabril, (Cléusulas sanitarias y edueacionales.) Sa generalizacion en Inglaterra La legislacién fabril, esa primera reaccién planificada y consciente de la sociedad sobre la figura natural de su proceso de produccién, es, como hemos visto, un producto necesario de la gran indust ual titulo gue el hilado de algodén, las self-actors [hiladoras alternativas automé- ticas} y el tlégrafo eléetrico. Antes de referirnos a su in nente* generalizacién en Inglaterra, hemos de. mencionar brevemente algunas eldusulas de la ley fabril inglesa que no guardan relacién con el horario de la jornada laboral. Prescindiendo de su redaccién, que facilita al capita lista el trasgredirlas, las cldusulas sanitarias son extremada- ‘mente insuficientes. En realidad se reducen a disposiciones sobre el blanqueo de las paredes y algunas otras medidas de limpicza, 0 relativas a la ventilaci6n y Ia. proteccién contra maquinaria peligrosa. En el libro tercero volveremos ‘2 examinar la resistencia fanética de los fabricantes contra Ja cléusula que les imponia un pequefio desembolso para proteger los miembros de su “meno de obra”. Aqui se confirma una vez mas, de manera brillante, el dogma libre- cambista de que en una sociedad de intereses antagSnicos cada cual promueve el bien comtin al perscguir su interés particular. Baste un ejemplo. Como es sabido, durante los Slcancen su destino en determinada estacién, y al misma tiempo pretenden embolsarse la diferencia de flees entre el velero y El vapor, o que entre dos Vapores oplan por el qUe zarpa en pi mer término, para presentarse en el mercado exiranjero antes Que Sus competidores” Sa "Esto se podria evitar", dice un fabricante, “a costa de ampliar las instalaciones, bajo la presiom de una resolucion parla imentaria de validez general.” (Ubidem, p. X. 2. 38) * Bn la 4® edici, falta “inminente” 585 “ltimos veinte aftos se ha inerementado notablemente en Irlanda ta industria del lino, y con ella las scutching mills (f&bricas para aplastar y agramar cl lino). En 1864 habia alli 1.800 de esas mills. Peridsicamente, en el otofo y el invierno, se retira de los trabajos del agro sobre todo a adolescentes y personas de sexo femenino, a los hijos, hijas Yy mujeres de los pequefios arrendatarios vécinos, en suma, a Bente que carece de todo conocimiento acerca de la maqui- aria, para que alimente con lino las méquinas laminadoras de las scutching mills. La cantidad e intensidad de los accidentes no tiene precedente alguno en la historia de la maquinaria. En una sola scutching mill de Kildinan (en Cork), de 1852 a 1856 se rogistraron 6 casos fatales y 60 mutilaciones graves, todos los cuales se podrian haber ‘evitado con algunos dispositives simplisimos, al precio de unos pocos chelines. El doctor W. White, certifying surgeon de las fabricas de’ Downpatrick, declara en_un informe oficial fechado el 16 de diciembre de 1865: “Los acciden- tes en las scutching mills son de la naturaleza mas terrible. En muchos casos es arrancada del tronco una cuarta parte del cuerpo, La muerte, o un futuro de miserable invalidez y sufrimiento, son las consecuencias habituales de las heri- as. El aumento de las fabricas tracré naturalmente apa- rejados, en este pafs, esos terribles resultados. Estoy convencido de que una adecuada supervision estatal de las scutching mills evitaria grandes sacrificios de vidas y cuerpos".*"" {Qué podria caracterizar mejor al modo capitalista de’ produccién que la necesidad de imponerle, Por medio de leyes coactivas dl estado, los més sencillos receptos de limpicza y salubridad? “En la alfareria, la ley fabril de 1864 ha blanqueado y limpiado més de 200 talleres, tras una abstinencia de veinte afios —o total de cualquiera de esas operaciones” (jhe aqui Ia “abst rnencia” del capital!), “y en lugares donde estin ocupados 27.878 obreros, Hasta el presente éstos respiraban, duran- te su desmesurado trabajo diurno y a menudo nocturno, tuna atmésfera mefitica que impregnaba de enfermedad y muerte una ocupacién que, en Jo demas, es relativamente inocua, La ley ha mejorado considerablemente la ventila- cién.”" Esta parte de la ley fabril ha demostrado de ma- 29 Ibidem, p. XV. n. 72 y ss 29 Reporit.- + 3Tst October 1865, p. 127 586 nora contundente cémo el modo de produccién capitalista, conforme a su escncia, a partir de cierto punto excluye todo perfeccionamiento racional. Reiteradamente hemos indicado que os médicos ingleses declaran a una voz que 500 pies cibicos* de aire por persona constituyen cl mi ‘mo apenas suficiente en caso de trabajo continuo. ;¥ bien! Si Ia ley fabril acclera indirectamente, por medio de la totalidad de sus disposiciones cocrcitivas, la transformacién de talleres pequefios en fabricas, atacando por ende indirec- tamente el derecho de propiedad de los pequefios capitalis- tas y afianzando el monopolio de los grandes, jla imposicin legal de la cantidad de aire necesaria para cada obrero en los talleres expropiaria directamente y de un solo golpe a miles de pequefios capitalistas! Atacaria la raiz del modo capitalista de produccién, es decir, la autovalorizacién que el capital —grande o pequeo— aleanza mediante la com- pra y el consumo “libres” de la fuerza de trabajo. Y de abi que ante esos 500 pies ciibicos de aire a la ley fabril se le corte la respiracion. Las autoridades sanitarias, las comi siones investigadoras industriales, los inspectores fabriles, insisten una y otra vez en la necesidad de los 500 pies cabicos y en la imposibilidad de imponérselos al capital Lo que declaran, cn realidad, es que la tisis y otras enfer- medades pulmonares de los obreros constituyen una condi: cidn de vida del capital. 2% Se ha enconteado experimentalmente que un individuo me- dio, en buen estado de salud, consume unas 25. pulgadas cubicas" 4e ite en cada respiracion de intensidad medi y' respira alrededor {de 20 veces por minuto. Fl consumo de aire de un individuo, en 24 ‘horas, astenderfa. pues aproximadamente 3. 720.000 pulgadas dbicas 0 416 pies cibicox Pero como es sabido, el aire ya Tes Pirado no puede servir en el mimo proceso antes de_purificarse fn el gran laboratorio de Ta naturateza. Segun Tos experimentos de Valentin y Brunner. al parecer un hombre sano espira alrededor de 1.300 pulgadas cabicas’ de anhidrido carbonico por hors, To {gue équivale aproximadamente a 8 onzas” de carbon s6lido, expel dhis en 24 horas por los pulmones. "Cada persona tendria que div poner por Io mesos de 800 pies cubicos"" (Huxley.) * Aproximadamente 14,16 m: * Unos 410 ce Alfededor de 11,80 m * 21.300 cc, aproximadamente. 278 "2268 m 387 Aunque, tomadas en conjunto, las cldusulas educacio- nnales de la'ley fabrit son mezquinas, proclaman la ense- fianza elemental como condicién obligatoria del trabaji Su éxito demuestra, en primer término la posibilidad de combinar la instruccién y la gimnasia™ con el trabajo ma- nual, y por tanto también la de combinar el trabajo manual con Ta instruccién y Ia gimnasia. Los inspectores fabriles pronto descubrieron, por las declaraciones testimoniales de Jos maestros de escuela, que los chicos de las fabricas, aunue s6lo disfrutaban de la mitad de ensefianza, apren- dian tanto como Jos alumnos corrientes que asistian a clase durante todo el dfa, y a menudo mas que éstos. “La cosa es sencilla. Los que sélo asisten medio dia a la escuela estén siempre despejados y casi siempre en condiciones y con voluntad de recibir la enseanza. El sistema de mitad tra- bajo y mitad escuela convierte a cada una de las dos ocu- paciones en descanso y esparcimiento con respecto a a otra; en consecuencia, ambas son mucho mas adecuadas para el nino que Ia diracién ininterrumpida de una de las dos. Un muchacho que desde temprano en la mafana est sentado en Ja escuela, especialmente euando el tiempo es caluroso, es imposible que pueda rivalizar con otro que vuelve alegre y despejado de su trabajo.” *"" Mas documen- inglesa, los padres no. pueden Tos nifos menores dle 14. aos Sin hacer que al mismo tiempo se les imparta ensefanca element En fabricante es responsable del cumplimiento de Ta ley. "La edu cién fabril es obligatoria y esta Wilulda entre las condiciones de trabajo." (Reports... 31st October 1865. p. I1!.) 8 Acerca de fos ventajossimos resultados de la combinacién deta gimnasa (y en el caso de los varones también de fox eercicios ‘marciaes) y la instruceion obligatoria de los chicos de las fabricas Y escolares. pobres, vease el discurso de Nassau William Senior Ante el septimo.congteso nual de la "National Association Tor the Promotion of Social Science", en Report of Proceedings Londres, 1863, pp. 63, 64, ssi como el informe de Tos inspectores fabriles para el 31 de octubre de 1865, pp. 118, 119, 120, 126 y ss i Reports... 31st October 1865, pp. i8, 119. Un cando: 030 fabricante sedero declara 2 los comisionados investigadores 4e le “Children’s Employment Commission”: "Tengo la seguridad fabsoluta de que el verdadero secreto de como producir obreros Sficlentes ha sido descubierto, y consite en la-unign ene el trabajo y la educaciga desde el periodo de la infancia. Natural ‘mente, cl trabajo no debe ser excesivo, ni Fepugnante, ni insalubre, Deseatia que mis propios hijo alternatan et trabajo ¥ el jUeg0 con In escuela". (Children's..., Fifth Report p. $2, n. 36) 588 taci6n sobre el particular encuéntrase en el diseurso pro nunciado por Senior ante el congreso socioligico de Edimburgo, en 1863, El discrtante expone ademés aq entre otras cosas, cémo la jornada escolar prolongada. ‘unilateral e improductiva a que estin sometidos Jos vasta- gos de las clases medias y superiores, acrecienta inatil mente el trabajo del maesiro, “mientras dilapida no solo cn balde, sino también de manera absolutamente nociva, el tiempo, 1a salud y energia de los nilios”."* Del sistema Jabril, como podemos ver en detalle en Ia obra de Robert Owen, brota el germen de la educacidn del futuro, que com binard para todos los nifios, a partir de cierta edad, trabajo productivo con la educacién y la gimnasia, no s6lo como método de acrecentar la produccion social, sino como Sinieo método para la produccién de hombres desarrollados de manera omnifacética Hemos visto que la gran industria suprime teenologica- mente? la division manufacturera del trabajo, con su ane xion vitalicia y total de un hombre a una operacion de detalle, mientras que a la vez la forma capitalista de la sran industria reproduce de manera aun més monstruosa esa division del trabajo: en la fabrica propiamente dicha, transformando al obrero en accesorio autoconsciente de luna maquina parcial; en todos los demas lugares, en parte mediante el uso esporidico de las maquinas y del trabajo mecénico,”" en parte gracias a la imtroduccién de tra- 580 Senior, Report of Proceedings... p. 66. Haste qué punto 1a gram industria, ena vee. que ha aleanaado cierto nivel, al tae tocar el modo de produccign material y ls relaciones soils de Dproduscion irastuets tambien as cabeass, lo muestra de manera EontunenteIa-compartcgn ene ct dncurso de Senior en 1663 3's Tiica contra In ley” fabril on 1853, 0 una confrontacion “e's opiniones del mencionado congreso con el hecho de que en Sfettas,comercas rurale de Inglaterra x. Ws padres pobtes ick Sie probibido, uo pena de moriee de hambre, caver asin Rios ‘si, por ejemplo, el seRor Snell Informa que Ta préctice usual es Somesctaire es que euando un pobre sowie un subsisio parvo Guisl deba forzossmente retirar us chicos dele ence. AY. fimbién el setor Wollason, pérroco de Feltham, cucnta de’ cso: fen gue se nego todo apoyo a cers familias porque enviaban Sus thicos aa escuela"? “mrt donde Tas mquinas de tipo artesanal impulsades por 1 fucrza humana, complten directa iadrectamente con maquita tha mas desarroliads “que por tanto: presupone la exsencia de "Ein la & edisign: “Tesnicamente’ sKo bajo femenino, infantil y no calificado como nuevo funda- ‘mento de la division del trabajo. La contradiccion entre la divisién manufacturera del trabajo y la esencia de la gran industria sale violentamente a luz. Se manifiesta, entre tras cosas, en el hecho terrible de que una gran parte de los nifios ocupados en las fabricas y manufacturas moder- nas, encadenados desde la edad més tierna a las manipula- ciones mas simples, sean explotados a lo largo de_aiios sin que se les ensefie un trabajo cualquiera, gracias al cual podrian ser tiiles aunque fuere en la misma manufactura © fébrica. En las imprentas inglesas, por ejemplo, anterior ‘mente tenfa lugar, conforme al sistema de la vieja manu- factura y del artesanado, un pasaje de los aprendices desde los trabajos més féciles hasta los més complejos. Recorrian tun curso de aprendizaje hasta convertirse en impresores hhechos y derechos. Saber leer y escribir eta para todos un Fequisito del oficio. Todo esto se modifies con la maquina de imprimir. La misma emplea dos tipos de abreros: un Obrero adulto, que vigila la maquina, y asistentes jévenes, en su mayor parte de 11 a 17 affos, cuya tarea consiste exclusivamente en introducir en la maquina los pliegos en blanco © en retirar de la misma los pliegos impresos. En Londres, principalmente, ejecutan esa tarca agobiadora a lo largo de 14, 15, 16 horas ininterrumpidas, durante varios dias de la semana, jy a menudo 36 horas consecutivas, sin mas que 2 horas para la comida y el suefo!* Gran parte de ellos no sabe leer, y por regia general son eriaturas extremadamente salvajes y anormales. “Para capacitarlos, de manera que puedan ejecutar su labor, no se requiere rningin tipo de adiestramiento intelectual; tienen pocas luna fuerza motriz mecdnica—, se opera una gran transformacién en To que respecta al obrero que impulsa la méquina. En un princi: pio la miquina de vapor sustituia a ese obrero: ahora es éte quien Susttuye 4 la. maquina de vapor. La tensidn y el gasto. dest fuerza’ de trabajo ‘cobrencarseterstcas. monstruosas, jespecial- ‘mente en el caso de los nifios condenados esa tortura! Ast, por ejemplo, el comisionado Longe encontré en Coventry y sus alrede- dores muchachos de 10 a 18. afios empleados en hacer gta felares de cinlas, pars no hablar de chicos menores que. d impulsar telares'de- dimensiones mis reducidas, “Es un trabajo extraordinariamente fatigoxo, El, muchacho es wn mero stl de ta fuerza de vapor" (Children's, Fifth Report, 1866, p. \14, 1. 6) Acerea de las consecuencias homicidas de “este sistema de fsclaviud”, como To denomina el informe oficial, véase ibidem m2 Tbidems po 3s 8.24. 590 oportunidades de ejercer la destreza y aun menos el enten- dimiento; su salario, aunque més bien alto traténdose de muchachos, no aumenta proporcionalmente a medida que ellos crecen, y la gran mayoria no tiene perspectiva alguna cde pasar al puesto de maquinista, mejor remunerado y de mayor responsabilidad, ya que por cada méquina hay s6lo uun maquinista [.. .] y a menudo 4 muchachos.”°"" No bien se vuelven demasiado veterans para ese trabajo puetil, 0 sca.a los 17 aiios en el mejor de los casos, se los despit de Ia imprenta. Se convierten en reclutas del crimen. Diver- sos intentos de procurarles ocupacién en algin otro lugar fracasan debido a su ignorancia, su tosquedad y su dege- neracién fisica ¢ intelectual. Lo que es vilido para 1a division manufacturera det trabajo dentro del taller, también lo es para la division del trabajo en el marco de la sociedad. Mientras la industria artesanal y la manufactura constituyen el fundamento gene~ ral de la produccién social, es una fase necesaria del des- arrollo Ia subsuncién del productor en un ramo exclusive de la produccién, el descuartizamiento de la diversidad de las ocupaciones ejercidas por dicho productor."* Sobre ese fundamento, cada ramo particular de la producciénen- ‘cucntra empiricamente la figura téenica que le corresponde, la perfecciona con lentitud y, no bien se alcanza cierto grado de madurcz, la cristaliza répidamente. Salvo los nuc vos materiales de’ trabajo suministrados por el comercio, lo nico que provoca cambios aqui y alld es Ia varia cién gradual del instrumento de trabajo. Una vez adquirida empiricamente la forma adecuada, ésta también se petri fica, como lo demuestra el pasaje de esos instrumentos, ‘a menudo milenario, de manos de una generacién a las de las siguientes. Es caracteristico que ya entrado el 38 Ibidem. p. 7. n. 60. 0 *Segan_ el Statistical Account, en algunas, partes: monta esas de Escola... se. presentaban ‘muchos pastores cotter: Ibracerosk con sus mujeres ehijon, calzando.zspatos hechos. por fllos de cuero que habian curtdo ellos mimos. con ropa que 20 habia tocado” ninguna mano salvo Ta. suva. y cuyo matetial 10 habian esquilado ellos de las ovejas u obtenido de Tos. campos Gerling que cullivaban, En la confeccién de la vestimenta no entta~ ba cast singin artieula adguirido comercialmente. excepto ls lezna, Tn aguja, el dedal y poquisieas partes del artefacto de hierro util zado paca tet. Lis mujeres mismas obtenian de irboles, arbusios Y"bierbas las tinturas ete." (Dugald Stewart, Works, pp. 327-328.) 591 siglo xvi, todavia se denominaran mysteries (mystéres) *™ {misterios} los diversos oficios, en cuyos. secretos s6lo podia penetrar el iniciado por experiencia y por profe- sion." La gran industria rasg6 el velo que ocultaba a los hombres ‘su propio proceso social de produccién y que Convertia los diversos ramos de la produccién, esponta- eamente particularizados, en enigmas unos respecto a otros, incluso para el iniciado en cada uno de esos ramos EI principio de la gran industria —esto es, el de disolver en si'y para sf a todo proceso de produccién en sus el mentos constitutivos y, ante todo, el hacerlo sin tener en cuenta para nada ala mano humana— cre6 la ciencia modernisima de la tecnologia. Las figuras petrficadas, abigarradas y al parccer inconexas del proceso social de produccién, se resolvieron, segiin el efecto itil perseguido, en aplicaciones planificadas de manera consciente y siste- méticamente particularizadas de las ciencias naturales. La tecnologia descubrié asimismo esas pocas grandes formas fundamentales del movimiento bajo las cuales transcurre recesariamente, pese a la gran variedad de los instrumentos empleados, toda la actividad productiva del cuerpo hu- mano, exactamente al igual que la mecdnica no deja que a mayor complicacién de la maquinaria le haga perder de vista la reiteracién constante de las potencias mecéinicas simples, La industria moderna nunca. considera ni trata como definitiva la forma existente de un proceso de pro- duccién, Su base técnica, por consiguiente, es revolucio- aria, mientras que todos los modos de produecién ante- riores eran esencialmente conservadores.."