De viaje por Repblica Checa.

Que mis letras no engaen al lector de las presentes, yo he conocido Repblica Checa por algunas noches, sobre el silln de mi casa y algunas bancas callejeras. Lugar de reyes y reinos, casa de idealistas contemporaneos, situado en el corazon de una milenaria Europa que protege su mas presiado secreto. Ese es el sitio que ocupa Republica checa. Un reino que solo podria ser perturbado de sus pastos por un camino de agua entre piedras y arenas de reflejos azules que colorean las rocas en forma de arcos, que se reusan a desprenderse de su nacimiento. S que es un lugar complicado a la vista relajada, me he perddo en repetidas ocasiones mientras paseaba por su calles de adoquin, entre murallas de techos triangulares, he tenido que escapar velozmente de algunos ventanales que se repetan en un ciclo recto interminable, solo permitindome observar algunas sillas y mesas con sombrillas de color caf. Me confundo con singular regularidad entre sus calles, las que despierto transito y las que construyen las letras checas. No somos tan distintos despus de todo. Puedo ver entre sus paseos ejercitos en formacin avanzando silenciosamente por las calles entre la neblina, escritores con sus chamarras largas saliendo de puertas de madera y luces que se mueven detrs de las cortinas pasteles sobre los mosaicos de cristal que protegen las viviendas. Detras de un camino boscoso que escondido est, cuidadosamente entre las bellas calles, se escuchan a lo lejos las campanadas de la catedral de Sao Vito que me recuerdan lo cerca que sigo estando en casa, y que muy seguramente yo soy el confundido. En una plaza un hermoso reloj azul en la base de una torre, copia elegantemente el movimiento estelar, al compas de manecillas quejamas se detienen. Es mirar una ventana en el vaco de un torbellino interminable, construido con engranes que marchan con las estrellas que por alguna desconocida gracia ya no podemos observar. Me recuerda tanto a mi y aun no la he conocido. FRANCISCO DE LA CRUZ LUCAS