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Capítulo 24
ANTERIORMENTE EN LA PLAZA…
Olga y Teodoro no pueden evitar dejarse llevar una vez más. Marta y Ramón comienzan los
preparativos de la boda, y no les resultará tan sencillo como esperaban. Los Martínez,
todavía intentando superar la muerte de Rosa. Alberto y Manu continúan con su idílica
relación, pero este último sigue algo inseguro. Alicia comienza su trabajo cuidando de
Verónica.
Iago se despierta poco a poco, mientras en la calle no para de llover. Mira a su derecha.
Parece buscar a alguien con la mirada, pero no lo encuentra. Cuando mira a la izquierda, ve
a Claudia vistiéndose.
- Sí. Tengo que echar una mano a Ramón en el bar. Mi padre todavía no está preparado, ya
sabes…
- Ya, lo entiendo.
- La verdad es que esta noche estoy algo liado. Te llamo mañana por la mañana mejor,
¿vale?
- Hasta mañana.
Claudia se marcha, y Iago, tras permanecer sonriendo unos segundos, coge su móvil, y
marcha un número. Espera a que se lo cojan.
- Rubén, soy yo. Más te vale que me des el dinero que me debes… porque no serás tú solo el
que sufra.
El joven cuelga, y sin borrar la sonrisa de su cara, vuelve a tumbarse en la cama, feliz.
Manu se toma su café con leche de pie en la cocina, apoyado en la encimera mientras mira al
exterior a través de la ventana. Permanece pensativo, cuando Marta aparece por allí, con
una sonrisa de oreja a oreja.
- Buenas días.
- ¿No te parece motivo suficiente que una de tus mejores amigas, después de todo lo mal
que lo ha pasado, se case?- pregunta la joven, sonriendo de oreja a oreja.
- Por eso estoy muy feliz, y lo sabes.- sonríe el joven de mala gana.
- Que si, joder. Lo que pasa que… no tengo un buen día, me he levantado algo desanimado.
- Ya…
- Ya…
- ¿Qué ha pasado?
- Mira, no sé.- Manu suspira.- No sé que es lo que pasa. Yo estaba convencido de que le
quería, de que me apetecía intentarlo de nuevo. Pero ahora le veo tan enchochado… no estoy
seguro.
- Es que no lo sé…
- Si le quiero.
Teodoro se coloca tras el mostrador, suspirando, y mira unos segundos a la chica en silencio.
Luego le extiende la mano.
- Realmente no me la ha dado.
- Esperaba que me pudieras dar tú algo… es que no he ido al médico porque sabes que soy
un poquito acojonada para eso… pero pensaba que tú, debido a la amistad tan especial que
nos unió… podrías darme algo…
- No, no me hagas reír tú a mí, y dame lo que necesito.- responde muy molesta la chica.
- Te conozco demasiado. Lo suficiente para decirte que no voy a caer en tu trampa. Te vas a
quedar con las ganas… y por favor, déjame de intentar amargarme la vida… te lo pido por
favor.
- Lidia… márchate.
Paco y Ramona se encuentran sentados en el sofá, tomándose cada uno una taza de té,
mientras Verónica duerme tranquilamente en el carrito. Ramona la mira con una sonrisa de
oreja a oreja, encandilada.
- Es monísima.
- La verdad es que sí, es una preciosidad.- sonríe el abuelo, orgulloso.
- Se parece a ti.
- Debería irme, Paco. Como siga mucho tiempo aquí, lo único que voy a conseguir es que
Lola se enfade todavía más conmigo.
- Claro… no quiero darte más problemas con ella de los que ya tienes.
Ramona se levanta.
- No se merecen, mujer. ¿Te apetece que quedemos esta tarde cuando cierre el taller y
demos un paseo?
- Muy bien.
- Chao.
Ramona se marcha, y Paco se queda allí sentado, mirando a su nieta con una sonrisa de
oreja a oreja.
LA PLAZA/ MEDIODÍA
Diego camina rápidamente hacia su casa, como si huyera de algo. Parece bastante nervioso,
cuando nota una mano que le agarra del hombro. Se gira, asustado, encontrándose frente a
frente con Mateo.
- Sí… siento haberte visto tan poco estos días, pero la verdad es que he estado muy liado
con la vuelta al instituto y tal.
- No te preocupes. Solo quería preguntarte a ver si te apetece salir este sábado. Un amigo
mío va a celebrar su cumpleaños, y me ha dicho que puedes venir si te apetece.
Mateo mira extrañado a su amigo durante unos segundos, sin decir nada.
- ¿Ya sabes si te vas a encontrar bien o no?
- Sí, bueno.- se apresura a responder Diego.- Ya sabes que mi mecanismo siempre ha sido
un poco raro, y que me avisa antes de ponerme malo.
- Diego, ¿me vas a decir en algún momento que es lo que pasa, o voy a tenerlo que adivinar
yo?
- No soy tonto, ¿vale?- espeta Mateo, algo molesto.- Me he dado perfecta cuenta de que me
esquivas. Y quiero saber el por qué.
