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REVISTA CATOLICA INTERNACIONAL Communio editorial onmnd@IMG “XAVIER MORALES, Introducci6n a los misterios CHRISTIAN SCHUTZ-VILSHOFEN, Los misterios de la vida de Jests = como prisma de la fe ANTON STRUKEL, La belleza espiritual de los iconos ARNO SCHILSON, La liturgia como lugar de la presencia . y eficacia dé los misterios de la vida de Jestis Luis ROCHA’E MELO, Los misterios de la vida de Jestis en las escuelas de espiritualidad, antes de y durante el siglo XVI ALBERTO ESPEZEL, Encarnacion e Inclusion en Cristo LFONSO PEREZ DE LABORDA, Tocar a Dios ensayos MICHEL HENRY, Encarnaci ADRIANO PESSINA, Salud y salvaci6n en la civilizacion tecnocientifica IANFRANCO DALMASSO, La dignidad de la razon FERNANDO GUILLEN, Alegato en pro del -acompafiamiento intelectual. Testimonio agradecido al Padre de Lubac nuevos ensayos ASIER SANCHEZ MACARRO, San Agustin: carta a Dios JAVIER LORENZO SANCHEZ, ¢Existe la verdad? Edicion Espafiola Redaccién, administracién, suscripciones Ediciones Encuentro, S.A. Cedaceros, 3, 2* - 28014 Madrid - Tel. 91 532 26 07 Fax: 91 532 23 46 e-mail: encuentro@infornet.es www.ediciones-encuentro.es Communto aparece cuatro veces al 240 Precio de suscripcién para 2001: Espaia: 6.500 ptas. (IVA incluido) Extranjero: 7.500 ptas. Los envios al extranjero se haran siempre por avién P.V.P. néimero suelto: 1.900 ptas. (IVA incluido) Suscripci6n de apoyo: para todos aquellos que quieran ayudar econémicamente de una manera especial al sostén de la revista Espaita, Extranjero: a partir de 8.000 pesetas, Ia edici6n espaiiola se distribuye en México a través de Interservice Distribution, $.8. de C.. - Arquitectura 53, Col. Copileo Universidad - 04360 México, D.P. lef. 554 74 34 Depésito Legal: M-1545-1979 Revista CATOLICA INTERNACIONAL Communio Director c Alfonso Pérez de Laborda Consejo de redaccién Alfonso Carrasco, Julian Carr6n, Carlos Diaz, Pablo Dominguez, Carlos Garcia Andrade, Juan A. Martinez Camino, José Miguel Oriol, Francisco Pérez, Gerardo del Pozo, Javier Prades, Jess Sanz Colaboradores Juan José Ay4n, Ratil Berzosa, Ricardo Blizquez, Enrique Bonete, ‘Antonio Caftizares, Josep M. Coll, Santiago del Cura, Juan José Garrido, Olegario Gonzdlez de Cardedal, Fidel Gonzalez, Luis Quinteiro, Eugenio Romero Pose, José Manuel Sanchez Caro, Fernando Sebastién, Una revista no esta viva mas que si cada vez deja descontenta a una quin- ta parte de sus suscripiores. La justicia consiste solamente en que no sean siempre los mismos quienes se encueniren en esa quinta parte. De otro modo yo dirfa que, cuando nos dedicamos a no molestar a nadie, caemos en el sistema de esas enormes revistas que pierden millones, o los ganar para no decir nada, o mas bien, por no decir nada Charles Péguy, EI dinero En colaboracién con: Edici6n alemana: Internationale Katholische Zeitschrift Communio Aindenmattenstrasse 29, 79117 Freiburg LB, Alemania Hanna-tbarbara Gerl-Falkovity, Michael Figura, Maximilian Greiner, Peter Henri), Walter Kas Reinhard Low, Hans Maier, Onto B. Roegele, Christoph Schonborn, Eberhed Straub. Anion Karl Lehmann, amid. Edicién brasilefia: Commutio, Revista Internacional Catolica de Cultura ua Henjeonin Constant, 23, 6 andar, 20001, Rio de Janeiro, Brasil Estvdo Tavares Bettencourt, Tarcisio Mecirelles Padilla, D, Karl Jose! Romer, Newlon Lins Huarque Sucupirs, Edicion Croata: Svesct Communio Krscanska Sadasnjost, Maruliceo try 14, Zagreb, Creacta, Andlelko Badlurina, Stipe Bagssic, Vfekoslay Baisic, Honsav Matauisic, Adalbien Rebie, Zvonimie Bono Sagi. Toms ‘alkovie, Damir Zorc. [Dusds! Tomisfaw Ivanci, Stipe Kutless, Mirko i-Bunie, Aldo Staric, Adaibert Turcinovie, Marifin Edicion chilena: Revista Carélica Internacional Communio 4s Acamtos 1317, Casilla 976, Centro de Casillas, Santiago, Chile. Pedro Pérez-liarras, Carlos Casino, Germin Doig, Julio Terin Dutad. Victor Gambino, Roberto Jiménez, Jose Miguel thsinez Langlois, Mauro Matthei, Augusto Merino, Luis Meyer. Antonio Moreno, Fernando Moreno, Sergio MuAo?, Francisco José Pihén, Amuro Heyes, Edicién eslovena: Mednarodna katoligka revija Communio Depata vas 1, $LO-1230 Domzale. Alo Cemaar, Kayan Gantar, Zruaga Kumer, Alo: Rebuls, Frane Rode, Anton Strukelj. Mayan Turse, Janer Zajc. Janez Zupet Edici6n estadounidense: Jnternational Catholic Review Communio P.O. Box 4557, Washington, DC 20017-0337. USA Stratford Caldecott, Agnes Cunningham, SCM. Birkin E. Daley, SJ. Roch Ketestty, ©. Cis ‘Mare Ouellet, $5. David L, Schindler, Kenneth L. Schmitz, John &. Sheets . Thomas Langan. Edicion flamenea: International Katholic Tydscbrift Communio Holanda: Hefedabilaan 82, 6464 EP Kertrade ‘Belgica: Burgemeestersrat 39, bus 6 3000 Leuven Jan. Ambaum, stefaan van Calter Wen Janssens, Klar Roeslers, Mis Schoenmaeckers, Joris Schroder, 1. Wethack, G. Wikens, Edicion francesa: Reviie Catholique huernationale Communio 28 Rue d Auteuil, 75016 Paris, Francia, Jean-Kobert Amogatle. Guy Bedouelle, Olivier Boulnots, Rémi Brague. Vincent Catraud, Georges Chaniraine Jean Duchesne, Piette Jule. Corinne y Jean-Luc Marion, Frangols Mathieu, Jeva-Maie Salsmito, Kober! Toussaint Juequeline JUsse Edicion italiana: Rivista Tuternazionale di Teologia ¢ Cultura Via Giobert, 7, 20123 itn, tala Ins iff, Ado Cazago, Marks Antonictt Cripps, Gitnfrines Dalmsoso, Liheio Getosss, Andien Gianni, Flo 2. Dorino Tani Guerriero, Antonio Sic Edicién polaca: Micdzynarodowy Przeglad Teologiczny Communio ‘Ouearzeu; Kilinskiego 20, PI 05-850, Ozaron Mazeaceekt, Peles ein Biter, Marin Hisaszak, Bronislaw Dembossski Stefan Duval. Wojclech Goralskt, Helmut Jaros, Jan Kopks, Jan Lach, Franciszek Mickiewier. Stanisw Nagy. Felware Nicznunski, Alfons Nossol, lin Pytel. Razimiere Romaniulk, Waelaw Swierzawski, Stanislaw Stancel Edicién portuguesa: Revista: Internacional Catolica Communio Biblioteca Universitaria fod Panto M Patna de Cin, 1600 Usher. Post, ian Francisco Ambrosio. Maria C, ranco, Antonio de Bist Weinhuit |.) Ferreira de Farias, Maria M. Contec dle Lobia. Henrique de Noronha Galvio, ost F. Borges de Pinbo, Maria Laisa Falelo, Antio C. Fidalgo, Peer Sidwell. Ls ite R. Tome REVISTA CATOLICA INTERNACIONAL Communio tercera época afio 24 abril-junio 2002 editorial. =n soccetvensene 148 tema Los misterios de la vida de Jesus XAVIER MORALES Introduccién a los misterios 152 CHRISTIAN SCHUTZ-VILSHOFEN Los misterios de la vida de Jestis como prisma de la fe. 158 ANTON STRUKELJ La belleza espiritual de los iconos 471 ARNO SCHILSON La liturgia como lugar de la presencia y eficacia de los misterios de la vida de Jestis. 179 Luis ROCHA E MELO Los misterios de la vida de Jestis en las escuelas de espiritualidad, antes de'y durante el siglo XVI. 191 ALBERTO ESPEZEL Encarnacion e Inclusion en Cristo 206 ALFONSO PEREZ DE LABORDA TOCAY A Di08 vssesvssseeeseseeessseeserenneeniesnneeen 213 ensayos MICHEL HENRY Encarnacién 225 ADRIANO PESSINA Salud y salvacién en la civilizacion tecnocientifica 238 GIANFRANCO DALMASSO . La dignidad de la razon. 249 FERNANDO GUILLEN ‘Alegato en pro del acompariamiento intelectual Testimonio agradecido al Padre de Lubac nuevos ensayos ASIER SANCHEZ MACARRO San Agustin: carta a Dios... JAVIER LORENZO SANCHEZ zExiste la verdad? 260 265 editorial ALFONSO PEREZ DE LABORDA Si es importante eso de tocar a Dios, es evidente que las meras especulaciones intelectuales —digimoslo asf, sin que implique nin- gtin menosprecio para la especulacién filoséfica con tal de que sea ésta como dlebe— no terminan de valer, ni mucho menos, para lle- nar la vida de un cristiano. Un cristiano es un set encarnado que busca y sigue a Jestis, el Cristo encarnado. Por eso, hacer memoria de la vida de Cristo en sus misterios nunca es algo de poca impo: tancia en la vida del cristiano; algo que se puede tomar o dejar, a yoluntad. No somos seres abstractos; somos hombres y mujeres encarnados, de carne y hueso. La Iglesia no es un ente abstracto y espirituoso; la Iglesia es la congregacion de los cristianos for mando el cuerpo de Cristo, del cual él es la cabeza: una, santa y catlica, en su fragilidad encarnativa, como ‘cuerpo’ que es. Tendremos que insistir todavia en que nosotros somos cuerpo, es decir, carne, en que hablamos en la eucaristfa del cuerpo de Cristo, en que come- mos su carne y bebemos su sangre, y en que proclamamos la resu- rreccion del cuerpo, es decir, la resurreccion de la carne? Es que fuera de ello hay cristianismo, hay catolicismo? Tampoco éste es hijo de alguna inexistente, vana, mentirosa, falsa razon pura, “saz6n seca", por tanto, que s6lo engendraria monstruos desencar- nados, abstrusos, intelectualizados, ideolégicos, incapaces de la compasi6n, que se cerrarian a Ja misericordia y a la gracia, que nega- rian que en Cristo hemos recibido la salvaci6n y que el Espiritu inha- bita en nosotros, en nuestra carne de la que hace su casa. Una cier- ta manera de entendemos como “naturaleza pura”, tan extendida hoy en nuestro mundo, da esto por supuesto; y asila batalla de la 148 Editorial encarnaci6n esta perdida de antemano, pues lo “sobrenatural” se faditia luego a esa susodicha naturaleza, guardando con ella algu- nos lazos y conexiones, que bastaria con cortar por razones infini- tas y gustos enmaraitados, para que veamos como el llamado mundo sobrenatural, elevandose