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DURIAN

Nació en un pequeño pueblo de Dalaborn, Lionel. Una población que básicamente había
prosperado gracias a la explotación minera de diversos materiales preciosos,
concretamente diamantes.
Durian pertenecía a una familia de clase media, que trabajaba en las minas, y debido a la
nueva política instaurada por Elisabetta, se había logrado instaurar una gran estabilidad
en el pueblo, lejos de la explotación. Así pues, acabó extrayendo diamantes en las
minas.
Sin embargo, en un aciago día, se coló en la mina. Simplemente quería jugar, pero
descubrió una piedra gema negra, algo oscuro, pero sin duda de una belleza increíble.
Enorme, debía haber cantidad suficiente como para abastecer el Imperio. Uno de los
mineros le encontró con la piedra, extrañado.
Durian avisó al pueblo y se dedicaron a la extracción de la gema negra. Sin duda
preciosa. El pueblo ya podía oler a los mercaderes comprando su deliciosa mercancía.
Sin embargo, una terrible enfermedad empezó a extenderse como una plaga de traición
y castigo ante la avaricia de los pobladores. Poco a poco fueron muriendo, debilitados
por la enfermedad.
Al principio pensaron en diversos vapores nocivos, puesto que la piedra se encontraba
en las propias entrañas de la tierra, extraída en la parte más profunda de la mina.
Diversas bolsas de aire contaminadas podían haber provocado la enfermedad. Sin
embargo, el párroco del pueblo empezó a discutir sobre la enfermedad. En un principio
acusó al pueblo de avaricia y lo llamó el castigo divino.
Sin embargo, los rumores se propagaron sin piedad. La piedra estaba maldita y era la
causa de todo mal. Debía ser erradicada.
El párroco del pueblo, decidido a erradicar aquellas impuras amenazas, mandó un
mensaje de auxilio a la Inquisición. Semanas más tarde, dos Inquisidores aparecieron,
vestidos con sus túnicas de monje, y ataviados con pesados martillos de guerra a dos
manos. En su cinto lo único que llevaban era la Biblia, su razón de existencia. No hay
duda que en cuanto erradicaran la piedra decidirían exterminar al pueblo por su contacto
con lo herético, relación directa con el demonio. Los aldeanos, no conscientes de ello,
veían a los Inquisidores como los enviados de Dios, y pusieron su fe en ellos.
Los Inquisidores fueron acompañados por varios aldeanos, entre ellos Durian, decididos
a acabar con la maligna piedra. Se plantaron delante de ella y rezaron una larga oración.
Imbuidos en furia sagrada, ambos Inquisidores golpearon al unísono con sus dos
martillos de guerra a dos manos. Y el tiempo parecía pararse por un instante para
Durian. Una espesa nuble negra surgió de la piedra, a presión, como si esperara a ser
liberada, y se extendió por toda la zona de extracción.
Y todo fue nada. Durian el despertó, alejado del tiempo. Vagos recuerdos y memorias
encerraban su mente.
Salió de la mina, desorientado. La luz del sol le cegó por un momento. Y ahí estaba su
pueblo. Derruido. Algunas personas yacían aún en el suelo, sin ninguna herida visible.
Aquel intenso conjunto de emociones provocó una profunda resonancia en la Vigilia. El
eco tuvo una profunda influencia en la barrera de la realidad. Podría decirse que estaba
casi fusionada con ella, pero se mantuvo el espacio real sobre el espiritual. Sin embargo
no ocurrió así para Durian, que adquirió poderes oscuros y fríos como el lugar en el que
se encuentra. Alimentados de odio, terror y sufrimiento, ahora era un ser solitario
abandonado en una aldea.
Autosuficiente. Paciente. No sentía dolor. No sentía avaricia. No sentía deseo por nada.
Vagabundeaba en sus sentimientos. Exploraba sentidos metafísicos en busca de un
forma de evitarlo todo.
