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EL PLAN PARA CAMBIAR

RADICAL Y
PERMANENTEMENTE LA
SOCIEDAD AMERICANA-
(Segunda y ultima parte)
Por Diego Trinidad, Ph. D.

Para sumarizar, pues aunque el artículo de los


analistas del Heritage Foundation solo tiene tres
páginas, no quiero sobrecargar de estadísticas este
escrito; lo que quiero es señalar, una vez más, los
propósitos de este peligrosísimo presidente. Aquí
no hay ninguna intención ni de mejorar la economía
(mucho menos estimularla) ni siquiera de ayudar a nadie, excepto
con la creación de nuevos trabajos para proyectos de
“infraestrutura” en el país, lo que simplemente creará nuevos
recipientes de dádivas del gobierno federal y eventualmente
resultará en millones de nuevos votantes demócratas. Es más,
desgraciadamente, cuando en unas semanas se introduzca el plan
de “cambiar” (léase colectivizar) el sistema de salud pública del país,
los que más sufrirán, por esto y lo demás que se sigue rápidamente
poniendo en juego, serán precisamente los más desvalidos: los
pobres y los viejos. El programa de salud pública que se introducirá,
como anunciado camuflageadamente en la campaña, pero el cual
es desconocido por casi todos los votantes, incluye el aumento de
mas de 20 millones de personas que serán forzadas (contra todas
las negaciones de los acólitos del presidente) a recibir cobertura del
gobierno, quieran o no. Nada más por esto, el proyecto está
irremediablemente condenado al fracaso. Consideren como será
posible que esos millones de personas adicionales sean atendidos
sin un aumento proporcional de médicos en el país. ¿Que pasará?
Que primero serán atendidos los mas jóvenes y los menos
enfermos. Los pobres y los viejos pagarán por el “cambio”.
Los que no me crean, una vez más los dirijo a
leer el libro “Fleeced” de Dick Morris, publicado
el año pasado. Aquí se encuentra, en detalle,
lo que propone el nuevo plan de salud pública
y lo que nos espera. Por cierto, para los que
desconocen este elemento, el plan propone
incluir en su cobertura a todos los inmigrantes
ilegales, además de los millones ya
mencionados.

No piense nadie por un momento que la grave


situación económica del país impida que estos
planes de radicalizar permanentemente la
sociedad americana serán demorados.Todo lo contrario. El
presidente africano sabe bien que solo mientras cuente con apoyo
popular puede lograr sus nefastos planes. Y si no hay dinero, para
eso están las imprentas del Departamento del Tesoro. El dinero,
aunque no tenga respaldo, seguirá fluyendo prodigiosamente y las
cuentas ya llegarán a fines de año, cuando la inflación alcance un
10%. Pero eso tampoco evitará nada, ni siquiera el desempleo, el
cual también fácilmente llegará al 10%. Los nuevos empleos se
producirán lentamente, muy pocos este año, pero habrán muchas
maneras de entretener al público, incluyendo los billones que si
comenzarán bien pronto a despilfarrar los distintos gobiernos
estatales, prominentemente el nuestro de la Florida.
Incidentalmente, otro aspecto importante y desconocido del nuevo
“paquete de estímulo” es que los gobiernos estatales recibirán los
fondos federales asignados por solo dos años. Estos fondos están
primordialmente designados para beneficios adicionales a los
desempleados y para pagar por ciertos gastos médicos para los
pobres a través del Medicare. Pero lo que ni los estados ni el
gobierno federal le dicen al público es que cuando se termine la
ayuda federal en dos años ¿quién pagará por estos beneficios? Los
gobiernos estatales, o mejor dicho, los contribuyentes de cada
estado que acepte estos fondos. Es por eso que los gobernadores
republicanos de Louisiana, Carolina del Sur, Texas y Minnesotta
están rechazando esa “generosa” oferta federal. Bien saben que
una vez estos fondos nuevos se repartan, no hay marcha atrás.
Ningún programa federal ha sido jamás cesado después de
implementarse. Estos nuevos programas federales no serán los
primeros tampoco, ya que los estados los continuarán. Recuerden
que de lo que se trata todo es de conseguir—o más bien mantener
—las mayorías demócratas en el Congreso y las legislaturas
estatales después de las elecciones del 2010. Si logran esto, la
destrucción de EU como lo conocemos estará garantizada.