ante nosotros como un globo, desaparece para siempre de nuestra vista en las alturas de Ia ine- xistencia. ;Qué lejos de la realidad carnal de la Ascensi6n esta pan- tomima ideologizadal Para un cristiano, pues, la care es parte incisiva y decidida de su ser. Somos carne enmemoriada. Por eso, todo camino de mera especulacién intelectual es secante de eso que somos en verdad, y no llena nuestra vida. Peor atin, se deshace de ella; termina-vacién- dola de su riqueza de came, para hacer de ella una “vida seca”. Pero, seguramente, es una “vida seca” porque vive en relaci6n con un ‘dios seco”, que en ningtin caso es el Dios de Nuestro Sefior Jesucristo, el Dios trinitario. Una vida asi ni es vida ni entronca con la vida que en Cristo, nuestro Jestis encarnado, nos da el Espiritu. Por eso la contemplacion de los misterios de la vida de Jestis nunca puede ser s6lo un terreno posible para aquellas pobres gentes, vul- gares y mentecatas, que se dejan arrastrar inmoderadamente por sus afectos, un terreno abandonado ellos para su uso exclusivo, como cristianos de segunda, enfangados, dicen tantos, en el cristianismo popular de las beaterias y de las credulidades supersticiosas, sino que es parte fundante de la vida del cristiano, de todo cristiano, que se realiza encarnindose en esa contemplacion activa que busca hacer su vida en memoria de la vida misma de Cristo. ‘Haced esto en memoria mia’, decimos en la eucaristia. Y el ‘esto’ de esa memo- ria es, precisamente, lo que se hace nuestro en la contemplacion de los misterios de la vida de Cristo. Creo que para un cristiano no hay peor mal que el moralismo —enemigo mortal de lo que aqui tratamos—, pues le corroe de tal manera las entrafias, como si fuera lepra, como si se hubiera visto tocado por la mano terrible del sida, que nada de él queda en pie, pues pierde su cardcter de encarnado para convertirse en una terri- ble ideologia viviente, ideologia juzgadora y condenatoria, de si mismo, muchas veces —no todas, porque otras, en cambio, rebosan- te del mecachis-qué-guapo-soy que se pone erguido ante Dios, y condenatoria de los demas, de todos los demas, siempre, como si solo el cumplimiento farisaico mas enrevesado y riguroso nos ofre- ciera la salvacién por nuestros méritos propios. Creo también que no hay mejor remedio contra el moralismo que la contemplacion de los misterios de la vida de Jestis, pues en ella se nos hace ver lo que es el centro de nuestro ser cristiano, que nada tiene que ver con un terrible dedicar la vida —vaciéndola de toda carne— al mero cum- plimiento, clesgastante hasta el desasosiego final, ademas, garrote vil de una vida que se abriria, sin él, a la gracia. Un centro que tiene que ver con la misericordia, con el acogimiento, con la dulzura, 149 Alfonso Pérez dle Laborda con el sentido del gozo y del suftimiento, con la fraternidad, con la vida, con la muerte, con la resurrecci6n, con la mano tendida de la gracia y de la misericordia, con el ofrecimiento de la posibilidad real de vida nueva, de vida en Cristo, y no con la rigidez de la condena final de un Dios inmisericorde, Pero gc6mo el Padre que envid a su Hijo por nosotros a la muerte, y una muerte de cruz, ofreciéndonos en él Ia salvacin graciosa, tendria algo que ver con ese sofocante Dios del pértate-como-te-dligo-pues-si-no-caera-sobre-ti-el-riguroso- peso-de-la-ley que es el del insensato moralismo? Quien contempla los mistetios de Jestis, por el contrario, se sabe pecador, si, pero, atin mas, se sabe perdonado, se sabe salvado por la gracia, se sabe habi- tado por el Espiritu, y por eso anhela los bienes de mas arriba, anhe- la la vision de Dios, aunque a veces, por causa de su fragilidad indo- mada, lo haga melancélicamente, pues aqui la melancolia es una gracia; es el Espiritu de Jestis que clama en nuestro interior: “Abba, Padre”, No és, por tanto, que nos volvamos, sin ms, hacia la historia de Jestis, como si ésta fuera algo que nos vale de acicate, que nos viene muy bien, aprovechdndonos, como si en su vida pudiéramos decir que hemos encontrado algo que nos sirve, incluso que nos salva, que finalmente nos enriquece, una manera de ser aleccionadora e interesante; como si la suya fuera un ejemplo para la nuestra que nos sirve de refrigerio, de luz, de ocasi6n para llegar a vivir una vida salvada, la cual, sin volvernos a recordar su historia, no alcanzaria- mos. No, aqui a lo que nos vertemos es a contemplar los misterios de la vida de Jestis, es decir, que en ella, en su contemplacion, encontramos una presencia que nos salva, una presencia que es para nosotros eso mismo, presencia; no, por tanto, el recuerdo emo- cionante de alguien que ya no es, sino la certeza de que es alguien que sigue vivo entre nosotros, y que con su vida, su vida actual, no su vida pasada, nos salva dandonos una vida nueva, porque, tras morir en la cruz, por la fuerza del Padre, es el Viviente, el Resucitado que nos da su vida al enviarnos y hacer que habite en nosotros su Espiritu, que es el Espiritu del Padre iNo es pequeia la diferencia! Y porque lo es, la nuestra no es contemplaci6n de una interesante historia, como quien vuelve a ver por enésima vez alguna pelicula particularmente recordada, 0 vuel- ve a leer una vez mas esa novela particularmente amada, 0 $e recrea en un paisaje particularmente querido. Ni siquiera se trata de la vuel- ta a la casa en donde pasabamos los deliciosos veranos de nuestra nifiez, en donde nuestro coraz6n todavia se siente caliente con las calenturas que lo conformaron en Jo que fue y es. No, de eso nada Lo nuestro es contemplaci6n de los misterios que se nos ofrecen en Ia conmemoraci6n vivificante de la vida de Jesiis, el Cristo. ¥ que son misterios de salvacion. Por eso, esa contemplacion de los mis- tetios es constitutiva de nuestra vida, de nuestra vida presente y lo sera de nuestra vida futura, de la vida eterna que se nos regala en 150 Editorial ély por él. Hasta el punto de que quien no se echa en lo profundo de’ esa meditacién en los misterios —aunque sea en la melancolia, ya lo he dicho—, no es cristiano 0 no lo es todavia; no puede ser de verdad catélico. Pues el ser cristiano consiste en vivir de esa con- templacion que nos es salvadora, el hacer que en ella se configure nuestra alma, y nuestra carne. Notese, pues, la importancia de la palabra ‘misterio’, Sin ella, todo queda en un simple cuchichear jacarandoso sobre bonitas historias pasadas, y pasadas para siempre, que nos calientan el coraz6n durante ‘un corto tiempo, como si fueran un vaso de buen vino. Porque lo que encontramos en esa contemplacion es el misterio de Dios con nosotros, el misterio de quién es el hombre, el misterio del Dios trinitario, el misterio de nuestra salvacién y de nuestra glorifi- cacin, el misterio de Ja gracia. Los misterios de la vida de Jests, pues, son vivificantes. Porque la contemplacion de los misterios es participacién en los misterios, y, en definitiva, es en los sacramentos en donde se hace vida definitiva esa participacién en los misterios de la vida de Cristo; es en la vida sacramental en donde esa con- templaci6n encuentra su plena realizacién, es en ella en donde comemos su came y bebemos su sangre. Estamos, pues, en el cen- tro de una vida que es y se hace vida cristiana Cada uno, cada generacion ha encontrado su camino para esa contemplacién. A nosotros el encontrar el nuestro, mas sabiendo que sin llegar a ese lugar de la contemplaci6n de los misterios de fa vida de Jestis en el que estar, para ser, bien poco se nos ha de dar. Aunque, és verdad, todo es gracia Me pregunto, para terminar, si en ese movimiento potente de jove- nes que est resultando tan vivo aqui y all, en un aqui y un alld extre- madamente extendido por el mundo, en’el que se esta dando con toda viveza el sentimiento de la fraternidad cristiana, de la atraccion por Jests, de un mirar mas alla de las puras y exiguas exigencias de nuestro mundo, tan mandén, tan imperativo so capa de permisividad, es decir, tan permisivo con todo aquello que asegurar4 la radical no permisividad en lo fundamental —jcudntas veces a un joven al entrar en un trabajo de muchas campanifas se le dice: “eso aqui no esti bien visto", y el “eso” es una lista tan larga que configura férreamente la vicla, quizé para siempre!