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MISTICOS Y MAGOS DEL TIBET Alexandra David-Neel MISTICOS Y MAGOS DEL TIBET Casanova, 82 08011 Barcelona ‘Traducir: Josoph Aptana Portada: AgusinPanker| © Lorene Pon ‘© esciones igo Primer econ Sepia 1988 |sotves-c8668-10-7 Depot gal 6-37245-1988 Fotocompreon Pomeriog ..Lpanto, 26,3. 08013 BARCELONA Imprescnyencuncrncln: NDCE, AG. Caspe, 16 0601S BARCELONA PROLOGO ara muchos occidentales, el Tibet sigue siendo un enig ima. El epals de las nievese es para ellos la cuna de lo miste- oso, de lo fantéstico y de lo imposible. ‘Los lamas, los magos, los brujos, los nigromantes y los ccultistas de toda clase que pueblan esas elevadas mesetas espléndidamente aisladas del resto del mundo, debido tanto a fa naturaleza como a la voluntad de aquellos hombres, son gentesa quienes se atribuyen poderes sobrehumanos. Por ello, os relatos més inverosimiles se aceptan como vverdades indiscutibles. Dirfase que, en ese pas, plantas, ant males y gentes pueden sustraerse a su antojo alas eyes més firmes dela fisica, la quimica la fisiologia y hasta del simple sentido comin. Asf pues, es natural que Ios cientiicos, acostumbrados & la disciplina rigurosa del método experimental, solo hayan ‘prestado a esos relatos una atencin despreocupada y diverti- 4a, como la que se otorga alos euentos de hades, "Tal era mi estado de dnimo hasta el dia en. que tuve Ia ‘suerte de conocer a la sefiora Alexandra David-Neel ‘La famosa y valiente exploradora del Tibet retine todas las condiciones fisicas, morales e intelectuales que deseari mos ver juntas en un solo observador para tratar semejante tema, Aunque lo que digo se oponga a su sentido de la mo- destia, engo interés en afirmart. La sefiora David-Neel entiende, eseribe y habla corrion- temente todas las lenguas del Tibet. Ha vivido catorce aftos seguidos en «el pais de las nieves> y en sus regiones vecinas, Profesa el budismo y ha sabido eaptarse la confianza de los mds grandes lamaista. Su hijo adoptivoes un auténtico lama. Misticos y magos del Tibet Esta célebre exploradora se ha sometido al adiestramien- to psiquieo que ella misma nos relata. En resumen, la sefiora David-Neel, segiin nos afirma ella misma, se ha convertide ‘en una perfectaasistica, reconocida como tal por los propios frientales, cosa de mayor importancia atin para la explora- cién de un terreno vedado, hasta aquet momento, a los ob- servadores extranjeros Sin embargo, esta asatca, ests perfectatbetana, ha sabido mantenerse occidental, aunque una occidental seguidora de Des: cartes y de Claude Bernard, practicando la duda filosfica det primero, que debe sr, segtin el segundo, la guia de todo sabio. Sin ideas preconcebidas y no siguiendo doctrina o dogma especial alguno, la sefiora David-Nee! ha podido observar las cosas del Tibet con entera libertad y objetividad. En una de las confereneits que le ped para mi citedra del Colegio de Francia (que fue ls de Claude Bernard), la sefiora David-Neel afirmé: «Todo aquello que de cerca © de lejos tetiga afinidad con los fendmenos psiquicosy con la accién de las fuerzas fisicas en general, ha de ser estudiado y sistemati- zado como una cieneia, No hay en todo ello milagros, nada sobrenatural, nada que engendre y alimente la superstcisn, El adiestramiento psiquico, razonade y conducide cientifica- ‘mente, puede lograrinteresantes resultados. Por ello, los da- tos adquiridos por dicho adiestramiento, aun cuando éste se realice empiricamente y basado en teorias alas que no: pre pademos asociarnos, constituyen documentos tiles de ‘nuestro estudiow. Por eso mismo, advertimos que el determinismo cientitico esti tan alejado del esceptcismo como de la ciega credulided. Los estudios dela seiora David-Neelinteresardn tanto a los orientalistas, como aos psicdlogos