Entonces ¿no hay esperanzas? Si las hay, y muy bien fundadas.


Viniendo de mí, que veo el panorama no solo de Cuba sino también
de EU, negro como alas de totí, esto debe alentar a muchos que se
han leído artículos anteriores míos. Pero seriamente, lo primero
conque contamos para tener esperanzas de que los planes
transformativos del Mesías fracasen, es precisamente la
inconcebible ineptitud de él personalmente y de su nuevo equipo
gobernante. Ya se mostró en varios de los fallidos nombramientos
de su primer gabinete. Esa ineptitud continuará, simplemente
porque no hay material humano que sirva de mucho entre sus
seguidores. Y sobre todo, porque este hombre es un mequetrefe
farsante quien solo sabe hablar bien y bonito. Analizando su pasado
objetivamente no se puede llegar a otra conclusión más, que este
señor no sabe como gobernar, no tiene la mas mínima noción de
como hacer nada. Sabe muy bien donde quiere llevarnos, pero no
sabe como lograrlo, excepto empujando rápidamente proyectos de
ley inservibles y perjudiciales al país. Vean como, muy parecido al
macaco venezolano Chávez, lo que prefiere hacer es seguir su
campaña interminablemente, seguir hablando, seguir engañando,
seguir mintiéndole al pueblo. Y salir de Washington, donde tiene
que gobernar, para seguir con su continuo discurso parlanchín por
todo el país. El martes otra vez se dirigió al Congreso y al pueblo
americano en un discurso más. Palabras y más palabras, pero nada
mejora. Y ni siquiera, a diferencia de Roosevelt durante la Gran
Depresión, le infunde confianza al pueblo, ya que solo se queja de lo
malas que están las cosas y de las catástrofes por venir si su
voluntad no se cumple ahora mismo. ¿No ha considerado nadie que
en vista de todos los fracasos del gobierno anterior y de éste en
TODO lo que han tratado de hacer, quizás sería mejor hacer NADA
y dejar que la economía se arregle sola? Eso hubiera sacado al
país de la Gran Depresión mucho antes que las destructivas
políticas del New Deal del presidente Roosevelt. Y hubiera costado
mucho menos en todo sentido.
El segundo elemento de nuestras esperanzas
es la gravedad de la situación económica,
tanto en EU como en el resto del mundo. Esta
gente de la “nueva ola” que nos gobierna no
tiene idea de lo mal que están las cosas, ni
mucho menos de como solucionar problemas,
y creen firmemente que porque hablen mucho
—sobre todo el Mesías del pico de oro—con
eso van a seguir engañando a la masa
popular. Pero otra vez ignoran la historia y la
célebre frase de Abraham Lincoln sobre la demagogia : “ Se puede
engañar a parte del pueblo todo el tiempo. Se puede engañar a
todo el pueblo parte del tiempo. Pero no se puede engañar a
todo el pueblo todo el tiempo”. Es lo que pronto sucederá aquí,
sobre todo con la situación económica empeorándose todos los
días. Aquí ya estamos en una depresión, que nadie se equivoque.
Y también estamos en un espiral hacia el fondo del tanque que se
acelera más y más cada día. Ya queda poco tiempo para poder
siquiera hacer algo para estabilizar la situación, y lo que se visualiza
solo agravará las cosas, lejos de ayudar a resolverlas. Por ejemplo,
tal como fue la explosión de la burbuja hipotecaria lo que dio pie a la
crisis que enfrentamos ahora, será el fracaso en resolver, o siquiera
aliviar esa peligrosísima situación, lo que probablemente dará fin a
los planes del presidente africano. Vean la reacción de la gran
mayoría de los americanos al “plan” de la semana pasada para
“resolver” la crisis hipotecaria. Como los propuestos $75 billones
solamente son para ayudar a los responsables de lo que pasó, o
sea, a los imprudentes que compraron casas sabiendo bien que no
podrían pagarlas en el futuro, la “mayoría silente” se rebeló y las
protestas obligarán a modificar esta estúpida propuesta para no solo
incluir, sino dirigir cualquier ayuda a esta vasta mayoría de personas
que siguen trabajando (por ahora) y que siguen pagando hipotecas
normales, aunque a duras penas, ya que el valor de sus
propiedades ha continuado bajando vertiginosamente gracias a los
cretinos irresponsables que obtuvieron hipotecas “exóticas” y a los
reguladores del gobierno que no solo permitieron lo que pasó, sino
que obligaron a los bancos a prestar dinero a quienes no podían
pagar. Cuando tres o cuatro millones de propietarios no puedan, o
mejor todavía, se nieguen a pagar sus hipotecas ¿entonces que?
Muy sencillo. El Mesías tendrá que mandar a su bribón Secretario
del Tesoro (yo no uso adjetivos peyorativos en balde; un presidente
del Banco de la Reserva Federal de New York que no pague
impuestos por años no tiene nada que hacer de Secretario del
Tesoro; claro, los demócratas son muy buenos para aumentarnos
los impuestos a todos, pero a la hora de pagarlos ellos, parece que
a muchos se les “olvida”) a imprimir dinero para directamente pagar
a los bancos las hipotecas que los propietarios no puedan o no
quieran pagar.

