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Si los historiadores han definido a las diferentes etapas de la evolución social por los
materiales que se utilizaban: Edad de piedra, Edad del cobre, Edad del Bronce, Edad del Hie-
rro. Este momento histórico en el que nos encontramos, podría definirse perfectamente como
la Edad de los Hidrocarburos o si lo prefieren, el Oleoceno.
Y es que todo lo que fabricamos en la actualidad está, de un modo u otro, formado por
productos derivados del refino del petróleo. Los zapatos, los televisores, radios, interruptores,
teléfonos móviles, botellas, los envases al vacío, los ordenadores, los discos, las gafas, los re-
lojes, los coches y hasta las tapas de los retretes están formados por plásticos. Pero del petró-
leo también se extraen otros productos de importancia capital, como el caucho sintético de los
neumáticos, los fertilizantes con que abonamos nuestros campos de cultivo, insecticidas, con-
servantes, medicinas, pinturas, colas, fibras sintéticas para el vestido, perfumes, cosméticos, y
así hasta 3000 productos diferentes. Si pudiéramos hacernos a la idea de la cantidad de útiles
que actualmente utilizamos en el uso diario y que salen del petróleo, nos daríamos cuenta de
lo tremendamente absurdo que resulta quemar el petróleo en nuestros coches agotando unas
reservas limitadas, en lugar de guardarlo como si fuera el más preciado de nuestros tesoros
naturales.
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¡No se ustedes, pero yo me siento ciertamente como Nerón cada vez que arranco el motor de
mi coche!
Hagan la experiencia de pasar un día entero sin utilizar ninguna fuente de energía en sus ho-
gares. Desenchufen el ascensor, el frigorífico, la lavadora, el microondas, la televisión, el telé-
fono (¡También el móvil!), el ordenador, el aire acondicionado y la estufa, y por supuesto to-
das las bombillas de la casa. ¿Cuánto tiempo resistirían viviendo en una ciudad en estas con-
diciones?
Sin energía no
hay transporte.
Ustedes no po-
drían moverse de
sus casas hasta el
lugar de trabajo,
los alimentos no
llegarían de las
granjas hasta los
supermercados,
los ejecutivos no
podrían moverse
de sus despachos
y el mundo ente-
ro se paralizaría.
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King M. Hubbert es un personaje casi mítico dentro del mundo de la geofísica y la geología.
En el año 1956, mientras trabaja en un laboratorio de investigación de la Shell Oil Company
en Houston, Hubbert presentó modelos matemáticos que anunciaban que la cumbre de la pro-
ducción petrolífera en los Estados Unidos llegaría a su punto máximo alrededor del año 1970.
Esto, que en inglés es denominado “oil peak” o pico de la producción de petróleo, se repre-
senta con una curva lógica con forma de campana, y viene a decir que pasado este punto, la
producción tiende a disminuir de manera inexorable. En el momento de su predicción y pese a
su prestigio, nadie tomó seriamente a Hubbert, siendo criticado e incluso ridiculizado, espe-
cialmente por los economistas. El hecho es que efectivamente, en el año 1970 la extracción de
crudo en los Estados Unidos empezó a disminuir, empezando una época de déficit en la balan-
za comercial energética norteamericana. Campbell, Laherrère, y otros como Deffeyes, Dun-
can, Barlett, Ivanhoe o Youngquist son denominados “geólogos del barril medio vacío”, o
geólogos “pesimistas”. Utilizando la metodología de Hubbert y datos obtenidos de la compa-
ñía Petroconsultants/IHS, una de las más prestigiosas en cuestiones energéticas a nivel mun-
dial, están prediciendo el “oil peak” de la producción mundial para la primera década de
este siglo (entre ellos mismos hay una cierta variación en las fechas, yendo desde el 2004 al
2010, aunque como dicen, las fechas exactas son irrelevantes, lo que cuenta es la inevitable
tendencia).
Es necesario observar que la mayoría de estos geólogos han trabajado gran parte de sus vidas
en compañías petrolíferas, pero ahora son jubilados o se dedican sólo a la investigación. Por
ejemplo, Colin Campbell ha trabajado durante más de cuarenta años en las compañías Texaco,
BP y Amoco, mientras que Laherrère lo ha hecho en la compañía francesa Total. Además de la
utilización de los métodos de King M. Hubbert, que hoy en día no son discutidos, su postura
se basa en otro factor, quizás el más importante: el origen de los datos sobre las reservas y la
propia definición de estas.