y alos fisi6logos. Doctor D'ARSONVAL ‘Miembro dela Academia de yyde la Academia de Medicina, Profesor del Colegio de Francia, ‘Presidente del Instituto General Psicol6gico INTRODUCCION Recién publicado el relato de mi viaje a Lasa, un gran n- mero de personas demostr6 gran interés, ya fuese por articu- los dedicados a mi libro o por motivos particulares, por saber ‘cémo habia conseguido vivir entre los lamas y en informar- ‘me, ademés, sobze las doctrinasy las prcticas de los misticos yde los ocultistas ce Tibet. ‘Coneste libro intento satisfacer su amable curiosidad. Sin ‘embargo, la tarea ofrece algunas dificultades por el poco es- pacio de que dispongo. Para responder alas dos preguntas de indole distinta que se me haa hecho, he relatado primero las, circunstancias que me han puesto en contacto con el mundo religioso lamalsta y con el de los ccultistas de todo géner0 ‘que gravitan en tomo suyo. Después, he intentado reunir cierto niimero de hechos sobresalicntes que se refieren alas teorias ocults y misticas y alas practicas de adiestramiento psiquico de los tibetanos, Siempre que he encontrado en mis recuerdos algo que se le refiera, lo he narrado en su lugar correspondiente. No se tra ‘a, pues, de un diario de viaje, ya que el tema no se presta & allo, En el curso de las investigaciones que he llevado a cabo, {el dato abtenide un dfa no se completa a veces hasta que n0 han transcurrido varios meses ¢ incluso afios. Slo presentan- do la sintesis de los datos adquiridos en distintos sitios se pue- de aspirar @ dar una idea exacta de este asunto. 'No obstante, me propongo volver a tratar, en una obra sms téenica, la cuestion del misticismo y dela filosofia de los hhabitantes del Tibet Hemos transcrito los nombres tibetanos fonéticamente, cen general, como en el Viaje de una parsiente « Lasa. Aque~ 9 Misticos y magos de! Tibet los casos en los que se menciona Ia ortogratiatibetana harén ‘er cudnto se aleja de la pronunciacién correcta. Nétese, ai- mismo, que toda g, hasta delante de una e 0 una, tiene Soni do de gue, gt. Ast, por ejemplo, gelong se prononla gue long. 10 1, HIMALAYA ». Entonces estamos de acuerdo, Le dejo a Dawasan- ‘dup como intérprete. Seguird nuestra misma ruta.» Es un hombre ei que me habla?... Este personaje tan pe- quefi, de catis amarillento, vestido con traje de brocado de color naranja, con una estrella de diamantes que ceateliea sobre su gorro, jn0 es ms bien un genio que ha descendido de las montafas vecinas? Se le lama lama reencamado y principe heredero de un ‘ono himalayo, pero por ahora dudo de su realidad. Proba- blemente va a desvanecerse, como un espejismo, con su sé 4uito abigarrado y su montura con gualdrapa de pao amari- lip. Forma parte de la magia en que vivo, o en que creo vivir, desde hace dos semanas, Este neva episodio enceja perfec: tamente en el mundo onirico; dentro de un momento me des- pertaré en la cama, en cualquier parte, em un pats que no fre ‘cuentan los genios ni los Jamas reencarnados vestidos con ti- 3 irisadas, donde los hombres usan vulgares chaquetas y los caballos, de tamafio natural, no se envuelven en telas co lorde sol Un redoble de timbales me sobresalta; los oboes inician ‘un aire melancolico en tono menor. El genio monta en su res- plandeciente caballo; sefores y lacayos de la escolta satan Sobre sus caballes, sang it Pe rele rncpe ama, soriendo rai Escucho mis propias palabras como si fueran ajenas y le pprometo llegar dos das después a su capital, yl singular ca- Dalgata se aleja, precedida porios misicos. ‘Con los ultimos sones de la planidera melodia, que se pagan a lo lejos, empieza a desvanecerse la especie de en- n Misticos y magos det Tiber cantamiento que me retiene inméuil. Doy un paso. No, no he sofiado; toda esta escena es real. Estoy en