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No se puede andar por ah zamarreando rosas porque se le caen sus hijos varones y huele a ngel y a melones.

Las creaturas de Marosa son tan dulces que habra que escribir con dedos de fueego cada uno de sus nombres inmaculados en papel de azcar laminado mil veces, tan blanco que al mirar los cuerpos en letras heran por los ojos al pensamiento. Ah delicia jams contada por los escribas ciegos..., tocas los cuerpos de cada matfora alada para decir apenas una espesura de la espera, una certeza evadida en el aire. Ellos son dueos de los jardines y las huertas no cabe opcin que darles a libar la miel del alma y casi toda la infancia, la que claramente obtienen de la destilacin amorosa de nuestros miedos Los ngeles de Marosa cuanto ms bellos ms devoran y no es posible deambular por los senderos sin el cuerpo preparado en ofrenda.

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