- No te esquivo.
- Diego, te conozco y sé que pasa algo. Si es por lo que pasó con mi padre, ya te pedí
perdón por mi actitud, y pensaba que las cosas volvían a estar igual entre nosotros, así que
no entiendo…
Diego intenta avanzar hasta su portal, pero Mateo le agarra del brazo, impidiéndoselo.
- Claro que somos amigos. Pero ahora tengo prisa, me muero de hambre.
Los dos se quedan en un tenso silencio durante unos segundos, hasta que Mateo suspira.
- Adiós Diego.
- Chao.
Diego continúa con su rápido paso hasta que llega a su portal, mientras Mateo le mira con
lástima.
Iago se encuentra sentado en el sofá. En la mesita del café se pueden observar todavía
algunos restos de cocaína, y el joven sonríe tontamente con la mirada perdida en algún
punto del dormitorio cuando llaman a la puerta. Éste, extrañado, se dirige a abrir.
- Buenas.- saluda Iago con una sonrisa cuando ve a Rubén al otro lado de la puerta.- Veo
que eres un buen chico, y has cumplido tu palabra.
Iago, sin borrar la sonrisa de su cara, se hace a un lado dejándole paso al chico. Cierra la
puerta, y ambos caminan hasta el salón.
- Gracias a Dios que esta ya no es mi casa.- responde Rubén con asco al mirar a su
alrededor, pero sentándose.
- Así me gusta, directo al grano. Quiero que vuelvas a pasar droga mía.
- Ni lo sueñes.
Rubén se dispone a marcharse de allí, pero Iago le sigue con paso decidido como0 si todo el
efecto de las drogas se le hubiera pasado, y le agarra del brazo.
- El problema es que sabes que eso es imposible. No es tan fácil salir de esto… alguien tiene
que pagar. Y te recuerdo que ahora yo tengo una relación con tu hermana… no serías tú el
que sufrirías.- Iago hace una pausa de unos segundos, fingiendo estar pensando.- Bueno, sí.
Supongo que el verla morir lentamente si que te haría sufrir, ¿no?
Rubén mira al que una vez fue su compañero de piso, con miedo.
Alicia da vueltas de un lado a otro de la estancia, con Verónica en brazos. La niña no para de
llorar, y la joven parece estar desesperada sin saber que hacer. Justo en ese momento entra
Paco por allí todavía vestido con el mono del taller, y mira a su nieta preocupado.
- Joder, tiene fiebre.- responde Alicia, apurada.- Yo ya no sé que hacer para que deje de
llorar…
- Sí, y a su marido también, pero los dos estaban muy liados y no han podido atenderme.
Les he dejado recados, pero…
- Pues si les has dejado recado no se lo van a dar…
- Bueno, pues si no es todavía la hora de que me vaya, voy con usted, pero por favor, mírela
como está la pobre.
- ¿Y esos planes son más importantes que su nieta?- pregunta Alicia, sorprendida.
Lola se encuentra sentada en el sofá leyendo una revista del corazón, cuando Ramona
aparece por allí bastante arreglada, pero también visiblemente enfadada. Su hermana la
mira con indiferencia.
- ¿Qué pasa?
- Por muy abuelo que sea, yo soy más mayor que él.- responde Ramona, molesta.
- ¿Y eso que tiene que ver?- Lola suspira, y mira a su hermana con lástima.- Mira Ramona, él
todavía tiene unas responsabilidades que tú no tienes y nunca tendrás. Por eso es muy difícil
que lo vuestro salga adelante.
- No hay nada que tenga que salir adelante, solo somos amigos.
- Ramona, por favor. Que somos hermanas, y llevamos toda nuestra vida juntas. Nos
conocemos mucho más de lo que crees, y sé que lo que tú sientes no es una simple amistad
hacia él.
LA PLAZA/ NOCHE
Manu y Alberto pasean por allí tranquilamente, bajo la luz de las farolas. Van agarrados de la
mano, y mientras Alberto va con una sonrisa de oreja a oreja, Manu parece estar sumergido
en sus propios pensamientos.
- Cielo, ¿sucede algo?
- ¿Por qué no confías en mí?- Alberto parece molesto.- Mira, no sé que te pasa, pero no lo
haces desde que estamos juntos.
- Manu…
- A lo mejor tú si que lo estabas Al, pero yo… yo no. Lo siento, pero es lo mejor. Chao.
Manu se aleja de allí lo más rápido posible, mientras Alberto permanece allí con los ojos
llenos de lágrimas, sin saber que hacer.
Nico tiene bastantes problemas en el colegio, y Rubén tendrá que ir a hablar con la tutora del
chico, Ana. Manu está bastante deprimido ante su ruptura con Alberto, pero no está
dispuesto a admitirlo. Ernesto parece dispuesto a continuar adelante con su vida. Cena
familiar entre Hugo y Alicia, en la que nada sale como ellos esperaban. Ha llegado el
momento de que Ramona y Paco aclaren su relación.