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JUAN DE VELASCO HISTORIA DEL REINO DE QUITO PROLOGO MonseNor Manuel Maria Pélit encontré en 1906, en el Archivo His- térico de Simancas, importantes informaciones sobre los jesuitas exiliados en Italia, y en Valladolid pudo entonces confirmar, en la Biblioteca Jesuitico-Espaiiola de escritores que han florecido por siete lustros, desde ef 1759 al 1793, del ilustre fildlogo Lorenzo Hervds y Pandure, S. J., la fecha y el lugar de la muerte del Padre Juan de Velasco: 29 de junio de 1792, y en Faenza, contrariamente a lo que habiase crefdo (1819 y en Verona). Pero continuaba ignordndose el sitio de su inhumacidn, hasta que el Embajador Carlos Manuel Larrea, Director entonces de la Academia Ecuatoriana de la Historia, Jo descubrié en 1950, Asi consta en Ja docu- mentacién por él enviada al Ministerio de Relaciones Exteriores el 12 de matzo del siguiente afio’: nuestro primer historiador fue sepultado en la iglesia de los Carmelitas, conocida como del Carmine, de Faenza. No pudo, empero, encontrar sus restos en los nichos de la cripta, sino que, probablemente por razones de espacio, se supone que fueron colo- cados en una sepultura comim que alli se encuentra. En todo caso, el Acta de Defuncidn, debidamente autenticada el 6 de octubre de 1950, certifica que en el subsuelo del Carmine reposan. Fallecié el Padre Velasco a los sesenta y cinco aftos de edad, cargado de males del cuerpo y el espiritu angustiado por la suerte que correrian los originales de su obra. Tres meses después, aparecia el séptimo y Wtimo neimero del periddico Primicias de la Cultura de Quito, donde el precursor de la Independencia de la Presidencia de Quito, el mestizo Francisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo, escribiera: “Ya somos con- socios, ya somos quitefios Cquiere decir, no espafioles}, entramos ya en Ja Escuela de la Concordia, de nosotros renace Ja Patria, nosotros somos ‘Carlos Manuel Larrea, Fl Padte Velasco y su Historia del Retno de Quito, Quito, 1971, pp. 27-30 y'3 facsimiles. Ix los drbitros de su felicidad”. Cuatro arios antes, el 23 de noviembre de 1788, el Padre Velasco escribia al Ministro Secretario de Estado y de las Indias, Antonio Porlier, avisindole tener lista ya para la imprenta la primera parte de la Historia de Quito, que era su pais, la Presidencia en ese momento y la antigua gue habitaron sefiores y vasallos indigenas mucho antes de ambas conquistas: a incaica y la espafiola; y solicitén- dole que le fuese permitido dedicdrsela y le obtuviese “la aprobacién y beneplacito del Supremo y Real Consejo de Indias’, para Ja publicacién de lo que tenia escrito “no tanto por complacer a éstos (sus superiores jesuitas, que le habian ordenado escribir la historia, veinte aftos atrds), cuanto por hacer un corto servicio a la Nacién y a la Patria”*. Lo acabado de transeribix no significa, por cierto, que cl Padre Ve- lasco, criello blanco y de aristocrdtica familia, fuese, come Espejo, mes- lizo de indio y mulata, precursor, 0 partidario, siquiera tibio, de la emancipaciém, sino porque en el uso, repetido en ¢sa misma carta, y luego en atras, de los vocablos “nacién” y “patria”, connota Ia idea de una identidad politica y social, la patria, incluida entonces en la gran nacién espafiola, la “conquistadora”, como de manera precisa lo dice en la misma carta. Se trata de Ja historia en su lugar de origen, de su “reina”, sobre cuya autenticidad tanto y tan imutilmente se he debatido. Reino llamaron al pais de Quito los cronistas espatioles. Reinos fueron Iamadas las provincias espafiolas, conformadas e individualizadas en los valles de una accidentada geografia, cuyo contorno dioles una personalidad fuerte, conducida después, por el esfuerzo de la monar- quia, a la unidad politica, Ja primera en Europa, de Fernando ¢ Isabel, de Carlos I, luego Felipe II. Naciones también fueron Wamados los con- juntos étnicos, organizados socio-politicamente, que los conquistadores de la gran nacidn-imperio encontraron en nuestro pais. De entre estas varias naciones, Ja de mayor coherencia, antes de la Hegada de los Incas, fue la de los Quitus-Caras, nombrada por el Padre Velasco Reino de Quito, como la nombraron antes los cronistas, y después los antropélogos e historiadores. En ese “reino” de Quito, en ese pais de Quito, unos sefiores habian acrecentado, con el tiempo, sus sefiorios, dorninados por fuerza o por astucia o sus inmediatos vecinos, 0 celebrande provechosas alianzas con otros niicleos importantes de formacidn politica y social. Asi, pues, y no obstante la fabulacién que implica decir que la primera época de este reino “duré desde su primera poblacién, algunos siglos después del general diluvio, hasta que fue conquistado por Carin Seyri (de procedencia Cara, segtin parece), cerca del afio mil de la era cris- * Esta carta se ha publicado integra recientemente en el tomo, HI, Historia Moderna, del Padre Juan de Velasco, oditado por la Casa de la Cultura, Quito 1979, pp. 9-11.

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