Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre
El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre
El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre
Ebook172 pages2 hours

El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre

Rating: 0 out of 5 stars

()

Read preview

About this ebook

Este libro parte de la más ridícula metida de pata del hombre, con todas las repercusiones que haya tenido en el universo, pero se detiene a ponderar que, a pesar del inmenso escándalo, el hombre quedó dotado de un cuerpo maravilloso y facultades recónditas, que han estallado desde entonces dejándonos a todos boquiabiertos con la única excepción del mismo Dios que nos arrojó del paraíso.

LanguageEspañol
Release dateAug 24, 2021
ISBN9781662489136
El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre

Related to El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre

Related ebooks

General Fiction For You

View More

Related articles

Reviews for El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre

Rating: 0 out of 5 stars
0 ratings

0 ratings0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre - Conrado Hernández Vargas

    cover.jpg

    El Covid-19 Ante Los Sofocados Poderes Del Hombre

    Conrado Hernández Vargas

    Derechos de autor © 2021 Conrado Hernández Vargas

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING, INC.

    Conneaut Lake, PA

    Primera publicación original de Page Publishing 2021

    ISBN 978-1-6624-8911-2 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-6624-8913-6 (Versión electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Table of Contents

    A PESAR DE EL VALLE DE LÁGRIMAS

    EL CUERPO HUMANO

    LAS FACULTADES PARANORMALES DEL HOMBRE

    LO IMPREDECIBLE DEL HOMBRE ATRAPADO POR LA RELIGIÓN

    A mis padres, Carlos Hernández y Cecilia Vargas, que en paz descansen, quienes paciente y diligentemente fueron recogiendo retazos lejanos y configurando mi karma, como si fuera un rompecabezas.

    Comenzó el hombre su existencia en este planeta lleno de felicidad, dotado de unos poderes, con una estrella apuntando su destino. Con sus torpes decisiones, fue echando al traste casi todo su contenido. Su más reciente desquicio ha sido tener que sufrir la venganza de su propio sistema inmunológico que se ha ensañado contra él, ¿cómo podrá recuperar todos esos atributos para que vuelva a ser feliz?

    El número de personas en los Estados Unidos que padecen una enfermedad causada por el descalabro de su propio sistema inmunológico, es el doble de las personas que han sido diagnosticadas con cáncer. Casi cada uno de nosotros conoce a alguien cuya vida ha sido alterada para siempre por enfermedades crónicas misteriosas, tales como esclerosis múltiple, lupus, la enfermedad de Crohn, artritis reumática, esclerodermia y el mal de Parkinson. En los individuos afectados por estas enfermedades, sus sistemas inmunológicos literalmente se ensañan ferozmente contra sí mismo, atacando las células saludables mientras supuestamente protege el cuerpo de virus, bacterias y otros agentes intrusos.

    Fuimos dotados de un sistema inmunológico, que nuestra madre se encargó de ir fortaleciendo durante los nueve meses en su vientre. Una vez nacida la criatura, el nuevo ser humano tiene que valerse por sí mismo, auxiliado por la alimentación que provee la madre. Aun después de haber abandonado el vientre materno, la madre dadivosa sin par sigue formando el sistema inmunológico del vástago por medio de la leche materna.

    El sistema inmunológico es responsable de una tarea abrumadoramente complicada, tal como identificarse con todas las células y tejidos dentro de nuestro cuerpo, pero, a la misma vez, atacar a cualquier intruso que no le pertenezca habitar o circular en ese medio, ya sean células forasteras, virus, bacterias u hongos.

    Ingrata sorpresa nos ha presentado el cabalístico 2020 —receta de la visión perfecta— al desatarnos una pandemia de tal catadura que el 99 por ciento de los que estamos vivos jamás nos la pudiéramos haber imaginado, ni adivinar tan siquiera el tener que enfrentar a un enemigo invisible que día a día insinuamos que conocemos mejor, pero que a la misma vez nos invaden las sospechas de que no conocemos nada en absoluto.

    Después de 14 meses de pandemia, las cifras de fallecidos nos entumecen. Hasta mayo del 2021 se han reportado sobre 152 millones de casos a nivel mundial y más de 3 millones 195 mil fallecidos. Las cifras siguen subiendo vertiginosamente. No es cuestión de muertos por una guerra civil ni tampoco por una hecatombe global violenta. Todos estos ingredientes ceban la tristeza y ansiedad que padecemos.

    Con el paso del Ángel de la muerte sobre nuestras cabezas, nos despertamos con sobresaltos al percatarnos de que, a pesar de ser el COVID-19 tan truculento, son muchos los que logran sobrevivir. Vuelve el argumento de las últimas cuatro décadas del siglo XX a resurgir: el sistema inmunológico nos salva o nos destruye. El enigma, que nos deja patidifusos sobre quiénes son los que sobreviven y quiénes son los que sucumben, logra esclarecerse únicamente cuando fijamos nuestra atención en esa misteriosa coraza íntima y epidérmica que nos envuelve y nos protege. El dueño del misterio es el sistema inmunológico.

