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Enigma celestial Nia intimidada en tus labios fenece el tiempo, suspendes en sumo, latidos de estruendo funesto e incitas al empreo

a bordar tus sueos furtivos; cesas el agite inerte del hlito inconsciente al gozar del ave rapaz de la inmortalidad. Lo sientes, pero te has pasmado indeleble, y en tu ijar el aura se vislumbra vehemente al abominar la desidia que mueve cada idilio. OH Nia! Nia de espritu, mujer de camino. Por qu doblegas tus tobillos y desistes en el hombrillo? Por qu enajenas tu vida sabindola perdida? Pareces pincelada por el delicado ngel alado, cuando al desnudar tu alma ante tal existencia y eximir del pasado tus nocivas vivencias, reflejas el deleite que ella en ti vierte. Su voz es un manjar que te hace excluir la gravedad, es un caudal que suprime de tu piel las impurezas, es un fino hilo de hielo que toca tu espalda y te estremece en seco, es el infinito cuyo origen se halla en tu ombligo. OH Nia! Nia de espritu, mujer de camino. Reconoce que ante ella t has sucumbido. Emerges sbitamente del colapsado Mundo falso; te disipas, te anulas, te dispersas, te pierdes, eso infieren las embelecadas piltrafas corrientes que ignoran la veracidad del paraso preeminente en tu mente, ese, que ansas compartir y como eje de su vida difundir. OH Nia! Nia de espritu, mujer de camino. Ansas amarla y sepultar imposibilidades en un eterno suspiro.

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