Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

Cartilla amoral: (Ensayo)
Cartilla amoral: (Ensayo)
Cartilla amoral: (Ensayo)
Ebook215 pages3 hours

Cartilla amoral: (Ensayo)

Rating: 0 out of 5 stars

()

Read preview

About this ebook

Rubén define y defiende sus convicciones con agudeza, lo cual muchas veces incomoda. En este libro, incursiona en la filosofía política con los temas espesos que requieren de la actitud iconoclasta que caracteriza al autor. Tanto la Cartilla moral de Alfonso Reyes como la denominada Constitución Moral convocada por Andrés Manuel López Obrador son e
LanguageEspañol
PublisherGedisa
Release dateNov 30, 2022
ISBN9786078866373
Cartilla amoral: (Ensayo)
Author

Rubén Islas

Rubén Islas Nació un 31 de diciembre de 1959 en la Ciudad de México. Después de 38 años como jurista, político, aprendiz de filósofo y docente universitario, cuenta con diversas colaboraciones en revistas especializadas de carácter académico y medios de comunicación de México, entre ellos, Excélsior, Milenio Estado de México, La Afición, Radio Educación, Radio Fórmula, Radio Centro y Canal Once. Se resolvió como crítico y polémico ensayista con el libro Filosofía sin escrúpulos (La Cabra, 2021), opera prima que lleva el título de su columna en SDP Noticias. Con su Cartilla Amoral confronta desde una visión irreverente y libertaria uno de los textos más controvertidos del gran ensayista mexicano Alfonso Reyes, su Cartilla moral. Este ensayo que publicamos se encuentra en la ruta de la crítica al conservadurismo y al neoconservadurismo reinante en muchas de las esferas de la sociedad mexicana.

Related to Cartilla amoral

Related ebooks

Philosophy For You

View More

Related articles

Reviews for Cartilla amoral

Rating: 0 out of 5 stars
0 ratings

0 ratings0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    Cartilla amoral - Rubén Islas

    Cartilla Amoral (Ensayo)

    © Rubén Islas

    Primera edición octubre de 2022, Ciudad de México, México.

    Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

    © Editorial Gedisa Mexicana, S.A.

    Tepeji No. 86 Col. Roma sur 06760,

    Ciudad de México

    México.

    gedisa@gedisa-mexico.com

    www.gedisa-mexico.com

    ISBN 978-607-8866-13-7

    Impreso y hecho en México

    Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier idioma.

    Conversión gestionada por:

    Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it ® 2023

    +52 (55) 52 54 38 52

    contacto@ink-it.ink

    www.ink-it.ink

    A PARSIFAL,

    POR DAR CONTINUIDAD A LA RAZÓN PRÁCTICA, LA CIENCIA, Y NO A LOS ICONOCLASTAS DEL DOGMA Y LA MORAL.

    Índice

    Agradecimientos

    Prólogo, por Bernardo Barranco

    Prefacio. El sentido de la Ética es la Libertad

    I. Moralidad y Amoralidad

    El Mito de la Tolerancia

    La Moral en tiempos de COVID-19

    II. Demócrito, Epicuro y Falstaff. (Lo apolíneo y lo dionisiaco)

    ¿El Bien o la Libertad?

    Job

    Ética del deseo o el encanto de Lilith

    Ética de la masturbación y del desnudo

    Sardanápalo

    La Risa y el Llanto.Primum non nocere

    III. Intermezzo. Simbad el Marino desde el Castillo de If

    IV. Una Estoica Cartilla entre dos Generales

    Lección Única. El Homo Sapiens debe educarse en y para la Libertad

    V. Reflexiones y Refutaciones

    VI. Epílogo. Falstaff y Penélope. Libertad, Felicidad e Indignación

    Aforismos

    Bibliografía

    Notas

    Sobre el autor

    Agradecimientos

    A Bernardo Barranco, amigo y camarada de largas luchas políticas, por las innumerables conversaciones sobre el contenido de esta obra y por haberme significado con un espléndido prólogo.

    A Aura Ruiz, por las innumerables charlas y debates intelectuales que permitieron dar forma a un texto que transitó del caos de las ideas a las ideas sobre el caos.

    A Manuel Iglesias, por su colaboración en la revisión, corrección y formato de las notas y referencias.

