Desde la calle rojo Llegu a Monterrey hace solo cinco aos, vengo de un pueblito inhspito y perdido en la frontera de Tamaulipas,

un pueblo en el que por la guerra entre los crteles vivida en estos aos pasados la gente dejo de ir, los negocios dejaron de abrir y la actividad econmica fue detenida. Vengo del pueblo que tristemente se hizo celebre porque se volvi fantasma, justo como sucedi aqu, en el Barrio Antiguo. Las casas son iguales, las calles casi son las mismas, aqu me siento como en casa y recorrer el Barrio me hace recordar lo que es andar por las calles principales de mi pueblo, aquel lugar perdido en la frontera tamaulipeca. Trabajar en el Barrio ha sido la mejor manera que encontr de expresar la inconformidad acumulada durante estos aos de violencia y terror vividos en el noreste del pas. Como a varios de mis compaeros que trabajan aqu, me sedujo la idea de contar historias de este lugar hasta ahora afnico de gritar sin ser escuchado, salir del diarismo de los grandes medios y darle voz a aquellos que realmente conforman la sociedad regiomontana. En el momento de ms incertidumbre, dej todo y empec a estudiar periodismo porque quera contar las realidades que ocurran a mi alrededor. Para estudiar, casi sin querer me traslad al centro de la ciudad. Paulatinamente como si un imn me atrajera con fuerza, el ahora renaciente Barrio Antiguo, tan parecido al pueblo que me marc por haber nacido ah, me ha hecho parte de l. Desde la redaccin de esta calle Rojo esquina con Juan Ignacio por fin existe el lugar que se sale de la nota diaria y cuenta historias propias. Relatos cercanos de personajes cercanos, historias como la de Mario Rodrguez, militante del PRI que pugna por los derechos homosexuales; el alcalde de Cadereyta, el hombre que no quiere ser entrevistado; Jorge, el muchacho que vive bajo las dos sombras, la de ser indocumentado y homosexual al mismo tiempo. Radiografas urbanas de la ciudad de las montaas y puntos circunvecinos. Aqu va a pasar algo y nosotros queremos contarlo. LGV