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4 Y canes i ALIA ese MDEOLOGIAS © DE DOMINACIONY Bl 3 . are anor Gag 303.3 W237f Wolf, Eric R. Figurar el poder : ideologias de dominaciéa y crisis / Eric R Wolf. ~ México : Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Anteopologéa Social, 2001. 430 pes ils 23 em. Incluye bibliografia ISBN 968-496-425-0 1. Poder (Ciencias Sociales). 2, Ideologia. 3. Kwakitl (Indios) 4, Antecas, 5, Nacionalsocialismo ~ Alemania Titulo original: Envisioning Power. Ideologies of Dominance and Crisis © 1998 Regents of the University of California Press. Publicado bajo acuerdo con la University of California Press Traduccion de Katia Rheaule Revisada por Jose Andrés Garcia Méndea y Roberto Melville (cap. 3 “Los kwakiut!”) ida: Euriel Hernindex caver de Norman Tate, tere la entra del Field Museum of Natural History, Chicago, Is i to R.A. Fapoagal el Reichstag evel por Chiat y Ciice Movtenma avait) Edicién al cuidado de la Coordinacién de Publicaciones del cursas Revisign de las Referencias en espatol: Ricardo A. Fagoags y Ana Ironne Disa Tipogeafia y Formacién: Diego Garcia del Gillego Primera edicida en espasiol: 2001 Bc ciesas © Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologfa Social (c1ES4s) La Casa Chata, Hidalgo y Matamoros s/n, Tlalpan 14000, México, D.F Queta prohibida la seproduccidn parcial rota directa o indirecta dl contenido de a presente obra, por cualquier media ‘© procedimiento, sin contae previatente con la aucrizacidn del editor, en tétminos de a Ley Federal del Derecho de Autor ena cat, de los tratadon internacionales aplcables lb periona que ifrinjs era deposicidn, se hard creedors a las sancioneslegales correspondiente ISBN 968-496-425-0 CONTENIDO PREFACIO I Introduccién. 2 Conceptos polémicos 3 Los kwakiutl a: Los aztecas 5 La Alemania nacionalsocialista Coda REFERENCIAS 0 39 97 75 255 351 373 PREFACIO Desde hace ya algtin tiempo, he pensado que una gran parte del trabajo que se hace en las ciencias humanas no da en el blanco por no querer 0 no poder abordar la forma en que las relaciones sociales y las configuraciones cultu- rales se entrelazan con las reflexiones sobre el poder. Los antropdlogos han dependido demasiado de los conceptos que identifican la coherencia cultural Como con el funcionamiento de la estética o la légica cultural-lingtifsti resultado, rara vez han cuestionado la manera en que el poder estructura los contextos en donde se manifiestan estos elementos o la manera en que el poder influye en la reproduccién de semejantes pattones. En 1990, hablé de este tema en un discurso para la American Anthropological Association, ti- tulado “Facing Power”. Sin embargo, si bien los antropélogos han favoreci- do una perspectiva de la cultura desprovista de poder, otros analistas sociales han propuesto un concepto de “ideologia” carente de cultura, definiéndola como las ideas que proponen las elites o las clases ditigentes para defender su dominacién, sin prestar atencién a los elementos especificos de las con- figuraciones culturales. Este libro busca ofrecer una salida de este atolladero. El proyecto para hacerlo comenzé en un taller de lectura y debate sobre ideologia que dirig( en 1984, con fos estudiantes del Programa de Doctorado en Antropologia de la City University de Nueva York. Luego, continué en cursos de posgrado sobre la historia de las teorfas y la ideologia y concluyé en 1992, con un se- minario sobre “Etnografia ¢ historia’. Les estoy muy agradecido a los estu- diantes que participaron en estas reflexiones y que hicieron de mis clases en [ul] 2 Eric R. Wore CUNY una experiencia memorable. Después, pude llevar a cabo la investi- gacién y redacrar el texto gracias a una generosa beca de la Fundacién John D. y Catherine T. MacArthur. Mi interés por los aztecas data de 1951, afio en que visité México por pri- mera vez, en donde aprend{ mucho de lo que sé gracias a Pedro Armillas, Angel Palerm, René Millon y William T. Sanders. Los cataclismos que pro- vocé el nacionalsocialismo aleman fueron el principal drama de mi adoles- cencia y de mis primeros afios como adulto y tuvieron una influencia significativa en mis intereses personales y profesionales. El trabajo sobre los kwakiud forms parte de mi formacién como antropélogo; cuando estudia- ba la licenciatura en el Queens College escribf un trabajo, con honores, sobre las funciones redistribucivas de la jefatura. Presenté las primeras versiones del material sobre la Alemania nacional- socialista (1991) y sobre los aztecas (1992) en el marco de las Conferencias