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5 DON DE PIEDAD: No es expresamente para formar monaguillos piadosos que tampoco debe ser cosa fcil- sino que

e con este don, el Espritu nos hace descubrir a Dios como Padre y quererle con todas nuestras fuerzas; de paso nos estimula a querer a nuestros hermanos, como Teresa de Calcuta quera a los leprosos. Es la vida ordinaria del misionero. Gentes que no conocen de nada ni la entienden en su cultura, ni saben de su idioma, y se fajan, sin embargo, a conocer, amar y ayudar en cuerpo y alma, a pequeos Cristos que se le han cruzado en el camino de su vocacin misionera. El don de piedad acta como un autntico milagro en el corazn del misionero. (Cuando se habla del misionero, se entiende por igual de la misionera, de la persona consagrada o del laico comprometido. Los dones no tienen gnero. Son del Espritu Santo y basta). El don de piedad nos capacita para amar y respetar a Dios como padre, incluso en los dolores y tribulaciones. Es un misterio inefable del amor divino, que podamos llamar padre a Dios; es el misterio del amor que abarca todos los dems misterios. "Padre nuestro..." Esta es la voz de la libertad y llena de confianza, dice el Sacramental Gelasiano. El don de piedad se ordena a que nos presentemos ante Dios con actitud y sentimientos de hijos y a que no perdamos esa postura, aunque Dios nos pruebe y nos enve dolores. A la vez hace que abarquemos con nuestro amor a nuestros prjimos, que veamos en ellos hermanos y hermanas y que superemos rpidamente cualquier aversin a nuestros semejantes.

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