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HOMENAJE A PAUL FREIRE

La educacin no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo. --Paulo Freire

Fascinante y amorosa escuelita en la vera del camino, rstica y anhelante de pltora infantil; el pueblecito montubio en lontananza, los labriegos desgranados en la ladera generosa, la gozosa nia, cobijada por umbroso rbol y en contemplacin a la espera prstina de la ilusin juguetona de saberes ldicos de la mueca silente! Mientras tanto, los paisajes de las letras se aprestan amontonados a borbotear del rojo libro para, en diestra mano equilibrar el trabajo poderoso del incansable azadn que orna a horcajadas el hombro izquierdo de la vigorosa y feliz mestiza. Esfuerzo, trabajo y educacin, la llave maestra. Y el maestro, filsofo y pedagogo Paul Freire, rodeado de lo que

ms amaba y produca en sus misterios magistrales que trascendieron los calmos mares que lamen las orillas de su admirado Recife, del cual l se ufanaba exiliado desde las cumbres andinas bolivianas que no es posible ser ciudadano del mundo sin ser primero ciudadano de esa buscada y paradisaca metrpoli. Mientras, las semillas y los frutos en las almas docentes ya se han cosechado por miles en su nombre y en tantos sitios como la otrora procelosa Nicaragua o la extica y pequea Guinea Bissau, que le rendirn culto grato cuando nuevos paradigmas educativos liberen sus pueblos al fin. Su mano aprieta ufana la rosada flor. Es la sabidura que se adorna. Y ese Sol de maravilla que inunda con amor, tibieza y para siempre, el aliento del mundo en azul celestial del ondulante blasn verdeamarillo del terruo natal de este nclito pensador, cobijando incansable y raudo y en su septiembre de su muerte, la amada Tierra. Jos Meja R. Septiermbre-2012

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