Está en la página 1de 1

Discurso de Gettysburg Hace ocho dcadas y siete aos, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva

nacin concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales. Ahora estamos empeados en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nacin, o cualquier nacin as concebida y as consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porcin de ese campo como ltimo lugar de descanso para aquellos que dieron aqu sus vidas para que esta nacin pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa. Pero, en un sentido ms amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aqu lo han consagrado ya muy por encima de nuestro pobre poder de aadir o restarle algo. El mundo apenas advertir y no recordar por mucho tiempo lo que aqu decimos, pero nunca podr olvidar lo que ellos hicieron aqu. Somos, ms bien, nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aqu a la tarea inconclusa que, aquellos que aqu lucharon, hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos ms bien los vivos los que debemos consagrarnos aqu a la gran tarea que an resta ante nosotros: que, de estos muertos a los que honramos, tomemos una devocin incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la ltima medida completa de celo. Que resolvamos aqu, firmemente, que estos muertos no habrn dado su vida en vano. Que esta nacin, Dios mediante, tendr un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecer de la Tierra.

También podría gustarte