    Prólogo

    La mañana era calurosa. La sala de sesiones del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) lucía esplendorosa y saturada por la presencia de la nomenclatura política del Estado de México, que celebraba jubilosa el triunfo –sufrido– de su candidato a la gubernatura, Enrique Peña Nieto. Era un día luminoso en Toluca, 12 de agosto de 2005, los políticos priistas mexiquenses estaban de manteles largos. Se trataba de la típica cargada para acompañar el recibo de constancia de su candidato priista, después de un proceso electoral lleno de incertidumbres. Yo fui testigo en primera fila; tenía ante mí a la perfumada y melosa clase política de Toluca. Apenas llevaba tres meses como consejero electoral, como miembro de un nuevo consejo que había entrado dramáticamente a reemplazar de última hora a ciertos consejeros que habían sido señalados por graves cargos de corrupción: el llamado caso Cartonera plástica. Se podía percibir cierta ansiedad en la sala. Aparentemente los cómputos finales daban un contundente triunfo priista, pero los números no reflejaron un proceso tormentoso. El gobierno panista de Vicente Fox había cambiado correlaciones y reglas; la gestión de Arturo Montiel había sido un desastre marcado por la corrupción; el Partido Revolucionario Institucional (PRI) nacional estaba dividido en torno a la designación del candidato a la presidencia. Peña Nieto como candidato había remado contra la corriente, pues estuvo abajo en las encuestas iniciales frente a Rubén Mendoza Ayala, candidato del Partido Acción Nacional (PAN). Peña Nieto era la apuesta infligida de Montiel por una nueva generación de políticos mexiquenses llamados los Golden Boys. Esto había generado ruido y división. Por ello, la estructura de gobierno se fue con todo para encumbrar a su candidato, usando la infraestructura del Estado, recursos públicos y la maquinaria mediática. En ese momento aún estaba en tribunales la demanda del PAN/Convergencia sobre el evidente rebase en los topes de campaña.

    El acto protocolario de la entrega formal del certificado es una de las tantas liturgias seculares de las que son fervientes devotos los políticos del Estado de México. Sin embargo, esta ceremonia protocolaria estaba en la cancha electoral y se estaba retrasando. Peña Nieto y su esposa, en aquel entonces Mónica Pretelini, aguardaban en una salita adjunta al recinto, viendo por circuito cerrado al orador que se había robado la mañana y llevaba una hora de posicionamiento: Rubén Islas, representante propietario del Partido de la Revolución Democrática (PRD) ante el Consejo General del IEEM. Entonces no había límites ni reglamento de sesiones. Islas estaba en su derecho ante la exacerbación de muchos políticos ansiosos para la bufalada. Rubén me sorprendió por su aplomo y convicción, ante un auditorio hostil que lo encaró con gestos, desdenes y miradas matadoras. Como si estuviera dando una conferencia en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán (FES-Acatlán), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Rubén repasó con vehemencia los episodios más oscuros del proceso electoral 2004-2005 para la gubernatura del Estado. El manejo inequitativo de los medios de comunicación. Los contratos subterráneos con Televisa. El uso abusivo de los programas sociales. El abuso de medios alternos como pendones, espectaculares y bardas en todo el Estado. El papel del árbitro electoral. Sobre todo, hizo énfasis en la grotesca irrupción del aparato de gobierno en la elección. Dicho de otra forma, el aparato de Estado se convirtió en un aparato electoral. Denunció la división de la entidad mexiquense en cuarteles o zonas electorales. Cada miembro del alto gabinete del gobierno estatal se transformó en un operador de campaña del PRI. Cada secretario o titular del gabinete se sirvió de la estructura de la secretaría para hacer trabajo político. Islas, en su intervención, dio ejemplos de cómo la simulación llegó a excesos cuando cada secretario de Estado dijo que realizaba una gira de trabajo, cuando en realidad operaba la estructura priista calibrando diversos niveles: la representación en casillas, los activistas del voto, el reparto de despensas, los padrones de programas sociales y las cuadrillas que operan durante la jornada electoral.

    Uno de los asistentes, desesperado, quiso hacer una moción para interrumpir al orador Rubén Islas, quien de inmediato lo reconoció: se trataba de Eduardo Gasca Pliego, entonces secretario de rectoría de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Sí, usted –recuerdo bien sus palabras–, que se está burlando. La Universidad del Estado debería mantenerse al margen de las elecciones, no tomar partido, reivindicar una valiosa autonomía, pero que no lo hace por personeros como usted, que convierten a la Universidad en un instrumento de subordinación política, y de inmediato lo puso en su lugar. En efecto, posteriormente Gasca Pliego fue rector de la UAEM y ahora está en el ojo del huracán por desvíos millonarios en la llamada Estafa Maestra.

