Está en la página 1de 1

Mentiras Principales.56..

- NO ESTIS SOLOS

Publicado en La Razn en 2010 No estis solos, hombres de Dios. Cmo pueden haberos convencido de que eso de ser hombre y de lo humano es algo tan nico y singular?, que ya, hasta cuando intentis imaginaros otras formas de vida, otros modos de inteligencia, en otros sitios, vuestra ciencia, y la torpe ficcin que le hace la rosca, no sabe ms que imaginar hombrecitos, disfrazados de megagrpteros o metazostatos o cualesquiera de esos monigotes que les compris a vuestros nios para irlos envenenando desde pequeos, pero siempre humanos como nosotros, repitiendo, interplanetaria-, intergalcticamente, las mismas estupideces y fantasmadas con que hemos cagoteado nuestra tierra; porque tenemos que comprender el mundo desde nosotros, objeto l de nuestro saber y nosotros, claro, los sujetos, hasta alcanzar el ideal supremo, que el mundo todo sea del Hombre, o mejor, que el mundo mismo sea hombre, vagando solo por el espacio sin estorbos: se es el futuro a cuyo fin el Estado sacrifica sus capitales y cuantas vidas de sbditos haga falta, y la Ciencia a su servicio, queriendo entender todo desde dentro de nuestra realidad, no puede sino producir visiones cada vez ms matemticas y ms vacas. Pero a nosotros, con lo que nos queda de sentido comn, de ojos, odos, nariz y boca y manos para sentir y palpar los aires, va a sernos tan difcil descubrir que nosotros, el Hombre, no somos ms que un caso de cosa entre las cosas, reconocer que las cosas, cualesquiera cosas, hablan, cada cual en su idioma, y que el nuestro es slo el que corresponde a nuestra traza, y que igualmente se ren las cosas y lloran, cada cual a su manera? No vais nunca, lectores, a abandonar al Hombre, a se Que se atormenta a s mismo con asuntos humanos en la comedia de Terencio, y trocar su dicho, insaciablemente repetido, por el de Soy cosa: nada de las cosas me es ajeno? Slo as podr decirme y deciros que no, no estamos solos, y, renunciando a esa Fe que quiere condenar al Hombre, y de paso a cada uno en su casa, a una soledad tan pura y total como la de Dios, dejar que las cosas resuciten y nosotros, sin ms tormento ni mentira, librndonos de nuestro ser y perdindonos en ellas.

1/1

También podría gustarte