    El mensaje que el COVID-19 nos ha venido a tirar a la cara es que tenemos que despertar a la misión que se nos ha encomendado tras millones de siglos de evolución. Esta pandemia no solo ha afectado a los países famélicos y olvidados del Tercer Mundo, sino también a los países usurpadores de Europa y el Primer Mundo y aun a los países disciplinados de Oriente. Fue en China donde comenzó este fenómeno, aunque los chinos haciendo alarde de su disciplina han logrado aplacar el flagelo.

    En este libro se pretende hacer un recorrido por la trágica historia humana para averiguar cómo y por qué hemos llegado hasta aquí. Consta de un vistazo a esos llamados poderes ocultos del hombre, que nos fueron obsequiados en los albores de la humanidad, y los hemos ido relegando a la covacha de la indiferencia a pesar de que siguen latiendo subconscientemente en espera de ser rescatados.

    PREFACIO

    Mucho se ha hablado y escrito sobre los poderes ocultos del hombre: el único habitante parlante de este planeta Tierra. Prefiero llamarlo el único habitante parlante, y no el único pensante, ya que son tantas las veces que animales domésticos como el perro y el gato nos han transmitido la sensación de que entienden y sienten todo lo que les rodea, a pesar de no poseer la facultad de la palabra. Parece que piensan...

    ¿Qué desenvolvimiento desconocido para nosotros tendrá lugar en el interior de estos animales domésticos que trae a flor de piel toda esa sensibilidad y entendimiento? Este es uno de los muchos misterios que aún estamos intentando descifrar. ¿Cuáles son, pues, estos poderes ocultos del hombre? Hemos llegado a clasificar como poderes ocultos todas aquellas acciones ejecutadas por el humano que rayan fuera de lo normal. Son acciones que rompen las lógicas leyes de las ciencias físicas, químicas y biológicas.

    El levantarse por los aires, lo que se conoce por levitación, desafía la comprobada ley de gravedad. El estar presente físicamente en dos lugares distintos a la misma vez (la bilocación) es otra ejecutoria rarísima que viola las leyes de tiempo y espacio.

    El rescatar a hermanos desde el estado incipiente o prolongado de descomposición atómica-celular provocado por la muerte, el efecto conocido como resurrección, suena a disparate de fábula de beatos.

    El quedar impregnado con llagas, azotes y heridas punzantes que sangran y se van renovando en carne viva en una nueva tanda de dolor, sin que el señalado tenga la más mínima opción de rechazo a ese sufrimiento, es una anomalía.

    Los estigmatizados corren a lo largo de toda la historia de todas las religiones. Los estigmatizados cristianos, por ejemplo, reciben sus marcas en los mismos lugares del cuerpo donde las sufrió Jesús de Nazaret; los estigmatizados musulmanes reciben sus heridas donde las recibió su profeta Mahoma en sus gestiones guerreras.

    Las diversas corrientes filosóficas de eras pasadas fueron pasando por el cedazo las teorías divergentes acerca del origen del conocimiento y la experiencia en el ser humano. ¿Cuáles eran los canales por los cuales el único animal parlante adquiría conocimientos y experiencia?

    Los empiricistas formularon su dictamen de que todo el conocimiento y la experiencia eran adquiridos por el hombre a través de sus cinco sentidos. Todo se cuela por la percepción de nuestros ojos, oídos, la boca, la nariz y la piel (el tacto). Y trazaron un surco en la arena: de un lado estaba el conocimiento ganado por los cinco sentidos, el genuino y el único avalado por la ciencia. Del otro lado estaban las triquiñuelas con sus seudas hipótesis, el ficticio mundo de la superchería.

    Pero desde tiempo inmemorial, el hombre ha estado experimentando sensaciones tan recónditas de desastres, accidentes, tragedias que están aconteciendo en lugares remotos al mismo momento que las percibe de una manera difícil de explicar. A esto ya le hemos asignado un nombre. Son mensajes que nos llegan por la vía telepática.

    En muchas otras ocasiones, el hombre ha saltado la barrera del tiempo teniendo fácil acceso a la dimensión del futuro pudiendo concretizar en detalles un hecho que aún no ha sucedido. Decían los antiguos que esos seres humanos disfrutaban del don de profecía. Hoy lo llamamos clarividencia. Poco se sabía, entonces, que todos esos prodigios eran simplemente el producto neto del desarrollo de unas facultades inherentes a la mente humana, que todos poseemos. Y cada vez que en siglos precristianos surgía un hombre o una mujer con estos dotes, corría el riesgo de ser aborrecido en pleno como a un pajarraco realengo de lo maligno, o si le hubiera tocado la suerte de convivir con semejantes de cierta condescendencia y compasión, lo hubieran aislado encerrándolo en una especia de burbuja de cristal, en donde se le pudiera observar, respingando, sin congraciarse mucho ni entrar en franco trato personal.