* La industria $0 En el célebre Livre des méiiers de Etienne Roileav se precept, entre otras cosas, que un oficial, al ser admitido entre os maestros, debe prestar juramento de “amar fraternalmente sos hermanos y"asistiros, cada uno en su meter oticiol, (-..] no divulgar. voluntariamente os stcretos. del oficio € incluso, en interés de la colectividad, no llamar la atencidn a un comprador sobre os defectos de Ta obra ajena para recomendar su" propia se “La burguesia no puede existir sin revolucionar continua: ‘mente tos instrumentos de producsisn, por tanto las relaciones de ProducciGn, y por tanto todas las relaciones sociales, La conserva Gdn inalterada del viejo modo de produceign era, por cl contraio. la primera condicion de existencia’ de todas las clases industisle: anteriores. El trastocamiento continuo de la produccién, la com ‘mocién ininterrumpida de todas las condiciones sociales la inse ‘puridad y el movimiento perennes distinguen Ia. epoca butgucsa $92 moderna, mediante la maquinaria, los procesos quimicos ¥ otros procedimientos, revoluciona constantemente, con 1 fundamento técnico de la produccién, las funciones de los obreros y las combinaciones sociales del proceso labo- ral. Con elias, revoluciona constantemente, asimismo, 1a divisién del trabajo en el interior de la sociedad y artoja de manera incesante masas de capital y de obreros de un ramo de la produccién a otro. La naturaleza de Ia gran industria, por ende, implica el cambio del trabajo, ta fluidez de la funcién, la movilidad omnifacética del obrero. Por otra parte, reproduce en su forma capitalista la vieja sién del trabajo con sus particularidades petrficadas. He- mos visto emo esta contradiccién absoluta suprime toda estabilidad, firmeza y seguridad en la situacion vital del obrero, a quien amenaza permanentemente con quitarle de as manos, junto al medio de trabajo, c} medio de subsis- tencia; ‘con hacer superflua su funcién parcial y con Eta a él mismo. Vimos, también, eémo esta contradiccién se desfoga en Ia hecatombe ininterrumpida de la clase obrera, en el despilfarro mas desorbitado de las fuerzas de trabajo y los estragos de la anarquia social. Es éste el aspecto negativo. Pero si hoy en dia el cambio de trabajo sélo se impone como ley natural avasalladora y con el efecto ciegamente destructivo de una ley natural que por todas partes topa con obstéculos,"™ la gran industria, preci- de todas las precedentes, Todas las relaciones fijas y enmohecidas. ‘con su comiliva de ‘eas ¥ concepciones ateaicas y consagrada, Se disuclven, ¥ las reeién surgidas envejecen antes de poder ositi arse, Todo Io s6lide y'fijo se evapora, todo To sagrado es pro- fanado, ¥ finalmente los hombres se ven obligados a contemplar con mirada impasible su posicign en la vida y sus relaciones Feciprocas” (F- Engels y K. Marx, Manifest der Kommunistischen Parti, Londres, 1848, p. 5.) Sor “Me quitis a Vida si me quitis los medios por los cuales vivo." (Shakespeare) "os'Un obrero francés escribe 2 su regreso de San: Francisco: “Nunca hubiera crefdo que setfa capaz de elerser todos los oficion aque he practicado en California. Estaba convencido de que, salvo youno servia para nada --- Una ver en medio de ese ntureros, que’ cambian més facilmente de oficio que ‘de camisa, a fe mia que hice lo mismo que los demas, Como el tra: boojo en 1as minas n0 era bastante remunerad iri a To abandoné y me ‘udad, donde Tul por turno tipggrafo, techador, fundidor cle. Despues de Haber hecho la experiencia de que sO 593 samente por sus mismas catéstrofes, convierte en cuestién de vida © muerte la necesidad de reconocer como ley social general de la produccién el cambio de los trabajos y por tanto la mayor multilateralidad posible de los obreros, obli- tgando, al mismo tiempo, a que las circunstancias se adap- ten a la aplicacién normal de dicha ley. Convierte en eues- tién de vida o muerte el sustituir esa monstruosidad de 4que se mantenga en reserva una miserable poblacién obre- ‘a, pronta para satisfacer las variables necesidades de explo- tacion que experimenta el capital, por la disponibilidad absoluta del hombre para cumplir las variables cxigencias laborales; el remplazar al individuo parcial, al meto porta- dor de una funcién social de detalle, por el individuo totalmente desarrollado, para el cual las diversas funciones sociales son modos alternativos de ponerse en actividad Una fase de este proceso de trastocamiento, desarrollada de manera natural sobre la base de la gran industria, la constituyen las escuclas politéenicas y agronémicas; otra, las “Ecoles 'enseignement professionnel” [escuelas de ense~ fianza profesional], en las cuales los hijos de los obreros reciben alguna instruccién en tecnologia y en el manejo préctico de los diversos instrumentos de produccién. Si la legislacion fabril, esa primera concesién penosamente arran- cada al capital, no va mas allé de combinar la ensefanza elemental con el trabajo en las fabricas, no cabe duda alguna de que la inevitable conquista del poder politico Por la clase obrera también conquistara cl debido lugar para la ensefianza tecnol6gica —te6rica y prictica— en Jas escuelas obreras. Tampoco cabe duda alguna de que Ja forma capitaista de la produecién y las cortespondientes, condiciones econémicas a las que estin sometidos los obreros, se hallan en contradiecién diametral con tales fermentos revolucionarios y con la meta de los mismos, la abolicién de ta vieja division del trabajo. El desarcollo de las contradicciones de una forma histérica de produc- cién, no obstante, es el sinico camino histérico que leva a Ta disolucién y transformacion de la misma. “Ne sutor ultra crepidam!” [*;Zapatero, a tus zapatos!) ese nec plus ultra [ese extremo insuperable] "I de la sabiduria arte- apto para todo tipo de trabajo, me siento menos molusco y més hombre". (A. Cordon, De Tenseignement professionnel, 2° ed, (Ba: Fis. 1860,] p- $0.) 394 sanal, se convirtié en tremebunda necedad a partir del momento en que el relojero Watt hubo inventado la ma- quina de vapor, el barbero Arkwright el telar continuo, y el orfebre Fulton el barco de vapor.” En tanto la legislacién fabril regula el trabajo en fabri- ‘cas, manufacturas, ete.. ese hecho sélo apatece, ante todo, ‘como intromisién en los derechos de explotacién ejercidos por cl capital. Por el contrario, toda regulacién de la Namada industria domiciliaria,” Se presenta de inmediato ‘como usurpacién de la patria potestas —esto es, interpre- tindola modernamente, de la autoridad paterna—, un paso ante el cual el remilgado, tierno parlamento inglés fingié titubear durante largo tiempo. No obstante, la fuerza de los hechos for26 por tiltimo a reconocer que la gran indus- tria habia disuelto, junto al fundamento econémico de la familia tradicional y al trabajo familiar correspondiente a ésta, incluso los antiguos vinculos familiares. Era nece- sario proclamar el derecho de los hijos. “Desgraciada- mente”, se afirma en el informe final de la “Children’s Employment Commission” fechado en 1866, “de la tota- lidad de las declaraciones testimoniales surge que contra quienes es mas necesario proteger a los niftos de uno u ‘otro sexo es contra los padres.” El sistema de la explotacién desenfrenada del trabajo infantil en general y de la indus- Iria domiciliaria en particular se mantiene porque “los 500 John Bellers, verdadero fendmeno en la historia de_ la ‘economia politics, vo ya 8 fines del siglo xv, con Ia clatidad més absoluta, a necesidad de abolit el sistema actual de educacion division del ‘trabajo, sistema que engendra hipertrofia y atrofia, fen uno y otro extremo de la sotiedad, aungue en sentido opuesto. Dice certeramente, entre otras cosas: "Aprender ociosamente es poco melor que aprender la ociosidad...'El wrabula fisico es. en Siorigen, una insttucion divina .. El trabajo es tan necesario para Is salud del cuerpo como To es ei alimento para su subsistencs, pues los dolores que tn hombre se evita griciay ka ociosidad, Tos Encontraré en la enfermedad... El trabajo echs aceite en la i pura de Ia vida y el pensamiento Ia enciende -.. Una ocupacion Puerilmente eshipidaafirma Belles, lleno. de. presentimientes fobre os Basedows sus chapuceros imitadores modernos) "deja Sumidss en la estupidez las mentes Infamtles™. (Proposals for Ralsing °°, pp. 12, 14, 16, 18) 7" La misma, por lo demas, en gran parte se efecia también en salleres pequetios, tal como To hemos visto en los casos de Ii Imanufacturs: de punillas Y del trenzado de paja. y como también podria exponerse. mis en detale, en el caso de Las munufacturss metalirgins de Sheffield, Birmingham, eletters 595 padres cjercen un poder arbitrario y funesto, sin trabas ni Control, sobre sus jOvenes y tiernos vistagos .... Los padres no deben detentar el poder absoluto de convertir a sus hijos en simples maquinas, con la mira de extraer de ellos tanto o cuanto salario semanal .. . Los nifios y adolescentes tienen el derecho de que la legislacién los protcja contra ese abuso de la autoridad paterna que destruye prematura- mente su fuerza fisica y los degrada en la escala de los seres morales ¢ intelectuales”."" No es, sin embargo, cl abuso de la autoridad paterna lo que creé la explotacién dirceta © indirecta de fuerzas de trabajo inmaduras por el capital, sino que, a la inversa, es el modo capitalista de explotacion el que convirtié a la autoridad paterna cn un abuso, al abolir la base econdmica correspondiente a la misma. Ahora bien, por terrible y repugnante que parezca Ia disolucién del viejo régimen familiar dentro del no deja de ser cierto que la gran industria, al asignar a las mujeres, los adolescentes y los nifios de uno u otro sexo, fuera de Ia esfera doméstica, un papel decisive. cn los procesos socialmente organizados de la produccién, crea él nuevo fundamento econémico en que descansaré una forma superior de Ia familia y de la relacién entre ambos sexos. Es tan absurdo, por supuesto, tener por absoluta la forma eristiano-germanica de la familia como lo scria considerar como tal Ia forma que imperaba entre los anti- {guos romanos, o la de los antiguos gricgos, 0 la oriental, todas las cuales, por lo demés, configuran una secuencia histérica de desarrollo. Es evidentc, asimismo, que la composicion del personal obrcro, la combinacién de indi- Viduos de uno u otro sexo y de las mas diferentes edades, aunque en su forma esponténcamente brutal, capitalista —en la que el obrero existe para cl proceso de produccién, y no cl proceso de produccién para el obrero— constituye tuna fuente pestifera de descomposicién y esclavitud, bajo las condiciones adecuadas ha de trastrocarse, a ta inversa cn fuente de desarrollo humane." La necesidad de generalizar la ley fabril —en un prin- cipio ley de excepeién para las hilanderias y tejedurias. esas 31 Children’s... Fifth, Report, p_XXV. m. 162. y Second Report, p. XXXVI, 285, 289, pp. XXV. XXVi. n. 191. Piel trabajo fabri puede ser tan puro y excelente como el trabajo hecho. en. el domicio, talver mas” (Reports... IM October 1863, p. 129.) 596 primeras creaciones de la industria maquinizada—. con- virtigndola en ley para toda la produccién social, surge. como hemos visto, del curso historico de desarrollo. se- ‘guido por la gran industria: en el patio trasero de la misma se revoluciona radicalmente la figura tradivional de la manufactura, de la industria artesanal y de la domiciliatia: la manufactura se trastrueca constantemente en fiibriea, la industria artesanal en manufactura, y por ultimo. las esferas del artesanado y de la industria domiciliaria se transfiguran, ten un lapso que en términos relativos es asombrosamente breve, en antros abyectos donde los mis monstruosos exee- sos de la explotacion capitalista campean libremente. Las ircunstancias decisivas son, cm dltimo. término, dos: la primera, la experiencia siempre repctida de que el capital apenas queda sometido a la fiscalizacién del estado en algunos puntos dc la periferia social, se resarce tanto mis desenfrenadamente en los demds;*"" la segunda, el clamor de los capitalistas mismos por la igwaldad en las condiciones de competencia, esto es, por trabas iguales a la explotacién del trabajo.""* Escuchemos, al respecto, dos gritos salidos del corazén, Los sofiores W. Cooksley (Fabricantes de cla vos, cadena, ete., en Bristol) implantaron voluntariamente en su negocio la reglamentacién fabril. “Como el sistema antiguo ¢ irregular subsiste en Ios talleres.vecinos, los seores Cooksley deben sufrir el perjuicio de que sus jovenes obreros sean tentados (enticed) a seguir traba- jando cn otros lados después de las 6 de la tarde. «Esto», segiin afirman légicamente, pe 602 escala diminuta, en procesos de trabajo combinados, .cfcc- tuados en una escala social, grande; esto es, acelera la concentracién del capital y el imperio exclusivo del régimen, para emplear a muchachos de 10 a 12 aflos, es puramente iusoria. El “escrupuloso™ procedimiento que siguen en sus interrogatorios los jucces capitalists de instruccion se vuelve aqui verdaderamente comico. IN. 115) "cba ley es mis necesaria contra. los patrones © contra los padres? “Contra ambos." (N. 116.) "dL. } Mas contra lunos que contra otros? —{Cémo podria contestar eso?” (N. 137) “kos patrones han -mostrado alguna inteneién de adaptar los Ihorarios de trabajo a la ensefanza escolar? —[...) Nunea (..) (W211) “cLos mineros mejoran, posteriormente, su educacign? itn general empeoran {.-}; adquieren malas costumbres; se dedi- can a la bebida y al juego y coses por el estilo y se echan a perder totalmente.” (N. 454) “Por qué no envian a los chicos a escuelas nocturnas?’ —En Ia’ mayor parte de los distrtos carboneros las mmismas no existen. Pero To principal es que estén tan extemuados, debido al exceso de trabajo, que se les cierran los ojos de cansan cio.” "Pero entonces", conciuye el burgués, “zustedes estin contra ta" educacign? —De ‘ningtin modo, peror ete." (N. 443.) “Los ropietatios de minas, ete, cuando emplean nifios de 10 y 12 aos ro estin obligados por la ley de 1860 a exigic cert Tares? —Segi la Tey, si, pero Tos patrones no los exigen. EI artculo 7, que castiga 2 quienes emploen a nifos, adoles centes 0 mujeres en violacion de Io dispuesto por ents ley. estiptla ‘lias no solo para el titular del taller, ya sea éte 0 m0 UNO de ins: padres, sino" también por slos padres wots. persooss que Chetan ele oe tty ladle mujer 0 qe oh fengan de si trabajo cualquier benefiio diecton ‘La Factory ets Eviension Act, qUe afta & los grandes exablecimienton, es inferior a ley fabrit debido a una multtud Gd miserasdiopsiciones de" excepeion y cobardes compromisos on os capitalists, ES Workshops Regulation Act, deplorable en todos sus dets- les, fue letra muerta em manos de las autoridades urbanasY Tocles eneargadas de ai aplieacgn. Cuando 1 parlemento, en. 1871, ls privd de esas facultades y se las transis6' los mapectors fbriles Euyo campo de actividad se amplio asi de un solo golpe en. mis Se" 10,000 talleres yademés 300 ladileras, con la min exqusila Solicitud sument6 en acho aydantes solamente el personal is tivo, que ya era todas hes insficiete"=" PeeiLe dve sormend,pucy nea leg ingles 186 una parte, Ia necended, smpuesta sl parlamento. de las clser Sominantés, de adopter en principio medidas tan extraordinatias, Yamplias contra Tow excesos Je Ta explotaion capitalise: por otra 603 fabril. Destruye todas tas formas tradicionales y de transi ion tras las cuales el capital todavia estaba semioculto, y las sustituye por su dominacién directa, sin tapujos. Con "En su opinién, esa cléusula de la ley no se aplica en general? No se aplica en absoluio.” (N. 717.) “ilos obveros de las minas Se interesan mucho por el, problema de la educacién? —En su gran mayoris.” (N. 718.) “Desean ansiosemente que. se apliqhe [a ley? —En su gran mayoria." (N. 720) "Por qué, entonces, ‘no imponen que se aplique la misma? —Mas de wn obrero procure ule se rechace a Tos milchachos sin certificado escolar, pero se onvierte en un hombre sevalado (a marked man)." (N. 721) "{Se falado por quién? —Por su. patron.” (N. 722.) “Pero usted. no creerd que los patrones trian a perseguir a un hombre. porque éte acata la ley? —Creo que To harian.” (N. 723.)"{Por qué los obreros ‘no se nieyan a emplear a esos muchachos? —No es asunto que se deje a Su eleceidn.” (N- 1.634) "ZExigen usiedes Ia intervencisn del parlamento? —Si se ha de hacer algo efestivo por le educacién {e 10s hijos de los mineros.tendra que ser hecho coactivamente, por luna ley del parlamento.” (N. 1636) "ZEsto deberfa aplicarse sos hijos de todos los breros de Gran Bretafa, 0 s6lo"a los de los parte, las medias tintas, la renuencia y mala fides {mala fe] con Aue dicho parlamento leva efectivamente 4 la practica eras medidas. La comisién investigadora de’ 1862. propuso, asimismo, una nueva reglamentacién para la industria minera, na industria que se distingue de todas las dems por el hecho de que en ella coinciden Aampliamente los intereses de los terratenientes y Tos de los capita listas industriates. La antitesis entre los interests de unos y otros favorece a ta legislacion fabri: la ausencia de esa anthesis baste para explicar el retardo y las wiguifvelas que caracterian la legisiacion minera La comisign investigadora de 1840 habia hecho revelaciones tan teribles y sublevantes, y desencadenado tal escindalo ante los ‘ojos de Europa entera, que’el parlamento se vio obligado a tran- Gquilizar su conciencia’ con ta Mining Act [ley mineral de 1842, en Ta cual se limité a prohibir que trabajaran bajo terra las muje- Tes, asi como los nifos de menos de ‘10 aos. "Vino ego, en 1860, la Mines’ Inspection Act, segsin la cual debian ‘nspecsionar las 'minas funcionarios "pablicos designados especialmente a tales efectos y no se podria Ocupar a chicos de 0's 12 afos de edad, salvo i tenfan un certficado escolar 0 asstian cierta cantidad de horas a Ia excucla. Esta ley qued6 en. letra ‘muerta, por entero, debido al. nimero ridiculamente exiguo. de los Inspectores designados, a la insgnificancia de sus atribuciones. otras causas que veremos en detalle mas abajo." (Al llegar a este unto en la 4¥ edicién se inserta, dentro del texto, la nota 321 fe Ta 2 edicién (p. 610 de la presente edicin), en cuyo. primer Dérrafo se introducen algunas modificaciones esilisticas menores, Suprimiéndose, ademis, la frase “En la industria minera -». ampli mente” y el pataje que Va deide “Observemos previamenic™ hasta Severin mds abajo") 604 ello, la legislaci6n fabril generaliza también la lucha directa contra esa dominacién. Mientras que en los talleres indivi- uales impone la uniformidad, la regularidad, el orden y la economia, al mismo tiempo ‘acrecienta —por el enorme ‘mineros? —Estoy agul para hablar en nombre de Jos mineros.” (S, 1638, "{Por qué diferenciar de los demas a los nifios mineros? ‘Porque son ‘una excepsién a la regia.” (N. 1639.) "En gué ‘specto? —En el fisico.” (N. 1640, “Por qué la educacién habria de ser_ mas valiosa para ellos que para los muchachos de otras Slases? “Yo no digo que sea més valiosa para ellos, sino que tienen menos posibilidedes, a ralz de su" abajo excesivo en Ia mins, de recibir educaciga en escuelas diurnas y" dominicales.” WN. 1644) “2No es cierto que es imposible tratar de una manera abioluta los problemas de esta indole?” (N. 1646.) “Hay. sufi Gientes escuelas en los distritos? —No (...}” (N. 1647) “Si el fstado exigiera que se enviase a la escuela a todos los nifios, ide onde habriah “de salir entonces las escuelas. para. todos” esos chicos? —Creo que, no bien las circunstancias To. Impongan, Tas escuelas surgirin. por si mismas.” "La gran mayoria, no solo de fos nifos, sino también de Tos mineros adultos, no sabe Teer ni cscribis." (N- 708, 726.) 