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INTRODUCCION
Jesucristo enseñó que el amor es lo que cuenta cuando tratamos a los demás y la obra
más grande de todas es la que se hace con el mayor amor posible. La Iglesia sigue esta
enseñanza. Los grandes santos de todos los tiempos de la Iglesia han sabido amar, su vida
ha estado caracterizada por el amor que han sabido esparcir alrededor suyo. Quizás no hayan
construídos pirámides, ni inventado nada... lo que han hecho es vivir lo sencillo de la vida en
forma impresionante. Han sabido vivir lo ordinario extraodinariamente bien. Han sabido cumplir
con la misión que Dios le dió.
Este es el caso de Francisco Blanco Nájera.
Siguiendo las palabras del Evangelio: Nadie enciende una lámpara para esconderla o
taparla con algo, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la claridad
(Lc11,33), queremos poner en tus manos la vida de Monseñor Francisco Blanco Nájera, de
manera que puedas "saborear" la personalidad de éste hombre del siglo XX que vivió para dar
a conocer a Jesucristo a todos: los niños, los jóvenes, los educadores, los seminaristas, los
comunicadores sociales, las Cooperadoras, las Misioneras del Divino Maestro, a los de su
Diócesis, a los que disfrutan de la música y el canto, a los juristas, a los sacerdotes, los
obispos, al mundo de su tiempo y a ese gran mundo que ahora lo conoce a través de su vida,
de su obra y de sus escritos.
1.-LA NIÑEZ
Cristo pasó cuarenta días en el desierto antes de iniciar su vida pública. Allí se dedicó a
orar, a ayunar y a prepararse para la gran misión que Dios le había dado: salvar a la
humanidad. El demonio, el enemigo de Dios, aprovechó la ocasión para invitarlo a que no
cumpliera con el plan de salvación.
La primera tentación fue la del cuerpo. Como no había comido en esos cuarenta días,
tenía hambre y el demonio quiso tratar de hacerlo caer aprovechándose de la necesidad de
alimento que Jesús sentía y lo invitó a convertir unas piedras en pan. No hubiera sido pecado
que Jesús fabricara unos panes para comer, pero eso hubiera sido usar el poder para su
propio bien y El sabía que había venido al mundo para el bien y la salvación de todos los seres
humanos. Jesús no se dejó engañar, sabía que tenía una misión que cumplir. Venció al
demonio diciéndole que es más importante cumplir con la voluntad de Dios, que llenar su
estómago. Por eso Jesús le respondió: No sólo de pan vive el hombre (Lc.4.4)
El demonio conoce nuestras necesidades y está pendiente para invitarnos de muchas
maneras a darle importancia a las cosas materiales para que distrayéndonos vayamos
olvidádonos de Dios.
La segunda tentación fue la de la vanidad. El demonio invitó a Jesús a lucirse frente a los
demás tirándose desde lo alto del Templo. Jesús no cayó en la trampa y le respondió: "Está
escrito en la Biblia: "No tentarás al Señor tu Dios". (Lc.4,12)
En ocasiones nosotros nos ponemos en situación de alejarnos de Dios (de pecar) porque
le hacemos casos a los amigos, a la televisión o a otro medio que busca invitarnos a creer que
todo es bueno y que nada malo puede sucedernos. Sentimos el deseo de quedar bien con
todas las personas y hacemos cosas que sabemos están mal con tal de que no nos critiquen y
seamos aceptados por los demás.
La tercera tentación fue la de la soberbia. El demonio quiso engañar a Jesús ofreciéndole
poder. Lo llevó a un lugar muy alto desde donde podían verse todos los reinos de la tierra y se
los ofreció a Jesús a cambio de que se arrodillara delante de él. Jesús lo rechazó diciéndole
Adorarás al Señor tu Dios y a El sólo servirás (Lc.4,8)
A todos nos gusta ser importantes y al caer en la tentación de ser importantes vamos
olvidándonos de servir a Dios y al prójimo.
Cristo no se dejó engañar. Venció cada tentación en su momento con argumentos que
encontramos en la Biblia. Eso es lo mismo que debemos hacer nosotros. Esto le sirvió de
ejemplo a Francisco como niño y luego como Obispo. Por eso encontramos con tanta
frecuencia en sus escritos la invitación constante al ayuno, a la oración perseverante, a la
participación en la Misa, la Comunión, la Confesión y en general sus llamados a la humildad,
así como a leer con frecuencia el Nuevo Testamento de manera de conocer cada día más lo
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que Cristo vino a enseñarnos para nuestra salvación para poder tener argumentos de peso y
razones para alejarnos de las tentaciones.
Para vencer las tentaciones debemos saber distinguir entre "sentir" y "consentir".
Tenemos que usar la razón y pedirle a Dios la capacidad de descubrir la mentira de la
tentación que presenta las cosas como buenas y deseables cuando en realidad lo que hacen
es empujarnos cada vez más hacia la irresponsabilidad, el mal y por lo tanto el alejamiento de
Dios. Tengamos presente que el demonio invita a que seamos egoístas bajo el disfraz de
"tengo que darme mis gustos, me lo merezco ..."; invita a burlarnos de los demás, a presumir,
a hablar mal de los demás, a caer en vicios haciéndonos creer que no es nada malo. Son las
trampas que pone el demonio para alejarnos de Dios e impedir que nos salvemos. Jesús dijo:
Vigilen y oren para no caer en la tentación. (Mc.14,38)
Tener tentaciones es algo común a todas las personas. Eso es lo que permite que
seamos libres. La enseñanza de Jesús es a no negociar con las tentaciones sino a cortarlas
por lo sano. A no meternos en ambientes y situaciones peligrosas pues podemos caer.
Valiente y merecedor de reconocimiento es quien se atreve a escaparse a tiempo de las
tentaciones.
En nuestro caso, Francisco Blanco Nájera, aun como niño, al hacer sus mejores esfuerzos
por ser fiel y responsable a sus clases de canto en la Iglesia y más tarde a sus clases de
religión, logró vencer las tentaciones. A diferencia de sus amigos, a él es a quien recordamos
ahora con el pasar de los años. Sus amigos que se mantuvieron viviendo en el ocio o
desperdiciando su vida, han caído en el olvido y en el anonimato. Es una prueba más de que
quien es fiel a Dios aun en lo más pequeño, quien reza y busca estar cerca de Cristo, Dios lo
premia con abundancia.
SURGE LA VOCACION
Francisco era fiel a sus horas de ensayo en el coro, a las clases de solfeo, practicaba a
diario el piano y le dedicaba tiempo al violin. Con el Hermano Muru conversaba mucho y
poco a poco fue inspirando en él, la entrega total a Cristo, la devoción tierna a la Virgen, la
perseverancia y sin duda, sembró en él la semilla de su vocación sacerdotal.
Comenzó a asistir con mucho interés a clases de Religión. Cuando tenía unos doce años
se le acercó al Hermano Muru, de quien luego hablaba como "el angel de mi infancia", y le dijo
que quería ser como él, un hombre entregado por completo a Dios y al servicio de sus
hermanos.
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Este hecho es vital pues señala la importancia de ser ejemplo, de ser testigo. El Hermano
Muru se había convertido en testigo vivo de Cristo, en un ejemplo de vida al cual Francisco
quería parecerse.
Es interesante destacar que fueron muchos los jóvenes que ingresaron al sacerdocio y
otros que se acercaron a Cristo gracias a la vida y palabras de este santo hombre. Sin
etiquetarlos, viendo en cada uno un misterio al que sólo podemos asomarnos si ellos se
autorrevelan, el Hermano Muru conversaba con los jóvenes buscando que se conocieran a si
mismos, su carácter, su temperamento, su situación. Así iban ajustando su proceder día a día,
en los buenos momentos y en las dificultades.
El Hermano Muru dejó una huella profunda en muchas almas producto de su contacto
personal franco, amable, intuitivo, firme y bondadoso.
Francisco veía que el Hermano Muru siempre le pedía ayuda a la Santísima Virgen; lo
veía participando a diario en la Misa pasara lo que pasara y comulgar con gran devoción. En
alguna oportunidades también lo vió entrar a la Iglesia y arrodillarse frente al Sagrario
pidiéndole ayuda a Dios para resolver algún problema o tomar una decisión.
La vida de "niño de la calle" fue siendo sustituída por los ideales nobles y altos que veía en
el Hermano Muru. Esa era el tipo de vida que Francisco deseaba imitar.
Años más tarde, cuando murió el Hermano Muru, D. Francisco escribió: Conocí al
Hermano Muru cuando yo apenas tenía diez años ... Me cogió en bruto, como bloque de
marmol en manos del artista, y, día tras día, con abnegada paciencia y acrisolado celo,
fue desborzando y desarraigando mis antiguos y torcidos hábitos. Me enseñó a amar a
Dios regaladísimamente como él lo amaba. Me inspiró la tierna devoción a la Santísima
Virgen que él profesaba, de suerte que a él, más que a nadie, debo mi formación
espiritual y hasta mi vocación.
Este rasgo de agradecimiento público fue característico de Blanco Nájera. Rasgo que
había aprendido de su madre, del Hermano Muru y leyendo el Evangelio.
EN EL SEMINARIO
Su sueño de consagrarse a Dios en la vida sacerdotal se hizo realidad en 1902. El
Hermano Muru habló con la mamá de Francisco para explicarle las intenciones de su hijo de
ser sacerdote. Patricia, se puso muy contenta pues era un privilegio muy grande que Dios
escogiera a su hijo para el sacerdocio.
Preparándose para su entrada al Seminario, Francisco, en privado, le había consagrado su
pureza y su vida entera a la Virgen Inmaculada. Tenía trece años cuando fue aceptado en el
Seminario.
Tanto para entrar como dentro del Seminario tuvo que trabajar para pagar sus estudios y
conseguir al menos el desayuno y la cena. El primer año de Francisco en el Seminario fue
difícil. Iba como externo para abaratar los costos y trabajaba como sacristán en el convento de
las Religiosas Franciscanas de la Madre de Dios. Las Hermanas estaban felices pues el
nuevo sacristán además de ser seminarista, "cantaba como un jilguero" y tocaba el órgano.
Durante tres años se mantuvo este contacto con las Hermanas, el cual, sin duda, ayudó
mucho al desarrollo de su vocación.
En el Seminario de Logroño cursó cuatro años de Latín, tres de Filosofía y dos de
Teología, destacándose entre sus compañeros seminaristas obteniendo las mejores
calificaciones de su curso. Al finalizar, obtuvo el título de MERITISSIMUS. Su énfasis en el
estudio muestra como para Francisco el proceso de formación sacerdotal era ante todo un
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CAPITULO 2.-SACERDOTE
acompañada de los fieles de Ventosa de la Rioja y se le estaba dando honra a Dios al honrar
a su Madre.
El Padre Francisco decía que todo lo que la Virgen María puede darnos, viene del
propio Dios, y si nuestra función es llevarle a Cristo a los hombres, Ella fue la primera que lo
hizo. Si tenemos que ser corredentores, Ella también lo fue. Ella es nuestro ejemplo, la que
vivió como nosotros. Por eso puede ayudarnos a librar la lucha dentro de nuestra familia, en el
trabajo, en la calle, en todas partes.
A través del crecimiento deL amor, de la confianza hacia María y de la imitación de sus
virtudes, formaremos en cada uno de nosotros una personalidad fuerte, firme, vigorosa,
dispuesta a avanzar contra la corriente siguiendo su ejemplo de entrega total a Dios para
ayudar en la empresa corredentora.