Por cierto, no sería mala idea exigir eso mismo, o sea, implantar una
moratoria en los pagos de todas las hipotecas por al menos dos
años. Que el gobierno le pague directamente a los bancos y que
usen ese dinero debidamente, en lugar de robárselo
descaradamente como hicieron con los $350 billones aprobados en
octubre pasado. Por un presidente republicano, de acuerdo, pero
aprobado por un Congreso demócrata que no se aseguró de
proteger los intereses de los contribuyentes exigiendo garantías de
como se gastarían esos fondos. Ahora nadie sabe donde fueron a
parar. Si hubiera voluntad de parte de un presidente y un Congreso
con buenas intenciones, hay muchas ideas que funcionarían
rápidamente para aliviar la situación. La organización de Newt
Gringrich, ex-presidente de la Cámara en los 1990s, American
Solutions, ofrece algunos, tales como rebajar los impuestos de
payroll (de los cheques semanales que millones de americanos
reciben). Esto pondría más dinero en los bolsillos de trabajadores
todas las semanas. Igualmente, se puede reducir la tarifa mínima
de impuestos sobre ingresos del 25% al 15%, lo cual también
pondría más dinero de inmediato en los bolsillos de millones.
Rebajar las tasas de impuestos a corporaciones (EU tiene las
segundas más altas del mundo) aumentaría las inversiones de
empresarios en la economía enseguida. Hasta aquí localmente, un
buen amigo mío ha creado un plan que puede resolver la crisis
hipotecaria rápido, pero después de tres meses tratando, no hemos
podido hacer mucho; quizás en el mes próximo se pueda llevar al
Congreso por alguno de los congresistas del Sur de la Florida el
plan y podamos recibir algún alivio si se implementa. Pero en el
Partido Demócrata, repito, no hay la más mínima intención de hacer
nada de esto, así que mas nos hundiremos cada día. ¿Y que hace
hoy, el presidente? El tipo tiene la desfachatez de prometer al
pueblo americano (y recuerden, cuando promete, siempre miente)
que su gobierno reducirá el deficit presupuestario a la mitad para el
final de su presidencia (que ojalá sea en 2012). Definitivamente no
recuerda de las palabras de Lincoln. Quiera Dios que la historia se
las restregue bien en la cara.