3. Trabajo femenino. Desde 1842 ya no se utiliza bajo terra ‘tas obreras, pero si sobre la superficie, para cargar carbén, etc, strar Tat cubes hasta Tos candies o hasta los Yagones de ferro: Carril, clasficar el carbén, ete. Su nimero ha atmentado muy onsiderablemente en los titimos 3 6 4aflos. (N. 1727) Ea si ‘mayor parte son esposts, hijas 0 viudas de mineros, y sus edades ‘Osellan ene Tos 12 y los 50.4 60 afos. (N. 647, 1779, 1781) (N. 648.) "ZQUe opinan los mineros acerca de la utiizacién de mujeres en fas mings? —La condenan, en general.” (N. 649.) "{Pot qué? Porque consideran que esa actividad es degradante para (ese s6x0... Vislen algo asl como ropa de hombre. En muchos tasos se deja a un lado todo pudor. (.."] No pocas mujeres fuman. [TEI trabajo es tan stcio ‘como el que se-efeciia dentro de Ts propia mina. {. .] Entre ellas hay muchas mujeres cassdas, a Tas fue les es imposible cumplir sus deberes doméstcos.” (N. 631. 5s. FoI), (N. 708) “Las viudas podrian encontrar en otra parte una ocupacin tan rendidora (de § a 10, chelines semanales)? —Nada puedo decir al respecto.” (N. 710.) ";¥ sin embargo” (jcorazones fe piedral), “ustedes estén resieltos a despojarlas de ese modo de ganarse’la vida? —Sin duda.” (N. 1715.) "gn qué. se funda ‘es ‘actitud? —Nozotros, los mineros, sentimos demasiado respeto por el bello sexo para verlo condenado a trabajar en la mina Byte trabajo, en gran ‘parte, es. muy. pesado, “Muchas ‘de esas ‘muchachas levantan 10 toneladas por dial" (N. 1732) "Cree usted gue las obreras ocupadas en las minas son’ més inmorales qUe Tas que trabajan en las fabricas? —{-..] El porcentaje de las depra- vadas-ee mayor [.-.] que entre las muchachas de las fabricas” (N. 1733) "gPero ‘usted, entonces, tampoco esti conforme con €L nivel de moralidad imperante en ias fébricas? No." (N. 1734) “Quire, pues, que también se prohiba en las fabricas el trabajo 605 estimulo que para la tenia significan la limitacién y regu lacién de la jornada laboral— la anarquia y las catdstrofes de la produccidn capitalista en su conjunto, asi como la intensidad del trabajo y la competencia de la maquinaria femenino? No, no quizro eo." (N. 1735) “iPor av no? —Por- gue es uns gcupacion, mis: honorable y adesunds’ para cl toro femenino.” O8. 1736) “Sin embargo, ces cra puta le moral de las mujeres, sean dige used? No, mucho menos que el tabsio, fen la mina, Ademés, yo n0 hablo s6I0_8e razones morales sno tambien de razones tinean y socales. Le depradacion socal de las muchachas ev deplorable y extrema, Cuando estos. mucha has se convierien en mujeres de Tos mineios, los hombres pedscen ‘muchiimo por ‘est degradacion, por eso" se van” de we avis Y's dedican'a le bebida:"(N. 1733) "Pero no ocurtira jo mismo Gon tas mujeres que tabsjan en ls estaocimientos sidenirgicoe No estoy en condiciones de hablar de otros ramos indutatee (S. 1740) “Pero que diferencia existe entonces cnt Tas mujeres ‘a6 irabajan ‘en log establecimientorsiderdrgicosy las gue Jo hacen en las minas? No me he ocupado de est cuedions (Ne T741) Road subi alunite ene uncle Yla ga? No me he cetcorado de que exia, pero conozc, por mis ites, de-eas en casay el deplorable etodo Ue cous en muesve Sito {1 08-1750) ©:No le causria un gran pacer abi rsbslo feinenino en todos los lugares donde e* dogradante? Si." ioe melores seatimientos de os nifos se adguieren por la crianza ma teina.” W. 1731) "Pero exo no se aplie iguatiente 4 Tas Oeupa clones agricolas de ‘las mujeter? —Eta octpacion slo dvrt. fos estaciones; entre nosotros las mujeres trabaja lay cuatro ticiones fnteras, yo pos veces delay de noche caleday hacia, fos huesos, con su constiucion debits ¥ ta salud deshecha® Note 1753) "Usted no ha estudio Ia euestion” esto ela del abu de Ia’ maj) “en términos generates? He mirado a mi lredeeon Y to que puedo decir ex que en nitguna pare he encontrado nade ‘ue se compare, en matetia de ocupacton femenina alo que ocutre en las mings de carbon. {N. 1793, 1794, 1808] Ee un trabajo para Hombres [.-] y pata hombres vigoroses. L-] Et sector moor de tos que procuren elevarse y liuianizase, en verde apoyo en ‘mujeres, se ven empujados por elas ia abajo." Desputs que low burgueses sigueran lnzando. pre suntas a diesza'y siesta, finalmente saleva luz el misterio de Su "compasion” por ls viudas las pobres familia, et: “El propie- taro de a mina‘decarbién designa'aclertosgentemen (cableres Gomo capataces y la politica de los mismos, para fanarse a pro, bacion dl empresara, consist en hacer’ nt mds economia posible. ‘A tas muchachas se les paga a caz60 de’ T'cbelin'y 6 Feniques por dia, mientras que un hombre tendria. que. cobrat P chelins 9" 6 penigues" (N- 816) 44, Jurados de autopsias. “En io que respecta a las coroner's Inquest liavestigaciones del frense) eos dititos de usted. sos, ahrerosestn conformes eon el procedimlentojudsial ave se aplica fuando ocurren accidents? ~-No, nolo estén.” (N. 361375) Por 606 ccon el obrero. Al aniquilar las esferas de la pequefia em- presa y de la industria domiciliaria, aniquila también los Uhtimos refugios de los “supernumerarios”, y con ello la valvula de seguridad de todo el mecanismo Social. Al hacer ‘qué no? —Anie todo, porque la gente que se lige para os juries iltrados) po sabe absolbtamente nada de minas. Nunca v convocs {obretos, salvo como testigos. En general se dsigna alos tenderos, de la vecindad [que estan bajo Ia inflaeneia e lox propietarios e minas [..} sis clientes, y que ni siquita comprenden los {éeminos tecnicos emplendos por los testgos, [.--|- Nosotros ex! fimos que lon mineros formen parte dsl jury jurado}. =) Termino ‘medio, el ditamen ests en contradiceén on lo declarado por 1s festiges (N. 378) “Pero lor juradon no debea ser impatcisles? St" (N.379,) "Lot obreror lo serian? —No veo ningun motivo para que fo fueran imparciales. [1 Tienen un buen conocimiento fe causa." (N. 380.) "zPero no iendrian Una tendencie a emir {atlosinjustamente severos, en interés de los obreros? —-No, 20 Io creo” 'SPesor y medidas falsos, etc. Los obreros reclaman que el ago pu ema ep de ainenal ae I meio ag cele oF el peso, yo por la medida de capacidad de lar cubs te los protela cons el empleo de pesos Tao, ete (N- 1071) "81 las cubas se agrandan fraudulentamente, ze obvero no puede aban donar mina, con 14 dias de preaviso? Pero si ve 4 otto sto, Se"encuenira con lo mismo." (N. 072) “Pero. puede dejar el ugar donde se comete el abuso? ~Ese abuso se practica de manera Beneral” «N. 1073) “{Pero el obrero puede abundonar cada vez fl laga: donde esté, tas 14 dlas de preaviso? ~-Si" |Despuds de sto. mis vale pasar a oxra cos! ‘6 inspeccion de minas. Los padecimients de los obreros no solo se. eben alos actidentes provocados por gases explosives (S284 y 58) “Debemos quejarnon, asimimo, de la_ventiacién fe tas minas de carbsn, tan mala que los hombres apenar pueden respira; a causa de ello quedan incapaciados para foda clase de ‘cupacion. Asi por cjemplo, preckamente en la parte de lo mina fn gue eioy trabajondo, el aire pestlente ha obligedo a. mucha fente [.--] 2 guardar cata durante semanas. Loe pasaizos pric! Pales, en s0 mayor pate, estén bastante alfeados, pero No, en com: bio, precisamente lov lugares donde trabajamos...-] Si un hombre se trig al inspecior para guejarse por la ventiacién, se To. de Pide [-} y se conviere en un hombre sseRslados, que tampoco fncueniva ocupacion en otros lugares. La Mining inspecting. ct de 1860 no es ms que un pedazo_de papel. Los inspestoes, cova nimero es teducidsimo, quieds efecten una vista formal cada ‘Tasos. Nuestro inspector ev un hombre de 70 aos, completamente incapuz, que tene a su cargo mas de 130 minas de carbon. Neces {amos mar inspectores, 7 ademds subinspetores"” (N. 280) “En. tonees, gel gobo. deberia mantener il efecto de inspectores fave pudlera hacer por sf mismo, sin informacion’ de los cbreros, todo" lo que exigen" ustedes? Eso es imposible, pero. deberian ‘enir 8 las minas mismas para recoger en elas ia informecion.” 607 que maduren las condiciones materiales y 1a combinacién Social del proceso de produccién, hace madurar las contra- dicciones y antagonismos de la forma capitalisia de ese (N, 285.) "iNo cree usted que el resultado [...] seria transferir a ios funcionatios gubernamentales a responsabilidad ()) por Is ventilacién, ete, responsabilidad que hoy corresponde a los propie trios de minas? —De ningin modo; el cometido de los inspeetores tendria que ser imponer el acatamiento a las leyes ya vigentes.” (N. 294.) "Cuando Usted habla de subinspectores, piensa eM genie con un sueldo menor y de categoria inferior a la de los inspectores actuales? —De ninguna manera deseo ques des pueden conseguir mejores.” (N. 295, "(Usted quiere mis inspec tores 0 un tipo de gente inferior a los inspectores? —-Necesitamos Bente que se las arregle para meterse,ditectamente en las minas, personas que no teman por su pellejo.” (N, 297.) "Si se cumpliera Su deseo de que se deslgnen inspeciores de un tipo inferior, iia Tals 4e eapacidad de éstos no resultaria peligrosa, efe.? —Noy es asunto ‘el gobierno designar’ personas aps.” Al'finsl, este geneto Je interrogatorio result demasiado absurdo incluso para el presidente 4 la comisién investigadora. "Lo que ustedes quieren”, interrum i6, “es gente prictica que observe lo que pasa en’ as minas Imismas [.--] ¢ informe a inspector, que tuego podri emplear su Clencia superior.” (N. $31.) “La ventiacién de todas ests viejas ‘minis, {no aumentaria mucho los costos? —Sf, probablemente Tos ostos aumentarian, pero se protegeria Ta vida homana.” (N. 581.) Un minero del carbon protesta contra ln seceién decimoséptima de Ia ley de 1860: “Actualmente, cuando el inspector de minas en- ete que ung pats" lamina ox en condiciones Je gue se abaje en ella, debe elevar un informe al ptopictario yal ministro del interior. Después de esto, se le conceden 20 dias al propietsrio para que reflexione: al término de los 20 dias puede hegarve 4 efecluat cualquier modificaciin. Pero si se nig, tiene que escribirle al minisro. y proponerle S ingenieros. de mins, Entre los cuales el ministro {.- | debe elegi los abitros. Sostenemos ‘Que, en este caso, el propietario de minas virtualmente designa 2 sus propios jueces.” (N. $86.) Interrogador burgues, propietaio de minas 61 mismo: “[...] Esta'es una objecién puramemte especi- lativa". (N. 588.) “Enionces, usted tiene una opinién muy pobre acerca de ia iniegridad de los ingenieros de minas? —Digo que 50 es muy injusto y poco equitativo.” (N. 589.) "Los ingenieros ‘de minas no poseen una especie de carécter pico, que pone sus decisiones por encima de esa parcialidad temida por usted? —Pre fiero no contestar preguntas sobre el curdcter personal de esa gente Tengo la conviccion de que actian, en muchos casos, de manera muy parcial y cteo que alli donde estén en juego vidas humunas habria que despojarlos de esa facultad.” El mismo burgues tiene la desvergUenza de preguntar: “No cree usted que también los Propietarios de minas sufren pérdidas con las explosiones?™ Por Gltime (n. 1042)" "No pueden ustedes, fos obreros, salvaguardar ‘us propios interes sin recurrir a la ayuda del gobierno? —No. 608 proceso, y por ende, al mismo tiempo, los elementos crea- dores de una nueva sociedad y los factores que trastuecan la sociedad vieja." En 1865 existian en Gran Bretafa 3.217 minas y... 12 ins pectores. Hasia un’ propietario de minus de Yorkshire’ (Times, 26 de enero de 1867) caleula que, prescindiendo de esis actividades puraments burocriticas de los inspectores que les absorben todo Su tiempo, cada mina sélo podria ser visitada uni ver en dice Afios. Nada de_extrafo, pues. que en los ditimos sos tsobre todo fen 1866 9 1867) las catdstrofes hayan aumentado. progresivamente fn nimefo y magnitud (a veces con el sucrificio de 200 4 300 fobreros).;He aqui las bellezas de Ia bre" produceién cupitlisa TEE Robert Owen, el padre de las fabrieas y tiendas. cooperat vas —qulen sin embargo, como ya hemos observado, en modo flguno compartia las ilusiones de sus seguidores con tespecto I trascendencia de esos clementos aslados de transformacion—. en sus txperimentos no s6lo partis practicamente del sistema fabri. sino ‘Que lo considerate tedricamente ‘como punto’ de_partida de ls fevolucién socal, El sefior Visering, profesor de economia politica tn la Universidad de Leven, parece haber sospechado algo de eso ‘clando en su Handboek van praktische Staarhulshoudkunde, 1860 1862, que expone de la manera més adecuads las triviulidades de la economia vulgar, se pronuncia ardorosamente por 1s industria frtesamal y contra la gran industria. (F. E. Agregado a la 4? edicion EI "nuevo embrolle juridico” (p. 264") urdido por Ta leislacion inglese ‘través de leyes reciprocamente contradictorias como las Factory Acts, Factory Acts Extension ety Workshops: Act, a Ia postre’ sc volvié intolerable, por to cual se levé.& cabo, con Ee Factory and Workshop Act de 1878, una codificacién de todas las leyes relativas a esta materia. No'podemos desarolisr sau, haturalmente, una critica pormenorieada de este cOdigo industrial hoy vigente en Inglaterra. Basten, por tanto, los apuntes siguientes: Ta ley comprende: 1) Las tibricas textiles, Aqui todo queda, practi: fmente, como antes: para los nifos de més de 10 afos el tempo {de trabajo permitido es de 3% horas diarias, o de 6 si el sibudo * Bn la 49 edicin se agregan aqui estos dos pérratos: “por defectaosa que sea, la ley de 1872 es eM todo caso la primers que reglamenta el horario de trabajo de tos nifos ocupados Eh tas minas yqus, en cierta medida, hace responsables de los Ma mados accidentes a los explotadores ¥ propietarios de minas “a comisidn real de 1867. cuyo cometido era investigar ts ‘gcupacién de nies, adolescentes y- mujeres. en Te agricultura ha publicudo varios ioformes muy importantes. Se han efectuado tentos de aplicar a Ia agricutura, en forma modificada, fo: que quiero Mama xis una tendencia irresistible a la aplicacién general de esos principios” eH Veaxe p. 362 de la presente edicén. 609 10. Gran industria y ogricultura Solo mas adelante podremos exponer la revolucién que la gran industria provoca en la agricultura, asi como cen las relaciones sociales de sus agentes productivos. Aqui bastard con que indiquemos brevemente y por anticipado algunos de Jos resultados. Si bien el uso de Ja maquinaria en la agricultura esta exento, en gran parte, de los perjui- ios fisieos que ocasiona al obrero fabril,®®” su accién, «libre; adolescentes y mujeres: 10 horas los $ primeros diss labo- fables de la semana, y como maximo 615 los sabudox, — 2) Fa bricas no textiles. En este caso las disposiciones se aproximan mis que_antes a Tas que Figen para 1), pero subsisten ain: no pocas Excepciones favorables a los capitalisas, y no es infrecuente que permisos especiales del ministro' del interior las amplien aun onas. 3) Workshops [talleres},definidos aproximadamente como en, 10 ley anterior; si trabajan en ellos ninos, adolescentes 0 muleres, los ‘workshops son asimilados hasta cierto punto a las fabricas no text les, pero, una vez més, agui las exigencias en algunos. aspectos son menos severas. — 4) Workshops en tos que no trabajan nifos fi adolescentes, sino exclusivamente personas de uno otro. sexo mayores de 18 afos: para esta categoria las disposiciones son aun mis tolerantes. -- 8) Domestic Workshops [talleres domiilarios|. fn los que solo trabajan miembros de ta familia en la vivienda familiar; disposiciones aun mis elisticas, y a la ver la limitacion dde que el inspector. sin autorizacién ministerial o judicial expres, S610 puede visitar los espacios que no'se ullicen al mismo tiempo como habitaciones: por ultimo, liberacién ierestrcta para el tren ‘zado de paja, confection de encajes de boillos, ssf como de guantes, én el Ambo de ls familia, Pese & todas sus deficencias esta ley, junio a Ta Tey fabril promulgada por la Confederacion Helvética £1123 de marzo de 1877. sigue siendo con mucho la mejor dispos ién legal en este terreno, Un cotejo de la misma con la citada Tey federal suiza es de particular interés, porque pone muy de relieve tanto las ventajas como los defectos de los Jas metodos legslativos cl inglés, “historico™ que inerviene primero en un caso, luego en ‘tro y asi sucesivamente, y"el método continental, fundado en as tradiciones de la" Revolucién Francesa, mis generalizador. Lar Imentablemente ef c6digo inglés, em cuanto a ai aplicacién a los Workshops, sigue siendo en gran parte letra muerta.-» por fal del suticiente personal inspective,) "= Una descripeion pormenorizada de 1a maquinaria uilzada en la agrieultura inglesaencuéntrase en Die landwirtachaflichen Gerate und Maschinen Englands, del doctor Wilhelm Hamm, 2° edicign, T8S6. En su bosguejo acerca de la evolucin de la agricul- {ura inglesa, el sefor Hamm sigue demasiado actiticamente al seRor LLéonce de Lavergne. (FE. Agregado Tu 4" edicign. — Actual. mente. como es mattiral, esta obra se ha vuelto anticuada,) 610 en cuanto a convertir en “supernumerarios” a los obrer0s, es aun mis intensa y no encuentra resistencia, tal como veremos en detalle ‘més adelante. En los condados de Cambridge y Suffolk, a modo de jemplo, ct érca culti- vada se ha ampliado muy considerablemente cn los iltimos, inte afios, mientras que la poblacién rural, en el mismo periodo, no sélo decrecié relativamente, sino en téminos absoluros. En los Estados Unidos de’ Norteamérica las, ‘maquinas agricolas, por cl momento, s6lo sustituyen vir- ‘ualmente alos obrcros, ¢s decir, permiten que el productor cultive una superficie mayor, pero sin desalojar efectiva- mente a los obreros ocupados. En Inglaterra y Gales, en 1861, el mimero de personas que participaba en la fabri- cacion de -maquinas agricolas ascendia a 1.034, mien- tras que el de obreros agricolas ocupados en’ el uso de las miquinas de vapor y de trabajo era apenas de 1.208. Es en la esfera de Ja agricultura donde ta gran indus- tria opera de la manera mas revolucionaria, ya que liquida el baluarte de la vieja sociedad, el “campesino”, sustitue yéndolo por el asalariado. De esta suerte, las nccesidades Sociales de trastocamiento y las antitesis del campo. se nivelan con tas de la ciudad. Los métodos de explotacién ‘mas rutinarios ¢ irracionales se ven remplazados por la aplicacién consciente y teenologica de la cioncia. El modo de produccién capitalista consuma el desgarramiento del tazo familiar originario entre Ja agricultura y la manufac- tura, o} cual cnvolvia Ja figura infantilmente rudimentaria de ambas. Pero, al propio tiempo, crea los supuestos mat riales de una sintesis nueva, superior, esto es, de la unién entre la agricultura y la industria sobre la base de sus figu- ras desarrolladas de manera antitética. Con la prepondc- rancia incesantemente crecicnte de la poblacién urbana, acumulada en grandes centros por Ia produccién capitalist, ésta por una parte acumula la fuerza motriz historica de la sociedad, y por otta perturba el metabolismo entre el hom- bre y la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos elementos constitutivos del imismo que han sido consumi- dos por el hombre bajo Ja forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condicién natural eterna de la fertlidad permanente del suclo, Con ello destruye, al mismo tiempo. Ia salud fisica de los obreros urbanos y Ja vida intelec- 61! tual de Jos trabajadores rurales.