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As es ella, me dije; es la alegra remota y honda que de pronto llega a despejar el nudo que se debe desanudar en la penumbra inquieta.

Noche y albor, me dije, todo lleg a mi corazn por ella; lleg el sabor oculto del deseo, el presagio de ardor que en m resuena. Es mi cuerpo, me dije, reconociendo su esplendor en ella, el bosque entero de mi sangre, el pulso y el latido secreto de su fuerza. La imagen que conservo de las verdes races de mi tierra; ella es el tiempo mo, el del verano en el regazo inmvil de la siesta. As mismo, me dije, es su fulgor herido en la belleza, ella es el largo trecho recorrido surtindose de entraa y sementera. Ella es as, me dije, callado abrigo que abrig mis huellas, el justo sueo que escog en la lucha, la libertad por la que canto es ella!

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