Está en la página 1de 11

Ayer me cort con una lata de tomate. Fue un corte cido y de un escozor siniestro.

Met el dedo bajo el chorro de agua fra, sangraba profusamente y la hemorragia tea de rojo el

lavamanos, demasiada sangre. Me presion con un algodn todo lo fuerte que pude pero enseguida lo tuve que sustituir por otro porque se empapaba de sangre,

luego me puse otro, luego otro, luego otro y no paraba de sangrar. Lo intent con una curita pero ni siquiera pude pegarla porque tena el dedo baado en sangre.

Cog una toalla y me la enroll como pude en el dedo. De repente tuve un negrsimo presentimiento. Corr hacia la librera y busqu, ya medio mareada, un libro de cuentos de Garca Mrquez,

tena la visin borrosa y me cost unos minutos dar con l. En ese intervalo, la toalla empez a soltar gruesas gotas de sangre sobre el parqu. Por fin encontr el

libro que buscaba, abandon la presin sobre mi dedo moribundo y fui pasando las hojas con la desesperacin de un condenado. All estaba el cuento, ese cuento triste y letal

en el que una novia que se pincha con la espina de una rosa y acaba muriendo desangrada por la picadura dejando un reguero granate sobre un paisaje nevado. No s si llegu a

terminar de leer el relato porque sent que me alejaba del libro, de la habitacin, de mi casa, de mi cuerpo... Esta maana he amanecido en la cama de un hospital, he mirado

mi dedo y slo tena una heridita diminuta y superficial. Me han dicho que me desmay del susto nada ms por cortarme, que no he sangrado nada y que me dieron un

calmante porque gritaba no se qu de una novia moribunda con una rosa. Me han recomendado ir a ver a un psiquiatra pero yo s que la lata de tomate pudo matarme.

Yo lo s y s que ustedes me creen, o no?

También podría gustarte