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(From the danger of the technique to the salvation for the ethics)
RESUMEN:
ABSTRACT:
It is the aim of this paper to study the problem of the technique by the light of
Martin Heidegger's proposal. In the section 1, I will summarize Heidegger’s
position about nature as disposition and deposit. In section 2, I will show the
conception of the technique as fatum and danger. In the last section, I will assess
Heidegger’s proposal from ethical perspective of Levinas and Dussel. The work
tries to involve in the philosophical reflection, current problems that demand from
the philosopher an attentive and critical thought. Although the proposal of Levinas
won't be considered in its fullness, will be presented as provocation for those who
continue thinking the problem from the access to the environment from diverse
edges.
∗
Profesor del Departamento de filosofía de la Universidad del Cauca (jcaguirre@unicauca.edu.co)
He aquí un mundo controlado al fin por la
razón, un mundo empírico y realista,
pragmático, un mundo donde el valor
prioritario es la utilidad. Las tijeras sirven
para cortar, el bolígrafo sirve para escribir.
Desde los llamados útiles o utensilios, el
criterio de utilidad se ha hecho hoy extensivo
a todo, aun a las cosas que parecían más
alejadas o incluso más opuestas a dicho
concepto: el ocio sirve para reparar fuerzas,
el juego sirve para descargar de manera
inofensiva nuestra agresividad. ¿Para qué
sirve una camelia? (Cabodevilla, 1994: 23)
Los momentos actuales exigen de la reflexión filosófica una palabra pertinente que
contribuya a esclarecer sucesos, la más de las veces inadvertidos por quienes nos
vemos atrapados por el dominio del instante. Nunca la filosofía ha sido mera
espectadora de su época, siempre tiene algo que decir, da algo que pensar. Sin
embargo, como toda obra humana, las respuestas del filósofo, inscritas en su
tiempo, están sazonadas por inquietudes, circunstancias y urgencias muy propias.
La trascendencia del pensamiento no alcanza al establecimiento de verdades
eternas e intemporales y, por ende, las respuestas que la historia guarda con celo,
son puntales que sostienen la disciplina filosófica mas no eximen al filósofo de su
responsabilidad frente al mundo que le tocó habitar. Ante problemas nuevos, el
filósofo observa con calma sus raíces pero sabe que sólo la osada postura del
decir lo convierte en alguien vigente, necesario; por ello, pese al pragmatismo en
el que la sociedad se desenvuelve, o debido a ello, la palabra del filósofo se torna
fuente.
En este mundo donde todo sueño es posible, donde la investigación está centrada
en la producción que, a simple vista, proporciona bienestar, ¿qué lugar ocupa el
filósofo? El párrafo inicial reivindicaba la voz del filósofo, pero ¿acaso no es una
idílica pretensión?, ¿suspiros profundos y atragantados del agonizante? El éxito
de la ciencia y la tecnología ha merecido el aplauso y la tranquilidad de las
mayorías; obviamente, esto ha creado una esfera cientificista que intenta
homologar todo discurso a ciencia. La filosofía no ha sido la excepción y las
tendencias más radicales abogaban por una filosofía científica cuyo objetivo era
construir enunciados con sentido (en el reducido concepto de sentido como
referencia directa a un hecho) o a servir de estructurador de las teorías científicas,
renegando para ello de la lógica heredada y entronizando una lógica que ya no era
suya, la lógica que enseñan a los matemáticos. Todo lo que escape de esta moda
es oscurantismo, pseudofilosofía, vaguedad. El filósofo hoy tiene una crisis de
identidad, tanto así que en los departamentos de filosofía se inscriben al programa
personas que no saben “a ciencia cierta” qué aprenderán, ni para qué.
