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Hace algunas semanas, estuve almorzando con unos amigos y uno contaba sobre lo
“personaje” que es el mejor vendedor de la empresa en la que trabaja. Contaba cuán
fácilmente se hace amigo de los clientes o potenciales clientes. Que los visita o agenda
reuniones de trabajo en las que durante 45 minutos, habla toda clase de cosas,
mantiene una conversación general en la que va descubriendo qué cosas le interesan a
su cliente… menos de trabajo.
Pero al ser “amigo”, todas la puertas se le abren, sus contactos están encantados de
recibirlo y, en última instancia, es el que más vende.
Clarísimo, conoce primero a su cliente, crea esa relación, genera la confianza necesaria
y recién después, les vende.
¿O será que le compran? Seguramente, le compran porque en este punto, les ofrece
servicios más acordes a su necesidad y se los presenta tal como el cliente prefiere
recibirlos. Y todo esto gracias a la información obtenida durante esas charlas
informales.
Volviendo al tema inicial, efectivamente, las mujeres hablamos mucho. Pero como bien
dice el artículo “las mujeres son networkers innatas“.
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Nota publicado por la Red Social Mujeres de Empresa. Sep. 2007