En sus Escritos espirituales p.161 señala: Reconozcámonos íntimamente unidos a la
Inmaculada en el Cuerpo Místico de Jesucristo. En El, Ella y nosotros somos una
misma cosa. Procuremos sobre todo que esta verdad doctrinal sea una realidad
práctica en nuestra vida. Este es el camino más corto, limpio y seguro para llegar a Dios.
En Navidad, tomó la imagen de un Niño Jesús, lo entronizó al son de villancicos creando
una atmósfera de verdadero gozo navideño entre los parroquianos. Esta devoción al Niño
Jesús, era importante para el Padre Francisco por varias razones. Una de ellas es porque a lo
largo de las páginas de la Biblia se le atribuye una importancia especial a los niños. El niño es
"símbolo de contradicción" pues por su inocencia e incluso por su simple presencia saca a
relucir la verdad de las cosas.
Cuando los evangelistas escribieron acerca de Jesús, estaban sorprendido por su pasión,
muerte y resurrección, luego vieron su vida, pero ¿qué se puede decir de alguien en el
momento en que llega al mundo?
Algunos teólogos dicen que los Evangelios de la niñez de Jesús (Mateo 1-2 y Lucas1-2)
son los evangelios más recientes pues nacieron cuando las predicaciones agotaron todos los
temas indispensables y algunos comenzaron a preguntar: ¿Qué sucedió antes del bautismo en
el Río Jordán? ¿Jesús era vecino de Nazaret o de Belén? ¿Cómo es posible que el Salvador
del mundo naciera como cualquier ser humano y además en la miseria y en secreto? Los
Evangelios de Mateo y Lucas tratan de darle explicación al Niño-Dios, que ya con su nombre,
Jesús, contiene en su nombre la promesa de la eterna salvación de todos.
El Padre Blanco Nájera tenía la certeza de que cada niño trae consigo una misión muy
especial que Dios le ha señalado. Sabía que todo niño es portador de cierta promesa. Nadie
sabe cómo será: si será inteligente o no; si tendrá buen corazón o erá un malvado; si hará algo
grande y valioso, si permanecerá fiel a su opción ... Todas estas interrogantes quedan sin
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respuesta hasta el final de la vida de ese niño. Pero para D. Francisco, todo niño era una
persona más que podía darle gloria a Dios y contribuir con el bien de la humanidad.
Insistió en la devoción al Niño Jesús destacando la importancia de los niños frente a Dios.
"Si no se hacen como niños no entrarán en el reino de los Cielos." había dicho Jesús. Por su
propia historia de vida y la meditación en esta parte del Evangelio, Blanco Nájera hizo del
apostolado de los niños uno de los puntos más importantes de su vida.
Por otra parte, la devoción a Dios-Niño era una forma de evangelizar y concientizar acerca
de la humildad: Dios bajó del cielo, dejó su condición Divina para hacerse un ser humano y
salvarnos. Vino a servir a hacerse uno más entre nosotros. Esta virtud de la humildad fue otra
de las características resaltantes de Francisco Blanco Nájera hasta el último momento de su
vida.
Cuando el Padre Blanco Nájera entronizó la imagen del Niño Jesús hizo que todos
admiraran y celebraran la unión de lo humano con lo divino, que admiraran el amor de Dios-
Padre, que por fuerza del Espíritu Santo se dejó ver en forma humana en el seno de una joven
llamada María, permitiendo que sus palabras llegaran a nuestros oídos en forma humana. Ese
Niño Jesús frágil y pobre, desconocido, huyendo, repudiado y oculto en un rincón de un
establo donde los animales generalmente encuentran su comida, es al mismo tiempo el Niño
rodeado de gloria y de las multitudes celestiales que lo glorifican. Es ese Niño por el cual los
Reyes Magos emprendieron un largo camino para adorarlo y llevarle sus mejores regalos. Es
el Niño por el cual otros niños inocentes entregaron su vida, presagiando el acto de sacrifico de
su vida, sacrificio que entregan muchos mártires, dispúestos a hacerlo pro su amor.
Es el Niño y el Rey de los Cielos; el niño de pecho y al mismo tiempo el que brinda
sustento. Nace en la oscuridad de la noche y al mismo tiempo es El el que entrega la luz a
todos los pueblos. Es quien cumple su misión dando a conocer a todas las naciones el nombre
del verdadero y único Dios. Y mientras anula las diferencias entre las razas, las naciones, las
condiciones sociales, ideológicas, culturales y económicas, enseña que todos los seres
humanos somos hermanos pues somos hermanos de Jesucristo e hijos del mismo Dios.
La meditación en Dios-Niño frente a aquella imagen del Niño Jesús hizo que los
parroquianos del Padre Blanco Nájera alabaran a Dios de manera especial, se le rezara y se le
diera gloria.
Su devoción mariana, su devoción al Niño Jesús, el canto y la música atrajeron a mucha
gente a la Iglesia. D. Francisco, lo aprovechó para solidificar la catequesis empezando por
enseñar a cómo participar mejor de la Misa.
Estos habían sido los elementos que lo habían llevado a entregarse generosamente sin
miedo a Dios y a los demás. Ahora, eran sus primeras acciones como sacerdote y lo serían a
lo largo de toda su vida. De nuevo, se muestra presente la importancia del testimonio vivido
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en sus primeros años de vida que le dieron su madre y santas personas como el Hermano
Muru. Quizás sea ésta una de las razones por las cuales en su escritorio cuando fue
nombrado Obispo tenía escrito: Lo que tú seas, serán tus sacerdotes y lo que tú y tus
sacerdotes sean, será tu Diócesis.
intensificaron. Los juicios rápidos en unos casos y aparatosos en otros hacían de las condenas
a muerte y las matanzas el quehacer diario.
Frente a todo ésto, las autoridades respetaron a la Congregación de las Hermanas de la
Caridad, aunque las obligaron a quitarse los hábitos de monja, pues mantenían una institución
benéfica llamada "Gota de Leche". Les pedían que aumentaran el volumen de comidas que
hacían para los pobres y necesitados, a cambio de dejarlas vivir tranquilas.
Sor Concepción, la superiora de las Hermanas de la Caridad, que lo conocía desde hacía
un tiempo y lo trataba como a un hijo, sabiendo que D. Francisco corría peligro de muerte por
ser un sacerdote tan conocido, se puso de acuerdo con el resto de sus monjas. Valientemente
confió en la misericordia de Dios y se ofreció para esconderlo en el ático del convento donde
permaneció durante dos años. En medio de la zozobra de requisas consuetudinarias al
convento y de grandes inseguridades, logró hacer de esos años un timpoe para meditar, rezar,
estudiar y profundizar en su vida espiritual. Todo ello lo ayudóa a hondar más en su fe y a
depender exclusivamente de Dios.
Con su empuje y dinamismo decidió escapar de Jaén para ir hasta Córdoba junto con un
discípulo suyo y varios "contactos". Todo estaba bien planeado. La salida estuvo llena de
peripecias y angustias. En un momento determinado falló el contacto, tuvieron que esconderse
en una alcantarilla debajo de la carretera para evitar ser descubiertos y regresar a Jaén.
Como las Hermanas no lo estaban esperando,la puerta del Convento estaba cerrada y no
tenía forma de entrar. No le quedó más remedio que ponerse en la fila de gente que esperaba
la apertura del mercado y confiar en Dios para que los guardias no lo reconocieran.
Milagrosamente logró llegar al Convento y salvarse.
Como hombre perseverante, preparó una nueva huída. Con la ayuda de otro sacerdote
logró escapar disfrazado de paisano y llegar hasta Córdoba.
De inmediato retomó su labor en la Acción Católica para ayudar a los más necesitados, se
dedicó especialmente a la enseñanza de la clase obrera que era su primera preocupación.
Dirigió el Conservatorio de Música y Declamación y dió clases de alemán en el Instituto de
Enseñanza Media.
Cuando por fin terminó la guerra en 1939, había todo un país que reconstruir. Fue
entonces cuando pudo impulsar abiertamente el culto a la Eucaristía. Junto a su labor social,
retomó sus clases, sus largas horas dedicadas a confesar y el tiempo dedicado a la dirección
espiritual. En este tiempo, conoció a un grupo de religiosas muy interesadas en la labor
educativa y comenzó con ellas a hacer planes al respecto.
Como sacerdote, el Padre Francisco Nájera Blanco le dió una importancia muy especial
tanto a la Confesión como a la dirección de las almas. Es interesante ver cómo su costumbre
de sentarse en el Confesionario a tempranas horas de la mañana y en la tardecita, fue algo
que siempre hizo desde su consagración como sacerdote hasta el final de sus dias sin importar
el cargo o el nombramiento que tuviera. Para él, el confesionario era un gran medio de
apostolado pues le permitía llegar al fondo del corazón de las personas y motivarlas para
encender en ellas el amor a Cristo vivo y resucitado.
Esto hizo que se convirtiera en un director de conciencias muy fino y experimentado
donde acudían cantidades de personas de todas partes a confesarse y buscar dirección
espiritual.
Conociendo la importancia del perdón de los pecados y de la gracia que Dios otorga a
través del Sacramento de la Confesión explicaba en algún momento D. Francisco Blanco
Nájera que Cristo vino a liberarnos de la esclavitud del pecado y esta lucha durará hasta el
final de los siglos. Cristo fue enviado por el Padre para salvar lo que estaba perdido (Lc.19,10)
y mientras Cristo no conoció el pecado (2Cor.5,21), vino a expiar los pecados del pueblo.
(Heb.2,17)
Decía que la penitencia es la antítesis del pecado, por eso se le llama también
“conversión”, es decir, el cambio profundo por el cual se vuelve al estado de gracia, al
verdadero camino de donde se había des-viado, el descarriado pecador.
Esta conversión supone un cambio en la forma de pensar y actuar y Dios y la Iglesia
acogen amistosamente al pecador. Como todos caemos en muchas faltas contínuamente
necesitamos la misericordia de Dios y todos los días debemos orar: "Perdónanos nuestras
deudas” .
El pecado está en pretender realizarse al margen del proyecto de Dios. Cuando el
hombre se auto-proclama como el centro de gravedad o cuando no relativiza las creaturas y
sus dimensiones (poder, riqueza, placer) y se olvida de que todo es don de Dios entonces
“rompe la debida subordinación a su último fin y también su ordenación tanto por lo que toca a
su propia persona, como a las relaciones con los demás y con el resto de la creación”(GS13) Y
esto es la auto-destrucción, el infierno.
Si la fe pierde su consistencia, la noción de pecado se desvanece. El pecado destruye el
amor. Es lo contrario del amor.
Actuar con conciencia (con-ciencia) es actuar con sabiduría cristiana. Es saber discernir
prudentemente entre el bien y el mal. Es tener los ojos, los oídos y el corazón despiertos para
superar nuestros despistes y no salirnos del camino.
Dios sale al encuentro de la oveja perdida, sacudiendo la inteligencia o el corazón
pervertido del pecador. Dios se sirve de casos aparentemente fortuitos para hacer volver al
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pecador: una enfermedad, un revés en la fortuna, una decepción amorosa, una situación
crítica de la vida. En el caso del hijo pródigo usó el hambre y el abandono. Un fracaso, una
angustia. El amor del Padre va ablandando el corazón duro, inconsciente y obstinado, hasta
que comienza a ver claro y sale de su error.
