PROLOGO
-«Seguramente shora escribir sus memorias», medio wno
de los primeros americanos a los que enconteé en Flens
bburg en mayo de 1945. Después transcuriian veinticus-
120 aos, de los cuales he pasado veintiuno en la sledad
<éeuna prisin. Es mucho tiempo.
‘Ahora presento mis memorias. Meheesforzado por des
cribir el pasado tal como lo viv A muchos les pareceré
desfigurado; ouos considereran que mi perspectiva no es
la adecuada Sia embargo, he descrito lo qu viviy cémo
Jo ceo hoy. Para conseguirlo, me he esforeado en no eludit
1 pasado. No he querido sustracrme a fascinacin ni al
terror de aquellos aos. Los que también los conocieron
sme eriticarin, pero eso es inevitable. Queria ser sincero,
Estas memorias se proponen explicar algunas de las
causas que condujeron casi forzosamente ala catéstrofe en
aque terminé aquella époce, Queria mostea las consecuen-
clas del hecho de que un Solo hombre concentrara en sus
manos un poder ilimitado,y también alarar qué clase de
hombre ers. Enel tribunal de Nuremberg dije que, si Hit-
ler hubiesetenido amigos, yo habria sido uno de ello. Le
dbo tentols entusiasmos ya gloria de mi uventud como
el horror y la culpa que vinieron después.
Tal como se mostrba ante my ante otros, Hitler des-
pertabasimpatias aslo descrbo, y también doy una ima
fen de él como hombre entregado y capacitado en muchos
aspectos. Sin embargo, « medida que iba escibiendo me
daa cuca deg hs eran unas cuir muy super
cls,Y¥ es que frente a todas estas impresiones se alza una
experiencia inolvidable: el proceso de Nuremberg. Jamés
se me borrari de la mente un documento que mostraba @
tuna familia judia caminando hacia la muerte: un hombre
estaba a punto de morir con su mujer y sus hijos. Atin hoy
tengo esta imagen ante los ojos.
Fui condenedo a veinte afios de prisién por el Tribunal
de Nuremberg. Aunque la sentencia del tribunal militar
interpreté Ia Historia de modo muy limitado, intent6 esta
blecer una culpabilidad. La condena, siempre poco ade-
‘cuada para medir la responsabilidad histrica,terminé con
miexistencia burguesa. Aquella fotografia, en cambio, des-
ppojé mi vida de toda sustancia. Sobrevivié a la sentencia
11 de enero de 1969
PRIMERA PARTENotas
Sino seindicalo conta, yacxcepcién dela cara de mi fais,
os los documentos, ents, discursos, et6niea, et, que menciono ey
{steve se eneventran en el Archive Federal de Coblenas, donde co
‘an eistrados bajo la drea Ry (Ministerio de Armament y de Po
“ieee de Gacra dl Reich
[i Crsnin consist en as anotciones demi dario de los aoe
tg¢t «tone, que tecogen mis actividades como Inspector General de
Edficaciényposetemente como minstce de Armamentoe.
ORIGENES Y JUVENTUD
Mis antepasados fueron suabos y descendientes de cam
pesinos pobres del Westerwald, y proceden tambien de Si:
Jesia y Westfalia, Pertenecicron a la gran masa de personas
aye pasan por este mondo sin pena a gloria. Sélo hubo
tne excepeién: el mariscal imperial hereditario' conde
Friedrich Ferdinand zu Pappenbeim (1702-1793), quien
tuvo ocho hijos con mi tatarabuela, cuyo apellido de solte-
‘era Humelin, Al parecer no se preacups demasiado por
su bicnestar
“Tres generaciones después, mi abuelo Hermann Hom-
rl, hijo de un pobre guardabosques de la Selva Negra,
terminésiendo a final de su vida, propietaio de la firma
comercial de maquins-herramienta més importante de
‘Alemania y de una fabrica de aparatos de prcisién. A pe
sar de su riquess, viva modestamente y trataba con bene
tolencia a sus empleados. Ademas de ser un hombre in
dustios, tenia la habilidad de conseguir que los dems
dieran tambign el maximo de x mismos: sn embargo, 0
¢ramis que un pensativo hombre de la Selva Negra capa
de estar horas y horas sentado en un banco del bosque sin
despegar los labios
“Miotro abuelo, Berthold Sper. eta, por la misma épo
ca, un actudalado arguitecto de Dortmund. Levant nu
Dede 192 ydutanteseisentot sor, los Von Papp foe
ron mavscalen del Import, jeces mates supremos de campata
‘espontables de saniad, anspor eareteras del Bio. (Boe
Die Reicspsntenaitat, Darmstadt 1967)
7