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Tito Lucrecio Caro fue un poeta y filósofo romano del siglo I (a. de C.

), contemporáneo de Julio Cesar y


Cicerón.
Fue un seguidor de Epicuro y de los atomistas griegos y en su poema De rerum natura (Sobre la
naturaleza de las cosas) expuso una visión mecánica del universo recogiendo y embelleciendo las ideas
de estos. Aunque el interés de Lucrecio no era el problema físico, sino la exposición de una filosofía
determinada, en su obra hace una descripción de la naturaleza y expone sus teorías sobre el
comportamiento de la materia: el viento el calor, el frío, el fuego, el color de las cosas, el trueno y los
relámpagos, los volcanes, etc.
Brevemente, para Lucrecio, toda la Naturaleza se compone de dos cosas: "... los cuerpos y el vacío en
el que estos están situados y en cuyo seno se mueven...". Siguiendo las ideas de Demócrito, Lucrecio
además sostuvo que todos los cuerpos estaban formadas por átomos. De forma que todo el universo
estaría formado exclusivamente por átomos y espacio vacío, y así "las cosas no pueden surgir de la
nada y, si han surgido, no pueden volver a la nada".

Lucrecio De rerum natura (siglo I a. de C.)


Atiende ahora; habiéndote demostrado que las cosas no pueden nacer de la nada ni, una vez
nacidas, ser devueltas de nuevo a la nada, (...) déjame citarte otros cuerpos cuya existencia
material deberás admitir aun siendo invisibles. (...)
... la Naturaleza entera, en cuanto existe por sí misma, consiste en dos sustancias: los cuerpos y el
vacío en que estos están situados y se mueven de un lado a otro. Que el cuerpo existe de por sí, lo
declara el testimonio de los sentidos, a todos común; (...) Por otra parte, si no existiera el lugar y el
espacio que llamamos vacío, los cuerpos no podrían asentarse en ningún sitio, ni moverse en
direcciones distintas ...
Pues doquiera se extiende el espacio libre que llamamos vacío, no hay materia; y donde se mantiene
la materia, no puede haber espacio hueco.(...)
Los átomos son, pues, sólidos y simples, formando un todo coherente de partes mínimas (...)
... es indudable que ningún reposo se ha concedido a los átomos a través del profundo vacío, sino
que, agitados en continuo y vario movimiento, unos rebotan, después de chocar, hasta grandes
distancias, mientras otros sufren los golpes dentro de un breve espacio. Los que, más densamente
asociados, chocan y rebotan dentro de exiguos intervalos, trabados como están por la maraña de
sus formas, constituyen las tenaces raíces de las peñas, la indómita sustancia del hierro y los
demás cuerpos de este género.

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