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Opinin / Columna Pasos de Diamantina Lorena Avelar El duende El Sol de Mxico 10 de noviembre de 2012 Por Eduardo y su msica
Esta madrugada luce limpia y plagada de estrellas. El ambiente vaca la esencia y hace que se llene con las ideas ms peregrinas. Se oyen ladridos lejanos; permanezco despierta, sentada en un escao, vuelve el silencio y parece que el pueblo entero est muerto. El duende me visita unos segundos, me refresca el odo; cada nota es un recuerdo pasado que desea volver a ser vivido, volver a nacer de la sonrisa. El horizonte comienza a clarear, est a punto de romper el da. El duende toca y danza entre el cielo y el mar, su msica reanima hasta al ms derrumbado y el agua de los ros y el millar de relmpagos se visten de coral y zafiro entre mis pupilas. La energa del sol refulge bajo los signos de la oscuridad, aquellos que coronan la va lctea. En cada palmo del suelo pugna una meloda invisible, hecha de ecos de todas las sinfonas, tan pura que las bombillas, los tubos fluorescentes y las lmparas le rinden pleitesa. El duende engendra la fuerza de un milln de volcanes y un canto de ngeles y arcngeles al unsono. La esencia de la palabra, la pieza clave, calma las inquietudes de su espritu; toca armonas, dicta notas fugaces que acompaan los versos y la poesa, dibuja un arcoiris bajo la sombra de mi pluma y con Pasos de Diamantina camina y canta con las voces a la hermosura.
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