—; me pregunto si ese movimiento tan potente de jdvenes ha descubierto la contemplacién viva de los mis- terios de la vida de Jesus, una contemplacion que se hace participa- cién en los misterios de la vida dle Cristo. Si fuera que no, Dios no lo quiera, gtendré duracién e incidencia de futuro? Creo que ahi nos. queda’ un inmenso y delicioso trabajo que hacer: llevar a todos e ir nosotros a la contemplaci6n de los misterios de la vida de Jestis Se inicia una nueva seccién en la revista: Nuevos ensayos. Los que escriban en ella seriin autores jovenes, incluso extremadamente jovenes. El futuro adviniente, si lo hay —que lo hay—, es suyo. 151 tema Introduccion a los misterios XAVIER MORALES ‘Todos los misterios y los estadios del Hijo de Dios tienen efectos en las almas Pierre de Bérulle (en M. Dupuy, Pierre de Bénulle, Paris, 1964, p. 152) La vida escondida en Dios “Se impone que, para rematar los temas teol6gicos, después de haber estudiado el fin Gltimo de la vida humana, las virtudes y los vicios, nos ocupemos ahora del Salvador de todos y de los benefi- cios otorgados por él al género humano: (santo Tomas de Aquino, STh, Ill, prélogo). Siguiendo, pues, el plan editorial propuesto nada menos que por el Doctor Angélico, Communio, después de haber terminado hace ya diez anos una serie de ntimeros consagrados a los articulos del Credo, el diltimo de los cuales estaba dedicado al fin diltimo de la vida huma- na, -La vida eterna», trato entonces de las virtudes y los vicios y ahora se dispone a contemplar -la persona misma del Salvador de todos». El nGmero presente introduce la serie que, al ritmo de un cuademo anual, presentar los «misterios de la vida de Jestis.. Pero, zde qué se trata exactamente? Se trata simplemente, bajo diferentes titulos, de volver a hablar de los articulos cristolégicos cel Credo? ¢O de volver a contar la vida palpitante y sensacional de Jestis cle Nazaret-, como un follet6n por entregas? Ni lo uno ni lo otto, o mejor, las dos cosas ala vez, relatar una vida que es materia de fe, es lo que quetriamos explicar en las siguientes lineas de introduccion El misterio de Dios Llamamos a muchas cosas en este mundo con el nombre de «mis- terio», Ya se trate del misterio del Lago Ness o del de «La camara ama- rilla, designamos habitualmente con esta palabra tanto ‘lo ocultor, 152 Introducci6n a los misterios lo que juzgado racionalmente escapa del imperio de la raz6n, como, mas modestamente, lo -sutils, lo que permanece velado a la raz6n ordinaria y cuyo secreto solo la sagacidad del mejor de los detecti- ves podra finalmente penetrar. De la verdad que se envuelve en el misterio de una luz inaccesible: a nuestros ojos, lo que esperamos es un descubrimiento, un desvelamiento, una revelacion éQué decir del mas inaccesible de los misterios? Repetimos las palabras del profeta: «Verdaderamente tii eres un Dios escondido: (Is 45,15). De Dios, hasta estos tiltimos tiempos, no conociamos el ros- tro; sus designios intimos nos eran incomprensibles, su vida interior era desconocida para nosotros. Y, sin embargo, Dios habia previsto desde toda la eternidad desvelar este misterio que es El mismo «para alabanza de gloria de su gracia (Ef 1,4), pero Dios, aunque revelado por él mismo, sigue siendo un misterio. No como nuestras historias misteriosas de fantasmas y de brujas nocturnas, sino porque la tota- lidad de él mismo que él revela totalmente, es una verdad cuya apre- hensién no puede ser agotada por el espiritu humano. Cuando Dios comenz6 a revelarse al hombre, el misterio cambié de sentido: no es lo que se esconde detras del velo, es lo que es manifestado en demasia para que se le pueda captar de una vez. Y del misterio de Dios revelado se dira que cuanto mas se lo penetre, mas queda por descubrir Para los cristianos, la manifestacién del misterio de Dios, su Revelacién, encuentra su culminacién en Cristo, Palabra Gltima pro- nunciada por el Padre para manifestar su ser. De ese modo, toda la vida de Jess es la revelacion de la vida escondida de Dios, de la Trinidad de las personas divinas, de su designio de salvar a todos los hombres: «Revelacién de un misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, pero manifestado al presente» (Rm 16,27). Los misterios de Cristo Pero ,por qué se Ilaman «misterios: los acontecimientos de la vida de Jestis? Precisamente porque revelan el misterio de Dios en su insondable profundidad. «Toda la vida de Cristo es misterio» (Cig 514), porque desvela toda la vida escondida de Dios. El mis- terio de eternidad de Dios se ha manifestado en los misterios hist6- ticos de Jestis. El misterio es un signo y, como todo signo, une indi- solublemente en si mismo dos realidades, tan indisolublemente como las dos naturalezas de Cristo estén unidas entre si en Ia Gnica persona del Verbo: en los misterios de Jestis la historia significa verdad, lo que se narra designa lo que hay que creer, el aconteci- miento histérico permite ver el dato revelado. Se comprencle enseguica el lugar central que ocupan los misterios de la vida de Jestis en una exégesis integral, una exégesis que no se detiene en el «sentido literals, que slo ¢s un wsentidos en relacion con Xavier Morales a palabra que lo significa, sino que llega hasta el «sentido figurado- por la historia. A imagen de esta exégesis integral hay que concebir una teologia integral, una teologia que no se detiene en el «dogma, es decir, en la definicion por la cual el espiritu humano trata de aprehender el dato revelaco en un lenguaje humano, sino una teo- logia que se deja guiar por el misterio, hacia la realidad de la que es signo, una teologia, por tanto, que deja hablar a la revelaci6n su pro- pio lenguaje. Parece ser que es esta teologia la que pretende el Catecismo de la Iglesia Catélica, cuando propone que se exponga la cristologia desde la perspectiva de una catequesis de los misterios! Sera interesante leer estas paginas densas y sugestivas. La serie que contemplaremos Se comprende que se vaya por una via distinta de la de tratar uno tras otro los capitulos principales de un manual de cristologia dog- matica, Se trata de contemplar ef despliegue de la Revelacion del misterio de Dios en la vida de Jest. En los misterios de la Encarnacion, se narran los comienzos, el anuncio profético de la venida de la Palabra, la espera y maduracion de los tiempos y finalmente este divino nacimiento en el que des- borda la novedad sobre nuestro mundo. Es necesario también contar /os misterios de la vida oculta. Toda Ia vida de Jestis es revelacin del misterio de Dios y no sélo en las palabras y los gestos ptiblicos ante las multitudes. Es necesario hablar de lo oculto de la vida de Jestis, que da testimonio de la vida oculta de Dios, al mismo tiempo que asume la parte humilde e insig, nificante de toda vida humana, la paciencia de los preparativos y la trivialidad de las tareas cotidianas. Los misterios de la vida publica hacen de cada palabra, de cada gesto de Jestis un desvelar los rasgos del rostro de Dios: la miseri- cordia dé sus curaciones, la sabiduria de sus discursos, el poder de sus milagros. Con los misterios de la Pasién y Resurreccién, \a manifestaci6n del misterio de Dios alcanza su consumaci6n: en el abandono de la cruz y en el poder de la Resurrecci6n el todo de Dios se entrega a los ojos de todo hombre. Dios es amor que se da en fidelidad mas alla de la muerte Pero todavia queda por contemplar el misterio del Reino: porque la vida de Jess no termin6 con su ascension. Al inaugurar desde ahora su Reino, envia al Espiritu Santo, intercede ante su Padre, esta presente en su Iglesia a través de Jos sacramentos, corona a sus san- tos. Y en la esperanza, esperamos el tiltimo de sus misterios: cuan- do Dios, por el Hijo, en el Espiritu »sera todo en todos» (1 Cor 15,28) ¥ Catecismo de la Iglesia Catolica 512-521 154 Introduccion a los misterios Una mistagogia Este primer cuaderno sera una introduccién a los misterios, una introduccion en sentido ret6rico. Pero en otro sentido también, toda la serie sera una introduccién a los misterios: porque sera también una siniciacion a los misterios-, una -mistagogia-. Asi se Ilamaban en la antigiiedad los ritos por los que se exponia al nedfito el sentido de los signos. La introduccién no es solamente ret6rica, es existen- cial, porque los misterios no son definiciones para explicar y com- prender, sino acontecimientos de vida para contemplar y para «gus- tar de las cosas interiormentes. A través de los acontecimientos de la vida de Jestis, totalmente Dios, hecho totalmente hombre, se-dirige a todo el hombre: podemos tocar, gustar, sentir, entender y ver al Verbo de Vida’. Asi la Revelacién no emplea s6lo el canal sonoro de la pro- clamacién profética, ni se dirige slo al entendimiento que com- prende las palabras: hecha care se dirige desde entonces a todos los sentidos, mediante su purificacion en sentidos espirituales» Lo que se podria llamar «puesta en la vida» de la Revelacién, su modo de expresi6n ultima a través de la vida de Jests, explicita finalmente su singularidad. La Revelacién no es reducible a lo que son los mensajes intercambiados en este mundo, un simple dato recibido y aprehendido por el entendimiento —al contrario, ella es la que aprehende a aquel a quien se dirige—. Nuestros mensajes terrestres s6lo existen porque los abrimos y los leemos, pero el men- saje divino es revelacion, se desvela a si mismo, aparece. La dispo- sicion interior que deberia corresponderle, por tanto, es una dispo- sicién pasiva: es una «contemplaci6n:, si se quiere definir bien la contemplacién como una manera de mirar que deja aparecer lo que es mirado, que se deja hacer por lo que es mirado. Porque los mis- terios son figuras que poseen su propio poder de aparecer, un poder singular. Los iconos que los representan, en la tradicién oriental, despliegan una perspectiva invertida que parece que nos hacen sumergirnos en el interior de esta profundidads. E] «objetor contem- plado se convierte en «sujeto de adoracion-, porque jes una persona, que toma la iniciativa de aparecer, cuya vida entera es una aparicion! La contemplacién de los misterios invita de ese modo a una cr tica del concepto mismo de especulacion teolégica: recuerda a la teologia que ésta, lejos de construir su objeto, esta al servicio de una persona que se revela a si misma, de Dios, que se autocomunica 