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EL CORO

Acostumbrada a callar sus opiniones quedaba siempre de acuerdo tcito, como ese sujeto que no aparece en ninguna oracin. Dejaba que los dems hicieran las afirmaciones ms extraordinarias, y que dieran por supuesto que ella coincida. Invisible ante la mirada de los otros. As paso cuando su mejor amiga se qued con aquel chico que tanto le gustaba, cuando particip de un almuerzo en el que no le haban puesto cubiertos, cuando delante de ella hablaban de dinero y de cosas a las que ella nunca podra acceder Aprendi a pasar desapercibida. Solo su tic nervioso se acentuaba como un ltimo intento por no desaparecer del todo. Para aliviar la situacin decidi participar de un coro. Como en la vida, participara de un coro. Un coro que acompaa al cantante principal, como un eco melodioso. Siempre esperar a que el cantante elija la cancin, tratar de no desentonar y de no sobresalir. As, bajaba del escenario apartando a los que se avalanzaban sobre la diva. Mascullaba una mala palabra y tosa un poco para aclarar su garganta reprimida. Una tarde, alguien se abalanz sobre ella, la sigui por los pasillos del teatro y la esper en la salida de los artistas. La sigui hasta la parada del colectivo. Ella no entenda. De pronto le acerc un papelito: es ud . encantadora . Me llam mucho la atencin el pestaeo de sus ojos, tan rpido y enrgico. Sus pupilas brillaban como la luna detrs de una cortina que se levanta y se cierra en un da de viento. Pareca sentir un enojo triunfante al pasar cada hoja de la partitura. Cuando la solista cantaba, su cuello se hencha y su laringe se mova a travs de su piel como si siguiera cantando con ella o mejor como si le soplara la letra. No intente hablarme porque soy sordo, pero si acepta mi compaa solo tengo ojos para contemplarla .

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