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Un da en la tierra de los ngeles todos jugaban rean, contaban cuentos e historias hermosas.

Los hombres eran los encargados de dar alimento y cobijo a los pequeos, y eran realmente dichosos. Una maana, un ngel se sinti con mpetu explorador y emprendi vuelo al confn de la tierra a su paso, distingui que los tonos iban cambiando los cantos eran distintos, casi mohnos cansado, descubri que no todo el universo es perfecto, y triste con las alas vencidas y el corazn quebradizo, regres a casa. Conoci la fuente que emana de la mirada que el viento, tambin hiere cuando se anda sin rumbo senta su corazn desangrar! Los hombres, a pesar de su buen afn no pudieron consolarle, fue as que otro ngel jams visto, se hizo presente; con sus manos san sus alas, como si al tocarlas tejiera tan clico plumaje; con sus labios, bebi la fuente de sus ojos y el dolor se iba haciendo poco; con su abrazo, estruj el miedo, la desesperacin y alivi su pecho. Todos con gran asombro susurraban el ngel haba zurcido y desvanecido las heridas del pequeo, qu gran poder desconocido posea este amoroso serafn! Con sentimiento infinito, el anglico nio extendi sus alas renovadas, abri los brazos y se acun en el regazo de quien con amor lo san y pregunt, -Quin eres t?-, el ngel respondi -Soy un pedazo de ti, soy el amor de tu corazn las lgrimas de tu desesperacin, la dicha de tu sonrisa todo y cuanto eres, yo soy! soy tu madre, un ngel creado para cuidarte. Y fue as que cada ngel distingui, lo que siempre estuvo en su corazn una madre.

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