2 Ignacio de Loyokt, Hjercictos espirituales 2. Cf. el articulo de Luis Rocha € Melo, «Los misterios de ka vida de Jesiis en las escuclas de espiritualictd, antes de y durante el siglo XVI, en esté mismo niimero. * Cf el articulo de Alfonso Pérez de Laborth, -Tocar a Dios», en este mismo "CE. el anicule de Anton este mismo ngimero, Strukelj, «La belleza espiritual de los iconoss, en Xavier Morales La teologia tiene la mision de ser un instrumento de reflexion, en sentido Optico, 0, como dicen los ingleses a magnifying glass, una lente de aumento, o un magnificat que admira al Dios que se desvela. El otro nombre de este poder por el que el misterio aprehende a aquel que lo mira es la gracia. Porque la Revelacion es un mensaje eficaz, detras de las palabras se esconde un poder. La Palabra se hace finalmente Vida para mostrar que es vivificante. La vida de Jestis no es ejemplar, es toda entera redentora, desde el nacimiento a la Resurreccién. No s6lo nos ofrece un ejemplo que hay que seguir ¢ imitar, sino que opera por si misma nuestra salva cién. La vida de Jestis es una vida de hombre vivida por Dios para nosotros. A cada circunstancia de esta vida coresponde, por tanto, una gracia vivificante. Cristo es, hablando con propiedad, un sacra- mento, porque cada instante de su vida, y no solo el de su muerte en sacrificio de la Nueva Alianza, es un signo que opera un efecto de gracia en aquel que lo recibe. Son hechos pasados en cuanto a su ejecucion, pero son presentes en cuanto a su virtud (...). Por tanto, el espiritu, el estado, la virtud, el mérito del misterio esta siem- pre presente-', El que contempla los misterios de la vida de Jesas, el que -contintia y cumple [en si] los estados y misterios de Jestis» y comulga con sus disposiciones interiores, ve que se le comunican las gracias y que operan sus efectos*. La introducci6n a los misterios viene a ser una introducci6n a los misterios de Jestis, una introduc- ci6n en el Hijo, una gracia de union a El, segiin la promesa hecha en el evangelio de Juan, recordada por Bérulle: «Todo lo que Cristo vivid hace que podamos vivirlo en El y que El lo viva en nosotros.’ La liturgia sacramental, lugar de apropiacion de los misterios No es casualidad que la palabra griega -misterios, mysterion, haya sido traducida al latin por sacramentum, «sacramento. De hecho, ilonde se cumple mas eminentemente esta uni6n con Cristo en la contemplacion de sus misterios que en la liturgia de los sacramen- y en particular en la Eucaristia? Porque, entonces, el hombre escucha las palabras de Jestis y ve reproducidos los gestos de Jestis Jestis se hace de nuevo presente realmente y de nuevo su presencia es sacramento de Dios. En el sacramento eucaristico una materia, * Pierre de Bérulle, Ocuure de Piété, 111, citado por M. Dupuy, Le Christ de Bérulle, Paris, 2001. Los capitulos XI a XIV del P. Dupuy son una sintesis magis. tral cle la meditaci6n berulliana de tos misterios cle Cristo. © S. Juan Eudes, La Vide y el Reino de jestis, citado por el Clgc 521 > Clgc 521 156 Introduccion a los misterios el pan y el vino, en la cual Cristo se hace presente, se convierte en signo de una realidad que va a venir, el banquete del reino, y pro- duce ya lo que significa en nosotros que Ia recibimos. La misma logi- ca acttia en los misterios de la vida de Jestis: tal acontecimiento, tan concreto como el pan y el vino, vivido por el Verbo hecho presen- te en la carne, se convierte en el signo de una realidad divina, y pro- duce ya lo que significa, en nosotros que lo contemplamos. Asi se nos desvela la vicla escondida de Dios, mis atin, asi nos hacemos participes «para Ia alabanza de gloria de su gracia» (Ef 1,6). Ja liturgia de la Eucaristia en la que se hace memoria de la muer- te y de la resurrecci6n del Seftor Jestis, misterio central de nuestra redenci6n, esta inserta en el ciclo de las fiestas del Sefior, en el que se recuerda cada uno de los acontecimientos de su vida. La liturgia nos propone, a lo largo de todo el afio, que consideremos los miste- rios de Jestis, que dispongamos nuestro coraz6n segtin -los mismos sentimientos dle Cristo Jestis» (Fip 2,1). Esta ensefianza espiritual entre- gada por Cristo a su Iglesia a través de las fiestas litargicas es el que entre otros habian descubierto Dom Columba Marmion (1858-1923), autor de Cristo en sus misterios, y beatificado al mismo tiempo que Pio IX y Juan XXIII, y también su contemporaneo Dom Odo Casel’. Maria, la que «conservaba todas estas cosas en su corazon» (Le 2,19), la bodigitria de los iconos bizantinos, es decir, la que muestra el camino:, sera nuestra mejor -introductora a los misterios», En la plegaria del Rosario, contemplamos con ella los misterios de Jestis. Por eso el apostol del Coraz6n de Maria, Juan Eudes, oraba en estos términos que podrian servir de introduccion a cada uno de Jos cuadernos que van a sali Esta doble pertenencia clel cuerpo al mundo, como vidente y como vi ble —como -tocante- 0 como -tangible— es la que hace decir al altimo Merlea Ponty que nos abre a él, que »es de él+ (Le visible et Vinvisible. Paris 1964, p. 178). Para una critica radical de estas tesis, se remite 4 nuestro Ultimo ensayo. Incarnation, une philosopbie de la chatr, Seuil, 2000, § 21 y 31 229 Michel Henry el mundo como desptazamiento objetivo de nuestras manos, por ejemplo, es en si mismo el auto-movimiento de un poder de apre- hensi6n que permanece en si mismo, en su realizacion, dado a si en la auto-donacién impresional de la vida. Por consiguiente, hay que reconocer, si s€ considera con mis atencin este cuerpo transcen- dental, que lejos de reducirse a un cuerpo intencional, presupone en su misma intencionalidad, a fortiori, cuando en su auto-movimiento se mueve en si mismo, esta auto-impresionalidad primitiva exclusi- va de toda exterioridad. Por otra parte, solo es posible cualquier poder con esta condicion —con la condicién de que dado a sia la manera de un dolor o de un suftimiento, uno consigo y nunca sepa rado de si, se encuentre de esta manera, y solo de esta manera, capaz de desplegarse a si mismo a partir de si, y de actuar— Pero si todos los poderes de nuestro cuerpo sélo son suscepti- bles de actuar en la vida, nos vemos obligados a una inversion com- pleta de la concepcién tradicional de nuestro cuerpo. No es nuestro cuerpo mundano, asentado en este mundo o abierto a él, el que define la realidad originaria de nuestro cuerpo, es nuestra came, en cuya auto-impresionalidad todos los poderes estan situados en si mismos y asi estan en situacion de ejercerse, la que nos da acceso al cuerpo —se trate de los cuerpos sensibles del universo, de nues- tro propio cuerpo sensible objetivo o, finalmente, del mismo cuerpo intencional—. Nuestra carne sélo nos da acceso a este cuerpo y, por él, alos del mundo, porque ella nos da primero acceso a si misma alli donde se realiza la auto-donacion, en la vida y por ella. Conviene, por tanto, volver a la cuesti6n inicial, puesto que ya no se trata de examinar los caracteres del cuerpo mundano, sino las propiedades fenomenologicas esenciales que nuestra carne obtiene de la vida. La Vida absoluta, origen de la carne De qué vida? No es que nuestras impresiones y la carne que ellas componen no sean susceptibles de aportarse ellas mismas en si, al ser dadas a si solamente en la auto-donacion de la vida —menos atin que esta vida, por cuanto es la nuestra, no cumpla la auto-dona- cion que hace de ella una vida—. S6lo una Vida absoluta portadora en si de la capacidad de Ia que nuestra vida se encuentra desprovis- ta en el principio, la de aportarse a si misma en si, generandose a s misma en el proceso de su auto-revelacién y bajo la forma de puede hacer cle modo que haya vida en algtin lugar y, solamente en él, en esta vida Gnica y absoluta que es la que tiene sola el poder de vivir todas esas vidas que no son vivas sino en ella. Solo las propie- dades de esta Vida absoluta, no como sus propiedades facticias, sino como posibilidades transcendentales incluidas en el propio proceso de su autogeneracion, pueden dar cuenta de las propiedades feno- menologicas esenciales de cualquier vida que se pueda concebir, 230 consecuentemente de las propiedades fenomenolégicas esenciales de nuestra propia carne, aunque ésta las obtiene de la vida Por tanto, aunque sea brevemente, es este proceso absoluto en el que la Vida viene en si el que conviene interrogar. Vivir quiere decir »probarse a si mismo». Al proceso absoluto en el que fa Vida viene en si, se engendra a si misma probandose a si misma y de ese modo revelandose a si, pertenece en el principio la Ipseidad sin la cual no es posible ninguna prueba de si. Puesto que la Vida jamas es en primer lugar un concepto, sino una vida real, fenomenologi- camente efectiva —real también, fenomenolégicamente efectiva es la Ipseidad en la que ella se prueba a si misma: es un Si mismo real, el primer Si mismo en él que la Vida se revela a Si, su Verbo—. Porque a la posibilidad mas radical de la Vida pertenece este Si mismo que es su Verbo, también pertenece a toda viva concebible un Si mismo. Y a la vez, a todo lo que encuentra en la auto-revelaci6n de la vida su pro- pia condicion de posibilidad: a toda carne y a tocla impresion. No hay came que no lleve en ella un Si mismo de modo que este Si mismo implicado