Varios años después, intentaba descubrir el por qué realmente de la existencia de una
piedra. El por qué de su sentimiento oscuro creciente. El por qué de la muerte de todos
sus seres queridos. Subido en un muro, sentía la llamada de lo oscuro. Cayó al suelo
llorando ante la intensa tortura de lo oscuro. No podía aguantarlo más. Y de repente,
todo cambió a su alrededor.
Apareció en el mismo muro, con los mismo cadáveres a su alrededor. Con el mismo
sentimiento de vacío y terror. Con el mismo sentimiento de Oscuridad. Levantó sus ojos
vidriosos y allí estaban. Sus padres, esperando a acogerle, como cuando era niño. Una
sonrisa esbozaba sus labios.
Y por primera vez en años, Durian sintió felicidad. Avanzó hacia ellos. Avanzaba. Sus
piernas corrían. Y ellos no se alejaban. Por alguna razón u otra, en el plano existencial
de la Vigilia, no avanzaba. Pero deseaba avanzar. El deseo le inundaba. La oscuridad se
alimentaba de esa frustración. Y crecía exponencialmente, hasta que se formó como un
rayo contra sus padres. Y les atravesó. Y el tiempo se paró para que Durian pudiera ver
la muerte de sus padres. Lenta, dolorosa y cruel. Sin duda, cruel.
Y en ese vacío de terror, surgió desde su más profundo ser un grupo de auxilio, como la
bestia que grita malherida al resto de la manada. Aquello sin duda habría helado más de
un corazón si lo hubiera.
Y volvió al plano real, aunque él no era capaz de comprender aquella pesadilla
cruelmente real. Las lágrimas adornaban su rostro y el no era más que una sombra del
terror que en sí era.
No podía permitir que volviera a suceder. No podía. La oscuridad recorría su cuerpo
libremente, como un veneno.
Pero el debía liberarla, y así lo haría. En un ataque que no se distingue entre locura o
valor, alzó su mano al cielo y mientras notaba como todo su ser quería salir, como esa
oscuridad se formaba en torno a su mano. Y surgió de ella, como una gota de aceite
desprendida de su alma. Un cúmulo de oscuridad, una esfera negra, densa como el
plomo, surgió, moviéndose entre sí como atrapada.
Tenía que ser eliminada, erradicada. No podía dejarla ahí. Y el mismo sentimiento que
apareció al ver a sus padres volvió a surgir desde su yo interior. Y la esfera se torno
fuego, y el fuego se torno descontrol.
Y Durian apareció tirado en el pueblo, con su cuerpo cubierto de violentas llamas. No
sentía dolor. Ahora sabía lo que sentía. Se levantó, poco a poco. Las llamas se
desprendieron de él a voluntad. No habían quemado nada. Ahora él era dueño de ese
poder que surgía desde su oscuridad.
Con el paso del tiempo, fue refinando estos poderes, dando lugar a diversos sortilegios.
Su poder fue creciendo, y pese a que seguía sintiendo un terror brutal a la oscuridad, la
fue depurando en energía pura. Le gustaba. No la comprendía pero volvía a sentir el
deseo de aprender más… El deseo…
Años más tarde, ya con 12 o 13 años, una patrulla Imperial se dirigía hacia el pueblo,
dispuestos a investigar el suceso del pueblo y las gemas. Ataviados con pesadas
armaduras, alzando la bandera Imperial, acompasados pasos llenos de orgullo y poder,
los agentes Imperiales eran observados por Durian desde las sombras… Humanos. Otra
vez. Seres vivos. Gente con la que incluso podría establecer relación…
Pero todo lo que él conocía, todos sus amigos y familiares, no eran ahora más que un
producto de la muerte…
Los Soldados se dirigían hacia la zona de la piedra oscura. Durian debía impedirlo, así
que cuando llegaron a la entrada a la mina, vieron a un niño de 12 años. Durian se sitúo
enfrente de ellos y simplemente les avisó de que no debían avanzar.