Dios actúa en los corazones equivocados: Les daré un corazón nuevo, infundiré en
ustedes un espíritu nuevo, quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de
carne. Infundiré mi espíritu en ustedes, haré que se conduzcan, según mis preceptos y
observen y practiquen mis normas. (Ez.36,25-27)
Con la afirmación tajante que Blanco Nájera hizo varias veces de que Nada puede
construirse fuera de Cristo animaba al arrepentimiento y la conversión. Cuando el pecador
se arrepiente, comienza la con-versión del corazón, su inteligencia y conciencia cambian. Toda
una metamorfosis se produce en él. Me levantaré y volveré a mi Padre Lc.15,18) y así se
puede esforzar en reproducir cada vez más fielmente en sí mismo, la imagen de Cristo
(Rom.8,29)
De ésta forma, el pecador puede distinguir las obras de la carne y del error y
establecer los buenos criterios para hacer un exámen de conciencia sobre los pecados
cometidos u omitidos, siguiendo la línea de la que habla San Pablo en los Gálatas 5,19-23:
Las obras de la carne son bien conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría,
hechicería, odios, discordias, celos, embriagueces, ira, rencillas, divisiones,
disensiones,envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes. En cambio, el fruto del
Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, mansedumbre, templanza.
En diversas ocasiones en sus sermones y clases explicaba con diferentes ejemplos que el
Sacramento de la Confesión no era un invento de los hombres sino que fue instituido por Cristo
en forma de juicio, para la remisión de los pecados. Nadie cuestiona el hecho de que Cristo
tenía el poder de perdonar los pecados (como el caso del paralítico de Cafarnaúm, introducido
por el techo de la casa). Cuando le dijo tus pecados son perdonados . Todos se alarmaron
pero Jesús les dijo: ... para convencerlos que el Hijo del Hombre tiene el poder de perdonar los
pecados, te digo: Levántate y anda. (Mc.2,10)
Nuestro Señor, le confirió el poder de perdonar a Pedro, la roca de la Iglesia Todo lo
que ates en la tierra, quedará atado en el cielo y lo que destaes, quedará desatado. (Jn.20,21-
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Anteriormente, Jesús le había dicho a Pedro que El había sido enviado por el Padre, y
que ahora lo mandaba a él a perdonar o no perdonar. Estas palabras implican “oir la
confesión”, porque ¿cómo puede saber un sacerdote de la Iglesia qué pecados perdonar y
cuáles no , si no los oye?
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Frente a los que le argumentaban que no creían en la confesión, Mons, Blanco Nájera
decía que podemos estar seguros que este sacramento no es de institución humana. Si la
Iglesia hubiera inventado cualquiera de los sacramentos, hubiera sin duda eliminado el de la
Penitencia porque el esfuerzo que supone sentarse a oir confesiones por largas horas en una
monotonía terrible de caídas, fallas y miserias humanas, no es precisamente lo más agradable.
Sólo se hace porque es de institución Divina con una oportunidad maravillosa de restaurarle la
paz al arrepentido y de hacerlo santo.
¿Por qué Cristo exige decir nuestros pecados? ¿Por qué no decírselo directamente a
Dios? ¿Porque el estar arrepentido no es efectivo cuando nos detiene un policia por una
infracción cometida?, ¿Por qué debía ser efectiva con Dios? Derramar lágrimas, no es prueba
de tristeza, ni de arrepentimiento, porque entonces somos nosotros los que nos estamos
poniendo como jueces. ¿Quién sería sentenciado a prisión, si él fuera su propio juez? ¡Qué
fácil le sería a los asesinos y ladrones escaparse de la justicia y del juicio!.
El pecado es orgullo, requiere humildad. No hay mayor humildad que el contarle a
otro las propias miserias y errores. Siendo una persona profundamente humilde, Blanco
Nájera entendía muy bien el problema de la Confesión. Esta auto-revelación cura la
enfermedad moral. Si al estómago llega una sustancia que no puede asimilar, la bota, lo
mismo pasa con el alma: busca librarse de aquello que le preocupa.
Jesús le dijo a sus Apóstoles al resucitar: “la paz esté con ustedes, sopló sobre ellos
el Espíritu Santo y les dijo: A quienes le perdonen los pecados, le serán perdonados y a
quiénes se los retengan, les serán retenidos (Jn.20,23) En Mt. 18,18 agrega: Todo lo que
ates en la tierra quedara atado en el cielo y lo que desates en la tierra, quedará destado en el
cielo.
Ciertamente se puede afirmar como lo hicieron los judíos: ¿Quién puede perdonar los
pecados sino sólo Dios? (Mc.2,7) Sin embargo, si bien esto es verdad, no elimina las
mediaciones. El hombre es un ser material-espiritual y por ello, no tiene acceso inmediato a
Dios, que es Espíritu. Para darnos su perdón, Dios se sirve de mediaciones, en concreto de
los hombres. Las mediaciones para llegar a Dios, las llamamos sacramentos.
Al pecar se ofende a Dios, pero esta ofensa le llega a través de las creaturas a quiénes
se les hizo daño, por lo tanto, es lógico que el perdón le venga también en la misma dirección,
a través de una persona. Aclaraba que la tentación de ofender a Dios no es pecado, el
pecado radica en ceder a la tentación. Al vencer a la tentación, crecemos espiritualmente en
intimidad y amor a Dios. Sin embargo, el vencerla es tan incierto y la frontera de la tentación y
el pecado son tan rápidamente franqueables que debemos velar y orar porque la carne es
débil, pero el espíritu es fuerte (Mt.26,41) San Pablo dice: Dios no permitirá que seas tentado
más allá de tus fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito para que puedas resistirla.
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(1Cor.10-13) Debemos rezar unos por otros, tal como lo hizo Jesús Yo he rogado por tí para
que no desfallezca tu fe (Lc.2,31-32) de modo de ayudarnos mutuamente a no caer en la
tentación.
En sus escritos espirituales, Monseñor Blanco Nájera decía: Nuestra renovación ha de
ser una renovación interior. No basta revestirse del hábito, de la túnica de esposa de
Cristo e imitarle externamente en sus palabras y en sus acciones, es necesario
parecerlo y serlo en realidad, de tal suerte que los demás puedan decir al veros: "He ahí
un alma compenetrada íntimamente con Jesucristo". Seguía así las palabras del
Evangelio: Vestíos de la armadura de Dios, para que podáis resistir a las insidias del
diablo......Tomad la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo y vencido todo, os
mantengáis firmes.......Estad alertas, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza
de justicia y calzados los pies prontos a anunciar el avangelio de la paz....... Tomad el yelmo
de la salvación y la espada del espíritu que es la palabra de Dios. (Ef.6,10-18)
Monseñor Blanco Nájera en sus explicaciones señalaba que no es el sacerdote el que
absuelve los pecados, él es sólo el instrumento de Cristo y porque actúa en el nombre de
Cristo, está atado al secreto de confesión o sigilo sacramental, en el cual ni siquiera bajo la
amenaza de pena de muerte, puede revelar los pecados que le han sido confiado en
confesión. Como persona, él no ha escuchado ningún pecado, no son parte de su
conocimiento. Fue Cristo el que escuchó el o los pecados y es Cristo sólo el que conoce los
pecados. El ministro del sacramento es únicamente el sacerdote. Había estudiado que San
Basilio en el siglo IV decía: “en la confesión de los pecados, ha de observarse la misma regla
que se emplea en la curación de los enfermos. Las enfermedades del cuerpo no se muestran
a todos los hombres, ni a cualquier persona, sino sólo a los expertos en el tratamiento de las
enfermedades. Pues, de manera análoga, la confesión de los pecados, sólo debe hacerse ante
aquellos que pueden curarles”.
Porque el sacerdote perdona los pecados en virtud del sacramento del Orden sacerdotal,
no por sus cualidades ni por sus méritos, animaba a sus fieles a confesarse con espíritu de fe,
total confianza en que éste sacramento es el tribunal de la misericordia que siempre absuelve
al pecador arrepentido que se propone tratar de no volver a ofender a Dios. Les repasaba con
frecuencia que los requisitos de la confesión son examen de conciencia, dolor de corazón,
propósito firme de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia.
Recordaba que la confesión frecuente: aumenta el conocimiento de sí mismo; aumenta la
humildad; permite que se desarraiguen las malas costumbres; se le hace frente a la indolencia
espirtual o la tibieza; se robustece la voluntad; se purifica la conciencia. Además, se obtiene la
gracia sacramental, la reconciliación con la Iglesia, se restituye la paz, se reciben mayores
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luces en los caminos de Dios, se aumentan las fuerzas del alma y sobretodo se reconcilia la
persona con Dios y se le abren las puertas del cielo.
Mientras más nos acercamos a Dios, más vemos nuestros pecados. Es poco lo que se ve
a la luz de un candelabro, pero cuántas cosas no se ven a la luz del sol.
En su ideal de imitar a Cristo, Monseñor Blanco Nájera recordaba que Jesús se convirtió
en sacramento de perdón. Es decir, Dios mandó a su Hijo, hizo que este se convirtiera en
hombre para poder ser la la víctima expiatoria para la salvación del mundo. La misión de
Jesús era la de perdonar: buscó a la oveja perdida y al hijo pródigo; comió con los pecadores,
perdonó a los publicanos, a los ladrones, a las mujeres públicas, murió para establecer
amistad con los enemigos de Dios. Y ésta misión de perdonar los pecados, se la comunicó a
los suyos antes de desaparecer visiblemente (cf. Jn.20,21-23).
La confesión es una ayuda muy eficaz en la búsqueda de la santidad. Monseñor Blanco
Nájera tenía escrito sobre su escritorio lo siguiente: La batalla de la santidad se libra en el
campo de la voluntad, diríamos mejor en el campo del corazón. La voluntad es potencia
deliberativa, el corazón fuerza eje ejecutiva; la voluntad se determina en un momento
dado, pero requiere en la ejecución, la palanca del corazón, vista a la verdad; la voluntad
la abraza, se determina le duele no haberla cumplido, esto es suficiente para una buena
confesión...
Dios sabe lo que hay en el hombre, por eso instituyó el sacramento de la Penitencia, no
para sus necesidades, sino para las nuestras. Fue su forma de darle al ser humano un corazón
alegre. Estaba claro que para Monseñor Blanco Nájera el dedicar largas horas a la confesión
era algo muy necesario.
Como representatne de la Iglesia vivió con gran fidelidad dentro de la Iglesia Católica
respaldando al Papa. Sabía que el Papa es el Vicario de Cristo, es decir el representante de
Cristo en la tierra, que no es auto-nombrado sino elegido de por vida por todos los Cardenales
bajo la influencia del Espíritu Santo.
Para Monseñor Blanco Nájera era muy claro el pasaje del Evangelio donde Jesús estaba
sentado con sus Apóstoles conversando y les preguntó: ¿Quién dicen los hombres que soy
yo?" , las respuestas fueron muy variadas pero Simón le dijo: "Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios
vivo." y Jesús le respondió: "Feliz, tu, Simón hijo de Juan, porque eso no te lo ha enseñado la
carne ni la angre, sino mi Padre que está en los cielos. Y ahora te digo yo: Tu eres Pedro y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes del infierno no la podrán vencer. Yo te daré
las llaves del Cielo: todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desates
en la tierra será desatado en el cielo. (Mt.16,13-20)
En esta conversación de Jesús con los Apóstoles quedaba claro que estaba
estableciendo su Iglesia con Simón Pedro a la cabeza. Monseñor Blanco Nájera estaba
convencido que la obediencia y el seguimiento al sucesor de Pedro, era seguir la voluntad de
Jesucristo y permanecer en el camino de la verdad.
Su labor como Obispo puede sintetizarse en tres palabras: enseñar, santificar y gobernar.
