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Las calles de la ciudad de la gran fiesta, se confunden hoy con el polvo que levantan, entre tanto revoloteo, ese

grupo de pibes que con una pelota hecha con medias y un campo lleno de aoranzas y privaciones, suean con probarse por un rato su gloria. Saben que, en la nada misma, tienen la ventaja de compartir su comienzo y, cuando los tiros y la violencia no interrumpen, sentir los sueos que l tuvo. Las calles de la ciudad de la gran fiesta muestran su foto en alguna esquina sin dueo, y rebota en el cansancio de algn descalzo, o en la ilusin desnutrida de algn rotoso. Aaron Mokoena es, en la actualidad, el "jugador del pueblo" del ftbol sudafricano. Adems, es el emblema de la mayora negra; humilde, pobre y de historia difcil, como l. Es que pareciera tener un acuerdo eterno con la fortuna, que le permiti este presente de orgullos y ese camino que fue viboreando a travs de las sensaciones lmite. Seguro se habr enojado con su madre cuando, despus de ese trueno cargado de muerte que decret el silencio, lo mand derecho a su casa. Ese 17 de junio de 1992, Boipatong, su pueblo natal (al sur de Johanesburgo) se ti de negro: en una cruel, y cotidiana, batalla intestina, 40 personas murieron asesinadas. Cuando se propag el rumor de que todos los hombres jvenes seran asesinados, mi madre tuvo que protegerme como pudiera y decidi vestime de nia, cont el volante del Portsmouth ingls en una nota con el diario The Guardian. Tena en ese entonces 12 aos, y aunque era muy joven se cas con la vida sin mucho que pensar. El smbolo del anfitrin de la gran fiesta tiene el record de ser el jugador ms joven en debutar en su seleccin, en 1999. Ya lleva 100 partidos, y hoy el orgullo le brota de la piel al ser el capitn de la seleccin de Sudfrica. Pero sobre todo, Mokoena es ejemplo de lucha y reivindicacin. Ejemplo del destino. Hoy el pibe se enoja con su madre por haberle cortado la imaginacin y el sueo de ser Mokoena, al menos entre el barro y la pobreza de todos los das, pero con el tiempo entender que, a lo mejor, dio un paso para acercarse un poco ms a l.

Alexander J. Algieri

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