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La casa de huéspedes
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Ebook121 pages59 minutes

La casa de huéspedes

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About this ebook

La casa de huéspedes es una encantadora comedia teatral en tres actos del dramaturgo Manuel Bretón de los Herreros. Nos cuenta los líos amorosos que se suceden en la pensión de doña Liboria, de cuya hija Concha están enamorados varios huéspedes, mientras que el corazón de ella solo pertenece a don Manuel, quien no se atreve a declarar sus sentimientos.-
LanguageEspañol
PublisherSAGA Egmont
Release dateApr 27, 2022
ISBN9788726653335
La casa de huéspedes

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    La casa de huéspedes - Manuel Bretón de los Herreros

    La casa de huéspedes

    Copyright © 1834, 2022 SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788726653335

    1st ebook edition

    Format: EPUB 3.0

    No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

    www.sagaegmont.com

    Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

    Representada por primera vez en el teatro del Príncipe el dia 30 de Marzo de 1834.

    PERSONAS.

    CONCHA.

    DOÑA LIBORIA.

    RITA.

    D. DIEGO.

    D. DONATO.

    D. MANUEL.

    D. FULGENCIO.

    La escena es en Madrid en una sala de casa de doña Liboria, con puerta en el foro, otras laterales y una ventana. Entre otros muebles habrá un velador y una mesa con escribanía.

    ACTO PRIMERO.

    ESCENA I.

    CONCHA. RITA.

    Concha. [Llega con una jarrita en la mano. Rita prepara sobre el velador tazas, servilletas, &c., para servir luego el desayuno.]

    Alcanza esa jaula, Rita,

    que mudar el agua quiero

    á mi pintado jilguero.

    Rita. Tómela usted, señorita.

    [Se la da, acaba de cubrir el velador, y se retira.]

    ESCENA II.

    CONCHA.

    Dulce compañero mio,

    mi amigo y consolador,

    á quien tan solo mi amor

    y mis lágrimas confio,

    ¿cómo al verme alborozado,

    cómo piando no agitas

    tus matizadas alitas,

    tu cuello tornasolado?

    Ni como sueles te veo

    el pico arpado bañar,

    ni á tu amiga saludar

    con melodioso gorjeo.

    [Lo saca de la jaula.]

    Ven, ven á mi seno

    fiel, aunque ya en vano porfia

    por prestarte la alegría

    que un tiempo moraba en él.

    ¿Suspiras por la pradera

    que embelesaba tu canto?

    ¿Es causa de ese quebranto

    tu perdida compañera?

    Consuélate, que en prision

    yo tambien penando vivo.

    ¡Ay! Tambien gime cautivo

    mi llagado corazon.

    Tú al menos en mi

    piedad puedes cifrar tu ventura;

    mas ¿quién en tanta amargura

    me dará á mí libertad?—

    Vuela á tu floresta umbría;

    goza del aura serena,

    que yo rompo tu cadena.....

    ya que no puedo la mia.

    Vuela, jilguerito; vive

    contento, libre, dichoso,

    y de mi labio amoroso

    el postrer beso recibe.

    [ Lo echa á volar por la ventana, después de besarlo, y se sienta pensativa.]

    ESCENA III.

    CONCHA. D. MANUEL.

    D. Man. [Atravesando de puntillas el teatro. ]

    Allí está el dulce embeleso

    de mis ojos Si pudiera

    salir sin que ella me viera.....

    [ Vuelve Concha la cabeza y le mira.] ¡Ah!

    Concha. Don Manuel, ¿cómo es eso?

    Temprano sale usted hoy.

    D. Man. Cierto negocio me obliga.....

    Concha. ¡ Sin saludar á su amiga!

    D. Man. ¡Conchita!....

    Concha. Quejosa estoy.

    La causa saber deseo.....

    D. Man. Perdóneme usted. Salia

    distraido..... (¡Ay, alma mia!) Concha. (Yo tiemblo cuando le veo.)

    Bien sabe usted que le estimo:

    lo confieso sin rubor.

    D. Man. Y esa es mi dicha mayor.

    (Mal mi turbacion reprimo.)

    Concha. Si fuera usted don Fulgencio

    y sin hablarme saliera,

    ninguna queja le diera;

    no culpara su silencio.

    D. Man. ¿Y si fuera don Donato?

    Concha. Tampoco.

    D. Man. Huéspedes son

    tambien.

    Concha. Tiene usted razon;

    mas no me gusta su trato.

    D. Man. Pues la aman á usted los dos,

    la pretenden á porfia;

    y al fin.....

    Concha. La culpa no es mia,

    don Manuel. ¡Sábelo Dios!

    D. Man. No es mucho que ese semblante

    cautive sus corazones.

    Concha. ¿Tantas son mis perfecciones?

    D. Man. No tiene usted semejante.

    Mi labio no lisonjea.

    Concha. Cierto.—No soy melindrosa.

    Pues usted me llama hermosa, no debo de ser muy fea.

    D. Man. Don Fulgencio y su rival

    lo habrán dicho antes que yo.

    Concha. ¡Pluguiera al cielo que no!

    D. Man. Pues ¿hay en eso algun mal?

    Concha. A ser yo libre, ninguno.

    D. Man. (¡ Cielos! ¿Si á otro amará?)

    Concha. (¡Ah!...) La hora se acerca ya

    de servir el desayuno.

    ¿Usted no nos acompaña?

    D. Man. No, señora.

    Concha. Es singular.....

    ¿Se va usted sin almorzar?

    Verá usted cómo lo extraña

    mi mamá. La llamaré

    para que usted se convenza.....

    ¡ Mamá!....

    D. Man. ¡No, no! (¡Qué vergüenza!)

    No la llame usted.

    Concha. ¿Por qué?

    D. Man. Ahora no.... (¡ Terrible aprieto!)

    Ahora no la puedo ver.

    Quisiera..... Tengo que hacer.....

    Concha. Eso anuncia algun secreto.....

    D. Man. No, señora.

    Concha. Que no alcanza

    mi discurso.

    D. Man. No. ¡Si digo

    que....

    Concha. No es usted ya mi amigo.

    Ya perdí su confianza.

    D. Man. Permítame usted callar.....

    Concha. Está bien.

    D. Man. Es una cuita

    que yo.....

    Concha. Basta.

    D. Man. ¡No, Conchita!

    Ya lo voy á declarar.

    ¡ Tiene usted tan dulce imperio sobre mí!....

    Concha. No lo creía.

    D. Man. Oiga usted la pena mia. —

    Pero ese rostro tan serio.....

    Concha. No era encono ni desvío;

    era impaciencia amistosa.

    Soy á veces tan temosa.....

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