* Pero a la ver, mediante fa destruceién de las circunstancias de ese metabolismo, circunstancias surgidas de manera puramente natural, la produccién capitalista obliga a reconstituirlo sistematica- ‘mente como ley reguladora de la produccién social y bajo tuna forma adecuada al desarrollo pleno del hombre. En la agricultura, como en la manufactura, la transformacién capitalista ‘del proceso de produccién aparece a la vez como martirologio de los productores; el medio de tra- bajo, como medio de sojuzgamiento, de explotacién y em- pobrecimiento del obrero; la combinacién social de los rocesos laborales, como opresiOn organizada de su vitali dad, libertad ¢ independencia individuales. La dispersién de los obreros rurales en grandes extensiones quebranta, al mismo tiempo, su capacidad de resistencia, mientras que la concentracién aumenta Ia de los obreros urbanos, Al igual que en la industria urbana, la fuerza. productiva uacrecentada y la mayor movilizacién del trabajo en la agricultura moderna, Se obtienen devastando y extenuando la fuerza de trabaje misma. Y todo progreso de la agri- cultura capitalista no es slo un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino a la vez en el arte de esquilmar el suelo; todo avance en el acrecentamiento de la fertilidad de éste durante un lapso dado, un avance en cl agota- miento de las fuentes duraderas de esa fertilidad, Este Proceso de destruccién es tanto més répido, cuanto mis tome un pais —es el caso de los Estados Unidos de Norte: américa, por ejemplo— a la gran industria como punto de partida y fundamento de su desarrollo."** La produecién "4 “Ustedes dividen al pueblo en dos campos hostiles. el de fos risticos patanes y el de los enanos. afeminidos. ;Sanio ciel, {que una nacion dividida en intereses apricolas_c intereses comer Ciales se considere sana, es més, que se dé el titulo de iustrada eivilzada, y no a pesar de esa division monstruosa ¥-antinaturah sino a cause de ella™ (David Urquhart. Familiar Words, p. 119.) Este pasaje muestra, al mismo tiempo, hi Tuerza ya debiidad e un tipo de eritiea que sabe enjutclic } condenar el presente, pero, no Comprenderlo. 38 Cir Liebig. Die Chemie... y en particular, también. ta “Introdueclin a las leves naturales de a Tubranza”, en el torno D Haber analizado desde 1 punto de vista de Tus cienctis naturales cel aspecto negativo de la agricultura moderns, es uno de ios meritos imperecederos de Licbig. Tambien sus upergus [besquejos| histo Heos, aungue no estén exentos de errores gruesos, muesirin felices acierios. Es de lamentar que lance al sca80 aflemaciones como la 612 capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la combinacién del proceso social de produccién sino soca- vyando, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda queza: la tierra y el trabajador. Siguiente: “Gracias a una pulveriaacién més intensa y a las aradas Is frecuentes, se promudve la citculuen del aire dentro de lat fares de tierra porosas y aumenta y se renueva Ta superficie del clo expuesta ala aceign deh aire. pero es facil de comprender ue e) mayor rendimient del campo no puede ser proporcional ST irabolo pesado on dicho campo, sino aie sumenta en Una pror porcion macho menor, "Esa Tey, agregs Licbig, "fue enunclade for primera vec por ohn Stuart Millen sus Principles of Poca! ‘Rohomy, vol. up. 17, de la siglente manera: «Qve el producto eta tctra aumenia, caters paribus [si las Gems condiiones se thantienen iguales), en razén decreciente al aumento de fos wabek Zores empleedos»” el sefor Mil incluso, repite la ley de la escuela ficardana en una formule fas, pues’ como. en Inglaterra. “the {terease of the nbourers employed" la dimimusion de los tabaia- Gores‘empleados, ha ido siempre aa par de Tos progress deta Saricaitura, tendsiamos. que evia ley dexcublerta para Inglaterra alert tendrs apicacion alguna por To menos en dicho Paid, “ees Ta ley general de la agriclturas, To. cual es bastante Fotable ya aue-a Mill le cra desconacida le razén de dicha Tey Gedig, op. ets t B.148 9 nota) En todo cas, y preseindiendo Se ta Seepcion’equvoce de Ia palabra “abel no design ta Tinie nome? proponente de tna teorla que James Anderson eXpuso por primera ye2Pya en tiempos ‘de Adam ‘Smith, ave reters en. divesos erilos hasta comensoy del sig Nix) una teeta que. Mel, ff benea un moe del ply Cds Tey de ln poten Ef Un plagio desvergonzado), ©. apropié en 1815: que West des Stralls"por ean misma epoca, © independentemenie de Anderson Gue Ricardo vineulo en W817 i teora penetal del valor y. que deste entoncrs ha dado la ella al mundo, bajo e! ‘nombre de fcardor que James Mil (el padre’ de John Stuart Mil) vulparize En 1820, que finalmente, ya convertia en Tugar comin, es fepelta por eh sefor John SWuart Mill como” un. dogma escola. EPineuestionable que John Stoart Mill debe casi exclushamente Su auoridad, en t0do caso "notable, a. quidproquos semefantes. 613 SECCION QUINTA LA PRODUCCION DEL PLUSVALOR ABSOLUTO Y DEL RELATIVO capfruLo xIV PLUSVALOR ABSOLUTO Y RELATIVO En un principio examinamos el proceso de trabajo (véase cl capitulo quinto) de manera abstracta, indepen- dientemente de sus formas histérieas, como un proceso entre el hombre y la naturaleza.* En tanto que el proceso de trabajo es puramente indi vidual, ef mismo trabajador retine todas las funciones que més tarde se escinden. Al apropiarse individualmente, para satisfacer sus finalidades vitales, de objetos que encuentra en la naturaleza, se controla a si mismo. Mas tarde, él cstara sujeto a control, El individuo no puede operar’so- bre la naturaleza sin poner en accién sus propios misculos, bajo el control de su propio cerebro. Asi como en el sis- tema natural Ia cabeza y la mano forman un conjunto, el proceso laboral unifica el trabajo de la mente y el de Ja mano, Mas tarde uno y otro se separan, hasta conformar tuna antitesis radical. El producto, antes fruto directo del productor individual, se transforma en general? en el pro- “En Ta 3¥ y 4 ediciones sigue: “Deciamos alli: " 620 BA" (The Advantages... pp. 72, 73.) abe asociar ideas misticas, como ocasionalmente ha su dido, a esa productividad natural del trabajo. Sélo después gue los hombres se han levantado, a fuerza de trabajo, de su primitivo estado animal, séio cuando su trabajo, pues, se ha socializado hasta cierto punto, aparecen las Circunstancias bajo las cuales cl plustrabajo del uno se convierte en condiciOn de la existencia del otro. En tos albores de la civilizacién las fuerzas productivas adquirides por el trabajo son exiguas, pero también lo son las necesi- dades, que se desarrollan’con los medios empleados para su satisfaccién y junto a ellos. En esos comienzos, ade- ms, la proporeibn de los sectores de la sociedad que'viven de trabajo ajeno es insignificantemente pequefia frente a la masa de os prodyctores. directos. Con el progreso de Ja fuerza productiva social del trabajo, esa. proporcién aumenta tanto en términos absolutos “como relativos.” La relacién capitalista, por lo demés, brota en un terreno econdmico que es el producto de un largo proceso de des- arrollo. La productividad aleanzada por el trabajo, en la que se funda aquella relacién, no es un don de la naturaleza sino de la historia.» Prescindiendo de la figura més o menos desarrollada de Ia produccién social, ta productividad del trabajo queda ligada a condiciones naturales. En su totalidad, éstas son reducibles a la naturaleza del hombre mismo —como raz, etcétera— y a la naturaleza que lo rodea. Las condiciones naturales exteriores se dividen, desde el punto de vista econémico, en dos grandes clases: riqueza natural en medios de subsistencia, esto ¢s, fertilidad de! suelo, aguas con abundancia de peces, etc, riqueza natural en medias de trabajo, como buenas caidas de agua, rios navegables, madera, metales, carbon, etc, En los comienzos dela + “Entre los indios salvajes de América casi todo corresponde al trabsjador, 99 partes. de cada ciemto han’ de ponerse en. la Cuenta del trabajo. En Inglaterra, talver el trabajedor no tenga * En Ia version francesa, a partir de “se ha socializado hasta cierto punto”, esta frase coniinga asi "entonces, ys6l0.entonces, Se producen ‘condiciones ‘bajo las cuales el_plustrabao del “uno puede convertice en fuente de vide para el otro, y ello nunce ‘curre sin la ayuda de la fuerza que somete el uno al O10" Tn ta 3° 9 4® ediciones Ta frase termina avi: "sino de uns historia “que abatea miles de sighs 62 civilizacién cl primer tipo de riqueza es el decisive; una vez alcanzado un nivel superior de desarrollo, lo vs el segundo. Comparese, por ejemplo, a Inglaterra con la India ©, en el mundo antiguo, a Atenas y Corinto con los paises riberefios del Mar Negro. Cuanto menor sea el niimero de necesidades naturales que imperiosamente se deba satisfacer y mayores la fer- tilidad natural del suelo y ta benignidad del clima, tanto menor seré el tiempo de trabajo necesario para la conser- vaci6n y reproduccién del productor. Tanto mayor, pues. podra ser cl excedente de su trabajo para otros, por encima de su trabajo para si mismo. Asi, por ejemplo, observa Diodoro respecto a los antiguos egipcios: “Es totalmente increible cudn poco esfuerzo y gastos les cxige la crianza de sus hijos. Les preparan cualquier comida sencilla que tienen a mano; también les dan a comer la parte inferior de la planta del papiro, cuando la pueden tostar, y raices y tallos de plantas de pantanos, en parte crudas, en parte ‘cocidas y fritas. Fl aire es tan suave, que la mayor par de los nifios andan descalzos y desnudos. Por eso un nilio ‘ho les cuesta en total a sus padres, hasta que llega a ser adulto, mas de veinte dracmas. Es ésta la raadn principal de que en Egipto la poblacidn sea tan numerosa, y por eso pudieron construirse tantas grandes obras.” * Con todo, las grandes construcciones del Egipto antiguo deben menos al volumen de su poblacién que a la gran proporcién en que ésta se hallaba disponible. Asi como el trabajador individual puede suministrar tanto més plustrabajo cuanto menor sea su tiempo de trabajo necesario, asi, también, cuanto menor sea la parte de la poblacién trabajadora requerida para la produccién de los medios de subsistencia necesarios, tanto mayor serd la parte disponible para otro tipo de trabajo. Una vez presupuesta la produccién capitalista, y si las demas circunstancias se mantienen iguales y 12 jornada laboral tiene una extensién dada, la magnitud det plustra- bajo variard con las condiciones naturales del trabajo, y en especial con la fertilidad del suelo. Pero de ninguna manera se infiere de ello, a la inversa, que el suelo mas fértil sea el més apropiado para el crecimiento del modo capitalista de produccién. Este supone el dominio del hombre sobre la * Diodorus Siculus Historische Bibliothek, ib. % cap. 80. 622 naturaleza. Una naturaleza demasiado prédiga “lo leva de la mano como a un nifio en andadores”."™! No con- Vierte al desarrollo del hombre mismo en nécesidad natu- ral.t No es el clima tropical, con su vegetaciin Iujuriante, la patria del capital, sino 1a’ zona templada. No es la fer tilidad absoluta del suelo, sino su diferenciaci6n, 1a diver- sidad de sus productos naturales, lo que constituye el fundamento natural de la divisién social del trabajo y acicatea al hombre, mediante el cambio de las circuns- tancias naturales en que vive, para que diversifique sus propias necesidades, facultades, medios de trabajo y modos de trabajar. Es la necesidad de controlar socialmente una fuerza natural, de economizarla, de apropiarse de ella 0 de dominarla en gran escala mediante obras de la mano humana, Io que desempeiia el més decisivo de los papeles en la historia de la industria. Asi ha ocurrido, por ejemplo, con la regulacién del agua en Egipto,* Lombardia, Holanda, eteétera. O en la India, Persia, etc., donde el regadio me diante canales artificiales no s6lo aporta al suelo cl agua indispensable, sino ademés, con el limo arrastrado por ésta, el abono mineral de las montafias. La clave del floreci- + “Como la primera” (a riqueza natural) “es muy espléndida y rendidora, hace que el pueblo caiga en Ia incuria, Ia allaneria ¥ todos los excesos, mientras que la Segunda impone’ a diligencia, ia ‘cultura, el conocimiento de-los oficios y el arte de conducir el estado.” (Enpland's Treasure by Foreign Trade. Or the Balance Of our Foreign Trade is the Rule of ow Treasure, Written by Thomas Mum, of London, Merchant, and Now Published for the Common Good by his Son John Mun, Londres, 1669, pp. 181, 182) "Ni tampoco puedo concebir peor maldicign contra el con” junto de un pueblo, que la de ser lanzado en una comarca donde la produccion de artculas de subsistencia y alimentos sea en gran parte espontanea, ¥ el clima requiera o admita pocos cUi Ta vestimenta y el techo ... Puede darse el extremo con suelo que no Jé fruto aunque se Io. trabaje, es tan tin suclo. que produce abundantemente sin trabajo alguno.” (An Enqulry into the Causes of the Present High Price of Provisions, Londres, 1767, p. 10.) "La necesidad de calcular las crecidas periédicas del Nilo cre6 la astronomia egipcia, y con ella la dominaciOn de Ia casta Sacerdotal como directora de la agricultura. “El solsticio es el mo ‘mento del afo en que comienza Ta creciente del Nilo, y por tanto el gue los egipcios deben de haber observado con la maxima ater Sidn... Para’ organizar sus tareas agricola, era ese afio répico eh que les interesaba fijar. Tuvieron, entonces, que buscar en el fielo un signo manifiesto de su retorno." (Cuvier, Discours sur les révoluions du globe, ed. por Hoefer, Pars, 1863, p. 141.) 623 miento industrial alcanzado por Espafia y Sicilia bajo la dominacién arabiga era la canalizacion.* La benignidad de las condiciones naturales se limita a brindar la posibilidad, nunca la realidad, del plustrabajo, y por tanto del plusvaior o del plusproducto. La diversidad de las condiciones naturales del trabajo surte el efecto de que en paises diferentes la misma cantidad de trabajo satisfaga diferentes masas de necesidades;* por tanto, de que bajo condiciones en lo demas andlogas, el tiempo de trabajo necesario sea diferente. Esas condiciones s6lo operan como barrera natural sobre el plustrabajo, esto es, determinando el punto donde puede comenzar el trabajo para otro. En la misma medida en que la industria avanza, ‘esa barrera natural retrocede. En plena sociedad europea occidental, en la cual el obrero sélo puede comprar con plustrabajo cl permiso de trabajar por su propia existencia, cs fécil imaginar que una cualidad innata del trabajo humano es la de suministrar un plusproducto.* Pero obser- vemos, por ejemplo, a los habitantes de las islas orientales del archipiélago asiatico, donde cl saga crece silvestre, en Una de las bases materiales del poder estaal sobre los peque- fos ¢ inconexos organtimos de produccién de la India. era la ‘epulacign del suministro de agua. Los dominadores mahometanos Ge la India comprendieron esto mejor que sus sueesores inpleses. Recordemos solamente Ta hambruna de 1866, que cost6 la vida ‘mas de-un millon de hindJes en el distrito de Orisa, presidencia No hay dos paises que suministren igual nimero de medios de subsistencia necesarios, con la misma abundancia y con fa misma cantidad de trabajo. Las necesidades del hombre aumentan 0 dis- ‘minuyen ‘con lo. riguroso 0 benigno del ‘lima en que vive: en Conseevencia, la proporcién de actividad industriosa que se ven ‘obligados » desplegar los habitantes de los diferentes paises, es for- zo.o que no sea la misma, nies posible detetminar ei grado de variacién de otra manera que por los grados de calor y de fio de lo cual puede extraesse esta. conclusion general: que, la ‘camtidad de trabajo tequerida para el sustento de cierta cantidad te gente es mayor en los climas frios, y menor en los cilidos: yo {que en los primeros los hombres no s6lo precisan mis vestiments. Sino que hay que cultivar fa tierra mas que en los oliimos.” (An Essay" on the Governing Causes of the Natural Rate of Interest Londres, 1750, p. 39. El autor de esta obra memorable, publicads inénimamente, es Joseph Massie. Hume tomé de ella sv teoria fel interes STedo trabajo debe” (esto parece pertenecer también los droits et devoire du citoyen {derechos y deberes del ciudadano)) “dejar un excedente-” (Proudbon "™ 624 Ja selva, “Cuando los habitantes, tras calar el tronco, se han convencido de que el palmito esté maduro, derriban cl {irbol y lo cortan en varios troz0s, desprenden el palmito, lo mezclan con agua y lo filtran: se ha obtenido, asi, harina de sag perfectamente lista para el uso. Un arbol rinde coménmente 300 libras,* y puede dar hasta 500 y 600 libras.® Alli, pues, la gente va a la selva y corta su pan. ‘como entre nosoiros va al bosque a cortar iefa.”" Supon- ‘gamos, ahora, que uno de esos cortadores asiéticos de pan necesite 12 horas semanales de trabajo para satisfacer todas sus necesidades. Lo que la benignidad de la natura- Jeza le concede, de manera directa, es mucho tiempo libre. Para que emplee productivamente ese tiempo en beneficio suyo se requiere toda una serie de circunstancias historicas; para que lo gaste en plustrabajo destinado a extrafios, es necesaria la Coercién exterior. Si se introdujera la produc- cin capitalista, el buen hombre tendria quizas que trabajar 6 dias por semana a fin de apropiarse para si el producto de un dia de trabajo. La benignidad de la naturaleza no explica por qué ahora él trabaja 6 dias por semana 0 por Qué suministra 5 dias de plustrabajo. Explica, solamente, por qué su tiempo de trabajo necesario esta limitado a un dia por semana. Pero en ningiin caso su plusproducto bro- taria de una cualidad oculte, innata al trabajo humano. ‘Asi como en el caso de las fuerzas productivas histéri- camente desarrolladas, sociales, las fuerzas productivas del trabajo condicionadas naturalmente aparecen como fuerzas productivas del capital al que aquél se ha incorporado.