    Casi hora y media duró el posicionamiento de Rubén. Y no bajó el tono ni la severidad de sus imputaciones. Al final, los exquisitos asistentes al acto perdieron la compostura y empezaron a actuar de manera pedestre; chiflaban como en un partido de fútbol en la Bombonera, implorando al árbitro que pitara el final. Al término salió Enrique Peña Nieto para recibir su constancia y tuvo que irse apresuradamente. En Huixquilucan los esperaban para una gran comilona política organizada por el arzobispo ortodoxo Antonio Chedraui con el apoyo de Onésimo Cepeda y Norberto Rivera.

    Desde entonces Rubén ganó mi respeto, no sólo porque tuvo los arrestos de enfrentar políticamente en el espacio público al Grupo Atlacomulco, sino también porque toda su exposición no tuvo desperdicio. Fue una cátedra de ciencia política aplicada a las formas arcaicas de la cultura política que ha gobernado la entidad por más de noventa años. Y en un momento culminante, para su gozo, les agrió la fiesta a sus integrantes.

    A partir de ahí, hemos guardado una buena amistad, basada en el respeto. Rubén es un ateo declarado e ilustrado, y hemos sostenido conversaciones que se han prolongado por horas. Asimismo, ha sido un invitado estelar y bien recibido por el auditorio de Sacro y Profano de Canal Once. Por ello agradezco el honor de prologar su libro sobre temas que aún no se debaten a fondo en la política, como son la moral y la libertad.

    ¿Pero por qué rescato esta anécdota de 2005? En ella se dibuja la personalidad de nuestro autor, la cual también está presente en este libro. Rubén define y defiende sus convicciones con agudeza, lo cual muchas veces incomoda. En este libro, incursiona en la filosofía política con los temas espesos que requieren de la actitud iconoclasta que caracteriza al autor. Tanto la Cartilla moral de Alfonso Reyes como la denominada Constitución Moral convocada por Andrés Manuel López Obrador son el foco del autor. Rubén remueve, agita y provoca desde la perspectiva atea, para defender la sociedad y el Estado laico de las tentaciones tanto sutiles como fundamentalistas de los sistemas de creencias religiosas y seculares. Él arremete contra lo religioso y el nacionalismo ferviente. Con soltura y altivez, Rubén Islas acomete la intención del presidente de la República para convocar una constituyente que desemboque en una Constitución Moral. Es implacable en su glosa al texto de Alfonso Reyes. En suma, Rubén salta a la arena pública para encarar un debate de fondo sobre la ética y la libertad, las cuales se contraen con la ignorancia. Sin embargo, como decía Rosa Luxemburgo: La libertad es siempre la libertad de quien piensa de manera diferente.

    Rubén se vuelve a subir a la tribuna, como hace quince años, con la misma intensidad y energía. Interpela otros interlocutores y aborda un debate que apenas empieza en México. Percibo de nuevo a Rubén en el estrado de la discusión, agitando el entorno exterior tal vez para lograr la libertad interior.

    Bernardo Barranco

    Mayo de 2020

    Prefacio

    El sentido de la Ética es la Libertad

    Adrede, este Ensayo enfrenta con cinismo, como todo un libro altanero y entusiasta,¹ las zonas borrosas que generalmente aparecen entre la investigación y la creación en un texto de este género. Sí, no escribo para complacer a un lector que desea nutrirse de maravillosos pensamientos que le permitan abrazar con amor profundo a su amigo imaginario, ni para apologistas del bien, ni mucho menos para los que imponen reglas al pensamiento desde los aburridos cubículos de las universidades donde se toma café de quinto nivel. Soy absolutamente vanidoso y asumo la vanidad como la virtud de un Narciso que ve al mundo con desdén. Este ensayo no está destinado ni a investigadores ni a académicos (filósofos, sociólogos, juristas o politólogos); para ellos ya habrá tiempo de escribir con el rigor que el método impone. Se trata de una auténtica y cabrona provocación social y política.

    Introducir es abrir la puerta. Al abrirla se accede al espacio interior; éste nos espera para explicarse a sí mismo. Detesto y nunca leo las introducciones que se tornan en tratados explicativos de una obra.

