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La sangre de los otros:

() Y su muerte est en el fondo de nuestras vidas, tranquila y extranjera, y nosotros, vivientes, nos acordamos de ella: vivimos para acordarnos de ella mientras que ella ya no existe, nunca ha existido para aquel que muri. No toda nuestra vida. Ni siquiera algunos das. Ni siquiera un minuto. Estas sola sobre esa cama y yo no puedo ms que escuchar ese jadeo que sale de tus labios y que tu no oyes. (p11)

No es mi desdicha. No es mi muerte. Cierro los ojos y permanezco inmvil; pero es de m de quien me acuerdo y su muerte entra en mi vida: yo no entro en su muerte. (p12)

Tena razn: yo era responsable. Responsable de la dulzura y la dureza de mis ojos, de mi historia, de mi vida, de mi ser. (p54) Estaba ah, delante de ti; y porque yo estaba all, t me habas encontrado, sin motivo, sin razn, sin haberlo querido: en adelante, podas elegir, acercarte o huir, pero no podas evitar que existiera frente a ti. Una limitacin absurda pesaba sobre tu existencia, y era yo. Crea hacer de mi vida lo que decid hacer, me senta libre y exento de reproche. Y para otro seria eternamente un escndalo. Pero no lo saba. Crea que bastaba con decir no. (p55)

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