de Brockway sobre la Antropologia de la Crisis en el Centro de Posgrado de cuNY. Asimismo, pude hablar del proyecto en la Escuela de Investigacién sobre Sociologia/Antropologia Histérica de la Universidad de Lund, en donde Jonathan Friedman fue mi anfitrién (1995); en el Seminario Etno- légico de la Universidad de Zurich, que dirigié Jiirg Helbling, como parte de las “discusiones tedricas en la antropologfa actual” (1996); y en un colo- quio que organizé Anton Blok en la Escuela de Amsterdam para la Investi- gacién de la Ciencia Social (1997). Por orientarme en relacién con las fuentes 0 compartir sus propios textos conmigo, quisiera expresarles mi sincero agradecimiento a Johanna Broda (historia, Universidad Nacional Auténoma de México), David Carrasco (re- ligién, Universidad de Princeton), Enrique Florescano (historia y antropo- logia, Ciudad de México), Michael E. Harkin (antropologia, Universidad de Wyoming), Thomas Hauschild (antropologfa, Marburg), Pierre-Yves Jacopin (antropologia, Neuchatel), Joseph Jorgensen (antropologia, Universidad de California en Irvine), Cecelia F. Klein (historia del arte, Universidad de Cali- fornia en Los Angeles), Ulrike Linke (antropologfa, Universidad de Rutgers), Preracio 3 Alfredo Léper-Austin (antropologia, Universidad Nacional Auténoma de México), Richard A. Koenigsberg (Biblioteca de Ciencia Social, Elmhurst, Nueva York), Joyce Marcus (Museo de Antropologia, Universidad de Michi- gan), Irene Portis-Winner (semidtica, Cambridge, Massachusetts), Kay A. Read (estudios religiosos, Universidad DePaul), Wayne Suttles (ancropologéa, Universidad del Estado de Portland), Pamela Wright (antropologia y lingitis- tica, Nueva York) y Rudolf A.M. van Zanowijk (antropologia, Universidad de Utrecht). Varios amigos me ayudaron a conseguir materiales que, de lo con- trario, nunca habria podido ver. También quiero darles las gracias a todos los investigadores en cuya obra me he basado. Deseo expresar mi especial apre- cio por tres exigentes y serviciales criticos: Barbara J. Price (antropologia, Universidad de Columbia), quien leyé un primer borrador de mi capitulo sobre los aztecas; Hermann Rebel (historia, Universidad de Arizona), quien disecé mis primeros esfuerzos para escribir sobre el nacionalsocialismos y Jane Schneider (antropologfa, City University de Nueva York), quien leyé todo el manuscrito y ayudé a aclarar algunos de mis argumentos. Mi amigo Archibald W. Singham, activista y politélogo, quien siempre estuvo seguro de que “la siguiente ronda es nuestra”, me dijo, poco antes de morir en 1991, que “era hora de meditar”, Dedico este libro a la memoria de Julius y Rosa Lifer y su hijo Kure, quienes fueron mi segunda familia durante los afios que pasé en la region de los Sudetes de la antigua Checoslovaquia (1933-1938). Papa Julius, quien fue tun viajero itinerante en su juventud, era maestro talabartero y su esposa Rosa una experta costurera. Cuando la Alemania nazi estaba a punto de ocupar los Sudetes, Papa Julius les ofrecié a mis padres que se escondieran en su casa. Después, se enfrenté a los oficiales de la Gestapo quienes lo acu- saron de tener amigos judios. Rosa nunca oculté su identidad como “una sozi entre los nazis"; una “vieja catdlica’, le dijo al arzobispo de Austria cuando se neg6 a aceptar la doctrina del Vaticano de 1870, sobre la infali- bilidad del papa. Estas dos extraordinarias personas estén enterradas en tumbas sin nombre en Tragwein, Alta Austria, Mi amigo Kurt me ensefié a 14 Earc R. Wour pelear y fue mi compafiero de muchas caminatas y viajes. En una ocasién, hicimos una larga gira en bicicleta por Europa Central y legamos a Munich durante el verano de 1937. Alli, bajo la mirada de los ss, cesiones y los desfiles que habia organizado el régimen para celebrar el Dia observamos las pro- del Arte Alemén y visitamos la exhibicién autorizada del Arte Alemdn, asf como la exposicién censurada de “Arte Degenerado”, El recuerdo de ese dfa sigue en mi mente. Kurt esperaba estudiar arte y volverse pintor sobre vidrio; perecié en 1945, cuando los alemanes se retitaron por tiltima vez de Rusia, en una guerra en la que él nunca quiso participar, Sin Sydel Silverman, mi esposa, mejor amiga, consejera y critica, este proyecto nunca habria legado a su fin. Estoy en deuda infinita con su sen- satez, su erftica mi ada editorial sobre mis evasiones, redundancias y arran- ques de prosa barroca y con su alegria. Juntos, finalmente llevamos este pesado paquete de medicinas, a la luz del dia.

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