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A ninguna parte Apenas saba regresar de esas breves excursiones que realizaba, cada vez con mayor regularidad,

hacia la locura. En esos momentos, en los que miraba sin mirar, an era una nena que mereca seguir jugando y no la vieja abandonada en un hospicio, a merced de voces y manos ajenas. Cada tanto reciba un llamado. Siempre tarde, por supuesto- porque la fecha del accidente haba sido el primero de marzo aunque la gente slo recordara la poca- y, con absoluta indiferencia, aceptaba los psames una y otra vez. Desamparada, con el esfuerzo sobrehumano de parecer ausente para todos menos para ella desde haca una dcada, slo la conmova la esperanza de poder reencontrarse con los seres perdidos aquella madrugada neblinosa, sobre la carretera ladina que los llevaba- que la llevaba- a ninguna parte.

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