Como representate de Dios y de la Iglesia se identificaba con la figura del Buen Pastor
(Jn.10,11-16) al convocar a su rebaño (todas las personas de su Diócesis) presidiendo,
dirigiendo, uniendo y organizando en nombre de Jesús. Esa autoridad de Obispo para él no
era otra cosa sino la misma de Cristo quien dijo que no había venido a servir, sino a ser
servido. (Mt.20,28)
La virtud más importante del pastor es la misma del Buen Pastor: la caridad. Esto lo
deducimos pues decía con frecuencia: Es imposible amar a Cristo y no arder en deseos de
darlo a conocer a los demás. Trabajó mucho por quienes lo rodeaban con autoridad pero
con humildad, pues sin ésta, la autoridad deja de ser servicio, ministerio. Su trabajo, sus
palabras y escritos abarcan a todas las personas: niños, mujeres, hombres, obreros, maestros,
religiosos .... porque ...el amor de Cristo que abraza nuestro pecho, como hoguera de un
volcán, es el que nos empuja a prender estas llamas de amor en los corazones de
nuestros hermanos los hombre. (Homilía en una Capilla de Orense)
Como Obispo su actuación pastoral se centró en buscar el contacto con la gente del
pueblo, lo cual se traducía en visitas pastorales, atención a los seminaristas, a los sacerdotes,
el énfasis en los ejercicios espirituales para todos, fomento de organizaciones religiosas laicas
y la veneración a la Virgen María, la llena de gracia, la elegida por Dios para ser la Madre de
Jesucristo, y madre espiritual de todos los miembros del Cuerpo Místico
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obras está muerta. El mismo Jesús dice que al final de la vida seremos juzgados por el amor
que hayamos dado a los demás: "Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de
bener, estaba desnudo y me vestiste, estaba enfermo y me fuiste a ver; estaba en prisión y me
visitaste; era un extraño y me recibiste...Todo lo que hagan con uno de estos mis hermanos
más pequeños conmigo lo hacen." (Mt.25,31 ss)
El dicho: "Obras son amores y no buenas razones" era para él una verdad muy grande.
Estaba convencido de la necesidad de vivir una vida ejemplar, una vida de obras que agraden
a Dios. No bastaba con tener buenas razones o excusas, o unas creencias muy etéreas, muy
en el aire. El amor tiene que demostrarse en actos de caridad, de solidaridad con los demás
porque el apostolado es la práctica de la caridad, es decir, amor a Dios y al prójimo.
(Apuntes espirituales)
Monseñor Blanco Nájera todo lo realizaba con bondad, con alegría, sonriendo porque
sabía aunque la obra fuera difícil, valía la pena pues estaba poniendo en práctica el amor a
Dios. Yo conozco un talismán ...que hace fácil todo o difícil, suave todo lo pesado, dulce
todo lo amargo, posible todo lo imposible. Ese talisman es el amor. El amor va labrando
golpe a golpe, el corazón del amante, hasta transformarlo en el objeto de sus amorosas
ansias. (Escritos espiritules. p.57). Su amor y preocupación por los pobres la hizo realidad a
través del la creación del Secretariado Diocesano de Caridad desde donde se repartía ropa a
los pobres en Navidad y a lo largo de todo el año se proveía de alimentos, abrigo y consuelo a
los más necesitados. Al mismo tiempo, creó cooperativas para los campesinos.
Su sentido eclesial, su fidelidad al Papa y su inmenso amor a la Virgen, lo llevaron a viajar
a Roma para estar presente, el primero de Noviembre de 1950, en la proclamación del Dogma
de la Asunción de la Virgen por parte del Papa Pío XII. Sobre su escritorio tenía una talla de la
Virgen María como Reina subiendo a los cielos rodeada de ángeles.
La devoción a la Virgen María era para él una oportunidad muy grande para evangelizar a
la sociedad. Fue así como viajó a Portugal, concretamente a Fátima y en el lugar de Cova de
Iria, donde la Virgen se había aparecido en 1917 a los tres pastorcitos: Lucía, Francisco y
Jacinta, obtuvo una imagen y la hizo bendecir. Llegó de regreso el 30 de mayo a Orense
donde ya estaba preparada una entrada apoteósica para la Virgen para llevarla en procesión
solemne hasta la Plaza Mayor. En ese acto lleno de emoción, Monseñor Blanco Nájera
consagró la Diócesis a la Virgen de Fátima. Esa noche la Virgen fue trasladada a al Catedral
donde la gente se turnó para ser velada por turnos. Al día siguiente peregrinó por las calles de
Orense, por el Hospital y el Asilo de Ancianos. Finalmente la colocaron en la Iglesia de el
Cuoto, la cual se convirtió en el Santuario de la Virgen de Fátima y centro de devoción
mariana. En varias ocasiones sus visitas pastorales en la Diócesis las realizó llevando a la
Virgen de Fátima consigo y la ponía a presidir sus prédicas y las Confirmaciones.
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evangélico, Monseñor Blanco Nájera concluyó que a través del Divino Maestro, la personalidad
del niño adquiría un relieve y un valor muy superior a las consideraciones humanas que hasta
ahora se habían hecho del niño. Es en el Evangelio donde se expone de forma categórica
el respeto a la personalidad del niño.
Además de sus escritos en favor de los niños, lo encontramos dando clases, exponiendo
con claridad su pensamiento pedagógico, el cual es una importante defensa de la doctrina
católica acerca de la educación, y fundando la Congregacion de la Misioneras del Divino
Maestro.
El aprecio a los niños lo fundamentaba también en aquellas palabras de Jesús: Cuidado
con despreciar a uno de estos pequeñuelos, porque les hago saber, que sus ángeles de la
guarda, en os cielos, están siempre viendo la faz de mi Padre. (Mt.18,6)
Utilizando conceptos de justicia, derecho y educación, Monseñor Blanco Nájera señalaba
que: Negar la necesidad de la educación es negarle al niño el derecho de llegar a ser
hombre libre y perfecto ...Vida que no se cultiva es vida que se atrofia... El niño
analfabeto es ineducado, es un desarmado e inservible para las luchas de la vida, un ser
psicológicamente incapacitado.
Basándose es estas ideas, lanzó una Tabla de los Derechos del Niño frente a la
Declaración de Ginebra el 26 de septiembre de 1924 donde señalaba:
1.-El niño desde el momento de su concepción, tiene derecho a nacer.
2.- El niño, por haber nacido, tiene derecho a vivir.
3.-El niño tiene derecho al hogar de sus progenitores.
4.-El niño tiene derecho preferente a la educación familiar.
5.- El niño tiene derecho a la educación física, intelectual y moral.
6.-El niño tiene derecho a la educación religiosa.
7.-El niño tiene derecho a la acción tutelar, integral, subisidaria del Estado en los casos de
incapacidad, negligencia o falta de recursos de los padres.
Estos derechos, en opinión de Monseñor Blanco Nájera son inherentes a la personalidad
humana y están por encima de las naciones y del poder del Estado. Por lo tanto, son sujetos
de justicia social. Ay del que escandalize a uno de estos pequeños que creen en mí! Más le
valiera que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y con ella fuera sumergido en lo
más profundo del mar (Mt.18,6,10-11)
Decía que no había que educar solamente la inteligencia del niño sino también su voluntad
pues a través de esta es como se adquieren buenos hábitos y se forjan los caracteres. A un
niño no sólo hay que formarle su cerebro sino también modelarle su corazón de una manera
constante y con miras a un ideal determinado.
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Claro está que para que ésto tenga sentido, hay que comenzar defendiendo la vida. El
derecho a la vida en su acepción más clara y evidente desde el momento de su concepción es
un deber estricto que proviene de la razón y no de la fuerza, por eso, es el derecho más
sagrado que tenemos los seres humanos.
La vida es un don de Dios y nosotros no podemos arrebatarlo sin cometer una ofensa
grave. El derecho a la vida es el derecho básico y originario de todo ser humano, se basa en
el orden natural. No es el resultado de ningún ordenamiento jurídico sino que se vuelve una
exigencia y un compromiso de todo cristiano. No sólo resuena en el corazón de su enseñanza
el solemne mandamiento de No Matarás sino también que Jesús pone en la base del
conocimientos y de la práctica el Ama a tu prójimo como a tí mismo...Amense los unos a los
otros.
Si no existe el derecho a la vida, los demás derechos pierden su razón de ser. El modo de
entender la vida y las relaciones personales se basan en el derecho a la vida. Esto tiene una
trascendencia especial en la solidaridad con el más débil, con los necesitados, con los
enfermos. Es en la ayuda material y espiritual al hambriento, al abandonado, al damnificado, al
enfermo, al encarcelado, al extraño, incluyendo el no nacido y el anciano solo como se
cumplen las palabras de Cristo Todo lo que hiciste a uno de estos hermanos míos más
pequeños a Mí me lo hiciste. (Mt.25,40)
Esta defensa a la vida fue un clamor de Monseñor Blanco Nájera a defender a los pobres
del mundo, a los verdaderamente oprimidos y cruelmente seleccionados, donde los más
débiles son eliminados injustamente atacando sus derechos fundamentales. No concebía
cómo la ciencia trabajaba tanto para salvar la vida y luego fuera cómplice de su destrucción. Si
se luchaba por defender la naturaleza animal y vegetal era necesario propugnar con vigor el
mismo respeto hacia los primeros estadios de la existencia del ser humano, al que Dios puso a
la cabeza de la creación. Son contradicciones demasiado evidentes, para esconderla detrás
de supuestos derechos de libertad. Defendía a los que no tienen voz para que fueran
respetados, amados y tomados en cuenta. Sólo así, se podría amar y servir a todo lo que es
la vida humana. Si alguno no tiene cuidado de los suyos, mayormente de los de su casa,
negó la fe y es peor que un infiel (1Tim.5,8) Es esta la única forma de encontrar libertad
verdadera, desarrollo, paz y felicidad. La necesidad de defender la vida se convirtió para
Monseñor Blanco Nájera en un desafío para la evangelización pues veía como el Evangelio de
la vida conforma el centro del mensaje de Jesús.
Frente a los graves problemas de la disminución de los nacimientos, estamos llamados a
descubrir en los hijos la bendición de Dios: La herencia de Yavé son los hijos, su recompensa
el fruto de las entrañas (Salmo 127,3)
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intelectual. El ser humano es ante todo inteligencia que piensa y voluntad que ama. Por ello a
los padres les incumbre por derecho y obligación tanto el desarrollo físico de la vida de su hijo
como la educación de su vida espiritual, el desarrollo de las cualidades anímicas. Reforzando
ésto, Blanco Nájera decía: Así como el niño no puede salir del seno materno hasta que no
esté físicamente organizado; del seno de la familia no puede ni debe salir hasta que no
se halle también espiritual y moralmente organizado y formado ... Arrancarles al hijo y
entregarle a manos extrañas para formarle y educarle, es un atentado contra la libertad e
inviolabilidad de los padres, un robo moral, una mutilación del hombre completo.