< # F. Schouw, Die Erde, die Pflanze uid der Mensch, 2 edu Leipzig, 1854, p."148, * Unos 150 ke (no sabemos a qué tipo de “libras” se referia Schou) '"De 250 2 300 kg, aproximadamente, En ia 38 y 4° ediciones figura a continuacién el siguiente icardo nunca se interesa por el origen del plusvalor. Lo trata como cosa inherente al modo ‘capitalisia de produceiOn, el cual fs, sus 0j05 la forma natural de Ta produeciGn soctal, Cuando se feflere u la, productivided del trabajo. no busca en ella la causa {de que exists el plusvalor, sino Unicamente Ta causa que determina Ts magnitud de ésle. Por el conirario, su escuela ha proclamado claramente que la causa de que surja la ganancia (Iéase: el plus Valor) es la fuerza productiva. del trabajo. En todo caso. ello Signifiea un progreso’ con respecto a los mercaniliias, quienes, 625 or spare, al excedente del precio de Ios producion por encims {sss conor de producion lo acm devivar el iterssmbio deh ‘ents de squlios por encima de valor. Pero tambien Ts escact Heardsna lini go obstatea elude) problem ev hg ds Feolveri, En realidad, estos cconominn Surges advert Sraintvay-cerleramente queers miy_pelitrow ‘nvesigat. con txcesia pofungidad el. problems candeme del origen del. poy Stor ePero que Geir cuando medio gio dspace de Ricurde e ‘stor Jon Stunt Mil somprucbssolemnemente su superna Com respecons los mercanistan, mientanrepte mal tow confoox Sthiefugi de los prineros valjareadores te Ricardo” Dice Mill «La Sauna de In ganancia es que ol tabsio produce amis de ie he fal pare au sstenio>- Hssla si nn mas Aue Ia vii cantina, pero nuesgo sutor quiere afudi tami igo de'su covecha:ePara varia form te teorema razon or Ia seal et capital rinde une ganancin, ex que el aliment. hi Seventy as materisprimas © isrumentoe de trabajo dram Imar Nempo ael'gue se reguere pars prodtfom. Mill confide {gui Ta" dracion del tiempo. de‘rvbajo con la duracién de ws Drodustos, Contorme sexta sstrina, Ur paralero evox provisos furan slo un diay nunca podria extract Je sue asalarados ta mit tia panancia' que’ uy conmtucior de: maquinas:cuyos productos irate tina veitena dees } mis. Por ota pare. eo may ceo fue si undo. no dsrarn mis tempo que eh necesario arts Sonsirucetin, los pasrostendrian gue areprele in mide Una ved eublecida tia verdfd fundamental, Mil comprucba su supriondad sobre fos mereanilstas eWemom si, Que TB fanci'no provi del icaente de lor nrreanbien, sto dels fueren productva él tray.) in eanancla ener de np siempre lo que la fuer productive del trabajo hace, de el xia ono Incfenmbio. $i fas ocupsciones no evuviran divide fo hubris nl compra vents, pero sempre habia anunctan TA ps ntercambios a compra 3 ln vent, condones = ferales dea rodvccton capitaia, no son mis que tn pie IMeifenecy sigue hablendo ganaetaungue no hays compan venta de la fuerza de trabajo! : *ySrosigue: «3: os Obrero den pats producencolestivamen un 20 Se mds que la suma dey salriog. ls gunaneis neran de 438 S, sean cuties furem lo previon de lis meteunciany Es eso for tina pare na tastloga de fan mas loerad, puesto gue Tos Sbreros proven para als captalstas un plusvalor de 20% fobvio ‘que law gananciay seran al salatio {otal de lon obteros Somo 30 “ido. Por otra pate. es abwaamente flso que sls fumncis stray de 20> Seran menores, sempre. pore fe Ee fancas se calculan sobre Is sum tort del eupte sdlanado. SIG Captaist, por ejemplo, adelants S00, 400 de I cueles St han busago'eh medion oe producciin 100 en sitios In 626 tasa del plusvator es, como més arriba, de 20%, ta tasa de Ja fnancia seri como 20 :300, esio es, del 4 9, no del 20 %. ‘Sigue una muestra brillante de cémo Mill trata las diversas formas histéricas de la produccién social, «Doy siempre por su puesto el estado actual de cosas, que con pocas excepciones pre Gomina universalmente, esto es, que el capitalista have todos los adelantos, sin excluir la remuneracion del obrero.» jExirafia ilusion Sptica esia de ver por todas partes un estado de cosas que solo Somo excepeion predomina en la Tierra! Pero prosigamos. Mill, Sondadosamente, concede «gue no existe la necesidad absoluta de que eso sea asin” Por el contrario, shasta la terminacién per= fects y cabal de ls obra, el obrero podria esperar incluso el ago entero de su salario, siempre que dispusira de los medios Hevesarios para subsistr en el intein. Pero.en este Ultimo caso el ‘Obrero seria realmente, en certa medida, Un capitalista que eoloc Fin capital en la empresa, aportando una parte de os fondos necesatios para llevarla a buen puerto». Con el mismo. derecho decir Mill que el trabsjador que se adelanta asi mismo fo sélo los medios de subsistencia sino tambien los medios de tra bajo, en realidad es su propio ssalariado. O que el campesino norteamericano que se hace una prestacion personal a sf mismo en ver de hacérsela-4 un propietario, es el esclavo de si mismo, ‘Después de habernos demostrado con tanta claridad que ta produccién capitalisa, aunque no existiera, siempre exstria, Mill ahora bastante consecuente para demostrar que esa produccion apitaista no eviste aunque exists: «F incluso en el caso anterior> {cuando el capitalists adelanta a} obrero la totalidad de sus mediox {de subsistencis), «no se puede considerar a} obrero desde el mismo punto de vistas (esto es, como capitlistal, «pues al entregar st Trabajo por debsjo del precio de mercado (puede considerarse como. si adelantara la diferencia (?) a su empresario, etc»? En la fealidad de los hechos, el obrero adelanta gratuitamente si Uuabajo al capitalista durante una semana, ele, para recibir al 6r~ ‘mino de la semana, etc, el precio de mercado de dicho trabao; iy esto fo converte, segun Mill, en capitaista! En el terreno Tlano los Inontones de tierra parecen ‘cetrost midase Ja. chatura de nuestra bhurguesia aca! por'el calbre de sus «grandes ingenios Sc en eh ett AS 627 capiruLo xv CAMBIO DE MAGNITUDES EN EL PRECIO DE LA FUERZA DE TRABAJO Y EN EL PLUSVALOR En Ia seccién tercera, capitulo 1, analizamos la tas del plusvalor, pero sélo desde cl punto de vista corres- pondiente a ia produccién de} plusvalor absoluto. En ta seccién cuarta descubrimos determinaciones adicionales, Hemos de resumir aqui, brevemente, lo esencial.* E valor de la fuerza de trabajo est determinado por cl valor de Jos medios de subsistencia que habitualmente necesita el obrero medio, La masa de estos medios de subsistencia, aunque pueda cambiar su forma, en una época determinada y para una sociedad determinada esti dada, y, por consiguiente, se 1a puede tratar como una mag- niitud Constante. Lo que varia, es cl valor de esta masa Otros dos factores entran en la determinacién del valor aleanzado por la fuerza de trabajo. Por una parte sus costos de desarrollo, que varfan con cl modo de produc- cién; por otra parte, su diferencia de naturaleza, segin se trate de fucrza de trabajo masculina 0 femenina, ma- dura © inmadura, El cmpleo de esas fuerzas de trabajo diferentes, condicionado a su vez por el modo de produc- cién, ocasiona una gran diferencia en los costos de repro- duccién de la familia obrera y cn el valor del obrero varén + Pcrafo suprimido en ta 3° y 4° ediciones. 629 adulto. Ambos factores, no obstante, de la presente investigacién.®> Damos por supuestos los siguientes puntos: 1) que las ‘mercancias se venden a su valor; 2) que el precio de la fuerza de trabajo, aunque ocasionaimente suba por encima de su valor, nunca desciende por debajo del mismo. Una vez supuesto lo que antecede, Vimos que las mag- nitudes relativas del plusvalor y del precio de la fuerza de trabajo estin condicionadas por tres circunstancias: 1) la duracién de la jornada laboral o la magnitud det tra- bajo en cuanto a su extensién; 2) la intensidad normal del trabajo, o su magnitud en cuanto a la intensidad, de manera que determinada cantidad de trabajo sc gasta en un tiempo determinado; 3), y finalmente, la fuerza productiva det trabajo, con arreglo a la cual, y Segin el grado de desarrollo aleanzado por las condiciones de produccién, Ia misma cantidad de trabajo suministra en el mismo tiempo una cantidad mayor 0 menor de producto. Como es. obvio, muchas combinaciones son posibles, segiin uno de los tres factores sea constante y los demas variables, o dos factores constantes y el tercero variable, o, finalmente, variables 4 un mismo tiempo los tres. El niimero de estas combina- ciones pucde aumentar mas aun debido a que, en caso de variacién simulténea de los diversos factores, la magnitud y sentido de dicha variacién pueden ser diferentes. En lo ue sigue nos limitamos a presentar las combinaciones principales. quedan excluidos A. Magnitud de ta jornada taboral e intensidad del trabajo, constantes (dadas); fuerza producti Partiendo de este supucsto, el valor de la fucrza de tra- bajo y el plusvalor estén determinados por tres. leyes. Primera: la jornada de trabajo de magnitud dada se representa siempre en el mismo producto de valor, por més que varie la productividad del trabajo, y con ella la his = (FE, — Aqut, naturalmente, también queda excluide e caso tratado en la pagina 281," (Nota w la 3" edicion}) * Pigina 385 de la presente edi 630 masa de productos y por tanto el precio de la inercancia singular. El producto de valor de una jornada laboral de 12 horas es de 6 chelines, por ejemplo, aunque la masa de los valores de uso producidos varie con Ia fuerza productiva Uel trabajo y, por tanto, el valor de 6 chelines se distribuya entre un nimero mayor o menor de mercancias. Segunda: el valor de la fuerza de trabajo y ef plusvalor varian en sentido opuesto. Una variacién en la fuerza pro- ductiva del trabajo, su aumento @ mengua, opera en sentido inverso sobre el valor de la fuerza de trabajo y en sen- tido directo sobre el plusvalor. El producto de valor de Ia jornada Taboral de 12 horas es una magnitud constante, por ejemplo 6 chelines. Esta ‘magnitud constante es igual a la suma del plusvalor mas el valor de la fuerza de trabajo que el obrero suple por un equivalente, Es evidente que de las dos partes de una magnitud constante ninguna puede aumentar sin que la otra disminuya. El valor de la fuerza de trabajo no pucde subir de 3 a 4 chelines sin que el plusvalor disminuys de 3 a 2 chelines, y el plusvalor no puede aumentar de 3 a 4 chelines sin que el valor de la fuerza d® trabajo caiga de 3 a 2 chelines. Bajo estas circunstancias, pues, no es posible cambio alguno en la magnitud absoluta tanto del valor de la fuerza de trabajo come del plusvalor, sin que varien simultineamente sus magnitudes relativas 0 propor- cionales. Es imposible que ambos mengiien 0 aumenten simulténeamente, El valor de la fuerza de trabajo, ademis, no puede caer, y por tanto el plusvalor no puede aumentar, sin gue aumente la fuerza productiva del trabajo; por ‘ejemplo, en el caso de mas arriba, el valor de la fuerza de trabajo no puede disminuir de 3 a 2 chelines sin que la fuerza productiva acrecentada del trabajo permita producir en 4 horas la misma masa de medios de subsistencia que antes requerfa 6 horas para su producei6n. A la inversa, el valor de la fuerza de trabajo no pucde aumentar de 3a 4 che- lines sin que la fuerza productiva del trabajo disminuya Y que, por tanto, se requieran & horas para producir la misma masa de medios de subsistencia que antes se pro- ducia en 6 horas. La misma oricatacion en el cambio de la fuerza productiva del trabajo, su. aumento, re- 631 duce el valor.* Al formular esta ley, Ricardo paso por alto una cir- cunstancia. Aunque el cambio en 1a magnitud del plusvalor © del plustrabajo ocasiona un cambio inverso en la mag- nitud del valor aleanzado por la fuerza de trabajo o por el trabajo necesario, de esto no se infiere, ni mucho menos, {que varien en la misma proporcién. Aumentan y disminu- yen en la misma magnitud. Pero la proporcin en que cada parte del producto de valor o de Ia jornada laboral aumenta © disminuye, depende de la divisién que se habia verificado originariamente, antes del cambio en la fuerza produc- tiva del trabajo. Si el valor de la fuerza de trabajo era de 4 chelines 0 el tiempo de trabajo necesario de 8 horas, siendo el plusvalor de 2 chelines 0 cl plustrabajo de 4 ho- ras, y a consecuencia de un incremento en la fuerza pro- ductive del trabajo el valor de la fuerza de trabajo bajara 23 chelines o el trabajo necesario a 6 horas, el plusvalor aumentaria a 3 chelines o el plustrabajo a 6 horas. Es la ‘misma magnitud de 2 horas o de | chelin la que se atade alli y se quita aqui. Pero el cambio proporcional de magni- tudes no ¢s el mismo en ambos lados. Mientras que el valor de la fuerza de trabajo se redujo de 4 chelines a 3, 0 sca en Y%4 0 en 25 %, el plusvalor aumenté de 2 chelines a 3, por tanto cn ¥2 0 en 50%. Se sigue de esto, por consi guiente, que el incremento 0 disminucién proporcionales del plusvalor, a consecuencia de un cambio dado en la fuerza productiva del trabajo, serén tanto mayores, o tanto menores, cuanto menor, 0 mayor, fuese originariamente la parte de la jornada laboral que se representaba en plusvalor. Tercera: el aumento o la disminucién del plusvalor es siempre la consecuencia, y nunca la causa, de la disminu- Cién 0 aumento correspondientes operados en el valor de la fuerza de trabajo."* valor de la fuerza de trabajo y aumenta cl plus- ‘© MacCulloch, entre otros, le ha hecho a esta tercera ley Ja adicion absurda'de que el plusvalor puede aumentar, sin que disminuys el valor de ta fuerzi de trabajo, gracias 9 la supresiin En la 3 y 4 ediciones In frase precedente es del siguiente tenor: “De esto se desprende que el aumento en It productividad el trabajo reduce el valor de Ta fuerza de abajo’, con ello, fcrecienta el plusvalor, mientras que, a fa inversay 1a red ‘de la productividad acrecienta el Valor de Ia fuerza de ¥ reduce el plusvalor”. 632 Como la jornada laboral es de magnitud constante y se representa en una magnitud constante de valor; como a todo cambio de magnitud en cl plusvalor corresponde tun cambio de magnitud inverso en el valor de la fuerza de trabajo, y puesto que este valor s6lo puede variar con un cambio en la fuerza productiva del trabajo, de estas condiciones se sigue, como es obvio, que todo cambio de ‘magnitud cn el plusvalor surge de un'cambio de magnitud* cen ef valor de la fuerza de trabajo. Por ende, si hemos visto que no cs posible ningtin cambio absoluto de mag- nnitud en el valor de la fuerza de trabajo y en el plusvalor sin que varien sus magnitudes relativas, se infiere ahora que no es posible ningiin cambio de sus magnitudes rela- tivas de valor sin que varie la magnitud de valor absoluta de la fuerza de trabajo Ricardo ha sido cl primero en formular de manera rigurosa las tres leyes que acabamos de enunciar, Los de- fectos de su anélisis son, 1) que presupone como cond ciones generales y exclusivas —evidentes de por si— de la produecién capitalista, las condiciones particulares dentro de las que rigen esas leyes; 2), y esto falsea su andlisis on un grado muy superior, que Ricardo de ningin modo ‘expone de manera pura el plusvalor, esto es, independiente mente de sus formas particulares tal como la ganancia, la renta de la tierra, etc. De ahi que confunda directamente las leyes sobre la tasa del plusvalor con las leyes sobre la rasa de la ganancia.” Mas adelante, en el libro tercero de impuestos que antes el capitaista tenfa que pagar. La supre Sfon de tales impuestos no modifica en nada la Cantidad de’ plus Valor que el capitalista indusirial suseiona, en primera insiancia, {el obrero. Slo. modifica To proporeign en que el-plusvalor va ft parar a st) propio bolilo 0 en que se lo reparte forzosamente on terceros. No modifica en nada, pues, la proporcion entre Velor de la fuerza de trabajo y el plusvalor Ta excepcion de Macculloch no hace mis que demostar, pues, su incomprensign te la regia, una desdicha que le pasa a al tama menudo en la Wulgarizacién de Rieardo como a Jean-Baptiste Say en la vulgari= cin de Adam Smith, En la 39 y 49 ediciones: “cambio inverso de magnitud” "En ta 3¥ y 4 ediciones, el texto de este parrafo es hasta agui_el ‘siguiente “stieardo ha sido el primero en formular de manera rigurosa tas tres leyes enunchidas mis atriba, Los defectos de su analisis son, I} que considera como. condiciones generales y exclusivas 633 de esta obra, demostraré que la mivma taxa del plusvator puede expresarse en las mas diversas tasas de la ganancia, Y. que diferentes tasas del plusvalor, bajo determinadas circunstancias, pueden expresarse en la misma tasa de la 1 cambio de magnitud en el plus- valor supone un movimiento en el valor de la fuerza de trabajo, ocasionado por un cambio en la fuerza productiva del trabajo. El limite de esa variacién esté dado por el nuevo limite trazado al valor de la fuerza de trabajo, Pero, aunque las circunstancias permitan que la ley opere, pueden ocurrir movimientos intermedios. Por ejemplo, si a consecuencia de una fuerza productiva del trabajo acre centada, el valor de la fuerza de trabajo disminuye de 4 chelines a 3 —o el tiempo de trabajo necesario se reduce de 8 horas a 6—, el precio de la fuerza de trabajo podria sminuir slo a 3 chelines y 8 peniques, a 3 chelines y 6 peniques, a 3 chelines y 2 peniques, etc., y por tanto cl plusvalor aumentar s6lo a 3 chelines y 4 peniques, 3 che- lines y 6 peniques, 3 chelines y 10 peniques, etc. El grado de la reduccién, cuyo limite minimo es de 3 chelines, de- pende del peso relative que arrojen en cada platillo de la —evidentes de por de Ie produccign capitalist, «tas condi- Giones particulars dito de las que tigen esas lejes. NO sabe de cambio alguno ni en la duracion de Ia jorada labora ni en in intesidad del trabajo, de tal manera que en él a product vidad del trbajon por ae converte ene nico factor arabe pero, esto falsea “sv anit en_un grado. muy wperior Ricdrde, al igual que los demés economistah munca vests el Plusyalor en Suan tal, esto-e, independientemente de ss formas Particulares Somo ta ganancay la renta de ia terra ete. De aht fue confunds ditectamente lay leyer sobre lo tsa del plutvalor Gon las lees sobre la tasa de fa ganancar Como hemes tndicado, Ua"tase a Ia ganancia es Ts proporclon entre el pluwalor ye Capital total adelantado, mientras Que Ie ase del plusalor & fa Proporcion entte el plsvalor J. meramente Ia parte variable de xe capital. Supongumor que uncapla de 500 (©) se divide en iaterasprimas, Medios ve trabajo, ety por un total de 400 yen £100 de saarios ), y ave el pluwalor es = 2100 @). La tasa del plusvalor sera entonces — £10 » E100 p_ £100 © E500 ademas, que Ja tas de la ganiancia puede depender de circuns- Tancias que de ningin modo influyen sobre Ia tasa del plisvalor = 100%. Pero Ja tasa de la ganancia seré 20%. Fs evidente, 634 balanza por un lado la presién del capital y por otro la resistencia de los obreros. El valor de la fuerza de trabajo esté determinado por cl valor de una cantidad determinada de medios de sub- . Lo que varia con la fuerza productiva del trabajo es el valor de esos medios de subsistencia, no su masa. La masa misma, si aumenta la fuerza productiva del trabajo, puede acrecentarse simulténeamente y en la misma pro- porcién para el obrero y cl capitalista, sin gue se opere cambio alguno de magnitud entre el precio de la fuerza de trabajo y el plusvalor. Si el valor originario de ta fuerza de trabajo es de 3 chelines y el tiempo de trabajo nece- sario asciende a 6 horas, siendo el plusvalor igualmente de 3 chelines o ascendiendo también a 6 horas el plustrabajo, al duplicarse la fuerza productiva del trabajo, mantenién- dose igual la division de la jornada laboral, quedardn inalterados el precio de la fucrza de trabajo y el plusvalor. Sélo ha ocurrido que cada uno se representa en una canti- dad doble de valores de uso, pero proporcionalmente abara- tados. Aunque el precio de la fuerza de trabajo se mantendria inalterado, habria aumentado por encima de su valor. Si disminuyera el precio de la fuerza de trabajo, pero no hasta el limite minimo de 1 ¥2 chelines, trazado por su nuevo valor, sino a 2 chelines y 10 peniques, 2 che- lines y 6 peniques, etc., este precio decreciente represen- taria siempre una masa creciente de medios de subsistencia El precio de la fuerza de trabajo, de esta suerte y en el caso de una fuerza productiva del trabajo en ascenso, podria disminuir de manera constante, déndose al mismo tiempo un incremento continuo de la masa de medios de subsistencia consumidos por el obrero. Pero relativamente, esto es, en comparacién con el plusvalor, el valor de la fuerza de trabajo disminuiria de manera constante y se en- sancharfa el abismo entre Ia situacién vital del obrero y la del capitalista.