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LA AVENTURA DE VIVIR SOLO

Pues hoy trata de eso, de la aventura de vivir sólo y que voy a narrar a continuación, así que apretaos las
tuercas y flipad con las gilipolleces que se le ocurren a un ceporro como yo:

Hoy llegué a casa tarde, más que nada porque había que recuperar tiempo perdio durante la semana y
porque me calló una tromba del copón justo cuando iba a salir, menos mal que como hombre precavido
ya tenía paraguas en el curro, que ya se sabe que “mujer precavida vale por dos” y “hombre precavido
directamente no existe” salvo la excepción que soy yo, porque ¿a qué hombre se le ocurre llevar tiritas en
la cartera o incluso aspirinas?…no os lo voy a decir, jejeje.

La cuestión es que estoy malito, sí, malito de la garganta, finalmente cedió tras una semana y media de
excesos culminada con nuestra última salida en la que yo llegué a las 8 de la mañana a casa, o algo así,
tampoco lo podría asegurar. Lo que sí podría asegurar es que las fumadoras fueron culpables de que esté
así, especialmente una, pero no la voy a nombrar aunque se sienta aludida.

Así que hoy por fin me decidí a ir al médico y como no tengo ni puta idea de nada pues me puse a
investigar por Internet, “Adeslas Girona” puse en el Google, ni una respuesta válida, está claro que esta
ciudad está en el ostracismo en este país. Segundo intento, “Adeslas”, “esta opción no me puede fallar”
pensé de forma optimista, y efectivamente Adeslas en la primera dirección. “Bien, vamos bien” pensé de
nuevo, y empecé a buscar opciones ,y opciones, y opciones, y opciones…aquí empezó mi calvario ya me
andaba perdiendo, aún así logré encontrar direcciones y me lancé a la calle en busca de la clínica perdida.

Parecía fácil, Clínica Girona o Clínica Bofill según Internet, empiezo a buscar por la calle Sant no sé qué
de las Claras o algo así, llego perfecto, “esto marcha”, me hice la calle entera y no ví la clínica Bofill,
¿cómo puede ser? Parecía fácil, pero no, la cosa se complicaba. Bueno, me busco la Clínica Girona que
parece más accesible, y después de una media hora dando vueltas doy con el lugar, “uffff por fin”,
empiezo a hablar con la señorita y parece que sabía menos que yo, aunque probablemente es que me
explicara como el culo. Total que soy tan lelo que ante el desconcierto le digo “oiga, ¿y dónde está la
Clínica Bofill? Pues está en la calle de atrás” me dijo la muchacha. “Esto no me suena”, yo diría que era
en la calle Sant no sé qué de las Claras o algo así, pero bueno me lancé a la búsqueda. Otra media hora
dando vueltas desesperado, a punto estuve de volver a casa y mirar por Internet el callejero con la
dirección, pero no, había una solución más fácil, el móvil…..dios, dos semanas sin móvil y resulta que
ahora es cuando me hace falta el maldito móvil y encima no tengo ni un número de teléfono (bueno tengo
un fijo que me recordaron después, pero tanto la orientación como la memoria no son mis fuertes, Dori,
Dori).

En este punto es cuando me alcanzó la desesperación, “¡¡¡¡¡Diosssss estoy sólo!!!!!” pensaba mientras
miraba al cielo, cómo eché de menos Málaga y sobre todo a mi madre, ayyyy mi madre, cómo te echo de
menos, tú que solucionabas todos los problemas de este pobre inútil que camina sin rumbo literalmente. Y
cuando todo parecía perdido pregunté a un señor muy amable, que me miró y me dijo, “¿la Clínica Bofill?
Si la tienes delante de tus narices” ohhhhh que pelotazo me dio, si es que soy mu simple, mi neurona al
final me llevó instintivamente al lugar previsto cuando la supervivencia se hacía imposible.

Al final entré a la Clínica, le dí mi tarjeta a la chica de recepción y me dijo “ve a la primera puerta a la
izquierda”, obviamente era una orden demasiado difícil para mi maltrecho cerebro y me metí por la sala
de acceso al parking, “no, no, que es la siguiente” me comentó la chica, pues nada le hice caso y a la sala.
Rápidamente me llamaron, me exploraron y me recetaron lo mismo que me recetaban en la SS, “vaya
mierda, esto es igual que antes salvo que sólo he tardado 3 minutos en entrar y no 3 horas como en la SS”,
al final miré la receta y me dije, que leches hago con esto…mi confusión no tenía límites, pero fue así, un
cateto malagueño en una ciudad europea (o eso dicen que son ellos), lo que ocurrió es que al final terminé
tomando café con los chicos de tráfico que me los crucé por la calle a la vuelta, “después preguntaré que
coño tengo que hacer con estos papeles que no entiendo ni jota”.

Bueno, y esta es la estupida historia que tuve esta tarde, y que nunca olvidaré, pues por primera vez desde
que llegué a Girona me sentí realmente perdido, hay que ser lelo ¿verdad? Jajjaja, ahhhhh y si has llegao
a leer hasta aquí es que estás tan aburrido como lo estoy yo al escribir esto. Un saludillo para todos y un
besazo para los míos…os quiero.

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