    Aunque hay que reconocer que en las culturas orientales siempre se trate a esta gente de forma respetuosa y especial, y sus obras no eran tratadas de forma superficial.

    Al entrar la Era Cristiana, a los taumaturgos se les comenzó a medir con otra vara. A los que caían en éxtasis, tenían visiones u obraban milagros se les encomendó un destino divino. Fueron muchos los superdotados de lo oculto o paranormal que fueron huyendo a refugiarse en la religión católica.

    La Iglesia católica era la única que hacía equivalentes estas manifestaciones a los supuestos destellos enviados desde el más allá sobrenatural para saciarnos de la existencia y bondad siempre operante de Dios y su unigénito, Jesucristo.

    Una página vergonzosa la forjó el cristianismo en las primeras colonias inglesas en lo que es hoy Estados Unidos de América. Para finales del siglo XVII (1692), en Salem, Massachusetts (Nueva Inglaterra), fueron juzgadas más de 200 llamadas brujas, de las cuales fueron ajusticiados 19, entre brujos y brujas. Todo comenzó cuando las hijas y amigas de un hombre llamado Samuel Parris, comenzaron a sufrir espasmos y vómitos. Un médico diagnosticó que las pequeñas estaban embrujadas. Y entonces comenzaron a buscar culpables.

    Las niñas, aquejadas de fuertes delirios, acusaron a la niñera de los Parris, una negra caribeña que, por las noches, según ellas, les contaba historias diabólicas. Comenzó entonces una autentica cacería de brujas. Más de 200, incluida la negra caribeña, fueron encarceladas y 19 colgadas públicamente en el período que va desde el primero de febrero al 21 de septiembre de 1692.

    Las brujas de Nueva Inglaterra no fueron quemadas, como ocurrió en España o Francia, sino colgadas públicamente. Al parecer, el terror de brujas fue grande por estas tierras y llegó a superar el rigor que en cuanto a castigos y persecuciones hubo en Europa por fechas aproximadas.

    Aunque, por otro lado, no a todos esos hombres y mujeres santos de la Iglesia católica les fue fácil sortear los obstáculos impuestos por los tribunales eclesiásticos.

    Un ejemplo desconcertante fue lo ocurrido a la doncella de Orleans, Juana de Arco, a quien un día, mientras cuidaba su rebaño de ovejas, se le apareció Miguel Arcángel para ordenarle que salvara a Francia de los ingleses. A los 19 años, luego de haber triunfado en su empeño de haber liberado a su patria, la desgraciada Juana cayó en manos de sus enemigos ingleses, cuyo clero le aplicó la terrible sentencia de ser inmolada en la hoguera, ante el escarnio del pueblo que la sospechaba bruja con pactos con Satanás, hereje de la peor muerte, de reputación dudosa y lesbiana. Fue quemada el 30 de mayo de 1431 por bruja y anatema, y luego, nada menos que cinco siglos después, elevada a los altares como santa por la Iglesia católica.

    I

    A PESAR DE EL VALLE DE LÁGRIMAS

    Salve, Reina y Madre de Misericordia,

    Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra,

    Dios te salve.

    A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,

    a ti clamamos y suspiramos, gimiendo y llorando en este Valle de Lágrimas.

    Esos son los versos iniciales de La Salve católica. La Salve Regina es una plegaria mariana, desde la cual el hombre en una perspectiva de único habitante inteligente del universo, y por ende el único ente espiritual, suplica que se le alivie la carga de tantos tormentos.

    El concepto de Valle de Lágrimas ha quedado grabado en la historia como melancólica descripción del planeta Tierra, en el cual a diario nos tenemos que confrontar con el dolor y el sufrimiento.

    Claro está que las Iglesias cristianas han remachado esta mentalidad de catástrofe e impotencia, para anteponerla al cielo de los bienaventurados que nos espera en el más allá, y al cual todos debemos aspirar.

    El antropocentrismo de La Salve Regina debe sus raíces a los primeros capítulos del libro de Génesis, en los cuales el autor nos plantea la creación de la Tierra como un acto maravilloso que robó toda la atención de Dios. Y sentencia, sin inmutarse, que el resto de la inmensa creación fue puesto allá, precisamente, solo para servirnos, para alumbrarnos, para recordarnos el paso del tiempo.

    "Y dijo

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1