en la donacién de esta came a ella misma, se encuentre con que es el Si mismo de esta carne como ella es la came de este Si mismo. No hay carne que sea una came an6nima, impersonal, la carne del mundo. Y lo mismo la impresién: no hay dolor, sufrimien- to 0 gozo que sea el dolor, el suftimiento o el gozo de nadie. Decimos -carnes, simpresions, Pero gpor qué es necesario que la auto-donaci6n de la vida revista en nosotros, en nuestra vida finita, la forma de una carne asi como la de las miltiples impresiones que componen su trama continua? ;No hemos dicho, sin embargo, que todos los caracteres de nuestra carne le vienen de la vida y a fin de cuentas de la Vida absoluta que es la tinica Vida que existe y de la que, si se consideran las cosas con todo rigor, ninguna vida puede ser separada, a falta de la cual, al cesar de probarse a si misma deja- ria inmediatamente de vivir? Empleado como prefijo, sarchi» designa el caracter originario de ka pro- piedad en cuestién: «archi-posihilidad: se entiende de ese modo como la pos ilidad que esta en el origen de toda posibiticad, & oS NUEVOS ENSAYOS San Agustin: carta a Dios ASTER SANCHEZ MACARRO 1. jGrande eres, Seior, y muy digno de alabanza! ;Grande es tu poder, y tu sabiduria no tiene medida! Mi vida ha girado en tu busca, Sefior mio, y ahora, a través de mi memoria, veo que te he hallado, descubro que esta fe que brilla en mi ser procede toda y tinicamente de ti, Senor y Dios mio, ilumina y brilla a través de mi y forma parte de mi ser. La luz, oh Sehor, ven- dra toda de ti y nada de ella sera mia Me diste primero el ser, me has dado la vida, me has dado una familia, me has dado posibilidad de conocimiento, me has dado entendimiento, me has dado un camino y también me has dado la luz de la fe. Ast pues, al igual que a mi ser le has dado tanto, tam- bién en todo lo que me rodea veo tu huella, la huella de mi Dios, dando un sentido pleno al mundo. Ta llenas todas y cada una de las cosas creadas por ti porque tu conocimiento es inmediato y lo abar- ca todo desde el momento en que lo creaste Sin embargo, yo no consigo abarcarte por entero, es mds, no con- sigo comprenderte por entero: Y contéstame, Seftor mio, por qué has puesto en mi ese cleseo de conocerte por entero?, dime, contes ta, apor qué si te he encontrado no consigo abarcarte?, zy si el hom- bre no es capaz de abarcaste hay algo creado por ti que te abarque © por el contrario nada hay en esta obra tuya capaz de abarcarte? Aqui me tienes, mirame, intentando comprender qué eres, Dios mio, y ala vez afirmando que lo eres todo, zno es esto una contradicci6n?, Zo seri mas bien una respuesta’ Si, esto es una respuesta: Tit eres mi Salvador y por eso lo eres todo, por eso nada puedo hacer sin ti, nada tengo, nada soy si me faltas TG, que eres mi Salvador. Por esto te pido, Dios mio, que me concedas el arte de saber ofrecerte mi 260 jan Agustin: carta a Dios vida, de entregarte aquello que me has dado, de escribir para ti, de estudiar para ti, hablar para ti, componer para ti, orar para ti, hablar para ti... en definitiva de bacerlo todo para ti y por ti 2. Quizd sea cierto que nada ni nadie pueda abarcarte por ente- ro, pues tt lo eres todo, ti lo abarcas todo, tt sondeas todo hasta tal punto que mi vida no tiene ningtin sentido sin Ti. Si, reconozco que lo eres todo para mi, reconozco que ahora ya no tendria nada en absoluto si Té me faltaras Pero, Dios mio, mira mi vida, zhas visto qué alejado andaba de 2, ghas visto cudnto tiempo he caminado sin ti dandole el ser que me diste a cosas creadas por Ti sin querer verte en ellas a Ti?, ghas visto cOmo mis ojos no veian por no saber que estabas ahi? Ahora que quedan lejos aquellos recuerdos, voy a volver a ellos, iré de regreso a los lugares de donde quise huir. Pero tan solo quieto mirar a este pasado desde tu luz porque es ahora cuando amo, ahora que soy consciente que llegué tarde a conocerte. Recordaré todo lo que duelen las resacas, lo que duelen las noches en que te pedi auxilio y Horé a veces mientras dormia porque no te conocia y no estaba a tu lado. Ahora, haciendo memoria, es el momento de mirar a Ti, pues con tu luz me has mostrado que donde abund6 el pecado sobreabund6 la gracia 3. Es cierto que en mi vida buscaba amor. Pero no es menos cier- to que buscaba amor sin buscar a la Verdad que eres Ti, buscaba amor sin buscar la Verdad que hace posible el verdadero Amor. Sofiaba con un amor, pero zacaso me preguntaba de dénde nacia el amor? No supe hacerme preguntas, vivia como dando importancia tan s6lo a mi persona. Nada importaba mas que yo, nada se ponia por delante y asi no se puede buscar el Amor. Recuerdo que cuando abris- te mis ojos estaba ya cansado de estar muerto. Por qué no quise bus car antes la Verdad? Sera que era temprano y atin no queria descubrir Ja verdad, sera que atin no entendia de tardes ni amaneceres, sera que atin no vivias conmigo 0, mejor dicho, que yo no vivia contigo, pues ta estas cerca de todo lo creado. Sera por eso que esta alma cansada te echaba de menos. 28s posible que huir de la verdad canse al hom- bre creado por t Si, es posible. Entonces resulta que me cansaba mé apartindome y huyendo de ti que si me hubiera querido acercar y quedar en Ti. Ahora lo veo claro, veo que tu camino es ligero y lle- vadero, veo que tu camino no cansa, sino que alimenta al hombre, veo que a mi me cansaba mas huir de Ti que entregarme a Ti. Pero antes no lo veia, pues no conocia que el camino eres Te Dios mio y Senor mio, ahora quiero darte gracias porque hayas hecho que me cansara de huir de la verdad, porque me cansara de huir de Ti, Mi memoria ahora escucha el breve rumor que nace en mi ser huyendo de escuadrones de la muerte hasta que apareciste , luz de la vida y gracia sin medida. 261 Asier inchez Macatro Hoy sé que aquellos dias me encontraste a oscuras, pero si vinie- ras hoy a buscarme no me sorprendas a oscuras, por favor, amor mio, enciende la luz de mi vida que eres TG. Si vinieras a buscarme que se enciendan los soles, pues sin esta redada de amor que a mi vida trajiste un dia no salvaria la vida. Te lo repito: si vienes no me sorprendas a oscuras, por favor, enciende tu luz, para hacerme entender que tu amanecer abre mis ojos cansados, para hacerme comprender que tu luz viene a arafar el hielo de las frias noches que hubo en mi vida 4, Y ahora veo, Seftor, que tu ventana siempre estaba abierta. ¥ me doy cuenta que Td siempre estuviste asomado a ella esperando que yo te mirara. Alli te encontré, asi te encontré, esperandome éQué iba a ser de mi si decidia no ir contigo ahora que te habia visto, ahora que te habia conocido? Aun asi al principio estuve a punto de marcharme, de no subir a tu ventana, de no subir a tu corazon, de no retornar a tu coraz6n, Dime, contéstame de nuevo: spor qué al final me quedé contigo’, ;qué encontré en Ti para entregirtelo todo?, épor qué todo mi ser pudo entender en ese momento que nada que sea menos que Tt me bastaria? Fue porque habia descubierto el Amor y la Verdad. Todo esto ocurrié porque desde tu ventana me hablaste: Hijo mio, ;dénde vas? Y comprendi tu pregunta y mi ser respondié: Donde iré lejos de ti?, ca quién iré si no es a ti’, toma mi vida. ¥ mi vida retomé a tu coraz6n. Recuerdo todas y cada una de las personas que diste para mi total conversi6n, todas y cada una de ellas han hecho posible que res- pondiera un si total al camino que me proponias. Ellos son tesoros enormes en mi vida porque estan tocados por ti y porque han acer- cado hasta mi tu luz y brillo. Ellos entregaron con creces su vida, ellos abrieron en mi el coraz6n de mi ser para que yo te viera. El tren de la memoria disfruta al recordarles a ellos y al recordar los hechos acontecidos. Es mas, al recordarles a ellos, te recuerdo tam- bién a ti regando mi vida, inundando mi ser. Su ejemplo hizo que te viera y que me abandonara en tus manos. Ojala algtin dia mi vida sirva para lo mismo que ha servido la de ellos. Ojala esté sirviendo ya para lo mismo que la de ellos. Ojala ya te esté mostrando a todos y cada uno de los hombres con los que me cruzo. Ojala se vea ya que ti eres el centro de mi vida. que ha sido dada y creada por ti Porque viéndoles a ellos te veia a ti y creck en mi el deseo de imi- tarles, crecia en mi el deseo de descubrir tu voluntad, de descubrir lo que de mi querias 5. Y qué querias de mi? Querias que acogiera tu palabra y tu pre- sencia en cada instante de la vida para que cumpliera tu voluntad 2 cual era tu voluntad? Tu voluntad era que te entregara mi vida a Ti, que eres la vida de las vidas y luz de las luces, para comunicar tu vida y tu luz a los hombres. Tu voluntad era el camino a la verdad 262 San Agustin: carta a Dios de modo que pueda acercar esa verdad a los hombres, es decit, modo que pueda hacerte presente entre los hombres, de modo que pueda hacer memoria de Ti entre los hombres creados por Ti He aqui tu voluntad. Pero, ;cmo se te ocurrié pensar en mi para esto?, como se te ocurrid elegirme a mi Lo cierto, Dios mio, es que Ja respuesta a esto atin no la he encontrado. Atin no sé qué viste en mi para llamarme. Atin no lo sé, Si tengo que aventurar algo sobre esto diré que lo hiciste tan s6lo por puro y gratuito amor. Y aun amor tan grande como el tuyo s6lo hay una manera de responder- Je. Eniregindote la vida. Ante ti, Dios