Esta larga introducción ha permitido abonar el terreno para lanzar la intención del
presente escrito, la cual no es más que la consideración de un fenómeno, la
técnica moderna, que podría ser el sello, la esencia del mundo que nos es
contemporáneo. Las consideraciones se harán teniendo como trasfondo la lectura
de algunos textos de Martin Heidegger, en especial el texto: La pregunta por la
técnica. Se partirá de una presentación de lo que halló Heidegger en su
indagación por la esencia de la técnica moderna, se reconstruirá la postura que
adopta frente al fatum al que estaríamos avocados y se analizará críticamente tal
salida a la luz de los planteamientos del filósofo Emmanuel Levinas. Más que una
visión descriptiva de la técnica o una mirada ecologista, se hará una aproximación
ética, entendiendo los desafíos que este tipo de reflexión conlleva en un tema tan
complejo como la técnica moderna. Finalmente, este ejercicio permitirá establecer
contactos dignos entre la filosofía y la cultura, a la vez que buscará acceder a un
nivel de comprensión más holístico de nuestra época.
La cuestión que nos ocupa es la técnica moderna, tan distinta y casi desligada de
la tejné antigua. La diferencia entre ambas la ubica Heidegger en la concepción
del producir. Para los griegos, tejné significaba el conocer a fondo algo, el
entenderse en algo. Si recordamos que el conocer dona aclaración tenemos,
entonces, que en la tejné, en su triple acepción (poíesis) de artesanía, arte y
naturaleza (physis como autoproductora), el producir más que elaborar es un
develar1 (Heidegger, 1986: 52 - 53). Por su parte, la técnica moderna también es
un develar pero no en el sentido de la poíesis sino que provoca la naturaleza en el
sentido de depósito, es decir, suministro de energía susceptible de ser acarreada y
acumulada: “el poner que provoca las energías de la naturaleza es un activar en
doble sentido. Activa en tanto explota y expone. Esta activación, sin embargo,
previamente queda fuera-de-circuito para activar la otra, es decir para en adelante
impulsar a la máxima utilización posible con el gasto mínimo” (Heidegger, 1986:
1
En este sentido, el develar coincide con el sentido de la alétheia, de ahí que Heidegger reconozca
que la tejné es un modo del aletheýein.
54). En otras palabras, se experimenta un giro en la concepción de la physis,
específicamente en la representación que de ella se tiene.
2
Esta relación fue estudiada ampliamente por el profesor Antanas Mockus en su texto Representar
y disponer (Cf. Mockus, A. Representar y disponer; un estudio de la noción de representación
orientado hacia el examen de su papel en la comprensión previa del ser como disponibilidad.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1988.)
2. La técnica moderna: fatum y peligro
El peligro de la técnica moderna existe, es más real hoy que en los propios
tiempos de Heidegger; subsiste mientras sigamos representando la técnica como
instrumento para la dominación de la naturaleza; subsiste mientras la producción
se imponga como destino; subsiste mientras se identifique el pensar con el
calcular o la verdad como referencia a hechos. Sin embargo, sabemos que no
basta el confort para sentirnos plenos, el dinero para la felicidad, la explicación
para la comprensión. Lo salvador del que habla Hölderlin e interpreta Heidegger,
la Gracia, brotan del peligro – pecado3: “el dispositivo provoca al frenesí del
disponer que distorsiona toda mirada al apropiamiento del develamiento y, así,
expone desde el fondo la referencia a la esencia de la verdad [... Pero] el
dispositivo acontece-apropia por su parte en lo otorgante, que deja durar al
hombre en eso no descubierto hasta ahora pero que quizá lo sea más en lo
venidero: el ser requerido para la custodia de la esencia de la verdad. Así aparece
la aurora de lo salvador” (Heidegger, 1986: 65).
3
He querido dejar el término pecado no sólo para conservar la relación entre la frase de Hölderlin y
el verso de Pablo, sino para darle un sentido lejano a lo tradicionalmente admitido en la cristiandad.
