CAPITULO ILI
En las profundidades
del Universo
El Universo
Una de las principales dificultades que siem-
pre afroula el hombre tratando de aclarar su du-
gar en cl Universo os ta posicion terrestre del ob-
servador. EL hombre observaba todos los fendé-
monos césmicos tal como son vistos desde la Tie-
tra, 0 como dirian los fisicos, en el sistema de re-
ferencia terrestre. Este hecho no podia no compli-
car la aclaracién de su cardictor verdadero.
Por oso 10 hay mada de extrafio en que los hom-
bees necesitaron largos siglos para, por ejemplo,
aclarar la forma esferiodal de la ‘Tierra...
Muchos problemas de ja eslructura del Univer-
so podrian resolverse con relaliva facilidad sim-
plomente cambiando Ja posicién dol observador.
Asi, por ejemplo, basta con fotografiar simulta-
neamente Ja Tierra desde a bordo de varios apa-
ratos céymicos desde diferentes puntos del cos-
mos y comparar jas fotos obtenidas para conven-
ecerse del cardcter esferaidal de auestro planeta.
En Jo que se refiere al sisLema solar, hasta aho-
ra no podemos, lastimadamente, volar mas alla de
sus limes y observarlo desde afuera. Tales vue-
los son tarens del Futuro.
Aqui acude en nuestra ayuda la teoria. Gene-
ralizando los resultades de las observaciones
astronomicas, permite reconstruir el cuadro yver-
1o—otu 145dadero del mundo que nos rodea. Incluse también
la estructura dol sistema solar.
Hlistéricamente, la resolucién de este proble-
ma fue muy complicada por el hecho de que los
movimientos visibles de los astres no coinciden
con los reales. Nos parece, gracias a la rotacién
diaria de la Tierra, que el Sol de dia, la Luna, los
planetas y los astros de noche giran alrededor de
nueslro propio planeta. Este hecho generé en
su tiempo la nociéu errénea de la posicién cen-
tral de la Tierra sn el Universo.
En lo que se trata de los movimientos ,orbita-
les de los planetas alrededor del Sol, éstos, gra-
cias al hecho de que los observamos desde la
Tierra que ella misma gira alrededor del astro
central, parecen muy alterados. Al trasladarse
con el tiempo de una constelaciém a otra, los
Planetas se mueven ora de oeste a este, ora se
paran, ora comienzan a correr en direccion con-
traria, describiendo lazos caprichosos entre las
estrollas.
Era necesario el genio de Nicolas Copéraico
para comprender la causa del comportariento
tan extrafio de los planetas y separar lo evisibles
de lo «reals».
Con su doctrina Copénrico introdujo en las
ciencias naturales ol principio metodoligico mas
importante: slo visible no siempre es lo real».
Y Ja tarea de la ciencia consiste en conocer la
yverdadera esencia de los fenémenos encubierta
por su apariencia exterior.
El desarrollo siguionte de la astronomia, sobre
todo en la segunda mitad del siglo XX, la porfec-
cién de los mélodos de estudio de los fendmenos
césmices contribuyé a la ampliacién y prefundi-
zacién considerables de Jas nociones cientificas
de nuestra posicidn en el Universe ...
En las noches sin luna, en el firmamento se ve
bien una franja nebulosa de la Via Lactea. Pero
146no es una acuraulacién de masas nebulosas, sino
una multitud de estrellas: nuestro sistema solar,
la Galaxia. En la Galaxia, segin las apreciacio-
nes modernas, hay alrededor de 200 mil millones
de estrellas. Para atravesarla de un extreme a
otro, un rayo solar debe gastar, siendo gu veloci-
dad de 300 mil kilémetros por segundo, cerca de
100 mil afios.
No obstante, a pesar do unas dimensiones tan
geandiosas, nuestra Galaxia es sdlo una de la
multitud de semejantes islas estelares en el Uni-
verso, Ademds, tiene satélites. Los mas grandes de
ellos son las Nubes da Magallanes grande y pe-
quefia. Junto con nuestra Galaxia giran alrede-
dor del centro de masas comin. Nuestra Galaxia,
las Nubes de Magallanes y unos cuantos sistemas
estelares mds, incluso la célebre nebulosa de An-
drémeda, constituyen ¢l llamado Grupo Local de
galaxias.
Para los telescopios y radiotelescopios moder-
nos, asi como para otros medios de investigacio-
nes astronémicas, es accesible una zona colosal
del espacio. Su radio es de 10 ... 42 mil millones
de afios de luz. En esa zona se hallan miles de
millones de galaxias. Su conjunto se llama Mota-
galaxia.
En el procoso de la actividad cognoscitiva, el
hombre separa, distingue de la variedad infinila
del mundo material determinados objetos, fend-
menos, cnlaces, interacciones. Por eso es racio-
nal distinguir las nociones del Universo astrondé-
mico y de todo ef mundo material.
«Entre tanto —escribe el académico P. N. Fe-
doséevy, cientifico soviético de renombre—, hay
todas las razones para considerar, partiendo del
principio de la evolucién, que el Universo, estu-
diado por las ciencias naturales modernas, re-
presenta una formacién que se desarrolla con el
tiempo, la cual ha surgido de cierlos estados y
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