™® 1 “Cuando. se opera un cambio en 1a productividad de la industria, de tal manera que una cantidad ‘dada de trabajo y capital produce mas 0 menos, la proporcién de los salarios puede ‘obviamente variar mientras la cantidad qUe esa proporcion repre “En la 3* y 4¥ ediciones se ubiea aqul, con las_variantes ya indicadas, el pirrafo de Tap. 633 que empieza: “Ricardo. ha Sido el primero”, ete 635, B. Jornada laboral, constante; fuerza productiva det trabajo, constante; ‘intensidad del trabajo, variable La intensidad creciente del trabajo supone un gasto aumentado de trabajo en cl mismo espacio de tiempo. La jormada laboral més intensa toma cuerpo en més pro- ductos que la jornada menos intensa del mismo nimero de horas. Con una fuerza productiva incrementada, sin duda,, la misma jornada laboral suministra también mas produc- tos. Pero en el tiltimo caso baja el valor del producto sin- gular, porque cuesta menos trabajo que antes, mientras que en el primer caso se mantiene inalterado, porque el Producto cuesta tanto trabajo antes como después. El nii- mero de los productos aumenta aqui sin que bajen sus, precios. Con su niimero aumenta también la suma de sus precios, mientras que en cl otro caso la misma suma de valor no hacia mas que representarse en una masa de productos acrecentada. Si el niimero de horas sc manticne igual, 1a jornada laboral mas intensa toma cuerpo, pues, en un producto de valor més clevado; por tanto, si el valor del dinero se mantiene igual, en més dinero, Su pro- dueto de valor varia al desviarse, respecto al grado normal social, su intensidad. La misma jornada laboral, pues, no se representa como antes en un producto de valor constante, sino en uno variable: Ia jornada més intensa de 12 horas, se representa, digamos, en 7 chelines, 8 chelines, etcétera, en vez de hacerlo en 6 chelines como la jornada de 12 horas trabajada con Ja intensidad usual. Es claro que si varia el producto de valor de la jornada laboral, digamos que de 6°a 8 chelines, pueden aumentar simulténcamente las dos partes de ese producto de valor, el precio de la fuerza de trabajo y cl plusvalor, ya sea en grado igual © desigual. Ambos, el precio de la fucrza de trabajo y el plusvalor, pueden aumentar al mismo tiempo de 3 chelines a4 si el producto de valor se acrecienta de 6 a 8. El au- mento de precio experimentado por Ia fuerza de trabajo no implica necesariamente un aumento de su precio por encima de su valor. Puede acompafiarlo, en cambio, una semia se mantiene inalterads, o puede variar la cantidad mientras Ta proporcion queda incambiada.”({]. Cazenove,] Oulines of Poll. tical Economy, p. 67) 636 disminucién de su valor* Ocurre siempre esto cuando cl ‘aumento de precios que experimenta Ia fuerza de trabajo no compensa el desgaste acelerado padecido por la misma, ‘Sabemos ya que, con excepeiones transitorias, un cam bio en la productividad del trabajo solo ocasiona un cambio en la magnitud de valor de la fuerza de trabajo, y por consiguiente en la magnitud del plusvalor, cuando los pro- ductos de los ramos industriales afectados entran cn el consumo habitual del obrero. En el caso presente esta Timitacién no tiene vigencia. Ya sea que la magnitud del trabajo varie en extensién o cn intensidad, a su cambio de magnitud corresponde un cambio en la magnitud de su producto de valor, independientemente de la naturaleza del articulo en el que ese valor se representa. Si la intensidad del trabajo aumentara en todos los ramos industriales al mismo tiempo y de manera uniforme, el nuevo grado de intensidad, mis clevado, se convert ria en el grado normal social, establecido por la costumbre, yy dejaria por ende de contar como magnitud de extensién. Con todo, incluso entonces los grados de intensidad met del trabajo seguirlan siendo diferentes en las. diversas naciones y modificarian, por tanto, la aplicacién de la ley del valor a las distintas jornadas laborales nacionales. La jornada laboral mas intensa de una nacién se representa en una expresién dineraria més alta que la jornada menos intensa de otra." CC. Fuerza productiva e intensidad del trabajo, constantes; jornada laboral, variable La jornada laboral puede variar en dos. sentidos. Puede abreviarse 0 prolongarse. "+ “Si todas las demis cosas se mantienen igual el fabriante inglés puede ejecutar en un tiempo dado una cantidad considers blemente mayor de trabsjo. que un fabricante extranjero, 10 bas: ante. para compensar la diferencia entre las jornadas,laborales, gui de 60 ho!as por semana y en otras partes de 72 a 80 (Reports. Sst October 1855, p. 65) El medio. més infalible pera reducit esa diferencia entee la hora de trabajo inglesa y le ontinental, seria una mayor reduccion legal de la Jornada laboral en las fabricas continentales. Deberia decir: disminucién por debajo de su valor. 637 Bajo las condiciones dadas, es decir, fuerza productiva ¢ Intensidad del trabajo incambiadas, ia reduceion de la Jornada laboral deja inaltrado el valor de la fuersa de ira. bajo y por consiguienic cl tiempo de trabajo. necesario Reduce cl plustrabajo y el plusvalor. Con la magnitud absoluta de este ultimo decrece también su magnitud rela- tiva, esto es, su magnitud en proporcién a la magnitud de valor aleanzada por la fuerza de trabajo, que se mantione igual. Sélo reduciendo el precio de la misma por debajo de su valor, el capitalista.podrfa mantenerse’ incSlume, Toda la fraseologfa tradicional contra la reduccién de la jornada laboral supone que el fenémeno ocurre bajo las condiciones presupuestas aqui, mientras que cn la realidad, por cl contrario, los cambios en la productividad © inten. Sidad del trabajo 0 preceden a la reduecion de la jomna- dda laboral 0 se producen inmediatamente despues, de ta misma. Prolongacién de ta jornada laboral: supongamos que cl tiempo de trabajo necesario sca de 6 horas o que el valor de la fuerza de trabajo ascienda a 3 chelings, © igual: mente el plustrabajo a 6 horas y cl plusvalor a 3'chelines> La jornada laboral global seré entonces de 12 horas sc repicsentaré en un producto de valor de 6 chelines. Si Ja jormada laboral_ se. prolonga en 2. horas y el precio de la fuerza de trabajo queda. inalterado, “aumentaré junto a la magnitud absolura, la magnitud relativa del plus- valor, Aunque en términos absolutos la magnitud de valor de Ia fuerza de trabajo se mantenga inalterada, deercecra relativamente, Bajo las condiciones indicadas’ en A, la ‘Magnitud relativa de valor alcanzada por la fuerza de tra- bajo no podfa variar sin que variara su magnitud absoluta Aqui, por el contrato, la variacién relativa de magnitudes en el valor de la fuerza de trabajo cs el resultado de una Variaci6n absoluta en la magnitud del plusvalor. Como el producto de valor en el que se representa la jornada laboral aumenta con la propia prolongacion de esta Ultima, el precio de la fuerza'de irabajo el plusvalor 2} “Bxisten circunstancias compensatorias... que la aplicacion de ta ley de las 10 horas ha esclarecido.” (Reporis:., 31st October 1848, BT) En la # edie * En Ia # edie Trase est precedida por ef numeral 1 frase est precedida por el numeral 2. 638 pueden aumentar simulténeamente, ya sea con un incre- frento igual 0 con uno desigual, Este crecimiento simul- tune, puss, es posible en dos casos: el de una prolongacion ‘sola dela jornada laboral_y ede una intensidad reciente de trabajo sin prolongacion de aguéla, ‘Al protongarse la Jornada laboral | precio de 1a fucrza de ttabajo. pucde catr por debajo de su valor, aunque nominaimente.se_mantenga inllerado 0. Yneluso tuba. Como se recordar, el valor diario de la fuerza de trabajo se estima sobre su. duracién normal media ol periodo normal de vida del obrero, y sobre las. cortespondicntes ttansformaciones normales de’ sustancia vital en movimicn- tos, de conformidad con a naturleza humana." Hasta tier punto, puede compensarse ese. mayor desgate do fucrea de tabajo, que es inseparable de toda prolongacion de la jornada laboral, con = oe nae Pero ncita de ese punto el desgate aumenta en progresion Foomtttica y,a la ver, se destruyen todas is condiciones Rormales de reprodueciony activacion de la Tusrza de trax bajo. El precio de éstay su grado de explotacion cesan de Ser magnitudes reiprocamente conmensbrabls. 1D. Variaciones simultineas en la duracién, fuerza productiva ¢ intensidad det trabajo Es posible aqui, obviamente, una gran cantidad de combinaciones. Pueden variar dos factores cualesquiera y uno permanccer constante, 0 pueden variar simultanca~ ‘mente los tres, Pueden variar en el mismo grado o en grado desigual, en el mismo sentido o en sentido opuesto, anulin- dose parcial o totalmente, por ende, sus variaciones, Aun asi, el anilisis de todos los casos posibles, conforme a los resultados obtenidos en A, B y C, no presenta dificultades. Para legar al resultado de toda’ combinacién posible, se 16° posible calcular Ia cantidad de trabajo que ha efectuado tun hombre nel curso de 24 hora, aproximadamente examunando Ios Cambios quimicoy que han octrrido en su cuerpo, pueso ae Its formas moicads. dela materia dic el Geto previo, de tuerea Jinamica” (Grove, On the Correlation of Physical orees pp. 308, 3081) 639 ‘opera succsivamente con cada factor como variable, y con los otros dos como por el momento constantes. Nos limita- Temos aqui, pues, a mencionar brevemente dos casos importantes. Fuerza productiva decreciente del trabajo y prolonga- cin simulténea de la jornada laboral.* ‘Cuando hablamos aqui de fuerza productiva decreciente del trabajo, nos referimos a ramos del trabajo cuyos pro- ductos determinan el valor de la fuerza de trabajo, por ejemplo, pues, de fuerza productiva decreciente del trabajo 4 consecuencia de una esterilidad ereciente del suclo y del consiguiente encarecimiento de los productos agrarios. Su- Pongamos que la jornada laboral es de 12 horas y su Producto de valor de 6 chelines, y que Ia mitad de esta suma suple cl valor de la fuerza de trabajo y la otra mitad constituye el plusvalor. La jornada laboral se descompone, de esta suerte, en 6 horas de trabajo necesario y 6 horas de plustrabajo. Supongamos que en virtud del encarecimiento de los productos del suelo, el valor de la fuerza de trabajo aumenta de 3 chelines a 4, y por tanto el tiempo de tra- bajo necesario de 6 horas a 8. Si la jornada laboral perma- neve inalterada, el plustrabajo se reduce de 6 horas a 4 y el plusvalor de 3 chelines a 2. Si la jornada laboral se pro- Jonga en 2 horas, por tanto de 12 horas a 14, el plustrabajo seguira siendo de 6 horas y cl plusvalor de 3 chelines, pero la magnitud de éste se habré reducido en comparacion con el valor de la fuerza de trabajo, medido por el trabajo necesatio. Si ta jornada laboral se. prolonga 4. horas, de 12 horas @ 16, las magnitudes proporcionales del plusvalor y del valor de la fuerza de trabajo, del plustrabajo y del itabajo necesario, se mantendran inalteradas, pero la mag- nitud absoluta del plusvalor habré aumentado de 3 chelines, a 4 y la del plustrabajo de 6 horas a 8, 0 sea en 4 6. 33 4 %. En caso, pues, de que la fuerza productiva del trabajo decrezca y, al mismo tiempo, la jornada laboral se prolongue, la magnitud absoluta del ‘plusvalor puede man- tencrse inalterada aunque disminuya su magnitud propor- ional; su magnitud proporcional puede _mantenerse inalterada aunque su magnitud absoluta aumente, y, si aquella prolongacién es suficiente, pueden aumentar una y otra magnitud. Es ésta una de las causas de por qué en Bn la 4 ediclén, esta frase esta precedida por el numeral 640 Inglaterra, entre 1799 y 1815 —precisamente cuando West, Ricardo, etc., convertian en punto de partida de portantes andlisis una baja en la tasa del plusvalor que solo habia ocurrido en su fantasia y que estaria ocasionada por el encarecimiento de los productos agrarios—, el plusvalor aumenté tanto en términos absolutos como en tér- ‘minos relatives, teniendo lugar, por consiguiente y simul- tneamente, un crecimiento acclerado del capital y el empobrecimiento de los obreros."* Fue éste cl periodo fen que la prolongacién desmesurada de Ia jornada laboral conquisté su carta de ciudadania."** 45 “Una causa principal del incremento experimentado por el capital dirante la guetra proviene Ge los mayores esfueros —y Gulzts de Tas mayores privactones— de las clases trabajadora, ue Sh ody Sida son as mis mers ay enon cca ‘Shuigaban a mis mujeres y niBor a conseguir una ocupacion, Step antes eran oberon ve weron fora, por ti aus, Pedlear una parte mayor des tlempo al eumento de la pro- Lattin (Bsays'on Poiicl Economy Which: dre Mastaied the Principal Causes ‘of the Present Natlonal Distress, Londres, 130, 248) 1 Gt igo y el trabajo raras veces mafchan exactamente a mismo paso pero bay un limite obvio, més allé del cual no se los Puede separa En cute a ls esfuerzor devasados hechos potas Eases trcbujadoras en petiodos de caret, le cual produce la baja de'fos slarios menctonados en las declaactones testimonials” (a Sioer, fas clectuadas ante as comisiones invesigadorasparlamen * En ia 38 y 4® ediciones el texto de las dos frases precedentes * Mingle ten ef periodo que va de 1799 1815, los precios erecentes Je los sedis. de sbsistencia provocaron un $ommento nominal de saaris,aungue los slaios reales, expresados Ga'medion de. subsitencia,bajaron. De esto” dedujeron West fcardo. que la, merma en la productividad. dl trabajo agricola hubris octsionado'una baia en tasa el plusvalor,y convitieron [er'guponelone vada Gnicamente en au" fantasia, en punto de forte de importantes ands en torno a la proporcign enue las Fhagnitudes Go) salasio, de la ganancia ¥ tn renta oe ia tera cas ala Intensificaion del trabajo ¥ & 1a prolongacién forzada Gel tiempo de trabajo, empero, en ese eotonces el plusvalor se Abi sefecenfiad, tant en emios sb cpme reavanens te ge el perodo en que la. prolongaion sesmecsurada de la Poain’ boil congue su carta de cudadaias” peti Rice caracieriza especialmente por si ineremento aclerado 0 SSpul, en un extemo, ¥ del pauperismo en el oro. 641 Intensidad y Juerza productiva del trabajo crecientes y reduccién simultdnea de la jornada laboral.® El aumento de la fuerza productiva del trabajo y su intensificacién operan uniformemente y en el mismo sen- tido. Ambos factores acrecientan la masa de productos ‘obtenida en cada espacio de tiempo, Ambas, pues, reducen ln parte de la jornada laboral que el obrero necesita para producit sus medios de subsistencia o el equivalente de Estos. El limite absoluto® de la jornada laboral esta for- mado, en general, por esa parte constitutiva necesaria, peto que se puede contraer. Si la jornada labotal entera se tedujera a esa parte, lo cual es imposible bajo el régimen del capital, desaparecerfa el plustrabajo, La supresidn de la forma capitalista de produccion permite restringit laboral al trabajo necesario, Este iltimo, sin embargo, bajo tars en 1814-1815), “los mismos son muy meritorios de parte de tos individu y, sin dude, favorecen el aerecentamtento del capita Pero" ninguna’ pefiona animads por sentimientos, humantarios puede dear que aoe éxfueroy Sean constants y in termi espiertan nuestra mayor admiracion como salvo temporal, pero silos eetcera de mancin conante, reultaian de els feos Similares a fos que ocasionaia el empujar a ls poblacion de un is hasta 1s limies mi dnfimos en materia d aimentaeion {tamhus, inquiry into the Nature and Progress of Ren Londres. 1815, p48, nota) A Malthus te cabon todos fos honores por hace? hincapié en fa prolongacidn de la Jornada laboral ~Tendeneno. del ‘ue se ocupa directamente en otto lugar de su folletom mientras Sue Ricardo oom aa vita Ge los hechos mis notation. basaan todas ss investigaciones en In: magniud constante Ge Sicha jr Pero tos intcreses conserves a cuyo servicio se hallaba Malthos incondicionalmente, le impedian ver que ln desmesurade prolom, gicion de la Jornada labora, junto al extaordinaro, desarrollo de {i maguinaria ya explotacion del trabajo femenino enfant, tenia necesariamente que convert en vsupernumerara” 1 gran parte de Ta clase obrets, en particular tan pronto como tesa a demanda de guera y el monopole inglés sobre el mereado mandi Era mucho ‘mis comodo, naturalmente, y, mis, conforte. sos interees de Tas clases dominantes, «Tes que’ Malus, Wolatrata dde'maners auténtcamente clerieal,explicar esa “sobreposlacg a parti de i Ieves tena de Ta mturaleza ue hacerlo ton jose en as leyes natitales de ia produccion capitalist, puraments historicas. f mm " " * En la 3 y 4 ediciones la nota 15 leva el nimero 16 9 ta 16 el niimero 15, ve ae * nla 4 edicign, esta frase estéprecedida pore! numeral 2 En la 3#'y 4 ediciones: “limite minimo A bwluto" 642 condiciones en lo demas iguales, ampliaria sw territori, Por un lado, porque las condiciones de vida del obrero serfan mis holgadas, y mayores sus exigencias vitales. Por ‘otro lado, porque una parte del plustrabajo actual se contarfa como trabajo necesario, esto es, cl trabajo que se requiere para constituir un fondo social de reserva y de acumulacién, Cuanto més se acrecienta la fuerza productiva del tra- bajo, tanto ms puede reducirse la jornada laboral, y cuan- to mis se la reduce, tanto mas puede aumentar la intensidad del trabajo. Socialmente considerada, la productividad del trabajo aumenta también con su economia. Esta no sélo implica que se economicen los medios de producci6n, sino el evitar todo trabajo indtil. Mientras que el modo capita- lista de produccién impone la economizacién dentro de cada empresa individual, su andrquico sistema de compe- tencia genera el despilfarro mas desenfrenado de los medios de produccién sociales y de las fuerzas de trabajo de la sociedad, creando ademis un sinmimero de funciones ac~ tualmente indispensables, pero en si y para si superfluas. ‘Una ver. dadas la intensidad y Ia fuerza productiva del trabajo, la parte necesaria de la jornada social de trabajo ara la produccién material sera tanto mas corta, y tanto més larga la parte de tiempo conguistada para la libre actividad intelectual y social de los individuos, cuanto mas uniformemente se distribuya el trabajo entre todos los miembros aptos de la sociedad, cuanto menos una capa social esté en condiciones de quitarse de encima la necesi- dad natural del trabajo y de echarla sobre los hombros de ‘otra capa de la sociedad. El limite absoluto trazado a la reduecion de la jornada laboral cs, en este sentido, Ia gene~ ralizacidn del trabajo En la sociedad capitalista se produce tiempo libre para una clase mediante la transformacién de todo el tiempo vital de las masas en tiempo de trabajo. En la version francest: “Ia generalizaci det trabajo manual 643 cAPETULO xvE DIVERSAS FORMULAS PARA LA TASA DEL PLUSVALOR Hemos visto que la tasa del plusvalor se representa en las f6rmulas: I Las dos primeras férmulas presentan como relacién de valores lo que la tercera expone como relacidn entre los tiempos en que se producen esos valores. Estas formulas sustituibles entre si son conceptualmente rigurosas. De ahi {que en la economia politica clisica las encontremos en cuan- to al fondo de la cosa, pero no conscientemente elaboradas. En lla tropezamos, en cambio, con las siguientes for- mulas derivadas: IL sacar pluvvalor La misma proporci6n se expresa alternativamente aqui bajo la forma de los tiempos de trabajo, de los valores en Jos que esos tiempos se corporifican, de los productos en Jos que esos valores existen. Se parte, naturalmente, del * En la edicién francesa de El capital Marx puso esa primera formula entre paréntess porque —segin ex “la nocién de plustrabajo, no se encuentra exp! ‘nomi politica, burgues supuesto de que por valor del producto s6lo debe entenderse el producto de valor de ta jornada laboral, quedando ex cluida, empero, la parte constante del valor del producto. En todas estas {érmulas el grado de explotacién real del trabajo 0 tasa del plusvalor esté expresado de manera falsa, Supongamos que la jornada laboral es de 12 horas. ‘Si nos atenemos a los dems supuestos de nuestro ejemplo anterior, en este caso el grado efectivo de explotacion del trabajo Se representa en las proporciones siguientes: 6 horas de plese , © tomas ge abajo accomrio” Gaplal varable de 3 chines pore de 3 ets og Conforme a la férmula 2, en cambio, obtenemos lo siguiente 6 bors de pate luslor de 9 cbs ands bor de iP harms ~ prodeco de valor de 6 cies Estas férmulas derivadas, en realidad, expresan la proporcién en que la jornada laboral 0 su producto de valor se divide entre el capitaista y el obrero. Por con- siguiente, si fueran validas como expresiones directas del grado de autovalorizacién alcanzado por el capital, re esta ley falsa: el plustrabajo o el plusvalor nunca puede tascender a 100 %.