Este nuevo sentido brota de la lectura de Dussel, para quien el mal, el pecado “comienza por ser
idolatría, fetichismo, ateísmo, que se desarrolla a partir de la dominación del hermano, de la
persona del otro. No es ya la relación persona-persona, sino la relación yo-cosa, sujeto-objeto. No
«dos» alguien, sino «uno» ante cosas: cosificación” (Dussel, 1986: 26-27). Esta perspectiva
servirá de insumo a la hora de dar una solución (salvación) frente al peligro de la técnica moderna.
capaz de develar todo destino y, a su vez, responsable del dispositivo que
distorsiona destinalmente la poíesis. La cuestión final será mostrar cómo el
hombre construye la salvación a pesar del destino.
El extenso párrafo citado contiene el peligro que avizora quien no huye del pensar;
a su vez, encierra la salida: salvaguardar la esencia del hombre lo cual exige
mantener despierto el pensar reflexivo que no se identifica totalmente con el
pensar calculador, sino que toma en cuenta la palabra del poeta, el color del
pintor, la imaginación del novelista, los acordes del músico. En el pensar reflexivo
lo estético recobra su lugar en la consideración del cosmos y el mundo se
sacraliza o, como mágicamente lo expresa Noguera (2004), se “reencanta”.
Pero no sólo lo estético urge, aunque es urgente en esta era de la técnica, mas no
es lo más urgente. La confianza en la razón como liberadora del peligro puede
encerrar en sí misma una trampa: relacionarnos con el ser consistiría en
neutralizar el ente para comprenderlo o apresarlo. Intentar introducir las cosas
objetivas en lo “verdaderamente interno del espacio del corazón”, ¿no sería
reducir lo Otro al Mismo? Parecería que la libertad consistiera en mantenerse
aislada de lo Otro, aséptico en su presencia, asegurando lo que Levinas describe
como egología o autarquía de un Yo (Levinas, 1977: 69 - 70).
Es por ello que antes que la salvación por la estética estaría la salvación por la
ética; no es extraño, entonces, que Levinas sostenga que la ética es la filosofía
primera y que su propuesta remita a “una relación no alérgica con la alteridad, a
percibir el Deseo, donde el poder, por esencia asesino del Otro, llega a ser, frente
al Otro y «contra todo buen sentido», imposibilidad del asesinato, consideración
del Otro o justicia” (Levinas, 1977: 71). Esta inversión en la prioridad de la
reflexión replantea el papel de la conciencia, tan preponderante en toda la historia
del pensamiento occidental, a partir del compromiso, el cual no es una mera toma
de conciencia o un motivo para actuar (una voluntad de poder que se evidencia),
sino una respuesta al otro, a su rostro, a su indigencia.
Hace falta, por tanto, una reflexión seria que considere la relación de la
dominación de la técnica con la ética pues “en medio del cada vez más amplio
entretejimiento de saber y técnica y de la asimiliación de todo quehacer humano a
quehacer técnico es ya fuerte la tendencia a ver lo ético como cuestión de técnica,
es decir, a conminar a lo ético a manifestarse como disponible” (Gutiérrez, 1988:
8). Obviamente, la ética tendrá que escapar de las tentativas de homologarla con
la epistemología; o a reducirla a humanismo, tanto en su variable estético-cultural
o de ecología piadosa. Tal reflexión se enuncia pero escapa a la pretensión del
presente texto pues su prioridad consistía en reflexionar sobre la técnica a la luz
de algunos textos de Heidegger.
El abordaje de la técnica se hizo con la plena convicción de la necesidad de
pensar en los problemas que nos amenazan y en admitir que ninguno de ellos
puede ser ajeno a la filosofía. Todo filósofo es un observador de su contexto, está
en la obligación de meditar sobre él y decir algunas palabras que, aunque
desconcierten las razones ilustradas, permitan escapar de la razón que se impone
como única. Heidegger mostró un compromiso con su tiempo, compromiso que le
exigió recurrir a otras voces sin renunciar a su filosofía. Pero Heidegger nos dejó
en un punto en el que habrá que detenernos para considerar a la ética como otro
camino en la búsqueda de la respuesta a la pregunta por la técnica.
BIBLIOGRAFÍA:
Foucault, M. (2001) Las palabras y las cosas; una arqueología de las ciencias
humanas. México. Siglo XXI.