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Seis lecciones de baile,

del swing al fox-trot


pasando por el tango y
el chachachá, pueden
bastar para que dos
personas, aparentemente
incompatibles, se
encuentren. Lola Herrera
Seis clases y Juanjo Arteche dan

de baile buena fe de ello


Viernes, 20 de marzo,

en seis
a las 21 horas

Autor Richard Alfieri

semanas
Cuando dos personas se unen en un baile de salón, lo importante es
Reparto
Lily Lola Herrera
Michael Juanjo Artero

encontrar un ritmo común. No importa ni la edad ni la clase social Iluminación


ni el carácter de cada individuo. Si uno no está dispuesto a escuchar José Manuel Guerra
al otro, el baile resulta imposible. Es como la vida, según el escritor Escenografía y vestuario
neoyorquino Richard Alfieri quien, tras escribir varios guiones cine- Rafael Garrigós
Coreografía
matográficos y otra pieza teatral –The sisters–, concibió esta obra
Emilio Lorente
cuando acompañó a su madre a un concurso de baile y observó las
diferencias que existían entre los bailarines. En la mayor parte de los Director de escena
casos, las mujeres eran mucho mayores que sus compañeros, como Tamzin Townsend
sucede en Seis clases de baile en seis semanas en donde, Lily (Lola
Herrera), rica, viuda de un predicador y con muchas
asignaturas pendientes, decide contratar a Michael
(Juanjo Artero), un maestro de baile treinta años
menor que ella, gay y con un carácter igualmente
endiablado. A pesar de que mentir y pelear parece
su único modo de relacionarse, cuando suena la
música y se abrazan para bailar, acaban compren-
diendo que aceptar al otro es el mejor modo para
llegar a aceptarse y a quererse a uno mismo.
La pieza, tierna y esperanzadora además de diver-
tida, ha triunfado en veinte países antes de presen-
tarse en España, donde el éxito la ha acompañado
gracias, sobre todo, al plantel de profesionales que
la sostiene. En primer lugar, una Lola Herrera que
celebra en el escenario sus bodas de oro y que,
tras su dramático papel en Solas, se divierte como
nadie haciendo reír al público y bailando con un
Juanjo Artero (popular sobre todo por sus pape-
les televisivos en Verano azul, en 1981, y en El
comisario) que le da la réplica a la perfección. La
dinámica puesta en escena de la británica Tamzin Townsend, que
también dirigiera El Método Grönholm, es sin duda otro de los fac-
tores de su gran acogida en toda España.

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