(Derecho Docente de la Iglesia, la Familia y el Estado p90) La educación es obra de amor,
ternura, abnegación y sacrificio, además autoridad, contínua vigilancia, influjo
inmediato por el ejemplo; y, ¿quién posee en tan alto grado estas cualidades como los
padres? ... Son derechos que se sobreponen al poder del Estado mismo; violarlos
constituiría un atropello a los atributos humanos. (Derecho Docente de la Iglesia, la
Familia y el Estado p99, 126)
Al hablar de que el niño tiene derecho a la educación religiosa, Mons Blanco Nájera decía
Educar al niño en el olvido, o lo que sería más desastroso, en el desprecio de Dios y de
lo que toca a DIos, es querer realzar la vida dirigiéndola en sentido opuesto; es querer
engrandecerla quitándole su grandeza más divina; es desarrollar en lo más íntimo de su
ser el principio más activo de todas las decadencias; rompiendo el divino resorte de
todos ss verdaderos progresos, es la contradicción misma. Nada, por consiguiente, más
antinatural y absurdo que un sistema pedagógico en que la religión y l moral no tengan
parte, o lo que es peor, un sistema de educación en que se enseñe a despreciar e
insultar la religión. Prero no debemos contentarnos con que la educación sea religiosa;
es preciso, y sólo de ésta suerte llegaremos al cumplimiento de la ley canónica, que sea
cristiana, más aún, que sea profundamente católica. (Derecho Docente de la Iglesia, la
Familia y el Estado p. 220)
Agregaba que esa religión vaga, indeterminada, universal, sentimental, humanitaria que no
impone deberes, ni frenos, ni dogmas, donde pareciera que todo fuera verdad ... no puede
darle vida a la educación en general y menos la infantil y la juvenil pues carece de
fundamentos. La educación ha de cimentarse sobre algo verdadero, inmutable, real.
Parafraseando al Papa Pío XI decía: no puede existir una educación completa y perfecta si
la educación no es cristiana. (Derecho Docente..p221)
Finalmente, Monseñor Blanco Nájera planteaba que al vivir en medio de una comunidad,
las personas estan sometidas a leyes que regulan la vida y por lo tanto, a la acción e influencia
del Estado. El niño tiene derecho a la acción tutelar, integral, subisidaria del Estado en los
casos de incapacidad, negligencia o falta de recursos de los padres por la doble misión estatal
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OBISPO FUNDADOR
Por su interés en la infancia y en la juventud a Monseñor Francisco Blanco Nájera le
preocupaba por encima de todo la educación pues La educación de la niñez es de una
importancia trascendental y de una influencia decisiva en los destinos de la Humanidad.
Los niños de hoy, serán los hombres del mañana, por regla general, con las virtudes
o los vicios, con la bondad o malicia, con las ideas, sentimientos y convicciones, con la
firmeza o debilidad de carácter que en sus primeros y más tiernos años sembrara el
bueno o mal sembrador en sus inocentes almas, abiertas como las flores, a todas las
influencias.. (Derecho Docente de la Iglesia, la Familia y el Estado p.3)
Desde 1930 se conocen una serie de artículos producto de sus estudios acerca de la
legislación canónico-civil en materia de educación y la niñez. El primero de ellos lo intituló: La
Iglesia, la Familia y el Estado. A este le siguieron toda una serie de artículos en la misma línea.
En 1934 publicó su gran obra titulada Derecho Docente de la Iglesia, la Familia y el Estado ,
toda una exposición amplia y detallada de la los distintos aspectos educativos. Gran parte de
la vida de Monseñor Blanco Nájera la dedicó a trabajar árduamente por influir en la legislación
educativa de España basándose en sus conocimientos juridicos y teológicos, a través de
libros, artículos, conferencias, asesoramientos.
Pero Monseñor Blanco Nájera no era hombre que se quedaba en la teoría sino que iba a la
práctica. Al ser consagrado Obispo el 12 de Noviembre de 1944 su primera tarea episcopal
fue materializar aquél sueño que venía fraguando desde hacía tiempo de crear una
congregación femenina dedicada a la educación integral de los niños y la juventud. Siempre le
había dado vueltas en la cabeza las palabras del Papa León XII : La escuela es el campo de
batalla en el cual se decide sila futura generación será o no católica. Por lo tanto, la
cuestión escolar es para nosotros, los católicos, una cuestión de vida o muerte.
(Derecho Docente de la Iglesia, la Familia y el Estado p.4)
El 7 de Diciembre de 1944, estaba fundando la Congregación de las Misioneras del Divino
Maestro, gracias a la ayuda de su colega el Obispo de Guadix. Las bases ideológicas,
espirituales, pedagógicas y jurídicas de la Congregación las escribió entre 1945 y 1947
titulándolas: Idea Suscinta de las Cooperadoras del Divino Maestro., el cual establecía que la
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cooperadoras debían, junto con la jerarquía continuar con la misión educativa del Divino
Maestro: Id a enseñar a todas las gentes. De aquí su énfasis en la evangelización de los
pobres.
Esta delicada labor la comenzó con tres religiosas que compartían sus ideales educativos.
La Madre Soledad, la Madre Inés y la Madre Amalia tuvieron a su cargo la evangelización de
los pobres por medio de la docencia.
En su preocupación constante por elevar el nivel educativo de las clases humildes de
manera de acabar con las diferencias de clases, veía con dolor cómo el sector de los pobres
era el menos atendido educacionalmente. Insistía en la necesidad perentoria de educar y la
evangelizar a la gente humilde y menos favorecida, a las niñas y las obreras.
Frente a las escuelas laicistas, anticristianas y otras neutras, Monseñor Blanco Nájera
planteaba la educación católica como la verdadera acción educativa para solucionar los
problemas sociales pues para él la educación es ante todo un proceso de formación de
valores, actitudes y hábitos. Hacer ciencia sin formar conciencia sería reducir a la educación a
procesos instructivos que podrían ser implementados por cualquiera. Sin embargo, había visto
cómo muchas congregaciones educativas católicas comenzaban dedicándose a los pobres,
pero por problemas económicos habían tenido que volver su acción hacia las clases más
pudientes y se habían convertido en clasistas. Ahora, Monseñor Blanco Nájera proponía una
educación religiosa popular.
La solución estaba en hacerlo con la ayuda del Estado. Como jurista, defendía el hecho
de que el Estado tenía deberes en materia de educación: Es derecho y obligación del
Estado, suplir la insuficiencia docente de la iniciativa privada de los padres..
Junto a ésto esgrimió que Las Escuelas creadas por la Iglesia no deben considerarse
como meramente privadas, sino como escuelas públicas, ya que es la autoridad pública,
y no una mera persona privada, las que las erige. (Derecho Docente... p.351)
Entabló conversaciones con miembros del Gobierno haciéndoles ver que necesitaban
maestros selectos, entregados, preparados y responsables, con los títulos académicos civiles
que requería la enseñanza estatal. El se encargaría de conseguirles y prepararles a ese tipo
de maestros. Les garantizaba que podía someterlos a las pruebas de titulación y selección
junto con todos los elementos que ellos exigían a los patronatos. A cambio, el Estado debía
pagarles el sueldo. Así, se iniciaron las Religiosas Misioneras del Divino Maestro en la
enseñanza primaria española.
Su gran originalidad fue la de encajar su obra educativa en los organismo oficiales del
Estado en España. Planteaba que las Cooperadoras y las Misioneras del Divino Maestro
tuvieran la propiedad de las plazas escolares, siendo consideradas por el Estado en orden a
sus ascensos, sueldo, escalafón, tal como si fueran maestras normales y corrientes.
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Esto lo logró en un principio gracias a que, el Gral. Francisco Franco nombró Ministro de
Educación a un gran amigo de Mons. Blanco Nájera que le pidió que redactara un capítulo
dedicado a la educación. Amparado por este Ministro, se hizo el Patronato del Divino Maestro
que consistía en un convenio con el Estado y la Congregación del Divino Maestro. Esto
permitió que tuvieran una serie de privilegios hasta 1970. Años más tarde con la nueva
Constitución española perdieron los privilegios y se suprimieron los Patronatos.
El convenio español consistía en que el Estado pagaba a los maestros, mientras que la
Congregación atendía las escuelas. La educación era gratuita. En el convenio existían dos
modalidades: concierto pleno y concierto medio.
Concierto pleno: totalidad del pago a maestros por parte del Estado
Concierto medio: parte del pago era del Estado y parte de los padres de familia.
De ésta forma, las Misioneras del Divino Maestro podían encargarse de la enseñanza y
educación de los pobres en suburbios y aldeas, sin preocuparse de la problemática
económica pues esta estaba resuelta por el Estado.
Los nuevos criterios que establecía Monseñor Francisco Blanco Nájera, rompían con los
moldes tradicionales de la vida consagrada. Le exigía a las religiosas buena voluntad y
abnegación, unidos a los votos de pobreza, castidad y obediencia, además de una seria
preparación intelectual y pedagógica que las capacitara eficientemente para sus obligaciones
educativas que iban desde la instrucción técnica y profesional hasta la formación espiritual.
Para llevarlo a cabo, nombró a la Madre Soledad de la Cruz Superiora General de la
Congregación por su conocimiento profundo de la vida religiosa, su firmeza en los propósitos,
su dinámico espíritu apostólico sin llegar al activismo exagerado, su espiritu sobrenatural, así
como su pedagogía acreditada unido a sus dotes naturales de simpatía, comprensión y
dulzura.
En Zamora, España, el primero de febrero de 1904 nació la hija número nueve de Manuel
Rodriguez y Paula Perez de Rodriguez a quien pusieron por nombre "Soledad". Un tiempo
después nació Alberto completando así los diez hijos que conformaron la familia. Cuando
Soledad, o "Solita" como la llamaban cariñosamente, tenía cinco años su padre, que era jefe
de Telégrafos, murió.
Viéndose viuda con tantos hijos, Paula decidió mudarse a Madrid. La vida se desarrolló
de tal manera que no tuvo otra opción sino buscarle un cupo a Soledad en el Internado para
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Huérfanas regentado por religiosas de la Beata Ana de Jesús. Allí recibió la mayor parte de su
formación espiritual y académica. De las religiosas aprendió la vida de sencillez, piedad,
estudio, trabajo, responsabilidad, pulcritud, interés verdadero hacia los demás y gran amor a
Dios.
A los dieciocho años le participó a su madre sus deseos de entregarle su vida por copleto
a Dios y al servicio de los demás. ¡Quería ser monja!. Paula le dió su aprobación e hicieron
todas las diligencias necesarias. El 12 de marzo de 1922 entró en el Noviciado de las
Religiosas Hijas de María de las Escuelas Pías, conocidas también como Escolapias. Al tomar
el hábito religioso le añadió algo nuevo a su nombre. Se llamó Sor Soledad de Santa Ana.
Poco después se enfermó y tuvo que salir del Noviciado. Esto no la desanimó sino que la
mantuvo ilusionada para su recuperación. Estaba segura que su camino era la entrega total a
Dios y a los demás. Al cabo de un año, cuando ya estaba repuesta, regresó al Convento en el
barrio de Carabanchel Alto de Madrid, de allí pasó a Córdoba y regresó a Carabanchel para su
profesión religiosa el 12 de Septiembre de 1926.
Durante ese tiempo murió su madre pero siempre contó con el apoyo de sus nueve
hermanos.
Dios va preparando los caminos de las personas para su misión aun sin que ellas lo
sepan. A la nueva "Madre Soledad" se le encomendó trabajar en el Colegio de Santa Victoria
en Córdoba. Aquí creció su interés por la educación de los niños y jóvenes. Aprendió que el
oficio de maestra iba mucho más allá de informar conocimientos a sus alumnos, aprendió la
necesidad de ser creativa en las clases, de escuchar, de captar ideas nuevas y de estar
abierta a las innovaciones dentro del marco de la doctrina cristiana. Aprendió la importancia
del contacto personal sereno, cariñoso, lleno de confianza y delicadeza tanto con los alumnos
como con los colegas maestros y con los representantes. Supo que una sonrisa y un
momento de escucha eran más valiosos que una hora de clases. Era sencilla, amable, abierta,
paciente y cercana. Así fue como se convirtió rápidamente en una persona muy popular en el
Colegio y de ella decían: "La Madre Soledad es un sol".
