Está en la página 1de 2

Deseos de musas El primer deseo no tiene forma comparada a ninguna pesadilla de extorsiva belleza.

planea en el ventarron de la mirada anhelante su vuelo frgil y sostenido, se detiene a la altura de dos conciencias disueltas, en su inmaterial asombro lo informe no encarna sino hasta que se clava desde dentro en lo terreno de una necesidad y su ahogo de caricias. Haber mirado con ese deseo es reconocerse dicho de otros modos y balbucear errante, el paso en roca derretida de arenas, all donde pis seguro con la soledad al hombro. El segundo deseo carece de figuras fijas, lo intangible se alimenta del borde de dos sombras y en las rondas del aire destejen materias que un aire pulmonar enciende apenas con pronunciar su alma de palabras mudas. Haber bebido con ese deseo es reconocerse mirado desde otras puertas que se abrieron a lo eterno que finge ser inapresable. El tercero deseo abarca un rostro de mundo, explota los paisajes conocidos confunde el mo con el tuyo atraviesa la fiebre nocturna y el escaldado grito de una sombra llena, temerosa de la luna negra de voces irredentas. Haber cantado en la garganta de tal deseo ya sin fuerzas no alcanza para olvidar el jams que retorna en los cantares de esos cuerpos, el nunca que se insina en una mano cerrada que hace nada fue puo y ahora por poco flor nueva,

justo cuando le brotaba un ala y otra que arrepenta el vuelo en la exacta oscilacin del da cuando la miel besaba a su abeja sin el consentimiento de la raz del hambre. 1 ago 2013

También podría gustarte