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La casa grande de

Arizón
08 de febrero de 2009
La impresión que uno se lleva al pasar a través de las
calles Banda Playa, Divina Pastora y el callejón de Félix y
contemplar la Casa del Marqués de Arizón, es la de una
mole que espera que el tiempo la tire abajo

José González Parada.- La casa grande de Arizón se


encontraba dividida en 4 partes después de la ultima herencia
entre las familias de Arizón Herrero, la familia Arizón Franco, la familia Arizón Picardo
y la familia Arizón Ruiz, y éstas tres últimas familias vende sus partes al primero de
ellos, Arizón Herrero, el día 3 de febrero de 1.989 por el precio de 60 millones de
pesetas constituyendo la firma “Daniursa” encontrándose entre sus socios Ramón
Tamames, el empresario Santiago Correa Monedero y el arquitecto vasco Javier
Olacirregui constituyéndose la “Casa Grande Arizón”.

Esta casa, construida en el siglo XVIII es la única casa de cargadores de Indias que
todavía se conserva completa. Con 5.329 metros cuadrados, cumpla su doble misión de
comercial y residencial, misión que cumplía esta familia originaria de Irlanda que
probó fortuna en Cataluña antes de ubicarse en Sanlúcar.

Según la Guía Histórica-Artística de Sanlúcar de Ana Gómez Díaz, “la casa responde a
la tipología propia de residencias pertenecientes a los grandes mercaderes que se
especializaron en el tráfico comercial con América.

La misma Guía asegura que “los Arizón fundaron una de las más grandes compañías
comerciales de la época, siendo tan grande su actividad económica que llegaron a
prestarle a Felipe V naves de su flota, y los almacenes sanluqueños fueron cedidos a la
Corona por un tiempo con todos sus beneficios”.

Gómez Díaz hace resaltar que “estilísticamente, las dos zonas residenciales adoptan las
trazas propias de las casa-palacio del barroco sevillano, constatándose esta tipología en
la sobriedad de fachadas, altura de la edificación en dos plantas y ático final: así como
en la presencia de azotea, jardín y patio central, con columnas de mármol y brocal de
pozo en el centro, alrededor del cual se organizan las cuatros crujías diferentes”.

También dice Gómez Díaz en su Guía que existen varias leyendas sobre la casa y su
familia, “algunas de ellas basadas en hechos reales como el ajusticiamiento de don
Diego de Arizón por haber asesinado a su esposa, la sanluqueña Margarita Cervera (que
según cuenta la tradición, fue emparedada en esta casa), y a su mayordomo, Juan Reix,
por motivos de adulterio, ingresando prisionero en el castillo de San Sebastián de
Cádiz”.

Tal como se decía hace quince años en el Diario de Cádiz, (28 de noviembre de 1993),
“El proyecto de rehabilitación del edificio continúa paralizado”, hoy todavía nos
encontramos en la misma tónica.

Este edificio que fue comprado para ser restaurado y acondicionado como parador
nacional, ve como pasa el tiempo y su estructura se deteriora sin que el Ayuntamiento,
la Junta de Andalucía, ni la empresa propietaria de la misma, resuelvan la situación del
inmueble.

Por la fecha en que esta casa fue adquirida por la sociedad “Daniursa”, coincidió en el
tiempo con la incoación por parte de la Delegación Municipal de Cultura del expediente
de declaración de la misma como Bien de Interés Cultural (BIC).

En 1993, el asunto saltó de nuevo a la palestra con la presentación en el registro del


Ayuntamiento por parte del grupo municipal de Izquierda Unida de una moción en la
que proponía que se iniciara el expediente de expropiación del mencionado inmueble
“teniendo en cuenta el valor histórico del edificio, la necesidad de su urgente
restauración, su posible reutilización como alojamiento de calidad, y que la empresa
propietaria no ha mostrado interés por realizar las obras necesarias que eviten su
destrucción”.

Esta proposición fue desestimada por el alcalde sanluqueño de aquellos años, don
Manuel Vital, así como por el Delegado de Cultura, don Germán Mora, quienes
manifestaron que “ni el Ayuntamiento ni la Junta de Andalucía disponían de recursos
económicos necesarios para emprender una acción de este tipo”.

Hay que recordar que el señor don José Gómez Villega, asesor jurídico en aquella fecha
de “Daniursa”, informó que su patrocinado había indicado “su incredulidad acerca de
que esta propuesta pueda llegar a buen término”.

El señor Gómez Villega afirmaba que el proyecto de rehabilitación estaba paralizado


por culpa del Ayuntamiento, manifestando que “Estamos pidiendo desde el año 1990 al
Ayuntamiento que se desaloje por ruina inminente al último inquilino que queda en la
parte más deteriorada de la casa. Hemos insistido en varias ocasiones y ni siquiera nos
han contestado”.

El asesor aseguraba que la empresa mantenía su proyecto de rehabilitar el inmueble


como parador de 100 camas, así como realizar una inversión de 900 millones de pesetas.
También decía que el proyecto de rehabilitación estaba por la Comisión Provincial de
Patrimonio, estándose readaptando en aquella época para actualizar la oferta turística.

Para rizar el rizo, el que era jefe de la sección de Bienes Culturales de la Delegación
Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, el señor don Cesário Martín, decía que
“la obra no se puede hacer”.

Manifestaba que era cierto que existía una aprobación inicial de un proyecto presentado
por la sociedad inmobiliaria, con fecha de marzo de 1990, pero especificaba que la
aprobación definitiva no se había producido, afirmando que una vez fuera aprobado
inicialmente el proyecto se exigiría a la empresa propietaria la presentación de un
proyecto definitivo en el que se contemplase el cumplimiento de una serie de
condiciones, tales como asegurar la conservación de sus pinturas, celosía o portaje, el
cual todavía no se había presentado.

A pesar de que se decía que la casa Arizón había sido declarada Bien de Interés
Cultural, por aquella fecha todavía no lo era, pues como manifestaba el señor Cesário
Martín, “el expediente de incoación se había ido adjudicando a varios equipos y que -
lamentablemente-, ninguno de ellos había logrado terminarlo. Lo que si era claro es que
la incoación equivalía a la declaración a todos los efectos mientras no se produjera
ningún tipo de denuncia, o sea, en aquel momento se podía decir que el bien estaba
declarado como de interés cultural.

Pasado quince años, la “Casa Grande Arizón”, aquella que sirvió en los años treinta
como Cuartel de Carabineros y que después se utilizó para albergar a los guardias
civiles que no tenían viviendas en el acuartelamiento de la calle Luís de Eguilaz, sigue
en el mismo estado de gravedad terminal que en aquellos años, hasta que un día nos
levantemos los sanluqueños con la triste noticia de que se ha venido abajo,
posiblemente lo consigan.

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