Los Soldados se miraron entre ellos. Era muy extraño que un niño como él, que tenía la
pinta de estar completamente sólo y además de haber sufrido grandes penurias,
simplemente les dijera que no pasaran. Sin embargo, se apiadaron de él. Uno de los
soldados se comprometió a llevarle a la misma capital del SacroSanto Imperio de Abel,
Arkángel. El resto de los soldados entraron, pensando en lo mal que lo debía haber
pasado el pobre chaval. Cuando llegaron al fondo, descubrieron la gema oscura.
Inquietante, pero bella… Entre la piedra y el niño, no sabían demasiado bien como
actuar… El sargento declaró que se retirarían a informar directamente a sus superiores
sobre estos… acontecimientos, y partieron hacia la capital del Imperio.
Allí fue acogido por la familia del soldado. Fue tratado como un miembro más de la
familia, pese a que Durian siempre se mostró distante, apartado del resto del mundo.
Nadie debía volver a morir por su culpa.
A los 16 años, ingresó en el ejército. Su grandiosa agilidad y destreza le hicieron
ganarse rápidamente una buena posición en la escuadra a la que pertenecía en el
ejército.
Sin embargo, se enamora de la hija del soldado que le adoptó, Eylo. Al principio se
muestra como un simple observador alejado de ella. Temía que le pasara nada. Temía
perderlo todo una vez más. Sin embargo, la cálida sonrisa de ella sofocó la oscuridad
que amenazaba su alma. Y poco a poco, la ventana que encerraba a su corazón se fue
abriendo, involuntariamente, de forma pasiva. Y descubrió su segunda vida. Una vez
más se sentía vivo. Un día, la madre de Eylo descubrió a su hija a Durian. No dijo nada,
tal vez apreció su amor, o tal vez tuviera otras razones. De cualquier forma, Durian no
llegó a saberlo. El problema era el padre de Eylo.
Con el paso del tiempo, en un fatídico día, el padre de Eylo regresó borracho a casa.
Había estado con su escuadrón bebiendo en la taberna, y venía tarareando una famosa
canción del ejército abeliense. Y vio a Eylo y a Durian. Aquel niño… le había rescatado
y ahora pretendía arrebatarle a su propia hija… No estaba dispuesto… Sacó la espada
del cinto y se dirigió hacia Durian. Pese a que pertenecía al ejército, el padre de Eylo era
un veterano, y pese a su estado de borracho, no podría con él. La espada bajó y entonces
los ojos de Durian se abrieron al ver como el brazo izquierdo de Eylo era brutalmente
atravesado por la espada de su padre, que se quedó quieto borracho, expectante.
Eylo se agarraba la herida de su brazo mientras intentaba contener su dolor. Las
lágrimas recorrían su rostro cayendo en la herida de la sangre, uniéndose con la misma
y formando un líquido poco denso. Durian notaba como la furia le recorría. La
oscuridad de su corazón abrió cualquier ventana de su corazón que quedase,
irrumpiendo como una bestia enjaulada. Se levantó, mientras el padre de Eylo volvía a
agarrar su espada para dar un golpe a Durian, a la par que trataba de sostenerse en pie, y
alzó su mano. Su puño se dirigía directamente hacia al padre de Eylo, pero no se movió.
Dejo que el poder de la oscuridad fluyera naturalmente por él, con todo el odio y la
rabia consumidos. El padre de Eylo salió despedido y acabó tirado en la calle, gritando
de dolor y odio.
Y viendo aquella escena llena de dolor, recordó una vez más la tragedia del pueblo.
Sufrimiento y dolor y él era la causa. Se giró y vio a Eylo, que lo miraba como si
estuviese contemplando un horrendo monstruo. La oscuridad que le había liberado cerró
sus ventanas. Y huyó antes de que nadie alertara a la guardia. Simplemente, apareció al
día siguiente en el ejército, listo para la misión de asunto exterior. Un pequeño
enfrentamiento, cada vez más común, entre abelienses y el ejército de azur.
