Está en la página 1de 1

Las gracias de la que adora...

Esa color de rosa y de azucena y ese mirar sabroso, dulce, honesto, y ese hermoso cuello, blanco, inhiesto, y boca de rubes y perlas llena; la mano alabastrina que encadena al que ms contra Amor est dispuesto, y el ms libre y tirano presupuesto destierra de las almas y enajena. Era rica y hermosa primavera, cuyas flores de gracias y hermosura ofendellas no puede el tiempo airado; son ocasin que viva yo y que muera, y son de mi descanso y mi ventura principio y fin, y alivio del cuidado.

Las leyes con que juzgas, oh Batino! Las leyes con que juzgas, oh Batino!, menos bien las estudias que las vendes; lo que te compran solamente entiendes; ms que Jasn te agrada el Vellocino. El humano derecho y el divino, cuando los interpretas, los ofendes, y al comps que la encoges o la extiendes, tu mano para el fallo se previno. No sabes escuchar ruegos baratos, y slo quien te da te quita dudas; no te gobiernan textos, sino tratos. Pues que de intento y de inters no mudas, o lvate las manos con Pilatos, o, con la bolsa, ahrcate con Judas.

También podría gustarte