En ese ambiente educativo, conoció al Padre Francisco Blanco Nájera quien era el
confesor de las Hermanas y su vida tomó un nuevo rumbo. Su relación con él había nacido de
una llamada divina. Era Dios quien había buscado este encuentro entre ellos. Relación de
padre espiritual a hija que mantuvieron hasta la muerte llena de espiritualidad.
La historia narra que un día de Nochebuena, Madre Soledad le planteó la posibilidad de
hacer una Fundación para niñas huérfanas. Tenía muy vivo en su recuerdo los años tan felices
y formativos que había pasado en el Colegio de Huérfanas y deseaba repetir la experiencia
para tantas niñas que veía a su alrededor. De nuevo encontramos la importancia del
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testimonio de vida. Ese testimonio que le dieron las Hermanas del Internado hizo que ella
quisiera dedicarse por entero a Dios y ahora dedicarse con mayor énfasis a las huérfanas.
La prudencia los llevó a guardar silencio al respecto, a orar por el proyecto y a esperar
aguardando alguna señal de Dios. Cuando el Padre Francisco fue consagrado Obispo de
Orense el 12 de Noviembre de 1944, la fundación que venía fraguándose, cobró realidad.
Monseñor Blanco Nájera le pidió a Madre Soledad que solicitara su secularización, al igual
que a la Madre Inés Moreno de manera de poder iniciar la nueva fundación. En medio de gran
tristeza, pero muy firme en su decisión, Madre Soledad abandonó su querido Convento el 7 de
Diciembre de 1944 para lanzarse a la nueva misión que Dios le ponía por delante: la de ser co-
fundadora de las Misioneras del Divino Maestro. Ella sabía que Dios no nos salva sin nosotros,
El respeta nuestra libertad.
El 10 de marzo de 1945 arrancó la nueva fundación de las Congregación de las
Misioneras del Divino Maestro en Baza, en una casa que les prestó el señor Obispo Monseñor
Alvarez Lara, con la Madre Soledad a la cabeza. La acompañaban la Madre Inés, la Madre
Amalia y la Madre Lucrecia. Al día siguiente, recibieron una carta de Monseñor Blanco Nájera
que les decía: Dios os envía en plan de misioneras suyas como ángeles de luz, de paz y
de amor a esas pobrecitas almas que viven alejadas de El porque nola conocen. ¡Qué
abundante y fértil campo os ha deparado para que sembréis en él la divina semilla de la
verdad y del amor! Había que trabajar duro y rápido pues "los pobres no pueden esperar",
además ya le habían escuchado decir a su Fundador: Unicamente dándose a los demás,
realizarás tu vida y conocerás la alegría de Dios. (Escritos espirituales)
Después de la vida solucionada que tenía en el Colegio de Santa Victoria de Córdoba
ahora en Baza llevaba una vida llena de dificultades y problemas que solucionar. Como mujer
creativa y abierta, la Madre Soledad dirigió los primeros años de la fundación de la
Congregación con confianza absoluta en Dios, con heroicidad, entusiasmo y felicidad. Dios
suscita fundadores y fundaciones de acuerdo a los tiempos y ella, junto con el Obispo de
Orense habían sido seleccionados por el Creador para tan alta misión.
El norte de su vida era cumplir con la voluntad de Dios Padre. Se decía a si misma y a los
demás: Si Dios lo quiere, Soledad lo puede. Así fue toda su vida haciendo de la tierra no una
antesala del cielo, sino un lugar sagrado que Dios penetra como los rayos del sol al cristal.
Para ella, Dios estaba presente en éste mundo como crucificado en el rostro de los niños de la
calle, de la gente que sufría, de los desempleados, de los pobres en todas sus formas; como
resucitado en los que esperan contra toda esperanza y luchan por la justicia.
Se cambió el nombre por el de Madre Soledad de la Cruz para recordarse a sí misma y a
todos que su vida era de entrega absoluta a Jesucristo. Estaba convencida que Dios no quería
de ella simplemente unos trozos, sino todo su ser.
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Tres años después, en 1948, hizo junto con las otras Hermanas, su Profesión Perpétua
como Religiosa, ya habían noventa "cooperadoras" y "discípulas" del Divino Maestro.
Se necesitaba abrir más casas y más colegios por la demanda tan gande de niñas y
niños. Por lo tanto, había que trabajar también en la búsqueda de más vocaciones y
cooperadoras para ayudar en el trabajo y consolidar la obra iniciada.
La labor era tan grande que de nuevo la enfermedad y el dolor se hicieron presentes
haciéndole compañía. En lugar de disminuirla, la hizo crecer y ser aun más la mujer delicada,
sonriente, dinámica, serena y creativa de sus primeros años de vida religiosa. Su esperanza
cristiana no le permitía permanecer inactiva
Ahora le tocaba a Mons. Blanco Nájera no sólo la formación de los seminaristas, sino
también de las religiosas de su congregación. Era su guía, es decir, estaba presente y
caminaba junto a ellas. Gracias a su actitud dedicada y atenta pudo detectar a tiempo posibles
obstáculos y poner en guardia acerca de diversos problemas. Con las religiosas era firme de
fondo y suave en la forma, volviendo de nuevo a mostrar su humildad y capacidad educativa.
A las religiosas, al igual que lo hacía con lo seminaristas y los sacerdotes de su diócesis,
Monseñor Blanco Nájera les infundía como motivación fundamental el amor a Cristo y por
ende, el amor a todas los seres humanos tal como El los había amado (cfr.Jn.13,34). Les
decía que el amor a Jesucristo era un amor generoso, desinteresado, sin reservas ni
restricciones, un amor sin límites.
Se ocupaba muy especialmente de ellas como si fuera su único protector.
En sus conversaciones con las religiosas les enfatizaba: Amen mucho a Jesucristo. Sólo
por su amor intenso se puede abrazar esta cruz. Recuerden que Jesús dijo: "Lo que
hagan con uno de estos mis más pequeños conmigo lo hacen" (Mt.25,34) ¿Qué más
necesitan para que todo les parezca poco en servicio de ese niño?
Al apoyarse en el amor a Cristo la persona puede darle sentido al sacrificio, al esfuerzo, la
entrega, la disciplina, la perseverancia y la alegría en la labor que realiza. De esta forma, toda
la teoría y la espiritualidad la hace vida propia convirtiéndose en un apóstol que transmite la
vida que lleva dentro en primera persona. El amor a Cristo y a todos debían llevar con toda
naturalidad a las religiosas a vivir plenamente las palabras de San Pablo: Ya no soy yo quien
vivo, sino Cristo quien vive en mí (Gál.2,20)
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Cuando hacemos cosas muy pequeñas por Dios lo amamos lo mismo que con las grandes
acciones. El amor es una ocupación enriquecedora. Cualquier pequeña ocupación es un gran
acontecimiento; no importa lo que tengamos que hacer, barrer o dar una clase; hablar o
permanecer en silencio, cuidar enfermos o dar una conferencia. Todo eso no es más que una
corteza de una magnífica realidad del encuentro del alma con Dios en cada minuto... ¿Llaman
al timbre? Pronto a a abrir. Es Dios que viene a amarnos. ¿Es hora de comida? Vayamos...Es
Dios que viene a amarnos. ¿Es hora de dar clases? Vayamos ... es Dios que viene a
amarnos. Dejemos obrar a Dios en cada momento de la vida.
Cuando surgía algún problema les decía: Toda prueba es señal de predilección de
Jesús... El amor y el sacrificio son hermanos. La medida del amor es la medida del
sacrificio.
Obviamente en su Congregación las Hermanas no podían ser simples maestras, tenían
que destacarse, como ya dijimos, por su preparación académica, humana y social; ser
personas competentes, eficaces, dedicadas y amantes de su profesión de maestra. El motivo
principal de su misión docente era llevar almas a Dios a través del desarrollo de la inteligencia
y la formación integral de cada uno de sus alumnos. Todo lo demás era secundario. Le
gustaba mucho ponerles el ejemplo de la parábola de los talentos. Si sus religiosas-maestras
no eran personas especiales, no tenía razón para hacer una fundación. El espíritu de la
religiosa debía ser el mismo del Divino Maestro. Cada una de ellas debía ser un segundo
Cristo. Les decía: No quiero medianías, para eso no es necesario fundar... No basta ser
buenas maestras; es preciso ser lo que las llaman: Madres.
La devoción mariana era punto importante de la espiritualidad al considerar a la Virgen
María como el modelo más acabado de la nueva creatura de Dios y el testimonio más claro de
la novedad de la resurreción de Cristo. Buscaba establecer una relación cordial con la Madre
de Dios y la imitación de sus virtudes en especial la fe, la esperanza, la caridad la humildad y
la colaboración plena en la obra de la salvación de los seres humanos. En sus escritos
espirituales encontramos que decía: No basta con imitarla y entusiasmarse con Ella, hay
que imitarla, copiar en sus almas sus rasgos, sus características, su fisonomía moral,
aquella fiunura y delicadeza de su trato; aquella bondad exquisita, aquella humildad
atrayente; aquella amabilidad sin límites para todos,... aquella caridad inagotable; aquéll
amor siempre en ascuas vivas para Dios y para las almas y hasta aquél porte exterior
que cautivaba a todos cuanto la trataban y cautivaba sobretodo al Dios del cielo y de la
tierra, que se miraba en ella como en espejo limpísimo y transparente.
El noviciado fue una escuela de oración y una comunidad de oración pues la oración es
generadora de amor y la manera más clara de identificarse con la voluntad de Dios. A través
de la oración, Dios anima al celo en su servicio y a la entrega a los demás. La oración mental,
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la lectura espiritual, las horas santas, el examen de conciencia diario, el rezo del Rosario, la
Misa, las virtudes cristianas puestas en práctica y los ejercicios espirituales eran considerados
por Monseñor Blanco Nájera como los medios más adecuados para la santificación de las
religiosas.
Un momento ideal para profundizar en la vida espiritual era el tiempo que Monseñor
Blanco Nájera les hacía dedicar a los ejercicios espirituales. Buscaba que en el recogimiento,
el silencio, la meditación y los ratos de intimidad con Dios, inspirados por el Espíritu Santo
lograran conocer los defectos personales y la forma en cómo superarlos. Las animaba a que
conocieran las cualidades personales y cómo ponerlas al servicio de Dios y de los demás pues
a medida que cada quien reconozca su propia realidad, sin escapar de ella, y se decida a
seguirla sin condicionamiento, podrá experimentar a Cristo cercano.
En el silencio y el recogimiento experimentado como presencia de Cristo, podían hacer
más audible y creíble el anuncio del Evangelio. Cuando elegimos a Cristo como compañero
inseparable de vida, necesitamos tiempo para estar con El sin apuro en el corazón. Entonces
el propio rostro, la forma de hablar, de mirar, de escuchar, de actuar, se convierten en
transparencia del rostro de Cristo. Así, a vida se convierte en anuncio y testimonio del
Evangelio
La dirección espiritual y la confianza puesta en Dios los retiros y los ejercicios espirituales
proveían un momento muy importante de crecimiento personal. Al día de hoy, estas
enseñanzas continúan entre las religiosas.
Buscó hacer de las Misioneras del Divino Maestro mujeres de mucha vida interior y amor a
Dios, pero al mismo tiempo activas, creativas y celosas en su servicio pastoral. El celo
apostólico hacía que cada una buscara lo mejor, que se esforzaran constantemente por su
superación y su deseo de aportar frutos concretos en su labor. La concienca de la misión, el
sentido de pertenencia a la Iglesia y la caridad apostólica han sido elementos básicos de las
religiosas del Divino Maestro desde el primer momento de su fundación.
Las Misioneras del Divino Maestro han sido y siguen siendo mujeres que no regatean
trabajos ni esfuerzos y están dispuestas a realizar los sacrificios más grandes en favor de sus
ideales.
