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En estos tiempos de apata he visto como la vida se ha ido diluyendo en actividades montonas que no alcanzan a eclipsar lo magnnimo de los

dioses que no existen. Amamos las imgenes que nos presentan, nos identificamos con un ajeno en un doble de cuerpo virtual que termina reemplazndonos. Y en los tiempos de tristeza, inestables, nos cobijamos bajo el abrigo de las mismas nubes que nos llueven, creyendo que es el final, pero es slo el comienzo. Citar diez mil traducciones de palabras que no existen, palabras que creamos para adornar un mundo hecho de simbolismos. Como el agua vamos decantando los brotes de una palabra que es moldeada, nos cruza en medio del alma y se convierte en llave de oro, la que puede abrir nuestro paraso o condenarnos a nuestros infiernos. Catrquicas canciones de amor, desesperados intentos fallidos para besar, un abrazo que no existe (Todas esas cosas intiles que llenan una mochila)

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