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Ensayo sobre la lectura: Buscando su muerte natural.

Con un comienzo algo confuso, este pequeo relato nos va llevando cautelosamente atreves de una serie de acontecimientos mundanos que transcurren en la parte oriental del pas. La descripcin de los lugares donde se desarrolla la trama, nos permite en cierto modo acercarnos a esas regiones un poco inhspitas de las cuales tenemos una vaga idea en cuanto a sus dimensiones tanto sociales como culturales. Este acercamiento va adquiriendo un carcter cada vez ms de crtica social, a medida que se va descubriendo el verdadero motivo de la reunin. Es natural pensar que debido a la ubicacin geogrfica de los hechos, podamos imaginar un ambiente que es propicio para toda clase de aberraciones en contra de la ley. Quizs sea esta la realidad de todo el pas, donde alguien puede matar a otra persona y queda impune, donde la prostitucin, el alcohol, las drogas, y toda una cadena de vicios son los verdaderos gobernantes del hombre. Que podramos esperar, si ni siquiera en ciudades grandes y aparentemente ms civilizadas encontramos un sincero compromiso de justicia. El tema de la avidez de riquezas est en su punto lgido, la meta del placer atreves de esta es evidente, y mucho ms perjudicial por estar acompaada de ignorancia y despilfarro, todo alejamiento de un mundo normal y equilibrado, pero que pinta estar en perfecta armona con la falta de valores y moralidad. No es de extraar que veamos en esta representacin, dirigida a un pblico ms analtico donde la crtica se hace intransferible, mimetizada por completo en un lenguaje realista, coloquialmente venezolano, pero que contradictoriamente nos toca de una manera casi en inversa, el subconsciente colectivo. Es un verdadero artilugio de palabras bien compuestas que expresan un estilo de vida, una decadencia moral, un pueblo, un estado, las fronteras, el pas, la sociedad en la que nos toca vivir, la que tenemos que aceptar y de la cual no podemos quejarnos, porque sera intil, tan intil que es preferible jugar domino con un asesino y rerse de sus chistes, incluso de escucharle su confesin y aplaudirle, por miedo. A estos extremos en contra de nosotros mismos nos movemos, ya sin ni siquiera percatarnos de ello.

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