OLVIDANDO LO QUE QUEDA ATRS Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago, olvidando ciertamente

lo que queda atrs, y extendindome a lo que est delante. Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jess. Filipenses 3:13,14, El hogar de mi infancia fue tan fugaz pero maravilloso, cuando an mis sentidos comenzaban a despertar a la belleza que la vida puede ofrecernos; vea cmo mi madre, doa Julia Gmez, cultivaba lindas flores y plantas alrededor de la casita para hacer nuestra vida ms placentera; pero un da ingres la enfermedad y la muerte, la muerte, nunca estuvo en los planes de Dios para sus criaturas; claro est que yo no entenda, el por qu? Tan precipitadamente se desencadenaban hechos que se iban estampando con mucha fuerza en mi pequea mente, lo nico que saba es que ya no haba mam, ella descans. Mi padre con la preocupacin de dar mejor calidad de vida a sus hijos tuvo que separarnos y as fue como a cada uno de mis cuatro hermanos tom un rumbo diferente, esa situacin fue muy dolorosa para m, ya sin mam, sin pap y sin mi hermanos, a temprana edad pude saborear y sentir el peso de llevar a cuestas el dolor y la soledad, pero los ojos vigilantes de aquel que todo lo ve, saca partida de la desesperanza y caos para mostrarnos que hay un camino a seguir ms all de cualquier sentimiento de sufrimiento e infortunio. Mi Dios en su maravillosa gracia al hacerse cargo de mi vida, me provey un hogar en casa de la Ta Amandita, a quien le debo tanta gratitud, l envi a su ngel para vigilar mis pasos. S que hubo gozo en el cielo cuando decid entregarle mi vida, me bautic a los 11 aos de edad, ese da fue un da muy feliz para m. Hoy mi vida junto a l se torna ms hermosa, nuevamente puedo vislumbrar lindos colores de su maravilloso amor, y s que ya no estoy sola, ahora pertenezco a una gran familia.
No ms lgrimas, no ms dolor, no ms vivir pensando y mirando el pasado, hoy con la ayuda de Dios puedo decir con satisfaccin, para m el vivir es Cristo.