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Tal vez su oracin nos pueda ayudar tambin a nosotros a acercarnos esa tarde del Viernes Santo al Dios

crucificado: "En dnde podra yo refugiarme con mi debilidad, con mi dejadez, con mis ambigedades e inseguridades... sino en Ti, Dios de los pecadores comunes, cotidianos, cobardes, corrientes?". "Mrame, Seor, mira mi miseria. A quin podra huir sino a Ti? Cmo podra soportarme a m mismo si no supiera que T me soportas, si no tuviera la experiencia de que T eres bueno conmigo?". "Mi pecado no es grandioso, es tan cotidiano, tan comn, tan corriente que incluso puede pasar inadvertido... Pero qu hasto suscita mi miseria, mi apata, la horrible mediocridad de mi buena conciencia. Slo T puedes soportar tal corazn. Slo T tienes an para m un amor paciente. Slo T eres ms grande que mi pobre corazn". "Dios santo, Dios justo, Dios que eres la Verdad, la Fidelidad, la Sinceridad, la justicia, la Bondad... ten compasin de m... Soy un pecador, pero tengo un deseo humilde de tu misericordia gratuita". "T no te cansas en tu paciencia conmigo. T vienes en mi ayuda. T me das la fuerza de comenzar siempre de nuevo, de esperar contra toda esperanza, de creer en la victoria, en tu victoria en m en todas las derrotas, que son las mas". Este ao tal vez nuestro beso al Crucificado puede ser un poco ms sincero y profundo.

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