Para su ideal educativo, Monseñor Blanco Nájera retomó las palabras del Evangelio de su
primera Misa como sacerdote: Vayan y enseñen a todas las gente (Mc.16,15) y un segundo
lema evangélico que dice: El Evangelio es anunciado a los pobres. (Mt.11,5)
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Tenía una idea fija: formar hombres y mujeres al estilo de Jesús, el Divino Maestro. Decía:
Educar es enseñar a vivir, y si el ideal de la vida humana es Cristo, la educación debe
tener por fin, la imitación a Cristo.
El ser humano está llamado a perfeccionarse, a superarse y mientras más se supere,
logrará ser más como persona. Cristo dijo sean perfectos como mi Padre es perfecto (Mt.5,48)
invitándonos a desarrollar todas las cualidades, capacidades y habilidades que Dios ha puesto
en cada uno de nosotros. Cristo dijo que teníamos que ser mejores que los letrados y fariseos,
porque si no, no entraríamos en el Reino de los cielos (Mt.5,17-37) Ser mejores que ellos es
no sólo cumplir, sino enseñar y vivir, no sólo de forma externa y de mala gana; sino también de
manera interior: con nuestros pensamientos, sentimientos y deseos.
Si la educación está orientada a formar personas, tiene que proponer implícita y
explícitamente una serie de valores como respeto, responsabilidad, trabajo, justicia,
solidaridad, convivencia, amor, servicio. Al promover estos valores, los educandos se
convertirán en personas con una sana autoestima conocedores de los derechos y deberes
sociales. Lo que hará que la sociedad tenga hombres y mujeres responsables, capaces de
formarse juicios correctos de la realidad, de asumir decisiones personales, de respetar a los
demás.
Mons. Blanco Nájera insistía que Cristo enseña que de acuerdo a como tratemos a los
demás, así será la vida y el futuro de la sociedad. Sabiendo vivir con amor y por ende, con
solidaridad, comprensión y perdón, tendremos una nueva civilización. La civilización del amor.
Por eso, animaba al estudio y análisis de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios pues de allí
surgió el Sermón de la Montaña, la más grande predicación de Cristo, el cual no añade
preceptos exteriores nuevos, pero sí transforma la raíz de los actos: el corazón que es donde
el ser humano elige entre lo puro lo impuro; donde se forma la fe, la esperanza, la caridad y
todas las virtudes cristianas.
Partiendo de todas estos principios, Mons. Francisco Blanco Nájera concibió su proyecto
educativo como todo un proceso integral. Si bien su fin principal eran los niños y jóvenes,
estaba consciente de educar todo lo que lo rodeaba para ser verdaderamente efectivo. En su
obra cumbre intitulada Derecho Docente de la Iglesia, la familia y el Estado partió del principio
que el niño es a la vez una personalidad religiosa y moral, miembro de una familia y un
ser social. Ninguna de estas tres facetas puede descuidar la educación integral, si ha
de prepararle todo lo completamente posible para todo lo que deba ser. (Derecho
Docente... p.65) A partir de esta idea estableció los conceptos de educación, instrucción y
enseñanza, a la vez que expuso la actividad docente de la Iglesia a través de la historia, las
relaciones entre filosofía y pedagogía y analizó los sistemas pedagógicos ateos contenidos con
el naturalismo, el socialismo, el bolchevismo y el nacionalismo, haciendo resaltar la pedagogía
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por pedagogos ilusos. Por eso agregaba que el ideal de la escuelas no eran tener un sólo tipo
de escuela, sino escuelas múltiples donde se pudiera realzar la individualidad de cada alumno.
En general, todos los escritos educativos de Monseñor Blanco Nájera, hicieron énfasis en
los derechos del niño, los deberes de los padres, el "derecho a nacer", el derecho de toda
persona a ser educada, la coeducación y sus riesgos, la educación sexual con todas sus
dificultades, la libertad de enseñanza, la gratuidad de la enseñanza, la protección escolar; las
asociaciones de padres de familia, los monopolios docentes, la pedagogía católica y la
problemática laicista que pretendía solapadamente desterrar a Cristo de las escuelas.
EDUCACION INTEGRAL
El ser humano está formado de alma y cuerpo. Para Monseñor Blanco Nájera la mutua
dependencia de alma y cuerpo obligan a que una verdadra educación se ocupe de ambas
cosas. Una persona que está bien alimentada y posee salud se le hace fácil cumplir con sus
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deberes, con su trabajo, solventar los obstáculos, los problemas, darles soluciones y hacerlo
con alegría. Pero si la persona es envidiosa, triste, o tiene un exceso de trabajo que le oprime
los nervios, se le hará muy difícil y complicado tener altos ideales, cumplir con su deber y
encontrarle sentido a la vida. Por eso decía: Hay que formar almas sanas dentro de
cuerpos sanos. He aquí el ideal de todos los sistemas pedagógicos antiguos y
modernos ... No hay educación del cuerpo y educación del alma, sino educación del
hombre, pues aunque el hombre consta de cuerpo y alma, no es una mera yuxtaposición
de estos dos elementos, sino que es una unión misteriosa, íntima y sustancial entre
dichos dos elementos constitutivos que se combinan en la unidad del ser. La dualidad
en ésta materia, ha sido causa de funestos errores y peores resultados. (Derecho
Docente... p.93-94)
El desarrollo de las facultades anímicas está íntimamente relacionado con el
desarrollo normal de nuestros órganos, de nuestros sentidos, que deben ser para los
jóvenes los grandes medios de adquisición de las ideas. (Derecho Docente ... p.94)
La coeducación y el problema de la educación sexual lo preocupaba, deseaba que los
educadores se dieran cuenta de que existen dos tipos psicológicos distintos, uno
masculino y otro femenino, caracterizados por diferencias intrínsecas, permanentes e
indelebles, producidas por la naturaleza en orden al natural destino de cada uno de los
sexos.
Ahora bien, si educar es desarrollar, llevar a la perfección las facultades
psicológicas del educando, y éstas son, realmente diferentes en su cualidad y
orientación en el hombre y la mujer; es evidente que aunque el concepto de educación
sea común a ambos por razón de su naturaleza específica, los recursos y ejercicios
educativos deberán bifurcarse con arreglo a las características diferenciales de uno y
otro. Aplicar otro criterio, conduciéndolos por el mismo cauce y sometiéndolos al
mismo régimen de coeducación, sería desnaturalizar, falsear sus cualidades, en lugar
de perfeccionarlas, e inutilizarlos para el cumplimiento de los respectivos fines
naturales y sociales a los que están destinados. Todo sistema educativo ha de tender a
elevar el ideal propuesto por la naturaleza; en la medida que frustre su adquisición, deja
de ser legítimo, para convertirse en perjudicial. (La Escuela mixta p57-58)
Sobre este tema ahonda en sus escritos por considerarlo de suma importancia y fuerza
dentro del ser humano pues lo lleva a actuar de una determinada forma sin implicar que un
sexo sea superior a otro. Nadie sostiene que, en lo esencial de su natualeza, la mujer se
diferencia del hombre, ni sea inferior o superior a éste. La definición de hombre como
animal racional es común a ambos sexos, siendo, por ende, iguales en su propiedades y
facultades específicas, así en el cuerpo como en el alma. Se trata de diferencias
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Veía en la gimnasia y en la danza expresiones del sentir personal y social que alejaban la
brutalidad, el desorden y el bullicio. Las excursiones eran otro aspecto importante de la
educación pues decía que Dios nos dió la naturaleza para que sirviéndolo a El, gozáramos de
ella. El deporte, el apostolado y la vida intelectual, eran también aspectos importantes de la
educación integral propiciada por Monseñor Francisco Blanco Nájera.
Los años que pasó en Jaén fueron de turbulencia política presenciando la crisis de la
monarquía. Esto inquietaba a Monseñor Blanco Nájera y volvía a repetir: Hay que hacer algo.
Y ¡hacía!.
Salió en busca de los hombres, mujeres y niños de su tiempo con un corazón sensible y
lleno de amor utilizando todos los medios que conocía pues decía: Dios no ha revelado sus
secretos para unos pocos, sino que quiere comunicarlos a todos.
Sentía que era indispensable la proclamación personal y directa de la vida, pasión, muerte
y resurrección de Jesús así como su presencia salvífica en nuestras vidas. Encontró que junto
a sus sermones, exhortaciones, diálogos, clases y escritos, la prensa y la radio eran
educadores del pueblo y excelentes medios de comunicación para defender los principios
básicos cristianos de la sociedad.
Como hombre de acción, estimulaba, potenciaba y orientaba al periódico El Pueblo
Católico, incluso llegó a ser Presidente de la Junta Diocesana de la Buena Prensa.
Sus programas por radio y artículos de prensa le permitían compartir su fe en el
Resucitado como un nuevo aerópago a través del cual se puede intercambiar constantemente
ideas y valores, ayudando a configurar el modo de entender el sentido de la vida. Para
muchos, su propia experiencia vital es en gran medida una prolongación de los medios de
comunicación. Por ésto, pensaba que el anuncio de Cristo en los medios de comunicación era
esencial de manera de darle mayor alcance a la extraordinaria y consoladora Buena Noticia de
nuestra salvación. Le animaba la idea de ayudar a las personas a volver a descubrir el sentido
de la trascendencia de Dios, el Padre de todos, a quien es preciso adorar en espíritu y verdad
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(Jn.4,23) Así como dar testimonio del poder de la cruz de Cristo en un marco social y cultural
complejo y a menudo confuso.
Era no sólo un deber sino un privilegio el poder llevar a la mayor cantidad de personas
posibles la luz verdadera, Cristo Señor abriéndoles la perspectiva de "ser divinizado" y por
tanto, hacerse más ser humano. Al hacerlo, afrontaba el ateísmo práctico bastante difundido,
la indiferencia con respecto al plan de amor de Dios que oscurece el sentido religioso y moral
del corazón humano.
En Radio Orense, uno de sus programas más comentados fue el que realizó después de
regresar de Roma donde había asistido a la proclamación del Dogma de la Asunción de la
Virgen. Ese día habló con una devoción y un ánimo muy especial acerca del gran misterio de
la Madre de Dios. Comenzó diciendo: Las emociones que han cautivado mi alma durante
las jornadas asuncionistas, son tan grandes que pugnan por salir al exterior, para
inundar también vuestros corazones. Y agregó entre otras cosas: Deseosos de proclamar
nuestra fe, hacemos voto y solemne juramento de defender el Misterio de Vuestra
Asunción en cuerpo y alma a los cielos.
Proclamar a Cristo Jesús con claridad, alegría, fe, esperanza ya amor, constituyó parte
sustancial de la misión evangelizadora de Mons. Blanco Nájera. Constituyó también un
enriquecimiento vital, inspirador y lleno de esperanza para el propio mensaje de los medios.
De ese modo, trataba de promover un diálogo urgente y necesario con la cultura de su tiempo,
especialmente sobre principios morales fundamentales.
Aprovechó su visita ad limina al Papa, para enviar un mensaje a sus diocesanos desde
Radio Vaticana. No le daba descanso a su labor evangelizadora.
En su tiempo, al igual que en la actualidad, muchos pensaban y actuaban como si Dios no
existiera, o tendían a privatizar el credo y la práctica religiosa, llevando hacia el indiferentismo
y la eliminación de toda referencia real a verdades y valores morales vinculantes. A Monseñor
Blanco Nájera le preocupaba ésto pues sabía que cuando los principios fundamentales que
inspiran y orientan el comportamiento humano son fragamentarios e incluso a veces
contradictorios, se produce una lucha cada vez mayor dentro de la sociedad y se aleja la
posibilidad de vivir en armonía. La educación integral era básica a través de la escuela y de
todos los medios a los cuales se pudiera acceder.