mio, tengo que reconocer que sino fuera por tu amor yo me habria perdido ya 6. Sefior, Dios mio, mil gracias te doy por esta vida que me has brindado. Ta eres la iiltima y tinica raz6n de mi amor. No hay otra Ta me dijiste: ¢Me amas? Senor, Ta lo sabes todo, Ta sabes que te amo. Pero, Dios mio, amor mio, si te amo es porque Ta me has amado antes. Es tu amor el que me ha llevado a amarte y a amar la vida que me has otorgado. Antes de darme el ser no me preguntas- te si queria vivir, pues yo atin no existia. Pero ahora amo esta exis- tencia dada por Ti. Por esto quiero darte gracias. Ahora, si me pre guntaras si quiero y amo la existencia que me has dado, te tesponderia rotundamente: $i, amo la existencia que me has dado porque gracias a esta existencia dada por ti te he encontrado. Has salido a mi encuentro y te he encontrado. Y ahora mismo te acabo de volver a encontrar, ahora que has prendido la luz de mi memo- ria he visto cémo mi vida ha ido hasta Ti. Eres ti quien ha puesto en juego toda mi raz6n, toda mi libertad y todo mi ser. De ti y para ti son todas las cosas, por eso yo soy tuyo. Por eso te pido una cosa sobre todas, que mi amor nunca sea una farsa, que siempre me abrace a Ti, pues no hay mayor verdad que TG, no hay mejor camino que Ta y no hay vida mas plena que la que Ta das. Gracias a la memoria que me has dado reconozco que Ti eres lo tinico importante. Al ser Ta lo tinico verdaderamente importante has hecho que todo tenga importancia, cada gesto, cada palabra, cada mirada de mi ser, pues en ella también te encuentras. Te encuentras ahi porque lo eres todo para mi y no puede haber contradiccién en Ti, pues eres Ia verdad de la verdad y la luz de la luz. 7. Amor mio, si vivo, vivo para Ti. Si pienso, pienso para Ti. Si amo, amo para Ti. Si oro, oro para Ti, Todo lo hago para Ti. Ta eres el origen, guia y meta del universo, a Ti remite todo principio y todo fin, por eso te pido que me permitas culminar mi vida en Ti, te pido que siempre seas el fin de mi vida en todo aquello que emprenda, pues eso es lo que mi coraz6n desea y no estara tranquilo hasta que repose en Ti para siempre. Amor mio, te quiero. A Ti no te interesa nada mas que mi felici- dad. ,Como puedo agradecerte eso? Tan solo se me ocurre decirte 263 te amo:. Tan s6lo se me ocurre decirte que te amo de veras. Me ale- gra profundamente que puedan salir de mi esas palabras, pues sé que jamis dejards de enviar tu amor a quien sittias en la fuente de tu amor, es decir, en Jesucristo, tu hijo amado. Y ahora veo de nuevo que tu ventana siempre estaba abierta, que est y estard siempre abierta. Gracias, 204 éExiste la verdad? JAVIER LORENZO SANCHEZ 1, Ante esta pregunta he querido reducir las posibles respuestas a tres: Si existe. Pero es una respuesta dada desde el sill6n del juez que ya sabe la verdad, que hace desfilar ante si a todos esos que tienen Ia pretensi6n desafiante de decir algo de esa verdad que él ya posee; que se sorprende del esfuerzo desesperado de tanta gente por encontrar Ja verdad, cuando lo tinico que tienen que hacer es pre- guntarle a él No existe. Es una actitud mas que un simple pensamiento inte- lectual. Son aquellos que viendo la imposibilidad de aclararse ante el problema de la verdad por toda la cantidad de respuestas contra- dictorias que se han dado a lo largo de la historia, optan por vivir como si no existiera. No lo sé. Este no lo sé puede entenderse de dos maneras: como absoluto: no lo sé ahora ni lo sabré nunca; 0 como temporal: no lo sé por ahora. Yo me adhiero a esta tiltima respuesta, con la espe- ranza de que tras este trabajo pueda afirmar un si rotundo. 2. Me sorprendo escribiendo esto, después de haber sido un fer- viente defensor de la verdad objetiva en mis afios universitarios lai- cales. {Cémo no iba a defenderla! Descle siempre me ha repateado la idea de que todo fuese relativo, de que aquello sobre lo que se asentaba mi vida, mi familia, mis amigos, mi idea de Dios, fuese un cuento chino. Siempre he querido entregarme a algo 0 a alguien que tuviese la fuerza suficiente para aguantar todos mis miedos e inseguridades. Algo firme tenia que haber, algo en lo que apoyar- me para levantarme después de cada caida, algo que nunca me y a Ss decepcionase; una roca infranqueable en la que se estrellasen todos aquellos que intentaban echar abajo mi seguridad y mi tectitud moral; todos aquellos que convertian mi imagen de nifo bueno en la del bobo de Ia clase; algo que me sirviese de martillo contra los herejes de la verdad; herejes que intentaban destruir y se reian de toda esa realidad en la que yo creia ciegamente y de la que ellos me hacfan dudar mas de lo que yo imaginaba Entonces, qué ocurrié? A qué se debe este cambio? Lo que pas6 fue que, al igual que a Descartes, se me han caido ya, jon slo 25 afios!, muchos principios y personas que creia inamovibles. Lo que paso fue que me descubri envidiando a mis enemigos. Ellos eran libres, hacian lo que les daba la gana, no se esforzaban ni se fastidiaban por defender los ideales en los que crefan, sino que para ellos era algo facil, porque defendian aquello que realmente vivian. No sé si me explico. Ellos iban asentandose en las verdades que iban descubriendo y, si llegaban a algun lugar que no les gus- tara, en el que no se sintiesen a gusto o que, sencillamente, les pare- ciese feo, cogian las mochilas y, tranquilamente, se cambiaban de sitio. Y lo que mas me quemala era que esto lo hacian sin ningin tipo de temor ni remordimiento, con total libertad. Y supongo que me fastidiaba, porque yo me sentia atrapado, encerrado, prisionero de una verdad absoluta que estaba ahi, siempre vigilante, siempre al acecho, agazapada, esperando el menor momento de debilidad por mi parte, para abalanzarse sobre mi y sefialarme con el dedo. Una verdad que era un ideal que debia, que tenia que alcanzar, ante el que debia postrarme, humillarme e, incluso, anularme si era preci- so; ante esa verdad que cada vez me resultaba mis fria y distance, tenia que sacrificar mi coraz6n, mi carne, mis suefios, mis afectos, mi libertad, Porque a esa verdad sélo se llega por una razon pura, logica, practicamente inhumana No digo esto con la decepcion de un enamorado desencantado de su chica, sino con el realismo de alguien que va descubriendo que su chica es de carne y hueso, que tiene defectos, y que tras una primera sacudida de tristeza, se convence de que asi es mas intere sante, mas verdadera, y que por fin empieza a quererla. Antes era la pasion ciega, el arrelvato irracional de alguien que se esti ahogando y en su desesperacion intenta respirar bajo el agua; ahora es la bus queda de algo, lo que sea, capaz de mantenerme a flote Y no creo que acabe en un relativismo simplista y escéptico. Creo que llegaré a una verdad absoluta, s6lo que, esta vez, no postrin- dome, sino abrazndola y jugueteando con ella; porque ya no ser’ una verdad autoritaria y despiadada, sino una verdad cercana y ama- ble, una verdad carnosa 3. Lo que sean las cosas s6lo puedo saberlo en mis decires de ellas, Y digo decires y no conocimiento, porque en el hombre no hay conocimiento sin lenguaje, y aunque lo hubiese, al menos es 266 @Bxiste la verdad? claro que no hay comunicacién telepatica; y sin comunicacion no hay vida. Uno transmite en Ja medida en que habla, en que expre- sa algo con el tipo de lenguaje que sea (verbal, musical, artistico, Por esto, prefiero hablar de dectres y no de conocimiento, alejindo- me, ya de paso, de aquella pretension filosofica que ve el conoci- miento como pura idea espirituosa, pulcra, independiente de todo cuerpo pringoso que la pueda hacer enfermar: ‘Aun asi, parece que la afirmacion antes hecha de que do que sean las cosas s6lo puedo saberlo en mis decires de ellas:, no se con- uapone a aquella otra chisica que dice: -la verdad es la adecuaci6n del intelecto a la cosa. Parece que si sustituimos decires por inte- lecto, las frases no se contradicen. Lo tinico seria que la segunda dice mas que la primera. La primera vendria a decir que el ser de Jas cosas lo conozco a través de mi intelecto; cosa, por otro lado, obvia La segunda nos dice que la verdad de mi conocimiento lo determi- na el que esté adecuado a la cosa Pero no es éste el sentido que quiero darle. Cuando digo que lo que sean las cosas s6lo puedo saberlo en mis decires de ellas, quie- ro decir que no poseo ningtn instrumento absolutamente desinfec- tado, que llegue al ser de las cosas sin interpretacion alguna, en toda su pureza. No es posible que llegue a Jas cosas sin partir de un lugar concreto, sin mirar desde una perspectiva concreta, con las manos libres de toda mi historia para manipular la cosa, de todo aquello que yo soy. Porque, zquién me dice a mi lo que es la cosa inde- pendientemente de su decir la cosa? ;Es que alguien tiene la pre- tension de que su decir las cosas sea tan puro que no manche, tan poderoso que agarre a la cosa por todos los lados a la vez? Con esto creo estar salvando la existencia de una verdad absolu- ta. Precisamente, si s6lo puedo decir algo de la verdad de las cosas, si nunca puedo llegar a saber toda la verdad, es porque esa totali- dad es infinita, absoluta. No estoy diciendo que lo poco que conoz- ca de algo sea mentira; sera mentira s6lo si pretendo que mi decir sea absoluto, que no haya mas posibles decires