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Ambas manos resguardadas en una burbuja de aire templado que guardaban fervientemente unas piernas entrelazadas, candadas....

All haba permanecido un gran puado de minutos, difciles de nombrar sin un reloj en su mueca. El cielo luca tmido, como con miedo de asomarse a ese espejo de aguas impetuosas que tena justo en frente. El color se haba ido tornando triste. Dficil de describir. Tena una de esas tonalidades que antes que verse, se sienten, como el estado de nimo. As estaba ella, como el gris sumiso que se apresuraba en abrazar a las nubes e inerte, esttica, sobre unas rocas poco apacibles, pero que le brindaban el mayor de los reposos. Y respiraba las olas que vestan con volantes de espuma un acantilado caprichoso. Se embriagaba de la intensidad del salitre, inhalando amaneceres y exhalando felicidad

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