    Las introducciones han de ser como el programa que se recibe al llegar a la ópera: información clara y precisa que indica lo básico y deja pasar a lo trascendente.

    No ha existido intelectual de mayor calado en México que Alfonso Reyes. Él ha sido, junto con Octavio Paz, Zeus en el mundo de las letras. El arpa cuyo canto ha de extasiar al fino oído que se sumerge en la literatura. No respeto ni venero la obra de Reyes; asumo frente a ella una actitud dialéctica, tal y como Aristóteles la entendía, como lógica de lo probable. Pero si Aristóteles fue refutado por los que en el tiempo le siguieron, las ideas de Reyes plasmadas en su Cartilla moral son más que refutables: provienen de una muy vieja tradición helénica que él conocía y que se opuso a la libertad democrática ateniense, el estoicismo.

    Reyes se inspira en Epicteto y en Pablo de Tarso; yo en Spinoza, Kant, Schopenhauer, Nietzsche y Shakespeare. No creo en las refutaciones con modales victorianos; por ello aprecio a los que en el pasado y en el presente hacen de la pluma una espada con la que se tiran a matar. Soy como Atos, un diestro espadachín, y vivo del duelo intelectual, por eso rechazo las mezquinas y cretinas buenas costumbres que ejerce la crítica hoy en día. Si les ha de molestar que se le baje del púlpito a Reyes, habrán de consolarse al pensar que la misma suerte sufrió el Estagirita.

    Los correctores de estilo y los académicos de la lengua me aborrecerán, pero cada quien toma el pincel y traza en el lienzo como le da la gana, a eso se le llama estilo propio; comparto con Pessoa la convicción de que la gramática es una herramienta y no una ley. El lector encontrará a lo largo de este ensayo que en unas ocasiones hay palabras que aparecen con mayúscula y en otras con minúscula; la razón es simple: se trata de una diferencia semántica. Al escribirse con mayúscula he querido resaltar el sentido conceptual profundo de una palabra frente a su uso coloquial. La Libertad como concepto filosófico frente a la libertad como un hecho de la realidad; el Estado como un concepto político frente al estado como una situación.

    Escribo dios y no Dios, porque me opongo al monopolio del monoteísmo que confiscó el significado profundo que Dios tenía como concepto para la cultura politeísta, que pluralizaba el poder de las fuerzas de la naturaleza en poderes divino-simbólicos: los Dioses con nombre. El monoteísmo creó la ficción del dios único y creador, el entrometido permanente en la vida humana, para signar a la religión como un instrumento de dominación. Así, la existencia física de los dioses antiguos fue borrada por la idealidad metafísica de un dios espiritual amoroso y narcisista.

    Para que no haya duda, soy ateo y anticristiano. Asumo con plenitud los argumentos de Nietzsche contra el cristianismo. En este ensayo, se dejan ver con claridad mis argumentos contra el deísmo y contra el cristianismo desde la palestra de la crítica y la libertad de expresión. Se trata de señalar cómo la izquierda ha sido infiltrada por el cristianismo y ha perdido toda su matriz racional y materialista. No fue el Capitalismo o el Neoliberalismo los que asesinaron al Socialismo; fue el cristianismo, que se gatopardeó en Populismo.

    En la contraportada de la Cartilla moral de Alfonso Reyes, en la edición del Fondo de Cultura Económica (FCE), se lee:

    Estas páginas resumen un credo de convivencia social que no ha caducado a pesar del tiempo. En él se revelan los preceptos y las sugerencias que planteó Reyes en torno a la sociología, la antropología, la política y el civismo como entramado liberal incluyente del México moderno.

    ¡Nada más falso! Lo comprobará el lector en este ensayo, cuyo sustento es la Ética de la Libertad, que se opone a la moral cristiana de la bondad. La Cartilla de Reyes no tiene un origen liberal ni mucho menos incluyente: parte del Estoicismo, que ha sido una de tantas filosofías opuestas a la política y a la democracia, y acaricia con suavidad literaria al cristianismo, al que define como el aglutinador de las más grandes ideas. Estoicismo y cristianismo rechazan a la Libertad, esas son las fuentes de sus principios. La Cartilla Amoral sienta a la Cartilla moral en el banquillo de los acusados, para demostrar su carácter etnocentrista y excluyente, y señalar la ausencia de Laicidad y Dignidad Humana como fuente de la Libertad.

    Sostengo que el siglo XXI es punto de partida de

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1