verdaderos; s6lo si pretendo agotar la verdad de lo que las cosas son con mis decires Solo teniendo esta conciencia de mi finitud podré estar abierto a Ia realidad, atento a los nuevos retos de la vid; solo asi podré pensar en esperanza de encontrar siempre nuevos decires mis precisos, nuevas respuestas a las nuevas cuestiones que me vayan surgiendo. De esta forma no quedaré atrapado en un lugar que, aun siendo todo lo bonito que se quiera, acaba siendo siempre un lugar cerra- do sobre si mismo, un lugar’sin ventanas, sin horizontes a los que mirar que ensanchen el coraz6n para seguir caminando, acaba sien do un lugar de muerte Esta es la pretension de algunos fildsofos de la ciencia con res- pecto al decir cientifico. Lo que kas cosas sean s6lo puede decirlo la Ciencia con su método cientifico. Quien pretenda utilizar otros ins- trumentos que no sean los nuestros, dicen, podra hacerlo, si, pero 267 Javier Lorenzo Sinchez que sepa que se sale del discurso racional. Y si viene con preten- siones de racionalidad, habra que Ilevarlo a un psic6logo, al loque- ro, 0a Ia circel si alborota. Porque de todos es sabido que el tinico medio para conocer la realidad es el nuestro, que la tnica forma de utilizar lo mas grande que tenemos los hombres, aquello que nos hace verdaderamente hombres, fa raz6n, la Gnica forma de utilizar Ia, decta, es la cientifica EI problema es que en la medida en que dicen esto, que su decir cientifico muestra pulcra y absolutamente la cosa y que no hay otro decir verdadero fuera del suyo, ya estdn fuera de sus decires cienti- ficos y se han sumergido hasta el fondo, aunque ellos no lo sepan, en ese hablar filos6fico con pretensiones absolutistas que tanto des- precian. Y cuanto més escupen a todo lo que tenga que ver con fun- damentalismos irracionales, tanto mas se escupen a si mismos en su pretensi6n autoritaria de verdad absoluta Al negar la posibilidad de la existencia de auténticos decires de verdades absolutas, en el sentido de decires aprisionadores de lo que son las cosas, no quiero decir que sea imposible llegar a la cosa. Todo lo contrario. Estoy afirmando que se llega a la cosa, a su ver- dad, porque siempre mi decir es un decir de algo. Simplemente digo que no existe un Unico decir que agote la realidad, que sea absolu- to, Ningan decir es un decir absoluto, por la sencilla razén de que el sujeto que lo dice no lo es. Por esto, nadie puede pretender ago- tar la realidad con sus decires. ¥ quien lo haga queda desautoriza- do automiticamente, queda fuera de este juego de racionalidad que es el nuestro. Ademés, este llegar a la cosa es un llegar desde eso que yo soy, con todo su peso, y, al igual que Amstrong al alunizar, en mi llegar dejo inevitablemente gravadas mis huellas. Para no dejar huellas ten- dria que suprimir el peso de todo eso que yo soy, pero entonces, ¢quién quedaria?, ;quién volveria a nuestro mundo a contarnos las maravillas que ha visto? 4. Siempre me ha horrorizado la palabra desapego. No sé a qué tipo de complejo responder’, pero el caso es que siempre que la oigo referida a la libertad o al verdadero conocimiento, me chitré algo por dentro, Es cierto que si uno esta apasionado por su equipo de fiitbol se deja Ievar, pierde la razon. Nunca vera la falta clarisima que ha cometido su equipo dentro del Area en el titimo minuto de Ia final de la Champions League cuando iban empatados. De ahi que los Arbitros sean esos extraitos seres que no son de ningtin equipo, al menos abiertamente Las pasiones ciegan. No te metas mucho en la Parroquia que te vas a convertir en un fanatico, que al final te comen el coco; si te metes mucho en las cosas clejas de ser objetivo, empiezan a surgit intereses que te impiden mirar las cosas Como Son. Esto €s lo que 268 dExiste la verdad? suelen decir las personas sensatas. Y, en parte, creo que tienen raz6n. Si la voluntad inclinase a la inteligencia 4 someterse a una pasion desordenada, se trataria de una seduccién culpable. Pero parece también cierto que todo acto intelectivo tiene una parte de amor, y que todo acto cle amor tiene una dimension de razon. En el hombre se da un conocimiento amoroso y un amor des- cubridor de verdades. El objeto tiltimo de la inteligencia es la verdad y el de la volun- tad, el bien. La verdad y el bien son dimensiones de uno y el mismo objeto: el ser mismo. De ahi que, si la voluntad se ordena recta- mente al bien, ya no podra ser acusada de sobornar 0 seducir a la inteligencia, sino todo lo contrario: cuanto mas te impulse la volun- tad hacia el fin Gltimo que le es propio, tanto mas se dirigira la razon al fin ititimo que le es propio. La inteligencia y la voluntad (con todas sus pasiones, jque son buenas!, jque nadie quiere una volun- tad desapasionada!) se promueven la una a la otra cuando persiguen el mismo fin Ultimo como verdad y como bien. La verdad se revela con tanta mayor evidencia cuanto mayor es Ia fuerza de la voluntad que la busca. Y viceversa: el impew de la voluntad aumenta cuanto mas nitidamente se presenta la verdad. Cuanto mas encuentras, mas buscas; quien tiene mas pasion por la verdad, encuentra mis. El problema no es que la pasion no afecte a una supuesta raz6n pura (porque esto no se lo cree nadie, es imposible). Una supuesta razon pura que ya nadie sabe de quién es porque la he vaciado de todo eso que yo soy. Pero jquién hay capaz de vaciarse de si mismo? Y aunque lo hubiese, ;como saber que es el mismo de antes, si ya no queda nada de lo que antes era? El problema es que la intervencién de la voluntad esté orientada al bien. No hay que tener miedo a la libertad; lo Gnico que no ciega es el amor; s6lo te conoce bien quien te quiere; ;quién conoce a un. hijo mejor que su madre? Volviendo al ejemplo del alunizaje, parece, por tanto, que esas huellas no me impiden ver eso que hay, todo lo contrario. En ese pisar me Ilevo arena incrustada en la bota; es decir, que en mi con- tacto con la cosa, al igual que yo dejo mi huelia en ella, ella también deja su huella en mi. Habra, por tanto, que pisar fuerte, habra que sumergirse en ese océano que es la realidad, empaparse bien de ella, vivirla a tope; porque cuanto mas me inmiscuyo en ella tanto mas cerca de su origen me encuentro. Pero, entonces, todo decir de Ia cosa es verdadero en cuanto es un decir de algo real, sobre 10 que se asienta mi discurso; es una huella sobre la cosa; y, si hay huella, sera porque hay algo que la posibilita, algo sobre lo que pisar ‘Ahora bien, esto quiere decir que toclo discurso es verdadero? afirmamos esto, surge un nuevo problema: zqué pasa cuando dos discursos son contradictorios? En este caso hay que tomar una 269 Javier Lorenzo Sénchez opcién y habra que ver cual es el criterio de verdad. Lo veremos mas adelante 5. Cada uno tenemos nuestros decires y en ellos esta presente todo eso que vamos siendo. Aunque aqui no lo tratemos, vemos cierto que eso que yo soy noves algo aislado del resto del mundo, ni del resto de las personas. Eso que soy va naciendo del juego de un Conjunto de factores: conciencia, deseo, imaginacién, memoria, esperanza, misterio, libertad, racionalidad..., que se dan en mi en cuanto soy cuerpo y soy relacién con otros. Estos decires, por tanto, se apoyan en una historia personal que, a su vez, se apoya en otras historias y, por tanto, en otros decires. Los decires son personales en cuanto son de un sujeto, pero no son independientes en cuanto ese sujeto no es tal sino por su relacion con oiros. Lo cual quiere decis, por un lado, que nuestros decires se enmarcan en una red de deci- res de la que nacen continuamente y en la que cobran sentido, es decir, son decires en comunidad; y, por otro, que se construyen en la medida en que vamos siendo, en que vamos construyendo nues- tra existencia. A su vez, hemos dicho que no puede haber un decir absoluto. La realidad tiene muchas caras, mejor, infinitas caras, y yo siempre miro desde un lugar concreto y penetrando en el objeto con unos insiru- mentos concretos. Es decir, hay muchos puntos de vista y cada uno utiliza su propia luz para iluminar la realidad. Cada decir tiene su predicado: cientifico, filoséfico, artistico..., y cada uno con su méto- do, con su juego de racionalidad, con sus preguntas y sus respues tas en red, coherentes entre si Cada uno de estos decires es parcial, pero hay uno, el filoséfico, que tiene una pretensién que el resto no tiene: decir la esencia de Jas cosas, lo inamovible de ellas, su nticleo. Esto no quiere decir que el saber filosofico sea un saber que va de verdad en verdad, alcan- zando saberes absolutos, capaz de mirar las esencias como si fuese Dios. La filosofia también es un decir, que mira desde un lugar con- creto, que tiene sus instrumentos propios, que va construyendo sus saberes, que avanza y retrocede, que acierta y se equivoca, que, en fin, desea alcanzar la verdad, como todas las otras ciencias, vivien- do en esperanza de encontrarla. Pero, tiene una particularicad busca, en ese Laberinto que es la cosa, el camino que le lleve a la camara secreta donde se encuentra el tesoro mis profundo de la rea lidad: aquello que conecta a la cosa con su origen, con su causa pri- mera, con el ser. Siguiendo con el ejemplo anterior, el resto de decires irfan ilumi nando tiineles, construyendo miquinas que les permitan explorar el laberinto, abriendo