Y ahora, el “comodín”, el imponderable que no sabemos cuando


llegará, pero que sabemos muy bien que llegará, y pronto. Me
refiero a la situación internacional. Por las últimas semanas tal
parece como si el mundo ha estado aguantando la respiración en
espera del famoso plan de estímulo económico. Hasta prominentes
escritores como Carlos Alberto Montaner y el venezolano Carlos Ball
le ofrecieron una oportunidad al Mesías de probar que podía
gobernar. Pero ya se acabó la fiesta, y muy rápido. Montaner, Ball
y otros como Alvaro Vargas Llosa, además de mas de 200
conocidos economistas americanos y de otros países, incluyendo al
menos tres pasados premios Nobel en economía (ver el anuncio
pagado por el Cato Institute en el Wall Street Journal de la segunda
semana de febrero), se han expresado públicamente en contra de
los planes del presidente para resolver los problemas que
enfrentamos a base de gastos públicos, por enormes que estos
sean. Esto va contra la evidencia histórica, desde los años 1930s y
la Gran Depresión, pasando por Japón en la década “perdida” de los
1990s y tan reciente como el año pasado con los tres programas
fracasados ofrecidos por el presidente Bush. O sea, el gasto público
solo, nunca ha sacado a ningún país de una recesión. Contribuye,
si, pero el gasto público nada mas, sin otros elementos,
principalmente rebajas de impuestos, no funciona. Hasta el mismo
Secretario del Tesoro de Franklin Roosevelt, Henry Morgenthau, en
vísperas de la entrada de EU en la Segunda Guerra Mundial en
1940, se lamentó que después de siete años de gastos públicos
gigantescos, EU no había podido salir de la Depresión. Pero bueno,
a lo que me refiero con lo del “comodín” y el imponderable es a una
crisis internacional. Hay tantas posibilidades que para que ni
mencionarlas. Irán, Rusia, China, el Medio Oriente con Israel y
Palestina, Corea del Norte. En fin, tal como dijo el “pintoresco” y
plagiario Vice-Presidente Biden durante la campaña, está
“garantizado” (por Biden, no más) que algún país en algún lugar del
mundo “retará” al nuevo presidente y ya veremos de que material
está hecho. A mi no me cabe duda que esta crisis se producirá, y tal
como dijo Biden, muy pronto. Tampoco me cabe duda de que
material está hecho el Mesías. De aire, puro y vacío. Entonces
veremos que dirán los que votaron por la esperanza y por el
cambio. Pero será demasiado tarde, sobre todo para los que no
votamos por eso. Por otro lado, cualquier crisis internacional casi
seguro dará al traste con los planes de colectivizar radicalmente a
EU. Nosotros también tenemos derecho a tener esperanzas,
aunque no votáramos a base de esperanzas nada más. Eso sí,
como he escrito antes, el que crea, que rece mucho. El que no
crea, no pienso que hay piedra suficientemente grande debajo de la
que esconderse ahora. Así que mejor esperemos que pase lo
mejor, por difícil que esto sea de pensar. Como dijo un célebre
político cubano, creo que fue Justo Luis del Pozo por los años 1950s
“lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo”.

Pero para terminar en un plano más edificante, quizás es hora de


dejar atrás el lenguaje y terminología izquierdizante comunoide del
pasado. No mencionemos más, sobre todo los cubanos, la
amenaza del “socialismo”. Esa palabra ya no es útil, por verdad que
sea. A los americanos no solo no los asusta, sino les aburre. Mejor
usemos el término “colectivismo”. Es más adecuado, de todos
modos. Todas las ideologías de la izquierda comparten un
denominador común: el ansia de subyugar al individuo en aras de la
mayoría, del grupo, de la comunidad. Claro que como bien
sabemos es solo una táctica y en cuanto alcanza un gobierno de
izquierda (aun los socialistas demócratas) una mayoría absoluta,
trata por todos los medios de reprimir al individuo y si puede,
termina esclavizando y matando. Pero como todas las utopías,
están condenados esos gobiernos al fracaso. Más a largo plazo. Y
como bien dijo el economista favorito de los “progresistas”, el ahora
resucitado John Maynard Keynes, a la larga, todos estamos
muertos. Si claro, y a la larga también todos los programas del
presidente africano fracasarán. Por eso está tan apurado, pues bien
sabe que tiene poco tiempo para implementarlos.

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