Está en la página 1de 1

Aprender a Morir Mam sin culpa/ II Hernn Gonzlez G.

E n la columna anterior Maru, terapeuta en biomagnetismo y madre de un hijo que a los 30 aos empez a desarrollar una esclerosis mltiple o rigidizacin progresiva de nervios y msculos, abord el problema de emociones y relacional que la enfermedad de Eduardo generaba entre ambos, no obstante los esfuerzos de ste por vivir solo a pesar de sus crecientes limitaciones fsicas. A veces se caa en el bao aade Maru, se quedaba toda la noche en el suelo y as lo encontraba. Fue entonces que decid llevrmelo de nuevo a casa, pero ahora no aguantamos ni tres meses, entre las discusiones y mi impotencia para atenderlo siquiera fsicamente, pues mide un metro 75 y pesa 80 kilos. El mundo se me vena encima con bastante ms que eso. Haciendo cuentas sala lo mismo un cuidador de da que un asilo por lo que empec a contemplar la idea. Ante su explicable rechazo inicial deb advertirle: Te voy a llevar al asilo, no porque no te quiera, sino porque te quiero y no te puedo atender. Le ped a su hermana, madre de tres hijos, que el da que yo falte no lo atienda, pero que vea que no le falte nada. Fue mi primer desprendimiento como mam y me sent la ms mala de todas las madres, pero comprob que no tengo madera de mrtir. Estaba dando todo, pero a la vez me estaba quedando sin nada. Hay que saber hasta dnde puede una llegar sin enfermarse con sus enfermos. Me dola todo el cuerpo, fsica y emocionalmente, por la tremenda culpa de haber dejado a mi hijo, un hombre de 37 aos, en un asilo de ancianos con cuidadorasceladoras, donde juega domin con algunos residentes y se ayudan mutuamente. El tiempo todo lo cura siempre que haya un proceso de aprendizaje interior y exterior. Ha sido un crecimiento doloroso para ambos y he podido ver la enorme diferencia entre ser fuerte y ser resistente. Parte de mi crecimiento ha sido aprender a pedir ayuda, bajarle a mi soberbia y a mi enojo inmenso de por qu a m y por qu a mi hijo, a aceptar lo inevitable. Busqu primero recuperar mi salud fsica y luego empec a crear conciencia de m misma como la mejor posibilidad de seguir apoyando a Eduardo. Si yo estoy bien, le dije, t no vas a estar mal. Recurr a la meditacin, a lecturas espirituales, a modificar mis hbitos alimentarios, en fin, todo lo que impidiera ser presa de la amargura. (Continuar) aprenderamor@hotmail.com

También podría gustarte