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El cenit del petróleo según la ASPO (Red de científicos Europeos que se dedica al estudio de
las reservas petrolíferas y sus modelos de disminución) se prevé que ocurrirá entre los años
2004-2010. Una vez superado el pico de producción, la demanda de petróleo mundial supera-
rá a la oferta originándose una escalada de precios que podría llevar al crudo a superar los
100$ por barril. Es decir, el máximo precio alcanzado desde la crisis del petróleo de 1979, mi-
diéndolo en precios constantes (los que tienen en cuenta el aumento de la inflación). Esta es-
calada de precios puede ser tan fulgurante que en unos años tendremos que acostumbrarnos a
ver el precio del litro de gasolina a más de 3 Euros. A estos precios, llenar un deposito de ga-
solina de 50 litros nos costaría 150 euros, 25.000 de las antiguas pesetas. Pero si llenar el de-
posito de gasolina seria un lujo sólo al alcance de unos pocos, se imaginan: ¿Cuánto costaría
arar el campo con los tractores? (actualmente la media de gasto en combustible de los agri-
cultores Españoles es de 7200 Euros al año), y ¿Transportar los alimentos o las diversas mer-
cancías por carretera? ¿Cuánto subirían los precios en los supermercados? ¿A qué precio se
pondría el billete del autobús y la tarifa del Taxi?¿Seguirían existiendo líneas aéreas? El pre-
cio del gasóleo supone el 30% del coste del transporte.
Pero la gran pregunta es: ¿Cuántos trabajadores podrían sobrevivir en una economía
en la que los precios se disparan? La respuesta efectivamente es que se produciría el colapso
de la economía y graves disturbios sociales, quizás guerras. De los
efectos de esta devastadora crisis tan sólo se librarían los muy ricos y los muy pobres, pero to-
dos los que dependan de su trabajo para vivir quedarían atrapados en la espiral inflaccionaria.
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En el siguiente gráfico podemos observar cuál es la producción histórica de petróleo por zo-
nas geográficas y cuál será su previsible futuro.
Por lo tanto en un futuro habrá que conformarse con yacimientos cada vez de menor
tamaño (coste de explotación más alto) y en los yacimientos que tiene un alto coste medio-
ambiental como los que se pueden encontrar en los círculos polares. Otra alternativa es ex-
plotar yacimientos situado en aguas profundas, pero para ello hay que desarrollar nuevas tec-
nologías de extracción e invertir sumas astronómicas de dólares. O se pueden extraer los al-
quitranes y arenas bituminosas, de los que hay grandes reservas en Canadá. Pero una vez
más nos enfrentamos con el problema ecológico, ya que hay que realizar desmontes de enor-
mes extensiones de terreno, para acceder a las arenas bituminosas que se encuentran a unos 70
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metros de profundidad. Además, tras la extracción, para la que se necesita inyectar grandes
cantidades de gas natural, se deben procesar las arenas para obtener el alquitrán, lo que se
hace a altas temperaturas. El resultado es que aproximadamente el 30% de la energía que se
obtiene del alquitrán es utilizada en su proceso de obtención. El EROEI (Energy Return On
Energy Invested) o Retorno Energético es por tanto bajo y además, se pierde una gran
cantidad de gas natural, que como veremos posteriormente sufre el mismo proceso de declive
que el petróleo
El GPL o gas licuado del petróleo, está formado principalmente por una mezcla de ga-
ses licuados como el propano y butano, que se obtienen tanto del petróleo como del gas natu-
ral.
Finalmente nos quedan los combustibles de diseño, como el GTL (Gas To Liquid) di-
señado por Volkswagen, que consiste en la fabricación de un combustible líquido a partir del
Gas Natural y que funciona en los vehículos del mismo modo que el Gasoil. Es una forma
ingeniosa de suavizar los últimos momentos de la era del transporte con motores de explo-
sión, pero no soluciona el problema de la escasez de petróleo y añade los problemas del gas
natural como veremos más adelante.
Los combustibles fósiles requieren tecnología y ciencia aplicada para ser utilizados y
están sujetos, como no podía ser de otra forma, a los principios de los beneficios menguan-
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tes. Por ellos se define el termino EROEI como la cantidad de energía que retorna una vez
que se resta la cantidad de energía que se ha invertido en su obtención.
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EL G AS NA TU RAL
El gas natural se encuentra frecuentemente en yacimientos fósiles del petróleo y está
compuesto principalmente por metano en un 90-95%, aunque presenta también gases como
el nitrógeno, CO2, etano y trazas de propano y butano. Aparte de estos yacimientos puede apa-
recer solitario en bolsas de gas natural, en las minas de carbón conocido como gas grisú y en
estado sólido formando hidratos de metano, un hielo que solo es estable a las altas presiones
presentes en el fondo de los grandes océanos. Estos últimos son los que más abundan en esta-
do natural, pero su explotación es difícil y peligrosa debido a la gran inestabilidad de las betas
que pueden liberar grandes cantidades de metano a la atmósfera. Una vez en la atmósfera el
metano contribuye de manera más intensa al efecto invernadero que el propio dióxido de car-
bono, de ahí el peligro.