nuevos caminos, examindndolos, decorandolos a st gusto, buscando puertas secretas a lugares nuevos que les per- mitan renovar su mirada, plantearse nuevas preguntas que les impul- sen a construir nuevos caminos, nuevas perspectivas descle las que 270 Existe la verdad? mirar la realidad para ir sabiendo, en el fondo, quienes somos ¢ ir construyendo eso que deseamos, que queremos llegar a ser Si uno mira la historia de las ciencias descubre que todas surgen ante el asombro que produce en el hombre el tocar el mundo y que éste se convierta en realidad, en paisaje; que con solo su mirada eso que tiene delante cobre un significado profundo, una hermosura y una verdad que él le da, que é! construye, pero que, de algtin modo, sabe que es Otro quien lo sostiene, quien lo posibilita. S6lo miran- do hacia ese Otro misterioso, que siempre esta més ailé, que nunca alcanzo, pero que me alcanza a mi en cuanto lo deseo én ese cons truir mi ir siendo, s6lo mirando hacia ese borizonte voy hallando res puestas y formulindome nuevas preguntas. Que uno construya sus preguntas y respuestas, que uno constru- ya una verdad sobre el mundo, no quiere decir que cada uno tenga su verdad, independiente de las dems verdades, propiedad priva- da, encerrada en si, vuelta sobre si como un bicho bola, incapaz de compararse con otras verdades que también son compartimientos estancos. La verdad se construye desde lo que uno va siendo, cier- to, pero siempre tirando cuerdas hacia adelante, hacia un més alla que, a su vez, tira cuerdas hacia nosotros. Y en ése ir construyendo verdades con la mirada puesta en el horizonte, tendiendo puentes, me encuentro con puentes de otros que también van construyendo sus verdades y que, a mi, me facilitan nuevas respuestas y pregun- tas, nuevas perspectivas desde las que mirar esas realidades que vamos construyendo, nuevas posibilidades de seguir construyendo mis verdades, que ya no sern verdades aisladas, seguras de si mis- mas por su empeiio en ignorar lo demas, sino que seran verdades en red Hay que decir, también, que ese construir verdades desde mi, desde eso que yo soy, es un construir verdades desde otros, puesto que yo no salgo de la nada, sino que pertenezco a una historia, a una comunidad que yo no me he dado, que he recibido. Yo me he encontrado existiendo en una realidad que estaba antes de mi, que ha sido el germen, que ha posibilitado eso que voy siendo, que ha despertado mi curiosidad por el mundo, mi deseo de mas allé, que ha respondido a mis preguntas haciendo nacer en mi mas pregun- tas con esperanza de encontrar mas respuestas. Esta comunidad, esta historia, esta educacion, no se me ha dado como una absoluta y cerrada respuesta a mi existencia, sino que ha sido ka condicion de posibilidad de mi bisqueda ce verdad; ha sido lo que me ha abier to los ojos y me ha senalado con el dedo el horizonte de mas allé hacia el que quiero mirar en mi ir construyendo realidades. Esa his: toria a la que pertenezco es también parte de eso que yo soy y, por tanto, no me la puedo quitar de encima ignorandola. Tengo que enfrentarme a ella, enjuiciarla, colocarla en el lugar adecuado para que sea siempre fuente de mis realidades, para que no sea obsticu- lo, sino aliciente en mi ir construyendo paisajes 271 Javier Lorenzo Sanchez 6. Me surge una cuestién: ;e6mo se mira ese mas alld del que hemos hablado tanto, si esta siempre mas alld y, por tanto, es impo- sible alcanzarlo incluso con la vista? Est4 claro que uno no babea deseando algo que no existe Nuestro deseo lo despierta Ja realidad. Reconozco un més alla por- que lo ansio con todas las fibras de mi ser; porque todas las reali- dades las construyo como respuesta a ese deseo de mis alla. Ese mis all est mas aca en cuanto azuza a mi imaginaci6n, a mi deseo y ami raz6n a buscarlo en todo aquelio que hago. Todo eso que voy siendo se pone en marcha, tiembla de emoci6n, en cuanto des- cubre una puerta que le abre la mirada a una realidad nueva y, por tanto, le confirma que no es capaz de amarrarlo todo, que siempre hay mas puertas, miradas nuevas sobre el mundo que nos acercan, desde nuevas perspectivas, al origen de las cosas, al origen de todo, hacia aquella a lo que todo tiende De esto se puede deducir que el criterio para saber si la verdad existe, si voy construyendo verdades y no mentiras, es que esos caminos que voy abriendo, que voy descubriendo en el laberinto del mundo, me posibilitan seguir caminando, me llevan a los caminos de otros, me abren nuevas perspectivas desde las que mirar el ori- gen de todo, que no es otro que esa verdad absoluta que siempre est mas allé; me acercan de algiin modo a ella en la medida en que hacen crecer mi deseo ¢ impulsan mi imaginaci6n, en la medida en que potencian eso que voy siendo y me van iluminando eso que quiero llegar a ser. Estaré construyendo falsedades, mentiras, si esos caminos por los que transito acaban siendo calles cortadas, y acabo creyendo que no hay mas caminos, otras perspectivas, porque yo no los veo: acabo creyendo que ya he dicho todo lo que se puede decir del mundo, que lo he agotado, que he alcanzado el saber de Dios y quien no se someta a mis decires es un demonio, un condenado que lo tinico que pretende es someter a los demas a su propio e irracional criterio. Y la raz6n por la que esto no es verdad es que el hombre es un ser que no esta acabado, que se esta haciendo. No habra ningan momento en el que pueda decir que ya ha terminado, que ya lo tiene todo, porque siempre camina hacia un mas alld, siempre desea algo mas; porque nunca esta satisfecho con el lugar que ha elegido para contemplar las cosas; porque siempre acaba aburriéndose de esos paisajes que va construyéndose y, constantemente, vuelve a retocarlos 0 se cambia de estancia Supongo, en fin, que todo esto se debe a dos razones funda- mentales: por un lado, al ser histérico del hombre; por otro, a que la verdad absoluta que tanto cdeseamos no se deja atrapar, sino que es uno el que debe dejarse atrapar por ella. Y esto sucede cuando ella quiere y nosotros, como un novio con su esposa, nos entrega- mos apasionadamente a ella. 272 1979. 1980: 1981 1983: 1984 1985: 1986: 1987. 1988: REVISTA CATOLICA INTERNACIONAL COMMUNIO NUMEROS YA PUBLICADOS 1. La identidad cristiana. 2. La confesi6n de la fe. 3. Pertenencia a la Iglesia. 4. Se encarn6 y se hizo hombre. 5. El misterio de iniquidad. 6, El sacramento del matrimonio. 1. Crucificado por nuestra causa, 2. La violencia. 3. Muerte y promesa de vida. 4, La transforma- ci6n de lo sagrado. 5. La autoridad en la Iglesia. 6. El cuerpo. 1, Descendié a los infiernos. 2. Iglesia y socie- dad. 3. Vida consagrada. 4, ;Qué es la teologia? 5. El sacerdote hoy. 6 Las Biena- vventuranzas. 1. Resucité, 2. La_ persona humana 3. El Domingo, ces. fiesta? 4. La mujer. 5. Aproximacion a la Iglesia espafiola. 6, La efu- sion det Espiritu 1, La ascension a los cielos. 2. La Catequesis, 3. EL Pluralismo, 4. Los j6venes hoy. 5. La uncién de los enfermos. 6. La crisis de nuestro tiempo, 1. Sentado a la derecha del Padre. 2. El traba- jo. 3. Los cristianos y el poder. 4, La Esperanza, 5. Pecado y perdon. 6. Biologia y moral. 1. Juzgara a vivos y muertos. 2. ¢Espafia por evangelizar? 3. La Bucaristia 4. La oracién cris- tiana. 5. La paz. 6. Los laicos. 1. EI Espiritu Santo. 2. Reino y reinado de Dios. 3. Leer la Escritura. 4. Nuevas realidades eclesia- ies. 5. Bienaventurados los pobres. 6. La familia 1, La unidad de la Iglesia. 2. Bienaventurados Jos perseguidos. 3. Alma y cerebro. 4. El hom- bre ante la verdad. 5. La religiosidad popular. 6. Teologia y santidad. 1. La comumon de los santos. 2. El acceso a la fe. 3. Cosmos y creaciOn. 4, Hans Urs von Balthasar. 5. Las religiones orientales. 6. Bienaventurados los limpios de corazén. 1989; 1, La remision de los pecados, 2, Bienaventura los que buscan la paz. 3. La revoluc Francesa. 4/5. Los milagros. 6. El mal y la ¢ videncia, 1990; 1. La resurreccién de los muer 2. La Postmodemidad. 3. Misién y vocac 4, Identidad cristiana de Europa. 5. La formac de los sacerdotes hoy. 6, Hambre y sed de justi 1991: 1. A 25 afios del Concilio. 2, La vida eter 3. El retorno de la gnosis. 4. El Papa, ¢ qué? 5. Resurge la Doctrina Social. 6. El pe lo original. 1992: 1. Bienaventurados los. afligidos. 2. Decilogo. 3. 1a pedagogia _cistia 4, Evangelizar hoy. 5. Henri de Lut 6. América: mirar a los comienzos 1995: 1. EL segundo mandamiento. 2, Hombr mujer. 3. Litargia y vida eristiana. 4. Btica, cho, conciencia. 5. Bienaventurados los mis cordiosos. 6. Salvar la razon. 1994 1. Hl tereer_mandamiento, 2. La salvacion de naciones. 3, La vida cristina en el Espirit 4 smedios de comunicacion. 5. La caridad. 6. a gue 1995: 1. El evarto mandamiento. 2. El patrimonic la Iglesia. 3. El judaismo. 4. Ctistianism orden politico. 5. La fe. 6. Los jovenes. 1996: 1. El quinto. mandamiento. 2. Salvaci6 religiones. 3/4. La experiencia cristic 5. La esperanza, 6. Ministerio y ministerio 1997 1. EI sexto mandamiento. 2. Cristo. 3. peregrinaciones. 4, La enfermedad. 5. 12 5 dencia. 6. La gnosis. 1999.1, Dios, 2. De lo eterno en el hombre 3. Razén y fe. 4. No robaras 2000 1. Fortaleza y templanza. 2. Trinidad y Bucari 3, El desorden de los deseos. 4. Globalizacic millenarismo,

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