*" Como el plustrabajo nunca puede cons- = Ash, por ejemplo, en la Dritter Brie| an v. Kirchman von Rodbertus, Widerlegung der Ricardo'schen Theorie von der Grund= rente und Begrindung einer newen Rententheorie, Berlin, 1851. Volveré més adelante sobre esta obra, que pest asu falsa teoria acerca dela tenla de Ta terra percibe ‘claramente. la esencia de ia produccidn capitalista. (F. E- Agregado a la 3° edicion, — Puede verse aqui con qué benevolencia juzgaba Marx a sus predecesores Cuando advertia en ellos un progreso efectivo, una idea realmente fueva, Entretanto, la publicacion de las cartas de Rodbertus a Rodolf Meyer ha restringido hasta clerto punto el reconocimiento ‘que figura mis arriba. Se dice all: “Es menester salvar al capital fo sdlo del trabajo, sino de si mismo, y esto en realidad se efectda de fa mejor manera cuando se concibe la actividad del empresario- ‘apitalisia como funciones de economia nacional o estatal que le Son delegadas por la propiedad del capital, y su ganancia como tuna forma de sueldo, puesto que no conocemos otfa organizacién Social, Pero. habria que regular los sueldos, y también reducirlos ‘dando toman demasiado Jel salario. De esta suerte es, también, como hay que contrarrestar el atague lanzado. por Marx contra Tn sociedad —que asf lamaria yo a su libro—.-. En general, libro de Marx ao es tanto. una Investigacion acerca. del capital como tne polémica contra la forma actual del capital, que 646 tituir otra cosa que una parte alicuota de Ia jornada laboral y el plusvalor nunca puede consttuw otra cosa que una parte alicuota del producto de valor, el piustrabajo seria siempre necesariamente menor quc 1a jornada laboral o el plusvalor siempre menor que et producto de valor. Pero tendrian para que estuvieran entre sf en la relacién 2 100 aque ser iguales, Para que el plistrabsjo absorbiera la jor faa labora integra (se trata aqu de la jormada media de Ta semana labora, del ato labora, etc.) el trabajo nece- Sario tendria que‘reducirse a cero. Pero si desaparcciera ¢l trabajo necesario, desapareceria también el plstrabaj, ya que el itimo no es mas. que una funcion del primero, Ta propocisn —_Biatrabajo plsvalo jomada laboral producto de valor 100 es, nunca puede alcanzar el limite de ——~ y mucho me- pu pai me os aun subir hasta a Pero si puede aleanzarlo la tasa del plusvalor o el grado efectivo de explotacién del abajo. Tomemos, por ejemplo, las estumaciones del sefior Léonce de Lavergne, segiin las cuales el obrero agricola elés obtiene s6lo 34, y el capitalista (arrendatario), por el contrario, % del producto o del valor del mismo, sea cual fuere el reparto que de] botin hagao después el capi- lalistay el terrateniemte, ete. El plustrabajo del obrero agricola inglés, segiin esto, es a su trabajo necesario =3:1, lo cual equivale a una tasa de explotacién de 300 por ciento, La aplicacin de las férmulas II consolida el método de la escuela [elésica] consistente en operar con la jomada onfunde con el concepto mismo de capital; de esta confusién, precisamente, derivan sus errores” (Briefe... von Dr. Rodberts. Jagetzow, editadas por el doctor Rudolf Meyer. Berlin, 1881, t. 1. uit, carta 48 de Rodbertus.) — En tales lugares comunes ideo Régicos vinieron_a empantanarse jos primeros impetus. realmente faudaces, de las “carias sociales” de Rodbertus.) "® En este célculo, evidentemente, se ha descontado ya la parte del producto destinada s6lo a remplazar el capital constante inver fidor El sedor Léonce de Lavergne, ciego admirador de Inglaterra, tiende a dar una proporcion demasiado baja mas que una dema- Sado clevada. 647 laboral como con una magnitud constante, y Io consolida porque aqui el plustrabajo se compara siempre con una Jornada laboral de magnitud dada. Lo mismo ocurre cuando se tiene en cuenta exclusivamente la divisidn experimentada por el producto de valor. La jornada laboral que ya se ha ‘bjetivado en un producto de valor, es siempre una jornada Taboral cuyos limites estin dados. ‘Al exponer el plusvalor y el valor de la fuerza de tra- bajo como fracciones del producto de valor —un modo de exposicién que, por lo dems, brota del propio modo ¢a- pitaista de produccién y cuyo significado habremos de investigar mas adelante— se oculta el cardcter especitico de Ia relacién capitalista, a saber, el intercambio entre cl capital variable y la fucrza de trabajo viva y la exclusién consiguiente del obrero respecto del producto. En lugar de esto surge la falsa apariencia de una relacion asociativa en la que el obrero y el capitalista se reparten el producto conforme a la proporcién de los diversos factores constitu- tives del mismo." Por lo demés, las f6rmulas IL pueden siempre recon- vertise en las frmulas L Si tenemos, por ejemplo, plustrabajo de 6 horas Jornada laboral de 12 horas €l tiempo de trabajo necesario seri = jornada laboral de 12 horas menos plustrabajo de 6 horas, con lo que llega mos al siguiente resultado: plustrabajo de 6 horas 100 trabajo necesario de 6 horas 100" Una tercera formula, que he anticipado ya en alguna ‘ocasién ¢s: UL Ph Voto de Ta foerza de Wabajo irabajo necesario trabaio paso 1» Puesto que todas tas formas deserrtladas del proceso capi talisa Je produccion son formas. de la cooperacion, nada mis THe desde Tuego, que abstracts. de su cardvier especticamente aniagénico’y convertirlas quiméricamente en formas asoeatvas iibres com en Ta obra del onde Alenandre de Laborde, De Fesprit 4 aofavon dim ous le inte dei commute, Ea {18 El yangui Henry Carey ejeuta este ariugio con ef mismo nto, Hlegand # apliarlo, Ocssionsimente, a las relacioney el Sixema eslavista. 648 El equivoco a que podria inducir la formula trabajo impago ‘trabajo pago como si el capitalista pagara el trabajo y no la fuerza de trabajo, desaparece si se tiene en cuenta el andlisis que Trabajo impago ‘rabajo pago plustrabajo iwabajo necesario el valor de la fuerza de trabajo (0 su precio, divergente de su valor) y a cambio de ello obtiene el derecho a dispo- ner de la fuerza viva de trabajo. Su aprovechamiento de esta fuerza de trabajo se descompone en dos periodos. Durante uno de esos perfodes el obrero. no produce mas que un valor = al valor de su fuerza de trabajo, 0 sea, sélo un equivalente. A cambio del precio adelantado de Ja fuerza de trabajo, el capitalista, de esta suerte, obtiene un producto del mismo precio. Es como si hubiera adqui- rido en el mercado el producto terminado. En el periodo del plustrabajo, por el contrario, el aprovechamiento de la fuerza de trabajo forma valor para el capitalista, sin que ese valor le cueste un sustituto de valor.” Obtiene de balde esa movilizaciGn de fuerza de trabajo. Es en este sentido como el plustrabajo puede denominarse trabajo impago. El capital, por tanto, no es s6lo la posibilidad de dis- poner de trabajo, como dice Adam Smith, Es, en esenc la posbilidad de disponer de trabajo impago. Todo plus- valor, cualquiera que sea la figura particular —ganancia, interés, renla, ete-— en que posteriormente cristalice, es con arreglo a su sustancia la concrecién material de tiempo die trabajo impago. El misterio de 1a autovalorizacién del Capital se resuclve en el hecho de que éste puede disponer de una cantidad determinada de trabajo ajeno impago. hiciéramos anteriormente es sdlo la ex: presién popular de - El capitalista paga = Aunque los fisideratas no Tograron penetrar el mistrio del plusvalor, part ellos ers claro. sin embargo, que aquel era "una Fiqueza independiente y. disponible que él" (el poseedor) "no he Comprado que vende". (Turgot, Reflerions. . (Ure, p. 314" © tN idémiea = In 6S de In 24 edieicn 685 Productiva, pues, en términos generales se. representa en el mercado mundial en una expresion dineraria, més alta que la jornada nacional de trabajo menos intensa 0 roductiva. Lo que vale para la jornada laboral, se aplica también a cada una de sus partes alicuotas. Por consi uiente, el precio dinerario absolute del trabajo puede estar més alto en una nacién que en la otra, aunque el salario relativo, esto es, el salario comparado con el plus- valor producido por el obrero, o su producto total de valor, © el precio de los viveres, sea menor." “El sefior Cowell, quien Bi hecho un estudio muy conciene zudo de las hilanderias, procura demostrar en un informe, suple: mentario (Supplement io the Report of Manufactures) que los salarios en Inglaterra son virtualmente inferiores para el eapitalista, fungue para el obrero talvez sean més altos que en el continents europeo.” (Ure, op. els tm, p. 38.) — El inspector fabeil inglés Alexander Redgrave. demuestra en’ el informe fabril del. 31 "de octubre de 1866, mediante una esladistien“comparada con. lor fsiados continentales, qve a pesar del salario mas bajo de a Jornada Taboral mucho més prolongada, el trabajo, en. proporcion al producto, es mis caro en el continente que en Inglsiema, Un aleetor (oanager) inglés de una firica de algodon en Ollenbong alli el horatio de_trabajo se extiende de las 530 Je a mafana hasta las 8 de Ia noche, sibados ineluidos, y que los Obreros locales, cuando trabajan bajo capataces ingleses, no. sum. nistran durante ese tiempo tanto producto como los obreros ingleses fn 10 horas; bajo capataces alemanes so rendimiento. es mucho menor aun, El salario es muy iferioy al igi en muchos casos 5 apenas del 50%, pero el mero de opetarios en proporcicn a ta magunarin cs miicho més ao, alcanzando en anos depart ‘mentos a In proporcién de 5 sefior Redgrave proporciona informacion muy detallada y precisa acerea de Ins fabricasalgodo- neras rusas. Los datos se los facili6 un manager inglés, hasta‘hace poco ocupado en el pais En esa tierra rusty tan fecunda en todo tipo de infamias, también florecen esplendorosamemte, los, vicjos hhorrores que caracterizaron Ia infancia de las factories inglesas. Los ‘ditectores, aturalmente, son ingleses, capitalista ruso nativo no sive para el'negacio Tabril. A'pévar de todo el exceso de trabajo, de {a continvkdad del trabajo. diume Y nocturno y de la paga misérrima que obtienen los ebreros, 1os ‘roductos fabriles rusos slo logran vegetar gracias a la prohibicicn Ge ‘os articulos extranjeros. ‘Keproduzeo, finalmente, un cusdro Sindptico del sefor Redgrave acerca del mimero medio de hisos or fbriea y por hilandero en diversos paises de Europa. El Propio seftor Redgrave observa que compilé esos guarismos, hace ¥ya algunos aflos, y que desde entonces han aumentado en Ingle. terra el tamafo de las fabricas y el mimero de husos por obrero. Pero supone que en los paises continentales mencionados se ha ‘erificado, proporcionalmente, un progreso de igual amplitud, por Jo cual los datos numéricos’conservarian su valor ‘comparativo, 686 En el Ensayo sobre la tasa del salario,*" uno de sus primeros escritos econémicos, Henry Carey procura de- Niimero medio de husos por fébrica nor i it ae sper sme ae et tings a pitt Pris ace a 1300 rai eae ie mre me Austr ” ” on Aw aica Bee ee ears 0 Sajna 2.8 eee ee if: Pa in one i cress eel ann es See nn sores ate aes ae ree satan eget tye ey le Poa ries pale oe a lard eae sete na ee Seno te (nk) foam, Uae ee Bead igo cous She pe cg 5400 ke, proxipadamente SUS SURE SS, uch Sada nerd pe a ea 687 mostrar que los distintos salarios nacionales son directa- ‘mente proporcionales al grado de productividad de las jornadas laborales de cada pais, para extraer de esta Proporcién internacional la conclusion de que el salario, en general, aumenta y disminuye con la productividad del trabajo. Todo nuestro andlisis acerea de emo s¢ pro- ‘duce el plusvalor demuestra el absurdo de esa conclus ‘que seguitia siendo absurda aunque el propio Carey ht bicra demostrado sus premisas en vex de ofrecernos, segiin su costumbre, una abigarrada mezcolanza de material estadistico amontonado a tontas y a locas, sin ningin espirity eritico. Pero lo mejor de todo es que Cary no afirma que las cosas sean realmente como deberian ser segin la teoria. La intromisién del estado, en efecto, ha falscado la relacién econdmica natural, Por consiguiente, hay que caleular los salarios nacionales como si la parte de los mismos recaudada por el estado bajo la forma de impuestos le tocara en suerte al propio obrero. {EI sefior Carey no deberia proseguir sus meditaciones acerca de si e805 “costos del estado” no son también “frutos naturales” del desarrollo capitalist? El razonamiento es digno, por entero, del hombre que comenz6 por declarar que las rela- ciones capitalistas de produccién son leyes eternas de la naturaleza y la raz6n, leyes cuyo juego libre y arménico sdlo es perturbado por la intromisién del esiado, y que termina descubriendo que el influjo diabélico de Ingk terra sobre el mercado mundial —un influjo que, segin parcee, no brota de las Ieyes naturales de la produccién capitalista— hace necesaria la intromision del estado, esto es, la proteccidn de estas leyes de la naturaleza y la raz6n por el estado, alias el sistema. proteccionista, Des- cubre, ademas, que los teoremas de Ricardo, etc., en que se formulan las antitesis y contradicciones sociales exis tentes, no son el producto ideal del movimiento econémico real, sino que, a la inversa, jlas antitesis reales de la pro- duccién capitalista cn Inglaterra y otras partes son cl resultado de Ia tcorfa ricardiana, ctc.! Carey, finalmente, Noga a la conclusi6n de que en éltima instancia cs cl comercio lo que anula las bellezas y armonias congénitas del modo capitalista de produceién. Un paso més en esta direccién, y quizis deseubra que el tinico inconveniente de la produceién capitalista es el capital mismo. S6lo un hom- bre tan horrendamente carente de espirity critico y que 688 hhace gala de tal erudicién de faux aloi [de mala ley] merecia convertirse, pese a su herejia proteccionista, en la fuente secreta donde beben su sabiduria arménica un Bastiat y todos los demas optimistas actuales que quicbran lanzas a favor del libre cambio." ‘2+ nef libro cuarto expondré mas de cerca Ta superf « insipidez de su cienc * Nota suprimida en la 4° edi SECCION SEPTIMA EL PROCESO DE ACUMULACION DEL CAPITAL Hemos visto c6mo el capital, bajo la forma de la mer- cancia, produce plusvalor. Es solo a través de la venta de la mercanefa como se realiza el plusvalor oculto en ella, junto con el valor de capital adelantado para la produe- ign de 1a misma, El proceso de acumulacién del capital, or consiguiente, supone su proceso de circulacién. Re- servamos, no obstante, para el libro siguiente el anélisi de este segundo proceso. Las condiciones reales de la reproduccidn, esto es, de la produecién continua, en parte sélo aparecen dentro de la cireulacién, y en parte no pue- dden ser examinadas antes de que pasemos a analizar el proceso de la circulacién, Pero esto no es todo.* El capitalista que produce ¢l plusvalor, es decir, el que directamente succiona de los * Ep lugar del pérrafo y de la frase precedente, en 1a 34 y 4 ediciones figura este texio: "La transformacion de una suma de dinero en medios de produccin y fuerza de trabajo es el primer ‘movimiento que efectia ia camtidad de valor cuyo cometido es fur Cionar como capital. Este movimiento se ejectta en el mercado, fen In esfera de la ciculacién. La segunde fase del movimiento, el proceso de-produccién, queda concluida no. bien los medios de Produccién se han tansformado en mercaneta cuyo valor supers {El valor de sus partes constitutivas, conteniendo, por ende, el capital Adelantado originariamente ‘més un plusvalor. Acto.sequido, es necesario lanzar a su vez estas mercancias a Ia esfera de la circ Incién. Hay que venderlas, realizar en dinero su valor, transformar de nuevo ese dinero en capital, y ast sucesivamente, una y otra Vez 691 ‘obreros trabajo impago y lo fija en mercancias, es pot ‘aerto el primer apropiador, pero en modo alguno el pro- pietario ultimo de ese plusvalor. Posteriormente tiene que compartirlo con capitalistas que desempenan otras fun- ciones en el conjunto de la produccién social, con los {erratenientes, etc. El plusvalor, pues, se escinde en varias artes, Sus fracciones corresponden ‘a diversas categorias de personas y revisten formas diferentes ¢ independientes entfe si, como ganancia, interés, ganancia comercial, renta de la tierra, ete. No hemos de examinar estas formas trans- ‘mutadas det plusvalor antes del libro tercero, Suponemos aqui, por una parte, que el capitalista que produce la mercancfa la vende a su valor, y no nos detenemos més cn el retorno del capitalista al mercado © en las nuevas formas que se adhieren al capital en la esfera de Ia circulacién, ni tampoco en las condiciones concretas de reproduccién ocultas bajo esas formas. Por otra parte, el productor capitalista cuenta para nosotros como propictario de todo el plusvalor o, si se quiere, como representante de todos sus coparticipes en el botin. De ahi que, por de pronto, consideremos la acumulacién en tér- minos abstractos, €s decir, como mera fase del proceso inmediato de la produccién. Por lo demés, en Ia medida en que se opera la acumu- lacién el capitalista logra vender la mercancia producida y reconvertir en capital el dinero extrafdo de la misma El fraccionamiento del plusvalor en varias partes, ademas, no altera en nada su naturaleza, ni tampoco altera las con- iciones necesarias bajo las cuales se convierte en el cle- mento de la acumulacién. Sea cual fuere la proporcién de plusvalor que el productor capitalista retenga para si mis- mo ceda a otros, es siempre él quien se lo apropia en primer término. Lo que damos por supuesto en nuestro examen de la acumulacién, pues, esta supvesto en su pro- eso real, Por otra parte, el fraccionamiento del plusvalor Ente ciclo, que ha de recorrer siempre las mismas fases consecu tivas, constituye Ta circulacién del capital * La primera condicion de la acumulacién consiste en que el capitalisa haya conseguido vender sus mercancias y reconvertir fn capital la mayor parte del dinero asi obtenido. En lo que sigue, amos siempre por supuesto. que el capital recorte de-manera normal su"proceso de circulactin, El analisis més detallado de teste proceso corresponde al libro” segundo.” 692 y el movimiento mediador de la circulacién velan la forma bdsica simple del proceso de acumulacién. Su anélisis puro, por consiguiente, requiere que prescindamos_ transitoria~ mente de todos los fenémenos que ocultan el juego interno de su mecanismo. 