El consumo de gas natural aumentó desde el 16.2% al 21.1% del total de energía pri-
maria consumida entre los años 1973 y el 2000. Esta cifra es especialmente notable si se con-
sidera que el consumo de petróleo a disminuido en ese mismo periodo desde el 45% al 34.9%
y el carbón también a disminuido del 24.9% al 23.5%. Este considerable aumento del uso del
gas, se debe a que la combustión del gas natural es la menos contaminante de la de los com-
bustibles fósiles, convirtiéndose así en un combustible adecuado para la calefacción del hogar,
para la cocina y para las centrales productoras de electricidad. En occidente se aprecia una
considerables inversiones en los últimos años para aumentar las conducciones de gas (gaseo-
ductos) desde los países productores hasta los consumidores.
En la siguiente gráfica se aprecia donde se encuentras los principales productores de gas natu-
ral en el mundo. (Miles de millones de metros cúbicos)
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Sin embargo, las mayores reservas de gas una vez más las encontramos concentradas en la
zona de Oriente Próximo y la antigua Unión soviética que almacenan entre las dos el 72%
de las reservas mundiales. Esto implica que las tensiones geopolíticas que se derivan del in-
tento de las potencias por el dominio de las últimas reservas de petróleo se extienda en el mis-
mo sentido por el control de los yacimientos de gas natural. Y en concreto que los países occi-
dentales como EE.UU. y la UE no vean con buenos ojos una dependencia excesiva de esta
fuente de energía en manos de países poco amistosos e inestables.
Por otra parte, dadas las reservas estimadas de gas y el rápido aumento en su explota-
ción y consumo, no nos permite ser muy optimistas sobre la disponibilidad de energía en el
futuro, pues no va a tardar mucho en llegar a su propio pico de la producción, que se estima
alcance pocos años después del sufrido por el petróleo. En teoría, y al ritmo actual de consu-
mo, hay reservas para los próximos 60 años, pero como vimos anteriormente con el petró-
leo el máximo punto en su producción se alcanza mucho antes de que llegue el agotamiento
final.
Otro punto en contra que dificulta la explotación del gas natural se debe a su dificul-
tad de transporte a través de los océanos. A diferencia del petróleo que se transporta fácil-
mente mediante los superpetroleros, el gas debe ser licuado (GNL) previamente para que ocu-
pe menos volumen y poder así transportarlo en mayor cantidad y a menor coste. El problema
es que en el proceso de licuado se pierde parte de la energía. Además en la actualidad existen
pocos barcos metaneros, que son caros de fabricar y las estaciones donde se puede tratar el
GNL son también caras y escasas. Por ello, el gas natural sólo es utilizado masivamente en
aquellas zonas en las que se pueden tender redes de gaseoductos.
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tribución. A media que el carbón ganó en importancia en la economía, los yacimientos más
accesibles se agotaron. Se
tuvieron que excavar mi-
nas cada vez más profun-
das, hasta que el agua sub-
terránea se convirtió en un
problema. Finalmente, se
desarrolló la máquina de
vapor, que se utilizó para
bombear el agua de las
minas. Con el desarrollo
de una economía basada
en el carbón, un sistema
de distribución y la má-
quina de vapor, se pusie-
ron en marcha algunos de
los más importantes ele-
mentos técnicos de la re-
volución industrial. El
industrialismo, ese gran
generador de bienestar
económico, llegó en parte
de los pasos (tomados) para contrarrestar las consecuencias del agotamiento de los recursos,
que se supone son un generador de pobreza y (que propician el) colapso.
A pesar de que el carbón es una fuente energética madura, todavía le queda una largar y fructí-
fera vida, debido a que las reservas son las mayores entre los combustibles fósiles, llegando a
superar los 200 años a los niveles de consumo actuales. Además el 25,4% de dichas reservas
se encuentran en USA, siendo estos una auténtica Arabia Saudita del carbón. Por ello, y ante
la próxima crisis del petróleo, no seria de extrañar que los norteamericanos impulsaran de
nuevo la producción de carbón como fuente de energía primaria.
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Sin embargo, la combustión del carbón presenta un fuerte inconveniente: ¡la contaminación
atmosférica! Foto 24-25 No solo por la producción de ingentes cantidades de CO2 que provo-
can el efecto invernadero, sino también por la emisión a la atmósfera de gases que provocan la
lluvia ácida (NOx ,N2O y SO2). Las más modernas centrales de producción eléctrica evitan en
gran medida la contaminación mediante diversos sistemas modernos que encarecen su cons-
trucción. Por ello la mayoría de las centrales eléctricas de carbón son muy contaminantes y
los países más industrializados han perseguido en los últimos años reducir su número cam-
biándolas por centrales de ciclo combinado (el gas natural contamina cuatro veces menos) y
nucleares.
Quizá la principal razón por la que los USA se oponen a la ratificación del protocolo
de Kyoto estribe en que no van ha dejar de explotar de forma intensiva sus abundantes yaci-
mientos de carbón
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