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Museo de caro (Fragmento)

Entramos con sorna al Museo de caro. La sexta calle de Ayuno es la correcta, y all persgnense los vientos de la esquina de casa, su turbia vecindad de un da. La pantalla es importante, las ventanas tambin, y la silla en que se sienta el vigilante es de oro puro y huele a mirra. l cuenta las monedas que roba la doa limpiadora de la obra con pecera; las paredes blancas le dicen todo lo que quiere su familia, y a s mismo. El motivo del monstruo le es ajeno, y decora el hilo de oro del despejo de cada sueo que cada noche olvida.

Por las noches caro recuerda que est siguiendo al sol, y se renueva.

La fortuna es un centro sin pericia en ser centro, con lgica de encierro de s mismo, es derredor; nuestra sorna la hace partcipe imprudente y luego cae por vergenza, mas nosotros no somos slo sorna, sorprendemos nuestro sentidos en la esquina del abismo y antes de que caigan buscamos al noveno y al fin sacrificamos la doncella. Los inmensos graneros suspendidos de donde colgados como anzuelos nuestros sentidos futuros estn, que una vida no basta para tanto escaln hasta no se sabe dnde todava, atravesar

las noxas: primera noche en vuelo. El mar por las maanas; por la noche el cielo.

Tu vida es dulce, caro, a mis ojos; mientra volabas: con tu padre, al lado suyo; cuando moriste: en lo alto de tu orgullo. Quien busca el cielo para arrepentirse slo?

Francisco Tomsich / .TXT 2 VERTICAL, Montevideo, Abril de 2011 http://puntotxt.wordpress.com

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