Kalimpong, en el ‘Himalaya, y junto a mise encuentra el intérprete puesto a mi dispasicion desde que llegué. {Cm me hallaba en aquel lager? Ya lo he dicho antes. En quella época, el Dalai Lama se vio obligado por razo. nes politicas a refugiarse en territorio biténico, y su estan- cia en Ia frontera india me parecié una ocasién tnica para verle y obtencr datos sobre el género de budismo que preva- Teefa en el Tibet. Son muy pocos los extranjeros que se han acercado al monje rey, retirado en su ciudad santa, en el pais de las nievess. Incluso en el destiero, no resultaba facil abordarle; hasta mi visita, se neg6 repetidamente aconceder audiencia a ningun mujer que no fuese tbetana. Fui la pri= ‘mera con quien hizo una excepci6n, e intuyo que he sido la ‘Al abandonar Darjling, una fresca mafana primaveral, en que Ia montafia se envolvia on nubes rosadas,estabs muy lejos de imaginar los incresblessucesos que conllevaria mi vi- sita, Crefa tan s6lo que se trataria de una charla interesante, cuando en realidad me embarcaba en uns serie de peregrina’ ciones que habrian de retenerme en Asia durante diez largos ‘fos, ‘Cuando pienso en el comienzo del largo camino recor do, el Dalai Lama apazece en mi recuerdo como el sefior ge neraso que, al pic de las murallas que rodean sus dominios, descubre al vigjero y le sefala la direccion a seguir para en= ‘aren su mansion. ‘Aquella direccién me fue indicada en tres palabras «Aprenda el tibetano». Sihemos de creer sus vasallos, que le llaman thamstched ‘mkyenpa (el Omnisciente), el soberano del Tibet sabia, al ddarme aquel consejo, cudl habia de ser el resultado, y me {guiaba no séloa Lasa, su capital prohibida, lo que no hubiera significado gran cosa, sino también hacia los inasequibles 1. Enelibe Vii deuna parisenvea Lesa R Himalaya maestros misticos y magos desconocidos que se ocultan en su pals maravillos, En Kalimpong, el fama rey ocupaba una gran casa que pertenecia al ministo del rajé de Butén. Para que la residen fia adquiriese cierto majestuoso aspecto, habia simulado una avenida con dos hileras de altas eaia de bambées, plantadas desde el camino, con una banderola en cada una donde fig: Taba escrito: ;Aum mani padmé hum, 0 sea «el caballo del aires, rodeado de f6rmulas mégicas. Creo que en aquel tiem- po aiin no se habia inventado el estandarte tibetano: un leon Se oro sobre fonda rojo. La carte del soberano en el desterro era numerosa y los servidores superaban la centena. Generalmente, todo aquel ‘mundo se abandonaba a la placider del dulce far nlene yal encanto de charlas interminables, reinando la tranquilidad en tomo a fa mansién del gran lama, Pero en cuanto llegaba lun dia de fiesta 0 de recibo, aparecta por todas partes una ‘gran cantidad de dignatarios y de servidores, ruidosa y llena de afin, Llenabaa las puertas, se asomaban a todas las venta- nas, se esparcian en torno, apresurindose, agitindose, voci- ferando, tan idénticos los unos a los otros la mayor parte de las veces con sus vestides mugrientos, que cualquier extran- jero habria cometido, fécilmente, lamentables confusiones, {Cun lejos estaban of decoro, la etiqueta y el lujo del Potala! Los que han Ilegado a ver, la orila del camino, aquel cam- ‘pamento donde el soberano de! Tihet aguardaba & que sus vvasallos le reconquistasen el trono, no pueden suponer lo La expedicion britanica que penetes a viva fuerza en te- rritorio prohibido, exhibiéndose en su capital a pesar de los Cencantamientos y de las brujerias de los magos mas eSlebres, hizo, quiza, comprender al Dalai Lama que los bérbaros ex: tranjeros eran sus amos por la fuerza. Los diversos invents ‘que Tue conociendo durante un recorride porla India, pudie ron convencerle también de la habilidad que tenian para B

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