Allí, durante toda la campaña, se dejó llevar cual marioneta controlada por sus dueños,
acatando toda orden, sin importar cual fuera. Todas las noches tenía sueños de
oscuridad, luego de destrucción, caos, destrucción, dolo, odio, guerra, y al final…
sangre.
Antes de la batalla final, sus sueños cambian radicalmente. Y por primera vez en mucho
tiempo, tiene un sueño de luz, calma, serenidad… Recuerda a Eylo.
Y sale de su estado de vacío. Él no era nadie para juzgar la muerte o la vida de nadie. La
oscuridad que tenía dentro sólo era un arma más… Y huyó del campamento, de la
guerra y de la destrucción.
Pasó un año entero viviendo en contacto con la naturaleza, ensayando el arte de la
magia.
Después, regresó a su pueblo natal, Lionel. Quería enfrentarse a sus propios fantasmas.
Cuando llega al pueblo, se sorprende de la evolución del pueblo. Ve los maravillosos
parajes del pueblo, y ya no siente el miedo que sentía antes al pensar en su pueblo.
Ahora ya le daba igual… Se asentó allí, en una de las pocas casas que todavía quedaban
en pie. No se acordaba de quién vivía allí antes, pero daba igual.
Al final, Durian acaba volviendo a Arkángel. Va hasta la casa de Eylo, y desde la calle,
mira a través de la ventana. Ve a Eylo sosteniendo el colgante que él le regaló el día en
que su padre les descubrió. Eso vuelve a recordar a Durian el suceso, y por lo tanto se
marcha de la ciudad.
De camino a Lionel, es asaltado por un bandido. Al recordar que por él se ofrecía una
buena suma de dinero, lo captura y cobra su recompensa.
Poco a poco, mientras trabaja de cazarrecompensas, intenta recuperar esa relación con
Eylo, y empieza a mandarle notas.
Con el paso del tiempo, con Durian ya con 24 años, mientras buscaba a un ladrón, se
encontró con dos hombres fuertes y robustos que le miraban con curiosidad. Durian se
mantuvo alejado de ellos pero se acercaron. Le contaron que le habían estado siguiendo
y estaban interesados en él. Pertenecían a la mano del Emperador, una organización que
cuidaba de los intereses políticos del Imperio desde las sombras. Al principio Durian
pasó del tema, pero ellos amenazaron con propagar el rumor de que su “amada” había
tenido contacto con el diablo. Viéndose obligado, Durian aceptó a formar parte de la
organización.
A los pocos años, fue llamado por Tadeus Van Horsman, y fue asignado como uno de
los mensajeros a Manterra…

Categoría: Warlock Clase: Natural 10 Nivel: 1


Turno: 105 Pv: 65 TA HA70 HE55 Armas: Estoque Daño:
40
AGI: 9 DES: 9 CON: 5 FUE: 5 PER: 7 INT: 8 VOL: 5 POD: 8
Ventajas/Desventajas: Don (2), Reflejos rápidos (2),
Conocimiento natural de vía (oscuridad) / Maldición 2 (Cada
vez que use Magia Oscura, pierde 20 pts de vida, de
sacrificio. Otra Magia, pierde 10.)
Zeon: 110 ACT: 10 Proyección Mágica: Tabla (Ataque y
Def)
Poderes:
Oscuridad: Crear Oscuridad, Ver en la Oscuridad, Escudo oscuro, Descarga
oscura.
Fuego: Crear Fuego, Mitigar fuego
Agua: Capacidad acuática, Crear frío.
Viento: Crear viento, Mover objeto.
Tierra: Detectar minerales, Control mineral.
Resistencias: RF30, RE30, RV30, RM40, RP30
Tamaño: 10
Regeneración: 1 Área de acción: 1 Tipo de movimiento: 9
Habilidades secundarias: Frialdad 75 Saltar 10
Valoración mágica 25 Atletismo 15
Equipo: Estoque, Ropas de viaje, Botas de viaje, Ropa
Interior

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