693 CAPITULO xx REPRODUCCION SIMPLE Cualquiera que sea ta forma social del proceso de pro- duccién, es necesario que éste sea continuo, que recorra periédicamente, siempre de nuevo, las mismas fases. Del mismo modo que una sociedad no puede dejar de consu- ‘mir, tampoco le es posible cesar de producir. Por tanto, considerado desde el punto de vista de una interdepen- dencia continua y del flujo constante de su renovacién, todo proceso social de produccién es al propio tiempo proceso de reproduccién. Las condiciones de la produccién son, a la vez, las de Ja reproduccién. Ninguna sociedad puede producir continuamente, esto es, reproducir, sin reconvertir_conti- nuamente una parte de sus productos en medios de produccién 0 elementos de la nueva produccién. Bajo condiciones en lo demas iguales, esa sociedad sélo puede reproducir © mantener en Is misma escala su riqueza si a os medios de produccién —o sea los medios de trabajo, materias primas y materiales auxiliares— consumidos por ejemplo durante un afio, los remplaza in natura (en especie] por una cantidad igual de ejemplares nuevos, separados de la masa anual de productos ¢ incorporados nuevamente al proceso de produccién. Determinada cantidad del pro- ducto anual pertenece, pues, a la produccién, Destinada desde un principio al consumo productivo, dicha cantidad existe en gran parte en formas naturales que excluyen de por si el consumo individual 695 Si la produccién reviste una forma capitalista, no me- nos la reproduccién. En el modo de produecién capitalista, somo el proceso de trabajo aparece tan sélo como me- dio para el proceso de valorizacién, la reproduccién no se pone de manifiesto més que como medio de reproducir como capital el valor adclantado, es decir, como valor que se valoriza a si mismo. De ahf que Ia mascara cconémica {que caracteriza al capitalista s6lo se adhiere a un hombre porque su dinero funciona continuamente como capital Si, por ejemplo, la suma de dinero adclantado de £ 100 se transforma este afio en capital y produce un plusvalor de ‘£20, tendré que repetir Ia misma operacién cl afto si- guiente y los sucesivos. En cuanto incremento periddico del valor de capital 0 fruto periédico del capital que se procesa, e} plusvalor asume la forma de un rédito deven- sgado por el capital" Si al capitalista este rédito s6lo Ie sirve como fondo de consumo 0 lo gasta tan periédicamente como lo obtiene, se verifiea, siempre que las demas condiciones se man- tengan iguales, una reproduccién simple. Ahora bien, aunque éta es meramente la reiteracién del proceso de produccién en la misma escala, esa mera repeticién 0 con- tinuidad imprime al proceso ciertas caracteristicas nucvas , mas bien, disuelve las caracteristicas aparentes osten- tadas por el proceso cuando sélo transcurria de manera aislada. La introduccién al proceso de produccién es a compra de la fuerza de trabajo por un tiempo determinado, y dicha introduecién se renueva constantemente no bien vence cl plazo de venta del trabajo, cerrindose, con ello, deter- minado perfodo de produccién: semana, mes, etc. Pero al obrero sélo se le paga después que su fuerza de trabajo ha actuado y cuando ya ha realizado en mercaneias tanto su propio valor como el plusvalor. Ei obrero, pues, ha * “Les ricos, que consumen los productos del trabajo de otros, no pueden obtencrios sino por actos de intercambio (compra. de mercancias) [.-.] Parecen expuestos. por consiguiente, a un Fépido fagotamiento de sus fondos de reserva --. Pero en el orden social {a riqueza ha adquirido Ta facultad de reproducirse por el trabajo djeno..- La riqueza, como el trabajo y por el trabajo, rinde un {rato anual que puede destruirse todos los afos sin que por ello el rico se empobrezca. Esie fruto es el rédito que devenga el apltal,” (Sismondi, Nowweaue principes....t. 1, pp. 81, 82) 696 producido el plusvalor —que por el momento s6lo consi- derames como fondo de consumo de! capitalista— y asi- mismo el fondo mismo con el que se le paga, el capital variable, antes que éste revierta a él bajo la’ forma del salario, y s6lo se lo ocupa mientras lo reproduzca constan- temente, De abi deriva la formula de los economistas citada en el capitulo xvi," la cual presenta al salario como patticipacién en el producto mismo. Se trata de tuna parte del producto reproducido constantemente por el propio obrero, parie que retorna constantemente a éste ‘bajo la forma del salario. El capitalista, sin duda, te paga en dinero ef valor de la mercancia. Pero este dinero no es més que Ia forma transmutada del producto del trabajo, (© mas bien una parte de dicho producto. Mientras el obrero transforma una parte de los medios de produccién en producto, una parte de su producto anterior se recon vierte en dinero. Es con su trabajo de la semana anterior (© del iltimo semestre con lo que se paga su trabajo de hoy 0 del semestre venidero. La ilusién generada por la forma dineraria se desvanece de inmediato, no bien toma- mos en consideracién no al capitalista individual y al obrero individual sino a la clase capitalista y a la clase obrera. La clase capitalista entrega constantemente a la clase obrera, bajo la forma dineraria, asignados sobre una parte del producto creado por esta titima clase y apropi do por la primera. También constantemente, el obtero devuelve a la clase capitalista esos asignados y obtiene de ésta, asi, Ia parte que le corresponde de su propio producto. La forma mercantil del producto y la forma dineraria de la mercancfa disfrazan 1a transaccién, El capital variable, pues, no es més que una forma histérica particular bajo 1a que se manifiesta el fondo de medios de subsistencia 0 fondo de trabajo que el trabajador requiere para su autoconservacién y reproduecién, fondo éste, que, en fodos los sistemas de la produccién social, 2 Tanto los salarios como ta ganancia deben ser considerados, realmente, coma partes del producto terminado.” (Ramsay. An Essay on the Distribution of Wealth, p. 142) "La parte del pro dducto que Se adjudica al obrero bajo ia\forma del salario.” J. Mill Elements... ttad. de Parisot, Paris, 1823, (p)p. (334 34) * En la 39 y 49 ediciones sigue: “bajo el. numeral 1.” En la 3° y 4 ediciones: suprimido desde "o mas bien". 697 tiene siempre que producir y reproducir. $i el fondo de trabajo afluye constantemente 2 él sélo bajo la forma de medios de pago por su trabajo, es porque su propio producto se aleja constantemente de él bajo la forma del capital. Peto esta forma en que se manifiesta el fondo de trabajo en nada modifica el hecho de que el capitalista ‘adelanta al obrero el propio trabajo objetivado de este iilti- ‘mo.* Tomemos el caso de un campesino sujeto a presta- ciones personales serviles. Cada semana trabaja con sus ropios medios de produccién y en su propio terreno durante 3 dias, por ejemplo. Los otros tres dias de la sema- na efectéa prestaciones personales en el dominio seftoral Reproduce constantemente su propio fondo de trabajo, y éste nunca reviste ante él la forma de medios de pago ‘adelantados por un tercero para pagar su trabajo. En cam- bio, su trabajo obligatorio gratuito jamés asume, tampoco, la forma de trabajo voluntario y pago. Si mafiana el seftor se apropia de la tierra, de las bestias de labor, de las semi- Mas, en suma de los medios de produccién pertenecientes al campesino sujeto a prestaciones serviles, de aqui en ade- lante éste tendré que vender su fuerza de trabajo al sefior. Bajo condiciones en lo demés iguales, trabajaré 6 dias i 3 dias para s{ mismo, 3 el ex sefior feudal, convertido ahora en patrén de asal dos. Como siempre, utilizaré y consumira los medios de produccién como medios de produccién y_transferird al producto el valor de los mismos. Como siempre, deter- minada parte del producto ingresaré a In reproduccién. Pero asi como Ia prestacién personal servil adopta la Jorma del trabajo asalariado, el fondo de trabajo —pro- ducido y reproducide como siempre. por el campesino sujeto a prestaciones personales— asume la forma de capital que el ex* sefior feudal le adelanta al campesino. El economista burgués, cuyo limitado cerebro no puede separar la forma de manifestacién de lo que en ella se manifiesta, cierra los ojos ante el hecho de que incluso * “Cuando el capital se emplea en. adelantar al obrero sus salarios, no agrega nada al fondo destinado & mantener el trabajo." (Cazenove en nota a su edicion de Malthus, Definitions in Political Economy, 1853, p. 22) * Bn la 3* y 4 ediciones se suprime 698 hoy en dia s6lo por excepcién, en Ia redondez de la Tierra, el fondo de trabajo aparece’ bajo la forma de capital.* ‘Sin duda, el capital variable pierde el carécter de un valor adelantado de su propio fondo por el capitalista* s6lo cuando consideramos el proceso capitalista de produc- cin en Ja fluencia constante de su renovacién. Pero ese Proceso tiene necesariamente que iniciarse en algtin lugar ¥en algin momento. Desde el punto de vista que hemos ‘mantenido hasta aqui, por consiguiente, es verosimil que cl capitalista se haya convertido en poseedor de dinero gracias a alguna acumulacién originaria que tuvo lugar independientemente del trabajo ajeno impago. Aun asi, Ja mera continuidad del proceso capitalista de producci6n, © la reproduccién simple, opera también otros cambios notables que no s6lo afectan al capital variable, sino al capital en su conjunto. Si el plusvalor generado de mancra periédica, por ejemplo anualmente, con un capital de £ 1.000 asciende a £ 200 y este plusvalor se consume también anualmente, es obvio que tras una repeticién quinquenal del mismo proceso Ia suma del plusvalor consumido seré = 5X 200, © sea igual al valor de capital adelantado en un principio, £ 1.000. Si s6lo se consumiera parcialmente el plusvalor anual, por ejemplo s6lo la mitad, se obtendria el mismo resultado tras una repetici6n decenal del proceso de pro- duccién, pues 10 x 100 = 1.000. En términos gencrales: el valor de capital adelantado, dividido por et plusvalor consumido anualmente, da el nimero de alos, 0 el nt- mero de periodos de reproduccién, luego de cuyo trans- curso el capital adelantado en un primer momento ha sido consumido por el capitalista y por tanto ha desaparecido. Que el capitalista se figure que 1 consume el producto del “+ “Wi siquiera en una cuarta parte de la Tierra los cepitalistas adelantan 2 los obreros los medios de subsisiencla de éston.” (Rie chard Jones, Textbook. of Lectures on the Political Economy of Nations, Heitford, 1852, p. 36) + Nota 4 bis de la 3° y 4* ediciones: “cAungue el patrén del ‘manufacturero> (es decir, del obrero manufacturero) «le adelanta 4 éste su salar, en realidad el segundo no le cuesta nada al primero, ya que generalmente el valor del mismo se reserva,!®1) Junto a una ganancia, en el valor acrecentado del objeto en que se emplea el trabajo del manufacturero.» (A. Smith, Wealth of Na: tions, lib. t, cap. my, pe 385.9” 99 trabajo impago ajeno, el plusvalor, y que conserva el capi- tal originario, no puede modificar absolutamente en nada la realidad de las cosas, Una vez transcurrido cierto niimero de afios, el valor de capital que poseia iguala a a suma del plusvalor apropiada sin equivalente durante esos mismos aiios, y la suma de valor consumida por él al valor de capital originario.* Ni un solo dtomo de valor perteneciente a su antiguo capital sigue existiendo. Prescindiendo por entero de toda acumulacién, pues, la mera continuidad del proceso. de produccién, 0 la reproduccién simple, al cabo de un perfo- do més breve 0 més dilatado transforma necesariamente todo capital en capital acumulado o plusvalor capitalizado. ‘Aun cuando al ingresar al proceso de produccién ese capi- tal fuese propiedad adquirida a fuerza de trabajo personal por su empleador, tarde 0 temprano se converte en valor ‘apropiado sin equivalente, en concrecién material, ya sea en forma dineraria 0 de otto tipo, de trabaio ajeno impago. El supuesto originario para la transformacién de dine- ro en capital era no sélo la produccién y circulacién de mercanefas. Era necesario que en el mercado se enfren- taran como comprador y vendedor el poseedor de valor 0 de dinero y el poseedor de la sustancia creadora de valor; el poseedor de los medics de produccin y de subsistencia y el poseedor de Ia fuerza de trabajo.» La escisién en- En la 3¥ y 4° edicicnes se agrega: “Sin duda, conserva en sus manos un eapital cuya magnitud no se ha alterado y una de cuyas partes —edificios, méquinas, ete.— ya existia cuando el apitalista puso en marcha sy negocto, Pero agut no se trata de Tas partes consitutivas materiales el capital, sino de su valor. Si alguien consume todos sus bienes contrayendo deudas equivalentes Al valor de los miemos, Ia totalidad de os bienes no representa ‘masque Ta suma global de sus deudas. Y asimismo, cuando el capitalista ha consimido el equivalente desu capital adelantado, fl valor de-dicho capital representa tan sélo la suma global dei plasvator del que se apropio gratuitamente” En ta 3) 4® ediciones el texto de las dos frases precedentes fs como sigue: “En el capitulo iv vimos. que para transformar ate la preexistencia de la prodvcciSn nein” Era acca. primero, Ge se mn como comprador y vendedor aqui el poseedor de valor ro, all el poseedor de la sustancia ereadora de valor: de fin lado, el poseedor ‘de los medios ‘de prodvccién de. subst tencia: del otto, el poseedor de nada mis que fuerza de trabaje “En la 4 edicign: “de la produccién de valor y de la cireu Jacién de mercaneas” 700 tre el producto de trabajo y el trabajo mismo, entre las condiciones objetivas del trabajo y la fuerza de trabajo subjetiva, era pues el fundamento, efectivamente dado. del proceso capitalista de produccién. Su mera continuidad, © la reproduceién simple, reproduce y perpetia ese punto de partida del proceso como resultado del mismo, El pro- ceso de produccién transforma continuamente el dinero en capital, fos medios de produccién en medios de valoriza- cion.” Por otra parte, el obrero sale del proceso de pro- duccién, constantemente, tal como entré en éls Como antes de ingresar al proceso su propio trabajo ya se ha convertido en ajeno, ha sido apropiado por el capitalisia y se ha incorporado al capital, dicho trabajo se objetiva onstantemente, durante el proceso, en. producto ajeno Como el proceso de produccién es, al mismo tiempo, proceso de consumo de la fuerza de ‘trabajo por el capi- talista, el producto del obrero no s6lo se transforma continuamente en mercancia, sino ademés en capital: valor que succiona la fuerza creadora de valor, medios de sub- sisteneia que compran personas, medios de produccién que emplean a los productores.’ El obtero mismo, por consiguiente, produce constantemente ta riqueza objetiva como capital, como poder que le es ajeno, que lo domina y lo explota, y el capitalista, asimismo, \constantemente produce la fuerza de trabajo como fuente subjetiva y abs- tracta de rigueza, separada de sus propios snedios de obje- ‘Bs ésta una propiedad especialmente notable del consumo productivo. Lo que se consume productivamente es capital, y llega 2 ser ceplal por el consumo” (ames Mill, Eléments.., p- 242) Mill, sin embargo, no ha seguido el rasiro de esta “propiedad especialmente notable En la 38 4 ediciones se agrega: “el punto de partida.” "Las dos iltimas frases se sustituyen en la 3? y 4% ediciones por las siguientes: "Pero lo que en un comienzo solo era punto fe partida, ex siempre producido de nuevo por medio de la mera Continuidad del proceso, de Ta reproduccion simple, perpenwindose como resullado propio de la produccion captalista. Por una parte, fl proceso de produccién transforma continuamente la riqueza material en capital, en medios de valorizacién y disfrute para et capitalist”, En Ta 3¥ y 4? ediciones se agrega: “fuente personal de. hi riqueza, pero despojado de todos los medios para ‘hacer efectiva esa rigqueza”. Tot tivacién y cfectivizacién, existente en la mera corporeidad del obrero; en una palabra, produce al trabajador como asalariado.* Esta constante’reproduccién 0 perpetuacién del obrero es la [conditio] sine qua non de la produccién capitalista Como ¢s sabido, la transaccién entre el capitalista y el obrero es la siguiente: el capitalista intercambia una parte de su capital, el capital variable, por fuerza de trabajo ¢ incorpora ésta, como fuerza viva de valorizacion, a sus medios inanimados de produccién, Precisamente por este medio el proceso de trabajo se convierte a la vez en pro- eso capitalista de valorizacién. Por su parte, el obrero gasta en medios de subsistencia, gracias a los cuales se conserva y reproduce a sf mismo, el dinero obtenido a cambio de su fuerza de trabajo, Es éste su consumo indivi- ual, mientras que el proceso de trabajo, durante el cual consume medios de produccién transforméndolos en pro- ductos, constituye su consumo productivo y, a la vez, el consumo de su fuerza de trabajo por el capitalista. El con- sumo individual y el consumo productivo del obrero difie- ren esencialmente. En el uno, el obrero pertenece como fuerza de trabajo al capital y esté incorporado al proceso de produccién; en el otro, se pertenece a si mismo y eje- ‘cuta actos vitales individuales al margen del proceso de Produccién.* © “Es cierto, en efecto, que Ia primera introduccién de une ‘manulactura da’ ocupacién’a muchos pobres, pero. no dejan de serlo, y Ia. continuacién. dela misma engendra otros mucho (Reasons for a Limited Exportation of Wool, Londres, 1677. p. 19) “El arrendatario afirma ahora, absurdamente, que él manticne los pobres. Se los mantiene, en efecto, em la miseria” (Reasons for the Late Increase of the Poor Rates: or a Comparative View of the Prices of Labour and Provisions, Londres, 1771, p. 31) * En Ia 38 y 4° ediciones el texto del pirrafo precedente es como sigue: “El consumo del obrero es de naturaleza dual. En la produccién misma consume por su trabajo medios de produccién y los transforma en productos de valor mayor que el Gel capital Adelantado. Es &ste Su consumo productivo. Dicho consumo. es 81 mismo tiempo, consumo de su fuerza de trabajo por el capitalists ue la ha comprado. Por otra parte, el obrero.gasta en medios de subsistencia el dinero pagado por la compra de la fuerza de trabajo: &te es su consumo individual. El consumo productivo ef consumo individual del obrero difieren, pues, de manera total 702 El examen de la “jornada laboral”, ete., nos hizo ver, ocasionalmente, que a menudo se fuerza al obrero a con- vertir su consumo individual en un mero incidente del proceso de produccién. En este caso él se suministra me- dios de subsistencia, para mantener en funcionamiento su fuerza de trabajo, de la misma manera que se suministran carbén y agua a'la méquina de vapor, aceite a la rueda, etcétera, Sus medios de consumo son entonces meros me- dios de consumo de un medio de produccién, y su consumo individual pasa directamente a ser consumo productivo, Esto, no obstante, se manifiesta como un abuso accidental del proceso capitalista de produccién.” Pero si no se examina el proceso aislado de produc- cci6n de la mercancia sino el proceso capitalista de pro- duccién en su fluencia interconexa y en su escala social, D163, reer rise Tonsumo producto. propiamente. dicho es consumo destruction de Fiquezs” (we alide’aqul al consumo SE vos medion de. productién) ‘por los ssptatistan con vistas al fproduccign El obrero.”.&s un consumidor productive para {ePpersona que’ emits para el esta, pero, etitamente Tablandon oo Toes pars. st amo.” (Mathis, ‘Definitions + pagina 30) * Pérrafo suprimido en la 3° y 48 ediciones. 705

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