En su empeño educador a todos los niveles, pensaba que sólo inculcando una elevada
visión moral puede una sociedad garantizarle a todos sus integrantes, la posibilidad de
madurar como seres humanos libres e inteligentes, dotados de un gran sentido de
responsabilidad para el bien común capaces de trabajar con los demás para crear una
comunidad con fuerte temple moral.
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Reconociendo que debía dar cuenta de su labor pastoral ante Dios-Padre, Monseñor
Blanco Nájera, encontraba consuelo en el hecho de que Cristo dijo que somos sus amigos
(cfr.Jn.15,14). Puso su ministerio episcopal en manos de María, la Madre de misericoridia
para que lo ayudara a iluminar con el esplendor de la verdad la mente y el corazón de la mayor
cantidad de personas posible.
Se puede recorrer la vida de Monseñor Francisco Blanco Nájera y encontrar que la labor
de comunicador y docente se encuentra en cada fase de ella. Como profesor en los
Seminarios de Córdoba, Baeza y Jaén; en sus pláticas e instrucciones sistemáticas a las
Religiosas Misioneras del Divino Maestro. Sus homilías tanto en las Misas diarias, como
cuando hacía visitas pastorales estaban llenas de doctrina, daban lecciones de vida
combinando sabiamente el Evangelio con la vida diaria de manera que sus oyentes pudieran
tener rutas, guías verdaderamente cristianas para orientar sus vidas. En cada una de ellas las
adaptaba al público a quien se dirigía.
Se hicieron famosas las catequesis que le daba a lo jóvenes que iban a recibir el
Sacramento de la Confirmación por su claridad, realismo y entusiasmo para que otros
quisieran seguir la vida que Cristo enseñó
Su labor de comunicación educativa la manifestó también como escritor a través de
pastorales, exhortaciones, libros, artículos en revistas y periódicos... . En todo momento
Monseñor Francisco Blanco Nájera buscaba iluminar desde la doctrina católica los distintos
aspectos de la enseñanza y aportar soluciones reales para resolver las dificultades que en ella
se presentaban en su época.
esos nidos que labraron con tantos afanes, morirían heladas de frío ... Así hemos de
mirar nosotros las cosas de la tierra, como nido que hemos de abandonar tan pronto
como el frío de la muerte nos diga: pasó la primavera de la vida, ya es tiempo de emigrar
al cielo.... Señor, ... haz que a pesar del otoño ..este desierto florezca... Señor, Nada
quiero para mí, excepto tu amor y tu gracia.
El quince de enero de 1952 se levantó igual que siempre, celebró Misa, estuvo confesando
largo rato y a las cuatro de la tarde, entregaba su alma a Dios. Cumplía así con lo que le había
escrito días antes a sus Religiosas: Desciende si quieres subir, sufre si quieres gozar,
muere si quieres vivir.
atendía personalmente. A tal punto llegó su actividad que las personas a su alrededor ya
tomaban como algo normal sus dolores y enfermedad. Para ella, esto era un triunfo pues
buscaba ocultarlos lo más posible para hacerle honor a su nombre: Soledad de la Cruz, vivir
crucificada en Cristo sin que nadie lo supiera recordando las palabras del Evangelio cuando
ayunes y hagas sacrificio, enciértrate en tu cuarto, para que tu Padre que está en los Cielos te
lo recompense...que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda.
A sus religiosas les escribía con frecuencia, pues sabía que al estar en tantas partes
distintas, sus escritos serían como consejos dados permanentemente y podían servirles para
superarse contínuamente. Le escribía a sus religiosas diciéndoles: "Ser nosotras las primeras
cumplidoras de las normas que damos a las niñas, constantes en exigirles con suavidad."
"Mantengamos la primaria muy en alto. A nivel de lo que quería nuestro venerado Padre."
"Procuremos ayudar a las maestras que empiezan, para que se capaciten y vean clases
prácticas que les orienten en sus tareas." "Que las maestras tengan afan de estudio. La
superiora procure dar tiempo y aprovechar todas las iniciativas".
Para Madre Soledad la formación de las niñas debía ser muy femenina: "Formemos a las
niñas para el hogar. Que sepan las tareas de una mujer completa."
En materia espiritual, era una mujer realista que iba al fondo de las cosas con detalle.
Buscando que las Religiosas Misioneras del Divino Maestro fueran mujeres contemplativas y
conquistadoras les decía: "Si llevamos a nuestra vida espiritual nuestro apostolado y viceversa,
a nuestra escuela y apostolado nuestra vida espiritual, tendremos luces y sabremos formar.
No hagamos una barrera entre las niñas y nuestros actos de piedad. Nos puede parecer que
es cosa de otra naturaleza, que nos hace salir de nuestro recogimiento, y es lo contrario:
hemos de ver en las clases una prolongación de él. Nuestra misión es la santificación propia y
la salvación de las almas. Hemos de vivir de una síntesis de ambas ideas, ocupándonos de la
primera mediante el olvido de nosotras mismas, y de la segunda, teniendo siempre presente a
las niñas. Que sean el tema de nuestras conversaciones con Jesús. El nos las ha confiado -
dicen las Constituciones- y a todo el que confíe a otro un tesoro, gusta que le de cuenta de él."
Y les agregaba: "La verdadera piedad consiste en el cumplimiento del deber. Nu hagamos
a nuestras niñas ñoñas, llenas de visitas y muy rezadoras y que no sepan abnegarse. Que a la
pregunta: ¿Por qué haces eso?, sepan responder: Porque es mi deber."
Después del segundo Capítulo General de la Orden, realizado en enero de 1965, la Madre
Soledad fue reelecta de nuevo como Superiora General. El 11 de febrero de 1965 participó en
la exhumación de los restos de Mons. Blanco Nájera los cuales fueron trasladados a la casa de
las religiosas del Divino Maestro donde permanecen en la actualidad.
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Para este tiempo, sus fuerzas físicas le impedían realizar buena parte de su trabajo. A
medida que su cuerpo se iba apagando poco a poco, crecía su espíritu más y más. El 28 de
octubre de 1965, murió la Madre Soledad de la Cruz rodeada de muchas de sus religiosas.
realista, coherente, comprometida, sensible, llena de frescura espiritual, que haga a los
alumnos protagonistas de la sociedad donde viven. De ésta manera podrán transformar la
sociedad y podrán crear la verdadera civilización del amor.
En el pecho de todas las Misioneras del Divino Maestro vibra el entusiasmo del único
amor capaz de polarizar las vidas: el amor a Jesucristo, el Hijo Unico de Dios y Unico Salvador
del mundo pues, como dice la Hna Maria Mercedes Matías, Superiora General en el año
2000: Educando Evangelizamos.
Monseñor Francisco Blanco Nájera fue un hombre que no vió a Dios en la zarza ardiendo,
ni en visiones ni en éxtasis celestiales. Sencillamente sintió y supo que Dios lo acompañaba en
la vida de cada día y lo interpelaba. Fue el inmenso amor, la pasión, y no la santa ponderación
lo que guió su proceder. En sus escritos personales parece que estuviéramos leyendo una
carta de amor a Dios.
La vida y obra de Monseñor Francisco Blanco Nájera fue sumamento prolífica pues puso a
Cristo, el Divino Maestro, como el ideal de su vida. Fue tomado por Dios de entre los hombres,
a pesar de sus flaquezas, para participar de la grandeza del género humano. Fue testimonio
valiente del Evangelio, rezaba con fervor, enseñó con íntima convicción, sirvió a Dios y a los
demás; puso en práctica las bienaventuranzas. Su vida la consagró desde niño a la Virgen
Inmaculada y fiel a su consagración, se destacó por su devoción mariana. Supo estar cerca de
la gente y amarlos desinteresadamente.
Vivió apegado a la formación sacerdotal. Primero como seminarista, luego como profesor,
más adelante como rector y finalmente hasta como constructor de Seminarios.
Se destacó por su defensa lógica, clara, canónica y jurídica de la educación católica con
argumentos de validez actual a pesar de la distiancia histórica y cultural. Sus escritos son
lectura obligatoria para el tratamiento serio y eficaz de la educación del tercer milenio.
Como sacerdote y luego Obispo, ocupó una serie de cargos. Fue cura ecónomo en
Ventosa de la Rioja (Logroño); en 1916 obtuvo por oposición la plaza de Maestro de Capilla en
la Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Durante tres cursos fue profesor de la cátedra de
lengua hebrea en el Seminario de San Pelagio. Obtuvo por oposición una canonjía en Jaén.
Ejerció el cargo de catedrático de Filosofía y Teología en el Seminario de Baeza. Desde 1924
fue profesor de lengua hebrea y griega, Teología Dogmática y Derecho Canónico en el
Seminario de Jaén. Fue profesor en la Universidad de verano de Santander. Obtuvo por
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oposición la canonjía de Magistral el 20 de Mayo de 1925. Fue nombrado por el Obispo como
Teniente General Vicario de la diócesis de Jaén y poco después Vicario General. Fue
Presidente de la Junta Diocesana de la Buena Prensa, Conciliario de la Acción Católica y de la
Asociación de Maestros de Jaén. En 1934 el Papa Pío XI lo nombró Deán de la Santa Iglesia
Catedral de Córdoba. Fue Rector del Seminario y Secretario de Cámara y Provisor. Fue
profesor de lengua alemana del Instituto de Enseñanza Media y luego Comisario del
Conservatorio Provincial de Música. Fue miembro de las Academias de Ciencias, Bellas Artes
y Nobles Letras. Fue nombrado patrono de los Colegios de Santa Victoria, Escuelas Pías, de la
Infancia y Jesús y del Monte Piedad y Caja de Ahorros. Fundó Seminarios, Casas de
Ejercicios Espirituales. Creó la Asociación misionero-sacerdotal del B. Juan de Avila. Inició la
cosntrucción del Santuario Diocesano Votivo de Nuestra Señora de Fátima. Fundó las
Cooperadoras del Divino Maestro, la Congregación de las Misioneras del Divino Maestro, creó
escuelas, parroquias. Se destacó como pastor, confesor, escritor, jurista y orador.
En Monseñor Blanco Nájera se cumple aquello que Cristo dijo que los que cumplen y
enseñan la ley de Dios, serán grandes en el cielo. Su vida es un testimonio de que solamente
en Cristo encontramos la solución a todos los misterios del ser humano. Sólo a través de
Cristo podemos satisfacer los anhelos más profundos de nuestra alma. Sólo con Cristo
podemos lograr la auténtica felicidad y la verdadera eficacia de Dios en el mundo.
Su legado al mundo testifica aquello que dijo la Virgen María en el Magnificat: Celebra todo
mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me salva. Porque ha
querido mirar la condición humilde de su esclava; en adelante todas las naciones dirán que soy
feliz. En verdad el Todopoderoso ha hecho grandes cosas en mí." (Lc.1,46-49) Estas palabras
se hicieron realidad en aquél niño que vagaba por las calles y que un buen día encontró a
Cristo. Ese día, decidió seguirlo con toda la fuerza de su voluntad y toda la ternura de su
corazón para la mayor gloria de Dios!
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INDICE
INTRODUCCION
CAPITULO 1.-LA NIÑEZ DE FRANCISCO BLANCO NAJERA ................1
LAS TENTACIONES DE SUS AMIGOS DE LA CALLE .........................3
SURGE LA VOCACION .......................................................5
SER TESTIGO DE VIDA ......................................................6
EN EL SEMINARIO ........................................................7
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