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El bao de ese cuarto parece una farmacia, hay toda clase de pastillas para inducir el sueo y mejorar el estado

de nimo. Aunque las pastillas son caras, Julin piensa que dormir apropiadamente es algo que no tiene precio y est dispuesto a pagar lo que sea, y jugar con su cuerpo, siempre que consiga dormir todas las horas que sean posibles sin que nadie lo interrumpa. Cuando duerme, los telfonos de la casa estn desconectados. Nunca los enchufa al despertar, permanecen desconectados, no espera una llamada de nadie ni quiere llamar a nadie, ha decidido vivir la vida quieta, sedentaria, taciturna, del escritor retirado. Tiene una sola filosofa y a ella se aferra, empecinado: no quiero molestar a nadie, no quiero que nadie me moleste. escribe solo lo que cree verdadero y solo cree verdadero lo que recuerda y solo recuerda lo que su memoria elige de un modo arbitrario. Es, pues, prisionero de su memoria, rehn del tiempo y sus estragos viciosos. Tal vez lo que recuerda lo ha imaginado, lo ha fabulado, no lo ha vivido de ese modo minucioso, pero cuando lo escribe cree estar vivindolo de nuevo y de una manera aun ms intensa y sin duda verdadera y luego recuerda con terror la otra noche en la que pens que estaba murindose y no alcanz a morirse, una noche que, presiente, volver pronto y esta vez sin compasin. Precisamente porque siente la presencia ominosa de la muerte y sabe que el nmero de los latidos de su corazn est contado, precisamente porque sabe que se aproxima la fecha de expiracin y cree que luego no habr nada, solo la ltima angustia de la muerte

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